Partida Rol por web

-Arded, arded cabrones- dice mientras flexiona las rodillas e intenta saltar nuevamente. Por un instante parece que va a lograr llegar hasta el techo, extiende sus brazos sin lograr alcanzar el borde el agujero superior, y en una parábola en el aire cae en el borde frente a la puerta una vez más. Se sacude algo aturdida mientras parece buscar algo en su chupa de cuero con cierto frenesí, maldiciendo por lo bajo.

-Haz algo, haz algo jodido- alcanzáis a escuchar que dice.

Kyran maldijo al dar con sus huesos contra el suelo. Desde ahí veía cómo la situación se descontrolaba, la redcap cambiaba de forma y se escapaba mientras todos seguían ardiendo. Apretó las mandíbulas por el escozor que iba quemando su piel y pensó en rodar por el suelo para apagar el fuego, pero sus ojos cayeron sobre el pelirrojo y una idea pasó fugaz por su cabeza.

—¡Eh, Errol! —trató de llamar su atención y lo siguiente no lo gritó—. Telepórtame encima de ella

La verdad es que durante los segundos siguientes tras mi intervención empecé a agobiarme. A agobiarme al ver que todo iba mal, que nada salía en condiciones, y que ni siquiera entendía lo que hacían algunos de los otros. Aunque Leonore estaba desnuda, eso no era malo. Bueno, vale, también me agobiaba por el pequeño detalle de estar quemándome vivo. Eso influía, desde luego.

Apreté los dientes al ver que la rednocker intentaba pirarse de nuevo. Repetir lo que había hecho antes no parecía la mejor idea: si no había funcionado unos segundos atrás, no iba a hacer el idiota intentándolo de nuevo. Dudé durante un instante. Y cuando oír la voz del sátiro lo miré un instante.

—¿Teleportarte? —pregunté—. ¿Quién te crees que soy, Rondador Nocturno? —dije, manoteando de nuevo para intentar quitarme el fuego. Aquello se estaba poniendo mal. Muy mal.

Aunque había algo que sí podía hacer. Quizá era lo que el sátiro pretendía desde el principio, pero no había sabido explicarse. Después de todo, había demostrado que no era tonto.

—Vamos allá... —murmuré, intentando levantarnos a todos nosotros por encima del suelo. El sátiro lo había pedido, y Leonore y Deanna parecían querer eso mismo. Lo que quisiera Neakail me importaba poco, pero desde luego iba a pinchar mejor con la punta de su espada si estaba cerca del enemigo que si estaba en otro piso. Y sobre todo, había otra cosa: me daba mal rollo cómo la sábana de Leonore estaba encendiendo la madera.

El efecto del arte de Errol fue inmediato. Todos subís unos metros de repente y luego avanzáis, como saltando sin pensarlo, hasta aterrizar suavemente en el borde. Todos, incluido Kyran que aterrizó también boca-abajo como estaba, muy cerca a Neakail. Las llamas comienzan a expandirse en este segundo piso, contagiándose de vosotros, mientras la nocker os mira con cierta alarma en sus ojos.

Sólo Mest se queda abajo, mirando con sus ojos azules y murmurando. -Qué gilipollas...- dice mientras parece buscar dónde esconderse nuevamente.

Deanna comenzaba a tratar de apagarse, al notar el doloroso calor de las llamas, cuando notó aquel extraño tirón, dando un respingo que más bien parecía un maullido sorprendido, y aterrizando como lo haría un gato al caerse sobre el borde, aunque con la gracilidad que le permitía emplear el caer suavemente sobre la madera. Permaneció atenta a las manos de la mujer, que parecía buscar algo con apuro, y siguió tratando de apagarse, queriendo extinguir las llamas que cubrían su cuerpo, manoteándolas enérgicamente y retirándose la ropa que estuviese prendida irremediablemente. 

En la caída suave, Kyran aprovecha para abrazar a la Redcap. De alguna manera logra sostenerse, cayendo sobre su espalda, mientras esta logra soportarle lo suficiente, maldiciendo viva y altamente, tratando de liberarse. Las llamas empiezan a contagiarse en sus ropas mientras esta se sacude, intentando resistirse.

Palmoteo las llamas que hay sobre mi cuerpo, parece que quitarme la túnica no ha sido suficiente, lo cual es una pena porque ahora iba sin nada y eso era poco educado, que no pudoroso. Los cuerpos desnudos no tenían nada que esconder, pero eso estaba muy lejos de lo correcto y decoroso.

Ya buscaré otra sábana por la casa, seguro que Alice tiene alguna en su cuarto.

Pienso para mí mientras doy manotazos a toda llama que vea sobre mí, tratando de sofocarla. Es entonces cuando me veo propulsada hacia arriba sin quererlo ni esperarlo y mi aterrizaje es de todo menos grácil, pues me esperaba lo peor con aquel volar y acabo trastrabillando ligeramente tratando de mantener el equilibrio.

^{_{-¿Qué está pasando?}}- pregunto perdida mirando alrededor, estábamos todos en el piso de arriba. –^{_{Debemos buscar a Alice}}- digo al ver que insisten en atacar a aquella señora y si era la mamá de Alice, esta se enfadaría mucho.

Al final lo que hizo el pelirrojo no era exactamente lo que Kyran esperaba. Se vio volando con suavidad aún en posición horizontal y aprovechó cuando pasó cerca de la redcap para abrazarse a ella como si fuese un koala. 

—Ahora ya no te ríes, ¡eh! —masculló en su oído, con las mandíbulas apretadas por el dolor que el fuego iba dejando en su cuerpo.

Veía cómo a su alrededor Deanna y Leonore empezaban a quitarse la ropa y en cualquier otra circunstancia eso habría hecho que sus ojos y su atención se centrasen en ellas sin remedio. Pero entre el fuego y el peligro que era la kithain no estaba su cabeza como para pensar en nada que no fuese lo que tenía entre manos.

—¡El fuego es quimérico! —exclamó, explicándoles así por qué no lograban apagarlo aún—. ¡Se volverá real o la banalidad lo sofocará! ¡Id a por la cría!

El ataque falla y la frustración de tal certeza tiene un efecto casi tan abrasivo como el fuego quimérico que engullía su ropa y su piel. Realmente no está pensando ahora en secuelas, salvo cuando el dolor se hace tan insoportable que, en mitad de la vorágine de ataques infructuosos, se saca la camisa y a palmetazos trata de sofocar el fuego de cara y torso, tratando de no perder la posesión de la main-gauche.

En esas, se sorprende de pronto reubicado en la parte alta de la casa, donde la redcup caracterizada ahora como si fuera ahora su maldito primo lejano. Kyran cae sobre ella y parece la retiene un poco. Neakail aprovecha la cercanía con la puerta para tentarla y tratar de abrirla y entrar. Se supone que ahí debía estar la niña ¿no?

Si había problemas, entonces tocaría volver a utilizar el arma, pese a las consecuencias que ello puede acarrear para su persona. 

Enrojecidos y ante el calor aumentando, la situación se hace crítica. La redcap forcejea inútilmente, tratando de concentrarse, pero sin poder moverse, mientras Kyran la abraza con la mayor fuerza posible. Al tiempo que Neakail toma la perilla de la puerta, sólo para darse cuenta de dos cosas.

La primera, es que está asegurada. La segunda, es que aquella acción ocasiona en él una violenta reacción, cayendo de rodillas y tosiendo sangre visiblemente en el suelo de forma descontrolada, sin poder contenerse durante varios segundos. Siente un punzante dolor en su interior, como si sus órganos internos hubiesen sido estrujados violentamente. Las fuerzas le empiezan a abandonar y su visión se hace borrosa, mientras sus músculos tiemblan.

En ese instante la Redcap parece sacudir la misma realidad, vuestras cabezas comienzan a dar vueltas, y todo esto parece lejano, irreal, como si fuera tan sólo una pesadilla de la que pronto vais a despertar. La Redcap decide hablar entonces. -Estáis cayendo, copones- alcanza a rugir, mientras sentís como su malhadada influencia comienza a rodearos con gran violencia.

En efecto estás cayendo. Las paredes se desvanecen, el suelo se abre ante ti y hay una caída enorme e infinita que amenaza con tragarte. Estás cayendo al infinito vacío mientras ardes y tu piel comienza a consumirse rapidamente por el fuego. Caes y no recuerdas en dónde está todo el mundo, sólo que caes.

En efecto estás cayendo. Las paredes se desvanecen, el suelo se abre ante ti y hay una caída enorme e infinita que amenaza con tragarte. Estás cayendo al infinito vacío mientras ardes y tu piel comienza a consumirse rapidamente por el fuego. Caes y no recuerdas en dónde está todo el mundo, sólo que caes.

En efecto estás cayendo. Las paredes se desvanecen, el suelo se abre ante ti y hay una caída enorme e infinita que amenaza con tragarte. Estás cayendo al infinito vacío mientras ardes y tu piel comienza a consumirse rapidamente por el fuego. Caes y no recuerdas en dónde está todo el mundo, sólo que caes.

En efecto estás cayendo. Las paredes se desvanecen, el suelo se abre ante ti y hay una caída enorme e infinita que amenaza con tragarte. Estás cayendo al infinito vacío mientras ardes y tu piel comienza a consumirse rapidamente por el fuego. Caes y no recuerdas en dónde está todo el mundo, sólo que caes.

En efecto estás cayendo. Las paredes se desvanecen, el suelo se abre ante ti y hay una caída enorme e infinita que amenaza con tragarte. Estás cayendo al infinito vacío mientras ardes y tu piel comienza a consumirse rapidamente por el fuego. Caes y no recuerdas en dónde está todo el mundo, sólo que caes.