Partida Rol por web

Losse no sabía bien cómo reaccionar ante el cambio repentino de actitud de Kormack así como los susurros que ahora parecían emitir Ogna y Jeldrich. Parecía que el elfo era el único que había quedado fuera de juego entre lo que sus compañeros estaban planeando o, tal vez, algo más estaba ocurriendo de lo que él no era consciente todavía. Pero, cuando la intuición falla, nada puede ayudarte más que tus sentidos y en éso, Losse era un portento de la naturaleza. Comenzó a concentrarse en los susurros de Ogna y Jeldrich contando con que quizá, él no los escucharía.

- Tenemos un concepto de la amistad bien distinto. - Le reprochó Losse a Kormack ante su repentino cambio de actitud. Pese a todo, lo único que el elfo se limitó a hacer fue apretar sus puños y dejar que Kormack avanzara junto a Eradack. - Ten cuidado con tus pertenencias Kormack. Estos hombres tan experimentados son capaces de sustraerte cualquier cosa, estés vivo o muerto. -

Mientras ambos volvían a la posición que el señor Filguien había estimado, Losse esperó a Ogna para seguir avanzando. Quería que estuviera cerca de él por si alguna emboscada caía sobre ellos. - Sabes que no me fío de este tío. -

Ogna miraba sombría a sus dos compañeros, avergonzada por su actitud, cuando de pronto dio un respingo. Se puso tan pálida como si hubiera visto a un muerto que volvía a caminar. No dejó que sus emociones tomaran el control de sus músculos faciales y mantuvo la calma.

- Toda ayuda es poca contra lo que tenemos que enfrentarnos. No podemos hacerlo todo solos.- Sentenció apoyando el cambio de actitud de Kormack. Después se quedó pensativa, mordiéndose el fino labio inferior y desviando su mirada de Losse a Eradack y viceversa. Murmuraba a para ella misma como hacía cuando hablaba con Vishna.

Imaginándose que Morwing hacía uso del sencillo conjuro que le permitía susurrar palabras a otros, Ogna trató de comunicarse con él.

-¡Serás cabrón!¿Dónde coño te habías metido?- Ya lo veía. Había suplantado a Eradack Filguien. ¿Qué había hecho con el original? ¿Lo había matado? Aunque sólo podía pensar en la reacción de Losse cuando éste descubriera que Morwing estaba ahí, la bardo no podía obviar que lo que sentía era júbilo por reencontrarse con ...con un amigo.- Te he echado de menos...- Y era cierto. Aunque el hechicero tenía un lado oscuro, a Ogna siempre le había atraído su personalidad y el misterio que rodeaba a su figura. Lo que pensara Losse le daba igual, ella no iba a permitir que se hiceran daño, ni el uno ni el otro.- ¿Cómo está Bagul?-Incluso en aquella compleja situación la muchacha se permitía bromear un poco.

La visión de los cadáveres del templo, algunos de ellos con caras conocidas por el antiguo guardián de caravanas, ensombrecieron su actitud hasta un punto que ni siquiera él hubiese imaginado, al fin y al cabo, solamente los conocía de haberse cruzado con ellos en alguna que otra ocasión.
Así, inmerso en sus pensamientos, se dedicó a seguir a sus compañeros, rezagado, hasta que se toparon con Eradack y sus mercenarios.
Deberían tener cuidado con sus palabras y movimientos, Davros no era el único inestable en esos momentos. Losse lo demostraba soltando palabras sin pensar demasiado, guiadas probablemente por la enorme presión que soportaban todos ellos.
La ya no tan sorprendente reacción de Kormack  y el inmediato cambio de actitud de éste, tan sólo un momento después le extrañaron sobremanera, su mano no cambió de posición en ningún momento, firme en el mango, adornado por su viejo cristal, de su nueva arma,  provocaba los gemidos del cuero de las cintas alrededor de éste cada vez que lo exprimía cuando la tensión entre los dos grupos aumentaba.
Kormack era claramente el menos dotado para socializar, lo había demostrado en innumerables ocasiones desde que empezaron su gran empresa, con lo que el cambio de el ataque verbal a el abrazo, sin motivo aparente mantuvo a Davros en un estado de alerta.
Si ese... ese... Filguien decía la verdad, sería una buena ayuda para conseguir lo que se proponían, por desgracia Davros desconfiaba mucho más que Jeldrich. Lo único que los dioses habían puesto en el camino del grupo eran piedras y baches.
En el mejor de los casos, si Jeldrich estaba acertado... - Sigue soñando, enclenque, Aranar acabará desangrado cuando le haya cercenado un par de extremidades... -
Lo que Davros percibió justo después hizo que el estado de alerta se convirtiera en extremo, preparado para el combate y rozando el desenfundar su arma, con tan sólo desacertado movimiento de cualquiera de los hombres que acompañaban al nuevo amigo del enano.
¿Qué se le escapaba, qué estaba pasando delante de sus narices, qué tramaban sus compañeros?
Usaban uno de los hechizos preferidos de Ogna, pero no le había visto lanzarlo, algo raro estaba pasando... Una idea aterrizó en su cabeza - ¡¿Zanc?! ... No... ¿Por qué no? - Comenzó a mirar a su alrededor, sólo hasta que cayó en lo inútil que era, si el gnomo andaba por allí, sólo lo localizaría si fuese su voluntad, con lo que siguió analizando a los mercenarios, sus caras, sus armas, sus movimientos, tratando de sacar alguna información de alguno de ellos, pero sin perder de ojo a Ogna, Kormack y Eradack.

Cuando creyó que era un buen momento, se acercó al clérigo, más confiado pero también alerta y le susurró al oído - Alguien esta está haciendo uso de la magia, al menos para comunicarse, pero no me dio ni un pelo, tu sabes de éstas cosas... ¿Podrías averiguar que está pasando? Mantener en guardia, podría ocurrir lo peor... - 

Jeldrich celebró que los ánimos de sus compañeros con aquellos desconocidos fueran calmándose. En su opinión ganar un aliado de cara a lo que se avecinaba era la mejor forma de afrontarlo, más aún después de las huellas halladas por la villa de Oaskville.

No obstante no quedó convencido por la extraña reacción de Kormack. Los  pocos días que había pasado con el enano eran suficiente como para saber que no era de aquel tipo de personas. Su carácter era más dado a los malos modales que a los gestos amistosos, sin embargo mantuvo su opinión al margen ya que con aquel gesto parecía que se formaba una pequeña alianza. – ¿Se trataba de una estrategia de Kormack?¿O era presa de algún tipo de conjuro?, pensaba. Algo no encajaba en todo aquello y aunque fueran con aquel grupo a la batalla, todos estarían atentos de quien tenían al lado en todo momento… 

Los comentarios del bárbaro sólo hicieron aumentar las sospechas que ya fluían por la mente de Jeldrich. – Es todo muy extraño, sí, respondió con un susurro a Davros. – Pero si confiáis en Kormack, quizá debamos seguirle la corriente…, añadió. – Supongo que cuando tenga ocasión nos informará de qué está pasando… De todos modos, debemos estar alerta… Está anocheciendo…, sentenció mirando al cielo.

Liberado de las garras de Kormack, Morwing se centró ahora por dar algo de margen a sus antiguos compañeros y reagruparse con sus soldados mientras llegaba la caída del sol.

-Celebro que los ánimos se calmasen, nos jugamos mucho y no podría permitir que Losse lo echara todo a perder, respondió a Ogna. – Mis investigaciones me  llegaron hasta Athkatla y allí, lo que he descubierto, no puede describirse de otra forma que no sea alarmarte. Ya sé quién es el Heredero y la verdadero identidad de Steznag… no quiero alarmarte, pero Ethegax es insignificante a su lado…, comentaba con preocupación.

¿Había estado en Athkatla? ¿Estaba a salvo la capital?

- No te hagas el interesante y dime de una vez quién es el Heredero para saber a qué nos enfrentamos.- También le interesaba si tenían que mantener el secreto con respecto a sus nuevos seguidores.- ¿Y los hombres qué te siguen? ¿Cuál es su objetivo?¡Dónde esta el verdadero Eradack?

Ogna se arrodilló junto a su fiel Pino II y le frotó el pelaje bajo el hocico.

- Perro bueeeeno.- Le besó cerca de las orejas y se susurró algo. Para cualquiera que no reconociera al chucho como uno mágico parecería algo inofensivo. Sin embargo Pino II no era un perro normal pues sabía hablar común. El perro ladeó la cabeza y ladró un par de veces.- Wauf, wauf.- Sin rechistar se acercó a Davros y comenzó subírsele encima, poniéndose a dos patas. Le mordía las botas y luego se tiraba en el suelo panza arriba en posición de total sumisión para que le acariciara. Cuando éste lo hizo le pegó un lametón húmedo en la oreja y un pequeño bufido. 

- Ef Morwinf.- Pino ya lo había detectado. Conocía bien el olor del amigo de su ama pero al parecer los humanos no podían diferenciar a la gente por su olor. Normal, con esas naricillas tan pequeñas que tenían. La de su ama era perfecta, pequeña y redonda como un botón, que daban ganas de lamerla. Pero eso era otro tema. El juego que le había propuesto su ama le divertía mucho. Era la mejor. Quería que él les comunicara al fornido humano y al elfo de pelo plateado quién era de verdad el que se ocultaba bajo ese disfraz. A Pino II le caía bien el bárbaro humano pero no soportaba al escuálido elfo. Le parecía como si tuviera malas pulgas y no soportaba que su olor se impregnara en su ama. Si los elfos tenían la vista tan aguda como decían que fuera él quien descubriera el pastel.

JIJIJIJI, elfo toooonto. No puede hacer feliz a ama. Yo sí.

- Veo que sigues tan impaciente como siempre, contestó a Ogna entre pequeñas pausas. – No quiero levantar sospechas por si estos soldados me vieran moviendo los labios, apuntó. – Son los hombres de Eradack, me siguen porque piensan que soy su señor… y debe seguir siendo así por el momento…, dijo de forma tajante. – En cuanto al heredero…, su nombre es Lorevor, hijo del mismísimo Belial… ni que decir tiene que si consiguen traerlo hasta este plano no tendremos ninguna posibilidad frente a él. Sería el final de nuestro mundo tal y como lo conocemos ahora…, comentaba con un tono sombrío. 

- ¿Lorevor?- Preguntó Ogna en un discreto susurro.- Me dejas como muchos hombres en mi vida, ni fu ni fa. Pero vamos que peligroso será, si tú lo dices y quieren traerlo. Sabes que puedes contar con nosotros.- Mintió pensando en la reacción de Losse cuando lo descubriera todo. El caso el que Pino II no se acercaba a darle su mensaje. Bueno, ella tenía la conciencia tranquila.

- Ni…ni… ¿ni fú… ni…ni fá?, repitió incrédulo el hechicero. La respuesta y la parsimonia de la joven humana le descuadraron llegando incluso a enojarle ante la temeridad con la que Ogna hablaba del riesgo que estaban a punto de correr  - ¡Sí, joder!, respondió finalmente. – ¿Acaso crees que Belial, maestro del dolor y el sufrimiento, está sentado en su trono junto a su hija Fierna dejando pasar el tiempo y disfrutando de cómo le golpean las eternas lenguas de fuego de Phlegethos?... ya te puedo decir yo que no… Ese maldito cabron quiere enviarlo a nuestro mundo con el mayor ejército que jamás hayan podido ver nuestros putos ojos, y todo por culpa de la zorra de su hija, que teme que su poder pronto sea superado al suyo…, así que ya te puedes hacer una idea de a lo que estamos a punto de enfrentarnos, continuó. – No lucharemos contra un demonio cualquiera como Ethegax o Kessenis, no … ¡mediremos nuestras fuerzas contra un semidios del cuarto infierno!

- ¡MORWING! Jajjajaja - Estaba totalmente seguro de que sus caminos se volverían a cruzar, pero pensaba que sería en una situación muy diferente, más... Problemática, para él. Con poderosos demonios tras su pista, las cosas no habrían sido fáciles para él, pero una vez más demostraba que sus recursos eran casi ilimitados.

Allí estaba, donde se decidiría el destino de aquella lucha entre el bien y el mal, usurpando la identidad de Eradack Filguien, con mercenarios a sus órdenes, Davros tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no mirar a "Eradack" y para ocultar sus emociones, aunque no pudo reprimir la sonrisa en su rostro.

Levantó la vista tras juguetear con Pino II y buscó la mirada de Ogna, un largo instante, no hacían falta más palabras.