Partida Rol por web

- Todo un placer, Marilena. - Saludó el elfo procurando ser políticamente correcto. Nunca estaba seguro de cómo tratar a los humanos, y este era un establecimiento un tanto atípico para lo caóticos que solían ser los hombres. Le había sorprendido encontrar a gente hablando tranquilamente de teorías matemáticas. Una grata sorpresa.

- Pues algo de comer, y algo de beber para mis amigos y para mí. - Dijo señalando con las manos a sus tres compañeros, y corroborando la pregunta de la señora. - Un plato del estofado más típico de por aquí, y algo de cerveza creo que será suficiente para empezar. Ah, y pan y queso, por favor. - Prosiguió ampliando la explicación.

Aunque con lo delgado que estaba el elfo cualquiera diría que dónde se metía todo lo que tenía intención de comerse. Alzó una mano para captar la atención de Marilena antes de que se alejara para preparar todo eso...

- Disculpa, una cosa más. Acabamos de llegar a la ciudad, y me preguntaba si tendríais habitaciones disponibles también... - Preguntó, aunque lo que más le interesaba era el precio de las mismas. Sin embargo no preguntó por ello. - Y ¿qué es eso que hemos escuchado de una Bestia y del Castigador?... ¿Nos puedes contar algo más? - El elfo miraba con cara interrogante y genuino interés.

Volveremos a vernos - se despidió el guerrero de los Crooked Kin, en parte contento porque todos hubiesen llegados sanos y salvos y en parte por no tener que volver a ver algunos de esos rostros y cuerpos desfigurados, por lo menos durante unos días.

Observó con curiosidad los carteles y las calles, desde luego este sitio parecía ligeramente mejor que el resto de Ustalav, incluso parecía civilizado -¿Qué es el Castigador? ¿Alguno de vosotros sabe a que Bestia se refiere?- preguntó a sus compañeros con la esperanza de que alguno supiese informarle sobre que se cocía en la ciudad y si iban a toparse con algún inconveniente.

Probablemente si en este país endemoniado, pero la esperanza es la última en perderse - pensó con cierta ironía el guerrero antes de decir -¿la hipérbole que te puedo lanzar aumentaría tu peso?

Ya en la posada observó de forma apreciativa a Marilena, aunque podía darse cuenta de que el ambiente no era el más apropiado para alguien de su estilo. En una posada cualquiera podría haberse acercado, darle un pellizco o cachete en el culo y colocado un par de monedas en el escote para pedir perdón, pero dudaba que aquí funcionase.

No sólo eso sino que todos los que veían parecían copias de Silas, Talathel o Caiden no lo quisiese, Sebastian. Todos eruditos, pagados de si mismos, pedantes, formales e incapaces de animar una fiesta o alegrar una velada aunque les fuese la vida en ello.

Pero Caiden Caylean favorecía a los valientes, ¿no se decía que intentaba llevarse al catre a Shelyn una y otra vez consolándose con Calistria tras cada rechazo? Eso si era vida y Kal no iba a ser menos.

Disculpa Marilena, soy Kal Endar de los Reinos Fluviales. ¿Eres tu quien regenta esta encantadora posada?- cualquiera que le conociese se pondría alerta al notar el tono educado y más formal que Kal jamás utilizaba... salvo que quisiese algo de alguien, normalmente nada bueno.

¿Vas a dejar que Kal se lleve a la chica? ¿El mismo Kal que cree que las hipérboles se pueden lanzar como una pedrada? ¡Mírate! Asustado como una codorniz de una mujer. ¡Déjame salir! ¡La pondré a cuatro patas como a una cerda!

Ey, Marilena, ¿has follado alguna vez a un alquimista? Todo lo que tocamos es oro... Vamos, mi doncella, junta tus carnes prietas y a bailar. Tú eres agua y yo soy aceite: levito sobre tus fluidos. ¿Quieres echarme la caña? Porque los alquimistas ponemos el plomo. ¿Quieres ser la piedra de roseta de mi yo proverbial? Venga, nena, dale, salta, salta, mi nena...

La rabia le quemaba en el pecho. Desde su silla, Sebastian alargó la mano y agarró la muñeca de Kal.

Póngame lo mismo que el elfo. Sin escupitajo. Y extra de escupitajo en el plato del grandullón, se lo está ganando a pulso.

Al alzar la mirada, se fue enfriando. Cuando sus ojos se cruzaron con los de Kal, Sebastian ya era un flan. Soltó el brazo del bárbaro y se giró para mirar la mesa.

Buaaaaa... ¿Para qué me dejo liar por Hannibal? Siempre pasa lo mismo...

- Ni idea de ninguna de las dos cosas Kal. Pero con toda la publicidad que le están dando seguro que nos enteraremos rápidamente.

Me paro ante la posada para echar un vistazo al cartel. El mismo que hace unos años. De todas formas es lo normal, en Ustalav no nos gustan mucho los cambios. La Posada de Latón, si no ha cambiado de dueños un buen lugar para hospedarse.

Al entrar no puedo dejar de tener un sentimiento de familiaridad. Han cambiado la distribución de las mesas, ahora hay más. Por lo demás todo sigue en su sitio.

No estoy seguro de reconocer a la mujer que nos atiende, pero siempre se me ha dado mejor acordarme de los sitios y de las cosas que de las personas. Como Talathel se hace cargo de pedir, me limito a sentarme en la mesa que ha elegido. Con los ojos como platos tras el comentario de Sebastian, le fulmino con la mirada rápidamente y acto seguido levanto la vista y pongo mi mejor sonrisa a Marilena.

- Por favor, ignore a nuestro amigo. Es inofensivo, aunque a veces tiene esos comentarios fuera de lugar. No es mi primera vez en La Posada de Latón y puedo dar fe de que no hay nada de eso en la comida que se sirve aquí.

- Oh, por supuesto - la mujer sonrió al elfo, después se giró hacia Kal - Señor Kal, sí, la regento junto a mi marido. Él suele encargarse de la cocina, es su gran pasión, pero ambos hacemos labores de todo tipo. - sonrió y se giró de nuevo, con un movimiento de talones, hacia Talathel - Para comer, tenemos varios platos principales, todos ellos van acompañados por pan o verduras, lo que prefieran, algo de queso y frutosd secos; y una bebida. Así que no tiene que preocuparse por ello, porque lo damos junto con la comida. Tenemos Ciervo guisado en abundante salsa de verduras, que es una de nuestras especialidades. También preparamos nucheons* de carne desmenuzada de cerdo o de pollo, que está también muy bueno. Para beber tenemos una gran carta. Cerveza tengo pale ale "White Wolf" si les parece bien. Tengo otros brebajes como bitter, vino dulce o ácido, y otras espirituosas como ron o whisky. - hizo un gesto raro como si le extrañara que, a aquellas horas, se pusieran a beberse lingotazos de whisky.

Fue tomando nota de lo que iban pidiendo, y pareció poner un gesto extraño cuando Sebastián nombró los escupitajos. Fue a responder, pero Silas se le adelantó, corrigiendo el comportamiento del alquimista.

Mientras tomaba notas, respondía el resto de preguntas del grupo. Parecía una mujer alegre y todo el rato sonreía:

- Imaginaba que serían de fuera, mi buen señor. Ha venido mucha gente por el tema del juicio de la Bestia. Es un evento importante, y se está acercando mucha gente de fuera. Había pensado que era el motivo de su visita, pero claramente no lo es. Por lo que deben de ser extranjeros - dejó de tomar notas y se puso muy seria - La Bestia es nuestra gran amenaza. Un asesino despiadado que por fin ha sido capturado. Lleva años aterrorizando el condado y toda esta expectación no es por ver el resultado del juicio, que ya sabemos cómo va a ser, sino para poderle ver arder en el Castigador, señor. - La mujer no sabía describir el Castigador, era una especie de poste para quemar vivos a los delincuentes más peligrosos, o algo similar.

Finalmente, antes de marcharse a por vuestros platos, añadió:

- Por desgracia ha venido tanta gente que ya no nos queda espacio en la habitación comunal. Sólo podemos alquilarles habitaciones individuales, pero les pongo en aviso, no van a encontrar ningún sitio mejor para dormir. Somos la mejor posada de toda la ciudad, tenemos la mejor de las instalaciones, se lo puedo asegurar. Y tampoco creo que les sea sencillo encontrar estancias más austeras. La verdad. 

Si era verdad que había venido mucha gente del condado a ver arder a la bestia, serían todos campesinos y leñadores. Gente con poco dinero adquisitivo que, seguramente, habrían ya arrendado todo posible alojamiento barato.

Las palabras de Silas fueron lo único que contuvo a Kal de propinar una colleja a Sebastian, una de las de guantelete que dejan un buen chichón.

Para mi cerveza White Wolf y ciervo - mencionó con cierta desgana, después de todo aunque a Kal no le importaba que Marilena se echase una canita al aire dudaba que eso fuese a ocurrir con facilidad y no disponía de tanto tiempo o del lujo de poder causar problemas en la ciudad antes de terminar con su trabajo.

Sin embargo las palabras de la mujer pusieron alerta al guerrero, que comentó con cierta brusquedad -así que el juicio no es más que un festejo donde se podrá linchar a la bestia antes de quemarla viva.

Magnífico, justo cuando pensaba que esta ciudad podía ser un poco mejor que el resto de Ustalav recurrían a algo peor que la justicia de los Reinos Fluviales, por lo menos allí tenían la decencia de no hacer públicos los "juicios", te rebanaban el pescuezo y listo.

Un poste para quemar vivos a delincuentes. Aquella explicación resultaba extrañamente curiosa. Talathel no era de esas personas que sentían morbo por la muerte y sufrimiento de los criminales... o de las personas en general. Pero debía reconocer que la extraña descripción que les había dado la mujer solo le planteaba interrogantes, y solo le hacía querer ver el artilugio en cuestión en funcionamiento.

- Otra White Wolf por aquí, y un nucheons. - Solicitó. No había llegado nunca a probar ninguno de esos bocadillos locales, así qeu pensó que era un buen momento. Tan bueno como cualquier otro. - Ah y me parece que nos quedamos con las habitaciones. - Añadió tras lanzar una mirada a los otros tres. No sabía qué pensaban ellos, pero el elfo no planeaba perder el tiempo en buscarse otro sitio para dormir. - Gracias por todo, amable Marilena. -

Después, el elfo buscó con la mirada a algún otro grupo reducido de gente que pareciera erudita. Los sabiondos destacaban prácticamente en cualquier lugar, y en una taberna como ésa, en la que la proporción era contraria a lo habitual, supuso que no tardaría mucho en dar con una panda de inadaptados. Se les acercaría para saludarles y preguntarles por la Bestia y lo ocurrido. Estaba seguro de que arderían en deseos de contarle las novedades a un recién llegado.*

Que sean dos.

Levantó el dedo índice y el corazón después de que el Talathel hablara. Había dicho lo mismo que el elfo y se mantenía en sus trece. Aves de corral y ganado eran, después de subsistir por la caza durante el viaje, bocados más exóticos que otro maldito ciervo.

Solo falta que Silas pida. Solo eso. Y ya podrá irse esa demoniaca mujer de ciudad.

Seguía incómodo con la presencia de Marilena. Que estuviera casada no la hacía menos peligrosa. Cuando el alquimista elevó el mentón, su mirada bovina se cruzó con la inquisidora de Silas. Reprimenda ocular que bastó para que Sebastian volviera a bajar la vista, avergonzado. ¿Por qué las relaciones sociales se le daban tan mal? Por lo menos Kal pasó por alto su desplante, lo cual solo podía significar que, para el bárbaro, Sebastian era insignificante.

Madre del amor hermoso, qué largo e incómodo se me está haciendo la espera. Pide ya, Silas, pide ya.

Tal vez podía alejarse un rato y volver para cuando la posadera ya no estuviera. Podía preguntar en otras mesas si sabían quién presidiría el juicio a la Bestia... No, eso era hasta casi algo peor. Nada de socializar con otra cosa que no sean fórmulas y compuestos.

Así que la ciudad está hasta los topes por un juicio. Esa bestia ha debido causar mucho daño a la región si su ajusticiamiento levanta tanta expectación. O quizás sea el simple morbo de ver morir a alguien en la plaza pública.

- Pues habrá que quedarse con las habitaciones, sí. Para mí otra White Wolf y un nucheon de pollo, por favor. Una pregunta más si no le importa Marilena, ¿por qué se refieren al reo como "la bestia"? ¿Es algún tipo de animal?

Las posadas siempre son centros de "cotilleos" y los posaderos los que más saben de estas cosas. Si quieres enterarte del último chisme, ve a tomarte algo a la posada. Claro que los chismes siempre crecen por encima de lo que debiera ser su tamaño, así que tienes que hacer un ejercicio de "calibrar" hasta donde puedes creerte lo que te cuenten.

La mujer terminó de tomar nota y sonrió ante la petición de las habitaciones.

- Necesitaré apuntar sus nombres, para reservarles las habitaciones. Me alegro mucho de que decidan quedarse con nosotros, no se arrepentirán. - dijo sonriente.

Apuntó los nombres junto a las peticiones y después se marchó alegre a por vuestra comida. No tardó mucho en llegar con los pedidos, humeantes y acompañados con un olor especialmente agradable. La comida fue maravillosa*, la disfrutasteis mucho y el hambre que habíais acumulado en el viaje se vió resarcido por aquel delicioso banquete. Como no habiais especificado, la mujer trajo una gran cantidad de verduras asadas en un plato, que puso en el centro, además de un gran queso de oveja y distintos frutos secos.

Por desgracia, Marilena no había visto nunca a la Bestia, y no pudo contestar a Silas. Sin embargo, pronto escucharon a las mesas colindantes hablar de la Bestia. Era de lo que más se hablaba aquellos días.

- ¡La Bestia debe arder! - decía uno de los comensales. Y dió un fuerte golpe en la mesa, que levantó los cubiertos de la misma. Parecía que iba un poco más perjudicado que sus acompañantes que trataban de calmarle.

- Escuché que ayer, - parece que fue el día que había comenzado el juicio - se detallaron todos los numerosísimos crímenes que esa bestia inmunda ha cometido. Pero se usarán principalmente los tres más importantes, que son los peores. Estoy seguro de que eso será suficiente para que podamos ver su ejecución -quemado en vida en el Castigador. 

- Ya han levantado la gran pira, justo frente a las puertas del Palacio de la Justicia. ¡Es impresionante!

- No me cabe duda de que lo veremos. ¡Ja! Ese estúpido abogado -Gustav Kaple- está defendiendo a la criatura -por favor, ¡si no es capaz de hacer una frase íntegra sin tartamudear! ¡La Bestia está condenada de antemano! Como dice Olaf, los casos que maneja la acusación sin infalibles: El asesinato de aquellos pobres niños en Hergstag, el de aquellos hombres en Morast y quemar hasta los cimientos el hospicio del Doctor Brada. ¡Viva el fiscal Otto Heiger!

- ¡VIVA!

Los tres se levantaron, chocaron sus cervezas, derramando parte del contenido sobre la mesa. Se tragaron lo que les quedaba, y tras unos minutos habían pagado y se habían ido de la posada, cargando a hombros con el que peor iba, que casi no se tenía en pie.

Talathel apoyó los brazos en la mesa y contó las historias que conocía sobre la Bestia. Era algo de sobra conocido, pues llevaba años atormentando Vieland, y lo había leido en algun libro o en alguna de las gacetas ustalávicas que frecuentaba.

Aunque pocos hombres honrados podían afirmar haber visto personalmente a la notoria Bestia de Lepidstadt, toda la ciudad conocía la leyenda viviente de la horrible criatura de más de 10 pies, de su detestable y profana inclinación hacia el mal, y de ser el hijo no-nacido de asesinos no-muertos, bestias rabiosas y diablos encadenados en carne viva con partes cosidas y unidas con clavos. No era, por tanto, una criatura con la forma de una bestia. Era algo mucho peor. Según tenía entendido el elfo, la Bestia se come a los niños de las cercanías de Lepidstadt, asesina a viajeros solitarios, asedia las granjas aisladas y comete todas las atrocidades, y algunas más, que en otros lugares son atribuidas a bandidos y criaturas salvajes. Por suerte, parece que la presencia de la bestia aleja a este tipo de amenazas, por lo que no es que el número de incidentes sea mayor que en otros lugares. 

Kal comió rápidamente, un guerrero aprende rápido que las desgracias no pueden afectar el apetito si quiere ver el sol el día siguiente.

Aún así se podía notar el malhumor, que había desaparecido en Lepidstat volver con lo que escuchaba. No era que él no aborreciese a una Bestia, era la forma en que se hablaba. Esa gente disfrutaría viendo a esa Bestia arder y al día siguiente, tendrían que buscar una Bestia nueva con la que saciar su sed de sangre y su miedo.

La comida estaba muy rica, pero vamos arriba a descansar - dijo de forma significativa el guerrero, dando una palmada en la espalda a Sebastian antes de que pudiese terminar de comer -además tenemos que hablar. Vamos doctor, si comes tanto tendrás que hacer ejercicio para no engordar.

De todo lo que fueron escuchando mientras cenaban, Talathel fue quedándose con los datos que le parecieron más relevantes. El fiscal que se encargaba de la acusación, Otto Heiger. El abogado defensor, Gustav Kaple. La Bestia y todos los crímenes que supuestamente había cometido. Y todas las capacidades que atribuían a la bestia. Algunas cosas le chirriaron, y otras sabía sobradamente que los rumores y las leyendas se extendían como el agua descendiendo por una cascada: de manera imparable.

La comida estaba impecable, y el elfo probó un poco de todo, e incluso repitió en algún caso. Aprovechó los lapsus entre historia e historia de las que se contaban en la taberna para ser él quien contara a sus amigos lo que había escuchado y leído sobre la Bestia.

Cuando Marilena se acercó a servirles otra ronda, el elfo alargó la mano hasta su saquito y sacó unas cuantas monedas. Suficientes para pagar su habitación y la cena de todos. - Yo invito a la cena. - Dijo a los demás compañeros. Extendió luego la mano y pagó la cantidad justa y correspondiente a la mujer.

- Coincido con Kal. Deberíamos subir a dormir ya. - indicó el elfo. Aunque claramente estaba pensando en simplemente hablar en un lugar más privado... Menos concurrido.

¿Doctor? ¿Sebastian era médico? Ah, Kal se refería a su doctorado en alquimia...

El organismo humano es capaz de asimilar dos miligramos de mercurio en sangre antes de morir envenenado. Creo que mi metabolismo podrá encargarse de esta pitanza sin engordar.

No, no podrá. Pero "El Alquimista" era muy de tener pensamiento mágico. Lo que no tenía era una mente demasiado avispada: cuando Talathel habló de irse a dormir, Sebastian miró el cielo a través de la ventana. Aún tenían tiempo para ir a buscar a la magistrada para entregar los libros. No entendía nada.

¿Dormir? ¿Ya? Oooooh, sí, claro... "dormir". Aaaaawh, qué sueño. Yo también subiré a... a "dormir".

Sebastian pagó dos monedas por la habitación antes de ir a la reunión del grupo en una de las habitaciones.

El bocadillo sabía a gloria. Después de "malcomer" durante el viaje, era un auténtico festín. Tampoco le hice feos a las verduras ni al resto de la comida.

No pude evitar oír los comentarios de los parroquianos. Seguían sin aclarar qué demonios era esa "bestia", pero estaba claro que sus actos habían sido magnificados, así como sus orígenes. La desinformación hace que la imaginación vuele.

10 pies de alto, hijo no nacido de asesinos no-muertos ... seguro que también lanza fuego por los ojos y rayos por el culo.

Esperaba que por el bien de todos los involucrados los tres crímenes que decían que formarían parte de la acusación fueran en verdad achacables a la bestia, o la tan cacareada justicia no dejaría de ser un linchamiento público.

- En verdad que esto ha sido un autentico festín. Se agradece el detalle Talathel, pero tenemos un fondo común para este tipo de gastos, no es necesario que pagues tú. Y coincido, el viaje ha sido largo, subamos a descansar.