Partida Rol por web

Sonrió risueña a las palabras de su compañera. La preocupación que mostraba era la misma que la noche del concierto cuando combatía. No le discutió, simplemente se paró a tomar aire con lentitud y a su propuesta asintió con entusiasmo.- ¡Me encanta el dulce! Y las Crepes nunca las he probado ¡Seguro están deliciosas! -Exclamó con una sonrisa. Tras eso siguió a la morena desde cerca, mientras su respiración volvía a la normalidad. La verdad era que ella siempre prefería estar en movimiento y la idea de caminar era magnífica.

- ¿Qué tal todo? Desde el concierto... No tuve apenas tiempo para saber del resto.-Confesó con cierto pesar en la voz. Realmente le sabía fatal haber tardado tanto en preguntar.

Cuando él le hizo aquella especie de "Pat pat pat" en la cabeza, la joven se separó con cierta molestia en los ojos y apartó las manos de él de ella. Sin perder aquel porte tomó distancia. Su mirada ahora era severa.- ¡Basta! Deja de tratarme cómo si fuera una cría, cómo si no entendiese las cosas, cómo si fuese tonta... ¡Pues claro que entiendo que no es tan simple todo! Que no es chasquear los dedos y todo ha desaparecido.-Pese a ese tono seguro se podía notar un toque de dolor en sus palabras, cómo si gritar a su amigo le partiera el alma.- ¡Sé que en realidad no me soportas, que te encantaría alejarte de mí! Pero al menos... Podrías ocultarlo mejor.-La joven se acomodó el vestido y tomó tanto su chaquetilla cómo el bolso.

De espaldas a Notah apretó los puños.- ¡Eres cruel! Yo lo di todo por ti. Fui junto a Shiro la única que confió al 100% todo el tiempo. La única que se hubiera enfrentado al resto de dragones para protegerte. Hubiera dado mi vida para salvarte...-Se le quebró la voz con aquello y los ojos se le llenaron de lágrimas, pero estaba de espaldas y eso quedaba para ella realmente.- Tan sólo quería ser aceptada... Quizás me equivoqué una vez más. Idiota, eso es lo que soy.-Cerró los ojos y se limpió con el dorso de la mano con suavidad.

- Es igual.-Se giró para mirarle por encima del hombro.- Siento haber arruinado el día.-Abrió la puerta con cuidado de que los gatitos no escapasen. Muchos observaban curiosos la escena, otros simplemente jugaban o dormía.- Adiós. -Tras aquello salió de la habitación de los gatos y se paró en el mostrador. La dependienta parecía preocupada al verla llorar, pero Isy le dedicó unas palabras y una sonrisa a la par que pagaba.

- Volveré otro día. Los gatitos son geniales.-Añadió antes de salir del café con paso apurado. Incluso Notah pudo observar que la joven cruzaba la calle sin mirar lo que hacía que varios conductores le pitasen e incluso gritasen enfadados.

Isy se giró sobre si misma, dejando la espalda apoyada en la madera. Sus ojos brillaban curiosos cuando su amiga hablaba, poder conocer más sobre ellos era algo que realmente le encantaba. Incluso a veces se podía ver cómo la joven gesticulaba, pero no interrumpía.- Vaya... Realmente tiene que ser difícil vivir con ello. Reencarnarse una y otra vez, recordando en ocasiones las vidas pasadas, los fallos y éxitos. Es una carga emocional terriblemente grande. La verdad es que os admiro a todos... Yo no sé si podría cargar con ello. -Hizo un gesto de pedir perdón.- Disculpa, hablo realmente desde la ignorancia.-Y era así. Se quedó unos segundos en silencio y tras eso negó con suavidad.- No, nosotros... Una vez que cruzamos las puertas.... Nos unimos a Umthil. Es cómo una red de vida, ahí descansan todos los que nos han dejado.  Antes o después... Yo seré parte de esa corriente.-Admitió con una sonrisa tranquila.

- Puedo entenderte perfectamente. Espero que... Algún día tengas la oportunidad de conocer tu planeta.-Sonrió con calidez.- Ojalá pudieras conocer Sonoe. Es un lugar precioso... Imposible de describirlo con palabras. Creo que te gustaría mucho.-Y lo decía realmente de verdad. 

Ante las últimas palabras Isy sonrió y asintió.- Estoy segura de que él me dejaría volver. Incluso diría que él... Volvería.-Rió divertida.- Hablo por ambos al decir que nos hemos quedado fascinados con gran cantidad de cosa que en nuestro hogar no hay. Si él pudiera, estoy segura de que se llevaría muchas cosas de este lugar.

La reacción de la pelirroja fue del todo inesperada, estaba comenzando a sentirme yo de nuevo cuando ella estalló y yo sólo podía mirar, mirar como si fuese una película en blanco y negro, mirar porque no parecía creíble lo que estaba sucediendo. Mi amiga gritaba, se enojaba, decía cosas que no tenía sentido. Era un animal herido y, la peor parte, fue notar que una pequeña parte de mí pensaba que se lo merecía, pues era ella la que había provocado todo aquello, probablemente no esperaba llegar a un punto de no retorno.

Y al final terminó llamándose a sí misma idiota.

Tienes razón -ladeé la cabeza, como si fuese un muñeco roto, muerta-. Soy lo peor.

No había rencor, ni pesar. Era una verdad, del mismo modo que la era mi traición a Shiro. Y mi falta de fuerza para recomponerme y decirle algo amable. Estaba claro que cuando nos comparó al día y la noche, yo era la segunda parte. Fría y oscura. Era lo único lógico para lo que estaba pasando. Había visto el monstruo que habitaba en mí y se había asustado.

No lloré. Tal vez quise, pero las lágrimas se congelaron antes de llegar siquiera a mis ojos.

Vi cómo se marchó, pero cuando la camarera se giró para reprocharme algo, yo ya no estaba allí. Surcaba el cielo, queriendo alejarme de mí mismo.

No, no -negué muy rápido-. No fue difícil. Desde casi siempre he sabido drenar energía, así que lo veo como algo bastante natural. No tiene por qué ser algo agresivo y ofensivo si se hace bien.

Y luego ella se rió, tanto que casi podría sentir una gota fría recorriendo mi nuca. ¿Tan mala opción era para ella que sólo podía reírse al pensarlo? Aunque al final yo también reí un poco.

No, no se elige. Bueno, un poco sí influyes, pero la decisión final va por otro lado. ¡Eh! ¡Espera! ¡Yo no he dicho nada de que ame a nadie!

Reaccioné enseguida, negando de nuevo. Pero entonces lo siguiente que decía sonaba mucho más profundo. Hablaba de sorprenderme y, más importante, me hablaba de ella. Me contaba que se sentía igual y pude sentir, quizá por empatía, un pinchazo atravesándome el corazón. Arrugué los labios.

¿Quién?

Pregunté, y es que tenía ganas, deseo, de ayudarla. Las andelivianas tienen almas eternas, entonces si era de allí, quizá en el futuro habrá un reencuentro. Todo fue lo que dio paso a los pensamientos de ese beso y de ahí a la pregunta, que hizo que abriese la boca sin pensar.

Pues en el... -sacudí la cabeza, dándome cuenta a tiempo por primera vez en mucho tiempo- ¡No importa! Quiero decir. Tonterías, sólo me dejé llevar por cosas superficiales. Y... -pensé por un momento- si quieres saberlo, tendrás que contarme primero tú algo íntimo. ¿Tenemos un trato?

Sonreí, imaginaba que no aceptaría, pero al menos quizá podría desviar un poco la atención hacia cosas más positivas. O a lo mejor me contaba ese secreto de su pasado. No es como si necesitase saberlo, pero a lo mejor ella necesitaba decirlo.

El carisma natural de Koichi hacía que Katherine riese un poco a pesar de que seguía triste y preocupada por lo sucedido, sentimientos que tardarían en irse; sin embargo, luchaba no para reprimir sino para comprenderlas y usarlas como impulso, permitirse sanar heridas que ella misma no había permitido que cicatrizaran o que había recibido esa noche. Por ello, aunque su risa era suave y ligera, seguía siendo sincera.

-Creo que la cultura entre los japoneses y el occidental es diferente, ¿verdad? Por mí no hay problema que te quedes descansando, pero si quieres incorporarte está bien. A fin de cuentas, lo importante es cómo te sientas tú-agregó con una leve sonrisa que poco a poco se fue esfumando con lo que expresaba el rubio acerca de que ella también podía pedir ayuda-. Sé que podría haber ido a mi casa a... ¿A qué? Estaría sola de todas maneras-se encogió de hombros mientras su sonrisa se tornaba triste-. Mi hermano está con Aimi y los demás tienen sus cosas, algunos deben reponerse de sus heridas y otros obviamente requerían de la soledad o limitarse a su círculo de amistades más cercanas. Además, estaba preocupada por ti porque no sabía cómo estarías asimilando todo y...

Koichi ya no estaba recargado en él... cosa buena para la inglesa, pues conforme hablaba sintió sus ojos humedecerse porque, efectivamente, estaba cayendo en cuenta que si ella hubiese querido buscar a alguien para apoyarse no habría podido. No lo estaba pensando de mala manera ni para dañarse sin darse cuenta, pero... ¿Hubiese interrumpido a Edward yéndose con Aimi? ¿Habría estado con Irisu hasta que se despertara del desmayo? ¿Habría querido separar a Onirica de Alioth? ¿Mamoru que estaba mal por lo sucedido con Scarlet? ¿Un Notah que aún asimilaba lo sucedido? ¿Haruka y Kasumi la habrían aceptado? Mariko requería la soledad para llorar la pérdida de su mejor amiga y Hikari era un chico que posiblemente no la hubiese comprendido. Así, lo más probable es que ella se hubiese ido a casa sola y.... ¿Era lo mejor?

-No es que quiera luchar sola ...-su voz se quebró un poco, bajando su vista mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Se limpiaba rápido para no incomodar y la mano en su cabeza le agradaba-. Es que... llevo tanto tiempo ocultando lo que siento que no se qué hacer.

Había querido ocultar sus pesadillas para no preocupar a los demás; reservaba su dolor porque llegó a pensar que si Jaycee no la buscaba o evitaba el tema era lo correcto. Y aunque sabía que todo eso estaba mal, no podía evitar ponerse triste. Quiso hablar, pero se limitó a desahogarse con suavidad, sin hacer escándalo ni llanto fuerte. Debía sacarlo, tan sencillo como eso.

Katherine hizo ademán de que Isabella no debía disculparse ya que desconocía la información de la situación peculiar que ella y sus amigos sobrellevaban. Sin embargo, cuando la pelirroja detalló lo que pasaba con ellos, los ojos azules de la chica reflejaron curiosidad ya que no conocía ese concepto y se sintió maravillada de conocer algo de otra cultura, de otro planeta y raza porque era agradable comprender más estilos de vid, rituales y capacidades propias de los mundos. Definitivamente...

-... Definitivamente espero conocer Sonoe algún día-comentó sonriendo. Si de por sí admiraba las peculiaridades del trío planetario de antaño, era obvio que el hogar de Isab... No, de Onírica, sería digno de ver-. Andelivian sigue en reconstrucción después de lo ocurrido have ya mucho tiempo, pero la Reina de Cristal está sanando para, cuando pueda alzarse, crear un nuevo hogar. Cuando eso pase, tu también podrías ir.

Para lo último, no pudo evitar reírse con simpatía de que se llevarían recuerdos gratos de la Tierra y de su interés en querer volver.

-Si deciden visitar de nuevo el planeta, son más que bienvenidos. Es interesante comparar la vida que hacen aquí a nuestros planetas de origen. Aquí conocí la cafeína y la extrañaría demasiado si me llegara a ir-admitió riendo y sintiendo un poco de antojo por un café, pero no quiso decir nada de momento-. Por cierto, quería aclarar algo de las reencarnaciones... tenemos esta oportunidad debido a la guerra que ocurrió hace 500 años, los que caímos en esa pelea se nos dio una segunda oportunidad por todo lo que perdimos en ese entonces. Usualmente los habitantes "comunes" no suelen tener más vidas, así que... aunque volviésemos a nuestros planetas, cuando fallezcamos podremos descansar en paz, sencillamente. 

Katherine estaba en la sala mirando  una película junto a su hermano y Aimi, quien había ido de visita. Durante estos días había estado hablando, conviviendo y permitiéndose sanar de poco a poco, por lo que conforme pasaban los días se iba notando una mejoría que tal vez su hermano y cuñada notarían más porque se veían más seguido. Por supuesto, seguía mensajeándose con los demás para saber cómo se encontraban y esperaba que todos, así como ella, pudiesen progresar.

En medio de una escena, el teléfono celular de la pelinegra sonó y al ver quién era, avisó que no pausaran la película y terminaran de verla, contestando a la brevedad mientras se retiraba y, sin darse cuenta, era seguida por una mirada inquisitiva de su hermano mayor.

-Hola, hola-comentó al llegar a la cocina, así teniendo su espacio. De esta manera, Notah no escucharía los ruidos de fondo-. ¿Todo bien? ¿Cómo estás?

Si en aquel momento hubiese sabido que le interrumpía una película, probablemente me hubiese disculpado y despedido casi al instante. Pero no lo sabía, así que hablé como si no importara demasiado.

¡Hola Kather... -enseguida me corregí- ¡Kath!! Sí sí, está todo bien. En realidad...

Bueno, llamaba por lo contrario. Quería saber cómo estabas. No sé, hace mucho que no hablamos y, bueno, somos amigos ¿no?

Casi sonaba como si estuviese buscando alguna excusa para hablar con ella, pero le decía la verdad. Bebí un poco nervioso y esperé a que hablara ella.

La mirada de Isy mostraba sorpresa, pero también diversión y fascinación. Ver cómo Alioth se movía y atrapaba los peces era cómo verle practicar con su espada. La paleta sobrante ni siquiera la usó, si no que se la entregó al vendedor con una suave sonrisa en los labios. Después de aquello... Ella no tenía nada que hacer. Nada. Y prefería dedicarse a observar la expresión concentrada del joven, cuando este percibió que se estaba "pasando" Isabella rió divertida. Con suavidad se levantó de dónde estaba, con las manos acomodó las ropas.- C-como... Esto... -Frunció el ceño y agitó la cabeza, haciendo que el detalle del cabello tintineara.- ¡No pensé que me fueras a ganar! Puedo... Invitarte a comer algo antes de los fuegos.-Propuso con una sonrisa dulce.

El tendero le entregó a Eiji la bolsa con agua en la cual nadaba un pequeño pez de dos colores con un patrón curioso para lo sencillo que era. Isabella se acercó para verlo de cerca y tras eso miró al rey.- Es precioso ¿No crees? Pero...-Se quedó callada, esperó a alejarse del puesto y parándose con elegancia colocó sus manos por debajo de la bolsa del pez que sostenía Eiji.- ¿Quién podría ser feliz siendo prisionero? Quizás... Si te parece bien, podríamos soltarlo en el estanque del parque dónde veremos los fuegos artificiales. -Separó las manos y sonrió.-  Lo siento... Realmente es tuyo. Yo no debería decidir...-Un ligero sonrojo apareció en sus mejillas.

- Ojalá sane pronto y aquellos que deseen volver a su hogar puedan hacerlo.-Si sonoe desapareciese... Sintió un escalofrío y intentó no pensar en ello. En las últimas semanas siempre soñaba cosas por el estilo. Mientras su compañera hablaba esta la miraba y asentía, cómo si consiguiera comprender lo que decía. Había cosas que se le escapaban, pero otras muchas podía comprenderlas perfectamente después de la explicación.

- ¡Oh, oh! -Dio unos brinquitos con emoción.- Hay festividades que me encantan... ¡Cómo la de vestirse de algo que no eres! Cómo dijo Notah que se llamaba... ¿Disfrazarse? Sí sí. Sé que pensarás que es una tontería por....-Se señaló a si misma. Ella siempre iba disfrazada, aunque en realidad sólo era una ilusión para esconder su apariencia. Un camuflaje.- Pero el día del concierto, me encantó. Elegir las ropas, los accesorios y prepararme para la ocasión. ¡Fue increíble! Y muy divertido.-Rió divertida y alzó la mirada al cielo, dejando que los rayos de sol acariciasen su rostro.- Y los festivales... Sí. Hay tantas cosas. Creo que las echaré de menos una vez allí.

- Pero volveré, claro que sí.-O no. Ella no sabía si sobreviviría realmente, no sabía que pasaría la próxima vez que se encontrasen con Heleth.- Saber que... No siempre os reencarnáis, me da paz. Todos merecen descansar tras una dura vida.-Asintió antes de mirarla.

Katherine se quedó en silencio por unos segundos y una sonrisa pequeña apareció en su rostro. Suspiró y se asomó por una de las ventanas para ver la noche cobijando la ciudad.

-Estoy bien. Por supuesto, no es algo que podré asimilar en estas semanas, pero ya no estoy mal, o tan mal-rió un poco y otra vez exhaló-. Y claro que somos amigos, nadie ha dicho lo contrario. Gracias por tu preocupación, pero puedo decir que sí estoy mucho mejor.

Le dio sed, así que fue a servirse un poco de agua.

-¿Tú? Se que dijiste que estabas bien, pero quisiera que lo confirmaras. Te escucho inquieto.

La sonrisa de Katherine se tornó comprensiva cuando Isabella mencionó el regreso del hogar a quienes quisieran ello. Seguramente algunos sí esperaban eso con anhelo y cuando llegase el momento lo sabría. Pero con la emoción de la chica de disfrazarse, su sonrisa se ensanchó más y no pudo evitar dejar escapar alguna risilla.

-Hay muchas festividades que ameritan disfrazarse o eventos donde eso es una actividad normal al que se le denomina "cosplay". Creo que te iría bien siendo cosplayer-se imaginó a la chica vistiendo ropas de algunos animes y asintió complacida, pero aquello seguían siendo ideas fantasiosas.

-Claro, el descanso es algo que todos quieren alcanzar algún día; pero lo idóneo es llegar a ella de manera agradable y tranquila, no en... combate. Se que algunos podrían pensar que es mejor así, cosa que respeto; pero al final de todo, buscamos llegar a una buena resolución y, en nuestro caso, esperar que nuestra pelea con Heleth culmine bien-era obvio que pelearían con ella nuevamente, no era algo que podrían negar-. Y si todos trabajamos juntos, lo vamos a lograr.

Cuando hablaste de la energía, asintió - Yo aprendí eso en Kal'Ahd, al haber sido esclavizada - sonrió tranquila. No parecía precisamente afectada por hablar de ese tiempo. Al ver que hablabas sobre tus sentimientos, la chica iba riendo, tal vez por ver que hablabas sin reflexionar demasiado y más aún cuando te interrumpiste - Acabas de hacerlo - incluso tras cortarte de explicarle tu sonrojo. Sonrió al escuchar aquello y entonces suspiró.

- De acuerdo. Tenemos un trato - tomó un trozo de lasagna, que ya no estaba tan caliente y tras tragar, empezó su historia - Cuando vivía en Andelivian, antes de ser raptada, Arjimae me rescató. Yo no sabía lo que era, no era siquiera mi hermano de sangre, pero era un yuudai zorro, la clase alta entre mi especie. Arjimae me recogió desde pequeña, me salvó y empezó a enseñarme todo sobre quién era y mi legado. Aunque yo para él no era más que su hermana, para mí no fue siempre así. Confesé mis sentimientos y me rechazó amablemente. Con el tiempo lo fui entendiendo, pero al inicio me parecía injusto. Quería huir, pero él me detuvo antes de que pasara. Tras una conversación, decidí volverme su aprendiz y tomar su lugar. También decidí llamarlo hermano - su mirada se tornó melancólica. Después de un breve silencio, se volvió hacia tu.

- Tu turno -. 

Al mencionar que lo importante era cómo se sentía él y si estaba cómodo, negó otra vez. Iba a decir algo, pero al ver las lágrimas en tus ojos, sacó un pañuelo del bolsillo del disfraz y empezó a limpiar tu rostro con una sonrisa compasiva. Lo hacía de manera tan delicada que parecía estar tocando un bien muy preciado.

- Katherine-san, ¿ves lo que haces? Piensas que los molestarás a todos con solo hablarles de lo que te sucede o pedir su compañía. Si mal no entiendo, Mamoru-kun perdió a Ruka-chan. Tal vez lo que menos necesitaba él era quedarse solo. Te agradezco que vinieras conmigo, pero podrías haber esperado a mañana, ¿no crees? – sonreía. Su tono era sereno como siempre.

Apenas interveniste, te acarició la cabeza tras retirar el pañuelo – Eso nunca estará bien. No es correcto ocultar tu tristeza, y menos de tus amigos. Solo los harás preocupar y te lastimarás a ti misma – bajó la mano y se acercó para mirarte intensamente. Podías ver en sus ojos el brillo de una idea.

- Katherine-san, prométeme algo – y su sonrisa se hizo pícara -. No te volverás a hacer eso a ti misma porque si lo haces, prometo llevarte en mis fauces a dar una vuelta por el cielo pero contigo mirando hacia atrás. Te marearás tanto que vomitarás – seguía sonriendo pícaro, aunque su sonrisa se esfumó poco después y se vio profundamente acongojado.

- Eso sonaba mucho mejor en mi cabeza. Fauces… - y bajó la cabeza. Fingía sollozar, claro. Era solo Koichi siendo melodramático.

El tendero se veía bastante cabizbajo, aunque muchos de los asistentes se acercaron, pensando que tal vez Alioth había hecho algún tipo de trampa y querían mostrar que podrían hacer lo mismo. Seguro con eso logrará recuperar las ganancias, ya que todos no eran expertos espadachines.

Apenas recibió el pez, lo miró con interés, pero más aún cuando te vio reaccionar. Sonrió cálidamente y dijo - Adelante, tómalo. Es tuyo -. Te tendió el pez -, y sí tienes razón. No merece quedar allí. No debes invitarme a nada porque era una ventaja injusta. Vamos a comer, yo invito y de allí vamos al lago - y empezó a caminar, esperando que encontraras un lugar al cual quisieras entrar.

Reconozco que su historia me impactó más de lo esperado. No era por el tema de la esclavitud, que podía entender que era algo lejano en su pasado, era por todo lo demás. Comí lasagna mientras ella hablaba, pero podría haber sido cualquier otra comida y hubiese seguido sin importar ni la mitad que aquello que estaba escuchando.

Era algo triste, pero a la vez era alegre: ella había aprendido y crecido. Sin embargo parecía que la sombra de aquello seguía acechando y me obligué a dedicarle media sonrisa. Ya le había dicho todo lo que tenía que decirle del zorro blanco, de cómo se preocupaba por ella. Los sentimientos no siempre eran correspondidos.

Llegaba mi turno.

Bueno, comparado con eso la verdad es que ahora siento que es una tontería. Pero antes... me gusta tu fuerza, y tu entereza. Necesitaba decírtelo.

Y ahora... sólo pensaba, en un rincón de mi ser, uno muy muy pequeñito -hice el gesto de un tamaño diminuto con los dedos- en que quizá, bueno... -rojo, como un tomate- me gustaría... íntimo... un beso... con... bueno... -sacudí la cabeza y desvié la mirada hacia la pared del lado- ¡Pues con ella! Quiero decir, es guapa, y yo soy un chico, no debería ser algo extraño. ¿No?

Dejé unos momentos de incómodo silencio, incómodo por mí mismo, antes de volver a hablar, ahora un poco más suave y pensativo.

Walker y yo nunca hemos tenido pareja antes. No tenemos mucha idea de qué hacer, sólo hemos leído o visto, pero las cosas nunca son iguales desde dentro. Supongo que da algo de miedo, algo así como asomarse a un vacío de pura luz. Sé que en algún momento me equivocaré y le haré daño. Y no quiero hacerle daño ¿sabes? Bastante sufre ya.

Bueno, claro, en el caso de que acepte y... me estoy comiendo demasiado la cabeza. Pero no sé cómo será por ejemplo un día normal en el que estemos sentados mirando hacia el anochecer ¿y si nos quedamos sin conversación? ¿Y si quiere tomarme de la mano? ¿O algo más? ¿Cómo responderé?

Suspiré. Ale. La suerte estaba echada.

- Gracias - su tono era gentil y sincero. No dijo más, respetando quiere esta vez debías contarle lo tuyo. Tal vez comprendía que era un tema difícil y creía que si te interrumpía, te detendrías, por lo cual se limitó a asentir ocasionalmente, cambiar su expresión facial, reaccionar levemente mientras te miraba con rostro divertido.

Sonrió y cuando terminaste, solo dijo - Tienes razón. Lo piensas demasiado - rió suavemente para agregar -. Entiendo que sea difícil, teniendo en cuenta lo que sentiste por la Reina oscura, pero también es cierto que te importa Shiro hasta ese punto y eso me alegra, creas o no - se detuvo y luego agregó.

- A veces herimos a los que amamos y es normal. Lo importante es que quieras seguir adelante. Y creo que ya tuviste un vistazo a ello en el concierto. ¿Verdad? Antes de que todo empezara, claro - sonrió y esperó a ver tu reacción, aunque decidió decir algo más.

- Tú mismo dijiste que quieres besarla, así que ¿cómo es tomarla de la mano más difícil que eso? Tal vez te ayude pensar en cómo te sentirías, ¿no crees? -.

Katherine dejó de limpiarse la cara cuando Koichi comenzó a hacerlo por ella de manera gentil, ruborizándose un poco y comparándolo, sin poder evitarlo, con Jaycee. ¿Él habría hecho lo mismo o la habría dejado desahogarse? Cuando ella llegaba a sollozar, él le daba la distancia considerando que era lo adecuado en vez de reconfortarla más cálidamente, pero igual eso se debería a que ella no le habría dicho nada. ¿Qué había pasado con la Katherine de hace más de seis meses que había madurado bastante? Seguía ahí, eso seguro; pero la había enterrado sin darse cuenta.

-Sí pensé en hablar con Mamoru... pero me dio la impresión de que iba a requerir estar solo antes de estar dispuesto a conversar de lo sucedido. Aunque tienes razón, hablaré con él lo más pronto posible-comentó en un intento de sonrisa, pero no salió y se limitó a suspirar, lo cual le hizo bajar un poco su cabeza por  lo siguiente que dijo respecto a no expresar su tristeza. Era un mal hábito en el que debía trabajar, por lo que asintió levemente sin verse muy convincente, aunque era algo en lo que quería trabajar desde ayer y parecía más dispuesta de lo que aparentaba.

Volteó a verlo cuando le pidió una promesa y al escuchar de qué era... una sonrisa genuina comenzó a formarse junto a una pequeña risa que intentó ocultar llevándose una mano en forma de puño porque se había imaginado esa escena y más por la reacción de Koichi. Le dio unas palmaditas en la espalda y asintió aunque él no pudiese verla.

-Me parece bien, aunque cambiaría las fauces por estar encima de tu cabeza. ¿Te parece?-siguió riendo un poco, mirando a Schmella que aún estaba tomando distancia-. Deja te presento a mi guardiana, se llama Schmella. Es una buena amiga y ella te protegió cuando estabas bajo la influencia de Heleth, poco después de que nos viste transformándonos.

Y, antes de dar pie a que ambos hablasen, Katherine se limpió sus ojos una vez más y les sonrió a los dos.

-Gracias a ambos.

Sonrió al ver que sonreías y sus mejillas igual se sonrosaron al ver el color en las tuyas. Aunque se sobresaltó un poco, siguió con su tarea pacientemente esperando.

- Claro. Mamoru-kun y Ruka-chan estaban muy unidos, ¿sabes? Vivían en la casa de Ruka juntos desde hace ya varios meses y para Mamoru-kun fue muy importante eso para enfrentar lo que sucedía con su tío. Realmente lo que le hace falta en este momento es un amigo. O amiga, claro - sonrió otra vez.

Para él, todo aquello era nuevo. Para ti, pues no tanto. Por eso, el hecho de que te tomaras su comentario con la naturalidad que lo hiciste, lo desconcertó. Se te quedó mirando sorprendido y pestañeó varias veces para luego echarse a reír. Era un tanto exagerado en verdad. Era un ataque de risa incontrolable mientras una lágrima se escurría por uno de sus ojos. Se la limpió mientras se calmaba.

- Lo siento, Katherine-san. No es que me burlara de ti, es solo que no esperaba una respuesta tan tranquila por algo así. En verdad aún no me acostumbro a la idea - rió suavemente y sonrió de manera un tanto amarga -. Pero la idea es que te marees. No pasaría lo mismo en mi cabeza, ¿verdad? -.  

Después de eso, Schmella se presentó con Koichi, pero este no parecía prestarle mucha atención. Para él parecía tener más peso el hecho de que esta estuviera hablando.