Partida Rol por web

-Pero míralas ¡que simpaticas! Ya, desde el primer momento, bromeando como si fueramos amigas de toda la vida...- digo, en voz alta, mientras me acerco y les doy una palmadita energica en la espalda -Nos vamos a llevar G-E-N-I-AL.-

Miro a la chica de negro por el rabillo del ojo "Yo ya lo he dicho... lo que haga no es cosa mía" pienso mientras no frunzo el ceño porque salen arrugas "Tendremos que ver qué sabe hacer, si no espabila, no vale para estar en mi crew..."

¿Palmaditas a mi? Jamás! yo soy quien da las palmaditas o manotazos aquí! fue el primer pensamiento de Kimber

-Perdona guapa, se mira pero no se toca ¿Ok?- le comentó así de pasada, con el primer estado de su  'angry smile'

-Darcy, le voy a romper los dedos a esta perra si sigue tocándome..!- Susurró entre dientes a su colega, con cierto tono musical para que no pareciera más drástico de lo que ya era.

Cita:

-¡Uy! Disculpa, es cierto que hay gente a la que no le gusta que le toquen... Nada, chica, tranquila queno se repetirá - contesto poniendo mi mejor sonrisa y mirada de arrepentimiento

"Bien, ya sabemos algo que te rabia... por si tenemos que usarlo en algún momento"

Parece que a la rubia le molesta que la toquen. Mejor saberlo ahora antes que perder unos cuantos mechones de pelo, se nota por la cara que no es de las pacíficas. La otra chica se disculpa, lo que supongo ayudará a calmar los ánimos.

- Por cierto - me dirijo a todas, con ánimo de cambiar de tema - Creo que no nos hemos presentado. Soy Jessica Pierce, encantada.

Exhibo mi mejor sonrisa, ésa por la que pagarían miles de dólares por hacer un anuncio de dentífricos.

Ya estaba mirando el árbol y pensando en cómo subirme - para algo tiene que servir eso de hacer torres con las animadoras - cuando la chica morena de rasgos latinos dice que es una broma. - Muy buena.

En lugar de enfadarme, miro a la otra morena, a la que había dicho lo del árbol, con una media sonrisa bastante cómplice por mi parte. - Me cae bien, la broma era buena. Me gusta la gente con ese tipo de humor. Quizá no esté todo perdido entre estas Barbies.

Por otro lado elogiaba la forma de las demás de haberse dado cuenta de que era una broma. - Bueno, tampoco se me iban a caer los anillos por subirme ahí. Luego dirán que son atletas...

- Muy buena la broma, sí señor, casi caigo.  - Me acerco a Darcy mientras observo el comportamiento de las demás, y le hablo a ella pero de forma que pueden escucharme todas. - Vaya, menudo mal genio se gasta la rubia. ¿O es que tiene algún tipo de intolerancia? ¿La piel tan seca que se le irrita? Cuidado con enfadarte tanto, que salen arrugas de expresión en esa cara tan bonita. - Cuanto más me meto con ella, más cara de muñequita de porcelana pongo, y más voz de inocente. Después miro a Jessica. - Encantada, yo soy Bethany Miller, pero puedes llamarme Beth. - Miro de nuevo a Darcy. - Tú también puedes llamarme así, y tú - digo mirando a Mary Ann, - pero tú...  - Miro a Kimberly. - No, tú no.

Shhhh tranquila...–Darcy la guiñó un ojo, esperando que entendiese con ello que la venganza podía esperar. Y convertirse en una fiesta, por supuesto.

Yo soy Darcy. Podéis llamarme cuando haya un chico guapo. O chocolate. O cerveza. O una fiesta llena de chicos guapos con cer...

Oh oh...menos mal que escondí la navaja de Kimmy...

...veza

La razón por al que la agresiva rubia no había encontrado la navaja antes era porque Darcy se la había cambiado de bolso. "Bromas sí, sangre no...que luego limpiarlas cuesta un cojón" era una de las normas éticas de Darcy. Sin embargo aquella gotiquilla retrasada (había sido la única que había caído en la trampa, estaba claro que no estaba allí por su cabecita) había dado pie a que Kimmy le pusiese un mote no demasiado bonito. Normalmente era ella la que escogía los apelativos (nadie podía negar que un MissPutensky era  mejor mote para una profesora que "La puta rusa"), pero dado que Bethany había lanzado la invitación a que no la llamase "Beth"...bueno. Darcy era de letras. Pero sabía sumar. Al menos cuando las sumas eran tan fáciles. Mejor alejarse antes de que la sangre salpicase. Era muy dificil de quitar.

-Ja ja ja! tranquila betún , no te llamaré como tu no quieres que te llame, pero si quieres puedo ayudarte a cortarte las venas- Comentó Kimber, escondiendo su ira tras una sonrisa mas falsa que judas y sus monedas de plata.

Le apretó la mano a Darcy para no estrellarla en la cara de esa gótica revenida de mierda.

-Por cierto, creo que los uniformes de animadoras son claros, seguro que no te van a gustar, y tampoco hay paragüas para protejer tu blanca piel del sol, aunque no te vendría mal, parece y hueles como si te hubieras bañado en lejía-

o a lo mejor te meto yo en una tinaja llena de lejía perra maldita!

Intentó tranquilizarse, no era bueno montar espectáculo, no al menos tan pronto

-Pero vamos, siéntate, hoy es un dia de alegría por entrar en esta hermandad-

Donde estará mi maldita navaja por Dios...

Noto cómo la tensión puede cortar el aire. La rubia parece tener un carácter muy fuerte, desde luego. Es mejor no gastarle bromas pesadas, pero de todos modos no soy de hacerlas.

- Sí, es lo mejor - respondo ante la idea de Kimberly de tomar asiento - Sería genial que nos aceptaran a todas, ¿verdad?

Me acomodo en un asiento mientras espero a que aparezca la presidenta de la fraternidad.

"¡Uy, uy, uy! Como está el ambiente..." pienso mientras hago como que esta movida no va conmigo

Aprovecho cuando Jess cambia de tema para subirme a ese carro

-Yo soy Mary Ann- saludito con la mano -Y sí que sería genial que nos cogieran a todas- sonrisa

La puerta de abajo sonó, parece que aquellas zorras habían decidido entrar sin más. Ni llamaron a la puerta, ni nada de nada. Sadie abrió los ojos al escuchar las voces abajo.

-¿Channel? Creo que están en el salón, alguien tiene que explicarle los modales a esas patéticas novatas. Es decir, no pensarás dejar entrar a gente que come en el McDonalds con las manos... O bueno, gente que come allí sin más. Solo con oler el ambiente puedes coger las calorías de todo el mes... ¿¡NO DEJARÁS ENTRAR GORDAS, VERDAD CHANNEL!?- abrió los ojos en modo pánico, porque allí no podía entrar gente gorda (lo de gente fea estaba más que claro... es decir, había gordas guapas como Adele y eso... pero ella se ganaba la vida cantando. Esa gente luego podía engordar porque la publicidad hacía el resto. Es como Cristina Aguilera, que se comió a sí misma y a nadie le importó... Tampoco es que antes de eso bailara tan bien, ¿no?).

La misma lejía con la que tú te tiñes el pelo, zorra...

- Gracias, muy amable, pero creo que moriría antes por la roña del cuchillo sucio que usarías que desangrada, ya que no creo que seas capaz de encontrar una vena. Es lo que tiene haber estudiado la anatomía solo de ombligo a rodillas.

Ni siquiera merece la pena seguir insultándola.

- Sí, sería genial, pero me extrañaría. No es conocida como la fraternidad más elitista de la cuidad por admitir a todo el mundo.

Mira a la tontita como intenta ir de dura y de superlista "uy yo he estudiado anatomía" y blablabla...esto va a ser muyyyyy divertido.

Antes de que Kimmy saltase a la yugular y la desgarrase con sus dientes, Darcy consiguió soltar la mano...pero claro. La gotiquilla estaba hablando por lo que su amiga volvería a agarrarsela de nuevo. La mano, por supuesto. Previendo la tormenta, Darcy sonrió de nuevo con su mejor sonrisa amistosa.

-Oh vamos...si de verdad piensas que lo divertido está solo de ombligo para abajo no creo que seas tampoco una experta... en anatomía, por supuesto

Darcy rompió a reír como si aquella fuese un gran chiste. Quizás no era la más delgada, pero sin duda alguna sabía romper el hielo y aflojar las tensiones...aunque fuese con pequeñas e inofensivas puñaladas. 

-Pero ¿a qué esperamos? ¿llamamos a la puerta o algo?

Niego tanto con la cabeza como con un gesto de la mano.

- No, no me malinterpretes, no digo que lo divertido esté solo de ombligo para abajo, digo que es lo único que tu amiga conoce. Más, está bien, quién soy yo para juzgar en qué se centra cada una. Buen rollo, ¿ok? Ni esta gran fraternidad merece que nos pongamos así. - ¿Y esta tía me estaba cayendo bien? Es tan imbécil como su amiga, parece... - Me encojo de hombros. Estoy segura de que no van a pensar igual que yo, pero ese ya es su problema, no el mío. - Sí, desde luego acercarse a la puerta sería un gran paso.

Channel llegaba tarde. Llegaba tarde para las pringadas de abajo, las pocas que quedaban en la Residencia H.O.T.S. Sus adláteres, sus esbirras. Las que habían aguantado su ritmo infernal. ¡Que esperaran! No se iba a vestir especialmente bien para aguantar a las pedorras de las novatas, que llegarían más tarde. No iba a dedicar un minuto de su preciado tiempo. Y desde luego que no iba a estar puntual. Eso era de perdedoras ansiosas. Putas a las que se podía comprar. No como ella, una chica bien con centenares de seguidores en el Twitter y el Facebook, que posaba con los modelos de los mejores diseñadores internacionales que le compraban sus padres. Era adorada por su riqueza y por su belleza. Iban parejas. Como era propio.

Abajo, planeaban bromas, bien... que hicieran el trabajo de pensar por Channel. Eso de pensar deformaba el entrecejo y no les gustaba a los hombres. Calcular valía, pero pensar nunca. Cuando... ¿Que entraban ya? ¿Que entraban sin permiso?

Malditas putas. ¿Que se creen?

Channel bajó las escaleras con un cabreo incipiente pintado en el rostro. —¿Pero qué se creen esas niñatas?— miró a una de las putitas del infierno. Siempre tan puñeteras, costaba tenerlas en vereda. Eran tan listas como taimadas. —¿Lo de las bragas? Sí. Escuché vuestros rebuznos de guarras. Pero por una vez tenéis una idea. Adelante, tú te encargarás. Cuando estén atadas y las estemos echando agua fría, que es buena para la piel. Será tu misión, Lilith. Aunque seguro que Sadie preferiría hacerlo ella. Pero no, la dejaos para que monte la fiesta pijama y demás actividades protolésbicas. Se le dan bien. El plan no es sólo que la expongas, también tienes que inutilizarla, y solo debes dejar la ropa interior que cueste más de lo que cobra un obrero medio en un mes... sea lo que sea eso. Aquí tenemos clase. Y llevar otra cosa es como no llevar nada. Un par de cortes y listo. Pregunta a Sadie cómo romper bragas si te hace falta. 

Luego miró a la orejas tapadas. —Y Sadie...— se escandalizó—  una gorda sería como un gusano en una manzana, echaría a perder todo el racimo. ¡Nunca dejaré entrar a ninguna así!— tenían que hacérselo decir. El plan sí era dejar entrar a una o dos rellenitas. No gordas, sino simplemente que atléticas. Ricas y prósperas, claro. Contactos para el futuro.  A su lado, todas las demás estaríamos delgadas. Más delgadas. Sadie era imbécil. Y a las gorditas, a las que tenían medio kilo de más, o que simplemente no sabían combinar colores. Se las podía controlar. No hacía falta que estuvieran gordas, sólo las que tuvieran la propensión. Channel las encontraría. 

—Seguidme, zorras, vamos a destrozar a esas novatas— Channel estaba orgullosa, las arpías que tenía, sus "compañeras de fraternidad"... destruirían todo a su paso. No podía tener mejores... peores... hermanas.

Y fue un taconeo proveniente del piso superior lo que hizo que todas se callaran como putas. Venían las veteranas y entre ellas la presidenta de presidentas.

El sonido de tacones llegó hasta lo alto de la escalera y pudieron ver como Chanel encabezaba aquel grupo de veteranas, no podía ser de otra forma. Como ya hacía en el instituto la animadora popular, siendo la hembra alfa de la manada con sus minions detrás, Chanel bajó despacio las escaleras para dar cierto dramatismo al asunto. Que aquellas putas novatas se acojonaran. Tras la presidentísima iban tres de sus minions, las gemelas de Sweet Valley y otra rubia con orejeras.

Channel bajó seria y recta con lo que a ojos de Luzbel era dignidad de una Jackie Kennedy. Era tan admirable y tan despreciable a la vez. Luzbel no podía negar que le maravillaba la presencia de la Amada Líder de la República Popular Democrática de Corea de la H.O.T.S. Ojalá se muriera escaleras abajo, pero sí, era todo presencia y un ejemplo a seguir para toda chica que quisiera ser algo en la vida.

Las perras de la guerra de Channel la siguieron bajando  como damas de honor que sostenían la cola de un vestido de novia invisible. Luzbel, recta, digna, soberbia, apenas sin fijarse en el montón de bultos con ojos que había abajo. No merecían apenas su atención. Arrugó la nariz unos instantes al percibir un cambio en el aire perfectamente climatizado del vestíbulo.

-Ojjjj oooojjj, pero por-fa-vor ¿qué es ese olor? -le murmuró por lo bajini a sus compañeras. La atmósfera de palacio de cuento de hadas había sido mancillada por la plebe.

Como una Diosa, con su séquito detrás, así bajó Channel las escaleras para recibir a la escoria de novatas. Ser la presidenta de la Fraternidad tenía alguna parte pesada y aburrida. Recibir a la escoria. Conseguir que supiera cuál era su papel. Aunque quizás, entre la escoria, se encontrara algún diamante que sirviera para las HOTs. Como cuando esos niños del tercer mundo rebuscaban diamantes con sus deditos en los huecos profundos de la mina hasta que eran grandes y ya les dejaban morirse de hambre. A veces encontraban algo.

Las miró, a todas y a ninguna pasando la mirada y arrugando la nariz. ¡No! Arrugando la nariz con la mente, que si no salían arrugas. Sí que olían mal, quizá no físicamente, pero Luzbel, perra de Satán nº1, tenía razón. Desde luego que ninguna sabía perfumarse adecuadamente y la mezcla de sus aguas de colonia baratas, compradas sin duda en el Wallmart, ofendería a cualquiera con un mínimo de buen gusto.

— Buenos días, pequeñas furcias postadolescentes. Quizás esperaréis que os demos la bienvenida, que os acojamos como hermanas, que os enseñemos como se anda, se viste o se maquilla una. ¡Dejad de soñad! Si pensáis que simplemente por estar en HOTs ya tenéis la vida resuelta, un tipazo, glamour y hombres musculosos y ricos detrás... me temo que tengo que desilusionar vuestros pequeños cerebros de puta. Diría que no me encanta la tarea, pero me alimento de las lágrimas de las perdedoras.

Tomó aire un segundo —Sois novatas, no se cuanto o con quién os habréis abierto de piernas para entrar aquí— las contempló ahora horrorizada por los estilismos —y cómo han bajado los estándares. Sólo os diré que las que aprendan a cerrar las piernas de forma que no les entre un balón de fútbol por ella, las que sepan tratar apropiadamente a una Hermana de pleno derecho y pasen todas las pruebas sin rechistar durante estos días, serán admitidas como Hermanas.

—Sois putas, y como tales, querréis joder. Bien, eso está bien, pero joded fuera, porque hacedle algo a una hermana, y estaréis fuera de la Hermandad. Jodedme a mí y estaréis fuera de esta Hermandad, de todas las otras hermandades, y además conseguiré que demanden a vosotras y a vuestras familias por todo el dinero que puedan haber tenido jamás, para que sólo podáis mantener a vuestros desgraciados padres abriendo las piernas en una esquina, como Dios lo planeó en inicio para cada una.

Channel no amenazaba en vano. No sabía si sus padres eran los principales donantes de la Universidad, pero había visto los cheques que enviaban y sabía lo que cobraban los decanos. El peluquero del perro de su madre cobraba más que todos ellos juntos. Además de que su padre decía que no había nada más divertido que destruir a la gente a demandas. ¿Para qué tenías si no varios despachos de abogados? De todas maneras Channel pensaba que últimamente su papaito tiraba el dinero financiando la campaña de ese tal Trump, ¿Para qué gastaba millones de dólares en propaganda cuando su rival sería una zorra frígida a la que su marido le había puesto los cuernos con todo Arkansas? Hillary debería haber estado en HOTs. Bill jamás habría rechistado y ahora sí que sería presidenta. 

—Yo soy Channel, o vuestra Presidenta. Os dirigiréis a mí con respeto, llamaréis a las puertas de este lugar antes de entrar, no me interrumpiréis. Si hacéis cualquiera de estas cosas, podéis disculparos de inmediato abofeteándoos en el acto. Y no habrá pasado nada. Soy bondadosa. Ahora el resto de hermanas se presentarán, aprended sus nombres. Su palabra es como la mía. 

Las Hermanas se presentarían y luego empezarían las pruebas. Las novatas... ¿Presentarse? Ya les daríamos un apodo a cada una. La idea de llamarlas Puta número uno, puta número dos no era mala, pero me la habían echado para atrás, sin duda porque las novatas no sabían contar hasta tres y se equivocarían. 

Enfilé escaleras abajo junto a mi hermana. Las gemelas tienen una conexión especial, muy especial...Un vínculo intangible pero muy fuerte que hace que en muchas ocasiones dos mentes estén conectadas casi de forma sobrenatural.

Ojalá muera escaleras abajo...

Ya lo creo. Pum. Cabeza abierta y materia gris mezclada en el suelo junto con sangre y pelo de rubia de bote. Ojo, yo no era rubia de bote. Y no hay pruebas de lo contrario. Pero en ese momento todas estas cuestiones estaban en segundo plano. Ahora mismo las novatas estaban en orden de prioridad. Prioridad para joderlas y ver cual podría ser MY BEST FRIEND. No se lo había dicho a mi hermana, pero la realidad era esa. Alguien con quien compartir gustos y aficiones teratofílicas, o algo así. Tendría que ser alguien muy especial, y muy discreto...Con clase, que le gustara el deporte, el porno de pterodactilos...El dinero era secundario. O mas o menos. Porque acoger en mi vida a alguien pobre, sería como cuando alguien adopta un perro viejo y flaco de una perrera. Un acto de caridad. Mamá a veces nos insistía con eso y el rollo mierdoso de Dios y sus apóstoles. A mí de la biblia solo me gustaba el leviatán y sus bestias varias...Pero cambiemos de tema, porque me dan ardores púbicos. 

Channel dice palabras más que acertadas, de modo que tengo que admitir que si es Presienta es por algo. Aparte de porque se haya arrodillado frente la bragueta de alguien, o haya hecho la tijereta con media hermandad para conseguir votos, que a saber...

Me atuso el pelo, recolocándome mi volumen capilar sacado de un bote de espuma Giorgi gama delux- ultra. Sólo apta para pelos de la realeza.  

- Yo soy Lilith Monroe y aquí huele a plebe. - hago un mohín - Huele a colegío público, y eso no se puede permitir en H.O.T.S. No sé donde pensáis que habéis venido, pero aquí cuidar la imagen es lo más importante...Nunca sabes cuando conocerás a tú futuro marido. - me cruzo de brazos. Futuro marido o rapero de moda que te ponga fina una noche en su limusina.

-A choto, diría yo -se sintió enfermar solo en pensar que esa recua de yeguas mal calzadas hubiera entrado en HOTS a lo natural, acaloradas y a potorro recocido y con los sobacos llamando a la puerta del buen gusto. Ahí había más de una gorda y eso significa: olor. Recuperó la compostura brazos en jarra-. Muy bien dicho, Channel. Yo soy Luzbel Monroe y lo primero que debéis saber es que aquí está prohibido sudar. Y mucho más sudar como alguna parece sudar aquí. Aunque a lo mejor es el aliento. Recomiendo chicles de menta de campiña de Perpignan para después de las tragadas de sable que os metéis, zorras. No es de buen gusto venir a HOTS con un perro muerto en la boca ni con eau de meco en la garganta. Y sí, digo chicle. No vale con hacerle un nudito al condón usado sabor cutrementa relleno de lefa y masticarlo para ahorrar. Eso me recuerda otra cosa: se prohíbe ser pobre. La que sea pobre se puede ir yendo. Si lleváis dinero encima sois pobres. Fuera.

Esperó a ver si alguna era pobre. Tener dinero en efectivo encima era sinónimo de pagar y pagar es de pobres. La gente bien no paga, eso lo arregla el secretario o el gestor de papá.

-No sé qué pretendéis viniendo aquí a la puerta de HOTS. Queréis entrar pero nosotras no os queremos aquí. Así que más vale que demostréis que vale la pena que consumáis NUESTRO aire. Sadie, querida... -invitó a presentarse a la de las orejeras.