Partida Rol por web

Alonzo torció el gesto cuando comprobo que su teoría era la correcta. Seguia teniendo montones de preguntas, pero esla habia acertado.

- In nomine patris, et filii, et Spiritus Sancti... Amen.- El Padre-Caballero alzó su mano derecha para otorgar a la difunta la bendición de la Iglesia, para conjurar de la hipotética presencia del mal en aquel lugar. Concluyó su ritual con la consabida formula para conceder descanso al alma de aquella desdichada.- Requiem aeternam dona ei Domine. Et lux perpetua luceat ei. Requiscat in pace, Himura-san.

El sacerdote panoceano efectuó nuevamente la señal de la cruz antes de inclinarse sobre el arcón y cerrarlo, concediendo a la finada un remedo de intimidad.

- Melissa, por favor...- Alonzo se contuvó, ligeramente preocupado por la responsabilidad que cargaba sobre los hombros. Sabia que la Humanidad se jugaba mucho y no estaba dispuesto a fastidiarla. Tomó aire y decidió examinar otra vez la escena del crimen, intentando encajar las piezas del rompecabezas.- Permanece a la espera.

Con meticulosidad, se movió en torno a la caja, a la cama y los escasos efectos personales de la muchacha, tomando notas y usando los recursos de Melissa a todo lo que daban, sin importarle incumplir determinados protocolos. Cuando estuvo satisfecho, se giró hacia sus compañeros, con sembalnte serio y decidido.

- Tenemos problemas. Parece que elementos hostiles se han infiltrado en la Estación... Soy de la opinión de que la difunta es una especie de Caballo de Troya y que el asesinato del diplomatico de PanOceania esta relacionado con esta muerte. Es más, creo que lo que sea que se hace pasar por Himura es directamente responsable. No podemos descartar que pueda volver a cambiar de aspecto, aunque el hecho de que halla llevado la petaca y el ComLog me indican que esta es la forma con la que pretende acometer la tarea que se trae entre manos.- Alonzo tomó aire.- La seguridad de los dignatarios y del personal de esta Estación, incluida la delegación Tohaa, esta por encima de todas las cuestiones territoriales y administrativas. Asi que antes de solicitar la intervención de las fuerzas de ALEPH y del O-12, quisiera oir sus propuestas. Por favor, sean breves.

Zahra registro visualmente la habitacion, encontrando una pista de lo que ella ya temia: se enfrentaban a un infiltrado Shavasti, la peor noticia posible. Con cuidado la agente recogio los restos de proyectil, aprovechando que llevaba los guantes de faena puesto, y lo mostro para que todos pudieran verlo.

- Nos enfrentamos muy posiblemente a un Asesino especular shavastii.- Comenzo a responder a Alonzo mientras echaba un vistazo al cadaver de la pobre mujer, que tan cruel final habia sufrido.- Esas criaturas dejan a los famosos hassasin como una panda de novatos... Debemos informar de inmediato a Yorgos para que ponga en alerta a toda la seguridad de la estacion.

La Reverenda torció casi imperceptiblemente el gesto al escuchar al Padre Caballero mentar aquellas palabras en latín. Como si él no fuera un enviado del demonio que era Aleph.

Alonzo no se percató de esto. Investigando los restos de la munición que había encontrado Zahra y contrastando los datos con los que tenía acceso en su comlog el arma que la había disparado era una pistola de asalto shasvastii.

Zahra había determinado que la sangre de la pared tenía aproximadamente 3 días. En el cuerpo refrigerado de Himura habría sido más difícil de determinar pero estaba claro de que esa mujer llevaba ya tiempo muerta. Y entre ella y Alonzo encontraron lo que parecía el dispositivo de datos tohaa que Himura se había llevado de la habitación de Edmund.

Vera había hecho unos descubrimientos interesantes, aunque quizá ya resultaba obvio. Investigando algo más el cadáver encontró unas heridas en la pierna, de las que pudo extraer unos pequeños artefactos alienígenas. Según lo que había odio, eso era lo que utilizaban los Shasvastii para obtener material genético directamente de la médula.

Shevastis. Won Li se apartó instintivamente de la caja. Obviamente era un fallo terrible de la seguridad de O12 y Panoceanía, que habían dejado que un infiltrado campara a sus anchas por allí. Suspiró, tendría que arreglarlo. Guardó su pistola de asalto.

Se abstuvo de decirle al padre-caballero que no gastara saliva, probablemente, de estar viva, la diplomática habría escupido sobre sus absurdas bendiciones. El panoceanico podía creer en los señores imaginarios celestiales que quisiera, pero eso no los hacía reales.

- El O12 no ha podído impedir que entrara un asesino infiltrado a pesar de estar en alerta máxima- señaló Won, apuntando lo obvio.- No veo como alertar al asesino de que lo estamos buscando nos ayudará en nada. Podemos usarlo como medio de presión para que Yorgos nos devuelva nuestras cosas, claro - la palabra "lanzallamas" formó un vacío en el aire,- pero las luces rojas y el pánico no nos ayudarán. Si el asesino ha dejado esto aquí de cualquier manera, probablemente es lo que quiere. Ni siquiera se ha molestado en fingir.

El Padre-Caballero asintió gravemente al escuchar la exposición de la agente haqqislamita sobre la situación. La respuesta del agente del Estado-Imperio avinagró el gesto de Alonzo, que no pudo por menos que llevarse la mano a la barbilla y frotarse el mentón.

- Lamento mucho coincidir con el señor Li, Zahra. Hacer cundir el panico es contraproducente.- El sacerdote le dirigió una mirada apesadumbrada a la atractiva muchacha durante un breve instante, perdiendose en sus ojos oscuros.- Sin embargo, es nuestro deber informar al Coronel Yorgos para que tome las medidas oportunas.

- Melissa, por favor, comunica al Coronel Yorgos que sospechamos de una infiltración del Ejercito Combinado. Un Shavastii. Probablemente uno del tipo asesino especular, que ha usurpado la personalidad de la delegada Himura. Solicitamos acceso a nuestras armas personales, la autorización para el uso de la fuerza letal y acceso a la agenda publica y privada de la subdita del Estado-Imperio Himura. Es importante no despertar sus sospechas y limitarse a monitorizarla. En cuanto sepamos donde esta, la neutralizaremos.

Alonzo cortó la comunicación y se volvió hacia el resto del equipo.

- ¿Alguna cosa más? ¿Vera? ¿Zahra? ¿Li? ¿Reverenda Bartosiewicz?

Me habeis interpretado mal, no digo que todo el mundo se entere de la infiltracion. Solo las fuerzas de seguridad.- Comenta Zahra intentado mitigar el rechazo que habia generado su propuesta.- En cualquier caso estoy hay que decirselo a Yorgos, y que el decida que hacer. Para eso es el jefe.

Dicho eso la agente cogio el dispositivo tohaa robado y añadio.- Tambien deberiamos devolver esto, nuestros "invitados" se alegraran de recuperarlo. Y estoy de acuerdo en lo de consultar todo lo que ha hecho Himura. Puede ser muy significativo.- Zahra se alegro de que Alonzo estuviera en el equipo, parecia tener sentido comun. Lastima que estaba cegado por el dogmatismo cristinao. Aun asi le dedico una sonrisa amistosa para confirmar que lo apoyaba en su decision.

Vera se entretuvo más en el cadáver que sus compañeros. Aunque no disponía de los mismos conocimientos ni bagaje intelectual, disponía de su dilatada experiencia como mercenaria y soldado para compensar hasta cierto punto. Por ello, sin ningún tipo de tapujo ni miramiento alguno, abrió de nuevo la caja y comenzó a hurgar con los restos de la difunta Himura, palpándolos y olisqueándolos hasta cierto punto, si bien la baja temperatura hacía que estuvieran algo más rígidos de lo habitual.

Estaba plenamente concentrada en ello, la sangre la atraía con fuerza y tenía que atender lo importante. Examinando varios cortes de la pierna, descubrió algunas perforaciones menos llamativas. Metiendo una de las uñas para medir la profundidad, descubrió un trozo de algo dentro. Sin aspavientos, no dudó en agrandar la herida arrancando trozos de carne hasta sacarlo. Era una especie de material desconocido, tremendamente pesado para su tamaño, con forma de botón en una de cuyas caras multitud de raíces sanguinolentas parecían haberse atrofiado. Descubrió varios más como ellos y los extrajo igualmente, satisfecha, tirando después los restos de Himura dentro del contenedor como si fuese un primitivo cubo de basura.

Volviéndose a sus compañeros, se chupó un tanto los dedos sanguinolentos, hasta que se dio cuenta de lo que hacía y se restregó la mano sobre el destrozado conjunto que llevaba. Ante las palabras del variopinto equipo y las preguntas del panoceano, se encongió de hombros con una sonrisa ante la perspectiva de algo de acción:

-Estoy por lo de recuperar nuestras armas y acechar a nuestra presa.

Melissa informó rápidamente al Coronel Yorgos, y este no tardó en responder, y lo hizo personalmente, sin dejar el mensaje a la IA como era lo habitual.

-Estoy de acuerdo con lo que ha dicho, Yañez. Las armas serán un poco evidentes, pero no podemos dejar que esta amenaza se escape por llevar armas de juguete.- Hizo una pequeña pausa.- Esperen ahí, quiero ver la escena con vosotros y comentar el curso de acción.

Pasaron unos minutos antes de que el coronel hiciera acto de presencia en la escena del crimen, con paso rápido y decidido. Y no iba solo. Tras él entró una figura alta y esbelta vestida con un vestido color azul y hueso. Su pálida cara no mostraba sorpresa alguna ante la situación y era perfectamente reconocible. Era la embajadora Maara Seegur, la principal representante de los Tohaa y la que había dado el discurso que habían visto la noche anterior. En el exterior podía verse a sus guardaespaldas, tropas Makaul.

Nada más entrar, unas marcas irreconocibles de un color purpura brillante aparecieron en las manchas de sangre sobre el cabecero de la cama. La embajadora torció visiblemente el gesto.

El Padre-Caballero de la Orden de Santiago se cuadró en cuanto el Coronel Yorgos hizo acto de presencia en la escena del crimen. Se esforzó por no mostrar un excesiva y evidente satisfacción al verse respaldado por su superior, aunque eso significase permitir que el señor Li se pasease con un fusil combi u otra cosa peor... Aunque ya habia visto la pistola automatica que tan insolentemente paseaba el yuchino, como un vulgar Bosozuko.

Fue sin embargo la presencia de la jefa de la delegación Tohaa, la embajadora Maara Seegur, y la de sus guardaespaldas la que enervó a Alonzo.

- Disculpeme, señora embajadora pero...- El sacerdote no acabó la frase, al ver la expersión de la delegada Tohaa, girando la cabeza hacia la pared donde, entre las manchas de sangre, liquido cefaloraquideo y masa encefalica, se distinguian unas extrañas manchas de color purpura brillante...

Zahra hizo el saludo militar habitual en las tropas haqqislamitas cuando vio llegar por fin a su superior.- Señor, ahora que esta aqui me gustaria...

La agente se quedo a media frase al ver que la embajadora tohaa acompañaba a Yorgos. Inmediatamente se puso firme, y pregunto con educacion.- Señora, a que debemos el honor de su presencia?- Cuando justo al llegar la tohaa, empezaron a aparecer unas marcas, Zahra no pudo evitar mirarlas preocupada.

La prontitud de la llegada del Coronel fue inesperada, pero bienvenida para la mercenaria ariadna, que esperaba que por fin le dieran permiso para salir a cazar y tener sus armas. La presencia de la embajadora y aquel extraño despliegue púrpura en la habitación, sin embargo, sí eran extraños. El extraño aroma que cosquilleaba en el olfato de Vera hacía que se sintiese realmente curiosa por la Tohaa.

Procuró cerrar la boca a menos que alguien le dirigiese la palabra. Ya había hablado demasiado en todo el día. Lo que necesitaba era descargar adrenalina.

Won se rascó la cabeza mirando el desastre mientras se preguntaba como iba a salpicarle eso a él en particular. La embajadora iba a sufrir una lluvia de mierda, desde luego, por permitir la infiltración de un shevaasti. Él podía, todavía, conseguir que aquello no le involucrara a él. Si quedaba claro que llamar a Yorgos era la mejor alternativa para contener a los Panocos de convertir esto en un arma politica tal vez consiguiera librarse. 

Por otro lado, tendrían sus armas, lo cual hacía que Won estuviera un poco más tranquilo. Podría usar su lanzallamas si encontraban ese maldita cucaracha. Se había llevado la petaca, así que convenía que él estuviera allí para recuperarla antes de que uno de los demás le pusiera las manos encima. Tal vez podía confiar en la mujer-perro de Ariadna, pero ninguno de los demás harían nada bueno con información del Estado imperio.

Sí, esa podría ser el modo de señalar la incompetencia de la embajadora al tiempo que resaltaba la competencia de Won Li. Si él recuperaba la petaca, la mierda caería lejos de su tejado.

- Tendremos que encargarnos de esto antes de que el espía haga su movimiento- reflexionó Won, antes de que Yorgos llegara.- Su objetivo final no era la diplomática, sólo era un medio. Al menos tendremos nuestras armas- suspiró. 

Luego llegarón Yorgos y la embajadora y aparecieron manchas púrpuras en la habitación. Won frunció el ceño. ¿Restos del polvo de diamante? No lo parecía, los demás también lo estaban mirando. ¿Tenían los tohaa un detector de shevaastis? Eso sería interesante...