Partida Rol por web

La belleza de la elfa y de la canción dejaron sin palabras a Narmo, que no podía más que mirar embelesado a la hija de Elrond, nunca había visto un ser tan perfecto como ella y a diferencia de el atrevido Jabien, no se atrevió a hablar directamente con ella, al menos en aquellos momentos después de la canción.

Hubo otras canciones, y los invitados advirtieron que el protocolo brillaba por su ausencia, y todos se comportaban a su aire, yendo y viniendo de la sala a su antojo, comportandose todos con decoro, pero con alegría y fiesta.

Tosur cogió una buena cogorza, pero sus risotadas no fueron del todo molestas y se repartieron obsequios entre los invitados, objetos de manufactura noldo, de gran valor todas ellas.

La noche se alargaba más de lo adecuado, y muchos de los presentes fueron retirandose, siendo Elrond de los primeros en disculparse para descansar, y al final todos acabaron en sus habitaciones, reposando en la paz del lugar.

La mañana se hizo, y tras un buen desayuno los invitados que lo desearon fueron a la cámara del concilio, que era una habitación de gran tamalo, amueblada con una larga mesa de madera de roble, y gran número de confortables sillas. El techo recto, ghecho de yeso blanco y vigas de color negro, y las paredes hechas de paneles que a menudo se ven cortados por multitud de ventanas así como puertas de cristal que comunican al norte con un porche, y al este con un pórtico cubierto.

Allí se encuentran Elrond, Glorfindel, Gandalf, Trancos, dos elfos noldor que no conocéis, y el tal Borondir de Gondor, además de todos vosotros. El ambiente no tiene nada que ver con el día anterior, y todos portan gestos serios. Comienza a hablar Elrond, sobre los problemas que ya conocéis:

-El mal que nos ataca es ciertamente peligroso, y muy a tener en cuenta, pues el orco llamado Narghaash ha conseguido unificar gran número de clanes orcos de las montañas nubladas, y tal y como me ha informado Gandalf, posee un objeto mágico que le otorga un poder que no le corresponde. Es despiadado y cruel, además de ambicioso, y desea sobre todas las cosas obtener más poder, que pretende conseguir de Rivendel y sus tesoros. Pero no queda ahí su ruindad, pues tras este refugio anhela conquistar toda la región de Bree, para lo que está enviando patrullas a fin de reunir información.

Tras elrond, el anciano Gandalf toma la palabra:

-Si mis indagaciones son ciertas, ese orco ha encontrado un asentamiento Dunlendino, tan viejo como las mismas montañas llamado Minas Terghen. Cuenta la leyenda que es un lugar maldito, una torre construida hacia abajo de las montañas, en lugar de hacia el cielo, y que desciende hasta unas cámaras subterráneas, que en principio fueron construidas como asentamiento de los explotadores de una mina de Mithril, una de las pocas fuera de Moria. El lugar es muy difícil de encontrar, pues sólo es visible la almena de la torre, y está muy oculta entre las montañas repletas de orcos. Ni siquiera estos sabían del lugar hasta que Narghaash lo encontró por casualidad.

Como decía se cuenta que es un lugar maldito, donde el fantasma del cacique Dunlendino que regentaba la mina vaga a su antojo, rodeado de un séquito de no muertos. Pero esa leyenda carece de base, y menos ahora, que se sabe que un nuevo dueño ostenta el poder allí.

El emisario de Gondor, que se revuelve inquieto en su silla, toma la palabra en cuanto puede, con cortesía pero firmeza:

-Disculpad que me entrometa, pues ahora veo que aquí tenéis graves problemas. Pero quería añadir que en Gondor también estamos sufriendo ataques orcos, aunque de fuentes diferentes. Es del todo preocupante, pues nuestros atacantes provienen de Mordor, y con una ferocidad y número que no se ve desde la batalla de los cinco ejércitos. Y ése es el motivo por el que estoy aquí, el de informar de la situación a nuestros amigos los elfos, y traer los deseos de mi señor para recuperar el espíritu de alianza de los pueblos libres, para luchar contra el mal común. Aunque... veo que llego en un mal momento.

-Malas nuevas del sur, y más problemas en los que pensar, pero entiende, amigo Borondir, que en estos momentos tenemos asuntos más urgentes -dice Elrond

Gandalf interviene de nuevo:

-Sin duda habrá alguna relación entre estos poderes que atacan, pero opino que Narghaash, aunque sometido a Mordor, tiene ideas propias, y es un peligro diferente, y más cercano.

Tras las palabras del anciano, se forma un pequeño barullo, tratando de averiguar las conexiones o diferencias entre ambos grupos de orcos, y en las soluciones a adoptar. Borondir insiste en que necesitan ayuda. Uno de los noldor habla sobre avisar a los enanos, y a los elfos de lorien, y Glorfindel propone directamente atacar Minas Terghen.

Me encontraba anonadado entre tanto ilustre. Primero la bella tonadilla de la no menos bella dama y luego la presencia del famoso mago Gandalf. Pero pronto se acabaron las buenas nuevas. Elrond y Gandalf nos expusieron la situación y ciertamente era crítica.

Escuché con atención las palabras de todos los presentes y, timorato, me atreví a intervenir.

—Quizá no sea el más adecuado para entorpecer sus cavilaciones, grandes señores, mas el problema me atañe a mi, como a todos. Respóndame a una pregunta, señor Gandalf, por favor. ¿Sabemos el tamaño del ejercito que ha reunido Narghaash en Minas Terghen? Opino que eso sería un dato a tener en cuenta antes de dirigir nuestra decisión en uno u otro camino. Diría más: ¿de cuantos hombres disponéis?

Agaché la cabeza mientras ofrecía mi espada al servicio de la causa que atemorizaba al gran mago.

—Podéis disponer de mi vida si así lo estimáis, mis señores.

Si, el problema no es encontrar su asentamiento, sino llegar hasta el y con un numero suficiente para poder erradicarlo. Como bien ha dicho el compañero, señores, el numero de nuestras y de sus fuerzas tiene vital importancia para poder plantear un ataque directo o otro tipo de estrategia, pues una cosa esta clara, la batalla, antes  o despues llegara a producirse... 

-¿Ezque zoy el único al que to ezto le huele a chamuzquina? Ezo de todes mágicaz que crecen hacia abajo y fantazmaz dundeledinoz que viven en una mina de midtridl... mitdil... mitil de eze... peddone que le diga zeñó Gandalf ¿Pedo como zabe udté to ezo, zi como uzté mimo a dicho, eza mina e inaccecible y eztá tope bien guadada po un ejécito de odcoz? Ozea ¿Quién ze lo ha dicho? Podque zegudo que le han tomado el pelo. Y bueno, zi no ez ezo y ez que uzté eztá zugidiendo que ze coló ahí y dezpuéz ze ezcapó zin que nadie ze entedaze... vamoz. Coza de magia potagia, vamoz. Con todo mi dezpeto y el toda la población de la Comadca, a la cual depecento en ezte concilio.

Gregori se aclara la garganta, mirando a Gandalf de forma desafiante porque sabe que él sabe que él sabe que le ha pillado.

-Cambiando de tema, yo zugiedo también atacad eze zitio y matadloz a todoz. Pedir a loz enanoz que ayuden a cambio de quedadce con la mina eza de mitdil cuando haya zido conquidtada. La Comadca me temo que pedmanecedá neutal en ezte azunto, dado que ze acedca la fiezta de la cozecha y toda la cuadena del zud y la del ezte eztadán muy ocupada en celebrá la fiedta del pimedo de mayo.

-El tamaño de las huestes enemigas es difícil de calcular, aunque sabemos que es numeroso, posiblemente miles de orcos. Mucho más que el ejército que podamos reunir -dice Gandalf a Adrahil y Amarth, para luego girarse hacia el hobbit, y mirarlo con gesto serio, como viendo a Gregori por dentro-. Aquí tenemos a un hobbit que no conozco, pero que cree conocerlo todo. Te diré, pequeño respondón, que las leyendas son sólo eso, historias, y poca credibilidad tienen, pues como dije, no hay registro de que elfo, hombre o enano haya encontrado ese lugar. Lo que sí tenemos claros son los informes, sonsacados a orcos capturados, de modos que no te conviene saber. Esos informes nos dejan claro que Narghaash sí ha encontrado el lugar, y que ostenta el poder gracias a un amuleto mágico y poco más se sabe a ciencia cierta. Por otro lado no creo que la mina siga teniendo mithril, pues en caso contrario jamás se habría abandonado.

-Sin ayuda nuestras posiblidades son muy escasas. Estel, ¿cuántos hombres podrías reunir?

Dice Elrond, mirando al hombre vestido con capa verde y capucha, que permanecía callado y con gesto serio.

-Pocos, no más de cincuenta montaraces del norte.

Contestó escueto el tal Trancos, ahora llamado como Estel.

-Aquí en Rivendel podemos contar con unos doscientos elfos, y quizás podamos enviar emisarios a Bree a fin de que sus milicias se unan a nosotros. Creo que aunque pidamos ayuda a Lorien, Rohan u otros pueblos, en el caso de que aceptaran colaborar, no llegarían a tiempo, pues este asunto se resolverá, para bien o para mal, de manera inminente.

Elrond baja la cabeza, en actitud pensativa.

-Poco temo por Rivendel, pues aquí estamos bien protegidos, mas no podemos permanecer ciegos a lo que sucede.

Dice sin dejar nada claro de lo que piensa.

-Por supuesto que no. Y yo me ofrezco para liderar una expedición a esa torre, a fin de desentrañar sus misterios y de destruir a Narghaash. Somos más inteligentes que esos orcos, y podremos hacer alguna maniobra de distracción para que el grueso de su ejército salga de las montañas, y yo y mi grupo podamos entrar en la torre. Con algo de suerte encontraremos a Narghaash, y dado su liderazgo, cortando la cabeza, caerá el cuerpo entero.