Partida Rol por web

Mientras no tenéis muy claro que hacer Costigan señala la pierna de Bill, una de esas moscas esta ahí picándole

Los camarotes son humedos y apenas un poco mas frescos que el exterior, hay muchos sitios en los que las moscas tse-tse podrían hacer un nido, afortunadamente los europeos mantienen una higiene adecuada y tu busqueda parece bastante facil

Lord Cottonwell pasa de forma protectora su brazo por los hombros de su mujer

-Molly, espera a que el señor Farewell revise los camarotes antes de traer nada, y mejor revisaros entre vosotras no tengais uno de esos insectos entre la ropa-

Tras decir eso se interpone entre las mujeres y los demás para darles cierta intimidad, de espaldas a ellas por supuesto

-señores, revísense bien- dice mientras empieza a hacer lo propio

Como usted diga, Milord.

Molly espera impaciente, siguiendo las órdenes de Milord, para poder bajar a por las mosquiteras y chales. Aunque no está aterrorizada, sí tiene miedo de caer enferma. Casi nunca le ocurre pues es una chica fuerte y sana, pero sería horrible hacerlo allí, con esa terrible enfermedad, y ser además una carga en lugar de una ayuda para sus señores. Mientras espera no para de revisar el aire a su alrededor y en torno a Milady.

Cuando cogió la pértiga Boring oía los gritos, pero su entusiasmo ante el experimento que iba a realizar los apaciguaron. Alzó la pértiga por encima de la barandilla en dirección a unos hipopótamos que estaban totalmente alborotados con el manjar que se aproximaba. Puso la pértiga sobre la cabeza del que estaba en el extremo más alejado de la orilla y la bajó un poco con el saco en la punta. La enorme bestia levantó la cabeza como un niño intendo morder la manzana en el popular juego. El que estaba justo al lado empezó a girarse también para cazar el premio - Ya han picado señores, tenemos nuestras primeras piezas. Dijo con la cabeza mirando al río y sin saber si alguien le escuchaba. En cuanto vio que los dos hipopótamos estaban pendientes empezó a mover la bolsa en dirección a la orilla. Las dos bestias fueron tras ella, empujando a los demás. Boring iba muy despacio pues no quería que los demás hipopótamos pensasen que los perseguidores de la bolsa querían pelea. Era mejor ir poco a poco, que todos olieran el rico manjar. Así con tesón y mano firme, aunque la pértiga pesaba bastante, logró sacarlos a todos de la trayectoria del barco. Estaban pegados a la orilla. Boring recogió la pértiga y quitó el saco. Los estupefactos hipopótamos estaban alborotados pensando que se les había escapado el premio algunos incluso comenzaron a pelearse. Era un gran espectáculo. Boring lanzó el saco a la orilla. - Ahí tenéis vuestro premio. Dijo como pensando en voz alta. Los hipopótamos vieron el objeto y volvieron a oler el manjar prometido, por lo que fueron en manada hacia él salvo los pocos que irremediablemente se iban a enfrentar entre ellos. Sin apartar la mirada de las bestias oyó más gritos que esta vez si golpearon en su cerebro y gritó: - ¡Capitán, capitán, tenemos que irnos YA!. ¡Antes de que vuelvan!

Jim no se fia de ningún rincón, ni siquiera en la cocina donde el calor y la humedad impregnan los techos. El barco parece correctamente aseado, solo resta esperar que la mosca de la cubierta fuera solo una solitaria de los bordes del río, y no una infestación del Niger.

Si su barco estaba lleno de tsé-tsé, ya lo iba a oir el capitán. Mínimo una rebaja por cada tripulante muerto...

Tras revisar el barco localizas unas pocas moscas mas y las matas, pero ningún nido. Parece ser que algunos pasajeros abrieron los ventanucos del barco, debéis haber cruzado una zona infestada y algunas se han metido dentro.

Tras tu revisión cierras los ventanucos y estás bastante seguro de que el interior del barco es seguro, claro que recuerdas que los porteadores duermen en la cubierta inferior, al aire libre

empezaba a ponerse nervioso, nunca había visto a una de estas, y a pesar de tener una gran cantidad de medicamentos no sabía cual era el apropiado, abre su maletín solo para encontrarse con mucahs cosas y sin saber qué elegir, esto no era un juego de niños, el método de probar y reintentar no existía en esta profesión

Lady Cottonwell estaba demasiado nerviosa con los insectos como para disfrutar del espectáculo del que el Señor Boring había hecho gala. Cosa que la entristeció bastante, pero no tenía tiempo de pensar en ello, mientras miraba los pliegues de su falda y toda su vestimenta, por suerte llevaba un sencillo vestido de pocas capas, ya que de otra forma el calor la habría asfixiado en poco tiempo. Así mismo revisó muy nerviosa su pelo. Soltándolo de manera rápida y habilidosa, dejando ver su larga melena rubia, que ondulada cayó sobre su esbelta espalda. Tras revisarlo, procedió a recogerlo rápidamente para que ninguna mosca se metiera en él por descuido. Mientras Molly agitaba nerviosa las manos para espantar cualquier bicho volador que se acercara a su señora.

- Ahora tú Molly, dijo mientras cambiaban los turnos, yo agitaré, suelta tu pelo y agítalo con fuerza. Miremos también en tus faldas. dijo sin preocuparle la presencia masculina del barco.

Los gritos que provenían de abajo la asustaron mucho más: ¡Oh! ¡Edmund! ¡Haz algo! ¿Estos bichos no se irán con humo también como las moscas normales? sugirió casi sin pensarlo.

Herbert se movía intranquilo por toda la cubierta, el hecho que hubiera moscas de esas por todo el barco no lo dejaba pensar con claridad. Se movía para intentar no dejar posar ninguno de esos bichos en su cuerpo.

- ¿Porqué no se está moviendo esta maldita barca aún? - dijo mas nervioso que enfadado.

Boring vio lo agitadas que estaban las damas y decidió hacer algo. Fue hacia Costigan decidido y poniéndose frente a él cara contra cara le dijo. - Capitán hay que actuar ya. El barco tiene que empezar a andar. Seguramente las moscas no estén dentro del barco sino en "esta" zona. Tenemos que alejarnos de aquí. Y por Dios santo, dígame que tenemos limones. Si es así mande a uno de los negros a por ellos y que todo el mundo se los restriegue por el cuerpo. Esos bichos no se acercaran.

El nervudo guía emerge a la cubierta, con pasos rápidos y bruscos.

- Sus camarotes están limpios. Alguien abrió los postigos y se colaron moscas de la rivera. Por favor, espació las palabras para darles énfasis, como si explicara algo obvio, o terriblemente vital, mantened las ventanas cerradas. Utilicen los mosquiteros al dormir, y no expongan más piel que la necesaria. Mangas largas, camisas cerradas, pantalones.

- Proviene ese alboroto de los porteadores? Iré a ver... si alguien tiene una picadura, doctor... se dirige al británico, hay quinina en el equipaje. Gracias...

Hace una seña a Bill para que le acompañe a ver a los porteadores.

Lord Edmund gira un poco la cabeza pero vuelve a mirar para adelante rápidamente -tranquilízate querida, sin duda el humo las alejara, pero este barco es abierto, no podemos ahumarlo entero. Tu haz caso a las recomendaciones del señor Farewell-

Mientras Lord Cottonwell habla el barco se pone en movimiento sorteando a los últimos hipopótamos. Sin embargo no tenéis mucho tiempo para paz ya que abajo el griterío de los porteadores se vuelve un tumulto y escucháis como salen corriendo por el barco y un grito algo mas agudo pidiendo ayuda, es Omai, el chico marcado

Saciada, la mosca en la pierna de Bill se aleja volando lentamente

Viendo que Costigan lo miraba perplejo, Boring comprendió que se había equivocado. El no era el capitán del barco. Estaba demasiado entusiasmado con su cámara como para prestarle atención cuando lo explicó. De todas formas ya había empezado a moverse y el asunto de las moscas parecía estar ya solucionado. Ya no hacían falta los limones, solo ponerle quinina a Bill. Se dirigió a Farewell y le dijo - Farewell, permítame ir con usted. - Y se fue tras él guía. Boring estaba preocupado por el chico de la marca. De hecho en su  momento pensó decirle que hiciera el lo de la pértiga para que sus compañeros lo "perdonasen" en cierta manera. Pero con el alboroto no pudo hacerlo.

William fue hacia su compañero pero se detuvo al ver que Boring se les unía.

- Señor Boring... vamos a comprobar que les pasa a los porteadores. Por favor, no creo que sea un lugar conveniente para un caballero como usted. Estos negros no entienden de educación y pueden ser violentos si están alterados.

¿A dónde se creía que iba ese petimetre? Lo último que les faltaba era un turista metido en medio de los salvajes.

Boring miró fijamente a Harthower y gravemente le dijo - No le estoy preguntando señor Harthower. E inició la carrera hacia el origen de los gritos. No iba a dejar el destino del chico en mano de la persona que quería dejarlo en puerto.

William no se iba a dejar amilanar por aquel tipo. Si ahora dejaba que aquel excursionista metiera las narices en las labores organizativas el siguiente paso lógico para los ingleses sería montar una democracia para tomar las decisiones. Aferrando por un brazo a Boring - y apretando quizás de forma excesiva - añadió mientras acercaba su rostro al del otro individuo:

- Se lo he pedido educadamente señor - dijo recalcando esta última palabra - Por su seguridad es mejor que permanezca con los demás.

En la mirada de Harthower se leía claramente que igual lo más peligroso en ese momento no eran los negros.

Boring miró a los ojos a Harthower y después miró la mano que apretaba su brazo. Había matado a varios hombres en La guerra de los Boer y ahora no se iba a amilanar delante de aquel tipo. Le dijo en voz baja para que sólo lo escuchara él: - Voy a ir con usted, le guste o no. Podemos montar un espectáculo aquí delante de todo el mundo o hacerlo por la buenas. Usted decide, pero creo que lo mejor para los dos es que Lady y Lord y Cottonwell no se enteren de que al chico de la cicatriz le paso algo porque usted no le prestó el suficiente apoyo. Ella le tiene mucho cariño.

Bill mantuvo la mirada clavada en Boring. ¡Maldito pisaverde! ¡Qué manera de complicarle las cosas! Si le partía la cara allí mismo se montaría un espectáculo nada recomendable. Y no quería quedar como un animal delante de las señoritas. Tampoco sabía hasta que punto le tenía aprecio Lord Cottonwell a aquel tipo. Mordió con fuerza su labio inferior y soltó a Boring.

- De acuerdo. Usted gana... por el momento.

Reprimiendo un bufido William fue a grandes zancadas hacia donde estaban los porteadores. En su interior había una caldera de furia que necesitaba descargar... ¡pero Boring se salvaba por el momento!