Partida Rol por web

-Otra vez entre mis manos y otra vez de mi depende tu vida. Espero que merezca la pena esta puñalada.- Se elevó tan rápido como le fue posible. Sentía como el peso de Azur le tensaba los brazos y cargaba los hombros, buscando obedecer a la gravedad.

Al llegar al cristal esquivó las dagas de cristal que habían quedado sujetas al marco. Los pies tocaron suelo en la habitación. Giró la cabeza para mirar por la ventana. -Quiero saber si van con esos andrajosos o no.- Tras un rápido vistazo dio un par de pasos y depositó a Azur sobre la cama, librando así, carga del muslo herido.

Con urgencia rasgó las sabanas con la espada. Trató que empaparán la sangre para dejar la herida bien al descubierto. Sacó el ungüento que pocas horas antes ya había utilizado en ella y lo esparció con generosidad. La sustancia viscosa con la que estaba hecho parecía frenar la hemorragia. Cortó mas trozos de sábana para vendar la herida. Lo hizo con fuerza para ayudar a evitar la perdida de sangre. Que la herida estuviera en un hombro no ayudaba precisamente a facilitar la labor y que ella estuviera inconsciente menos. No obstante lo hizo tan rápido y bien como las circunstancias lo permitían. Rasgó un par de trozos mas y los colocó entre la ropa de Azur. Si lograba salir de allí con ella las iba a necesitar.

Desviando la vista hacia la dirección exterior, alcanzaste a observar que tanto el piel-verde como el encapuchado cerca de él se habían lanzado a atacar a uno de los bandidos (o eso parecía). El resto todavía estaba acercandose, por lo cual seguían bastante "neutrales".

Los rápidos cuidados que aplicaste frenaron la copiosa hemorragia de forma notoria, de momento parecía que la mujer se había estabilizado de forma aceptable al menos para que no tuvieras que preocuparte de que empeorara, aunque seguía bastante mal aún. Abajo el ambiente que reinaba afuera antes de la presencia del bosque se había hecho presente (y de hecho con bastante rápidez se recobraba lo beligeroso de donde habías venido).

De forma destacable se escuchó un golpe sonoro de metal contra metal, como si algo  pesado golpera una armadura. También un quejido que jurarías pertenecía de parte del soldado de antes, y otros mas de voces desconocidas para ti.

Parecía que los extraños que acababa de ver estaban de su lado. Por un momento había pensado que ellos eran los artífices del ataque a Ibere, pero por lo visto se equivocaba. Aún así no le gustaba lo que veía. -Demasiados extraños para esta ciudad, será mejor que nos vayamos sin cruzarnos con ellos-

Dejó a Azur ahora que parecía estar estable y salió corriendo hacia las escaleras para ver como iban las cosas por allí. Tenían que irse cuanto antes mejor de aquél lugar para volver al castillo. No quería volver a llevarse una puñalada sin necesidad. Lo que sucediera a Ibere no era su problema. Si en el peor de los casos se había establecido una banda de rufianes en la zona se encargaría de que el rey enviara una expedición de castigo para enseñarles justicia y asegurar la zona. No podía permitir que este tipo de cosas les debilitaran desde dentro, bastante tenían con los rebeldes de las otras regiones.

Bajó las escaleras y aguardó antes de asomarse para no exponerse al peligro antes de tiempo. Con sumo cuidado observó la escena mientras la magia empezaba a llenarle el cuerpo de calor.

-Comandante Ikandriel...¿necesitáis una mano?

La voz de Scire te llegó con ese eterno aire suyo de amabilidad y serenidad. Quizá hasta podía llegar a ser irritante en esos casos, pero no salía de su estado de calma. Seguía en el hueco de la escalera cuidando de la "niña" de fuego allí depositada.

Con sumo cuidado empezaste a descender, teniendo por prioridad cuidarte de nuevas agresiones. Cada paso dolía, pero era soportable al menos por ahora. Como era de esperar, abajo estaba dandose otra batalla, agena a las tantas que podían haber en el exterior.

Un joven de cabello negro hecho una trenza, con una cinta azul alrededor de la cabeza blandía una espada larga de acero reluciente y algo mas delgada de la media. A parte de esto, como indumentaria traía un simple jubon oscuro, pantalones de cuero y botas del mismo material. Otro detalle era que traía brazaletes metálicos de varias placas, quizá fuera de Orem. Se movía ágil, y su rostro se mostraba concentrado en su propio enfrentamiento con un bandido bestial. Su figura era robusta y estaba un poco encorvado, un hacha corta en las manos comonía su ofensiva y le faltaban varios dientes. Sucio, medio harapiento en cuanto a sus ropas y lento por sus movimientos, sangraba por una herida de perforación en el torso. Su oponente aún se mostraba ileso.

En el extremo opuesto pero no demasiado lejos se encontraba Krate, el soldado, que presentaba una linea roja y gruesa en el torso. Se debatía con una especie de humanoide de piel grisácea y arrugada, la dentadura rota o quizá simplemente informe (pero afilada...) cuya vestimenta se componía de cuero endurecido muy falto de higiene. Sostenía con una mirada muy similar a la de una bestia sanguinaria una espada mellada algo manchada de rojo delatandole como causante de la agresión.

Finalmente entre ambos pudiste avistar a Andrue que estaba moviendose entre dos enemigos centrados en él: Un mediano bastante casual en cuanto a vestimenta (jubón verde, pantalón gris que acababa antes de los tobillos y descalzo), y con mas cabello en los pies que en la cabeza. Traía una daga en las manos y estaba buscando la manera de "presentarsela" al comandante, aunque le costaba algo moverse, como si le doliera el pie.

Acosando al vampiro también se encontraba un humano entrado en años pero no demasiado. Complexión rellena aunque robusta acompañada de fuertes brazos que en esos instantes se preparaban para dejar caer el extremo de un pesado martillo sobre su rival. Toda su ropa consistía en un pantalón gastado de cuero negro y unas botas grandes del mismo material, traía el torso descubierto mostrando bastantes tatuajes toscos de mal gusto repartidos por la espalda y brazos: mujeres desnudas, craneos...Alrededor de la cabeza traía una banda de cuero, para apartar de la frente el cabello corto y castaño.

Ikandriel parecía tener algo complicadas las cosas, podía apreciarse que un hombro de su armadura estaba abollado, probablemente por ese martillo, y Dantmor aún estaba limpia de sangre.

Alrededor se apiñaban varias personas procurando estar pegados a la pared con el mar de mesas y sillas de por medio al combate o escondidos por la barra, entre empleados de la posada, la camarera de ayer, gente corriente del lugar...contra una de las paredes estaba un cadáver inconfundiblemente de un atracador, cuyo peto estaba medio destrozado por impactos que al parecer quemaron el mismo, y no se movía. Al menos a simple vista, era el único cadáver de la estancia.

-Comandante Ikandriel...¿necesitáis una mano?

No veías a Scire por ningun lado ahora que lo notabas, ni tampoco al elemental. Pero su voz serena llegó justo desde la posición inferior a donde estabas, por lo que presumiblemente estuviese en el hueco de las escaleras.

-No eres tan bueno como creías, eh, comandante- Andrue estaba peleando en inferioridad numérica y parecía estar en apuros. -Será cuestión de decantar la balanza.-

De los dos enemigos que peleaban con el comandante, se decidió a intentar manipular al mediano. El buey del martillo aparentaba tener demasiada convicción.

Se concentró en el pies peludos y lanzó su voluntad sobre la de él.

Cerré los ojos cuando recibí el impacto, el dolor era intenso, pero también electrizante. Ahora la rabia se intensificaba cuando manejaba mi espada, por lo que dejé que se descargara por mi brazo, pero no por mi mente. La necesitaba fría a pesar de las circustancias. Ataqué de nuevo, esta vez con un poco más de cuidado.

- ¿Qué podeis ofrecerme, Seimhel? - pregunté casi con sorna.

Mientras hablaba, me preguntaba hasta que punto llegarían sus habilidades.

Aquellos malditos bandidos no podían vencer

- ¡Os mandaré al infierno!

El hombre del martillo descargó el terrible golpe que preparaba directo al torso del vampiro. Directo y brutal. Solo gracias a la armadura de metal ennegrecido que protegía su cuerpo pudo evitar las costillas rotas y demas daños internos que podría haberle acarreado semejante descarga de fuerza, transformando el suceso en una contusión severa de todas formas. En respuesta, Andrue adelantó a Dantmor con rabia, tenía al bandido tan cerca en aquellos segundos que la espada negra no encontró problemas en dibujar un corte horizontal en el torso de este, haciendo que retrocediera resoplando arrastrando su pesada arma.

Para fortuna del comandante, curiosamente el hobbit no se había movido de su sitio, como ausente o mas bien, ensimismado.

El soldado a pesar de su herida seguía batiendose con aquella bestia gris intentando mantenerle a raya, consiguió herirle con un diestro corte horizontal a lo largo del hecho, e intentó nuevamente un segundo corte que esta vez su contrincante detuvo con la espada mellada.

El desconocido chico de cabello trenzado volvió a dar una muestra de su habilidad cuando la hoja de su espada se deslizó por un lado del hacha del desdentado y nuevamente encontró carne que herir, ahora en la parte derecha del pecho donde parte del metal penetró, aunque mas levemente que antes.

El mediano era algo mas agudo que sus colegas, probablemente, pero tampoco te fue demasiado dificil el jugar con su mente. De forma sutil, tu hechizo se deslizó por el subconsciente de aquel permitiendote en breves instantes tomar el control. Aquella expresión característica confirmaba que tu esfuerzo había sido exitoso.

En lo profundo de la mente del hobbit se encendió una pequeña lucecita. Un concepto, que reclamaba su atención. -Sobrevivir- La lucecita se hacía mas intensa según atravesaba la psique del pequeño hombre y la palabra sobrevivir cada vez se escuchaba con mas fuerte en su interior.

Su mirada pasó por el bandido que luchaba con el joven de cabello trenzado, luego por su compañero muerto y finalmente por los otros dos. La situación cada vez se tornaba mas en su contra y cuando empezaba a ser consciente de ello, el hombre del martillo recibía un nuevo tatuaje en el torso desnudo.

-SOBREVIVIR-

Consideró que no era prudente mediar palabra. Sin decir nada, dio un paso atrás, hizo una finta y comenzó a correr tan lejos como sus cortas piernas le permitieran.

Shadar contempló como la semilla que había plantado en el inconsciente del hobbit echaba raíces y germinaba sin dificultad.

Aunque por el momento parecía mantener a raya al pestilento del desdentado, el fiel soldado era quien parecía estar en mayores dificultades para defenderse de su agresor.

Una agradable sensación de calor se extendió a lo largo del brazo de Shadar y se empezó a concentrar en la palma de la mano derecha, creando una pequeña esfera de llamas mientras con la mano izquierda rebuscaba en un bolsillo una piedrecita de azufre que le iba a servir como potenciador del conjuro. -Mejor que no.- Antes de sacarla pensó en el olor característico del mineral y luego en el que podía hacer el mal lavado si le llegaba a quemar con una bola de fuego.

Antes de que la esfera se acabara de formar murmuró unas quedas palabras y sopló sobre la esfera. Las llamas desaparecieron y la magia quedó en su forma sin refinar, creando un proyectil de magia bruta que salió disparado de su mano en busca de aquella bonita sonrisa que el mugriento les regalaba.

Dió unos pasos alejandose un poco de su resguardo, para enterarse mejor de como iban las cosas y por ende ahora si aparecía en tu campo visual. Para variar, su rostro tenía una serenidad envidiable en una situación así, y hasta tenía el libro abierto y la pluma en la mano opuesta con la que lo sostenía (escribía con la izquierda ahora que lo notabas).

-Parece que no me tenéis demasiada fé, comandante -comentó animada. Parecía no haber forma de sacarle de ese estado general de buen humor y afabilidad que le caracterizaba.

Abstraída e imprevistamente giró la cabeza hacia donde estabas tu justo cuando el hobbit salía corriendo y comenzabas a moldear tu ofensa mágica.

-De todas formas las cosas se tornarán a vuestro favor en breve, no os preocupéis. No participaré como hasta ahora para no daros mas inseguridades en un momento así.

No quedaba duda de que te había visto, pero no debería. ¿Tendría que ver con aquellos ojos tan particulares? A saber, pero lo que contaba era que no había delatado tu presencia, ahorrandote un incordio.

La teniente anduvo algo, saliendo de la protección del hueco bajo la escalera, al parecer contemplando mejor el entorno. Notaste que traía el libro de apuntes y la pluma en sendas manos, al parecer había estado anotando alguna cosa. Tampoco le prestaste demasiada atención, tu estabas en lo tuyo.

-Parece que no me tenéis demasiada fé, comandante.

Scire volvió a hablar luego de unos instantes tras algo de silencio de su parte. Lo que si pudiste apreciar era que, para disgusto de tu enemigo, el mediano de antes había pasado de quedarse parado a salir huyendo del lugar a toda prisa y sin motivo alguno.

-De todas formas las cosas se tornarán a vuestro favor en breve, no os preocupéis. No participaré como hasta ahora para no daros mas inseguridades en un momento así.

Fruncía los labios ante la huida del hobbit, la ayuda había sido grata. La espada del mediano no habría sido ventajosa para mi constitución en el estado en el que estaba. Seguía combatiendo contra aquel hombre del pesado martillo, que también parecía afectado por la desaparición del hobbit.

El dolor se intensificaba a cada movimiento

"No puedo rendirme ahora"

¡Acaba lo que has comenzado!

Dantmor me apremiaba, con una ansiedad que resonaba en cada lugar de mi cabeza. También de mi corazón

El aquel momento un golpe de magia condensada golpeó al humanoide con rasgos de orco y dentadura irregular, que se vió impulsado por el impacto contra una de las mesas, cayendo estrepitosamente hecho un amasijo con esta. Tardó nada en patalear y levantarse de nuevo, pero cada vez estaba mas tocado.

El buen soldado se sorprendió porque no vió de donde venía esa ayuda, pero no se detuvo demasiado a pensarselo para buscar un remate a su contienda.