Partida Rol por web

La unidad Cerberus se levantó al comprender que no sería enviado a la siguiente misión. Le dedicó una reverencia al Inquisidor, tal y como le indicaba su módulo de cortesía, y abandonó la sala para volver a los rituales de purificación de los vehículos que necesitaban ser reparados.

Titus, Cerberus y Valerius se retiran del Salón y al poco quedan presentes además del Inquisidor y de Asclates tan sólo los seis miembros del Séquito que van a participar en la siguiente misión.

- "Como ya sabréis, durante el último año he sufrido la pérdida de la mayor parte de mi Séquito en el transcurso de la investigación de algunas sectas diabólicas enraizadas en la nobleza de Malfi. El análisis concienzudo de los datos recopilados, sucesos, informes de misión y consecuencias me mantendrá ocupado un tiempo, especialmente porque debo responder ante dos Grandes Inquisidores diferentes, Caidin y Zerbe.

Uno de mis pocos Acólitos de confianza supervivientes es el Vidente Aristarchus. Se encuentra en Iocanthos, donde el Adeptus Ministorum está terminando la construcción de la primera catedral en ese mundo. Al parecer han ocurrido sucesos extraños y la Eclesiarquía ha solicitado formalmente ayuda al Sagrado Ordo Hereticus.

He conseguido seis pasajes, para vosotros seis, a bordo de la próxima astronave que zarpa hacia Iocanthos. Debéis estar a bordo mañana por la mañana.

En cuanto termine esta reunión, debéis prepararos para partir hacia el espaciopuerto. Creo que Asclates os ha preparado una placa de datos con información sobre la misión." -

-Así se hará, mi señor-dijo el vostroyano en un tono respetuoso, a la espera de que la reunión se disolviera y pudieran examinar la placa de datos y preparar todo lo relativo al viaje.

"¿Qué entenderán exactamente por "sucesos extraños"? Puede que no sea nada salvo una serie de casualidades. O lo mismo es obra de adoradores de los Poderes Ruinosos. Sea lo que sea, el Emperador proveerá."

Escuchó como siempre hacía. Y pensó, cosa que también hacía siempre. Escasos datos antes de ser arrojados a una nueva misión. 

-Inquisidor Varaak, dos preguntas si me está permitido. ¿Quién liderará la célula y a qué sucesos extraños hacía referencia?

El Inquisidor sonríe por primera vez.

- "Son preguntas pertinentes, Arlan.

El encargado de liderar la misión será el Vidente Aristarchus por ser el más veterano con diferencia. Vuestra función será ante todo ayudarle y protegerle.

Hasta que os reunáis con él en Iocanthos puede que necesitéis un líder. Por lo que he leído en diversos informes, este grupo tiene severos problemas respecto al liderazgo, por lo que cuesta tomar una decisión que después resulte acertada.

Está bien, para esta misión y por debajo de Aristarchus el siguiente en la escala de mando será el Cuestor von Braun. Es ordenado, diligente y altamente eficiente y responsable. Su experiencia como oficial del Administratum quizá le sea útil en este cometido.

Respecto a los sucesos extraños, el informe es vago, pero sugiere la proliferación de hechos sospechosos, muy probablemente causados por psíquicos o relacionados con la disformidad.

Confío plenamente en Aristarchus para esta misión, pues es un vidente con mucha experiencia y demostrada capacidad y fiabilidad, pero después de haber perdido a la mayoría de mis otros Acólitos de confianza prefiero ponerle una adecuada protección, aunque finalmente no resulte del todo necesaria." -

Horas y horas de meditación.
Eso había sido su viaje y, afortunadamente, había hecho mella suficiente en el ánimo de la inquieta sororita como para evitar algún tipo de comentario jocoso tras el aterrizaje. Allí, esperándoles se encontraba un mercenario que les llevó hasta un punto de recogida donde subieron a un nuevo vehículo.
Guardó silencio y respetó el decoro de Tauron que parecía interesado en proyectar sombra sobre su rostro tirando del ala del sombrero.
Ellos se conocían, o al menos él tenía más idea que Scythia de quienes iban a encontrar.
Silencio, Scythia, se apremió cuando en algún momento su lengua se agitó deseosa de ser usada para entablar conversación.

El destino era una finca, una como podía haber mil y, quizá por eso no le resultó especialmente relevante como para hacer de punto de reunión para el deber que se le iba a encomendar.
Estás fantaseando, chica, se riñó, pero esta vez no era su voz la que le regañaba sino que era el recuerdo de la voz de la Celadora quien estaba censurándola.

Siguió los pasos de Tauron manteniéndose a tres pasos exactos de distancia hasta que éste decidió, en un acto teatral que sin duda buscaba levantar algún tipo de emoción en la audiencia reunida, quitarse el sombrero y alzar ambas manos saludando como si él fuera el anfitrión y no un invitado.
Scythia apretó los labios hasta que conformaron una fina línea de desaprobación y se inclinó respetuosa a modo de saludo.

Se reunieron en torno a una mesa presidida en ambas cabeceras por evidentes figuras de peso, si bien Scythia no les conocía. Quizá estuviera intimidada por la compañía, por la situación, por lo formal de la reunión... el caso era que la sororita no había formulado una sola palabra de sus labios y, si bien no rehuía el contacto visual cuando se daba tal encuentro, no miraba a los ojos a ninguno de los presentes, limitándose a escuchar, bebiendo de las palabras del Erudito Materium como si le fuera la vida en ello, casi obsesionada con guardar toda la información que salía de los labios de éste. Se repitió mentalmente cada nombre, lanzando una breve y concisa mirada a cada uno para relacionar el rostro con el nombre al que respondían.
No pudo por menos que ocultar su nerviosismo cuando fue presentada, dando un leve cabeceo acompañado de una tímida sonrisa no solo por educación, sino por agradecimiento a la consideración que había tenido al nombrarla.
Mientras sea provechosa para el Emperador... replicó mentalmente mientras el cabello oscuro, cortado de forma desigual a modo de V invertida se deslizada hacia delante acariciándole las mejillas acompañando el movimiento de la cabeza.

No siguió con la mirada a aquellos que se incorporaron abandonando la mesa antes de las palabras del inquisidor, dominó su lengua antes de que ésta preguntara y, afortunadamente la voz del inquisidor se alzó antes de que pudiera articular palabra.

Las ventanitas de la nariz se dilataron al inspirar hondo cuando se dieron las instrucciones y sus manos temblaron ligeramente por la emoción. Quería dar todo lo que estuviera en su mano para servir al Emperador.
Debía hacerlo.
Afortunadamente, no tenía mucho que preparar puesto que las escasas pertenencias que llevaba consigo no habían sido esparcidas por ningún lugar lo que implicaba que tendría tiempo de sobra para relajarse, observar el lugar...cualquier cosa menos meditar más hasta que llegara el momento de subir a la astronave que les llevaría a Iocanthos.

Asintió conforme y sumisa dejando que, aquellos que sin duda estaban más curtidos que ella se pronunciaran.

Me mantengo sentado en la mesa y miro a los presentes mientras escucho las palabras del resto. El Inquisidor Globus Vaarak nos señala los detalles de la misión que debemos realizar y que será la primera en la que participaré dentro de esta célula, imagino que aun a prueba.

Al parecer el Ministorum ha llamado la ayuda del Ordo Hereticus para investigar las extrañas situaciones que tienen detenidas las construcciones de la primera catedral del planeta Iocanthos. Es de suma importancia ir y averiguar lo que ocurre, detener las actividades del mal en ese mundo y permitir que se termine la construcción del faro de luz en aquel mundo.

Respondo escuetamente a las palabras del Inquisidor, pues aun no me siento con el derecho de intervenir demasiado:

 - "Así será, mi Señor."

Me quedo a la espera de ver si alguien pregunta algo más o si estamos listos para partir en nuestra misión. Creo que es importante ponernos rápidamente en marcha e investigar de manera efectiva los sucesos. Creo que será importante usar de manera efectiva nuestros dones sociales y de indagación. No conozco al hombre que será líder, pero parece un hombre muy ordenado, lo que siempre es bueno cuando se está a cargo.

- "Lo dejo en vuestras capaces manos. El Emperador protege." -

El Inquisidor se alza de su estructura y camina pesadamente hacia el exterior de la sala con pasos rechinantes acompañados de ruido de pistones hidráulicos.

Se dirige a sus estancias privadas.

"Oh, noooo..." -pensé al instante.

No podía creerme que fueran a poner al mando a Von Braun, al tipo más obsesivo que había conocido nunca, y eso que los pordioseros de las colmenas se llevaban la palma en ese aspecto, es lo que tiene negar tu asquerosa existencia viviendo constantemente en las glorias del pasado... Además era un hombre con un claro desequilibrio mental, tomaba pastillas de forma compulsiva y era capaz de matar si le ensuciaban las botas. Todo esto sin tener en cuenta que acababa de ser nombrado Acólito. No me caía mal ni nada de eso, cada uno es como es, pero no encajaba en mi visión de lo que un líder debe ser.

"¿Qué más te da? Lo importante es que no te hayan escogido a ti" - mi conciencia siempre me recordaba el lado bueno de las cosas.

Decidí que no anticiparía los acontecimientos, al fin y al cabo de nada serviría.

- Bueno, ¿Dónde está esa placa de datos? - pregunté frontándome las manos, cuando el Inquisidor abandonó la sala.

Asclates pone la placa en la mano de Tercio y se pone en pie mientras consulta su horologio de bolsillo.

- "Diría que vamos un poco justos de tiempo.

Recoged de vuestras habitaciones el equipo que os vayáis a llevar. Recomiendo no ir sobrecargados de equipaje.

Imagino que nadie más sabe pilotar un aerodeslizador, por lo que tendremos que ir los siete apretados en uno solo. Va a ser un viaje algo incómodo.

Os espero ante la puerta principal dentro de veinte minutos." -

Asclates sale de la Sala de Reuniones y se dirige al garaje para preparar y sacar uno de los dos aerodeslizadores asignados a la casa.

Enarcó una ceja ante el nombramiento pero ahogó la cínica carcajada que pugnó por salir de su pecho. Sí, habían habido problemas de liderazgo y, posiblemente, volverían a haberlos gracias a las especialmente sabias elecciones de líderes de célula efectuadas hasta el presente. Ahora el Munitorum sería su cabeza pensante. No osaría negar su potencialidad, pero sí su eficacia e incluso se atrevería a poner en tela de juicio su pasta. Un obseso pendiente de medicación y atormentado por oscuras pesadillas incluso en la vigilia era tan peligroso como portar un brujo alegando qué absurda razón.

Miró a Vladymir, quien debiera haber sido el elegido a su juicio. Sí, Mamá Ostrogov era el realmente apto para tal función.

-El Emperador protege -respondió mecánicamente ante la marcha del Inquisidor. Tras ello, las últimas observaciones de Asclates hicieron que la reunión se disolviera. Acudió a su habitación sin decir palabra y tomó lo imprescindible para el viaje.

Sin duda, la elección del Munitorum era otro insulto a la capacidad del guardia. Arlesha, al menos, había formado parte de la célula desde el principio, pero ya eran dos los recién llegados que saltaban por encima de la veteranía para liderar aquel variopinto grupo. 

Y Xerxes... 

"Al menos no es un maldito arbitrador... Está loco, nos mandaría a todos a la muerte con tal de no mancharse sus pulcras uñas, y parece enganchado a ésas pastillas... Pero es un guardia imperial. Tendré que darle un voto de confianza."

Vladymir fue totalmente consciente de la mirada del psíquico. Seguramente estaría pensando lo mismo que él. Pero su papel, y el de todos, era obedecer y callar. Y ambas cosas eran igual de importantes. 

"En fin, me conformaré con que no dude de sus decisiones y nos dirija con firmeza..."

- “Sucesos extraños.”

¿Era esa toda la información de la que disponían? Y la placa de datos no contaba porque aun no les había sido entregada, así que la cuestión permanecía... ¿No podían ser más imprecisos, menos concretos? Para algunos un “suceso extraños” era ducharse a diario.

- “Y ahora hechos sospechosos. Muy probablemente causados por psíquicos o relacionados con la disformidad.”

Un poco más de información, muy poca eso sí, pero un punto de partida para comenzar su investigación. O una pista completamente inútil que los llevaría por el camino que no debía, solo el tiempo lo diría. Hasta entonces mejor mantenerse escéptico cuando era tan común echar la culpa a los psíquicos de la ignorancia propia de los muchos incompetentes que proliferaban en el Imperio.

- El Emperador protege- repitió a la salida del Inquisidor. Luego se giró hacia el Embaucador.- Señor Veridio, la placa.- ¿Se la habían entregado a él solo porque lo había pedido? ¿No debía haberle sido entregada al Cuestor sin necesidad de que este la pidiera?- Acuda a prepararse para nuestra partida.- El psíquico se había adelantado al resto era una buena señal. Tener que recordárselo al resto, no.- El resto, hagan lo mismo.

Serio, cuadrado junto a la puerta, esperó a que todos salieran antes de encaminarse el mismo a su habitación para prepararlo todo.

- Toda tuya - dije dejando la placa sobre la mesa.

Me levanté de la silla y, "siguiendo órdenes", volví a mi habitación para ordenar mis cosas antes de la misión.

El vostroyano no dijo nada, simplemente salió de aquella sala en dirección a sus habitaciones, pues tenía mucho que preparar aún. 

"El Emperador protege... No te olvides de éso, Vladymir. Si sobreviviste hace pocas semanas a 4 armas automáticas, sobrevivirás al liderazgo de Xerxes..."

Se incorporó sin hacer ruido y marchó a su habitación.

"Habitación", qué raro le resultaba pensar así de cuatro paredes lejos del entorno que consideraba familiar. Mentalmente hizo inventario de sus pertenencias. Todo le parecía útil para llevar encima, pero obviamente no sería posible. Debía ser cuidadosa y escoger bien qué llevaría.

- Mientras Arlesha Rais, Cerberus, Varnias, el Novicio Valerius y Titus Nihilius vuelven a sus ocupaciones habituales; Arlan, la Hermana Scythia, el Sacerdote Faith, Tercio, Vladymir y Xerxes suben rápidamente a sus habitaciones para recoger el equipo que se llevarán. O pasan por la cocina para recoger provisiones.

- El Adepto Asclates entretanto ha sacado uno de los deslizadores del garaje y espera ante la puerta principal.

Itsua había finalizado con los pormenores exigidos de cara al viaje y la misión. Sin demorarse en aspectos que le hicieran perder tiempo se dirigió con la rapidez que le permitía su pierna tullida a la puerta principal donde ya aguardaba el Adepto Asclates. En silencio y sin mediar palabra con quien debía trasladarlos, subió al deslizador y ocupó su asiento.

Vladymir no tardó mucho más en aparecer por allí, ya que no le llevó mucho tiempo equiparse para la misión. Aún no había llegado nadie aparte de Itsua, ni siquiera su nuevo líder... Pero bueno, aquello tampoco era excesivamente grave.

Saludó con un asentimiento de cabeza a los dos psíquicos al subir al aerodeslizador, y buscó un lugar donde colocarse sin resultar especialmente molesto.