Partida Rol por web

El sátiro escuchó atentamente la respuesta de la redcap, pero había algo en su discurso que le rechinaba una y otra vez. Ese modo de hablar de la cría como si fuese un suéter de su propiedad le hacía apretar los labios y para cuando terminaron sus amenazas, ya tenía el ceño fruncido. 

Miró de soslayo hacia los chavales mientras iban intentando hacer que la que aparentemente era la madre real de Alice entrase en razón. Sus dedos cosquilleaban y tamborileó con ellos sobre el extremo del arco que caía cerca de su cadera. Por las malas era una opción, pero había algo que nadie estaba teniendo en cuenta allí y que a él le escocía desde el pasado de una aldea perdida en el norte. 

—A mí me gustaría saber qué tiene que decir Alice sobre todo esto. Si se va a decidir su futuro en este lugar ella tiene derecho a opinar. 

Deanna miró hacia arriba, no sólo hacia la redcap que reclamaba ser la madre de Alice sino hacia otro punto indefinido, mientras escuchaba a sus compañeros y asentía, tras la intervención de Kyran- Eso de pertenecer a alguien no suena nada del siglo pasado. Ni que estuviéramos hablando de una persona, vamos. ¿Qué es eso de ser un individuo independiente y poder opinar? Porque seguro que no pasa nada por sacar a una niña de un entorno al que ya está acostumbrada, para mover todos los cimientos de su vida en el momento en el que necesita algo a lo que aferrarse para entender todo lo que le está pasando.-dijo, lamentándose, suspirando- No sé dónde la tienes. Con la misma la tienes ahí arriba, detrás de una de esas puertas.-añadió, dedicando una breve y significativa mirada a sus compañeros, mientras alzaba las cejas- Y supongo que no le has hecho ningún daño, si es verdad que eres su madre y la quieres. No al menos físico.-comentó- Pero, ¿a dónde piensas llevártela? ¿Acaso ella te reconoce? ¿Tienes medios para darle una vida... Es decir... Una buena vida? ¿O viviría en un sitio como este? ¿Ella quiere irse contigo?- preguntó, tratando de sonar comprensiva, de hacer razonar a esa mujer, mientras alejaba, lentamente, la mano de su estilete. 

- Oye, si lo que quieres es tener relación con Alice, podemos ayudarte a que forme parte de tu vida, y tú de la suya. Algo se podrá arreglar. Pero no de esta manera, tan... Coherente y para nada traumática para la cría. 

La redcap observa intensamente a Leonore, su expresión cambia un momento. -Vaya, la bibliotecaria. No esperaba verte de vuelta... tan pronto- dice sonriendo mostrando los dientes amenazantemente. -Es como una gran reunión familiar. Lástima que he aprendido a no responder tus preguntas de mierda- dice, pronunciando este último adjetivo con bastante desprecio.

Observa a Neakail, pero no responde inmediatamente, su atención se centra en el pelirrojo. Las últimas palabras que éste pronuncian hacen un clic, que hace que los ojos amarillos de la Kithain se fijen en Neakail, sonríe pero no avanza. -Chico listo- dice volviendo a mirar al resto mientras hablaba.

-Ella nada tiene que decir. Es mi hija y me fue quitada de forma ilegal e injusta. ¿No es eso lo que pregona vuestra corte luminosa? ¿Justicia y esas porquerías?- y mira a la Pooka con cierta rabia. -Bah, decidíos. ¿Queréis hablar o queréis pelear? He lidiado lo suficiente con vosotros y vuestras provocaciones.- dice y saca una petaca de su chaqueta, sonriendo a todas luces mientras muestra los dientes. Luego hace un sonoro ruido gutural con su garganta, como si estuviese generando un escupitajo.

-Eh, a tu pregunta, "jefe"- dice conteniendo el aire. -No tengo que pelear con decenas de Kithain. Sólo tengo que pelear con vosotros- y acto seguido escupe con gran fuerza sobre Neakail.

El escupitajo crece de tamaño y cambia, explotando en medio del aire en una bola de fuego rojiza que empieza a llover sobre todos con gran violencia, e impregnando vuestras ropas, vuestra piel en llamas feéricas y salvajes, que comienzan a haceros daño con rapidez y saña, mientras escucháis una risa carraspeante que viene de la Redcap.

La redcap se burlaba, mientras grandes columnas de humo empezaban a surgir, y vuestra piel se iba a quemando. Vuestros ojos tienen difícil concentrarse, mientras las llamas se extienden rápidamente a las vestiduras que tenéis, y el dolor empieza lentamente a asentarse.

De repente, con tan sólo un corto impulso, véis la figura de la Redcap saltando de forma ágil sobre el agujero hasta llegar al otro lado, justo a una de las puertas cerradas. Ha sido un prodigioso movimiento de más de 10 metros en el aire, y aquella Kithain lo ha hecho como si nada. Su atención se divide entre vosotros y la puerta, pero parece que tiene muy en claro lo que va a hacer.

Tu piel se va chamuscando, más allá de tu aspecto quimérico. Las llamas van dejando de ser feéricas y libres del arte del redcap, es probable que se comporten como fuego normal tras algunos turnos...

Aquellas llamas tienen un aspecto predominante quimérico, pero quizás terminen volviéndose reales tras algún tiempo... o sean sofocadas por la banalidad del mundo otoñal. Pero sospechas que no permanecerán mucho en esta forma.

La verdad es que la pregunta del sátiro me gustó. Se notaba que era un tío listo, el capullo. Tan listo para esconder el tesoro de un basilisco y mantener la boca cerrada, por ejemplo. O como para matar a su hijo y que la peña le echase la culpa a otro. En el fondo, el tío molaba.

Luego, con las palabras de Deanna aproveché para mirar arriba, calculando la distancia y si podría llegar allí antes que la redcap...  Pero antes de que llegase a intentarlo, de repente nos estaba escupiendo fuego. Eso sí que no molaba. El desprecio de escupir lo entendía. Queríamos secuestrar a su hija secuestrada, después de todo. ¿Pero hacerlo con juego?

—¡Joder! —exclamé, al tiempo de ver pasar casi volando a la redcap al otro lado. Entonces empecé a agitarme, a manotearme, y actué por instinto. Todo lo que subía bajaba. O casi todo. Los kilos de mi tutora del instituto, desde luego, no. Pero si ella había ido... Podía volver.

Miré a la redcap sólo un instante, y luego me centré en su ropa. No en su conjunto, sino... Eso, en su ropa. Un tirón para llevarla atrás, justo para que cayese entre Leonore, Neakail y Deanna. Y ver a la última me hizo señalarla con la barbilla, aún sin dejar de manotearme a mí mismo.

—¡Los pantalones de Deanna están en llamas!* —Y es que al fin y al cabo siempre había un lugar para el humor.

Podéis observar como la redcap empieza a sentir como sus pantalones comienzan a tirar de ella. Como si fuese un reflejo, la Redcap muerde un pedazo de madera, resistiéndose a ser halada, pero parece que su agarre es insuficiente y tras una corta lucha, es arrastrada en una parábola, cayendo justo en medio de vosotros de pie, escupiendo astillas de su boca, y con una expresión de estar de muy mala leche, mientras trata de ponerse en guardia ante vuestra amenazante y flamígera presencia.

El caríz del asunto se torna casi mortal y produce que algo haga click en la mente de Neakail. Jamás se había visto en una situación como esta. Jamás había tenido el peligro tan susurrante en la nuca, ni había mirado tan cerca los ojos del miedo.

Es lo que siente cuando las llamas comienzan a extenderse por su ropa y piel, sintiendo las laceraciones producidas por las caricias del fuego. Dicen que en esas situaciones vienen a tu mente retazos de recuerdos o la imagen de alguien que te importa, pero él comprobó en ese momento que no se ve nada. No se ve una mierda. Nada que no sea  la mordida de la adrenalina. Simple y llanamente te pose algo instintivo.

Sintió el daño comiéndole, literalmente, y su primera reacción es tratar de sofocar aquellas llamas. Primero con las manos, luego se plantear rodar por el suelo... hasta que es consciente de las intenciones de Errol y lo que acontece después es producto de un impulso. Un impulso visceral. Algo tan pasional como puede serlo una caricia en la intimidad de dos amantes. 

Cuando tiene a la redcap delante, rodeada, no lo piensa. Aferra el arma y se abalanza sobre ella con afán de apuñalarla hasta la muerte. Apuñalar, apuñalar. 

Aquella mujer no parecía querer hacer las cosas por las buenas y el resto estaban empellados en hacerlas por las malas. Antes de que pudiera darse cuenta estaban atacando a la redcap y la cosa se había ido de las manos. El fuego tampoco ayudaba, así que me di unos manotazos tratando de apagar el fuego que tenía encima. Me quito las ropas que no pueda salvar, al menos las capas de arriba y corro hacia donde vi marcharse el fuego fatuo por última vez, corriendo.

Quizás Alice pueda parar esto, si de verdad es su hija no querrá que matemos a su madre…

Deanna gritó, sintiendo cómo su ropa prendía. Palmoteó su ropa, y trató de apagarse, imitando a Leonore, y quitándose las capas más externas de ropa, mientras escuchaba el chiste de Errol y veía caer a la redcap, entre ellos- ¡El momento adecuado para hacer un chiste tan bueno!- profirió, angustiada, mientras veía cómo Neakail se abalanzaba sobre la mujer y trataba de apuñalarla, en una imagen tan horrorosa como ridícula. 

Corrió junto a Leonore, sin perder de vista a la supuesta madre de Alice. Sobretodo prestando atención a sus manos, y a sus dientes. Los dientes de los redcaps eran un problema, sin duda. Podían arrancarte un dedo, un brazo o media cabeza. Pero aquella mujer... Sí. Podía dejar de ser redcap. Al menos temporalmente... 

El sátiro frunció el ceño con la respuesta de la redcap que lo adjudicaba de rebote en una corte que no era la suya. No era momento para esa discusión, pero el tema le había escocido lo suficiente como para que se le acabase la paciencia. Empezaban a importarle poco el derecho y la razón que pudiera tener esa kithain y no era porque fuese maleducada, que eso hasta le podría haber hecho gracia en otra circunstancia, sino porque el modo en que hablaba de su hija-cosa se sumaba a que aquello no era un tema de cortes, al menos para él. 

Pero la gota que colmó el vaso fue cuando les escupió y las llamas empezaron a prender en su ropa. 

—¡Joder! ¡Me cago en tus muertos! ¡Cabrona!

Le dedicó todas esas lindezas y algunas más mientras dudaba si tirarse al suelo para empezar a rodar o coger el arco para enviarla al mismo sitio que al basilisco. Pero antes de que se decidiese el pelirrojo demostró de nuevo que además de ser un deslenguado podía ser útil y una sonrisa torcida y peligrosa brilló por un instante en los labios de Kyran. 

Se abalanzó sobre la redcap, con toda la intención de rodearla con sus brazos. Por un lado así la sujetaría para Neakail. Por otro la quemaría con sus propias llamas. Sí, él también se iba a llevar algunas quemaduras de regalo, pero en ese momento su instinto iba más hacia dañar que hacia protegerse. Claro que no estaba contando con el dolor que empezaba a clavarse en carne, y es que el fuego, por quimérico que fuese, mordisqueaba su piel con dientes tan afilados como los de la redcap.

Mientras todos trataban de atacar (inútilmente) a la redcap, al final una mancha borrosa se hace visible en medio del fuego, una mancha borrosa con ojos azules que se para frente al enemigo.

-Eh, cara fea, deja en paz a mis... sirvientes- dice Mest, demostrando más valor del que Errol recuerda haberlo visto. Un aura negra aparece alrededor de la quimera y empieza a rodear a la redcap con gran rapidez, mientras ésta parece intentar resistirse ante el ataque de la quimera.

Todo sucedió con inusual rapidez. Cuando la redcap estaba en medio de vosotros. Neakail intenta clavarle su main-gauche de inmediato, y por un instante siente como la hoja se clava en su enemiga. Alcanza a sonreír, con la dificultad que la piel debería causarle. Pero cuando observa el arma en su mano y la herida, se da cuenta de que la Redcap se ha corrido lo justo y que la hoja metálica tan sólo se ha enterrado en la chaqueta, sin llegar a hacer ningún daño.

Deanna intenta correr y lanzar uno de sus artes. Pronto veis como el aspecto de la redcap cambia. Su cabello se hace blanco, sus dientes se vuelven romos y su piel toma un tono blanco menos amarillento. Pequeñas espirales sanguinolentas aparecen en sus rostro, y sus manos se hacen nudosas. -Pero qué coño...- alcanza a decir observándose y lanzando una furiosa mirada de regreso a la Pooka. Deanna intenta ahora empezar a correr, pero le cuesta concentrarse, y termina simplemente por perder un momento el equilibrio, evitando caer tan sólo gracias a su equilibrio.

No tiene tiempo de responder, Kyran embiste contra ella con el propósito de agarrarla, pero con una ágil finta, la ahora Nocker se quita y el Sátiro trastabilla con sus pezuñas, yéndose de bruces contra el suelo de forma aparatosa.

El último en aparecer es Mest. Sus extrañas y oscuras artes rodean a la antes Redcap, y sus ojos comienzan a girar algo confundida, mientras gruñe. Lo que haya hecho la quimera, parece estar teniendo dos efectos. Uno, la Redcap parece haber perdido su concentración y dos, está cabreada.

Mientras tanto, el fuego crece. Leonore, quien ha logrado escabullirse hasta acercarse a la puerta de la planta de arriba. se quita la sábana blanca que lleva sobre ella y la deja caer en el suelo, sin que sea muy efectivo, mientras las llamas voraces comienzan a probar la madera lentamente. Las llamas quiméricas comienzan a cambiar un color y a tomar un aspecto más mundano, a mezclarse con las otras y se extienden a vuestras piernas y hombros. No parece estar solamente en vuestra ropa sino en vosotros mismos. El dolor crece y las heridas empiezan a pesar lentamente. El calor aumenta, la temperatura crece y el crepitar del fuego se hace desesperado y violento, como una última mofa por parte de vuestra enemiga.