Partida Rol por web

Seis meses...

Seis largos meses había pasado desde el eclipse de la Luna roja, a quienes muchos llamaban "La luna de sangre". Un fenómeno meteorológico que se da cada 500 años y que muchas mitologías asocian como la venida de desgracias para la raza humana, pero que, en esta ciudad, representó una helada completamente fuera de temporada durante la noche que acabó con algunos cultivos en la zona rural y dañó algunos automóviles en la ciudad, pero casi tan rápido como llegó, se fue.

Hubo comentarios sobre una segunda luna negra que se apreciaba en el cielo, pero eso se le atribuyó a un caso de histeria colectiva y los videos enviados a los noticieros fueron catalogados como montajes. Todos estos incidentes juntos pasaron al olvido general después de un par de semanas y la vida retomaba su curso natural.

Este sería el último día de clase porque al día siguiente comenzaban las vacaciones de verano y el instituto había pagado una excursión para todo el grado a un resort en la playa. Este día de clases transcurriría de manera normal, pero la emoción por el viaje era latente en todos, así que ir al instituto ese día era casi que un requisito para poder ir. Con un nuevo día, llegaba el momento de alistarse para ir al instituto, aunque puede que esta vez la emoción los despertara a todos.

Esa noche te habías quedado en casa de Ruka a descansar después de que ella estuviera por fuera de la ciudad una temporada y ella había insistido en que te fueras unos días a su casa para hacerle compañía, a lo cual aceptaste sin muchas dudas.

Estaban durmiendo en una cama doble bastante grande, pero esa noche te despertaste de repente, algo agitado, aunque no comprendías lo que había sucedido, era demasiado confuso. Ruka pareció darse cuenta y te preguntó entre dormida y despierta.

- ¿Qué pasa, Mamo-kun? - a lo cual trataste de calmarle con una suave caricia en su cabeza. La chica sonrió complacida y te besó con ternura. Parecía que todo mejoraría, ya que las cosas comenzaron a ponerse un poco apasionadas entre ambos y, entonces, Ruka te mordió un poco más fuerte de lo que debería haciéndote sangrar. Arrugaste la nariz y miraste a los ojos a la chica para ver sus ojos rojos teñidos de maldad. Pestañeaste varias veces para tratar de enfocarle bien y viste su figura ligeramente diferente a la dulce Ruka de siempre.

- Eres mío - y rió con una expresión escalofriante mientras el eco de su voz acompañaba un cuchillo que atravesaba tu corazón con este.

Justo en ese momento, te despertaste en la habitación de Ruka con una muy dormida Ruka entre tus brazos. Tu sobresalto hizo que la chica se despertara un tanto asustada también y te preguntó:

- ¿Qué pasa, Mamo-kun? - con una voz aún adormilada.

Te despertaste sobresaltada esa noche con el corazón acelerado y sudando frío, pero te encontraste con un caluroso abrazo que te reconfortaba. Se trataba de Jaycee, quien se había quedado a dormir esa noche, pero no lo recordabas. Tu madre estaba de viaje y Edward estaba de gira, así que no habría problema.

Se despertó a la par que tú y aunque trataste de decirle qué pasaba, no supiste muy bien por qué, pero te estrechó de manera protectora para darte un poco de alivio. El calor de ambos se entremezclaba y, tal vez sin esperarlo, se besaron de manera más intensa cada vez. Con algo de vergüenza, le miraste y Jaycee parecía tan embriagado como tú en ese dulce momento.

Su concentración en el otro no permitió que notaran una sombra que se aproximaba hasta el momento en que Jaycee mostró un espasmo de dolor profundo. Escupió sangre en tu rostro y le miraste horrorizada, mientras su cuerpo inerte caía sobre ti.

En ese mismo momento, viste a tu hermano de pie sobre tu cama con un cuchillo ensangrentado en su mano y una mirada un tanto ausente, mientras decía con una voz casi impropia - Los dragones no son bienvenidos -.

Viste entonces que del brazo de Edward había una mano delicada que se asomaba de a poco mientras Edward se giraba a besar a una chica con lascivia. No podías creer de quién se trataba.

- Vaya, cuánto lo siento, Animae. Los celos son poderosos, ¿verdad? - la cara de Edward se encontraba a pocos metros de ella.

- Tu hermano simplemente no pudo resistirse. Y ahora es mío... - se lo lleva despacio. Tratas de levantarte, pero el peso del cuerpo de Jaycee es demasiado para ti.

Ruka se aleja lentamente con Edward ignorando tus ruegos y en ese momento, abres los ojos sobresaltada y con lágrimas aún cayendo de tus ojos. Estabas en tu habitación sola, sin rastros de Jaycee y parecía un amanecer normal.

Esa parecía una buena noche. Te encontrabas con una durmiente Leticia entre tus brazos, mientras ambos disfrutaban de su desnudez. El que Leticia amaneciera contigo se había vuelto frecuente, ya que sabías que ella pasaba por muchas cosas y no tenía a nadie más. Ella siempre se marchaba temprano en la mañana, pero siempre estaban juntos al amanecer.

En la mitad de la noche escuchaste una risilla escalofriante en tu habitación. Abriste los ojos alarmado y notaste que Lety estaba de pie junto a la cama con cara de pánico. Se giró hacia ti con dificultad cuando una sombra se reveló allí. Era una sombra que conocías, pero te negabas a creer que estuviera allí. Ella había muerto, tú habías participado en esa batalla. ¿Cómo era posible?

Rió una vez más - Nereida... Cuánto has cambiado - rió otra vez.

- Verás, solo he venido a recoger lo que me pertenece - extiende una mano hacia Lety, quien la mira a los ojos y parece hechizada por el brillo rojo de los ojos de Scarlet. Camina lento, casi de manera antinatural hacia ella y toma su mano para luego envolverla en un abrazo. Llamas su nombre, pero Lety no reacciona, de hecho sonríe mientras se apoya en el pecho de Scarlet. Parece fascinada de estar allí.

La titánide se gira hacia ti una vez más y extiende su mano izquierda. Una lanza de energía violeta se forma mientras ella ríe y sabes qué pasará a continuación. La lanza es disparada hacia ti en dirección a tu corazón. Indefenso, humano y presa del dolor por ver a Lety así, aceptas tu destino.

En ese momento, abres los ojos de golpe y te das cuenta que estás en tu habitación y ha llegado la mañana. Era momento de alistarse para irse al instituto.

Esa noche estabas en la casa de Hikaru viendo una película con ella en tranquilidad. Sabías que ella se iría al otro día para otra ciudad porque sus abuelos la enviarían a un entrenamiento especial por sus funciones como sacerdotisa en el templo, así que querían hacer del tiempo un recurso valioso.

Esa noche, Hikaru parecía un poco más atenta de lo habitual y aunque no podías ver su rostro bien, sabías que se trataba de ella. La tímida Hikaru se abalanzó sobre ti y te dio un beso cargado de deseo, tal vez uno que habías añorado en muchos de tus sueños, pero que no habías llegado a ver. Dos vidas ocultando tus sentimientos y a la final era ella quien lo revelaba todo.

No parecía haber nadie alrededor para molestarlas, así que simplemente se dejaron llevar.

Las cosas parecían ponerse un poco interesantes, cuando de repente, viste un brillo algo siniestro en los ojos de Hikaru mientras saltaba sobre ti con un cuchillo, pero un rayo negro la quitó de encima. Te costó seguir el movimiento, pero pudiste identificar un enorme perro negro. Al inicio, no podías identificarlo, pero luego diste con su identidad: era Sombra, el guardián de Hikaru. ¿Por qué la atacaba?

Te giraste hacia la chica de cabello rosa y viste que su semblante era amenazante.

- ¡Sabes que no es ella! ¡Despierta! - dijo Sombra entre ladridos y palabras. Al decir eso, abriste tus ojos de golpe y te encontraste en tu habitación sola, sin ningún rastro de Hikaru ni de Sombra.

La verdad vino a ti de golpe, ya que sabías que habías mantenido distancia con Hikaru muy a tu pesar y que ella se había marchado el día antes para otro lugar para mejorar en sus tareas como futura sacerdotisa del templo, así que era probable que no la volvieras a ver, pero tal vez era lo mejor, ¿verdad?

Lo segundo extraño que te generó dudas fue la aparición de Sombra en tu sueño. Sabías bien que el guardián se había perdido después de la pelea final contra la Reina oscura y que no estaba entre los cadáveres de los guardianes caídos, este parecía haberse librado de esa suerte. Entonces ¿por qué estaba allí si no habían escuchado nada de él en seis meses.

Esas inquietudes eran las que acompañarían tu despertar esa mañana del último día de instituto.

Suspiros...

Tus manos se movían inquietas a través de su espalda.

Besos...

Era un momento de mucha conexión y mientras tu piel sudaba presa de la excitación, movías tu lengua a la par de la suya, casi como si se conocieran de antes y de siempre.

Gemidos...

Tanto tuyos como de alguien más. Tal vez era el estupor del momento, tal vez sus manos viajando por cada parte de tu cuerpo desnudo lo que no te dejaba enfocarte en dónde estabas o con quién, pero el disfrute era tal que eso pasaba a segundo plano. Solo seguías el vaivén de sus caderas mientras fogosamente disfrutabas de su compañía.

Decidiste tomar el control de la situación y girarle de manera violenta para sujetar sus manos y piernas y besarle con intensidad. Por menos de un segundo lograste enfocar un rostro pálido con unos cuernos y unos enormes ojos verdes. 

Abrió la boca para decir algo en un suspiro casi inaudible.

Eny...

Tus ojos se abrieron de par en par al escuchar su voz y te despertaste en tu habitación sola, con las sábanas algo revueltas y con dos solitarias lágrimas fugándose por tus mejillas. Miraste alrededor y no encontraste a nadie contigo. ¿Qué podría haber sido eso?

Era el momento de levantarse para irse a recibir el último día del instituto antes de las vacaciones de verano y había mucho trabajo que hacer en el consejo estudiantil.

Ese día todo parecía que sería perfecto. Estabas esperando a Katherine en un lugar tranquilo en ese parque que habías construido basado en la promesa a Aberrant y le esperabas ansiosamente. Sería la cita perfecta, pero por alguna razón Katherine demoraba mucho en llegar. La llamaste en diferentes ocasiones, pero no respondía, por lo cual decidiste ir a buscarla tú mismo.

Caminaste por los alrededores para buscarla. Tal vez estaba perdida, tal vez no te había visto y creía que no estabas... Tal vez se había confundido de lugar. Las horas pasaron y Katherine no llegó. Era extraño, estabas preocupado.

Decidiste irte caminando para aclarar tu mente, pero entonces te fijaste en el andén justo pasando la calle y la viste tomada de la mano de otro chico de tu clase. Tu corazón ardió en dolor y antes de que te dieras cuenta, perdiste la conciencia de ti mismo.

Al reaccionar, sentiste un olor ferroso inundar tus fosas nasales. Miraste tus manos y las enormes garras que tenías cuando eras Ilify habían aparecido, mientras que pudiste notar tus alas extendidas tras de ti. Miraste con sorpresa alrededor, pero la escena que te esperaba bajo tus pies era aún más aterradora.

Estabas sentado sobre un cadáver, su cadáver. Katherine yacía sin vida en el suelo con una herida abierta justo en su corazón y una mirada desconcertada aún en su inerte cuerpo..

Quien estaba junto a ella era un aterrado Edward que te miraba como un monstruo. Al comprender lo que había pasado, gritaste como nunca antes. Un grito agónico que despertaría a los muertos...

Tus ojos se abrieron de golpe, mientras sentías un zurco de lágrimas humedecer tu piel. Estabas en tu habitación ad portas de un nuevo día, mientras caías en la cuenta de que era el último día de clase antes de las vacaciones de verano. Tratabas de calmar tu corazón y alistarte para el instituto, con aún la imagen del rostro vacío de Katherine a tus pies.

Paseabas por la playa descalza cogiendo su mano y tu corazón latía a mil por hora. Sin duda, estabas enamorada y no tenías temor al decirlo porque sabías que él sentía lo mismo.

Tu cabello rubio ondeaba con el viento mientras caminabas de su mano. ¿Rubio? Pero si tu cabello era oscuro. Tus ropas sueltas y cómodas entallaban tu figura con la caricia del viento y el olor de la brisa marina te llenaba de paz.

Hubo un momento en que se detuvieron en su lugar favorito en esa playa paradisíaca y tu corazón latía al ver su dorado cabello y sus ojos verdes. Su rostro era el mismo que Haruka, aquel chico nuevo que estaba en tu club de atletismo.

Hincó una sola rodilla y tu corazón estallaba de emoción al ver sus mejillas sonrosadas y la pequeña caja que sacaba de sus bolsillos. La abrió y dentro había un hermoso anillo dorado con piedras preciosas.

- ¿Te casarías conmigo, Lightning? -.

Al escuchar ese nombre, abriste los ojos de repente, encontrándote en tu habitación con lágrimas cayendo hacia tu almohada. Había sido una sensación bastante nostálgica. Si bien era cierto que había rumores de que Haruka estaba detrás tuyo, nada era seguro, así que no comprendías por qué tu corazón sentía dolor por un sueño así.

Era el último día del instituto antes de las vacaciones de verano, así que era momento de levantarse para irse.

El ambiente era festivo. Tres chicas en la misma habitación, desnudas, sus cuerpos disfrutando de los de las demás, besos fugaces, gemidos constantes, cabellos enredándose entre los dedos de quien la besara.

Besaste a una hermosa chica de cabello azul largo mientras ella acariciaba tu parte baja, mientras hacías lo mismo con una hermosa chica de cabello rosa y ondulado. La pasaban bien y sabías que ambas eran muy cercanas a ti, pero por alguna razón no lograbas ver sus rostros.

De repente, escucharon una puerta cerrarse con fuerza y las tres se miraron asustadas. Se cubrieron como meramente pudieron, pero escuchaste el grito de la chica de cabello azul. Viste su cuerpo caer inerte en el suelo y su mirada vacía en el infinito. Luego, el grito agónico de la chica de cabellos rosa mientras caía a tus pies también muerta.

Lentamente, caminó hacia ti una figura delgada y un tanto infantil, pero con un aura siniestra. Con unos ojos sedientos de sangre, una lanza brillante de color morado y la ropa llena de sangre, te mira mientras ríe divertida al ver tu rostro de enojo y las miradas vacías de las dos chicas.

- Toc toc. ¿Que quién es? Scarlet... - y entre una risa estridente, se dispone a clavar la misma lanza en tu pecho. Cierras los ojos esperando el golpe.

Abriste los ojos de repente y te encontraste en tu habitación. Hikari había estado la tarde anterior en tu casa, pero se había ido temprano en la noche, así que no había nadie más allí. Miraste tu cuerpo buscando rastros de la herida, pero no había nada tampoco.

Era el último día del instituto antes de las vacaciones de verano, así que era momento de levantarse para irse.

Una noche más en un planeta lejano donde todo parecía ajeno, un día más cumpliendo una misión para el rey elegido. Era tu deber, pero eso no quitaba el desazón de tu pecho. En la punta más alta, contemplaba la ciudad un joven solitario que buscaba emociones y cuya historia pesaba sobre sus hombros. Suspiraba aburrido por la falta de emoción mientras el frío viento de la noche agitaba su negra cabellera. ¿Era negra realmente? Tanto tiempo en esa forma humana comenzaba a confundirlo.

De repente, una fuerte explosión sonó tras de sí y su ola de calor y fuego te rodeó. Por un momento pensaste que morirías, pero abriste los ojos para verte en una pieza. Pestañeaste y miraste alrededor para cerciorarte del origen, pero no fue sólo eso lo que te encontraste. La ciudad que contemplaba con cierto desdén ahora estaba cubierta en llamas y los gritos de súplica de quienes luchaban por sus vidas era la banda sonora del tétrico paisaje que se desplegaba a tus pies.

Caminabas a través de las llamas, pero no sentías que te quemaras y, cuando menos lo pensaste, llegaste al epicentro de la explosión. No sabías si se trataba de estupefacción, fascinación, odio o terror, pero no podías dejar de mirar a una figura con alas de murciélago extendidas y unos ojos rojos que brillaban en medio de la oscuridad. No sabías por qué, pero sabías que te sonreía y esta sombra extendió su mano hacia ti. No dijo nada, pero sabía quién eras y te invitaba a unírtele. Sin poder controlar tu cuerpo, tu mano se extendía para alcanzar la suya, pero justo antes de tocarse, sentiste un fuerte ruido que te aturdió. Abriste los ojos exaltado con todo aquel sueño aún vívido mientras te dabas cuenta que era hora de alistarse para ir al instituto.

El amable viento soplaba sobre tus vestiduras, haciendo que tu cabello ondeara con el viento. Caminabas al lado de tu reina en paz, mientras esta te miraba con cariño. Eras más que su guardia, eras su amiga. A veces creías que más allá que guardianes necesitaba alguien que le escuchara, aunque su zorro blanco siempre estaba con ella.

- ¿Sabes, Ezra? En ocasiones me encuentro a mí misma contemplando Andelivian con cierta nostalgia. Sé que lo que sucederá cambiará nuestra historia. Solo espero que podamos seguir siendo amigas después de eso... - sabías que se acercaba una batalla terrible, pero no sabías con exactitud cuándo sería. Seguiste caminando, pero el paisaje se desvanecía...

Lo siguiente que pudiste ver fue una ciudad en llamas, mientras tus ojos lloraban por sí solos. No sabías qué lugar era, pero la nostalgia de verle destruido te llenó de frustración. Sin embargo, no podías detenerte. Blandiste tu arma y seguiste luchando hasta tu último aliento.

No fue mucho después que sentiste tu pecho ser atravesado por una lanza de color morado brillante para voltearte y ver la aterradora mirada de una enemiga a la cual todos le temían, incluso tú.

- Adiós... Escoria... - con eso, tu cuerpo perdió fuerza y sabías que solo te esperaría la muerte.

Te despertaste con tus ojos llenos de lágrimas y tocando tu pecho para comprobar que no estabas herida, pero había sido un sueño bastante vívido. Al ver el reloj, te diste cuenta que pronto sería momento de irte para el instituto, ya que sería el último día de clase antes de las vacaciones de verano.

El ondear de tu cabello en el viento, los gráciles movimientos de una guerrera cuyo combate parece un homenaje a la belleza. Hace mucho tiempo, un pequeño Alioth de cabello corto corría hacia ti con expectativa y una gran sonrisa en su rostro.

- ¡Oni! - te llamaba. Una y otra y otra vez, pero por más que te girabas a buscar su voz, no parecías dar con él.

Te sorprendió tocando tu espalda para mostrarte algo que llevaba en sus manos. Era una pequeña ave malherida, al parecer. Entre los dos, la cuidaron por días hasta que su ala estuvo mejor y pudo volar por su cuenta. El día que eso ocurrió, el pequeño Alioth te dio una pequeña caja, la cual contenía un collar con una perla de color azul.

- Luce con tus ropas - dijo con una sonrisa en su rostro y las mejillas coloradas. Te estiraste para darle un inocente beso en la mejilla, pero algo cambió el festivo ambiente entre ambos.

- Creo que este es el fin - resonó una voz en el cielo. Miraron la figura de una joven alada que reía de manera maniaca, mientras del castillo del rey salía un enorme escudo de energía oscura que cubrió el cielo de todo Sonoe, ocasionando que toda su vida se fuera marchitando. Alioth te abrazó protector, pero sabías que ese era el fin para todos. Incluso para él.

Aún con esa risa resonando en tus oídos, abriste los ojos de repente. Una sensación encogía tu pecho, la sensación que solo trae un mal presagio. Era el momento de alistarse para ir al instituto, ya que sería el último día de clase antes de las vacaciones de verano.

mientras se preparaba se miró varias veces las manos. Ilify reposaba y nunca atacaría a Animae, el mismo no lo haría. Aun y así sabía que existían los sueños premonitorios, si en algún momento llegara una situación semejante debería tomar contra medidas. Cambiar la situación cambiaría el resultado.

Katherine abrió los ojos desmesuradamente sintiendo una agitación tal que su primer pensamiento fue que se trataba de nuevo de aquellas pesadillas que a veces asaltaban su sueño y perturbaban la quietud nocturna. Sin embargo, no podía recordar de qué había tratado esta vez y su respiración acelerada no ayudó en nada en calmarse... salvo aquél abrazo que le proporcionaba seguridad y calidez. Girándose miró a Jaycee, topándose con sus ojos rojizos que la observaban en aquella oscuridad y su mente simplemente le indicó que él estaba ahí para compartir una noche apacible ya que nadie de su familia estaba en casa. El consuelo proporcionado por su pareja le brindaba la tranquilidad requerida, pero aquella sensación fue poco a poco sustituida por una especie de tensión relajante conforme sus labios acariciaban a los de él y la calidez iba aumentando de temperatura. Recordando dónde estaban, la ojiazul tomó levemente distancia respirando por su boca mirando a Jaycee en su mismo estado. Él estaba encima y ambos sabían que querían continuar...

... Hasta que el rostro del chico cambió a una de dolor y el líquido escarlata emanó de su boca manchando el rostro blanquecino de la inglesa y veía cómo la vida en esos ojos se iba para que de súbito el cuerpo del chico cayera con todo su peso sobre ella, provocando que expulsara aire con una mezcla de horror y un grito ahogado que la llevó a la exasperación y al descontrol de que su peor miedo, aquél que la atormentaba en noches como esa, se hizo realidad.

-¡Jaycee! ¡Jaycee! ¡Responde! ¡Jaycee!-rememorar cómo Ilify había muerto en los brazos de Animae la sucumbió al terror cuando cayó en cuenta que había pasado lo mismo, pero su letanía suplicante se interrumpió al percatarse de una figura entre las sombras de su habitación que se trataba de su hermano que portaba un cuchillo ensangrentado y decía esas palabras que se clavaron como agujas en sus oídos, permitiéndole por fin liberar un sollozo poderoso que sería sorpresa si no despertaba a los vecinos o éstos llamasen a la policía-. Why? Why did you do it? Edward! 

Su mirada nublada recorrió más el cuarto y se quedó sin aire al ver quién estaba con su hermano mayor. No, era imposible, ella no debía ser así; las cosas no debieron acabar así, esto era terrible, una pesadilla que se había vuelto real.

-No! NO! Edward, please! Listen to me! EDWARD!-el cuerpo inerte de Jaycee, sus lágrimas y desesperación la ahogaban mientras la oscuridad de la habitación la rodeaba. Su garganta no daba para más y cerró sus ojos con tanta fuerza que...

Al abrirlos se encontró de nuevo en su cuarto, pero ahora de día y los hálitos de luz iluminaban su rostro húmedo por las lágrimas que aún corrían sobre su cara. Invadida por el dolor y el terror, Katherine dio rienda suelta al llanto tapándose con sus manos en un intento de mitigar aquél acto que no le permitía tranquilizarse. Fue un pesadilla, una horrible que sin duda era uno de los peores que había tenido. Por lo mismo, no logró contenerse y lloraba en tono alto sin importarle si despertaba a su mamá o a su hermano si es que ya había regresado de su gira; en realidad no recordaba si había alguien en su casa.

El calor del sol no era suficiente para animarla o darle el calor que requería; la pelinegra tenía frío y aunque no podía hablar, se repetía en su mente una y otra vez que eso solo había sido un mal sueño. No obstante, el miedo continuaba apoderándose de su corazón y temblaba, por inercia intentaba quitarse de la cara esa sangre onírica y su mente lo único que deseaba era sacar ese malestar que la poseía. Su móvil estaba a un lado en el buró, y siempre que tenía alguna pesadilla contactaba a alguno de sus amigos para liberar esa tensión, pero la sensación era tan abrumadora que solo pudo sentirse pequeña y llorar...

Escuchaste pasos veloces aproximarse y la puerta abrirse. Al parecer, habías hecho tanto ruido que habías alarmado a quienes estaban en casa. La puerta se abrió de un tirón y Edward entró alarmado.

Podías ver que llevaba sus ropas de gira y tenía unas pronunciadas ojeras, muestra del poco descanso que había tenido hasta ahora. Su cabello estaba desordenado, por lo cual era posible que apenas hubiera llegado a casa.

- What? What is it? - se detuvo al verte y su expresión pasó de estar alerta a la preocupación.

- Kathy, are you alright? What happened? - se paró en el marco de la puerta a esperar tu reacción. No quería agobiarte, pero tampoco planeaba irse así no más.

-¡Lety! -grité mientras despertaba y me incorporaba en la cama, totalmente empapado en sudor.

Me tomó algo de tiempo darme cuenta donde estaba.

Fue sólo un sueño... pero parecía tan real... ¿Será un presagio?¿Acaso Scarlet va a regresar? No puedo permitir que se lleve a Lety otra vez. Ella ya ha sufrido demasiado...

Pero no tenía tiempo para darle vueltas al asunto. Ya había amanecido y Lety ya se había marchado como de costumbre. Eso significaba que no me quedaba mucho tiempo. En ese momento recordé que hoy era el último día de clases y tenía que preparar todo para la excursión. Entonces se me ocurrió mirar el reloj.

-¡Ay, no, voy a llegar tarde!

Me vestí lo más rápido que pude, armé mi mochila (y seguramente me olvidé la mitad de las cosas), puse una tostada en mi boca y salí corriendo de casa.

Debo ser optimista. Sólo fue un sueño. Incluso si fue un presagio, no significa que se hará realidad. Estaremos bien.

Su dulce mirada era hipnótica y su presencia tranquilizadora, caminar junto a ella me proporcionaba una sensación de calidez y calma que nadie podía dármela, pero sus palabras eran una melodía perfecta, Mi Reina era el ser más maravilloso que existía y ser su guardiana el honor más grande que podía tener y más ser su amiga.

-El futuro es algo de lo que no podemos conocer con certeza su Majestad, pero si de algo estoy segura es que en esta vida o en otras nuestros lazos se volverán a unir y que sin importar lo que ocurra jamás dejaría de ser su amiga- le respondí permitiéndome una sonrisa.

…llamas…

La ciudad ardía y debía proteger a Andelivian y a mi Reina, era impresionarte ver la belleza de la ciudad ser consumida por ese fuego abrazador, salvaje y orgulloso de su poder, pero no había tiempo para admirar el poder de aquel elemento, blandí mi estoque y mi mano se encendió en ese fuego azul que le daba vida a mi alma, de inmediato recorrido mi interior pasando a la otra mano y encendiendo con ello el esto por completo… ¿un segundo?, quizás fue eso, no lo sé, simplemente no lo vi venir…solo el sabor de la sangre fue lo último que sentí.

Me incorpore de golpe tras despertar de aquella pesadilla, mi respiración acelerada mostraba lo angustioso que había sido todo y las lagrimas corrían por mi mejilla con una sensación de perdida que me destrozaba el corazón. Tras calmarme un poco observe el despertador, penas habían pasado de las 5 am, si un suspiro y salí de la cama, sentía el cuerpo frio, muy frio, nada que una ducha de agua tibia no remediara.

Elijah había preparado todo lo que llevaría para el viaje, como siempre se preocupaba de cada detalle, desayunamos juntos y me acompaño hasta la entrada de la casa donde el chófer me esperaba con el automóvil listo.

Una leve brisa meció mi cabello el cual acomodo tras la oreja, pronto partimos rumbo al instituto, la verdad no estaba muy entusiasmada, mi primer año de educación fuera de casa no estaba siendo como esperaba y me costaba relacionarme con mis demás compañeros, pero…¿Qué de relevante era eso?, quizás nada; mientras recorríamos las calles de la ciudad mis pensamientos volvieron a recordar aquel extraño sueño, como si supiera que parte de el fue real.

En pocos minutos llegábamos al instituto y el chófer me abría la puerta para bajar del carro, tras ello me entregaba una pequeña maleta con ruedas y un bolso de mano, agradecí como de costumbre y el se marcho.

Ahí estaba, otro día mas en ese lugar que poco me agradaba, obligada prácticamente a embarcarme en una aventura que no se si seria una experiencia muy satisfactoria.

_{-...de a un día a la vez...de a uno a la vez...-} susurro dando un suspiro.

Chidori se levanto de la cama sobresaltada, se llevo la mano al corazón, lo notaba alterado, al igual que ella misma, aquel sueño le había alterado, había sido muy real, muy vivido. Incorporada en la cama no dejaba de dar vueltas a lo que había soñado, sabía por experiencia propia que los sueños eran algo más y en especial los que eran tan vividos como aquel.

Sentada en la cama se queda unos momentos, se nota los ojos húmedos y se los frota rápidamente, para darse un par de golpes en las mejillas mientras se dice:

Venga Chidori, era lo mejor para ella… ahora puede vivir tranquila, lo prometiste… no le des más vueltas… vamos, que aun tengo que preparar algunas cosas

Sin más tratando de apartar esos pensamientos y dolorosos recuerdos se pone de pie y comienza a cambiarse de ropa, hoy era el ultimo día de clases y mañana iría a una vacaciones pagadas por el instituto, por ello hoy su día iba a ser intenso, ya tenía todo preparado, pero había quedado con las chicas por la tarde para ensayar, por lo que tenía que preparar las cosas, les había prometido que ensayaría con la guitarra para mejorar con ella.

Tras el desayuno habitual sus padres le observan cómo se lleva la guitarra:

Vaya… parece que al final sí que te ha dado fuerte por la guitarra eh

Si… es una recomendación de Rika… dice que si además de cantar puedo tocar ganamos mucho en el grupo… aunque yo creo que lo que quiere es que podamos cantar aun mas canciones…

Bueno, me alegro que te guste y quien sabe a lo mejor nos hacéis famosas y todo… a ver si un día podemos ir a uno de vuestros ensayos

Así transcurrió la conversación con sus padres cuando se marcho. Los padres de Chidori estaban encantados con el cambio de su hija en los últimos meses y la animaban a tocar la guitarra y cantar por esa misma razón. En el camino Chidori caminaba con la guitarra metida en la funda a su espalda, caminaba con los auriculares de su móvil puestos mientras escuchaba una de las canciones del grupo, mientras lo escuchaba no podía evitar susurrar lo que ella misma cantaba, aunque en cierta forma se sentía un poco extraña, pero no sabía porque le gustaba.

Casi sin darse cuenta llega a la puerta del instituto, allí se detiene mientras se quita uno de los auriculares, se ajusta la funda de la guitarra y observa unos segundos para decir:

Bueno… empezamos otro día mas… el último de un curso muy intenso… allá vamos

Decía mientras caminaba hacia el interior.

Al escuchar que la puerta se había girado miró hacia esa parte de su habitación, pero su cuerpo retrocedió por instinto simplemente por temer que algo o alguien del pasado entrara ahí. Pero no, solo fue su hermano con una mal imagen de desgaste que lejos de preocuparle le proporcionó mucho alivio porque sabía que eso era normal: dormir poco por la gira, descuidar su imagen una vez llegado a casa, no cambiarse de ropa porque se le olvidó o acababa de llegar... era una rutina habitual y tal situación le permitió relajar su pecho. Edward podría ver en la mirada de Katherine un dolor bastante inusual. ¿Por qué una chica que acababa de cumplir 18 años portaba un semblante tan mal, como si cargara con tanto peso que sus hombros debían dolerle? 

Las lágrimas continuaban desbordándose, agradeciendo que su hermano no se hubiese ido al notar que solo fue una pesadilla... una de tantas pesadillas. Se había preguntado una que otra vez si él o su mamá sospechaban que ella padecía eso desde hace tiempo, pues podrían verla alicaída o con ojeras, sabiendo que estaba bien con sus amigos, la escuela y su novio. Usualmente intentaba ocultarlo, pero esta vez no le importó. De ahí que se levantó de su cama y caminó hasta abrazar a Edward. Hace 7 meses nunca imaginó que tendría un hermano, y ahora parecía que estuvo con él toda su vida.

Aún no tenía "recuerdos" de que él estuviese en sus cumpleaños, su reacción ante el divorcio de sus padres o cuando se mudaron a Japón; pero nunca hizo falta porque sus corazonadas (y su lazo de hermano en su vida anterior) le habían permitido deducir todas esas lagunas sin mucho problema; además, la sensación de que Edward Tempus siempre ha estado ahí le era natural y aunque tuvo que acostumbrarse, no fue un proceso complicado. Por ello, en ese momento de vulnerabilidad, lloraba en silencio en el pecho de él, una hermana pequeña buscando el cobijo del hermano mayor.

-I... I have...-Katherine carraspeó su garganta obligándose a hablar en japonés, había avanzado mucho en estos meses y a pesar de su acento marcado, ya podía mantener conversaciones fluidas-. T-tuve una pesadilla, una muy horrible. Perdía Jaycee, te perdía a ti...-again....-Y ... y... fue mucho... para mí-estando así con él comenzó a relajarse, pero sus sollozos continuaban. Fue ahí que se dio cuenta que se olvidó de contarle a Jaycee y a Shiro K., usualmente les contaba para que al llegar al salón al menos alguien ya lo supiese y no sentirse tan agobiada, pero ahorita no quería molestarlos con algo tan, desafortunadamente, típico en ella-.

-Su-suena tonto, ¿verdad?- aún abrazada a él, alzó su mirada para ver el rostro de Edward y al mismo tiempo controlar su respiración-. Un mal sueño me puso así... Ya soy mayor de edad y sigo poniéndome así... -por un breve segundo la mirada de Edward fue sustituida por la del sueño, aquella perdida y sin brillo que arrebató la vida del ojirojizo y siguió a una Ruka despertada de su pasado. La mala jugada de su mente provocó un leve estremecimiento en su cuerpo y tuvo que forzarse a intentar controlarse-. Sorry... p-por preocuparte así. Debes estar muy cansado.