Partida Rol por web

La oscuridad de la noche era abrumadora. Tal vez estaba haciendo frío, pero no era posible. Las vacaciones de verano aún no terminaban, así que aquello no tenía mucho sentido. A pesar de comprender eso, sentías un increíble frío recubrir tu piel de pies a cabeza.

Tratabas de moverte, pero tu cuerpo era pesado, más pesado de lo usual. No eras capaz de abrir tus párpados por más que lo intentaste y aunque tu cuerpo seguía prácticamente inmóvil, tus oídos fueron conectándose con su alrededor. Escuchabas la madera ser consumida por el fuego, tu nariz percibía el olor del humo y también un segundo olor muy penetrante y que hacía a cualquiera sentirse incómodo: se trataba del férreo olor a sangre fresca. Arrugaste la nariz con desagrado y haciendo un terrible esfuerzo, pudiste mover los dedos de tus pies, luego los dedos de tu mano. Era algo, al menos. Abriste tu boca y sentiste la resequedad de tus labios, casi como si fueran a partirse si los estirabas de más, además de una inusual sequía en tu garganta. Hacías todo lo posible por pronunciar palabra, pero solo salían gemidos ininteligibles. Te sentías carente de energías, casi adherido al suelo.

Tus ojos se abrieron con despacio y aunque al inicio tu visión era borrosa, se fue aclarando conforme pasaban los segundos. Podías ver que el cielo era oscuro y notaste el frío tacto de tus alrededores. Te giraste con dificultad y viste cuerpos muertos a tu alrededor. Algunos los conocías, otros no. Sin embargo, la pregunta que te asaltaba era: ¿cómo llegaste allí?

Tal vez el terror, tal vez la desesperación, pero fuiste capaz de sentarte y la dificultad de respirar te hizo toser. De repente, viste una sombra acercarse hacia ti y, por un momento, temiste por tu vida. Te habías salvado de milagro, no querías perder la oportunidad que se te había dado así. La figura se aclaró y viste a una hermosa mujer de cabello negro y ojos rojos. Su aura era oscura, pero su presencia era envolvente, seductora, atrayente. Querías ponerte de pie para seguirla a donde fuera que te llevara, incluso si era al mismo infierno, pero tu cuerpo no respondía del todo a tus deseos.

La joven sonrió al verte y sus ojos brillaban en medio de la destrucción. Se agachó y cuando estaba a tu altura, viste un edificio colapsando tras ella. Ella te sonreía, pero había algo escalofriante en su expresión. Se acercó y te besó con pasión y lascivia. Su actuar era violento, pero por alguna razón, te encantaba. Entonces, un fuerte dolor en tu pecho y la voz de la joven te hicieron reaccionar.

- No olvidaré tu sacrificio, apuesto dragón - y entonces, sentías la poca fuerza que te quedaba abandonarte. Mientras se cerraban tus ojos, tu cuerpo inerte caía pesado hacia atrás.

Justo el golpe del suelo te levantó. Abriste tus ojos sorprendido, encontrándote en tu habitación. No había nada extraño, solo tus cosas y el sol del verano brillar. Faltaba poco para que se acabaran las vacaciones e ingresarías a un nuevo instituto. La expectativa de una nueva vida podía asustar a cualquiera. ¿Sería esa la causa de tu extraño sueño?

Mi ascendencia apache se horrorizaría al saber que aquellos sueños eran completamente vívidos y sentidos, y a su par terroríficos. Muerte, sangre, destrucción. Fracaso. Pesar. Todos esos sentimientos a la vez agolpaban mi corazón como si se tratasen de una marcha fúnebre.

Es entonces cuando ella aparece, no sé de quién se trata pero esa mezcla de pasión y destrucción, ese aire ausente y al margen de aquella masacre me atrapa. Aquel devorador beso hace que mis últimas fuerzas me abandonen. Sea quien sea, me conoce. Pero yo quiero seguir, quiero alzarme. Quiero luchar. Aún tengo demasiadas cosas que hacer como para dejarme morir, menos aún ahora que he visto esos preciosos ojos rojos. Yo...

Desperté entre sudores fríos, algo paradójico en verano. Aquellas pesadillas estaban comenzando a hartarme, veía sitios desconocidos, chicas desconocidas y me llamaban dragón. Yo sólo quería pasar del mundo cruel que hacía daño, pero tampoco quería perderme en una especie de recuerdos imposibles y que no me dejaban seguir adelante.

Al salir de mi habitación intercambié un par de palabras con mis padres y desayuné. Hoy era uno de esos días en los que uno no tiene nada que hacer. Y yo quería caminar. Besé la mejilla de mi madre antes de salir, con la excusa de hacer algunos recados. Me puse aquellos auriculares y, conforme comenzó la música, el mundo desapareció a mi alrededor.

Por el camino estuve a punto de arrollar a una anciana, de que me atropellasen dos coches y de algún modo me equivoqué tres veces de camino. Para cuando quise darme cuenta -se me estaba acabando la batería y me tocaba conectar un cargador portátil- se me había olvidado comprar y no tenía ni idea de en qué rincón de la ciudad estaba. Era alto y tenía una buena vista. Tampoco era muy consciente de cuánto tiempo había pasado allí. Sí que era consciente, sin embargo, de que tenía tres llamadas perdidas de mi madre. Tragué saliva y la llamé.

Tras echarme la bronca -más por el hecho de que estaba preocupada que otra cosa- me dijo que comiese algo y que regresara a casa antes del anochecer. No tenía hambre, así que me quedé con la mirada perdida en el horizonte...

Era un hermoso día de verano y se podían ver a muchos niños en los parques, además de algunos adolescentes disfrutando de sus vacaciones: en parejas y en grupos, haciendo diferentes actividades.

Definitivamente, se sentía la paz en el ambiente.

Te encontrabas caminando por una tienda de tecnología y pudiste ver muchos televisores en el mismo canal, mostrando una noticia sobre la banda sensación del momento y, la cual, había anunciado que daría un concierto en tan solo dos semanas y podía verse a cada uno de los miembros con claridad.

Ruka es la cantante de la banda y una Idol a toda regla. Miles de seguidores en sus redes, miles de fanáticos, pero no era para más. Tenía una belleza indiscutible y una voz hermosa. Aunque se rumoraba que tenía una relación, ella nunca daba detalles al respecto.

Takeshi es el guitarrista líder y uno de los más codiciados por las chicas. Se dice que Ruka y él tuvieron una relación hace tiempo, pero terminó hace tiempo. Es apuesto y lo sabe.

Edward Tempus, el miembro más reciente de la banda, pero que su talento como guitarrista y cantante le han llevado a ganarse el cariño del público y la mirada de sus admiradoras. Se sabe que tiene una hermana menor, pero no da muchos detalles al respecto.

Tenma es el bajista y aunque no resuena tanto como Takeshi y Edward, se ha sabido ganar su buena reputación por ser caballeroso y noble. Es el más serio de los miembros de la banda.

Ono es el baterista y es conocido por su buen sentido del humor, además de ser un buen chico. Tuvo un tiempo en que estuvo sufriendo de ansiedad, pero esa crisis pasó rápidamente.

Todos ellos se mostraban en la noticia donde Ruka narraba la temática de su próximo concierto: un evento de disfraces. Las personas con los mejores disfraces tendrían el privilegio de subirse con ellos en las presentaciones. Y como siempre, la invitación era a ir. La nota cerraba con una invitación para asistir y con los miembros de la banda despidiéndose.

Todo parecía tranquilo y rutinario, pero el verdadero problema vendría cuando el hambre atacaba. Habías deambulado por mucho tiempo y parecía que comenzaba a anochecer. ¿Cuánto tiempo había pasado?

Entonces, escuchaste una voz cantante, bastante hermosa para ser ignorada. Era tan atrayente que la chica de tu sueño se vino a ti de inmediato. ¿Sería casualidad?

El camino resultaba agradable y me dejé llevar por uno de esos días de verano que pasan fugaces pero dejan una sensación cálida. Incluso me detuve frente a una tienda donde me fijaba en los miembros del grupo. Juraría haberlos escuchado alguna vez y no sonaban nada mal la verdad.

La composición del grupo resultaba llamativa. Como era de esperar había una chica linda, cantante, que movilizaba masas, luego cuatro tipos más también atractivos todos ellos, como no podía ser de otro modo, con personalidades diferentes bien marcadas y diferenciadas. Incluso decenas de rumores entre ellos. Mientras descartaba toda posibilidad de disfrazarme y convertirme en el centro de atención, no sabía bien porqué, pero sentí ganas de pegarle un puñetazo a uno de ellos, pero no sabría decir si era a Takashi o a Tenma. Me sorprendí por mi propia violencia y me recriminé en silencio, mirando con cierta rabia mi puño. No soy así, no debería serlo. Quizá sólo esté un poco trastocado.

En tales pensamientos me hallo hasta que escucho una voz tan melodiosa que el hecho de que sea tarde pasa a un segundo plano. El recuerdo de aquella hermosa chica de pelo negro regresa a mi mente y, aunque debo estar delirando, me dejo llevar del mismo modo que lo haría un marinero con la voz de una sirena. Con una única diferencia: lo haría en sigilo para no molestar o perturbar a la dueña de esa voz.

Seguiste la hermosa melodía olvidando las sospechosas circunstancias en las que te encontrabas y también la lógica pregunta de por qué una persona cantaría en la mitad de la calle. Esa voz te guiaba a un oscuro callejón donde no parecía haber nada, pero sentada sobre una caja, viste a una joven hermosa de cabello rosa mirándote con una simpática sonrisa.

Por alguna razón, su presencia y porte te recordaban a la chica de tu sueño, aunque era completamente diferente a ella. Era como si algo sobrenatural te la recordara. ¿Por qué sería?

Se giró hacia ti y sonrió - Hola. ¿Puedo ayudarte en algo? -.

Aquella voz me resultaba hipnótica y, como una polilla, llegué hasta la luz en mitad de la oscuridad: era un callejón con una chica que consigue que me quede hipnotizado y boquiabierto mientras intento encajar su presencia, tan similar a mi sueño, tan potente. No es hasta que ella habla que sonrío con cierto aire de ausencia y me quito los cascos de los oídos para indicar que estoy escuchando, aunque realmente no estaban encendidos.

Ya te lo habrán dicho, pero cantas bien -comienzo con una elocuencia digna de... mí, antes de sacudir la cabeza-. Sólo me has recordado a alguien, pero no importa.

¿Tú estás bien? ¿Necesitas ayuda? Estás sola en un callejón.

Comento lo más que obvio. Mis ojos recorrieron sus labios cuando me sonrió. ¿Quería besarlos? La mera idea me tiznó muy sutilmente mis blancas mejillas de rojo. Ni siquiera reparaba en lo sospechoso de la situación, en la altas probabilidades de que ahora aparecieran unos matones por la espalda para intentar robarme. Si necesitaba ayuda, debía hacer lo posible.

La joven te sonreía simpática y cuando le mencionaste que te recordaba a alguien, lució confundida - ¿A quién? Eso sí que es poco común de escuchar por aquí - rió con gracia.

Sacudió su cabello al notar cómo la mirabas. Tanto interés podía engrandecer la autoestima de cualquiera.

- Estoy bien. Solo... Quería despejarme un poco - se te acercó con pasos elegante -. Soy Naoko Niimura, mi galante caballero en brillante armadura - hizo una reverencia formal.

- ¿Puedo saber el nombre de mi salvador? - llevaba un uniforme de algún instituto privado. Cuando lo observaste mejor, notaste que era el uniforme del mismo instituto al que comenzarías a asistir en dos semanas, aunque cabe resaltar que aún eran vacaciones y que el instituto estaba cerrado. ¿Por qué la chica llevaría el uniforme del instituto?

- No necesito ayuda, pero no me importaría la compañía de alguien tan apuesto -.

Parpadeé fijándome en su ropa y preguntándome en qué clase de instituto se llevaban mangas largas y falda corta ¿no debería ser al revés? La verdad es que la hipnótica visión no era algo de que yo fuese a quejarme, pero carecía de sentido. Sonreí como un idiota al pensar que quizá nos tocaría en la misma clase. Entonces caí en la cuenta de que ella había terminado de hablar y yo ni siquiera había respondido.

Oh, no importa, sólo es la chica de mis sueños -dije, completamente sincero pero sin darme cuenta de lo fácil que sería de malinterpretar-. Y... ¡Es un placer!

Me incliné para proseguir.

¡Mi nombre es Notah Haumann! Pero... -me incorporé y busqué sus ojos- No soy ningún caballero -más bien soy una ratilla cobarde- pero será un placer acompañarte.

Casi sin pensarlo, le ofrecí mi brazo para caminar, por algún motivo la quería cerca mía, quizá aún estaba influenciado por el sueño. Ni siquiera pregunté dónde íbamos, tampoco me importaba demasiado si se trataba de una treta o en realidad era una chica temeraria, pero le acompañaría donde fuera.

¿A qué curso vas, Naoko-san?

Mi interés era completamente genuino, quería saber más de aquella chica misteriosa de la que sólo tenía un nombre.

La joven tomó tu brazo con una encantadora sonrisa - Qué galante - te dijo y se aferró fuertemente a ti.

Ella comenzó a guiarte con un rumbo fijo, aunque no prestabas mucha atención al camino, pero sí podías notar que se iban apartando cada vez más del bullicio de la gente que pasaba por ahí.

Al mencionar que era la chica de tus sueños, Naoko abrió los ojos con sorpresa para luego sonreírte - Para mí eres un caballero encantador - dijo girándose hacia ti. Al preguntar por el instituto, se mostró algo intrigada para luego voltearse a ver sus ropas.

- Debes decirlo por el uniforme. La verdad es que no he encontrado qué más ropa usar estos días, pero... Yo ya no estoy en el instituto - sonrió con tranquilidad.

- Qué hay de ti, Notah-kun? -.

Sentir su cercanía cuando se aferró a mi brazo hizo que mi corazón se acelerase un poco y de nuevo el paso del tiempo fuese bastante relativo. Algo que se notó en cuanto mencionó que yo para ella era un caballero, consiguiendo que esta vez el rojo de mis mejillas fuera complicado de ocultar. Aunque antes de responder es ella quien me explica que no va al instituto.

Oh, bueno. Pensé que coincidiríamos en el instituto, pero veo que no. Es una lástima.

En cuanto me dí cuenta de lo que acababa de decir cambié enseguida de tema.

Yo salí esta mañana a comprar algunas cosas y la mañana se convirtió en tarde, y la tarde en noche. Y aquí estoy. Supongo que me gusta bastante caminar de un lado a otro -me gustaba cómo sonaba el kun en sus labios, así que me atreví-, Naoko-chan.

Y aquí estoy, disfrutando de los últimos días antes de regresar al instituto -al fijarme lo lejos que estábamos del gentío-. ¿Dónde nos dirigimos?

Tampoco es que me importase demasiado, pero quizá con eso podría saber algo más de ella.

Se sonrió cuando vio que te avergonzaste con lo que dijo - Eres tierno, Notah-kun - y siguió escuchándote mientras se iban alejando cada vez más de la ciudad para pasar a las afueras donde primaba la naturaleza.

- Eso suena emocionante. Caminar sin rumbo fijo y por cuanto tiempo quisieras... Debe ser interesante - y se sonrojó levemente cuando te escuchó usar el -chan en su nombre, pero recuperó la compostura rápidamente.

- Debes buscar aprovechar los días que te quedan, de ser así - sonrió y haló de ti más fuertemente -. ¿Acaso no es más emocionante si es una sorpresa? - y rió mientras corrían.

Ella te guió sin soltar tu mano por un rato hasta llegar a lo que parecía un lago. Había una mansión al otro lado, pero era un lugar muy bonito.

La luz de la luna se reflejaba en el lago y lo único que podías escuchar alrededor era a las cigarras cantar. Todo era muy tranquilo. La chica miraba el lago con algo de tristeza.

- Cuando era pequeña, solía venir a este lugar con mis padres. Ellos me traían aquí para aprender a nadar y cuando querían que pasáramos algo de tiempo en familia. Pero ya no puedo hacer eso - su rostro reflejaba una enorme tristeza -. Aunque eso no quita que sea hermoso. ¿Verdad, Notah-kun? -.

Algo en aquel juego parecía extraño, pero a su vez resultaba agradable. La chica tenía la iniciativa que a mí le faltaba.

Haces que suene emocionante -sonreí entornando la mirada- y la verdad es que viendo cómo va la noche... lo es.

Asentí, percatándome de que sus mejillas se habían sonrojado por un momento y me lo asigné como una pequeña victoria: a ella le gustaba y así la llamaría entonces. Reí y corrí con ella sin importar dónde íbamos, en realidad mientras fuese con ella no importaba y sí que era más emocionante siendo una sorpresa. En sólo unos minutos estaba poniendo mi mundo patas arriba y no me importaba; no sólo eso, si no que de algún modo me gustaba.

Al ver el lugar y escuchar las cigarras mi mirada se perdió en el infinito, y aunque le escuchaba, cada detalle del lugar atrapaba mi atención. El sonido del agua, el coro de las cigarras, el contoneo de las hojas, el color de sus ojos. Antes de darme cuenta había avanzado un par de pasos, hipnotizado. Al escuchar la tristeza en su voz me obligué a prestar atención y tomar sus manos entre las mías.

Aún puedes hacerlo ¿verdad? Aún puedes nadar.

Miré el lago, aquello era demasiado arriesgado y quizá le traía recuerdos dolorosos, pero quizá también felices. Y para mí, un chico que no se enteraba mucho de las cosas, merecía la pena intentarlo.

¿Qué me dices?

Cuando mencionaste que podían nadar ambos, viste que Naoko sonrió y te miró - ¿Lo dices en serio, Notah-kun? Qué amable - y te dedicó una más amplia sonrisa.

Se puso de frente hacia ti y estiró su mano hacia ti. Esperaba que la cogieras. Como una polilla a una bombilla, tomaste su mano y te acercaste a ella lo suficiente para ver sus ojos de cerca y observar un fantasmagórico brillo en su piel. Era tan blanca que parecía traslúcida. Ella acarició tu rostro y empezó a acercar tu rostro hacia ti. Su gesto indicaba que iba a besarte, cualquiera podría haberlo notado. Cerraste tus ojos con expectativa, pero ese beso pareció nunca llegar. Abriste los ojos y viste que Naoko parecía haberse echado hacia atrás, mientras un animal pequeño y esponjoso estaba pegado a su rostro. Si no hubiera arruinado un momento tan romántico, tal vez sería gracioso.

Miraste otra vez y viste que se trataba de un pequeño conejo blanco de ojos escarlata. Se giró hacia ti y, tan increíble como suena, dijo algo.

- ¡Corre! ¡Es una trampa! - Naoko parecía forcejear con el conejo para quitárselo de encima.

Solo podías escuchar a Naoko balbucear algo, pero el conejo no le permitía hablar del todo.

Si hasta yo me di cuenta de que deseaba un beso, de que ambos lo anhelábamos, es que era tan evidente que cualquiera pensaría que habían carteles señalándonos. No me importaba, los ojos cerrados, los latidos de mi corazón, su piel blanquecina. Todo apuntaba ser perfecto... salvo un pequeño detalle. Un pequeño, blanco y peludo detalle.

La curiosidad de qué estaba pasando dio pie a la determinación de hacer algo en cuanto aquello parecía algún tipo de ¿enemigo?de aquella que me había hipnotizado. Poco podría importarme el grado de "monura" de la criatura. Si Naoko-chan decía que yo era su caballero, por todos los dioses que lo seré. Normalmente soy un tipo curioso y ausente, pero en aquel momento... en aquel momento algo brillo, necesitaba ayudarla.

Traté de tomar el conejo con ambas manos para lanzarlo al agua con toda la fuerza de la que mis músculos eran capaces.

¡No voy a dejarte atrás, Naoko-chan!

Exclamé con determinación. Pocas veces había estado más seguro de que tenía que hacer algo que en aquel momento. Aunque aquel ser de ojos rojos resultara ser el mismo conejo que el de Los Caballeros de la Mesa Cuadrada.

Para sorpresa tuya, el conejo se había aferrado con tanta fuerza al rostro de Naoko que no pudiste despegarle. Después de forcejear un rato, el conejo pareció cansarle y lograste lanzarlo al agua, pero este logró arañar el rostro de la pelirrosa en el proceso. la chica lanzó un chillido de dolor y se vio bastante enojada con el conejo. Le miró mientras volaba por el aire con una expresión que no podías creer que una chica tan dulce estuviera en capacidad de hacer.

Te giraste hacia el conejo y viste que justo antes de que cayera al agua, un portal apareció debajo de él. Cayó en este y luego, sentiste un fuerte golpe en tu mejilla. El conejo se las había arreglado para abrir un portal justo a tu lado y con la fuerza de su caída, golpearte.

Caíste al suelo aturdido, mientras escuchaba la voz masculina del conejo - ¡Abre los ojos, niño! - y se paró frente a ti, como si tratara de protegerte de Naoko. Parpadeaste un par de veces, pero el panorama parecía cambiar. Ya no había rastros del idílico lago que te había regalado un panorama de lo más romántico, sino que frente a ti, pudiste ver un lugar triste y desolado. El agua estaba casi negra, la mansión había sido abandonada y ya solo quedaban rastros de maleza en ella. Viste que en la superficie del lago había una gran cantidad de animales muertos y todo aquel lugar se veía desolado y malgastado.

Parpadeé mientras mi mente intentaba entender cosas.

El conejo abría portales espaciales, el lago era un cementerio de animales y me estaban protegiendo de una chica guapa que me recordaba a la chica de mi sueño pero que no se parecía en nada a ella. De haber sido más creativo, hubiese podido escribir una novela gráfica de esto y convertirla en un top-seller o algo así. Pero yo no era así.

No quería hacer daño a la chica, pero el lugar no era lo que yo estaba viendo.

Sólo había una cosa decente que podía hacer. Una que en realidad me gustaba bastante.

Me agaché para coger al conejo entre los brazos y arrancar a correr con él. Yo no dejaba a gente atrás.

Espera ¿que hablas?

Caí en la cuenta, después de varios metros corriendo con él en los brazos. Por fortuna tanto caminar había fortalecido mis piernas y sabía que era un tipo más o menos rápido.

Cuando lo tomaste y comenzaste a correr, notaste que el viento alrededor de Naoko parecía agitarse, mientras mostraba una expresión completamente fría en su rostro, como si nada le importara. De repente, un fuerte remolino la cubrió y te viste en la obligación de correr aún más rápido o aquella corriente te absorbería a ti también.

El conejo suspiró entre tus brazos cuando dijiste aquello - Soy un guardián animal. En otras palabras, un conejo mágico. Tú tienes magia en ti mismo también. Puedo sentirlo y ella también, razón por la cual nos encontramos en este aprieto -.

Entonces, el viento estalló, haciendo que casi perdieras el equilibrio, pero pudiste mantenerte. A pesar de eso, un ser muy similar a Naoko se paró frente a ti con una mirada fría y amenazante.

- No escaparán - y extendió su mano derecha, en la cual se manifestó aquella ventisca y formó un báculo que apunto hacia ti -. Entrégame al chico, Hunter - la chica le hablaba al conejo, ¿verdad?

- Scarlet, debes detenerte, tú no eres así - decía el conejo con súplica -. En el fondo lo sabes -.

Todo aquello era una locura: un vórtice de viento, un conejo mágico que hablaba, una chica asesina encantadora. Y en mitad de todo eso yo sólo quería escuchar música. Pero en cualquier caso fueron acorralados. Tras escuchar las palabras deduje que el conejo se llamaba Hunter, aunque no tenía mucha pinta de cazador. Medité recordando cosas que había leído.

Tal vez esté hechizada. O tenga hambre.

Al pensar en que tal vez tuviese hambre, senti cierta lástima. Además, había demostrado ser una asesina de animales, o algo parecido al menos. Dejé a Hunter en el suelo con una sonrisa ausente aunque amable.

Yo no tengo ni idea de mi poder mágico, ni lo he usado nunca, pero si ella necesita ayuda... tenemos que ayudarla ¿no crees? Y más si tú crees que no es así.

Entonces alcé la mirada con determinación.

Puedes tomar la energía mágica de mí que quieras, pero deja escapar a Hunter. No le hagas daño. ¿Sí?

Si ella aceptaba, le daría la energía mágica que necesitaba. Aunque también miré alrededor, quizá buscando una sombra o algo que la manipulase y le hiciese ser así. ¿Una sombra oscura? ¿Algo que le diese un hambre atroz? En cualquier caso daba igual, sólo era una energía que ni conocía ni le importaba. Pero no podía permitir que el conejo se jugase la vida por él.

- ¿Hambre? ¿Acaso crees que es un zombie o algo así? - decía el conejo algo enojado.

Entonces, lo bajaste - Niño, ¿qué crees que haces? - y cuando le mencionaste a quien Hunter había mencionado como Scarlet aquello, el conejo te miró aterrado -. ¡No! ¡No! ¡No! Es una muy muy mala idea - y la chica de cabello rosa miraba al conejo para luego pasar a ti sin bajar su báculo.

- No soy yo quien quiere tu energía mágica. Además, no tendría nada que hacer con ella. Mi deber es matarte y por eso Hunter te está protegiendo - el báculo comenzaba a brillar y de este sale un extraño viento de color blanco directo hacia ti.

- ¡Quítate! - el conejo te dio otra de esas patadas voladoras tumbándote al suelo. Podía ser pequeño y adorable, pero era un conejo bastante rudo.

- Él quiere morir. ¿Por qué no lo dejas? - su tono y su mirada eran indiferentes. Entonces, Hunter te miró con esos pequeños y profundos ojos rojos.

- Niño, yo puedo ayudarte a que uses ese poder. No podré salvarte por siempre, pero puedo darte la posibilidad de defenderte. Eso sí, debes saber que no podrás volver atrás nunca, es una puerta que no puedes cerrar y más seres como ella seguirán viniendo a cazarte, con poder o sin él. ¿Qué eliges? - justo cuando te hizo esa pregunta, Scarlet se giró hacia ti otra vez apuntando su báculo.

- ¡No queda tiempo! -.

Definitivamente me sentía bastante perdido, desorientado. Osea, en mi estado natural, pero algo me quedó -al fin- claro: no quería mi energía mágica, quería matarme. Aquello tenía más sentido, y también porqué...

¡AUCH!

Gemí con el impacto, pero entonces había esquivado el golpe. Mi corazón se aceleró y sentí cierto temor. Más tarde de lo sensato, pero al menos había llegado.

¿Te crees que... -me callé para corregirme-? Da igual. ¡Acepto, Hunter!

Y tras aceptar, viendo que huir no era una opción y no entendía bien de qué iba todo aquello, sencillamente me abalancé contra Scarlet para tratar de desviar su báculo, o incluso arrebatárselo para usarlo contra ella. No quería morir. No era mago. No entendía nada, pero al menos ahora sí tenía claro quién era el bueno y quién el malo. Y la víctima, obviamente, yo.