- ¿Diga?-responde, con voz grave, a pesar de femenina, al otro lado del teléfono.
- Takeshi-san. Soy Takahiro. - Respondió con su habitual voz algo taciturna y monótona. - ¿Dónde se encuentra? Ha habido una serie de eventos a lo largo de este día que requieren ser comentados...
Perdonen la tardanza. Lo había quitado de novedades mientras estaba en el hostal, y como mi portátil es una mierda, se trababa y no conseguí volver a ponerlo como novedad, así que ha sido ahora que me ha dado por revisar si se me pasaba algo por algo que me he dado cuenta.
Mil perdones a los dos.
- En mi zona. Supongo que ya sabe por dónde vivo. Si lo desea podemos encontrarnos frente a mi edificio en aproximadamente... ¿Diez minutos?-dijo, mirando su reloj.
- Mejor un sitio más público. - Respondo. - Estoy siendo perseguido, me temo. Si puede, venga preparado por lo que pueda pasar.
- Entiendo. Bien, un bar entonces. A dos manzanas de mi edificio hay uno, no sé si lo habrá visto antes-dijo, algo más serio y alarmado.
- Bien. Creo que sé a cuál se refiere. Me dirijo hacia allá. Tengo mi teléfono encima para cualquier eventualidad. - Contesto y cuelgo antes de empezar a dirigirme hacia el lugar acordado.
Cuelga, guardando el teléfono, y se dirije hacia el bar del que le había hablado a Takahiro.
Espero que no haya sido un inconveniente que me haya inventado el bar. Supuse que era un sitio que se puede encontrar en cualquier parte y no sabía mucho de mi zona.
Os creo escena Izakaya, cuando os postee ahí, podéis hacerlo vosotros.
La llamada de teléfono puedes hacerla aquí, la pones obviamente solo para el director.
En cuanto monto en el coche marco el número de Sui Sixin con la esperanza de que me coja rápido.
Te responde antes de que termine de sonar el primer tono. Su voz suena molesta, y ligeramente preocupada y su pregunta te causa cierta inquietud.
- Lin, ¿estas bien? Me puse en contacto contigo en cuanto me enteré de lo sucedido.
De fondo puedes escuchar el ruido de los coches y el bullicio de las calles.
- Estoy bien, pero han venido ya a buscarme y no podía hacer esperar a la Mandarín. Pensé que todo esto lo habrían hecho con tu aprobación, la verdad. ¿Quieres que nos veamos allí antes de partir? - Pregunto, sin estar segura de dónde es allí y un poco preocupada por el tono de Sui.
Me echo hacia delante para golpear el cristal y alzo la voz para hablar un momento con el conductor. - Perdone, ¿dónde vamos?
- A la Ciudad Prohibida.
Te responde de forma mecánica sin mirarte.
Puedes escuchar su respiración mientras, supones, debe estar valorando tu sugerencia. Y por vez primera, desde que sois discípula y mentora sientes la duda en su voz.
- No se Lin, no se si será prudente... la Mandarín.
Notas como su respiración se vuelve mas pausada, mas sosegada, como si hubiese dejado de hacer un esfuerzo.
- Los ciempiés y las grullas, a menudo recorremos los mismos caminos, pero no dejamos de ser completamente distintos. Un ciempiés tarde o temprano clavará sus colmillos en la mano que tiene al lado... es su naturaleza, no le puedes pedir al viento que deje de soplar, o al ruiseñor que cese su canto...
Escucho las palabras de Sui y cada vez me preocupan más. - ¿Qué está pasando?
- Sui, no comprendo a qué te refieres. ¿No estás de acuerdo con que me envíen a este viaje? Temo que no puedo negarme a hacerlo, pero si hay algo que deba saber...
- Si hay algo que deba saber, ¿qué? ¿No debería haberme dado cuenta por mí misma? - Pienso, analizando cada pequeña cosa de las sucedidas en la Ciudad Prohibida. - ¿Qué es lo que se me escapa?
Paráis delante de un semáforo en rojo.
Un mendigo con dos muletas se acerca al vehículo. Ves como el conductor niega con la cabeza y el mendigo se aleja renqueando.
- No tiene que ver con que este o no de acuerdo Lin, es un asunto de forma. En ningún momento se me consultó...
Puedes escuchar como exhala aire de sus pulmones mientras masculla para si misma una frase que puedes escuchar.
- Debí haberme dado cuenta, necia.
Un chasquido de la lengua resuena al otro lado del telefono
- Tuve un encuentro "casual" con la Mandarín hace tres semanas. Hablamos de distintas cosas, de la situación de la Corte, de la aparente calma con la Corte de la Carne, y de tus progresos, entre otras cosas. Todo fue demasiado informal... No se nada al respecto Lin, y eso me inquieta y me incomoda. Ve con cuidado, es todo cuanto puedo decirte.
Por su parte ha terminado la conversación, si quieres añadir algo mas, adelante, sino, pues colgáis y seguimos
Al ver al mendigo una idea asalta mi mente. Es tan sólo una imagen momentánea mientras mantengo la atención en las palabras de Sui al otro lado del teléfono.
Un hábito y un cuenco. El takuhatsu. Dar para recibir. Recibir para dar.
No me gusta la actitud del chófer ante el mendigo, pero no hago nada al respecto. El rechazo es parte del aprendizaje y del camino. Para ambos.
- Lo siento, Sui. Debí llamarte en cuanto salí de allí y lo lamento muchísimo. Pero ella me dijo que había hablado contigo sobre mí y di por hecho que lo sabías y estabas de acuerdo. Perdóname, por favor. - Respondo a mi mentora con voz contrita. - Tendré mucho cuidado, te lo prometo. Y te llamaré en cuanto llegue a Tokio.
Todos aprendemos, no solo de nuestros actos, sino también de las acciones de los demás.
- No te preocupes Lin, no es culpa tuya... has actuado correctamente. No tienes porque disculparte y yo no tengo nada que perdonarte.
Escuchas claramente el sonido de un camión al otro lado de la linea.
- Ten cuidado, y llámame.
Puedes ver como a dos manzanas un camión arranca cuando el semáforo se pone en verde. Comienza a caer una suave llovizna.
Apenas unos segundos después, vuestro semáforo se pone en verde y el conductor arranca suavemente. En breve llegaréis a la Ciudad Prohibida.
Cuando alcanzáis la posición que ocupaba el camión puedes ver a Sui contemplando vuestro coche desde la acera, la lluvia apenas ha comenzado a mojar su cabello.
Vuestras miradas se cruzan en un fugaz instante mientras el coche continúa avanzando... pierdes a tu mentora de vista cuando el coche gira a la derecha.
Mañana te posteo mas, pero por si querías hacer alguna cosilla antes de llegar.