Partida Rol por web

Al escuchar las dulces palabras de mi hermana, mi rostro refleja sorpresa. No es un gesto fingido, como es habitual en mí, sino el reflejo real de mi estado. Me sorprende su cambio de actitud, me siento desconcertada por un cambio tan radical. Sejmet nunca me había hablado así, y no recuerdo haber tenido contacto físico con ella en condiciones tan cariñosas como un abrazo. Recuerdo haberme apoyado en su hombro de camino a la Parroquia tras un duelo con la manada de los Cruces Escarlata en el que, como es costumbre, quedé bastante maltrecha. También haber caído sobre ella por error cuando tendía una emboscada a unos policías que nos perseguían por aquella vieja fábrica abandonada, y las heridas que me provocó mientras se desesperaba por quitarse de encima la gran serpiente que se le enroscó por sorpresa. Pero nunca un abrazo. Esto es nuevo para mí.

Aún sorprendida, siento una cierta calidez en su contacto. No es el calor de su cuerpo, pues es frío como el mío, muertas ambas por toda la eternidad. Es la calidez de nuestro vinculo de hermandad. Un vínculo que puede reforzarse mediante la Vaulderie, pero que forjamos cada noche que pasamos juntos en nuestra guerra común. Le devuelvo el abrazo, fundiéndonos durante apenas un instante en que realmente no se que decir. Finalmente, decido decir algo, y me esfuerzo en ser escueta para no volver a enfadarla.

• Claro que no, cariño.

Al separarnos, hay una nueva sonrisa en mi rostro, esta vez con cierta dulzura en la mirada. Hay muchos placeres que disfrutar en esta noche eterna, pero creo que acabo de descubrir que el sentimiento de hermandad es uno más de todos ellos. Puede disfrutarse tanto como la vitae, las drogas o el sexo, y ¿Acaso no vivo para disfrutar?

Cuando mi hermana tira de mí hacia el cuarto de baño, lanzo la almohada al otro extremo de la cama, riendo entre dientes. Dejo que me arrastre y comienzo a quitarme la chaqueta, siguiéndole luego todo el resto de mi ropa. Sin embargo, antes de meterme al agua recuerdo lo mucho que me ha costado hacerme las trenzas, así que las cojo y, con una cinta del pelo, las amarro en la parte alta de la coronilla, formando un extraño moño. Solo entonces me introduzco en el agua, lentamente, disfrutando la calidez del agua y el cosquilleo de las burbujas.

• Nos estamos volviendo ociosos. Sin misiones, aburridos y dandonos baños de espuma -Rio divertida- Pronto seremos unos niñitos de teta como los de la Camarilla.
• Necesitamos entrenar. Podemos celebrar una Danza del Fuego y después ir a hacer algo por los barrios bajos. Podríamos retar a una cacería a otra manada, o jugar con los humanos que encontremos...

Me gusta ver como mis hermanas de manada se unen y olvidan rencillas, dejo hueco en el baño mientras se meten dentro. Sonrio hundiendo la cabeza para mojarla y me apoyo en la parte de atras con los brazos fuera.

Tienes razon, no me gusta estar tan ociosa, he estado en el gimnasio mas de lo que nunca lo he pisado, creo que deberiamos irnos a hacer algo. sonrio pensativa mientras miro hacia el espejo que se esta empañando poco a poco por el vaho Tal vez deberiamos traernos a alguien mañana para que disfrute de este baño con nosotras, un premio de guerra. Despues de la Danza, espero que alguno de nuestros hermanos se una a nosotros e irnos todos a buscar ese reto, humano o vastago. las paso a ambas el brazo por los hombros atrayendolas hacia mi Tal vez solo una noche de chicas, podriamos instaurarla e invitar a Mariela. Pero nada de fiestas pijama, las odiaba cuando era mortal

-Mariela no se apuntaría a divertirse nunca, parece mentira que no la conozcas a estas alturas- comento cómo si fuera evidente mientras dejo que me atraiga hacia ella y saco los pies del agua moviéndolos distraidamente.

-Lo de jugar con alguna otra manada suena bien, el reto siempre es mayor con otros seguidores de la Espada de Caín- asiento más animada con esa idea -Y quizá se apunte alguien más de la manada en vez de las "revoltosas" de siempre- me levanto de golpe con una risa por lo bajo y salgo del jacuzzi pegándome un buen resbalón, casi me caigo de cabeza pero se queda en eso, en un "casi".
Me envuelvo en una de las sedosas y perfumadas toallas de Steff, podría envolverme tres veces con ella pero seguirá diciendo que no es exageradamente grande.

Llego a la habitación propiamente dicha y me visto con la ropa que acaba de regalarme mi hermana toreador hace escasos minutos, acabando de tirar la poca ropa que quedaba sobre la cama al suelo para ponerme yo en su lugar empezando a notar algo de somnolencia.

• Vaya, nuestra hermana ya se ha cansado del baño... -Comento en tono juguetón- ...ya solo quedamos tú y yo.

Con todo el cuerpo pegado al de Steffanie, al haberme atraido hacia ella, saco una mano del agua y acaricio su cara mientras cierro los ojos, relajada. Nuestra piel se acaricia en una escena que haría las delicias de cualquier hombre.

• Mariela también tiene que aprender a relajarse. Y los chicos... bueno, no podemos darles de lado ¿verdad?

La noche acaba... Todo ha concluído hoy. La sangre hierve.

Llego al Refugio furioso, encendido, lelno, extasiado... Salvaje. Mis pasos quiebran las hojas de la entrada, secas, como el cadáver que he dejado atrás... Pronto convertido en cenizas.

Siento cómo la sangre fluye, nueva. Vitae pura, fresca... Aún noto su olor impregnado en mi cuerpo, pegado a mí como un aviso, casi como una invitación, o un sobrenombre.

Un grito de halcón anuncia mi presencia, rompiendo la noche haciendo jirones con su silencio. Haytham también está saciado.

El ritmo de la caza sigue en mí, vivo, repetitivo, constante. Me muevo ansioso, con gestos ágiles, precisos, demasiado impulsivos.

Abro la puerta de la recepción golpeándola con mis palmas, provocando un gran estruendo, haciendo a la madera chocar entre sí.

Casi no puedo contenerme. La Sed se ha convertido en Fuerza, en Brío.

Mis pasos avanzan marcándose contra el suelo, mellando un poco más las suelas de mis botas, descargando parte de la energía que me recorre, precipitadamente.

Mi rostro está manchado, marcado por la Caza. Mis manos aún conservan el color de la Sangre.

Camino hasta llegar al pasillo de nuestras habitaciones, abriendo de nuevo con brutalidad. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una presa... La madera me anuncia, quejumbrosa, víctima de un gran portazo.

En mi cuerpo, dentro de mí, la sangre de uno de nuestros enemigos me alimentaba, dándome más poder. Ésa era la voluntad de Vasily, ésa había sido la sentencia de la Noche.

En mi rostro una sonrisa extraña, voraz.

Me rio ante las palabras de Sejmet y por su gesto mientras sale dejandonos solas...

Mariela, creo que tiene razon y no se uniria a nosotras en una pequeña fiestadigo con aire distraido mientras acaricia mi mejilla, pongo mi mano sobre la suya. Claro que no podemos dejarles de lado, pero si no quieren venir, no soy quien para decirles lo que tienen que hacer, creo que son tan adultos como el que mas acaricio la mano con la yema de mis dedos suavemente mientras baja el dedo por el brazo hacia el codo Cierto, solo quedamos tu y yo, la noche avanza y la sangre llama a la sangre acerco mis labios a los suyos quedandose a unos centimetros cuando oigo ruido en el pasillo Creo que alguien ha vuelto a nuestro dulce hogar una gota de sangre se desliza por la comisura de mis labios

Un ruido lejano sobresalta la relativa tranquilidad de la noche provocando que me incorpore con desgana y el ceño fruncido, después vuelve la calma y estoy a punto de dejarme caer en la cama nuevamente cuando un golpe mucho más ruidoso y estrepitoso me hace dar un respingo acompañado de un gruñido.
¿Quién va pro ahí dando portazos a parte de yo misma?

Me levanto de la cama mirando de reojo el cuarto de baño inquisitivamente y acabo por abrir la puerta que da al pasillo de repente.
Me sorprende un poco darme cuenta de quién es el generador de portazos, la verdad, aunque estando las tres aquí cualquier opción de las que quedaba me hubiera sorprendido supongo.

Eso no me impide agacharme tranquilamente y coger una de mis gruesas botas con punta metálica que reposa al lado de la puerta para lanzársela sin pensármelo demasiado. Mejor dicho, en absoluto.
-¿A qué viene tanto jaleo?- le espeto entre malhumorada e intrigada pero no parece que esté mosqueado, menudo timo... Si no lo estaba quizá lo esté ahora.

La cercanía de los labios de Steffanie hacen que sienta cierta excitación, cierto placer. Es la tentación de lo prohibido, una de las fuerzas más poderosas con las que guiar hacia el disfrute del placer. Sus tiernos labios están tan cerca, y a la par tan lejos... que siento la necesidad de elimina el espacio que los separa de los míos.

Sin embargo, la magia del momento se rompe, como era de esperar. Un ruido anuncia la llegada de alguien, y ésta una interrupción del clímax que estábamos consiguiendo.

- Siempre hay alguien que interrumpe los buenos momentos...

Me limito a girarme para poner mi cuerpo pegado de frente al de Steffanie, alargando mis brazos tras su cabeza en un suave abrazo, mientras apoyo mi cabeza en la parte alta de su pecho, ignorando el hecho de que alguna de mis tenzas se ha mojado ya con la espuma. Giro levemente la cabeza para ver de reojo la puerta, y a quien aparezca por ella.

Mi mirada se tuerce, dejando a un lado el final del pasillo, clavándose en ti. Hay algo en mi rostro y en mi aspecto que no da lugar a equívocos.

El duelo apenas dura un segundo, te agachas y tomas algo del suelo, lanzándome. Mi cuerpo reacciona, febril, innato. Músculo a músculo sigo el movimiento de tu bota, agarrándola al vuelo, casi rozándome el rostro.

Siento la ira dentro, gritando... Trato de calmarla, pero estoy un tanto fuera de control. He cruzado la línea esta noche... Y tiene consecuencias.

Cita:

Me giro hacia a ti... Serio... Tenso.

Notas mi reto, mi furia contenida, mi aviso y mi amenaza. Acorto las distancias que nos separan, paso a paso, capturando tu olor a bocanadas con cada nuevo movimiento.

Finalmente quedo a escasos centímetros de tu rostro, con un extraño brillo rojizo en mis pupilas... Oliendo a sangre. A Hambre...

A Sed...

- Sólo...

Dejo que las palabras se deslicen, paladeándolas, sintiendo aún el sabor metálico en mi boca.

- He salido a Cazar esta noche.

Me acerco de nuevo, un poco más, casi susurrándola, mientras tiro con fuerza su bota contra el suelo.

- Sangre.

Siempre replico mientras me limpio con la punta del dedo la gota de sangre y miro a la puerta. Mi mano distraidamente acaricia el pelo recogido. Creo que desde aqui no podemos ver nada y quiero ver quien es el que esta haciendo tanto ruido deslizo la mano por la mejilla levantando la cara por la barbilla guiñandola un ojo

Siempre habra otros momentos, sabes que sera asi pongo mi dedo en los labios antes de levantarme con el agua cayendo por mis curvas lentamente hacia el jakuzzi que apago con un simple gesto en el panel, cojo una de las toallas y me seco el pelo mientras camino hacia el cuarto. Es mi habitacion y si quiero ir desnuda puedo hacerlo, al ver con quien esta hablando me quedo parada detras de ella.

Buenas noches Hamza la bota rebota por el suelo por la fuerza, no he oido lo que la ha dicho pero su mirada no me gusta. Sejmet que te he dicho de tirar cosas, sabes que no se debe hacer me acerco un poco mas mientras me enrollo en la toalla.

Se me acerca de esa forma silenciosa e imponente tan característica de él, por desgracia ya la he visto varias veces así que apoyo las manos en las caderas y le miro inquisitivamente. Parece que se afecta más de lo debido cuando se alimenta, supongo que puede se normal ya que es un "caníbal".
Retrocedo un pequeño paso algo cohibida pro la carencia de espacio vital momentáneo, aunque no es que se note demasiado, mi respuesta es igual que siempre.

-Sangre...vaya, menuda sorpresa- hundo un poco un dedo en su mejilla, en esas marcas que se ha dibujado y deprenden un olor tan claramente delatador y algo atrayente. Puro instinto.
Me llevo el dedo a la boca y miro de reojo a Steff cuando interviene. Supongo que es inevitable que a todos haya llamado la atención el jaleo que ha formado.

-¿Yo? Qué va, ha sido Hamza, ha llegado tirándolo y destrozándolo todo, acaba de decirme que si aparecías te tiraría por la ventana- me río sola y después carraspeo cogiendo a Altaïr de los hombros girándolo de espalda a nosotros.
-Has tenido una cena productiva y rica en hierro, creo que será mejor que vayas a acostarte...- le suelto enseguida y dejo que siga su camino, no creo que sea un buen momento para ponerse a charlar con él de trivialidades.

Lanz un resignado suspiromientras me aato para dejar que Steffie salga del jakuzzi. Durante un instante, dudo si salir tras ella o quedarme en el agua disfrutando de la agradable temperatura que aún atesora. Pero, por otra parte,tabién quiero saber quién ha llegado armando tanto jaleo.

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Ah, vale, el que ha llegado es Hamza, nuestro Ductus. Ni siquiera sabía que hubiera salido. Claro que él es siempre tan silencioso, tan enigmático...

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Y ahí está el jaleo, Sejmet lanzando cosas de un lado a otro. Es un oco bruta, pero en parte eso es lo que le hace adorable. Además la vida en el Sabbat es parte de brutalidad, una cualidad de la que suelo carecer y por eso acabo sufriendo las consecuencias cada vez que entramos en batalla.

- ¡¡Hola, Hamza, cariño ¿Que tal el día?!! -le grito desde el jakuzzi a nuestro Ductus como si de su fiel esposa ama de casa se tratara.

- ¡¡Steff, no te importa que me quede aquí un rato ¿Verdad?!! ¡¡De todos modos os oigo desde aquí!!

Arqueo una ceja y escucho a Esmeralda gritar desde el baño, ya solo queda que aparezca alguien mas por el pasillo y se acabo la pequeña fiesta.

No creo que Hamza haya dicho eso cielo, asi que dejale que se vaya a descansar si es lo que quiere, pero ya sabe que es bienvenido a mi habitacion, aunque sea a ... aunque sea. Ahora entra que estas desnuda digo y sonrio levemente mientras la tiendo la mano Claro Esmeralda puedes quedarte todo el tiempo que quieras, si quieres vuelve a encendertelo, asi se mantendra mas la temperatura

Noto como Sejmet se retrae al acercarme... me produce sensaciones contrarias... El miedo de la presa... El rechazo de los míos...

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Siento su dedo manchándose en mi rostro, húmedo.

Me acerco un poco más a ella, y sonrío, con los colmillos aún un poco prominentes. Mientras se lleva el dedo a la boca, le susurro despacio, apenas audible.

- Tal vez deberías probarla...

La huelo, más instintivo que nunca. Mi sonrisa crece, un tanto macabra. Estoy seguro de que sabe diferente... Más intensa... Más apetecible, más dulce.

- Tal vez debería probar la tuya...

Me separo de ella, un tanto bruscamente, encarándola. Sin embargo en mis ojos no hay una amenaza, más bien un juego, un reto. Algo que tal vez sólo ella pueda comprender.

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Mi cuerpo se gira, distanciándome de Sejmet, dando un paso hacia Steffanie. Hago un esfuerzo por dejar de sonreír y tratar de controlarme... Pero siento el aroma de la sangre, cerca, casi presente.

- Buenas noches, Steff.

Mi voz suena profunda, llena de una mezcla de ansiedad y tensión, que sin embargo no pretende amedrentar.

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Otra nueva voz me saluda, más lejos.

Vuelvo a sonreír recordando la noche... Una única palabra acude a mí.

- Sangriento...

Unas manos en mi espalda me giran, alejándome...

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Siento el peso de las horas en mí, acercándome al amanecer. También siento la neblina rojiza que aún me envuelve... casi enloqueciéndome.

Asiento, algo confuso, aún sonriendo.

Sé que debo marcharme y descansar... Aún así algo grita en mi cuando doy el primer paso hacia la habitación, quejándose. Algo que no quiere parar, aún hambriento, necesitado de más sensaciones.

Las voces continúan a mi alrededor, extrañas, sugiriendo nuevos finales alternativos...

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Pero el camino de la Sangre es solitario... y difícil de compartir.

-Si la probara o dejara que tú lo hicieras sería estando ambos en plenas facultades y tú no lo estás- respondo con una ligera sonrisa ladeada, devolviéndole la mirada fija y sin apenas parpadear, casi desafiante y felina de algún modo inquietante.
Cuando el contacto visual se rompe mi expresión despreocupada vuelve a fluir tranquilamente, escuchando los gritos de Esmeralda desde el baño y la proposición de Steff. Ha sonado cómo...¿raro? Seguro que son imaginaciones mías, no le doy demasiada importancia y al final Hamza se queda ahí plantado cómo si todavía dudara.

-Bueno, puedes dormir con nosotras si te apetece, pero creo que sería más positivo que fueras a tu habitación...- digo tranquilamente, a sabiendas de que si entra puede ser algo de lo que se arrepienta mañana pero tampoco se lo voy a impedir.
-Yo sí me voy a acostar para coger el mejor sitio de la cama- asiento para mí misma y me giro acabando de abrir la puerta para meterme en al habitación otra vez y dejarme caer en la cama con un suspiro gustoso.

-Esmeralda no te quedes dormida ahí dentro- murmuro dudando un poco que llegue a oírme mientras me voy enroscando en la colcha y cogiéndome al cojín cómo si de un gran peluche se tratara, empezando a dar vueltas hasta encontrar alguna postura que me convenza.

MI cuerpo esta en tension ante lo que veo y oigo, pero intento que no lo parezca y mantengo la sonrisa. Cuando le gira para que se vaya parece que...

Sejmet, ha dicho algo que es verdad, si quieres puedes quedarte a dormir con nosotras. le sigo observando de espaldas y como se mete en la cama nuestra pequeña salvaje haciendose dueña y señora de ella, siempre es igual. Si no te encuentras bien, puedo acompañarte hasta tu dormitorio al menos me sentire mejor si le veo entrar por la puerta, esta noche le pasa algo...

Las frases se arremolinan en mi mente, sin terminar de tener un sentido claro.

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Es ahora cuando me siento más vivo. Comunicado con un lado oculto de mi mismo, fuerte y tenaz. Bravo e inquieto.

Sin embargo sé que es cierto. Yo no suelo comportarme así... La Sangre de hoy era muy fuerte, y me ha afectado.

Cita:

Consejos.

Sejmet me da consejos... La situación se me está escapando de las manos, ahora lo tengo claro. Cuando la persona que te incita a dejarte llevar te sugiere que pares, es hora de parar.

Avanzo un paso más, decidiendome, alejándome de sus olores y del aroma de la sangre, débilmente presente.

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Apenas pienso la contestación, negando en silencio y retomando el paso, caminando rítmicamente, volviendo a sentir el movimiento, perfecto, acompasado. Casi llego a mi puerta, abierta, como siempre.

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Tú no lo entiendes... No lo entenderás...

Estoy MEJOR QUE NUNCA...

Me vuelvo hacia ellas, con cierto aire enigmático.

- Me siento bien, Steff. No te preocupes.

Sonrío, esta vez con cierta frialdad, tratando de calmarme.

- Sólo necesito estar solo unas horas, la noche ha sido... especial.

Mi mirada se centra en ella, con intensidad, acosada por flashes internos que me recuerdan qué he estado haciendo.

Despacio, atravieso el dintel de mi puerta, observando e fulgor tenue de dos velas encendidas, y me dejo caer en mi lecho.

Taciturno, miro hacia el techo, sorprendido por no oír el latido de mi corazón sintiéndome tan vivo como me siento...

El tiempo, y las maldiciones, no pasan en balde.

Al final termina marchandose, no se si para bien o para mal pero al escuchar sus palabras solo puedo decir

Si necesitas hablar sabes que siempre estoy dispuesta a escuchar. Antes de que me olvide mañana haremos una Danza del Fuego y luego saldremos por ahi le veo desaparecer por la puerta de su cuarto y cierro la mia quedandome un rato ahi de pie antes de girarme Esmeralda, sal del agua o te arrugaras como una pasa. Se hace tarde y alguien ha cogido casi toda la cama digo mientras me pongo el camison para dormir y me tumbo en la cama entre las sabanas Una noche especial, creo que como la nuestra, realmente estamos volviendonos ociosos, otro dia entre estas paredes y no sabre que hacer.

El agua sigue estando caliente. Cada vez menos, pero podría mantener una temperatura agradable durante bastante tiempo aún. Sin embargo, no la estoy disfrutando. Es algo que me molesta, me pone de mal humor. No solo me he quedado sola, ahora que comenzaba a disfrutar con la compañía de mis hermanas, sino que además me he obligado a mi misma a prestar atención a la conversación que mantenían fuera. Y lo que he escuchado no me ha gustado nada.

Salgo del agua lentamente, dejando que las gotas resbalen por mi piel morena buscando el agua del que salieron. No pierdo demasiado tiempo secándome, aunque dedico unos instantes a soltar las trenzas que tenía sujetas para no mojarlas demasiado. Entonces tomo del suelo mi ropa, hecha un montoncito de trapos arrugados, y pierdo casi instantáneamente las ganas de vestirme. Tomo de entre ellas las bragas y me las pongo cuidadosamente. Son unas braguitas blancas con un diseño en la parte trasera que simula la huella de una mano, una prenda íntima que llamó mi atención cuando registraba las cosas de un apartamento en que me había alimentado. Su legítima propietaria no las necesitaría más.

Salgo a la habitación con tan solo esa prenda puesta, caminando lenta y serpenteantemente, moviendo las caderas exageradamente. Miro cómo Sejmet se arremolina en la cama y la sonrío guiñándole un ojo al pasar. Al pasar junto a Steffanie levanto las cejas llamando su atención, y susurro mis intenciones sin detenerme.

- Tengo que hablar con ÉL -Mi tono es elevado, solemne, el que suelo utilizar cuando me refiero a mis obligaciones como Sacerdotisa- No seáis muy revoltosas ¿Vale? Al menos... -Ya estaba a mitad del pasillo, pero me detengo y me giro hacia mi hermana- ...Al menos hasta que yo vuelva -Steffanie también tiene derecho a recibir un guiño por mi parte.

Entonces, sonriente, vuelvo a dar la espalda a mi hermana para dirigirme a la habitación de nuestro Ductus.

Me planto semidesnuda frente a la puerta de Hamza. Nunca cierra con llave, y todos somos bien recibidos en su habitación, y sin embargo no entro directamente. A pesar de la seguridad conque he salido de la habitación de Steffanie, tan solo era una fachada de cara a mis hermanas. Ellas no deben ver debilidad en mí. Incluso aunque no me guste, es preferible que me odien a que me vean debil. Soy su Sacerdote, el segundo al mando tras el Ductus, y tengo una responsabilidad hacia ellos.

Y Hamza también. Por eso estoy aquí, parada y temblorosa frente a una puerta que solo debería empujar para poder pasar. Porque hay cosas que tiene que oir. Y solo yo puedo decírselas.

Golpeo la puerta dos veces, con toda la decisión que consigo acumular, y con gesto serio entro en la habitación, cerrando la puerta a mi espalda y apoyándome en ella con las manos a la espalda. Clavo una dura mirada en Hamza, a medio camino entre la furia y la decepción.

- ¿Y?

Me doy cuenta de que utilizo el mismo tono que una madre al regañar a su hijo pequeño. Las palabras con que acusa al pequeño sin decirlo abiertamente, con la esperanza de que confiese su culpa por sí mismo, aún a sabiendas de que no lo hará.

- ¿Vas a contarme que coño ha pasado ahí fuera?