Partida Rol por web

- Deberías tener más cuidado con tus juicios, especialmente cuando se te llena la boca con la palabra respeto - señaló Itsua con sequedad al tiempo que se ponía en pie -. Y menos hablar de equivocaciones de forma tan contundente, cuando no pareces haber escuchado lo que he dicho. No he negado la necesidad del respeto. He afirmado que debe ser ganado. Y hablo del respeto hacia la persona. Las ideas de cada uno, esa es otra historia. El novicio nunca podrá respetar ciertos aspectos propios de mi condición. Ni yo respetaré su gusto por las piras, por ejemplo. Pero acepto lo que hay y el tiempo se encargará de hacer que nos respetemos mutuamente como personas. Y eso se extiende a todos. Por mi parte he acabado. Disfrutad de la reunión.

Tras recoger su bastón, el psíquico salió del comedor para dirigirse a su celda.

Arlesha asintió a las palabras de todos. Habían dado el paso, estaban estableciendo
un tiempo de tregua en el que conocerse, no eran tontos y, despues de la reacción inicial, se habian parado a pensar que si todos estaban aquí era por una razón específica y que, ahora mismo, escapaba a los razonamientos individuales.

-Vaya, al final me vais a dejar sin ver una pelea en la mesa. No hay quien os entienda. Ya habia hecho mis propias apuestas sobre quien ganaría -dijo al aire con un ligero tono jocoso mientras se levantaba de su silla y se estiraba.

-Bien, entonces entrenaremos juntos -dijo desviando su mirada hacia el Vostroyano- espero que tu tambien. Ya que nos vas a cuidar las espaldas deberiamos ver como lo vas a hacer -le dijo pasando junto a el camino de la puerta, y poniendo su mano fugazmente sobre su hombro justo antes de dejarlo atrás y cortarle el camino al psíquico, apoyandose en el quicio de la puerta antes de que él pasara por ella camino- supongo que, para evitar más historias por el momento, entrenaré contigo. Si no te importa, claro.

- No, no me importa. Pero mañana. En vez del entrenamiento con la sororita, podemos enfrentarnos ambos y medir nuestras habilidades. Ahora me retiro a descansar. Necesito una ducha y algo de tranquilidad. Si me disculpas - dijo rodeando a la arbitradora y encaminándose a su celda.

Primero se fue Lazerus, después Arlan, después Arlesha.

Tercio la siguió con la mirada hasta que desapareció más allá de la puerta.

Entonces cogió otra varilla de lho y empezó a fumar de nuevo. Entre calada y calada se puso a reflexionar.

- No sabéis lo que me estaba costando... - dijo señalando la varilla. - Tauron, el lho es de las Hospitalarias. ¿Tú fumas?

Termino mi taza de tanna y despues de escuchar las palabras de Arlan, presto atencion a Tercio:

 - "¿Fumar? Nunca lo he hecho. Pero si el Imperio lo permite y las hermanas tambien, no veo nada maligno en ello. Por favor, dame una."

Comienzo a consumirla, un poco cauto al principio, mas relajado a continuacion. En medio le respondo a Arlesha:

 - "Arlesha, yo estoy mas que dispuesto a entrenar ahora o cuando usted guste. Siempre estoy dispuesto a recibir palizas por parte de alguien mejor entrenado que yo."

Termino mis palabras con una sonrisa.

"Bueno, no es que las cosas con el psiquico se hayan solucionado, pero veo una luz de esperanza en nuestra relacion, tanto entre personas como de grupo operativo."

-Por supuesto Itsua -dijo Arlesha levantando sus dos manos en señal de acuerdo- hoy ya hemos tenido bastante con un entrenamiento. Mañana.

Dejó pasar al psíquico que se dirigió hacia su celda. Ella miró dentro de la habitación, justo para escuchar las palabras de Tauron- Nuestro compañero te ha pillado la vez Tauron. Si sigo viva despues de entrenar con él, entrenaré tambien contigo. Me vendrá bien conocer como lucha alguien como tú.

-Y creo que me voy a dar tambien una ducha, aqui huele mucho a mierda -dijo con una ironía manifiesta mirando el humo de la varila de lho que Tercio habia encendido.

Con un pequeño impulso, dejo de apoyarse en el quicio de la puerta y desapareció por esta, camino de una relajante y reconfortante ducha.

TRANSCURRE UN DIA.

COMIENZAN LOS ENTRENAMIENTOS DE LA MAÑANA:

- Arlan Hex y Arlesha Rais se enfrentan en una dura lucha.

- La Hermana Scythia entra en la ronda de entrenamientos a petición de la Novicia Rachael, se espera de ella que se presente ante los nuevos reclutas del Ordo Hereticus.

Tras completar el ritual diario que suponía la puesta en marcha y revisión de todas sus funciones mecánico-corporales, el tecnosacerdote Lazerus-20-Silon dedicó una sincera oración al Omnisiah, la faceta mística del Emperador que congregaba los conocimientos del Adeptus Mechanichus.

Tras ello, el joven salió de su austera celda sin ninguna dirección en particular. Los demás reclutados por la Inquisición se disponían a entrenarse en el combate cuerpo a cuerpo para conocer sus limitaciones y cualidades destacables. Lazerus sabía cuáles eran sus limitaciones, y no necesitaba ser vapuleado por múltiples contrincantes para demostrárselo.

Por contra, el tecnosacerdote sentía que otra tarea era más importante en aquella nave, un cometido que ninguno de los otros podría desempeñar.

Lazerus comenzó a descender cubiertas y cubiertas, atravesando mamparos tan gruesos como su brazo extendido, internándose en el núcleo de aquella gigantesca construcción que era la Negra Esperanza.

Siguiendo su sentido de la orientación, y la perentoria necesidad que llegaba a su mente desde algún punto de allá abajo, el adepto descendió y descendió. 

Por fin, utilizando artes desconocidas para los legos, sorteó diversas medidas de seguridad establecidas en la nave para evitar que cualquier intruso alcanzara puntos vitales de la misma. Probablemente aquello le valiera una amonestación por parte de las Sororitas, pero algo le impelía a continuar.

Aquí es  se dijo a sí mismo. Delante de él, en una gigantesca sala dominada por un titánico artefacto que suministraba la energía cinética necesaria para los viajes por el espacio común, decenas de servidores mecánicos se esforzaban por completar sus tareas de modo repetitivo y anodino.

Sin embargo, algo iba mal. Lazerus paseó de un lado a otro , observando los patrones de conducta de los servidores sin mente...

Hoy, su rutina se había visto algo trastocada, pues en vez de entrenar con su compañera de celda, Scythia debía presentarse y batirse con el grupo que había llegado a la nave hacía algunos días.

Tomó sus armas y se dirigió hacia donde le habían dicho que estaba.

Cuando llegó, saludó con una venia formal.

- Buenos días. Soy la Hermana Scythia. Su voz era calma, algo más madura que la de Rachael, pero aun así, la de una mujer joven. Hoy seré yo quien entrene con vosotros. Sonrió levemente, antes de volver a hablar. ¿Cuáles son vuestros nombres?

Esperó a ver quién se hallaba en el grupo y cómo se llamaban.

La verdad, conocer gente nueva le resultaba agradable, pero en aquel grupo, había demasiados hombres. No estaba acostumbrada a lidiar con ellos, y eso la ponía nerviosa. Además, según le habían comentado, sus naturalezas eran variopintas y tendían a la discusión fácil.

Ella por su parte solo tenía que cumplir para con ellos en sus entrenamientos. Luego podría seguir su vida normal, con sus rezos, y sus tareas cotidianas.

- Buenos días - responde Itsua lacónicamente -. Hoy no podrá ser. La arbitradora y yo nos habíamos comprometido a pelar el uno contra el otro. Pero puedes analizar nuestros movimientos y determinar nuestros vicios y defectos en la estrategia y comentárnos tus impresiones al finalizar.

Los minutos siguientes sirvieronn de marco temporal para la pelea que había de enfrentar a ambos contendientes. El psíquico observó a la mujer, armada con un mazo, una ominosa visión frente a su primitivo bastón. Solo la iniciativa y la rapidez podían ofrecerle una oportunidad y sin pensárselo dos veces, Itsua cargó contra la arbitradora. Sin embargo, la pretendida sorpresa no fue tal y fracasó en su intento, que fue correspondido por un rápido y fulminante contrataque. Afortunadamente para el psíquico autorizado, la maza pasó cerca sin tocarlo, aunque pudo percibir perfectamente la corriente de aire desplazada contra su rostro.

Tan solo habían dos posibilidades. Arriesgarse y sacrificar su defensa de cara a obtener un ataque mejorado o guardar fuerzas, ante la indudable respuesta de Arlesha. Pero para Itsua, en aquella demostración, el riesgo tenía su razón de ser. Su objetivo era aprender de alguien físicamente superior y mejor preparado para el combate cuerpo a cuerpo. Su ataque resultó perfecto y el bastón trazó un arco que golepó el cuerpo de la arbitradora. Pese a la armadura de esta, comprobó cómo la respiración de la mujer se volvía irregular, acusando el impacto.

Tal vez por ello, Arlesha se volvió más cauta, más prudente y se decidió a no descuidar su defensa, sus opciones a parada. Su nuevo ataque fue más comedido e igualmente impreciso para fortuna del psíquico. Este, por su parte, decidió emularla, fraccionando sus fuerzas. Con idéntica suerte pues su bastón solo encontró aire en vez de a la arbitradora.

Un nuevo asalto e Itsua sentía que las fuerzas estaban equilibradas, si bien era consciente de sus propias limitaciones y muy especialmente, de su fragilidad. Pese a todo, la suerte le sonrió y Arlesha perdió su oportunidad, oportunidad aprovechada por el psíquico que con un nuevo bastonazo, abatido sobre el cuerpo de la mujer, la dejó definitivamente fuera de combate.

Itsua se acercó a Arlesha, preocupado por el resultado. Pese al carácter amistoso de la lid, y la satisfacción de toda victoria, era plenamente consciente de que podía haber sido él quien se hallara ahora tumbado de espaldas sobre el suelo.

- ¿Estás bien, Arlesha? - dijo. Ante el silencio de la arbitradora, dubitativo de su estado real, decidió provocarla jugando humorísticamente con su apellido y viejas resonancias idiomáticas -. ¿Arrocito, estás bien? - Cuando el silencio se prolongó, es cuando Itsua verificó la inconsciencia de la arbitradora -. Que alguien me ayude. Hay que llevarla a la enfermería - dijo con tono preocupado.

Despues de terminar la varita de lho junto con Tercio, me dirigí a mi habitacion, donde hice mis rezos y dormi placidamente gracias al efecto quimico. Al otro dia, me levante, recé nuevamente al Dios-Emperador y me dirigí luego a ver el espectaculo que estaban a punto de brindarnos Arlan y Arlesha.

En la sala, escucho a la Hermana Scythia y ante la respuesta negativa de Arlan, aprovecho el combate para acercarme a esta y presentarme:

 - "Buenos dias, Hermana Scythia. Mi nombre es Tauron Faith y soy un novicio de la Eclesiarquia. Espero que podamos compartir nuestra presencia y regocijarnos con nuestra Fé por el gran Padre Soberano."

Luego veo el rapido final del combate y acudo ante la llamada de Arlan. Rapidamente me acerco a Arlesha y la tomo de los hombros:

 - "Yo te ayudo, tomala de los pies para mantener una posicion estirada."

Espero que Arlan me ayude para llevarla a enfermeria.

Itsua agradece con un cabeceo la intervención del novicio.

- Está bien, yo la tomo de los pies, Tauron. A la de tres. Una, dos, tres. ¡Arriiiibaaa! Vete indicándome el camino. De espaldas, no veo gran cosa. Vosotros, recoged nuestras armas y guardadlas hasta que regresemos a por ellas.

Scythia sonrió al novicio, parecía que no todos allí iban a ser hombres sin provecho, sino que uno comprendía la verdadera razón del universo

- Encantada Hermano Faith. Será para mi un honor poder compartir con usted horas de rezos y conversaciones sobre el Emperador-Dios.

Le sonrió suavemente mientras el entrenamiento comenzaba.

La hemana contempló el combate con un gesto de aprobación. Era dinámico y fueron aprendiendo, adaptándose el uno al otro durante la lucha. Pero el resultado final pareció no ser tan bueno, y terminaron llevándose a la chica a la enfermería. "¿Arrocito? Menudas confianzas...habrá que tenerlos controlados...Aunque..." Pensó que aquello sería una abominación, cuanto menos.

- No os preocupéis, yo recojo todo esto y luego me reuniré en la enfermería con vosotros.

Comenzó a ponerlo todo en orden y a recoger las armas que habían podido dejar por la zona, para dejarlas todas apiladas en alguna mesa o porta-armas. Cuando estuvo todo decente, se encaminó hacia la enfermería

- La Arbitradora Rais es trasladada sin percante a la Enfermería.

- Transcurre la mañana de entrenamientos con normalidad.

- Oraciones para quien quiera asistir.

- La comida transcurre en silencio.

- Primeras horas de la tarde. Lleváis 9 día en la disformidad.

ZONA DE CELDAS DE LOS ACOLITOS:

- "¡Acólitos! ¡Seguidme pronto al comedor! ¡Se ha recibido un mensaje astropático urgente y se le va a dar lectura para vosotros! ¡Venga, deprisa!" -

Tercio finalmente no asistió a los combates entre acólitos que él mismo había propuesto. El día en cuestión se despertó mareado y con náuseas, debido con seguridad a las variaciones de los Campos Geller, tal y como le habían explicado. Incluso intentó pasarse a mirar cómo luchaban los otros, pero apenas podía prestar atención y finalmente se volvió a su celda a descansar. Quizá otro día se encontrara algo mejor y pudiera enfrentarse a alguien. Estaría por ver.

Por lo menos, cuando llegó la Novicia Rachel ya se encontraba algo mejor. Salió del camarote y la siguió.

La joven novicia llegó profiriendo gritos a diestro y siniestro, una muestra más de la impetuosidad y falta de disciplina de que hacía gala la muchacha.

Lazerus surgió de su celda cual aparecido, sólo su tez pálida asomaba entre su oscura capa encapuchada.

[No es necesario gritar, Novicia. No hay más ruido en este pasillo que el que tú produces] sentenció con su escalofriante voz artificial.

Sus camaradas ya salían de sus respectivas celdas, cada uno a su manera habitual, indolente unos, ansiosos por complacer otros. Lazerus se unió al grupo y siguió a la estruendosa novicia en pos del mensaje recibido.

Despierto de mis meditaciones con el urgente aviso de la Novicia Rachael. Me levanto rapidamente, me pongo mi ropa mas externa para completar mi vestimenta y salgo rapidamente de mi habitacion. La miro y le respondo amablemente:

 - "Muchas gracias por el aviso, Novicia Rachael. Estoy seguro de la importancia de este mensaje y de la urgencia del caso. Le seguiré."

Espero a que ella encamine la marcha.

Itsua permanecía tumbado en su camastro cuando las voces de la novicia le obligaron a incorporarse un tanto. Al escuchar su mensaje, lanzó un pequeño gruñido ante la necesidad de abandonar su momento de reposo. Colocándose rápidamente la túnica y sin esperar a verificar quiénes de los restantes reclutas hacían caso con presteza a la urgencia del aviso ni a que la sororita se pusiera en marcha, tomó el pasillo y enfiló directamente hacia el comedor.

Un mensaje astropático urgente. Y antes de llegar a nuestro destino. Dudo que se trate de buenas noticias. Más bien al contrario. Intuyo que la hora en que se vaya a poner a prueba la integridad del grupo, está próxima.