Partida Rol por web

Cuando el grupo descendió por lo que parecía ser un largo pasillo lleno de escalones que descendían a las profundidades de la cripta el aire se hacía cada vez más viciado, sólo el arco iluminado mágicamente del clérigo de Erastil, Paul, servía de luz para guiar los pasos de los peregrinos de la llama eterna cuyas heridas físicas, y sobretodo morales, empezaban a hacerse patentes en ellos, sobretodo en cuanto a los ánimos.

Lo que pretendía ser una excursión festiva y conmemorativa de su héroe fundador, y significar el inicio de la vida adulta, acabó convirtiendose en una pesadilla sin fin que suscitaba muchas preguntas acerca de sus causas y consecuencias finales. Ahora se adentraban en lo más profundo de aquella lúgubre cripta alentados por unos lamentos y gritos extraños que habían percibido desde el piso superior.

Tras un par de minutos de descenso el grupo alcanzó una sala oval iluminada por antorchas justo en el momento en el que dos de aquellos esqueléticos muertos vivientes caían hecho añicos precedidos de un destello multicolor. Al otro extremo de la sala vieron a una mujer joven, alta, de cabello y ojos castaños ataviada con colores llamativos de estilo zíngaro y dos pendientes de aro en sus orejas. En sus manos llevaba un bastón de madera que sujetaba en posición defensiva. A juzgar por sus ropas, algo rasgadas y sucias, podía deducirse que la mujer no parecía estar en sus mejores momentos. Un cuervo sobrevolava la sala oval con un aleteo cansado, en cuanto el grupo apareció se posó sobre el hombro izquierdo de la desconocida mujer.

La mujer se quedó sorprendida al encontrarse súbitamente con aquel extraño grupo encabezado por un corpulento semiorco que aferraba una gran hacha de piedra y en cuya derecha se encontraba un chico joven ataviado con ropas parecidas a las de un bandido y que usando un arco corto le apuntaba directamente. A la izquierda del semiorco se hallaba otro joven, de rasgos más nobles, que se cubría con una amplia capa de piel de oso enlazada con un broche dorado, probablemente alguna clase de clérigo, que en aquellos momentos sujetaba un arco que irradiaba una agradable luz pero que mantenía como si se tratara de una antorcha, y no en posición ofensiva. Más atención le suscitó otro humano que apareció tras los tres desconocidos, un joven musculado y delgado que vestía un traje negro en cuyo lateral tenía dibujado con tinta roja la figura de una serpiente. El exótico joven llevaba en sus manos una cadena, probablemente el arma que debía utilizar para defenderse. Pero lo que más sorprendió a la mujer fue la aparición de un oso de tamaño considerable que rugió de forma temible al llegar a la sala oval, como si estuviese dispuesto a saltar encima suyo con intención de destriparla.

¿Quien era aquella extraña mujer que los peregrinos de la llama eterna habían encontrado en aquel lugar? ¿Seria la causante de todo el horror propagado por la cripta, y por tanto, la enemiga contra la que deberian rendir cuentas?
 

Zha'kya se giró asustada al verse rodeada, sin embargo, reaccionó con rapidez. No había pasado tres días encerrada en aquella cripta, rodeada de muertos vivientes para acabar asesinada por unos bandidos. Cierto era que la superaban en número...y que el oso era realmente terrorífico, pero si se dejaba llevar por el pánico todo estaría perdido. Además. Al contrario que con los muertos vivientes,  con los que poseían inteligencia se podía razonar... y se les podía engañar.

¡¡Atrás!!
La voz de la hechicera sonó firme y mantenía el bastón ante ella. Curiosamente, el arma estaba humedecida, ya que la hechicera se había encargado de mojarlo,al igual que la pequeña daga, con aquel agua bendita. Agua que había utilizado para rellenar los odres. Pese a estar desmejorada, no parecía tan asustada como en el primer momento. Es más, ahora parecía más firme. Incluso se había atrevido a señalar al arquero con la mano libre, mientras con la otra se protegía el rostro. Mientras tanto, el cuervo, intuyendo que estaría mejor en otro lugar que no fuese el hombro de su dueña, había decidido trasladarse a un sitio más seguro, subiendo primero a su cabeza y de allí a la capucha, mientras lanzaba graznidos.

Baja el arco, apartaos y nada pasará. ¡No estoy sola!

Rezando a Desna porque su plan saliese bien. Zhakya trató de utilizar uno de sus hechizos, el mismo que había usado más de una vez para despistar a los incautos espectadores de los espectáculos... aunque la joven hechicera lo consideraba más bien un truco de salón que un hechizo.

¿Y si le das a ella? Espera, quizás no le hagan nada.

crack... cuidado....crack graznó el cuervo desde la capicha de la chica, aunque no quedaba muy claro si la advertencia era para la hechicera o si trataba de ser una advertencia al grupo.

Paul quedó observando la situación; primero había observado como la extraña, para el lugar (se podría decir incluso maldito) en el que se encontraban, había aniquilado a dos engendros de la no-muerte, pero seguidamente los estaba amenazando, y de momento no podía discernir su era inducido por la desconfianza natural que se debería de tener en aquel lugar, o por si las intenciones últimas de ella eran alejadas de una actitud correcta.

En todo caso, prefirió explorar primero la vertiente diplomática:
- Tranquilizaos. Si estabais combatiendo con los no-muertos, no podemos estar en bandos opuestos. - Mientras decía esto, e intentaba mostrar una actitud nada ofensiva, para calmar a la mujer, mantenía el arco bien aferrado por si tenía que cumplir otra función, aparte de la de iluminar ...

Bajaron a las oscuras profundidades de la cripta. Allí encontraron a una joven combatiendo con dos esqueletos.
Boris vio que se encontraba algo nerviosa. "Baja el arco" le había dicho, sin embargo ella no apartaba su mano, que seguía dirigida a él.
Había visto a Paul obrar milagros mediante el poder de su voz, ¿Y si la mujer también sabía conjurar?
El joven comenzaba a ponerse tenso; al bajar había creído que se trataba de la mujer a la que pretendían rescatar. No obstante, no podían fiarse de nada. Una terrible maldición pesaba sobre ese desafortunado lugar, una maldición que amenazaba con volver locos a todos los que no perdiesen su vida.

El muchacho decidió hacer un último intento antes de liberar la feroz saeta.
- Escúchame bien, no voy a bajar el arco hasta estar seguro de que no representas ningún peligro. Somos los peregrinos de la Llama Eterna. - Boris hizo un gesto con la cabeza apuntando al farolillo que pendía del cinturón de Paul. - Pero creo que eso ya da igual... el caso es que estamos aquí para buscar a la hermana de Roldare, que según él está cautiva. ¿Eres tú?

Con todo lo vivido y con el corazón roto en mil pedazos, a Boris le estaba costando muchísimo sostener el proyectil. Si la mujer hacía el más mínimo gesto, no dudaría en atacar.
No sería la primera vez que jugaban con su mente desde que salieron del pueblo.

Bronco se detuvo a escasos metros de la muchacha. La escudriñó con sus amarillentos ojos. No era más que una muchacha asustada. El semiorco relajó su imponente musculatura. Su más de dos metros de altura, y sus fornidos brazos, capaces de romperle el cuello a un toro, le conferían una imagen aterradora cuanto menos. El druida que vestía ropas de pieles negruzcas y escondía su melena bajo un abollonado bacinete de hierro, apenas pronunció una palabra. Tan solo observaba...

Zurück guy !! Es ist nur ein kleines Mädchen ...- espetó al osezno garra de runas que lo acompañaba. Desde que entraran, el cachorro se había mostrado nervioso gruñendo y mostrando sus dientes a la chica que sostenía el bastón -Nichts zu befürchten.-  Y tras las palabras del chamán, el oso se relajó completamente. Resultaba impresionante ver como un animal salvaje y hostil, se convertía en una mascota cariñosa y calmada. Bronco acarició el enorme cabezón de Haggar y dio un par de pasos hacia la muchacha sin mostrar ningún tipo de temor.

El nerviosismo era patente. Muchos de sus compañeros eran demasiado jóvenes todavía, pero a él... a él pocas cosas conseguían intranquilizarlo. Era yermo, plano y decidido. Se había prometido que llegaría hasta el fondo de lo que estuviera sucediendo allí y así lo haría... 

- Si eres la hermana de Roldare debes saber que tu hermano aguarda arriba- habló en común mostrando sus enormes colmillos - Si no es así, apártate... No deseamos problemas contigo.- Prosiguió con cara de pocos amigos - Si por el contrario quieres medir fuerzas... - El semiorco no acabó la frase, únicamente antepuso el enorme hacha de acero, piedra y madera ante él mientras sonreía. Estaba dando a entender que si quería pelea, la iba a encontrar...

El aspecto de Bronco era realmente intimidador. Poseía heridas por su cuerpo capaces de matar a una persona normal, pero el chamán del oso ni tan siquiera mostraba una mueca de dolor - ¡¿Qué haréis?!- preguntó mientras aferraba el mango de su arma.

Traducción:

Zurück guy !! Es ist nur ein kleines Mädchen ... Nichts zu befürchten.-

"¡¡Atrás chico!! Sólo es una niña... No hay nada que temer."

Zha'kia, que se había relajado, ante las palabras del hombre del arco luminoso, volvió a tensarse ante la actitud del arquero. Pero entonces, el hombre empezó a hablar de cosas extrañas, como una orden de la Llama Eterna..el mismo nombre de la cripta. La hechicera, poco acostumbrada a las Órdenes de cualquier tipo parecía confusa. Sin dejar de manifestar una actitud que iba entre la defensa y el ataque se mantuvo firme. Y entonces, el semiorco hizo que el agresivo oso se convirtiese en algo poco más amable que uno de los grandes caballos que tiraban de su caravana. El peligro, sin embargo, no había pasado y estaba claro quien llevaría las de perder en un ataque. Evaluando la situación, miró a todos, comenzando por el sacerdote y terminando por el hombre de la serpiente pintada.

–No sé quien ese tal Roldare...ni que es esa Orden de la que hablas.– dijo bajando el bastón mientras cautelosamente retrocedía un paso–Vine aquí en busca del descanso y para ver la llama de la que prometían en la entrada.

La hechicera calló entonces y entornó los ojos en una expresión entre desconfianza, curiosidad e incluso cierta inquina, aunque no había muestras de hostilidad real. Y entonces me encontré con un grupo que debió hacer alguna estupidez y despertó a un montón de no muertos que me asediaron.

¿Será esta gente la responsable de que lleve tres días encerrada?  
 

Haggar se acercó con paso lento hasta la muchacha. Era un simple cachorro, pero cuando se alzaba en posición bípeda, superaba el metro y medio de altura y su peso debía oscilar alrededor de unas doscientas libras de pelaje, músculos y huesos. Pocas personas habían visto a un oso garra de runas adulto de cerca y había sobrevivido para contarlo... Cuando ese animal creciera sería majestuoso y descomunal.

El osezno se aproximó a la muchacha como si de un perrillo juguetón se tratara. Cada dos por tres, erguía su hocico en posición de olfateo, pues seguramente la chica del bastón y el cuervo, guardara algo apetitoso en su zurrón. Haggar se detuvo a escasos centímetros de la forastera y lanzó un gorgoteo cálido y quedo que nada tenía que ver con los gruñidos de hacía unos instantes. Acto seguido se sentó sobre sus posaderas como si se tratara de una persona y bostezó ampliamente.

Después de todo lo que había sucedido lo lógico era que desconfiara de cualquier cosa que la Cripta pudiera albergar. Tras superar la última puerta la situación que se presentó era cuanto menos sospechosa. Una mujer se deshacía de unos engendros muertos vivientes con una prontitud pasmosa. Era una trampa, no podía ser otra cosa.

Jalles inició el baile haciendo girar su cadena alrededor de su cuerpo a la vez que también daba rápidos giros produciendo un efecto visual en forma de torbellino. Se aproximó raudamente a la recién encontrada dispuesto a seguir la táctica que tan bién le había funcionado en otras ocasiones. Primero derribaría al enemigo y después entre todos acabarían con él, ella en aquel caso.

Cuando estaba a punto de lanzar su cadena a los pies de la extraña mujer escuchó las palabras de sus compañeros llamando a la diplomacia... Y Jalles no pudo más que esperar al devenir de los acontecimientos. Si la mujer intentaba algo se las vería con él... Pero aunque las circunstancias de aquel encuentro eran extrañas no podía desoir a su propia conciencia que le instaba a dejar que la recién descubierta se explicara. Si no era la hermana de Roldare.. ¿Quién coño era? ¿Y qué hacia en aquel lugar de muerte y ruina?

Zhakia bajó de todo el bastón cuando el oso empujó su hocico olfateando. Por un segundo estuvo a punto de dar un suave golpe con la mano en el hocico cuando se acercó demasiado a su zurrón. Pero teniendo en cuenta el tamaño del animal y que nada tenía ahí lo dejó olfatear, e incluso le dio un par de palmaditas mientras miraba, aún con cierta desconfianza al grupo. 
–Si habéis venido a buscar a alguien ahí tenéis agua bendecida– dijo por fin, señalando con la mano libre la cripta.  Mientras tanto seguía dando vueltas a la cabeza, tratando de recordar si el grupo anterior, el que había despertado a los muertos, llevaba o no un oso con ellos. En todo caso ya había dejado caer la pulla de los grupos alocados que no medían las consecuencias de sus actos. –Hará que los "muertos" no se acerquen demasiado. Llevo tres días ahí y ninguno ha franqueado los límites.

Cuatro hombres armados contra una mujer que está claramente agotada y aún así hay quien desconfía...O son muy paranoicos o eres mejor aparentando de lo que pensabas

Celoso de las atenciones de la hechicera hacia el oso -aunque estas no habían sido más que unas palmaditas-, el cuervo se posó en el hombro de la chica y la picoteó la oreja, antes de subir de un revoloteo a la testa del oso, que en aquel momento estaba bostezando. El cuervo lanzó un graznido antes de volar de nuevo hasta su dueña un gesto exasperado.
 

El druida prosiguió dando pesados pasos hacia la muchacha. Quedaba patente que no deseaba pelear y en cierto grado, el semiorco festejaba dicha decisión. 

- Mis compañeros y yo también hemos sido sorprendidos por la no muerte y nos hemos tenido que abrir paso a base de fuerza e ingenio.- comentó nuevamente con tono relajado. - Nuestra misión era cumplir un ritual que durante años se lleva a cabo en nuestra localidad, Kessen. Pero al pisar esta cripta descubrimos que las cosas iban bien...- se detuvo un instante y extrajo un par de trozos de tocino sazonado y seco. Uno se lo dio a Haggar, y el osezno se lo comió como si fuera una chuchería. El otro fue desgarrado por los colmillos inferiores de Bronco. Tras masticar y engullir, el druida continuó hablando:

- Buscábamos a la hermana de un vecino de nuestra localidad. Yo no la he visto nunca. No sé si mis compañeros la conocen.- Continuaba dialogando distendidamente - El caso es que seguiremos hasta hallarla y averiguar qué demonios ha sucedido aquí. - Finalizó dando un nuevo bocado al tocino y un trago de agua de un enorme odre de pellejo de jabalí.

- Dices haber visto a un grupo hacer "tonterías"... ¡¿Qué personas formaban dicho grupo?!- preguntó el semiorco. A lo mejor de esa forma, era capaz de saber a qué se enfrentaban...

Paul se comenzó a relajar cuando la muchacha pareció, al menos, tener el suficiente sentido común como para no llevar a cabo sus iniciales amenazas. Aquel lugar ya era lo suficientemente peligroso como para diezmar aún más sus posibilidades con combates estériles. Quedó a la espera de sus acciones, mientras el resto de sus compañeros exponían sus palabras o acciones, a su peculiar manera. Sin embargo, entró nuevamente en escena cuando Bronco comenzó a relatar su historia y comenzó a hacer preguntas:

 - La verdad es que nos sería de mucha utilidad cualquier información que nos pudieras dar, ..., ya sea para encontrar a la hermana de Roldare, o para conocer más detalles del maligno poder que ha corrompido este lugar sagrado y descanso.

La expresión del joven sacerdote era de esperanza para que las oscuras nubes de la ignorancia escampasen para dar paso a los cálidos rayos del conocimiento ...

No llevaban un oso-murmuró para sí la hechicera mientras su mirada iba del enorme osezno a Paul, que en aquel moment la estaban hablando. La joven se pellizcó el labio con los dedos, pensativa, aparentemente sin escuchar las preguntas que le hacían. No, aquel tipo parecía mas un clérigo, o incluso un sacerdote antes que un bandido. -No...No eran ellos.

Zha'kya dio un par de pasos atrás cuando se dio cuenta de que el druida se acercaba cada vez más. No era por miedo, sino una simple cuestión de comodidad. El semiorco también intrigaba a la joven ¿Sería relamente un semiorco?¿ era un orco? En su vida nómada había visto muchas razas, pero nunca un semiorco tan grande. Claro que, por otra parte, también había humanos más grandes que la media, como su "padre".

¿Ehhh? ¡Ah! –dijo cuando se percató de que esperaban una respuesta– Ya os lo he dicho, llevo tres días atrincherada ahí. No me dio tiempo a ver nada. Al poco de entrar para ver la llama vi salir a un grupo–la humana miró a los ojos al semiorco. Aún estaba algo tensa, pero teniendo en cuenta su clara inferioridad se iba relajando. Al fin y al cabo si querían atacarla lo habrían hecho y Desna había evitado que la atacasen en un primer momento no aceleraría ella los designios de la diosa. Y su instinto le decía que no era mala gente. Debían de ser unos cinco. Como comprenderéis, cuando los no muertos aparecieron no me planteé el contar la gente que había allí. Su despreocupado tono se vio interrumpido por un rugido estomacal, al que ignoró antes de continuar. Pero todos eran humanos, salvo un semiorco. Y no, no había ninguna mujer. tras unos segundos de silencio por fin se atrevió a preguntar señalando el cinturon de Paul ¿Esa es la llama?  

La muchacha parecía sincera. Boris destensó el arco y volvió a guardar la saeta en la aljaba.
- Así que hay otro grupo de gente... ¿Son ellos los causantes de este mal?

Boris dejó la pregunta en el aire, la formuló más para sí mismo que para alguien en concreto. El misterio sería difícil de desentrañar.

- Pues si no eres la hermana de nuestro loco amigo, debemos seguir buscándola. No perdamos más tiempo.
Luego, la mujer hizo mención al objeto que Paul llevaba consigo. Fue el propio Boris quién le contestó: - No, se supone que debemos encender ese farol con la lumbre... cuando la encontremos. - El joven soltó un suspiro e hizo un esfuerzo para que las lágrimas no acudieran a sus ojos. - Pero eso ya no es prioritario. Ahora mismo me contentaría con salir vivo de este infierno.
El arquero posó la vista en la oscuridad que tenían delante y añadió en un susurro: - Aunque si finalmente nos hacemos con la jodida llama, sería una buena herramienta para pegarle fuego al puto pueblo...

El chico no pensaba lo que decía, por supuesto que amaba el pueblo. Era su hogar; pero estaba furioso con todo el mundo, incluido él mismo. Necesitaba un periodo de duelo, llorar, gritar, expresar aunque sólo fuese una pequeña emoción. El dolor que le atenazaba el alma era aún muy reciente y ni siquiera había tenido tiempo para asimilar la enorme pérdida sufrida.

Bronco se quitó un momento el bacinete de la cabeza, dejando caer su larga melena negra sobre sus hombros. Pasó el dorso de su fornido brazo sobre la frente, intentando quitar el sudor que transpiraba. Luego estuvo unos instantes en silencio, sopesando todo lo que se había dicho. 

- No hay tiempo que perder.- finalizó el druida. - Debemos llegar al fondo de lo que aquí sucede.- añadió de forma categórica. - ¡¡Tú!!...- dijo señalando a la joven con uno de sus gordotes dedos. - La salida está por ahí. Está todo despejado...- prosiguió con tono calmado pero severo, mientras indicaba la salida- ¡¡Toma!! Esto saciará tu hambre un rato...- Y diciendo esto, extrajo de su zurrón unas raíces y un trozo de carne sazonada. 

Bronco extendió su brazo para que Zha'kia recogiera las vituallas. El aspecto del semiorco, era  cuanto menos intimidador, pero su comportamiento revelaba que era una persona más generosa de lo que a simple vista aparentaba.

- ¡¡Nos vamos!!

El osezno sacó la lengua y puso muecas de desagrado, cuando Bronco sacó las raíces. Estaba claro que ya las había probado en alguna ocasión. Tal era la repulsión que le provocaban, que no dudó en ponerse de pie y salir disparado de allí, no fuera a ser que se le pasara por la cabeza al chamán de que se comiera una.

Ehhhmm

Zha'kya miró del "rábano" al oso y del oso al "rábano" respectivamente. Nunca había visto a un animal mostrar ese comportamiento ante un alimento, La expresión de la joven era de genuina sorpresa ante las acciones del animal. Finalmente aceptó con una sonrisa y una inclinación de cabeza la comida que le tendía el semiorco. Estaba realmente hambrienta... de hecho, era la razón por la que había salido de la cueva. También miraba con curiosidad y preocupación al chico que había amenazado con quemar el pueblo. No tenía muy claro si lo decía o no en serio, pero no le habían gustado mucho aquellas palabras, pues implicaban una violencia innecesaria.

-Os recomiendo que llenéis ahí odres, si es que tenéis–repitió mirándolo de reojo mientras arrancaba un pedazo de la carne con los dientes y se la daba al cuervo, dándole con el índice un golpecito en el pico para que o comiese deprisa– Despacio Yarkitch...Tragón. La chica miró de nuevo aquella cosa tan parecida a un rábano que había espantado al osezno y de dos mordiscos se lo tragó. Probablemente fuese por el hambre, pero mal no la supo.
Por un momento, cuando el semiorco que parecía dar las órdenes al resto del grupo, quiso avanzar pareció que los caminos de los aventureros y de la peregrina iban a separarse, pero entonces, con un tono de voz despreocupado y alegre, la hechicera repuso. Bueno, y hacia donde tiramos -¿Dónde decís que se ha metido la hermana de vuestro amigo? Si nos damos prisa podéis llegar al pueblo con esa chica antes de que su hermano se desespere del todo y yo podré cambiar de pueblo antes que de luna.