Partida Rol por web

—Tranquilos —responde rápidamente el gobernador—. Mi hijo me contó todo, cómo se arriesgaron para que él estuviera a salvo y cómo intentaron proteger a estos niños.
Mira sonriente a Kei:
—No señor, la deuda es mía porque es gracias a ustedes que el pequeño Léopold pudo correr a avisarnos de esto. Nos largó todo el cuento tan pronto Monseñor lo curó.

—Puede que el peligro continúe, pero aprovechen para descansar, se lo merecen.
Les señala con un gesto con la mano una mesa con comida servida. Es alimento de marinero, raciones imperecederas y cosas así, pero es lo que hay.
—¿Caballero negro? —pregunta el obispo, llevándose una mano a la barbilla—. ¿Te refieres a Georg por su armadura? Ese hombre le ha jurado lealtad al rey Grilloc, así que por mucho que me aflija, no puedo ignorar que es nuestro enemigo, sí. Aunque espero que nunca merezca que sea llamado así.

Luego el obispo ve el símbolo de Orphea en Sojiro y esboza una sonrisa gentil y serena. Casi que con sólo verlo el muchacho se siente menos cansado.
—No digas más. Tus compañeros están sanos.
Con esas palabras, el grupo siente un calor en el cuerpo y acto seguido notan que los moretones, cortes y huesos rotos han sanado.

Mientras tanto, Kokoro se había puesto a revisar las nuevas adquisiciones. Descubre que el pergamino es mágico y contiene el conjuro Invocar Monstruo, un hechizo relativamente poderoso que le permite llamar desde alguna parte a una criatura con las características que desee para que ayude durante un breve período de tiempo.
El frasquito es identificado inmediatamente por Fleriel, se trata de una poción de protección: quien la beba se vuelve resistente como el diamante e inmune al dolor.

El gobernador Cornelius asiente a las palabras de Fleriel y le pide que se levante.
—Parte de eso lo sabemos, te agradezco mucho y te felicito por tu desempeño. Esta es tu paga.
Le entrega un saco con monedas.
—Que se haya escapado es un problema, sin lugar a dudas, pero por ahora no debemos enfocarnos en eso, hay otros asuntos más urgentes.

Mientras habla, notan que un señor vestido con un traje verde elegante con cuello alto y cravat, cruza tranquilamente el tablón para abordar la goleta. Lleva un sombrero chapeau y cabello canoso largo, recogido en una fina coleta, barba corta y un fabuloso bigote. Al quitarse ese sombrero pueden ver su anciano rostro, dirían que tiene unos setenta años, si no fuera porque su cuerpo parecería demostrar otra cosa, se lo ve con porte erguido y firme, no muy fornido, pero bastante atlético y ejercitado de todas formas.
Llevándose el sombrero al pecho los saluda con educación.
—Buenas. Mi nombre es Moses Monet, un placer.
Se vuelve a colocar el sombrero y se queda recostado en la barandilla de la goleta de Argento. Ven que tiene un látigo arrollado al lado derecho del cinturón y varios cuchillos. 

—Descuiden, es un aliado. Los acompañará a partir de ahora.

El obispo saca de entre sus vestiduras una carta, que abre delante de ustedes y se la entrega a Sojiro, está escrita con una cursiva muy prolija:

Amigos míos, la situación ha cambiado. No regresen a Épinne. No se preocupen, están todos bien, por ahora.

La misión de ustedes es diferente, Moses les explicará todo. Pueden confiar en él tanto como lo han hecho conmigo, cosa que les agradezco de corazón.

M. M. Ozax

 —Si estuvieron en Sol Plateado, imagino que habrán conocido al profeta Magus Medev Ozax. Él ahora está buscando más aliados para todo este lío, pero no se preocupen, si existe en este mundo alguien capaz de arreglárselas solo, es él.
El obispo nota la mirada de Sojiro y él se la devuelve con gentileza:
—Noto que quieres decirme algo, hijo, ¿de qué se trata?

— En ese caso - digo haciendo una reverencia a su alteza, el señor gobernador— quizá hoy hayamos encontrado todos un gran tesoro: hemos encontrado gente en quien confiar, señor Cornelius, y Monseñor 'Azroavispo' — y es que estas palabras europeas, 'azroavispo' o lo que sea, se me traban.

Estoy agotado, y bien querría dejar mi espada y escudo en el suelo (la coraza ya me la quitaría luego) pero no se cómo comportarnos frente a un gobernador. Así que escucho atentamente todo lo que tiene que decir, sabiendo que tengo mucho que anotar en mi diario de aventuras, acerca de lo que nos va contando Maese Cornelius y Monseñor Arzobispo.

— Sus excelencias ¿Es este Georg un hombre con una cicatriz en forma de equis en su cara, con un gesto hosco y severo, una barba en forma de perilla y un cabello castaño tan liso que no se puede creer? Lo llamé 'Caballero Negro' por su armadura color obsidiana y la espada que llevaba. Formaba equipo con la bruja pelirroja. Pero sólo sabemos hasta el momento que parecen muy peligrosos.

Sin embargo, quien me deja de piedra es Moses Monet ¡Menudo guerrero! ¡Me gustaría poder llegar a ser como él algun dia!

— El señor Ozax es nuestro mentor, y he jurado lealtad a su causa. Pero por otro lado ¿Por que no debemos de volver a Epinne? Quiero decir... los niños...

Abro los ojos como platos cuando descubro que el obispo no es ni más ni menos que el Monseñor Vivaldi. ¡Con él quería hablar precisamente! tales son mis ansias que él mismo parece darse cuenta de ello.

—¡Ah, sí! Es verdad. Verá señor, tengo un amigo al que le he detectado una enfermedad degenerativa, una Esclerosis Lateral Amiotrófica... bueno, da igual el nombre, es una cosa muy mala que con el paso de los años le irá debilitando los músculos y no podrá ni caminar. He estado investigando y he leído que en la Gruta Bordeaux hay un agua milagrosa que podría curar cualquier tipo de enfermedad. Tengo entendido que para acceder a ese lugar hace falta la autoridad de alguien como por ejemplo usted. yo solo necesito un poco de esa agua, la justa para ese amigo para ver si puede curarle su afección. Precisamente por ese motivo me apunté al concurso de cocina al que al final no hemos podido presentarnos por lo que ya sabe. Esos malditos petardos...

A otra cosa mariposa.

Mi atención estaba completamente centrada en el pergamino, el cual tomé entre mis manos hasta que lo absorbí para sumar ese conjuro a los que ya sabía. —Perdón, no he preguntado, ¿alguien más lo quería?— bueno, en realidad en el equipo "principal" era la única maga, por lo que no debería haber problema alguno.

—Status— hice aparecer el orbe con el que podíamos contactar con el gremio y lo alcé. —Quizás podamos preguntarles qué hacer— miré a Delfine y Vastin. Los dos eran muy jóvenes para todo esto, pero quizás estaban en la edad en el que tus padres podían permitirse darte la patada en el culo para que fueras a vivir aventuras y capturar pokémons. —¿Hola? ¿Alguien puede escucharme?— me acerqué el orbe a la altura de los ojos para comprobar si había algún tipo de interferencia o llegaba bien la señal (o lo que fuera).

Me sorprendí bastante ante las palabras del obispo, pero mucho más cuando note como el dolor de mi lateral disminuía hasta desaparecer. Cuando el saco de monedas fue puesto en mis manos volví a inclinar mi cabeza antes de separarme del grupo.

Ya había planeado que después de esa misión no volvería a Chaville, pero quedaba la pregunte de a donde marchar. Quería hablar con Argento si podía llevarme al continente, a decir verdad cualquier lugar me servía. Habia dado ya un par de pasos cuando recordé algo y volvi hacia el grupo. Con cuidado tome el estoque de donde lo portaba Kei.

—Gracias…— Estaba ya por voltearme mientras enfundaba mi arma cuando la petición de Sojiro hacia el obispo llego. ¿Acaso sabia realmente lo que estaba pidiendo? La gruta Bordeaux estaba seriamente custodiada, ni si quiera mi maestro y yo habíamos planteado colarnos allí.

Encogiéndome de hombros sin querer saber nada más de aquello volví a la goleta para hablar con Argento.

—Argento… sé que te he pedido ya mucho y agradezco toda la ayuda que nos has dado pero… ¿Podría pedirte un último favor?—Pregunte esperando expectante su respuesta afirmativa. — ¿Podrías dejarme en el próximo puerto al que fueras a ir? Quiero empezar en algún sitio de cero.

—Oh, no no, tú no te vas— señalé de forma airada a la chica de las dagas. —Tú apareciste en el bar, y la chica que me acompañaba desapareció... ¡Y no te vas a ir hasta que descubra el misterio que escondes!

El obispo suspira y se quita los lentes para frotarse los ojos con los dedos, poniéndoselos nuevamente después.
—Georg y Alamune son los servidores más cercanos al rey, son las personas más leales a él. —Lo notan afligido por por asumir lo que está teniendo que explicarles—. Lo siguen allá a donde vaya y sus órdenes son absolutas, por mucho que duela, ahora se han convertido en nuestros principales enemigos.

—Los niños irán con Vivaldi, él tiene que regresar a Dustrun y los dejará en Épinne —explica Moses, tomando la palabra—. Mientras tanto, yo viajaré con ustedes a la bahía de Okuplok.

Al tiempo que hablan ellos, Kokoro se concentraba en su piedra del hogar, que permanece opaca en todo momento, sin responder en absoluto. Por más que se esfuerce en abrir una comunicación, no sólo nadie responde, sino que ni siquiera parece dar señales de que esté funcionando.

Vivaldi arruga la frente al oír ese nombre tan extraño para una enfermedad, pero asiente a las palabras del clérigo.
—Sin lugar a dudas debería sanar tan pronto entre en contacto con ese regalo de Los Tres, firmaré el permiso para que puedas llevarle un poco a tu amigo.
Inclina brevemente la cabeza a modo de saludo y se marcha, probablemente a su camarote a hacer eso que dijo.

Argento se había quedado de brazos cruzados escuchando atentamente a todo el mundo. Fleriel llama su atención y él le responde jovialmente:
—Oui, corazón, te dejaré en Okuplok cuando lleguemos. —Y le guiña un ojo a los demás.

Notas la mirada penetrante de Delfine. No le está gustando para nada la idea de regresar y tener que separarse.

— Hay un detalle mas. Cuando vimos por primera vez a Georg y a Alraune, iban buscando un tesoro magico increiblemwnte poderoso. Y los barcos ennlos que venian tenian una bandera con una rosa oscura, si mal no recuerdo. Pero si mal no recuerdo, la enseña de Dustrun era una torre dorada y fondo rojo

—Oh, muchas gracias, obispo Vivalvi. Es usted un tío muy enrollado— le agradezco en cuanto me confirma que me va a firmar el permiso. Aguanta un poco más Isaac, que pronto curaré tu ELA.

Noto la mirada de Delfine y me acerco a ella esbozando una sonrisa, me coloco a su altura y pongo una mano sobre su cabeza.

—No queda más remedio, tenéis que regresar a casa que vuestra madre estará preocupada. Nosotros tenemos que hacer una importante tarea que nos ha encomendado tu padre, y no queremos fallarle. Tranquila, cuando regrese volveré a comulgar con Orphea para que te vuelva a dar su bendición y le puedas preguntar más cosas. Te lo prometo. Vastin, cuida de tu hermana, ¿vale?

Esa promesa está cargada de significado. No es solo por lo que le he prometido en sí, sino que también le estoy prometiendo que regresaremos con vida.

Una vez he tratado de convencer a Delfine me dirijo hacia Moses. No conozco a este hombre, pero nos ha salvado el culo así que por el momento me fiaré de él.

—De acuerdo, iremos contigo viejo. Espero que nos cuentes la tarea que Ozax quiere que hagamos. ah, por cierto. ¿Por casualidad tienen algún martillo de guerra de sobra? Es que el mío se ha roto...

Mientras me responden no perderé de vista a Fleriel. No sé quién es y nos habrá ayudado, pero me intriga sus motivos para ayudarnos. La vigilaré con disimulo (o ésa es mi intención, pero ella lo va a notar con claridad y puede que hasta malinterprete alguna mirada).

Asentí a las palabras de Argento agradecida. Una vez en tierra solo faltaría ocuparse de lo otro. Aún estaba pensando en cómo tendría que proceder cuando escuche a Kokoro dirigirse a mí.

—¿Es en serio?— Pregunte bastante atónita a Kokoro cuando declaro que tenía que dar explicación a mi propia desaparición. Cuando me di cuenta de que realmente era así empecé a reír. Fue entonces cuando me puse seria de golpe he hice una ligera inclinación.— Si tienen cualquier cuestión no duden en preguntarme a mí o a cualquier persona del servicio. Intentaremos resolver sus dudas.— Cuando volví a elevar la cabeza le guiñe un ojo a la maga.

—Empiezo a pensar que esa peluca era bastante mejor de lo que pensaba. Una lástima que la dejara en el baño.—Comente mientras me encogía de hombros.—Aun así, no creo que vosotros seáis los que más preguntas tienen. Después de todo la gente del rey no solo buscaba a Cornelius… te menciono a ti como un engendro de otro mundo.— Dije esta vez inquiriendo respuestas mientras bajo las telas que portaba me cruzaba de brazos.

Fruncí el ceño, mordisqueé la esfera, le di toques con los nudillos, pero nada parecía funcionar. —¿Tanto dinero para que ahora esto se rompa?— la sacudí con fuerza. Nada. Al final desistí y volví a guardarla en su sitio.

Los adultos ya se habían hecho cargo de la situación, organizándonos y organizándose para saber quién iba para dónde, aunque no me quedaba claro para qué... En fin, mi cabeza de chorlito olvidaba muchos datos relevantes o irrelevantes.

Ante la actuación de la ágil muchacha solo pude reaccionar de una manera: —¡AH! ¡SE HA COMIDO A LA MAID!— me llevé ambas manos a las mejillas a la vez, dándole más dramatismo a la situación mientras miraba ojiplática a Fleriel. —Espera... ¿Estás diciendo que soy tan fea que parezco un engendro? Mira que llamar a alguien "orco" está feo, ¿pero "engendro"? Eso es pasarse de la raya.

—¿Un tesoro? —pregunta consternado el obispo—. ¿Será que...
Él y Moses se miran y asienten los dos.
—La Estrella de Platino —responde el viejo, sonriendo y haciéndose el interesante—. Es una de las razones por la que vamos a Okuplok ahora. La otra es para rescatar a alguien.

Delfine escucha atenta a Sojiro y dice que sí con la cabeza en silencio. Cuando el chico se incorpora ella se lleva la mano al listón que tiene en la frente y se lo desata para quitárselo y su flequillo cae delicadamente. Le jala la manga a Sojiro y se lo entrega. A la pregunta de Sojiro de si puede quedárselo, ella dice que sí con la cabeza de nuevo, con los mofletes colorados. Luego de dárselo se esconde apresuradamente detrás de un Vastin muy perplejo.
—Esto es nuevo, ella jamás ha hecho un amigo en su vida y a ti te está regalando su listón. De no creer.
Se quita los lentes para limpiarlos con un pañuelito y se los vuelve a poner.
—La cuidaré, lo prometo, señor Sojiro —exclama con energía—. O bueno, más bien ella a mí...

—El rey... no, más bien el que lo está contolando, teme una amenaza interplanar que podría acabar con él, ahí lo de "engendro demoníaco" o "de otro mundo". Asumo que son ustedes, por el empeño que está poniendo en capturarlos.
Vivaldi vuelve con un sobre en la mano, dentro hay un papel escrito con su puño y letra y un sello de lacre hecho con su anillo.
—Ten.
Le entrega el sobre a Sojiro.

—No traigo conmigo más armas que las mías, pero en Okuplok de seguro encontraremos algo que te sirva.

—Nadie ha dicho que fueras fea. —Argento ríe, aproximándose a Kokoro—. Eres una monada con esas orejitas que se mueven así —las imita con las manos sobre su cabeza— ¡y esos ojitos almendrados tan expresivos! Podríamos añadirle algo más de color a tu vestidito, un par de accesorios y te verías exquisita. ¿Ese mechón blanco es natural?

—Aah... Creo que mejor vamos agarrando viaje.
Moses le estrecha la mano al obispo y a Cornelius para despedirse.
—Les deseo un retorno seguro y tranquilo.

—Y yo les doy a ustedes mi bendición.
Procede a hacer un gesto con la mano, formando una cruz.
—Que la vida los acompañe y tengan éxito en esta gesta. Vayan en paz.

Existe una leyenda acerca de la espada definitiva, que se usó para dar fin a la existencia de un ente maligno que aterrorizaba el mundo. Es un arma con poderes que rozan lo divino, pero que ahora lleva durmiendo por quién sabe cuánto tiempo y quién sabe dónde. Se dice que nadie de este mundo es capaz de portarla sin convertirse en cenizas debido al poder abrumador que trae.

Okuplok es una ciudad comercial portuaria algo corrupta. Has hecho misiones ahí y puede ser territorio peligroso para novatos. Habrá piratas de todos los gustos.

Con sorpresa veo que Delfine me ofrece su listón del pelo.

—¿Me lo estás dando?— ante su respuesta afirmativa sonrío y lo cojo —Gracias Delfine, lo atesoraré. Vastin, Delfine, cuidaos mutuamente. Nos volveremos a ver pronto.

Me giro como un resorte hacia Fleriel cuando escucho a Kokoro quejarse de que la llamó engendro.

—¿Se puede saber de qué vas tú, tronca? ¿Cómo te atreves a insultar a Koko?— me giro hacia Argento con una expresión más relajada —¿Ves? ¡Él entiende! no como tú que eres una envidiosa. Le tienes envidia a Koko por ser mucho más mona.

Está decidido, voy a vigilar a esa bruja. Seguro que planea hacerle una perrería a Kokoro para arruinarle su adorabilidad. Le dedico a Fleriel una mirada tan cargada de desconfianza que no hay forma de que alguien no se dé cuenta. Bueno, quizás Kei...

—Obispo Vivaldi, de nuevo muchas gracias por todo. Cuando comulgue con Orphea le pediré que cuide de ustedes. Y señor gobernador, lo mismo digo.

Igualmente, estoy sin palabras.

Ante el acto del Obispo sólo puedo hacer una reverencia, como ante un gran sacerdote de nuestro mundo ¡Por primera vez parece que hay alguien poderoso y no ha sido corrompido!

— Antes de que partan, por favor... ¿Saben algo acerca de nuestro mentor, el Señor Ozax? Sabemos que está en una misión peligrosa, y si al menos yo puedo ser de ayuda, pueden contar conmigo en lo que sea.

En verdad, me gustaría conocer mejor a este anciano, Moses ¿No tiene armas más que unos simples cuchillos y látigos? ¡Pero si parece un guerrero entre guerreros! Cuando pueda, desde luego, me gustaría preguntarle acerca de adonde nos lleva... ¡Y casi estoy por pedirle que me enseñe algo!
 

— Por cierto, Soji. No se si lo sabes, pero entrené un poco como Herrero en Elphinne, Lo mismo puedo repararte el 'Mojolnir' si me dejas mirartelo

Y...

— Señor Moses, usted es un guerrero ¿Verdad? Quisiera hacerle algunas preguntas. Sobre todo si reconoce ESTO — digo mostrandole a Durandal — Cada dia intento ser digno de ella, sin embargo, en la batalla de hace unos minutos, tan sólo me dio la impresión de estar gastando el tiempo, golpeando algo indestructible ¿Podría enseñarme el camino de un Guerrero?

Moses da un sobresalto cuando Kei le presenta su espada con tanta vehemencia y da un pasito atrás, mirando al resto del grupo con una ceja levantada y extrañez en toda la cara. Kokoro y Sojiro pueden percibir claramente un "¿qué le pasa este?" saliendo en silencio de sus labios.
—Em, sí, un guerrero, claro. —Se pone a contar con los dedos—: Protege a los débiles, no confundas valor con estupidez, no temas huir para recuperarte y luego embestir sin avisar, come tus vegetales y lávate los dientes tres veces al día.

—Ya se los he dicho, Ozax está buscando más aliados. Fue a parlamentar con los señores enanos, casi no hubo suerte, pero comprendieron que el problema podría afectarlos a ellos. Ahora está de camino a Sildavia, pero Nérelas es difícil, últimamente es imposible establecer diplomacia con él. Después, con los pieles verdes ni contemos, sería más sencillo liquidar este mal por nuestra cuenta que lograr siquiera que nos escuchen.

Venga sí, me he comido a la maid. —Dije en tono pesado como respuesta asumiendo que posiblemente aquella era la maga con menor perspicacia que había conocido hasta el momento.—¡Que yo soy Carol! ¿Y qué tienen que ver los engendros con los orcos?

Me había llevado la mano a la cara y frotaba el puente de mi nariz en un intento de darme paciencia con la maga que aún seguía diciendo cosas sin sentido cuando su compañero llego a quejarse por haber “insultado” a su compañera.

— ¿Pero qué demonios dices? Realmente estáis mal de la cabeza ¿Verdad? Mira, es a vosotros a quienes os estaba persiguiendo un agente cercano al rey y quien os puso esa denominación. — Dije mientras me daba la vuelta harta ya de dar explicaciones. —Vosotros sabréis qué demonios habéis hecho como para conseguir atraer tanto la atención.

Camine hacia la baranda del barco donde finalmente me senté y volvi a hablar.

— Y por si no te has dado cuenta tu amiga es una nekojin, bastante distante de los primonos del sur… ¡Y tampoco sé porque querría ser eso!— Declare sin haber entendido la razón por la cual querría ser más “mona” que Kokoro. A decir verdad, a mi parecer quien acababa de insultar a Kokoro había sido él, los primonos eran bastante poco agraciados

Me quedo con la boca abierta señalando a Fleriel, inmóvil durante un rato.

—Espera... ¿eres Carol? ¿La empleada del hotel? No me tomes el pelo, tronca, ella parecía más...— los engranajes de mi cabeza empezaron a trabajar —Hostias, es verdad. ¡Eres Carol!

Frunzo el ceño tras el resto de la explicación de Fleriel.

—¡Nosotros no hicimos nada! Nos invocaron a este mundo sin pedirnos permiso siquiera y hasta convirtieron a Koko es lo que ves ahora. Ella era una chica normal... humana, quiero decir. La transformación ya le ha causado muchos problemas, incluso la secuestraron unos bandidos para venderla como esclava. Mira, nosotros no hicimos nada malo, nos arrojaron aquí sin saber qué ocurría cuando íbamos a un restaurante a comer tras los estudios, se lanzaron a por nosotros con una burda excusa como decir la palabra "verde" y tuvimos que huir con la ayuda de Ozax, quien fue el único que se apiadó de nosotros. Seguro que nos habrán acusado de auténticas barbaridades pero nunca hicimos nada malo. Pero da igual las mierdas que cuente, aquí casi nadie nos cree. Total, venimos de otro mundo por tanto somos monstruos que hay que exterminar. ¡Ni que estuviéramos aquí de forma voluntaria! Mira, tú no confías en nosotros y nosotros no confiamos en ti. Por lo que a mí respecta podrías ser incluso una espía de ese rey imbécil que nos persigue con el objetivo de informar a los soldados para que nos embosquen a nosotros y nuestros aliados. Que no digo que lo seas... pero entiende que tras haber pasado por momentos duros desconfiemos incluso del bueno de Argento.

Hay dos cosas que tengo claras: Argento me ha caído bien y Fleriel no me genera confianza.

—Quiero dejar clara una cosa, Fleriel: si alguien se atreve a ponerle un dedo encima a cualquiera de mis amigos, sean ellos dos o cualquiera de los que he hecho en este mundo, conocerá mi ira. Para mí, mis amigos son sagrados y daría la vida por ellos si fuese necesario.

Me quedo mirando a Fleriel

— Carol, Carol... ¡Ah ya! Pues fijate, tengo que felicitarte en tu disfraz, Fleriel. Como maid pasaste completamente desapercibida en todo momento ¡La verdad es que como ninja no tienes precio! — Luego caigo en que a lo mejor aqui no saben lo que es la palabra Ninja. Si me lo preguntan, lo explicaré sin dudarlo

Pero cuando Soji empieza a largar, mi cara primero se pone pálida, luego morada, despues roja, naranja, azul y hasta verde

— Soji... SOJIIIII —  pero ya no hay nada que hacer, el colega lo ha dicho todo — Grmmfffs se-supone-que-nos-dijeron-que-no-lo-fuesemos-contando-por ahi —  gruño entre dientes. Se que puedo confiar en las habilidades de Carol, o Fleriel. Pero no tanto en la propia chica ninja, que no sabemos si es leal a la causa de Ozax o si va por libre, con su lealtad a El Mejor Postor.