Partida Rol por web

Conmocionada y frenética Scarlett no se detuvo mucho con la señora Johnson, a quien abandonó tan pronto como pudo ver que ésta podía hacer uso de sus piernas. Si no fuera porque habían todavía tres vidas más peligrando, seguro se hubiera quedado con Nicole para consolarla, pero aquélla se encontró sola de repente, aún con las imágenes de Daniel siendo degollado.

La verdad es que Nicole no tenía ninguna herida y empezaba a dudar si realmente todo aquello había sido real; pero aún estaba tan conmocionada que no había podido poner su cuerpo en coordinación. Las palabras de Scarlett pasaban por su cerebro como un torbellino, y la llave que le había dado la pelirroja todavía colgando en sus manos.

La señora Johnson salió lentamente de aquel lugar en el que había estado encerrada por unos segundos, caminando lentamente por su alrededor. Efectivamente, como le había dicho Scarlett, no muy lejos de allí había una puerta negra que se confudía con las paredes del mismo color. En ella había un letrero en letras doradas que Nicole no alcanzaba a leer, pero que suponía que tenía que ver con la llave que aún tenía en sus manos.

¿Debía seguir los dictamenes de la pelirroja o quedarse allí? Quizá la libertad estaba pocos pasos, pero igualmente podría estarlo la muerte. Nicole no lo sabía, y aquello la hacía temblar...

No era tan estúpido como para creer que había derrotado al francés. La criatura no aceptaría jamás el error que había cometido. Todavía era parte de aquel juego maléfico aunque poco le importase.
Respiró profundo y relajó su mente, luego revisó la habitación en busca de una salida. y palpó su sobaquera para asegurarse que su pistola seguía allí. Si no encontraba una salida intentaría introducirse en otro espejo.

- Dios mío... - digo con voz entrecortada aún por el llanto - que ...que coño significa esto... -. Mis pasos me llevan en retroceso hacia la escalera por la que descendí al depósito de cadáveres del extraño hospital.De repente todo me parece siniestro,incomprensible y aterrador... Mis pequeños que les han hecho, que significa esto ,es una broma? por favor que pare ya !!... me estoy volviendo loco....Me friego la cara y los ojos intentando vencer el abatimiento que me provocan los acontecimientos. La imagen de las figuras aparentemente muertas de mis hijos acercándose a mi,provocan la más grande de las contradicciones en mi mente,aún aturdida por el shock.A todo esto,se le suma el arrebato emocional de ver a mis hijos muertos... pero ahora están de pie,caminan hacia mi pero soy incapaz de acercarme a ellos, tengo miedo y sigo caminando hacia atrás,sin dejar de observar el horror que se alza ante mi. Voy tropezando con los objetos que mis pies encuentran pero que mis ojos son incapaces de ver , ya que no dejo de mirar, horrorizado, a mis pequeños... son ellos ? q... que les ocurre... ? -Porque me pasa esto? do.. donde estoy ... - ahora busco con la mirada a la enfermera,a alguien que me de una respuesta... es inútil ... estoy solo... me siento atrapado... busco la salida... - Patricia donde estas?? ... Patriciaaaa!! - grito angustiado.

Busco la llave luego de recuperarme, y abro la puerta llena de miedo.

Allí ocurría algo extrañísimo. Incluso teniendo una linterna, no podía ver bien el interior de la habitación. Esa era una oscuridad misteriosa, que confundía al ojo humano. Parecía que la oscuridad quisiera camuflarse pero al mismo tiempo tapar algo que allí hubiera.

Con mucho cuidado y alumbrando dónde iba a colocar el pie, Susan dio un paso dentro de la habitación, pero dejando el otro pie fuera. Esa puerta era como un arma de doble filo. Por un lado no quería dar la oportunidad de que se cerrar dejándola adentro a ella, y al menos tiempo quería tener la oportunidad de cerrarla ella misma en caso de encontrar en esa habitación algo demasiado desagradable.

Iluminó entonces con la linterna las cercanías de la puerta, donde siempre están los interruptores de luz, para ver si encendiendo la luz sus chances mejorarían. Siempre con el arma preparada para disparar a cualquier cosa que le saltara encima.

La habitación era realmente pequeña, por lo que a Leonard no le costó abarcarla toda con la mirada, buscando con ella cualquier resquicio en aquellos malditos espejos. Mas la estructura se mostraba completamente firme, como si se burlarara del policía y marcará con ella el principio de su fin. ¿Cómo podía salir de allí sin volver a caer en una ilusión o salir herido?

Ian fue caminando como pudo hacia la salida, presa del asco y el terror. Las preguntas se agolpaban en su mente: ¿qué carajos estaba sucediendo? ¿a qué se día? ¿por qué nadie había advertido que aquellos muertos no lo estaban tanto?

Cerrando los ojos, confundido y con miedo, grito, pero en vano. Estaba allí, solo, rodeado de muertos vivientes, entre ellos son dos pequeños hijos. ¡¿Quién les había hecho eso?!

El grupo de zombis se iba acercando más a Brown, con sus fríos brazos extendidos hacia él y sus ojos glaucos mirando hacia la nada. De repente, el hombre empezó a escuchar un par de voces. No entendía muy bien lo que decían, e inclusive al principio no las reconoció. Pasaron los segundos mientras aquellos extraños hablaban cuando el cerebro de Ian empezó a discernir áquellas, hasta reconocerlas finalmente. Eran Giselle e Ian Jr., quienes, mientras se le acercaban, iban diciendo:

- ¿Por qué? ¿Por qué, papá? ¿Por qué nos mataste?

Con las manos temblorosas, Nicole tomó la llave que Scarlett le había entregado y como pudo fue introduciéndola en el resquicio designado para ella en la puerta. Dio vuelta a la llave, movió la manija, empujó la puerta y la habitación misteriosa se abrió a ella.

Dentro, para la sorpresa de la señora Johnson, se encontraba un pequeño, pero inmaculado despacho. Todo allí era de madera, a excepción de lo que parecía ser una mesa con comandos a un lado del lugar. Habían papeles allí en todas partes, pegados en las paredes, algunos en el suelo, formando grandes frentes de basura. Se respiraba allí tal aire de exquisitez, que Nicole dudo por unos segundos si toda aquella pesadilla no era un sueño o si aquel lugar no formaba parte de la imaginación. ¿Qué podía esconder un lugar donde claramente se veía el rastro de vida humana en un lugar tan lúgubre como aquel teatro?

La mujer se fue adentrando en el pequeño lugar, presa de la fascinación, sin darse cuenta que al mero pasar de segundos toda ella estaba dentro del despacho. Un golpe súbito a su espalda la sobresalto. Se trataba de la puerta, que parecía haberse cerrado sola. ¿Y ahora qué...?

Susan dio un paso en la habitación con cautela, con el arma enfrente como si se tratase de algún tipo de espada. La luz de ésta paseo por el lugar, logrando replegar algunas tinieblas, pero no lo suficiente como para mostrar lo que había allí dentro.

Decidiendo centrar sus esfuerzos en otra cosa, la muchacha fue buscando por las paredes cercanas a ella el interruptor de luz, hasta finalmente dar con pequeño botoncito, al que no tardó en presionar, pidiendo para ella misma que aquello fuera lo que estaba buscando. Y efectivamente, al pulsar éste, la luz irrumpió el el lugar, llevándose la oscuridad lejos.

Pero quizá hubiera sido preferible que nunca hubiera encendido la luz, puesto que inmediatamente como ésta baño el lugar, Susan pudo observar con los ojos muy abiertos como la sangre se arrejuntaba allí como si fuera un pequeño lago. Era imposible que toda aquella perteneciera a un sólo ser humano. ¿De quiénes salía? ¿Y cuánto tiempo tenía allí?

Era seguro que los cuerpos de los que salía aquella sangre estaban más adentro, pero ¿y si retiraba el pie de la puerta y ésta se cerraba? No, no podía quedarse allí... Tenía que salir de esa pesadilla, a cómo diera lugar...

Y entonces detrás de ella escuchó algo, o más bien a alguien... a alguien que reía en aquel lugar, con sorna y malicia, con un timbre de voz que se le hacía conocido, pero que a la vez su cerebro se negaba aceptar... era su voz, la de ella, la que reía.

Susan por dentro se había estado jactando de estar preparada para todo allí. Esperaba ilusiones de todo tipo. Esperaba volver a ver el momento en que mató a sus padres, a sus padres matándola a ella, a sus hermanos acusándola, y muchas otras situaciones bastantes desagradables. A pensar de esa preparación, era bastante molesto eso que le ocurría, la ponía nerviosa. La habitación que no existía antes, la sangre, la oscuridad, y ahora propia risa.

Con un rápido movimiento cambió el peso de pierna apenas moviéndolas, más que nada moviendo el torso. Acompañó ese movimiento extendiendo el brazo que tenía el arma. Esa que reía no era ella, eso estaba claro. Si bien la voz era la de ella, esa maldad que se sentía en el tono no era propia de ella. Tenía que acabar con todo eso, disparándose a ella misma si fuera necesario.

Cuando las voces se vuelven claras y logro reconocerlas un escalofrío recorre toda mi espina dorsal. Mis pequeños andan hacia mi,con ojos vidriosos muertos en vida y acusándome de tal horror. - Yo ... yo no os haría daño nunca mis pequeños... soy yo ,papa ... -

Pero es evidente que no me escuchan ,no son mis hijos,son otra cosa. .Ellos forman parte del enjambre desmedido de cadáveres que se dirigen hacia mí.Los miro y sigo retrocediendo - Que queréis de mi ?... Cabrones que coño queréis de mi!! -

Sigo tropezando,con todo lo que queda a mi alrededor pero me siento con fuerzas de intentar uir... lanzo todos los objetos que encuentro a mi paso mientras corro hacia la escalera del macabro depósito.

No sabía que hacer, busco la salida en las paredes, en el piso e incluso en los espejos

Susan giró rápidamente sobre sí misma, buscando con los ojos - y con su arma también - la fuente de aquellas risas; pero cuando su vista se fijo en lo que tenía delante ningún ente o persona se dignaba hacer presencia allí.

¿Qué carajo?... Ella había escuchado muy bien aquella risa. ¡No podía ser que aquélla que había reido no estuviera allí! Sabía que debía enfrentarse a sí misma, quizá a una Susan más diábolica... pero de aquéllo a no ver nada...

De repente, Susan pegó un gritito. Había sentido como un par de manos - o de algo, más bien - se aferraban a sus tobillos con fuerza. Ésto la jalo, enviándola tal cual muñeco de trapo dentro de la habitación misteriosa, para la alarma de la mujer. La puerta, que con todo esfuerzo había tratado de que permanecera abierta, se cerró tan pronto como su figura menuda entró en aquella estancia.

Tan pronto como Susan se sintió dentro de la habitación, el agarre desapareció. Podía volver a moverse con libertad y, mientras tanto, la luz le ayudaba a ver lo que tenía a su alrededor. Movió el rostro de un lado a otro, buscando una salida de allí, cuando sus ojos se posaron una vez más en la sangre allí derramada. ¿A quién pertenecía? ¿A sus padres? ¿A sus hermanos? ¿O sería la de ella?

Bien pronto tendría que saberlo, pues que al seguir su mirada vagando por el charco de sangre, ésta subió poco a poco hasta situarse sobre la forma amorfa de tres pares de piernas, todas ellas sangrantes y con cortes varios. Los torsos y sus rostros se perdían en al fondo de la pared, donde la luz de aquella habitación parecía rehusarse a acercarse.

Ian sacó fuerzas de donde no parecía tenerlas y como pudo se recupero, poniéndose en pie y corriendo como alma que lleva el diablo fuera de aquel macabro lugar. Los zombis, entre ellos sus hijos, se habían quedado rezagados mientras Brown salía por la puerta abierta de un frenético golpe.

Sin mirar atrás, Ian corrió con todas las fuerzas de sus piernas, cerrando los ojos para no ver lo que tenía adelante. ¿Qué demonios estaba pasando en aquel hospital maldito? ¿Por qué sus hijos - oh, sus pequeños -, estaban allí y le acusaban de haberles asesinado?

Brown no lo sabría nunca, pues tan pronto como abrió los ojos se vio a sí mismo chocando contra una de las paredes de espejo que formaba aquella cárcel en la que recién había ingresado.

Aquella pesadilla había acabado, pero frente a la cárcel de espejos comenzaba otra, una nueva llamada aquel maldito teatro donde estaban encerrados él y sus compañeros. Y ahora, ¿cómo saldría de allí?

Leonard se puso al trabajo inmediatamente, buscando cualquier resquicio, grieta, hueco o fuga de aire donde pudiera golpear o hasta disparar. Mientras estaba en aquella búsqueda empezó a oír unos golpes detrás de él. ¿Qué demonios estaba pasando ahora?

Antes de que el policía pudiera responderse, el espejo a sus espaldas se quebró, haciéndose añicos en una fracción de segundos. Fuera de él, con cara entre cansada y asustada y un gran mazo en las manos, se encontraba Scarlett, quien respiraba agitada.

- Ven, rápido. Hay que salir. Ayúdame con los demás, por favor.

-A tus órdenes- respondió el policía con una sonrisa y se dispuso a obedecer nuevamente a la mujer

Los trucos de la cosa con la que se estuviera enfrentando no le gustaban a Susan. No le gustaba que jugaran con su mente, que la hicieran ver o escuchar cosas que en realidad no estaban. Tanto o más molesto fue que algo jalara de ella y que la puerta se cerrara.

Cuando se sintió libre, se puso de pie. Lo primero que hizo fue arreglarse la ropa, ella era coqueta y no parecía haber ningún otro peligro inminente. Miró la puerta, pero ni siquiera se molestó en ir hacia ella para intentar abrirla.

Luego de hacer una recorrida visual por el lugar, puedo encontrar la fuente de donde provenía toda esa sangre. Vio tres pares de piernas que la chorreaban. La luz, sin embargo, parecía no alcanzar sus rostros y torsos. Apuntó entonces hacia ellos la linterna, sin descuidar su arma. De alguna manera tenía que identificar a esas personas. Se acercó un poco para ver mejor.

¿Este es el mismo lugar donde yo estaba?

Rápidamente y casi de manera frenetica comienzo a leer los artículos, y documentos que me encuentre, lo que sienta que es importante lo voy acumulando, voy hacia los cajones y trato de abrirlos, algo debe existir aca que me ayude a encontrar a ese niño....

Harry ayudame... ayudame guiame a encontrar algo que le sirva a mamá para defenderse y para salvar a ese niño...

Pienso mientras reviso todo.

Tan pronto como Leonard aceptó ayudar a la pelirroja, ésta salió corriendo a su derecha, no sin antes entregarle al policía lo que parecía ser una fuerte tabla de madera.

Parecía que, después de todo, los espejos no eran tan fuertes como parecían; y si bien era difícil encontrarles algún resquicio por su parte delantera, la trasera no tenía ninguna diferencia con cualquier vulgar espejo que se podía encontrar en cualquier lugar. Así, con aquel descubrimiento, sus pies pisaron con casi sorna los restos de aquel objeto maldito que lo había mantenido encerrado, no sin antes detenerse en un pedazo que brillaba en la oscuridad.

Al agacharse para observar mejor, Leonard leyó la siguiente inscripción: "Vincent Von Hausen. 3 de agosto de 1984 - 18 de abril de 2009". Vaya, una muestra más del sórdido sentido del humor del dueño de aquella estancia.

Archer buscó a su alrededor otra inscripción parecida hasta que su mirada se posó sobre una cárcel de espejos a su derecha. Allí estaba el nombre de una de las chicas que le acompañaban, la tal Susan; e igualmente su fecha de nacimiento, seguida de su supuesta fecha de muerte.