Partida Rol por web

 Decido aprovechar que tengo un momento para ir a la despensa para coger algunas provisiones para el viaje, para a continuación salir por la entrada principal, buscando un sitio por donde deslizarme sin ser visto, tanto por lo alrededores como desde lo alto de la torre, hasta mi destino.

Me acerco a la entrada y saludo a los guardias.

Les doy el santo y seña para poder pasar (entiendo que es algo que he realizado mas de una vez) y aprovecho para comentarles que voy a dar un paseo con mi Sabueso
e indicarles que esta noche tengo tareas que realizar.

- Buenas guardias. Esta noche tengo que salir a recoger unas hierbas especiales que deben ser recolectadas mientras son bañadas con la luz de la luna para realizar unos experimentos y trabajos mágicos. Quisiera saber que si hay algún problema con ello o si necesito algún salvoconducto especial.

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   Te aproximas hasta la puerta abierta y te diriges al guardia de servicio apoyado bajo su dintel, quien se pone en pie de un salto y te saluda. Otro guardia está de pie en las proximidades. Ambos van ataviados con los elegantes ropajes negros de los centinelas de Orthanc, bordados en plata y con el blasón de la Mano Blanca.

   - ¿En que puedo serviros aprendiz de Saruman? -

   Como eres uno de los ayudantes de Saruman, tienes permiso para salir de Orthanc, pero la mayoría de los guardias son hoscos dunlendinos que tienen envidia de tu "fácil vida" en la torre, y aprovechan cualquier oportunidad para complicar tus relaciones y movimientos.

   Ante tu explicación, te miran suspicaces y preguntán de nuevo - ¿La contraseña? - Está claro que van a aprovechar cualquier excusa en la entonación o en tus palabras para denegarte la salida.

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- Vaya, ¿ya no me recordáis? Todos los días dando la contraseña...
Quizás os estáis pasando con la bebida...

Después de aquel inesperado inconveniente, a Iorlas no le quedó otro remedio que volver a reconsiderar sus planes. Si había que salir por la puerta principal de Isengard, convendría que explorara ahora, a la luz del mediodía, las opciones que más tarde sería demasiado oscuro para descubrir. 

Así que, resueltamente, dio la espalda a aquella cocina odiosa y se dirigió al vestíbulo de la entrada de Isengard, dispuesto a cruzar el umbral que en pocas horas sería traspasado de nuevo, esta vez para siempre.

El salón, antaño lugar de encuentro, entre los muchos sabios que se acercaban a Orthanc en busca del consejo de Saruman, estaba vacío y oscuro a pesar de ser ya mediodía.
Baldac dió una vuelta por la estancia, ya faltaba poco para llegar al nivel inferior de la Torre y debia pensar en una buena excusa para poder salir de alli sin sospechas.
Tras unos minutos sentado en uno de los sillones pensando en su siguiente movimiento.
Su sabueso Jambo se encontraba frente al fuego mordisqueándose una pata, el aprendiz de mago miraba el fuego concentrado y algo llamó su atención...un candelabro que no tenia tanto polvo como el resto del salón.

Baldac se levantó y tirando del candelabro accionó un mecanismo y se abrió un pasaje secreto que subía hacia arriba.

Ir hacia arriba era todo lo contrario a lo que buscaba, el quería escapar de allí. Pero la curiosidad fue más fuerte que la lógica y avanzó hacia dentro con Jambo como compañero

Al no saber hacia donde se dirigian aquellas escaleras, Baldac decidió ir agazapado y sin hacer ruido, pretendiendo que su presencia no fuese detectada.

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   Te cuelas en el interior seguido en silencio por Jambo. Enseguida encuentras una palanca que cierra el panel de la pared por este lado interno. Te fijas que ¡a través de un agujero que debe quedar disimulado en los tapices puedes ver todo el salón!

   Jambo no puede seguirte por la escalera de hierro y te espera echado abajo. Subes por la escalera de mano, cruzando una estrecha apertura en el techo y te deslizas por un largo túnel. A medio camino, hay un pequeño hueco en la pared y algo brilla en su interior. Sin pensartelo dos veces, metes la mano y sacas un pequeño colgante. De una cadena de plata pende un diminuto farol dorado; en su centro, sobre una varilla, distingues un zafiro amarillo. El diseño de la joya es muy delicado, quizás incluso de origen élfico. ¡Cuando lo miras con más detenimiento, ves que la gema empieza a brillar! Resplandece cada vez más hasta iluminar todo el túnel a tu alrededor. Con un simple pensamiento tuyo, el colgante de luz vuelve a apagarse.

   Continúas subiendo hasta llegar a un descansillo. A ambos lados, puedes ver una tenue luz que se filtra a través de unos orificios abiertos en la pared. ¡Los de la derecha se asoman a vuestros dormitorios, y el de la izquierda, al estudio de Saruman!

   Te llena de satisfacción este descubrimiento y te preguntas si Saruman utiliza este pasaje secreto. La cantidad de polvo que recubre el suelo podrío indicar que no, pero nunca se sabe. Tanto el estudio de Saruman como hacia tu habitación están vacíos, y unos paneles ocultos permiten el acceso a ambas estancias. (Y seguro de que si buscas, también a la de los otros estudiantes)

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   Tu seguridad y fiera mirada, apoyada sutilmente con los quedos gruñidos de tu fiel compañero, intimidan a los guardias, que reculan y retroceden algo amedrentados.

   - ¡Sí, aprendiz de Saruman! -

   El guardia hace un gesto al otro, que asiente y te abren las puertas, apartándose respetuosamente ante tu paso.

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   El cielo encapotado y el vapor gris que envuelve el exterior de la torre da un aire de semioscuridad. A tu lado, la impresionante figura de Orthanc se proyecta hacia el cielo sobre ti. A pesar de estás cobijado en el hueco del umbral de la puerta, el frío viento de otoño agita tu túnica y te hace estremecer. El cielo está cubierto de nubes, bajas y amenazadoras.

   Desde el umbral, mirando hacia el este, se extiende una ancha escalinata de veintisiete escalones. Unos guardias orcos patrullan alrededor de la base de la torre; otros se hallán en una pequeña habitación anexa en el exterior.

   Observas desde lo alto de la escalinata y decides tu próximo movimiento.

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   Entras en la despensa antes de salir de Orthanc. Cuando cierras la pesada puerta de madera, la despensa queda prácticamente a oscuras, iluminada sólo por un resquicio de luz que se cuela por la rendija bajo la puerta.

   Pero eso no te es problema gracias a tu visión élfica que salvo en la más completa oscuridad sin ningún tipo de luz, te permite ver. A derecha e izquierda, varias hileras de altos estantes llenos de provisiones se apoyan contra las paredes. Deambulas por un rato, hay sacos de cereales, patatas, toneles con vino y cerveza y algunas otras provisiones.

   Toma lo que quieras (puedes coger tantas raciones de comida como quieras, cada ración para un día pesa 2 libras o 0,9 kilogramos)

   Estás a punto de retirarte, cuando tu águda vista repara en una reducida sección del muro, en la parte trasera, que parece ligeramente ladeada. Apartas montones de sacos de arpillera vacíos, que levantan nubes de polvo ¡y descubres el contorno de una puerta! La puerta se disimula contra el muro y estás seguro que en la oscuridad del lugar es totalmente indectectable. Incluso con luz habría que buscarla a proposito. A sido una suerte que la hayas visto.

   Empujas, parece estar cerrada con algún tipo de mecanismo, que puedes intentar buscar o hacer cualquier otra cosa que se te ocurra.

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   Dejas las cocinas y cruzas de nuevo la gran sala de entrada y entrás en el corredor que se dirige a la puerta de salida.

   Este corredor se extiende entre la gran puerta de piedra negra que guarda Orthanc y una puerta interior de madera pulida de roble que da a la sala de entrada y la cual acabas de traspasar. Normalmente, la puerta interior permanecer abierta. La puerta exterior tiene un control a cada lado; para abrirla, hay que introducir una llave especial en la pared adyacente y darle una vuelta. La llave activa entonces un contrapeso que levanta la losa maciza de piedra que parece indestrucitible hasta una abertura de la pared superior.

   A un lado del vestíbulo hay una puerta (siempre abierta) que da a una pequeña estancia junto a la cual, siempre hay dos hombres haciendo guardia.

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   Sabes que si te acercas tal como vas, los guardias te verán y te darán el alto. Puedes, como aprendiz, usar alguna de las contraseñas que te dijo Saruman para salir. O deslizarte en silencio pegado a la pared del otro extremo confiando que con la penumbra no se fijen en tí. O pensar en otra cosa.

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  Aegon entra en la despensa a por comida y hallá la puerta oculta que da al túnel de huída de Orthanc. Baldac intimida a los guardias y sale por la puerta, está en la escalinata de acceso a Orthanc en el exterior. Baldac se introduce en los pasajes interiores que dan al estudio y dormitorios y halla el Amuleto de Luz. Iorlas se dirige a la salida donde Caleb acaba de salir, pero pifia en escuchar y no ha oído nada.

 Busco a mi alrededor, tratando de encontrar el mecanismo que hace funcionar la puerta y lograr que se abra. Me pregunto que hará una puerta cerrada en un lugar como este...

Miro la entrada, con cierto desagrado, la presencia de Orcos.
Esto es algo que no puedo evitar y una de las razones que me hacen sospechar y motivarme a huir.

Bajo los escalones, y me quedo al fondo de las escaleras a la espera que Urko se alivie.

Aprovecho este momento para asomarme a la caseta y ver el numero de Orcos, y equipamiento que tienen.

De paso, aprovecho para ver la reacción de los Orcos a mi presencia
y tratar de amedrentarlos como a los otros...