Partida Rol por web

El canto de los pajaritos y el barullo en la calle los despierta y cada uno empieza a salir de la cama a velocidades diferentes, se toman turnos para usar los baños y finalmente bajan a desayunar. Allí en el salón se encuentran otra vez con las mesas servidas con bocadillos apetitosos, tartas, pasteles, tostadas, bandejas con frutas, algunas conocidas, otras bien extrañas, frascos con miel y jaleas y jarras con leche caliente y fría, agua y jugos.

En una mesa ven a Imnam disfrutando de un panqueque con miel y charlando con Sophia, que delicadamente corta una manzana en un plato usando cuchillo y tenedor.

—¿Qué demonios es ese bicho horroroso? ¡Deshazte de eso, da grima!
En la puerta, cerca del tablón de anuncios, están Jud y Venice, este último viene acompañado de una... cosa, como un pingüino, pero del tamaño de una persona, con unos vacíos y desconcertantes ojos de mirada perdida.
—No es un bicho horroroso, es Catalina II —replica el elfo.
—¡Le has puesto nombre! ¡Nombre! —le grita Jud—. ¡Si le das nombre te encariñas! ¡Santo cielo, no! ¿Y qué pasó con Catalina I?
—Es que vi tanta soledad en esos ojos y bueno... ¿acaso a ti no te parece —Venice aparta la mirada y se ruboriza— adorable?
—¡Qué adorable ni qué mierdas! ¡No te me pongas todo así avergonzadito! ¡Ahora eres tú el que da grima!

Kokoro es sorprendida por un súbito abrazo por la espalda.
—¡Kokoooo! —Y oye la voz chillona de Airi muy cerca de su oído—. ¡Gracias por recuperar mi piedra! Eres la mejor, eres genial, súper guay máxima.

—Buenos días, chicos, por favor, coman a gusto.

—¡Muy buenas tengan todos! —Hace acto de presencia Nora, trayendo una enorme red llena de mariscos—. Hoy desayuno con ustedes, ¿qué tienen de bueno?

—Lo que ves servido, Nora —le responde Marion con una sonrisa—. Pero también puedes pedir lo que quieras del menú.

Efectivamente, el menú matutino consiste en elaborados platos que podrían llenar a una persona normal incluso hata pasado el almuerzo, platos frescos de ensaladas con frutos secos y hasta carne asada con huevos y pimientos fritos. Nora se sienta en una mesa y se sirve media docena de empanadillas.

Amanecí de buen humor. Había descansado de lo lindo y la cama resultaba súper cómoda. Además, ¡al estar sola, nadie me despertaba! Qué maravilla de paraíso en el que nos encontrábamos...

Bajé las escaleras, más guiada por mi olfato que por mi sentido de la orientación, llegando hasta el comedor donde ya se desplegaba una buena cantidad y variedad de desayuno. Mis ojos brillaron y se abrieron de par en par. Cargué bien una bandeja: leche fresca, bollos humeantes y blanditos, mermelada, un poco de queso y un racimo de uvas dulces.

La voz de Airi a mi espalda me sobresaltó. —Heheee~— me giré y alcé como pude índice y corazón, mostrando el signo de la victoria mientras sonreía. Esa muchacha era simpática, no lo negaría, pero su entusiasmo me desconcertaba y agotaba a partes iguales.

De pronto, dejé el desayuno en una de las mesas, lo suficientemente cerca de Venice como para lanzarme a abrazar como un koala a ese peluche gigantón que era un pingüino. —Es A-DO-RA-BLE— fue mi firme afirmación al respecto.

Soy el primero en levantarme (o al menos me levanto antes que Kei), y tras asearme espero a que Kei y Kokoro estén depie y listos para bajar juntos al comedor. Allí escucho divertido la conversación entre Jud y Venice sobre ese pingüino tamaño XXL. Me acerco hasta ellos y acaricio la cabeza del pingüino.

—Buenos días, troncos. Buenos días, Catalina II. Me gusta el nombre, Venice.

Tras eso saludo con la mano a Nora y a Marion.

—Buenos días a las dos. Hoy hace un buen día, ¿verdad?

Hoy me siento muy animado, y prueba de ello es que me pido un palto de carne asada con huevos y pimientos fritos. Tengo que cargarme bien ya que después voy a salir escopetado para pegarme una pequeña maratón por el pueblo.

Y por mi parte soy el último de escapar de los brazos de quien sea el dios de los sueños en este mundo. He tenido un sueño bastante raro. Y ahora por la mañana no lo puedo recordar en absoluto.

Primero me pongo a Durandal, con su vaina a la espalda.
Luego me doy cuenta de que estoy en paños menores y mejor vestirme primero antes de ponerme la espalda. Caray.

Y bajo, frotandome los ojos y diciendo "Gñá"

Es encontes cuando veo el gremio, con tantísima vidilla
— ¡Koko, Soji! ¿Llevais mucho tiempo despiertos? ¿Que estabais haciendo, parejita?

Entonces me fijo en la actitud romántica de Imnam y Sophia, como recien casados. De Jud y Venise, como si llevasen casados treinta años. Me fijo tambien en la actitud de Koko y Soji, como en un noviazgo de ensueño. Se que Ozax y Selina estarán recuperando el tiempo perdido, y que Delfine y Vastín siempre van juntos a todos lados y se quieren mucho

"Esto no es un gremio ¡Es un Love Hotel!"

—Te veo muy contento, Sojiro, ¿ha pasado algo bonito? —Marion llega con una bandeja cuyo contenido es un plato algo más grande de lo que el chico se esperaba, la carne asada parece una porción para dos personas en vez de una y las patatas están cubiertas con un huevo frito que se desborda.

Con el abrazo de Kokoro la criatura ni se inmuta. La chica descubre que es tremendamente mullidito y sus brazos y su cuerpo se sumergen en toda la superficie de contacto, si no tiene cuidado podría caer dormida alló mismo.

—Tengo entendido que han cogido el encargo del musgo azul —comenta Marion—. Asegúrense de ir bien abastecidos, la cueva Boin Boin es muy, pero muy grande, casi tanto como el bosque. Les podemos ofrecer pan élfico hecho por mamá, que dura muchos días frescos y basta con sólo uno para llenar la barriga.

—¡Buenos díaaas! —Selina entra canturreando con un humor incluso más animado que el de nuestro clérigo, tan radiante de felicidad que hasta se pueden ver brillitos a su alrededor; viene muy pegada del brazo de un Ozax con aspecto de muy mal dormido, con ojeras y cabeceando.
—Días... —saluda él.
—Vamos, a comer, a comer, ¡hay que alimentarse bien! —le insiste la elfa, sacudiéndolo ligeramente.
—Sí, Marion, sírvenos algo, lo que sea —agrega el mago.

Ozax todavía tiene el sello en su frente y le hace señas a Kokoro para que se acerque.
—Kokoro, ¿dormiste bien? —le pregunta con una sonrisa apacible—. Verás, Selina y yo te conduciremos a un lugar secreto al que sólo tienen acceso los hechiceros y muy pocas personas más, es importante que guardes el secreto porque es un sitio muy peligroso si llegara a caer en manos equivocadas, ¿está claro?

Mientras tanto, Sojiro ha acabado de comer y se dispone a salir un rato.

Al salir pasas cerca de Venice y Catalina II, el elfo te da un alegre saludo, mientras que la criatura permanece tiesa observando a Kokoro, sin moverse en absoluto. Cuando la miras de cerca, ves que en su espalda hay una cremallera cerrada. O tal vez no, tal vez eso creíste, fue un vistazo demasiado rápido y sin prestar atención, así que, como sea, guardas eso en un rincón profundo de tu mente y pasas a otra cosa. Hace un día hermoso para salir a trotar.

En la palza está dispuesto el mercado con los mismos comerciantes y puestos que ayer, un montón grande de gente paseándose por allí con cestos y canastos, regateando y llevándose todo tipo de productos a sus casas. No tardas en oír el repiqueteo del martillo de Ulfsark, que desde bien temprano en la mañana ya está trabajando en sus cosas.
Está sentado en la fuente el chico que ayer viste en la herrería, con una bonita espada entre sus piernas, apoyando sus brazos y cabeza en la empuñadura. Cuando te ve pasar cerca te sigue con la mirada un rato.

Tendrás que tener cuidado para no perderte, aunque si llegas a alejarte demasiado y no encontrar el camino de regreso siempre puedes pedir direcciones.

Me giro sonriente a Marion.

—Claro, hace un día perfecto para salir a correr. Es bueno que a uno le dé el sol, aporta vitamina D. Eeeh... nada, son cosas mías.

Observo con gracia cómo Kokoro abraza al pingüino de mirada inexpresiva mientras como, y una vez acabo salgo escopetado hacia la salida para quemar calorías.

Me quedo mirando un rato a Catalina II. ¿Eso de detrás era una cremallera? No, imposible, debo estar somnoliento todavía...

Aaaah, sí, hoy hace un sol agradable. El cielo está de un azul muy limpio, y el aire es puro. Épinne es un sitio muy tranquilo y agradable.

Mientras voy trotando puedo escuchar y ver el ambiente de la plaza, y en cuanto veo al chico de ayer le saludo con la mano y me acerco.

—Buenos días. ¿Aprovechando el buen día que hace hoy?— le digo sonriente, sin dejar de trotar en el sitio.

—Siempre he querido abrazar a un Totoro, ¡y ahora puedo!— de apariencia era bastante semejante (más o menos, al menos en la mirada inexpresiva) y taaaaaaaaaaaaaan blandito. Lo achuché y hundí mi cara en su mullido recubrimiento. Ya me había olvidado hasta del desayuno...

Cerré los ojos con una feliz e infantil sonrisa, relajada a pesar de haberme despertado hacía tan poco tiempo.

Pero vino Ozax a fastidiarme el momento. Abrí los ojos, ya no estaba flotando en una nube, ahora había vuelto al follón del gremio. Me descolgué del pingüino y arreglé mi ropa con unos golpes secos. —Sí sí, vale, secreto— pero yo no guardaba secretos con mis amigos por lo queeeeee... seguramente se lo acabase diciendo.

—¡Kei, buenos días!— saludé con energía. ¿Habría vuelto a hablar con esa espada suya? ¿Se habría enamorado? ¿Tendría una filia extraña? —No sé hace cuánto llevo despierta, la verdad... ¿¿pero has visto qué pingüino TAN achuchable??

—¡Que no te dé un síncope!— me despedí alegremente de Soji, que se iba a correr. Esta gente deportista no tenía remedio.

Después de terminarme el desayuno, acompañaría a Ozax a aquel lugar tan secreto para intentar quitarle la dichosa pintura de la frente. ¿Seguro que no se lo habrían pintado con algún rotulador fijo? De ser así, podría ser un tremendo dolor de trasero.

¡Menuda escenita, oiga!

En fin, me acerco a ver a Jud el Judio y a Venise

— ¿Como estamos, pareja? — digo acercandome con algo que me haya servido de desayuno (Una superbowl de cereales) — Bueno, creo que podemos estar satisfechos ¡Hemos hecho un buen trabajo, y la gente no tendrá que temer tanto a un bandido como ese, ni que su banda se pueda reagrupar!

Y tras ver a Catalina II...

— Esto... ¿Donde te lo... la...? whatTheFuckEver ¿Donde te encontraste a Catalina, colega? Se supone que estas cosas solo aparecen en sitios helados —
Y sin poder contenerme, le acaricio la cabeza, como un gatito o un perrete

El chico te devuelve el saludo con una débil sonrisa.
—Aprovechándolo, dentro de lo posible.
Y se produce un silencio incómodo porque no sabe cómo seguir con la conversación, se queda mirando el cielo distraído, entornando los ojos por el sol.
—No entiendo qué mierda pasa con la vida —empieza de pronto a decir—. Si es el destino o los dioses o qué sé yo, hay tanta gente repugnante en este mundo que vive una vida normal, pero mientras tanto servidor, que jamás ha lastimado a nadie, ha respetado a sus padres toda su vida y se desvive por ser una persona honrada, tiene que sufrir como un perro con una enfermedad incurable que se lo va comiendo por dentro.
Baja la vista y te mira con las cejas fruncidas y gesto hosco.
—¿Me puédes decir tú qué coño he hecho mal?

Sigues a Ozax y Selina hasta las escaleras, bajando por ellas hasta un sótano bien amplio, tanto o quizás más que la planta baja. Allí encuentras que casi la mitad está ocupada por una forja con todos los elementos necesarios para su funcionamiento, luego ves estanterías con libros, frascos, ingredientes y otros tipos de cosas, cajas y soportes con armas en desuso y alguna que otra armadura vieja, una despensa con una buena reserva de alimentos, vino, cerveza, especias y demás y una puerta cerrada que no te permite saber qué hay al otro lado.
—Ahí es el laboratorio de alquimia, puedes entrar tocando la puerta con tu piedra del hogar, está disponible todo el día para su uso —te explica Selina sonriente.

Ozax va hasta una de las estanterías y coge un frasquito pequeño y delgado y un cuchillo. Después vuelve hasta ti y te toma una mano para hacerte un diminuto corte en el dedo, virtiendo la sangre que te sale en el recipiente que agarró. Selina con gentileza te toca la herida y tras una luz blanca ésta desaparece completamente sin dejar rastro.
Ves al hechicero mezclar tu sangre con el líquido de otro frasco y con ese compuesto pinta algo en una pared. Para tu sorpresa lo que pinta se borra, como si la piedra lo absorbiera.
—Listo, ahora te reconocerá y podrás acceder al lugar —explica Ozax—. No me cansaré de recalcar lo importante que es que la existencia de este lugar te la guardes.
Te hace un gesto para que te acerques a donde está él.
—Aquí hay una entrada secreta, para abrirla sólo te bastará con pedírselo. Ya sabes, "déjame entrar" o "soy yo, ábrete".
A continuación exclama "soy Ozax, quiero pasar" a esa pared y, para tu sorpresa, una porción de metro y medio de ancho por dos de alto se vuelve translúcida y puedes ver a través, contando en su interior con varias lucecitas parpadeantes que bailotean suspendidas en el aire. No sólo puedes ver, sino que Ozax y Selina se meten atravesándola y tú también lo haces.

Allí hay una estancia vacía y oscura, pero que al entrar se iluminan varios glifos e inscripciones en toda la pared y suelo. En el centro hay un círculo dibujado con una densa cantidad de símbolos y garabatos raros.
—Esta es nuestra sala de rituales arcanos, Kokoro —sigue explicando Ozax.
—El edificio del gremio fue erigido justo encima de un nodo de magia —agrega Selina—. Cuando lo descubrimos juntamos enseguida todos nuestros ahorros para comprarlo a como diera lugar luego de que falleció la antigua propietaria. Este nodo de magia multiplica enormemente el poder de un hechicero y le permite realizar proezas sobrenaturales increíbles.
—Pero claramente con un precio —continúa Ozax—. Tanto poder requiere de un inmenso control y si no sabes lo que estás haciendo puedes acabar perdiendo la cordura, la vida o tal vez algo peor.
—Pero no te asustes, bonita, que lo que vas a hacer ahora es muy sencillo. Pensamos que sería una buena oportunidad para que aprendieras de este lugar y que luego esté a tu disposición cada vez que lo necesites, pero úsalo responsablemente, ¿de acuerdo?

Ozax entonces saca un pergamino de su ropa y te lo da.
—Aún no tienes nivel suficiente para poder usar correctamente el conjuro de disipar magia, pero haciendo uso de esto lo lograrás sin ningún inconveniente.
Va y se para en medio de la sala.
—Visualiza el ensalmo, recítalo con cuidado concentrándote en el círculo mágico y en mi persona, es todo.

Los garabatos del pergamino tienen sentido, no sabes cómo, pero puedes descifrar lo que dice y leerlo: "varligimdan tum buyulu etki ortadan kalkti". Si bien no tienes ni puñetera idea de lo que significa.

Tal y como imaginaba, tiene alguna clase de enfermedad.

—No lo sé, tío. La vida a veces es muy puñetera, pero si te rindes entonces se acabó— dejo de trotar y me acerco para sentarme con él —¿Puedo?

Si me lo permite tomaré asiento, y si no me quedo de pie.

—No sé qué es lo que tienes pero imagino que debe de ser una mierda. Pero si te quedas lamentándote entonces se acabó todo. Aunque sea imposible vencer, lucha, haz que merezca la pena vivir. Voltea esta mierda haciendo lo que puedas, aunque sea poco. No pretendo compararte con él, pero de pequeño tenía un perro. Él nació con un problema genético que le impedía mover sus patas traseras. Él no hizo nada para merecer eso, pero no se quedaba parado lamentándose sino que estaba ahí alegrando el día a mis hermanos y a mí. Supongo que aceptó su situación y solo le preocupaba estar con nosotros, sus seres queridos. ¿Tienes familia?

—¿A quién llamas pareja, merluzo?

—El círculo de druidas me permitió quedármela, no supieron qué hacer con ella —te responde Venice, para luego acariciar cariñosamente a la criatura y hablarle como a un niño pequeño—: ¿Has visto, Catalina II? Tu carisma ha conseguido la aprobación del pueblo, todos te quieren, ¡eres alucinante!

—Oh vamos, por Varus.

Estando allí cerca del tablón de anuncios no ves nada nuevo que no estuviera ayer.

Cuando le preguntas si puedes sentarte ahí se encoge de hombros y no te pone ningún impedimento.

—Mi padre está muerto. Mi madre, pues... —Hace una pequeña pausa y se pone a imitar con burla exagerada una voz de doña—: "¡El hijo de un caballero de primera clase y no puede blandir una espada! ¡Se tropieza con su propia sombra! ¡No puede sostener los cubiertos sin salpicar comida en toda la mesa! ¡Eres una desgracia, desaparece de mi vista!"
Suspira y continúa.
—No tengo hermanos, si no al menos la vieja me dejaría un poco más en paz.

Es un chico bien parecido, de rostro atractivo, hermosos ojos claros y una voz muy apacible, tiene un físico bien cuidado, si bien parece que le hiciera mella sea lo que sea que padece. Si fuera un compañero tuyo de clase bien pasaría por el popularote que tiene más de mil admiradoras.

—Pero, ¿sabes qué? Tienes razón —continúa—. De hecho estoy haciendo lo posible, ¿se supone que debo hacer todavía más? ¿qué sugieres?

Seguí a la parejita feliz hasta el piso de abajo, donde miré todo con curiosidad. El día anterior no me había dado por investigar el gremio, pero era grande, más de lo que habría imaginado en un principio.

Y todavía quedaba lo mejor...

—¡Ah!— exclamé al notar la hoja del cuchillo acariciando la yema de mi dedo. —¡Eso se avisa, burro sin corazón!— Ozax me había pillado por sorpresa. Por suerte, Selina tomó mi mano y, aunque en un principio la miré con desconfianza, en seguida se sintió bien aquello que hizo. La herida había desaparecido.

Pese al encontronazo inicial, mi curiosidad no se había disipado, mirando con atención el símbolo que el mago dibujó en una de las paredes. Mi boca se abrió en una pequeña "o". ¡Ahora podía entrar en un lugar mega secreto!

La espera mereció la pena, sería mentira decir lo contrario.

Mis ojos se abrieron como platos mientras recorría la sala repleta de runas, examinando cada una de las mismas. —¡Este sitio mola!— ¿podría realizar cosas chachis, como invocaciones o algo más tocho? Ya tendría tiempo de averiguarlo. Tomé el pergamino entre mis manos y, sin saber muy bien cómo, comencé a pronunciar las palabras que habían ahí escritas mientras extendía la palma de la mano sobre la frente de Ozax. —Varligimdan tum buyulu etki ortadan kalkti.

-pues a vosotros. Una paerja son dos. sois dos. eeeergooooo...

-en fin. ¿Todo fue bien? ¿Si? Mejor que mejor. ¿Que pasó al final con los bandidos, y con loso animalitos?

Niego con la cabeza.

—Eso tienes que valorarlo tú mismo. Yo no sé cuánto te has esforzado, pero si lo estás dando todo deberías tener la cabeza bien alta. Y tu madre, con todo mi respeto, está equivocada. Debería ser consciente de tu enfermedad y apoyarte, y más cuando no tenéis a tu padre (lo siento, tronco). Se nota que eres un buen tío. Mira, esto no lo digo por lástima ni nada al estilo, pero si necesitas algo dímelo. Me gusta ayudar a la peña, y más a los que se esfuerzan mazo como tú. Tienes mi apoyo.

Me levanto con intención de seguir corriendo.

—Sabes, en mi ciudad natal serías muy popular y tendrías muchos admiradores. Así que ánimo— me voy un poco pero me detengo en seco y vuelvo sobre mis pasos yendo hacia atrás —Ahora caigo en que no nos habíamos presentado. Soy Sojiro Tanaka.

—Si te hubiera avisado me quitabas la mano, hubiera sido más complicado y quizás el corte podría haber resultado peor —te responde Ozax mientras hace la mezcla.

...

Al pronunciar las palabras aparece un círculo mágico en tu mano extendida, Ozax da un respingo y cierra los ojos, mientras que el dibujo en su frente se empieza a borrar, desvaneciéndose en una voluta brillante que no deja ningún rastro.
—Excelente, recitaste el ensalmo sin ningún error, con la entonación correcta y sin titubeos, diez puntos —dice Ozax impresionado—. Te felicito. Estoy seguro de que te volverás muy competente si no dejas de estudiar y practicar.

Y sin perder más tiempo, la pareja se encamina a la salida para regresar al salón.
—Vamos, Kokoro, luego podrás bajar de nuevo cuando quieras, pero ahora tenemos cosas que hacer —te dice Selina—. Reunámonos con tus amigos arriba, ¿sí?

—Si piensas que se equivoca, entonces ve a decírselo, de seguro le encantará discutir con alguien más.
Mientras hablas de "buen tipo" y de que no lo haces por lástima, simplemente se te queda mirando con el gesto hosco que mantiene, sin responder nada.

—Soy Isaac.
Otro silencio incómodo, pero que rompe antes de que te marches nuevamente.
—Oye, quizás sí puedas ayudarme con algo. Oí ayer que planeaban ir a la cueva aquella a buscar musgo azul, esa cosa logra recuperarme cuando pierdo la sensibilidad en las piernas, aunque apenas. No sé cuánto les ofrecían por lo que encuentren, pero, ¿podrías traerme aquí algo? No importa la cantidad, lo que te parezca.
Te da un saquito que cabe en la palma de tu mano.

De pronto los engranajes en tu cabeza hacen contacto y te salta una idea respecto a lo que acaba de decir. Si pierde la sensibilidad, ¿podría ser una enfermedad degenerativa que afecte su sistema nervioso? Ahora que lo piensas, entre esto y lo que viste ayer, su estado te recuerda mucho a una etapa temprana de lo que padecía ese célebre científico que hablaba como un robot. No recuerdas exactamente su nombre, pero era famoso en parte por cómo pudo resistir tantos años en esas condiciones.