Partida Rol por web

Las heridas y el cansancio hacen ya estragos en Neakail. Su magia féerica lanza chispas de glamour, pero nada sucede. El aspecto lamentable a medida que intenta desafiar la banalidad a su alrededor y las temperaturas que aumentan le dan cierto aire trágico al Nocker, quien parece impacientarse. No se abre su portal, no se transporta, nada. Incluso podéis jurar que su semblante féerico parece difuminarse, siendo menos sólido durante unos instantes.

La retahíla de la Pooka tan sólo deja una expresión extrañada en la chica. -Yo... yo quiero volver. Pero madre me dijo que no podía. Yo... yo tengo que hacerle caso a madre- dice la pequeña, mirando al suelo. Los gestos de Neakail le causan curiosidad pero se aleja dando un paso hacia atrás. -¿No podemos tocar la pared, verdad?- dice mirando con cierto miedo lo que intenta hacer el Kithain.

La muchacha parece mosquearse, y aunque reconoce las cosas que habéis dicho, ella tartamudea. -No... no debo hablar con desconocidos...- alcanza a pensar. Y durante ese instante, véis como su aspecto cambia por una breve fracción de segundo, revelando cierta gracia regal y una belleza escondida a punto de florecer a través de su otra naturaleza. Su verdadera naturaleza.

El sátiro sonrió de medio lado al ver que Leonore volvía en sí. Le revolvió el pelo en un gesto amistoso y le ofreció la mano para ayudarla a levantarse.

—Se ha ido. Y nosotros tenemos que irnos también —respondió con esas palabras a todas sus preguntas. 

Luego se giró hacia Alice y sus labios se fruncieron en una mueca de dolor cuando todo su cuerpo se quejó por las quemaduras recibidas. Aún así empleó todas sus fuerzas en sacar todo el encanto que le quedaba. No podía ser tan difícil encandilar a una niña pequeña. 

—No somos desconocidos, nos ha enviado Lady Bán para protegerte —le explicó a la cría, que desconfiaba de ellos—. Hemos hecho un juramento mágico y todo. Así que somos algo así como tus guardaespaldas. —Miró alrededor, a la estructura que crujía por el crepitar del fuego y luego a la niña—. Alice, tu madre se ha ido. No va a volver por ahora. Y este lugar está en llamas. Sé que estás confundida y que no nos has visto nunca y que seguramente estarás asustada. Pero vamos a sacarte de aquí para que estés a salvo y luego podrás hablar con Lady Bán sobre tu madre. ¿De acuerdo?

Miró a Neakail y le hizo un gesto con la cabeza.

—Inténtalo otra vez, anda. Esto se nos cae encima.

Empezar a escuchar la explicación de Deanna me hizo mirar un momento a la cría. Seguro que aquello la liaba más de lo que le aclaraba. Y aunque era divertido seguir oyéndola, había algo que tenía que hacer. Al ver que el sátiro se estaba encargando de la otra, y que el jefe estaba con el tema de sacarnos de allí, di por hecho que tenía vía libre.

De modo que volví atrás, asomándome a la pasarela de las escaleras y volví a buscar a Mest con los ojos. Al oír desde ahí a Alice me giré en su dirección.

—Alice, Alice —la llamé, intentando capturar su atención. Incluso levanté la mano para asegurarme de que me veía—. Me llamo Errol. Encantado —La saludé con la barbilla—. Y ahora que ya no somos desconocidos, un secreto: no tienes por qué hacer caso a tu madre. Tú decides —le dije, aunque me parecía que saldría de allí por las buenas o por las malas—. ¿Te quedas en una casa en llamas esperando a quien se ha marchado, o vuelves con nosotros?

No esperé a que me contestase. Volví a girarme, e incluso me puse las manos alrededor de la boca para llamarlo.

—¡Mest! —grité con todas mis fuerzas—. ¡Mest!

Antes de seguir desgañitándome, sólo por si acaso, decidí comprobar mi bolsillo. El muy hijo puta me la había jugado más de una vez en el pasado.

Tomo la mano de Kyran cuando la ofrece para levantarme y asiento ligeramente cuando dice que la señora se había ido. Conforme me elevaba del suelo miro alrededor y noto el calor de las llamas y siento una ligera angustia viendo lo que nos espera.

^{_{-¿Podemos volver por donde vinimos?}}- pregunto dudosa y luego reparo en la pequeña que no parece querer venir. Debía ser Alice, así que lo primero que hago es buscar en mis bolsillos en busca de las galletas que le reservé para que merendara, o comiera, un piscolabis siempre era de agradecer. Luego me doy cuenta que mi ropa con las galletas se quedó en el jardín de casa de Lady Ban.

^{_{-Soy Leonore y te traje merienda, quizás no estabas comiendo bien, pero me las he dejado en mi vestido. Cuando volvamos te las doy, seguro que tienes mucha hambre}}- no puedo evitar mirar de reojo el fuego que consumía todo. -^{_{¿Sabes por dónde nos podríamos ir? Aquí no va a ser lo mejor estar en poco tiempo, salimos todos de aquí y luego vemos, ¿si?}}

La magía no respondía y el nocker volvió a sentir el temor susurrante en su oreja. Las conversaciones y palabras de fondo tomaron un segundo plano mientras sus esfuerzo se iban por el desague y el dolor de sus heridas le impedía concentrar sus esfuerzos en lo que debía.

Lejos de tirar la toalla, aun sin que el sátiro le anime a ello, aprieta los dientes y comienza de nuevo con aquellos movimientos impredecibles.

- ¡Déjanos volver al despacho de la Baronesa Bán! - repite Neakail.

Deanna retrocedió un paso, extrañada. No estaba acostumbrada a generar desconfianza de aquella manera. Tan sólo a enarcar alguna que otra ceja ajena. Aquello se sintió amargo. Pero el glamour, alrededor de Alice, aunque atrayente era inestable. No quería perturbarla, y durante un instante sufrió ante la idea de tener que hablarle con claridad. Pero Kyran se le adelantó, y lo hizo en su lugar. Él siempre, tan considerado, pensó. 

Mientras esperaba, expectante y quizá un poco más asustada de lo que le habría gustado admitir, a que Neakail volviera a intentar traerlos de vuelta. Aunque verlo tan pálido le producía escalofríos. Si todo salía mal... ¿Con quién iba a discutir? Estaba claro que con Kyran no podía, y el pelirrojo no le miraba lo suficiente a la cara como para sentirse agraviada. Leonore no discutía, directamente. Y Orsi... Orsi era otra cosa. Estaba fuera del concepto, totalmente, pensó, antes de reparar de nuevo en Alice, asustada y confusa.

Recordó su propia crisálida. Sí, ella también se había sentido asustada y confusa, teniendo su crisálida en el mejor lugar del universo. Suspiró, y tendió su mano. Pensó en Bella. Ella había acogido a Orsi, y al parecer al pelirrojo también, si es que no decía las verdades tal y como ella misma acostumbraba a contarlas. Podía... Sí. Podía intentar seguir un poco su ejemplo- Sé que no estás para nada asustada. Y yo estoy tan asustada como tú. Si quieres, nos damos la mano. La mia es suave, ¿sabes? -dijo, señalando su pelaje- Ven, si nos quedamos juntas todo irá mejor. Y estaremos antes de vuelta en el despacho de Lady Ban. 

La pequeña observó y vaciló nuevamente, pero dio un paso hacia el sátiro y casi sin que éste pudiese resistirse (y algo en ella lo impidió), tomó su mano. Su mano estaba fría y sus ojos tenían cierto terror implícito. Sólo asintió a Kyran, y miró a los demás sin responder, mirando hacia afuera de su improvisada habitación, como si todavía guardase la lejana esperanza de que alguien más apareciese por allí.

En este instante pasaron dos cosas al mismo tiempo:

En medio de los rugidos que venían de la casa, la bocina de un coche os llama la atención. Al principio lo ignorasteis, pero tras unos instantes notasteis que llevaba algún tiempo siendo persistente. A través de los espacios de los tablones en las ventanas observásteis que había una furgoneta de vidrios oscuros aparcada justo frente a la casa. Y de pie junto a ella, había un Kithain... o algo similar. Grande y corpulento como un troll, pero su piel tenía otro tono y su rostro, rudo y tosco, tenía una extraña expresión feral y nada agradable. Incluso su indumentaria quimérica era más una mezcla de pieles de animales arregladas de forma desordenada en una burla de elegancia. Su mirada, con un ceño fruncido, estaba en dirección a la casa, y parecía mirar hacia el coche ocasionalmente, sin decidirse a actuar.

En ese  preciso instante, el sonido de chispas y un chirrido metálico llamó vuestra atención al interior de la habitación: Neakail había tenido éxito. Un inestable y cuadrado portal se acababa de abrir sobre la madera y revelaba del otro lado el frío mobiliario de la oficina de lady Bán, aunque no había señales de la Sidhe. A juzgar por el aspecto inestable y por el cansancio del Nocker, sabéis que aquella puerta no durará demasiado, si es que lo suficiente para que intentéis escapar antes de que el fuego y el humo se hagan más densos allí.

Aquel aspecto del bruto que estaba afuera no te era desconocido. Ese gigante musculoso y con proporciones exageradas, con rostro de matón, era el compañero de Sir Andreas. Estabas casi seguro. Magog, el ogro que os había acompañado, y que hacía las veces de guardaespaldas de aquel traidor que te había abandonado en las fauces de Nathair muchos años atrás.

Por más que gritaste, no escuchabas nada como respuesta. Afuera, la madera caía y crepitaba y si había algún ruido que parecía al de pasos de una quimera, quedó ahogado por las llamas y el humo. La visibilidad era complicada y las sombras bailaban al ritmo del fuego que empezaba a disfrutar de la cena que le proveía aquella casona abandonada. No, no había señales de Mest allí. No una que notases.

Al escuchar aquel coche tuve que mirar en todas las direcciones sin entender, no sabía de dónde venía el ruido y no me había percatado hasta ahora. Aunque cuando caía era como si el tiempo hubiera avanzado sin mí, porque de repente la señora se había ido y Alice había aparecido sin entender yo la razón. Bueno, Kyran me había dicho que la señora se había ido y había sido desconsiderada dejando a su hija en peligro, eso estaba muy mal.

Allí al lado del coche hay alguien, aunque lo que me llama la atención es el portal que ha abierto Neakail, que era nuestro pasaje de salida.

-^{_{Tenemos que darnos prisa, sino no podremos pasar-}} apremio señalando el pequeño portal que tenemos frente a nosotros. Yo me dirijo a cruzar, esperando que mis compañeros por su parte hagan lo mismo. Neakail no estaba bien exactamente como para hacer muchos portales y yo siento que me duele todo y necesito una siesta.

Al ver al tipo junto a la furgoneta, al sátiro le hirvió la sangre. Sus labios se apretaron en una fina línea y sus ojos ambarinos centellearon con un brillo peligroso. Su mirada se afiló y una sombra pasó por su expresión. Había esperado tanto tiempo una oportunidad como esa... Sus pasiones se inflamaban en su interior, una en especial más que cualquier otra. 

De no haber sido por la manita de Alice tomando la suya, mucho más grande, no habría dudado. Les habría dicho a los chiquillos que cruzasen ellos el portal y se habría quedado atrás para saldar una cuenta pendiente con el pasado. Pero, ah, ahí estaba la pequeña para obligarle a mantener los pies en el suelo. Notaba su mano fría y esa sensación tal vez ayudó a que Kyran hiciese gala de toda su voluntad para no hacer nada de lo que pudiera arrepentirse. 

Le jodía. Le jodía un montón. Pero se hizo consciente de que, por un lado, tenían prisa y una niña rescatada que entregar. Y, por otro, él no estaba en su mejor momento. Si salía en ese estado a enfrentarse con Magog lo menos que podía pasar era que acabase hecho picadillo.

Sacudió la cabeza, apartando todas las ideas de venganza de ella y respiró profundo dos veces antes de ponerse en movimiento.

—Vamos. Alice, no me sueltes. Enseguida estaremos a salvo —dijo entonces, llevando a la pequeña hacia el portal para cruzar juntos. 

El segundo intento da sus frutos, aunque Neakail no está seguro de cuánto durará aquella vez la puerta, a juzgar por su estado y el fallo de antes. Cruzaría el primero en otras circunstancias, pero en esta ocasión hay un fin mayor que le impide ir a su propio interés. Acaba mirando a la pequeña, que parece ceder a las palabras del sátiro.

Algo desvía después su atención, percibiendo finalmente la bocina, luego furgoneta... después aquel kithain tan extraño. La falta de reconocimiento solo hacen que lo perciba como un peligro y apura al resto:

- ¡Ir cruzando maldita sea! - dice con apremio y nerviosismo. 

Tras ver pasar a la niña con Kyran y luego a Leonore, acaba yendo a pasar él. Los que quedaban que hicieran como gustasen. No había más tiempo.

Me fastidió un huevo no encontrar a Mest. La casa estaba más en llamas que los pantalones de Deanna, el portal estaba abierto y parecía que no duraría. El sonido ese de la bocina me pareció lo de menos. No iba conmigo. Podía ser un peligro, sí, pero fuese lo que fuese seguro que de peores cosas había salido. Habíamos matado un basilisco, joder.

No quería irme sin Mest. No quería.

—¡Mest, joder!

Grité una vez más.

Sin embargo, sabía que él era bueno arreglándoselas. Si se cerraba el portal, en cambio, yo estaba jodido. La voz del jefe metiendo prisa no ayudaba.

—¡Se dice Id! —le grité, molesto, antes de hacerle caso.

¿Estaba pagando mi enfado y mi frustración con él? No, qué va. Estaba dándole una clase de gramática, y sin cobrarle. Tendría que estar agradecido.

Deanna supo que en aquel caso, sin lugar a dudas, la curiosidad mataba al gato. La situación era lo suficientemente arriesgada como para que temiese por la integridad de sus preciosas orejas. De su sedoso pelaje. De su frondosa cola. Como para que temiese no volver a ver a Bella. Y aquello la disuadía, aunque no pudiese evitar que mirase hacia atrás. Aunque no pudiese evitar observar el rostro de Kyran, y preguntarse qué provocaba aquella expresión. Aquella mirada afilada. 

Quiso entender. Pero quizá era mejor preguntar luego. El portal era inestable, y Neakail podía ser un tanto insoportable, pero verlo blanco como una pared de yeso, disuadía a la gata de preguntar en aquel instante, aunque se muriese por hacerlo. Miró una última vez hacia Alice, y se vio a si misma. En la habitación de un hospital, junto a Orsi- Pórtate mal, Alice.-dijo, de pronto, sin casi pensarlo, sonriendo y negando, en el acto, en medio del miedo, en medio de la prisa- Pórtate siempre mal. - añadió, antes de suspirar, temblorosa, preparándose para cruzar. 

Con el paso de Neakail al final, el portal se cerró justo y a tiempo. En la oficina casi vacía de la directora, os recibió la voz sorprendida de Stephen, pronto el lugar estaba hirviendo de actividad. Lady Bán, Orsi y Cid hicieron presencia inmediata, así como Fawda y otros changelings. Al ver a la niña, la directora cae de rodillas y la rodea entre sus brazos con lágrimas en los ojos. La fachada gélida de ella se derrite durante aquellos momentos, mientras sonríe y le da la bienvenida de nuevo a la estudiante perdida. El resto de profesores aparece conversan con ella. Hay murmullos, preguntas, sorpresas y mucha confusión, mientras la Sidhe parece tratar de dirigir con suavidad aquello.

Y sin casi daros cuenta, os véis alrededor de la hoguera el feudo, con mantas, mientras el cálido glamour ayuda a sanar vuestras heridas con mayor rapidez. Una cortesía de lady Bán, mientras los Kithain intentan interrogaros, sin que ella lo permita. Sólo Orsi está a vuestro lado, y él no dice nada, sólo os dedica una amable sonrisa y cuando nadie parece estar prestando especialmente atención murmura -habéis hecho bien-. Changelings de diferentes cortes, y sirvientes encantados, todos hablan, exigen, os observan, y el desorden crece hasta que lentamente las instrucciones dirigidas de la baronesa van disipando el caos.

A Alice la llevan a la enfermería, para revisar que esté bien. El resto de los presentes sale según determinadas peticiones, y al final sólo permanece el buen Orsi, la baronesa, Fawda y Cid.

-Alice parece estar bien, aunque parece estar muy confundida y alterada.- os dice la baronesa. -Os estoy agradecida de corazón. A todos vosotros. Habéis rescatado a Alice...- dice, sonriendo con una dulzura que creíais imposible.

Es Orsi quien toma la palabra luego de ella. -Sospecho que tenéis una interesante historia que contarnos. Perdimos vuestra pista cuando el malhechor de Cnag os mandó al Ensueño. Vaya vil treta. No nos esperábamos que apareciéseis con la pequeña. Aunque por lo que vemos, su rescate no ha sido cosa simple- dice, haciendo referencia a vuestras heridas. -¿Qué os ha sucedido?- pregunta el Boggan Mosquetero, mientras comienza a rotar su odre de cuero con vino con una sonrisa. -No os curará más rápido, pero seguro que os ayuda con el dolor- dice amistosamente empezando por Kyran.

Mis ojos recorrieron la estancia tan pronto cruzamos, sintiendo un alivio por la ausencia de calor y agobio en aquel sitio. Sonrío levemente al ver a Stephen pues era una cara conocida.

Mi desnudez era secundaria, como lo había sido para mí en todo momento, quizás no para los que me rodeaban. Aunque sin fuego alrededor para calentar la estancia, agradezco las mantas que me rodean de repente y el fuego frente a mí.

^{-_{Fuimos al Ensueño sin ti… Creo}}- le digo a Orsi cuando dice que hicimos bien, aunque nos dijo de no ir al Ensueño así como así. –^{_{Pero podemos volver pronto, había muchos caminos interesantes y divertidos que no pudimos tomar.}}

Luego viene Lady Bàn a la que hago una pequeña inclinación de cabeza ante su agradecimiento.

-^{_{El fuego fatuo me llevó donde estaba ese señor que debe ser un primo lejano de Neakail, estaba igual de enfadado}}- les comienzo a contar. –^{_{Y me encontré a Kyran por el camino y nos metimos en un túnel… Y luego no sé cómo llegaron el resto, le dije a Stephen que fuera a avisar así que supongo que eso hizo.}}

Al calor del glamour, lo vivido apenas unas horas se torna casi una pesadilla lejana... si no fuera por el dolor remanente de las heridas. Al menos la baronesa había conseguido alejar de ellos a la manada de interesados que, de momento, lo único que hacían era incordiar. Se habría dado el gusto de dar alguna mala contestación, si no fuera porque se encontraba mermado de fuerzas. 

- Estábamos hablando con profesores, cuando Stephen vino - continua con el relato de Leonore - Nos dio el aviso, nos dijo que habían encontrado un tunel y fuimos. Nos recibió otro nocker y nos abrió una puerta hasta allí... Era como una catacumbas... allí nos encontramos con Leonore y Kyran, que seguían el fuego fatuo.. - se tomó una pausa de unos segundos para continuar - Pasaron cosas entre medias... como el encuentro con un puto basilisco, pero al final el fuego salió del ensueño y nos llevó a una casa abandonada. Ahí estaba Alice, secuestrada por la que decía ser su madre biológica. Otra kithain. Tuvimos que enfrentarnos a ella, que creo que nos indujo en alguna especie de pesadilla...