Partida Rol por web

La noche de ayer fue dura.

Cómo siempre, la noche de fin de año es tanto por los humanos cómo para los Vástagos una noche de fiesta y celebración, dónde la gula, la lujuria y la diversión son grandes momentos de lo más normales a cada fiesta de la ciudad.

Pero no para todos los Vástagos ésta vez ha significado lo mismo. En los Elíseos de todas las ciudades del mundo gobernadas por la Camarilla, al igual que entre las manadas del Sabbat y clanes independientes, la celebración ha sido menos intensa que otros años. Sólo los neonatos, los novatos y algun que otro ancillae lo han vivido cómo lo llevan haciendo desde que la no-vida inunda sus cuerpos, mientras que para los más antiguos ha sido una noche más de trabajo y oscuras negociaciones a la sombra.

No sabeis porqué, pero unos pocos lo habeis notado, entre ellos vosotros. Quizá por el tiempo que llevais con ésta realidad, porqué empezais a conocer mucho más las tradiciones y costumbres de vuestros clanes, quizá por casualidad,... ¿quien sabe?, pero la cuestion es que lo notasteis, aunque cómo siempre, éstas cosas no os atañen a vosotros, y habeis seguido la fiesta cómo habias hecho años atrás, sin preocupaciones, pero con una duda y a la vez temor. ¿Será éste el último año que podré celebrarlo? ¿Realmente, tendría que estar preocupado?.

Quien sabe. Pero la realidad actual es que seguisteis bebiendo del ganado ya totalmente alcoholizado, disfrutando de la noche cómo si fuera la primera en que vivisteis vuestra condena.

DOMINGO 2 DE ENERO (00:15 horas)

Anteayer fue un día extraño para ti. La noche de fin de año no fue justamente cómo te la hubieras imaginado.

Desde hacía 50 años buscabas incansablemente a tu sire pero aunque sintieras que a cada pista estabas más cerca suyo cuándo llegabas te sentías tan o más alejado que en el momento de empezar.

Podría estar en cualquier parte del mundo. Te lo querías imaginar todos los días ayudando a salvaguardar hasta la última marisma del mundo, pero desde el desastre del Prestige las cosas eran distintas.

Desde el momento de ver la noticia en los informativos por un televisor que parecía más viejo que tu, en un cuchitril perdido por los Pirineos dónde habías ido a pasar la noche fuiste allí creyendo que aparecería en cualquier momento, estando allí hasta que la última piedra estaba libre de petróleo, pero en ningún momento apareció. ¿Estará muerto?¿Le habrá traicionado algún vástago? ¿Le robaron su alma en una diablerie?¿Habré hecho algo mal y por eso no quiere ni verme?. Aunque intentabas no pensar en ello todo eso venía a tu mente mucho más de lo que querías.

Y allí estabas, vagando por los callejones de Granada a la espera de que te avisaran para ir al Elíseo. La última pista te había llevado a Sevilla, y de allí a Granada. Era mucho tiempo dando vueltas y hacíendo viajes, y mucho más teniendo en cuenta de lo poco que sabías de los coches era poner la llave en el contacto. Por suerte siempre hay alguna alma caritativa para acercarte un poco más a tu objetivo.

Había hablado hace poco con un Nosferatu llamado Mahir, quien te había prometido avisarte cuando la gente que podía saber algo estuviera en el Elíseo. No confiabas mucho en él, pero tampoco podías estar mucho buscando por la calle. La gente hubiera desconfiado demasiado cuando todos los arboles de la ciudad hubieran perdido su vida, y el olor a tierra demasiado húmeda que despedías tampoco te hubiera ayudado mucho. Todo futilidad que nada importa en la natura -pensabas cada vez que te encontrabas con esa situación.

La última noticia de tu extraño “amigo” la recibiste ayer. Te citó por el centro a media noche, diciéndote que media hora antes de encontraros te llamaría para decirte el lugar exacto.

Tanto secretismo te empezaba a indignar, precisamente éstas eran las cosas que no te gustaban de la Camarilla.

Querías esperar a volver de tu cita para comer, pero el hambre empezaba a dar su aparición. De algún modo tendrías que pasar la espera...

Me levanto puntual como siempre sobre las ocho de la tarde, había dormido toda la noche sin interrupciones a pesar de que había estado con un ojo entreabierto en aquel pequeño hostal sucio, viejo y roido. No llevaba mucho en la ciudad y tenía que andarme alerta, siempre alerta. Me incorporo y hago crujir mis huesos y estirar mis viejos músculos mientras se hidratan con un poco de preciada vitae. No me hacía falta vestirme pues desde hace siglos ya había perdido la costumbre humana de desvestirse para dormir más cómodo.

Compruebo que la daga sigue en mi bota y saco el revólver de la mesilla. Me quedo mirándolo en trance - Como ha cambiado tanto el mundo..- todo giraba cada vez más deprisa y a mi me costaba cada vez más adaptarme a los cambios. Internet, los ordenadores, móviles.. incluso conducir un coche me ponía en evidencia. Algún dia entre hoy y la eternidad tengo que aprender..-murmuro guardando la pistola finalmente en la espalda del cinturón, oculta bajo la chupa de cuero.

Espero al menos 30 minutos sentado en la cama a que el Nosferatu me llame al móvil, pero parece que se lo toma con calma. Resoplo y decido largarme de ahí a comer algo, dejando un billete a la casera a la salida, seguido de un gruñido.

Miro alrededor en busca de una presa, antaño me resultaba fácil alimentarme de asaltadores y ladrones que me tomaban por una presa fácil, pero ahora no se si sería por la fama, mis atuendos o algún extraña aura que repelía hasta a los mortales más osados. De cualquier modo, la ciudad estaba llena de miles de ellos, alguno caería en algún callejón oscuro..

Después de andar unos momentos en un callejón ves a una mujer joven alejandose. Tenía la apariencia de unos 30 años y se veía saludable. Seguramente sería una turista que se había perdido de su grupo.

Míras a tu alrededor y ves que por allí poca gente pasa, casí todo el mundo está en el centro comercial de la ciudad a la busqueda de algun bar dónde tomar algo. Tu tambien querías hacerlo, pero de otra manera. Las persianas bajadas de los pisos indicaban que la zona no era de las mejores de la ciudad ni más seguras. Perfecto para tí.

Te abalanzas sobre tu presa apartandole el largo cabello pelirojo de su cuello, en sus ojos ves temor. Tranquila, ni te darás cuenta. -le dices antes de incarle los dientes-. Al empezar a sorber notas cómo los ojos empiezan a incharse, cómo la sangre vuelve a correr por tus marchitas venas, pero aún así te controlas. No es cuestión de ir eliminando ganado. Ella cae dormida al suelo, no sin antes haberle lamido la herida para cicactizas las marcas del ataque.

La dejas allí y prosigues tu camino.

Al poco rato recibes una llamada al móbil. Ya era hora -piensas-, no dudando en responder.

Hola Gabriel, quedamos delante de la Alahambra dentro de 1 hora, termino unas gestiones y voy para allí

Me relamo los labios mientras la dejo con cuidado en el suelo al terminar. Peliroja.. -eso me traía dolorosos recuerdos de mi antiguo yo, ya casi borrado. Por suerte para ella pude controlarme a tiempo. La observo unos momentos más y abandono el callejón antes de que alguien nos vea juntos. Vuelvo a mezclarme entre el bullicio de gente y recibo por fin la llamada del Nosferatu - Bien. -contesto escuetamente, era hombre de pocas palabras, quizá por ya estar acostumbrado a la soledad.

Como pedir indicaciones no era lo mio camino hasta una de las vias principales y me detengo junto a la carretera, extendiendo el brazo como ya había visto hacer a otros mortales para parar una de las endiabladas cajas de metal, Taxi, lo llamaban.

A la Alahambra. - murmuro de nuevo parco en palabras, también era una forma de evitar que se enzarzara en banales conversaciones. El taxista se gira para mirarme pero creo que está demasiado asustado, no vuelve a decir palabra en el resto del viaje. Pago y me bajo, sentándome en uno de los bancos hasta la llegada del Nosferatu.

Incomodado por estar dentro de ése feretro de metal vas mirando por la ventana para ver un poco de espacio y aprovechar para observar la noche en esa ciudad mosarabe tan antigua del sur español. Poco rato después llegasteís al lugar, aún y que suponías que el taxista te había dado más vuelta de lo necesario. Son 15 euros señor -te dijo el taxista-. Pagaste sin rechistar pero con una idea clara, ciertamente te había volteado más de la cuenta por la ciudad. Te debió tomar por un turista.

Bajaste con mucho gusto del taxi y miraste el reloj. Faltaban 20 minutos aún por la cita pero te gustaba llegar pronto.

Aprovechaste el momento de espera para observar la belleza de la arquitectura arabe, además, las luces que la enfocaban de noche le daban una belleza casi misteriosa. Era de las pocas cosas que te gustaban del mundo "civilizado". Te sentaste debajo de un alto ciprés que te recordaba un poco el bosque a descansar.

Al poco llegó el nosferatu, lo reconociste de lejos por su monstruosa apariencia. Almenos daba más miedo que tu.

Te levantasta para saludarle y viste que la corteza del árbol parecía más seca que cuando te apoyaste. Paranoias tuyas creías.

Gabriel -te dijo sólo acercarse a ti-, he estado en el Elíseo buscando información sobre lo tuyo y he conseguido saber algo. Ha sido extraño preguntar por alguien de esas características que me diste pero por lo que llegué a oír hay alguien que recuerda a un vástago que podría parecer tu sire. Me ha dicho que vayaras a verle ésta noche junto al Cristo de los Gitanos, en las cuevas del Sacromonte... uffff, sólo pensar en cruces me horrorizo.

Se llama Francisco, és algo extraño pero buena persona cuándo se le llega a comprender. Dile que vas de mi parte.

Él pobre hombre hablaba rápido y de forma entrecortada, parecía que tubiera miedo de que alguien os pudiera oír, sobretodo por el hecho de que en todo momento miraba hacía izquierda y derecha.

Por lo referente a tu entrada en el Elíseo para poder hablar mejor las cosas es algo que aún estoy intentando conseguir. La situación es dificil, hay situaciones extrañas en la ciudad y el Príncipe no quiere correr riesgos, mientras tienes mi telefono para lo que necesites.

Una vez dicho eso se despidio y se fue. No quería hablar más de la cuenta y quiso ser un poco prudente. Tanta intriga por sólo dar un nombre, pero almenos era algo.

Cristo de los Gitanos, Cuevas del Sacromonte... Francisco... - repito memorizando la información- Díme donde está eso-murmuro y asiento al tema respectivo del Eliseo. Los príncipes no confiaban normalmente ni en su propia sangre, menos iban a confiar en un gangrel independiente que podría intentar destriparlos.

Bien, gracias por todo Mahir. -comento sincero, los Nosferatu eran de los vástagos que mejor me caían, a pesar de su aspecto solían ser los más amigables y menos pomposos y banales. Me despido de él y observo la corteza del árbol al levantarme, frunzo el ceño pero no le doy más importancia. Como según Mahir ese sitio no quedaba muy lejos de la Alhambra pienso en mis posibilidades. Podía ir andando hasta allí dando un buen rodeo , coger otro maldito ataud de metal o viajar como a mi me gustaba.

Busco un sitio oscuro en el que nadie ni nada pueda verme y comienzo a canalizar el vitae por mis venas para iniciar una transformación. Mi cuerpo comienza a temblar y mutar, primero caigo de rodillas mientras mi tamaño se va reduciendo, después la ropa parece desaparecer y el pelo comienza a brotar de la pequeña criatura en que me he convertido. Muevo las extremidades y me estiro para adaptarme finalmente a mi nueva forma, comprobando que todo ha salido a la perfección.

Un pequeño murciélago alza el vuelo en la noche hacia las cuevas de Sacromonte..

Empezaste a volar entre los callejones de la ciudad en busca de cualquier información posible sobre la ubicación del Sacromonte. Al cabo de media hora dándo vueltas escuchas a unos turistas algo borrachos hablar de los planes para mañana. Decían algo de una Cueva de Gitanos que había por el norte llena de casas entre la roca. Debería ser por allí.

Te dispones a volvar sobre el norte. La gran orientación que te daba esa forma te encantaba.

Al cabo de poco rato empezaste a ver una montaña un tanto alta toda perforada por los lados. Debía ser allí pensaste.

Al dirigirte al lugar viste más de cerca esas galerias. Eran extrañas pero parecian seguras, el lugar te daba una sensación de libertad que no habías notado desde la última noche que habías pasado en el bosque. No te extrañaba nada que la gente viviera allí.

Fuiste subiendo pisos encontrando todas las galerías vacías, hasta que te pareció oír ruido. Eran unos jovenes vástagos jugando a cartas y chillando, alguno que otro cantando canciones con una vieja guitarra. No había duda, eran Ravnos.

Al dirigirte hacía el piso superior viste un extraño objeto que reflejaba perfectamente la luz de la luna, por suerte tenías la vista atrofiada por la transformación, sinó seguro que te hubiera molestado. Sentado en su borde parecía haber un vástago de mayor edad que los de habajo, debía ser el lider de la cuadrilla de abajo. Pobre hombre pensaste. Te pusiste delante suyo y te transformaste de nuevo a tu forma original. Él no se asustó, seguramente habías dado con tu objetivo.

¿Gabriel? -te dijo el extraño hombre de delante-. Aparentaba unos 40 añas, con pelo largo un poco ondulado por los bordes y una barba de tres días sin afeitar. Supongo que Mahir te ha hablado de mi, sinó sería extraño ver a alguien por éstas cuevas.

Y bien, ¿Qué te trae hasta aquí?

Observo al vástago durante unos segundos en tensión, acostumbrándome a su bestia y confirmando que era a quien buscaba. Parecía que sí. Asiento cuando pregunta si soy Gabriel.

Vos sois Francisco entonces. Un placer conoceros. - echo una ojeada ahora al interior de la cueva, sobretodo al extraño objeto que ya vi desde fuera. Después vuelvo a mirar a mi interlocutor que se pregunta el motivo de mi visita.

Mahir me dijo que podias ayudarme. Según él vos conocisteis a mi sire, Alejandro Hidalgo de los Gangrel. -hablo mientras observo las reacciones de su rostro- hace cincuenta años que desapareció y me dijeron que vos podríais saber de su paradero..

¿Alejando?...mmm... -parecía que Francisco intentara recordar-. Recuerdo a un hombre con las características que me describió Mahir, pero me parece que tenía otro nombre. A ver si me acuerdo...

Mientras estaba pensando en cómo se llamaba el vástago que creías, podría ser tu sire, observaste más de cerca el extraño objeto. Era un alto pedestal con 4 columnas de acero y una imagen de un hombre llevando una alta cruz de madera en el centro, rodeado todo de flores secas. Seguramente algo para las fiestas el lugar. Llevabas poco por Andalucía, pero lo poco que habías descubierto de su gente era su gran fe religiosa, cosa que te dificultaba de vez en cuando los pasos al temer que te pudieran ver cómo un demonio. Creo que su nombre era Alberto... no no no, ese tampoco. Mal inicio habíais tenido, no podías asegurarlo con certeza pero veías algo raro en Francisco, algún principio de trastorno mental o alguna diablerie mal cometida hacia un malkavian, no sabias cual de las opciones daba más miedo. Alfredo. Se llamaba Alfredo López. Quizás fuera alguien que se le pareciera, pero juraría que era él. Lo vi hace unos 30 años en éste mismo lugar. Huía de algo pero no me preguntes de qué, sólo se que cuándo fue expulsado del Elíseo de la ciudad por un seguido de altercados vino aquí durante unos días hasta que partió para el norte. Hablaba mucho de un antiguo libro y una antigua profecía, y de que tenía que avisar a no se quien. La verdad es que muchas veces hablaba sin coordinación y era difícil saber que parte de lo que te contaba era verdad o era mentira. Creo recordad que repetía mucho el nombre de José Moreno, uno de los miembros de la progenie toreador del lugar. Me han dicho que a veces se le puede ver en el Elíseo, acompañado por un brujah y un nosferatu que representa son sus guardaespaldas. No deja de ser uno de los perritos falderos del Príncipe, pero quizás él sepa algo más.

Frunzo el ceño cruzado de brazos, esuchando como no para de cambiar de nombre a mi Sire. Parecía bastante confundido en sus recuerdos pero era la única información que tenía por ahora. Le observo hasta que termina de hablar y guardo silencio unos segundos mientras pienso en lo que ha dicho.

Un libro? Nunca fue un intelectual.. debía ser algo importante pero.. ¿Profecías? Eso suena a cosas de magos y brujos..

Como no decía nada más no parecía tener intención de 'cobrarme' o pedirme algo por la información.

Gracias por su ayuda, sir. Jose Moreno, bien, imagino que Mahir podrá ayudarme a tener un encuentro con él.

Le observo unos segundos más por si tiene que añadir algo.

Al ver que no tenía nada más que decir te despediste de él y volvíste a marchar cómo viniste.

Al ver un sitio seguro volviste a tu forma original y empezaste a andar por la calle. Te sacaste el móbil del bolsillo y mientras buscabas en la agenda el numero de Mahir empezaste a pensar sobre todo lo que te habían dicho hacía escasos minutos.

No era mucho información pero sabías algo más que cuando llegaste. Podía no ser él, pero tenía otro nombre y se le veía muy seguro el Ravnos, cosa extraña en ello, pero ¿por que se tubo que cambiar de nombre? ¿Necesitaba realmente desaparecer?

Estabas hecho un lio pero finalmente encontraste el número de Mahir. Le diste al botón de llamada y empezarón a sonar los tonos. Cuándo ya estabas a punto de colgar porqué ya había sonado el septimo tono oíste como descolgaban.

Hola Gabriel viejo amigo. ¿Todo bien? -efectivamente, era él-. Qué sorpresa tu llamada, justamente estaba hablando de ti y de tu visita al Elíseo. ¿Ha ido todo bien?

Cuando casi ya voy a colgar malhumorado la voz del Nosferatu aparece al otro lado del artilugio móvil.

Sí todo bien.. Bueno.. estoy en las mismas. El Ravnos me ha dicho que hable con un toreador llamado Jose Moreno, un "amigo" del príncipe..

Guardo silencio unos segundos.

¿Podrías concertar un encuentro con él?

¿Siempre pides cosas tan fáciles? -oíste que Mahir tenía un cierto tono irónico en su voz-.Chico, lo tuyo es bastante difícil la verdad. Lo que pides normalmente no suele ser de un día para otro pero sabes a quien lo haces. Dentro de una hora ven delante del ayuntamiento, te estaré esperando allí para acompañarte a Elíseo. No me pidas cómo lo he conseguido pero allí tu mismo te las tendrás que apañar para conseguir una audiencia con él. El señor Moreno es una persona reservada y no suele prestar mucha atención a los novatos y menos si son independientes. Pero bien, quedamos así.

Una vez dicho eso, sin ni tiempo para responder, Mahir colgó.

Está un poco lejos de aquí -te dijo el hombre a quien le "preguntaste"- Mire. Vaya recto por está calle -te señaló la que estaba a tu derecha mientras hablaba- hasta que a lo lejos encontrará una iglesia. Una vez allí gire a la izquierda y camine, creo que eran cuatro calles. Luego tuerza a la derecha y llegará a una gran plaza dónde delante hay un edificio con la bandera de españa, la de andalucía y la europea. Allí está el ayuntamiento.

¿Le quedó claro?

Asiento al hombre y me marcho por donde me ha indicado. Por el camino me voy cruzando con docenas de mortales que salen a disfrutar de la noche pero yo y mis pensamientos parecen estar en un plano aparte. No paro de darle vueltas a mi encuentro con Francisco y aquellas confusas palabras. ¿Acaso mi sire se había vuelto loco también con el paso del tiempo? No era ninguna novedad que los más ancianos fueran los que caían en la locura y la paranoia, abandonando los vestigios de su humanidad.

Pero él no es de esos.. -pienso.

Me topo con la Iglesia y la observo de reojo antes de torcer por donde me había indicado el hombre - Curas y religiosos.. son tanto o más dañinos para los mortales que los vampiros como yo-pienso mientras me detengo cuando llego a la plaza del ayuntamiento.

Echo un vistazo alrededor en busca de posibles peligros antes de internarme en ella, siempre lo hacía, era un rasgo de cazador que me había enseñado mi sire. Y de paso intento no acercarme a ninguna planta, no quería llamar mucho la atención hasta que llegara el nosferatu.

Mientras mirabas a tu alrededor no viste nada sospechoso. Aunque la plaza fuera centrica los locales de ocio nocturno estaban bastante alejados y eso hacía que a esas horas pasaran pocos transeuntes, y los pocos que pasaban no estaban muy en condiciones de curiosear por su entorno.

Avanzaste poco a poco hacia el centro de la plaza, dónde había una gran fuente. Se notaba que no podrían pasar coches por allí y agradecías enormemente que las pocas jardineras del lugar estubieran situadas en las esquinas. A la altura de la fuente decidiste tocar el agua que caía por sus bordes. Te gustaba ése tacto aterciopelado que tenía desde el inicio de tu maldición, y era de las pocas cosas que en las ciudades te hacían recordar la naturaleza, aunque su libertad estubiera tan limitada cómo la tuya en ese lugar.

Cuándo volviste a mirar a tu alrededor en busqueda de Mahir te pareció verlo a lo lejos. Te hizo una señal para que te acercaras a él, y ya a su lado te dijo. Acompañame Gabriel, el Elíseo está cerca de aquí. Me ha sido bastante difícil que pudieras ir allí, más sin haber sido reconocido por el Príncipe. Le he comentado al ghoul de la entrada que habías sido enviado por el jefe de la resistencia en Sevilla, y creo que se lo han tragado. Ven, sigueme...

Mientras andábais entre callejones Mahir siguió dandote algunas instrucciones. Te fue poniendo al día sobre algunos detalles importantes de la Camarilla en España para que no cometieras ningún error, pero no había mucho tiempo por lo que te lo resumió bastante.

El Príncipe de Córdoba se llama Miguel Hernando. Se trata de un Ventrue con pocas manías a la hora de repudiar a alguien de la ciudad, y eso si tiene suerte. Tanto el Príncipado cómo el Elíseo son cosas más símbolicas que nada más, ya que ésta ciudad, cómo la mayoría de ciudades del país, e incluso del continente estan siendo dominadas por el Sabbat o los anarquistas. Sólo Barcelona, Compostela, Madrid y pocas ciudades más estan siendo conseguidas y dominadas por un Príncipe y nuestras Tradiciones. Por cierto, el "Príncipe" de Sevilla es un Malkavian llamado José Lillo, poco sensato pero con un gran poder de convicción. ¿Todo entendido? ¿Tienes alguna duda más?

Habiais llegado a un viejo almacen abandonado, ¿éso es el Elíseo? -pensaste-

Juego con el agua levemente mientras recorre mis dedos y finalmente me llevo unas gotas a la boca para tratar de saborearlas en vano. Aunque la sangre ahora me llevaba al extasis echaba de menos la sensación de un buen trago de agua fresca y otros placeres mundanos de la comida. Observo al nosferatu a lo lejos y me acerco con calma hasta él. Yo era un tipo tranquilo y que se tomaba las cosas con calma a diferencia de mi excéntrico e inquieto amigo.

Salud de nuevo.-le estrecho la mano, seguro que no muchos vástagos se la daban a uno de su clan- ¿El señor príncipe..eh? Si.. eso va a ser un problema. -me rasco la perilla sonriendo torcido, toda aquella fachada de obtusas y anticuados protocolos nunca me habían gustado mucho, ni siquiera cuando era mortal. Prefería vivir mi vida a mi modo, más libre.. como ahora. La inmortalidad y el no tener ya a nadie a mi cargo me daba toda esa libertad. Escucho a Mahir mientras caminamos y asiento a todo lo que dice acompañando con algún gruñido, seguramente no me acuerde de la mitad de todo más adelante pero ya improvisaría.

Miguel Hernando.. Ventrue.. -masco las palabras como si las escupiera, los Ventrue eran los más ostentosos y pedantes vástagos que había conocido, solían ser todo lo contrario a lo que representaba mi clan: control y sumisión frente a libertad y respeto- Vale, vale.. intentaré no abrir la boca más de lo necesario -sonrio- Si, tengo una pregunta... imagino que con esa coartada que me has hecho el príncipe me va a intentar enlosar algún encargo contra el Sabbat y yo no pienso hacer el trabajo sucio de nadie por nada. ¿Cómo me puedo negar a ello.... educadamente?

Observo el almacen ceñudo.

¿De verdad aquí vive un Ventrue? Me esperaba un castillo o una mansión al menos..

Hmm ¿ Tú donde vas a estar? Te debo una..

Al señor Moreno lo descubriraras rápido -dijo con una media sonrisa Mahir-, los toreadores son de difícil ocultación. Se trata de un hombre de cabello largo castaño, con ojos marrones y barba muy arreglada. Acostumbra a llevar vestimentas típicas de aristócrata de finales del s.XIX. Trás decir esto, dio 3 golpes lentos en la puerta y 2 de rápidos, parecía una señal.

Poco después abrieron la puerta. Dentro, en un pequeño recibidor vistes a un joven nosferatu que os invitaba a entrar y que había reconocido de forma rápida a Mahir. Entren porfavor amigos y dejen todas sus armas. Después de que os registrara a los dos, y a Mahir le cojiera un largo machete y a tu una daga y un revolver, y os los guardara en un armario que tenía detras abrió una frondosa puerta de metal que tenía al lado. Perdonen por el registro, pero las normas son las normas. La violencia no está permitida aquí.

Una vez dentro empezastes a observar tu entrono. Realmente, la primera impresión del sitio había sido equivocada, puesto que dentro del mismo el lujo lucía a raudales. Gran cantidad de mesas de madera acompañadas de sofás llenaban la sala principal, desde dónde no sólo se veía una larga barra de bebidas, sinó tambien gran cantidad de reservados, con una exquisitda decoración con cuadros del siglo XVI, paredes cubieras de terciopelo negro y un seguido de puertas. En las puertas están los reservados, normalmente utilizados para diversas reuniones aunque a veces sirvan tambien para satisfacer los oscuros deseos de algun que otro Vástago -dijo Mahir con media sonrisa-. Yo lo dejo aquí, desde éste momento depende de ti. Tengo una reunión en uno de los reservados, suerte con José.

Hacía tiempo que no veías a tanto Vástago junto, solo en la sala principal parecía haber cerca de una cinquentena, atentos la mayoría a la llegada del "nuevo", o sea tu. Escrutaste con la vista a la busqueda de alguien que correspondiera a la descripción que anteriormente te había dado Mahir. Cabello castaño largo, ojos marrones, barba, estética tipica de toreador,... sería difícil entre tanta gente.

Al cabo de unos 10 minutos ibservando y vacilando entre las mesas viste a lo lejos una pequeña terraza en la que no te habías percatado antes. Allí había sentados distintos toreadores y algun que otro ventrue, hablando todos ellos acompañados de jovenes modelos, bastante bellas. Suponistes que eran mortales. Al poco de verlo, pero, dos brujah te tocaron la espalda.

¿Se le ha perdido algo señor? te dijo el más alto y corpulento de todos.