Partida Rol por web

-Estoy empezando a cansarme que todo el mundo se crea capaz de saber lo que yo se, de saber mis motivaciones para realizar ciertos actos, y lo que espero de ellos. Empiezo a hartarme de que me critiquéis todo el rato, cuando no es uno es otro. No tenéis ni idea de porqué hago las cosas como las hago y habláis sin saber. ¿Quieres recopilar conocimiento? No es culpa mía que no puedas hacerlo de una forma más efectiva, pero no voy diciéndote como hacer tu labor, hermano. Tu tienes tus funciones y ves el lienzo de una forma, yo lo veo de otra.

Sargolax inclino la cabeza sin entender la irascibilidad de su hermano. Como siempre su voz era neutra y melancólica pero no parecía estar criticando o culpando por lo sucedido.

-Ciertamente, cada uno tiene su visión del mundo, eso es obvio o de lo contrario todos actuaríamos de una manera predeterminada. No te culpo por seguir tus instintos... sencillamente esperaba que lo hicieras de otra forma. Lo único que pido es que no destruyáis el lienzo para llevarlo a cavo, o al final todos empezaremos a destruir nuestra creación entre todos en un esfuerzo por eliminar nuestro sustento, hasta que todo lo que hemos creado llegue a un fin prematuro... espero que ese no sea tu objetivo después de todo, dado que es algo que se esperaría mas del ámbito de nuestro hermano Meseth.
 

No temas hermana, no dejaré que nadie más sufra tu destino, ni tan siquiera Sevoriam- le dije a Mirari -No lo odio, pues el odio no tiene cabida entre hermanos, sino que lo compadezco, me entristece su ceguera… lo cual no quita que deba recibir castigo por sus actos- añadí, para luego mirarla con intensidad, pues seguramente sería la última vez que vería a mi hermana -Le transmitiré tu mensaje, no lo dudes… espero que encuentres la paz- le dije a modo de despedida.

Por mi parte, no hay nada más lejos de mis intenciones que la destrucción- le dije a Sargolax -Ni de la esfera, ni de ninguno de nosotros. Puede que este furioso con Sevoriam por lo que ha hecho, más no permitiré que la furia me ciegue y me haga cometer el mismo pecado- dije -Sea lo que sea que hagamos, no tiene sentido si con ello destruimos el Legado de Padre- le dije, refiriéndome tanto a la esfera como a nosotros mismos como hijos de Padre -Y sin embargo, hay algunas actuaciones por las que hay pagar…-añadí, mirando a Sevoriam.

-Cada acción tiene una reacción, hermano. Las de Mirari tuvieron la mía, y la mía tendran las vuestras -miró a su hermano y continuó- haced lo que tengàis que hacer, yo lo seguiré haciendo.

Y llego el ultimo suspiro. Mirari habia destruido su propio trono, abandonado su sala de Ruth-Adum y Meseth habia escrito personalmente su nombre en un pergamino. Estaba todo sentenciado. La diosa no se encontraba en Ruth-Adum cuando la ultima gota de esencia se le escapaba de su ser para exparcirse por el infinito. Sin un sustento como sus hermanos, y habiendo gastado gran parte de la fe de sus difuntos hijos, lo poco que quedaba en ella se fugaba lentamente. Todo el panteon pudo sentirlo. Mirari habia caido.

Una profunda oscuridad cubrió de repente a Zavara. El suelo de Ruth-Adum se convirtió en un infinito mar de huesos y sonidos de gemidos lastimeros llenaban el ambiente bajo un cielo cargado de nubes de tormenta. A su espalda, apareció Meseth, sentado a un trono de hueso y cadenas, de sangre y sombras. Era distinto al que usaba en el cónclave divino.

- Querida hermana... hermosa Zavara, disculpa por traerte aquí sin avisar, pero ambos sabemos que no somos muy dados a airear según qué conversaciones, y menos la que ahora nos competen - dijo, haciendo un ademán y mostrando un trono de acero para que su hermana se sentara frente a él - No hemos podido evitar que ha caído un manto protector sobre el reino de Abandono, protegiéndolo de las sombras que acosaban a los Grigori. ¿Erramos si pensamos que es obra tuya?

Zavara miró a su alrededor poniéndose en guardia rápidamente cuando todo cambió repentinamente, pero relajó su postura al percatarse de la presencia de Meseth, pese al ambiente tétrico y lúgubre que había creado: oscuridad y muerte allá donde mirara. Se giró para ver el trono de acero y aceptó la invitación sin rechistar, sentándose con su característica elegancia y aprovechando para mirar directamente a su hermano a la vez que adoptaba un porte tranquilo.

- No erráis, pues ciertamente es obra mía. Disculpad que haya decidido actuar sin pediros antes vuestra opinión, pero... no podía quedarme de brazos cruzados al ver que vuestros hijos estaban desprotegidos.- desvió la mirada unos instantes y suspiró.- Menos aún después de... haber perdido a mi querida hermana. Espero que no os hayáis ofendido o enfadado; entiendo que la muerte es algo necesario, incluso placentero según vuestra perspectiva, pero esas sombras son ajenas a todos nosotros y... no me gustaría que interfirieran en la Creación ni que debilitaran a mis hermanos.- se inclinó un poco hacia delante.- Me parece que mi reacción os habrá parecido extraña. Me refiero al asunto de Mirari. Pero quiero recordaros lo que ya he dicho en varias ocasiones: quiero protegeros a todos.- se recostó de nuevo en su asiento y volvió a desviar la mirada, y entonces su rostro se mostró gélido.- Supongo que ya no a todos.

Mirari vio sesgado su último retazo de fe, pero había tenido eso en cuenta. Por más que le doliese, ya no había nada que hacer.

Pero incluso aquello había sido su última prueba… observo todo desde fuera.

La Mirari falsa se desvaneció, sus hijos se habían deformado o mermado al cuidado de las Shelan.

Pero aun existían muchas opciones, podía bien crear una nueva raza, aún tenía el poder suficiente para eso… pero aquella fuerza que la había limitado al inicio seguía actuando, de nuevo se topó con que no eran poderosos, menos aún divinos, pero este era otro encuentro y ya estaba acostumbrada.

Podría reencarnar, el Khan podría servirme de cuerpo, en un par de años, recobraría fe y pudiendo pedir fe suficiente a sus hermanos, podría crear otra raza.

Pero seguramente habría algún impedimento, ahora comprendía mejor esa fuerza superior.

Podía hacer otros planes y sobrevivir más tiempo en el mundo, pero no era esa su naturaleza, no planeaba con malicia.

Incluso aquella fuerza ignoraba mucho de sus hechos, los Fararis podían sobrevivir al frio, eran capaces de generar calor con sus cuerpos para generar fuego, usaban ropajes. Y había cosas ocultas en la creación, pero quedarían ocultas para siempre, al parecer.

Entonces, antes de que el mundo pudiese consumirla, se encamino fuera de Ruth-adum, aquella silla nunca pudo formar lo que imaginaba y el mundo palidecía ante sus visiones, tal vez desapareciendo buscando a padre podría traerle esa paz que buscaba.

Tal vez… alguna vez podría encontrar la paz y alegría que ese mundo nunca le pudo proporcionar.

Se apagó adrede, buscando más allá de tres colores, más allá del sonido audible, más de un planisferio, más que un principio y un fin.

Pues ella sabía que existían colores de gama infinita coloreando el vacío, había escuchado cantar a los planetas, y tal vez…

…Ende.  

Adiós hermanos… os quiero…

Los veré donde exista algo más, os quiero ver florecer, desarrollaros. Iré más allá del fin, donde pueda cuidarlos y tal vez, ver a nuestro padre.

Os amo…

“Mirari” fue arrastrándose hasta un rincón tranquilo y oscuro lejos de Ruth-Adum. Recogió dentro de su cuerpo la cabeza y las seis extremidades, y en su espalda aparecieron, sólo visibles para quien ha leído esta historia, las letras: “Ende”.

Un gesto de Meseth retiró importancia a las palabras de Zavara.

- En absoluto, hermana. No intervinimos ante la necesidad de los Grigori porque mostrar clemencia no les enseñaría, no les prepararía. Pero no podemos rechazar un regalo de una hermana hecho con el corazón - un cabeceo del Dios de la Muerte mostró aprobación, para luego entrelazar las huesudas manos - Respecto a la desaparecida Madre y tus intenciones para con Sevoriam, ¿crees que es lo correcto? Ahora Urdamesh y tú habéis mostrado abierta hostilidad hacia nuestro temperamental hermano, y quieres castigarle por lo que ha hecho pero... ¿en qué desembocará esto? ¿Crees que atacando al atacante eliminarás el dolor? ¿O lo aumentarás? ¿Qué podrán decir Gargoltar, Sargolax o... Meseth, si uno de nosotros muere sólo por representar lo que Padre quiso que fuera? ¿Qué impediría entonces al resto atacarte a ti, por proteger a otros, o a Sargolax por guardar secretos... o a nos, por alimentarnos?

Zavara alzó un dedo para puntualizar las palabras de su hermano.

- En ningún momento he amenazado a Sevoriam con castigarle o llevarle a  la guerra, pues eso le complacería más que nada. No voy a atacarle porque esa no es mi forma de actuar. Pero en su día os juré fidelidad a todos; juré protegeros, quereros y respetaros incluso existiendo nuestras claras diferencias.- negó con la cabeza.- Y ahora no puedo cumplirlo, porque el Dios de la Naturaleza ha demostrado ser mucho más destructivo de lo que podría haber esperado de él. Pensarás que soy ingenua... y seguramente estés en lo cierto.- de nuevo su rostro se volvió frío.- Pero he aprendido pagando un precio altísimo. Si hubiera sido más astuta, si lo hubiera visto venir...- derramó una lágrima que resbaló rápidamente por su pálida mejilla.- Mirari...

Se quedó en silencio y se pasó una mano por la cara para intentar tranquilizarse.

El último eco de Mirari aún resonaba en panteón, Ruth-adum, la morada habitada por los dioses, respondía ante ellos y se amoldaba a sus deseos y expectativas, ya fueran estas conscientes o inconscientes. Con la desaparición de la diosa, los cambios en la morada del cosmos dieron comienzo. Con una consciencia menos que lo alterase, pequeños cambios se podían apreciar, los colores parecían más tenues, la decoración en la arquitectura menos recargada.

Esos cambios se entendían como naturales, por desgracia no fueron los únicos cambios. Todos los dioses, simultaneamente sintieron una punzada en su interior, era una sensación extraña y nueva, solo comparada al "dolor" o "sufrimiento" que los mortales podían sentir. La sensación se fue intensificando hasta ser casi insoportable, como la hoja de una daga que se clavaba en la propia existencia de cada dios, lentamente pero sin detenerse, siempre parecia que iba a terminar pero siempre continuaba haciendo la herida más y más amplia.

Al mismo tiempo que los dioses experimentaban esta traumática escena, como la representación física de esa herida, un nuevo pasillo se creaba en Ruth-adum, no era como habitualmente, donde los pasillos aparecían para facilitar el movimiento de los habitantes, no. Este era algo prohibido, antinatural, no debía estar allí, pero lo estaba. Una herida abierta en el hogar de los dioses.

El dolor finalizo al fin, pero acercarse a ese pasillo, explorarlo. Revivía la sensación cuanto más se avanzaba por el. A medida que se avanzaba la luz parecia ir debilitando dejando paso a las tinieblas, la decoración se iba volviendo más y más austera. Al final, cuando la oscuridad era casi impenetrable y las paredes y suelo tan lisos que no se podían distinguir unos de otros, reposaba una puerta.

"Tan solo quién haya ensuciado sus manos puede pasar"

Sargolax vuelve a ascender al plano divino, portando la gema que Miari había escondido para "proteger" a su hermano. Se sintió tentado a investigar ese enigmático nuevo pasillo, a pesar del dolor que le provocaba... a su vez le enfurecía, sentía como si su dominio sobre las sombras y la oscuridad estuviese siendo desafiado... pero aun no era momento de hacerlo, y tenia algo que investigar antes.

Dado que ninguno de sus hermanos había mostrado interés sobre su hallazgo, y aun seguía creyendo algo de las palabras de su hermana muerta, decidió llevarlo a su sala privada a investigarlo con tranquilidad, mientras dejaba parte de su esencia junto a sus hermanos, para estar informado de los sucesos que acontecerían en Ruth-Adum mientras se dedicaba a su estudio.

Zavara materializó una parte de ella delante del nuevo pasillo que se había creado en Ruth-Adum. Tenía una mano en el pecho, intentando contener ese nuevo dolor que la carcomía sin saber por qué. Miró hacia su interior, ahuyentada por la densa oscuridad que lo cubría, y temía que esa fuera otra obra de ese ente ajeno al panteón que les acechaba. Al llegar hasta el fondo, se encontró con una puerta. Leyó su inscripción, y en seguida su expresión se volvió fría e insensible.

- Creo que esta puerta aguarda a uno de nosotros.- dijo en un tono especialmente acusador. Tras esto, simplemente se desvaneció, esperando lo que tuviera que ocurrir, pues tenía claro que ella no podría pasar de esa puerta.

Al ver el caos que había entre sus hijos, Sevoriam no pudo evitar tener que mandar parte de su esencia hacia el mundo, para establecer de nuevo la jerarquía y el ligero orden con el que se mantenían día tras día los Volinam. A su vez, no pudo evitar escuchar las palabras de su hermana, que parecía aún estar de nuevo intentando mostrar que estaba por encima de Sevoriam, algo que no comprendía; el dios de la guerra había sido muy claro con respecto a sus motivaciones y sus dudas, así como lo que iba a hacer; pero parecía que nadie le había creído.

Ese dolor que surgía de su interior fue canalizado en una tormenta interna mientras se ponía en pie y tomaba una especie de forma humanide. Se dirigió hacia esa puerta con tranquilidad. Él no tenía las manos ensuciadas, pues eso lo tiene alguien que se arrepiente de sus actos.

Y Sevoriam no se arrepentía nunca de sus actos.

Finalmente, el dolor remitió. Era una sensación extraña y nueva, que no agradó nada al dios del metal, como tampoco lo hizo la formación de aquel pasillo. No estaba dispuesto siquiera a investigarlo. Él ya sabía lo que aquello era, y así lo dijo:

-Otra invasión más de las sombras. Con la excepción de Meseth, dejáis que todos vuestros hijos hagan uso, de un modo u otro, de esas sombras que han aparecido de la nada y parecen deseosas de dominarnos a todos. Después, éstas intentan tomar por la fuerza a los pueblos que no pudieron tomar voluntariamente. Y ahora, con la caída de Mirari, se apropian de lo poco que ha quedado de su pueblo, e invaden la propia morada de los dioses. ¿Qué más tiene que ocurrir para que se deje de ignorar este asunto?-preguntó Gargoltar, con un tono más contundente que el que solía tener su metálica voz. 

Las consecuencias de la muerte de Mirari no tardaron en notarse en la propia Ruth-Adum, no solo por el hecho de que parecía algo más apagada, impresión que venía acompañada de un dolor punzante en mi interior, como una herida que crecía más y más, como si una parte de mí mismo hubiese sido desgarrada, extirpada, destruida…o al menos eso era lo que sentía. ¿Era esto lo que los mortales sentían al perder a alguien? Seguramente, con la diferencia de que, a diferencia de un dios, ellos no podían suprimir el dolor de manera consciente. Pero aunque podía, no lo hice, sino que abracé el dolor como recordatorio de la existencia de Mirari. Y mientras esto sucedía en mi interior, en el interior de todos nosotros, por lo que podía apreciar, la propia Ruth-Adum parecía recibir también una herida similar, manifestada en forma de un pasillo distinto a todos cuantos en ella había, como si no perteneciese a ese lugar.

Desde luego, está claro quien de entre nosotros tiene manchadas las manos- dije, opinando de la misma manera que Zavara mientras miraba con severidad a Sevoriam -Pero no creo esa sea una puerta que deba abrirse. Ya has visto y sentido lo que han provocado tus actos, abrir la puerta solo puede agravarlo- le dije a Sevoriam -Si este pesillo ha necesitado de la muerte de Mirari para aparecer, nada bueno puede haber tras esa puerta. Sera mejor guardarnos de lo que pueda surgir de ahí- añadí para luego dirigirme a Gargoltar -No negaré que me preocupan pero… ¿Qué sugieres que hagamos? Hemos intentado estudiarlas pero hasta el momento no ha habido resultado alguno- le dije.

Las sombras del trono de Meseth parecían retorcerse con más fuerza, el brillo del pectoral de acero más intenso, y la oscuridad de su capucha prometía más olvido, más desesperación. Todo desde que Mirari había desaparecido, succionando su poder como una sanguijuela.

- Pues no estamos de acuerdo, querido hermano. Esa puerta es de la propia Ruth-Adum, una puerta que Padre consideró que debía abrirse. Quizás fuera para castigar al primero que atacara a uno de los Dioses, o quizás sea lo contrario, una recompensa por purgar al Panteón de una lacra. Sólo hay una manera de saberlo, y es llegando al final de ese pasillo. Con gusto Nos lo recorreríamos... pero bastantes sombras han recibido nos dominios y los Grigori ya. Unas sombras que... quizás deberíamos empezar a plantearnos, si no investigar - estamos de acuerdo, Urdamesh, en que la investigación es demasiado infructuosa para repetirla - dejar de utilizarla. Vuestros hijos están alimentando esas criaturas... ¿creéis que es bueno para ellas?

La joya no era una joya en realidad, si no la esfera verdadera, la original de la copia que Mirari guardo en la camara de los secretos. Al contacto con el dios reveló su verdadera identidad, una esfera perfecta, luminosa, de colores calidos. Pero no solo revelo esto a su portador, al sentir la esencia de un dios mostro su fin, un mensaje guardado:

"He encontrado este lugar, y espero que este lugar sea el correcto, las sombras se mueven despacio, pero avanzan, hay que prepararse. Necesitamos canticos a Dakha. Enseñaselo a tus hijos:" una melodia extraña sono alrededor de Sargolax. "Esto nos ayudara a frenar las sombras."