Partida Rol por web

El Hermano Lamark ha muerto desangrado y nada podemos hacer para evitarlo. La pena es grande pues el hombre demostró un valor y una devoción al Dios-Emperador digna de los servidores más fieles. Su muerte no fue en vano, pero aún así es de lamentarse.

Escucho las palabras de Vladymir y le detengo con mi mano ensangrentada:

 - "Creo... creo que debo quedarme. En este momento soy el único miembro del Adeptus Ministorum en todo Iocanthos. La catedral fue destruida en parte pero sus cimientos aún están en pie y su misión aún no ha terminado. Siento que debo quedarme y guiar a estas personas hacia la luz hasta que pueda llegar algún otro miembro de la Eclesiarquia a hacerse cargo. Si esto se abandona ahora, todos pensarán que el Imperium los ha abandonado y girarán su vista a cualquier esperanza alternativa, aunque sea herética o radical. El cometido del Ordo Hereticus es luchar contra la herejía y creo que prevenirla es parte de la misma tarea. Pido tu permiso para quedarme aquí y guiar al rebaño a la luz del Dios-Emperador hasta que pueda volver a reunirme con ustedes."

Creo en ello y lo creo con fuerza. Si me voy, todo Desesperanza irá a rezarle a los ídolos de Seth la Voz o de cualquier otro que le ofrezca protección, incluso fuerzas oscuras del Caos. El pueblo de Desesperanza ya ha demostrado que puede ser sometido por cualquiera como lo hizo el poseído Abad Skae. Si no se les guía a la luz de la mirada de nuestro Señor, todo se perderá para siempre.

VLADYMIR:

- Después de un serio riesgo moral de primera magnitud como aquel al que os habéis visto expuestos, el procedimiento inquisitorial normal es que paséis un tiempo encerrados en una instalación de máxima seguridad de la Inquisición, como el Bastión Serpentis, donde seáis interrogados una y otra vez, y evaluados en profundidad en busca de cualquier rastro de corrupción.

- El proceso es largo, y muy duro e incómodo para los que lo sufren, pero es algo necesario.

- Además, será necesaria la redacción y presentación de un exhaustivo informe inquisitorial de misión.

- En circunstancias normales, la petición de Tauron no debería de ser concedida. Incluso habría que evaluar seriamente si es necesario bombardear orbitalmente el asentamiento de Desesperanza para que no quede ni rastro de la Catedral ni de sus habitantes, ya que se han visto expuestos o han podido ser testigos de un horror que los ciudadanos corrientes del Imperio nunca deberían de presenciar.

El simple conocimiento de las cosas que acechan en la Disformidad, si fuera de conocimiento general, podría traer agitación, tumultos, histeria colectiva, pánico, rebeldía, caos, desorden... El tipo de fracturas sociales que el Enemigo puede aprovechar para hacer presa en los humanos y romper de nuevo la barrera entre la realidad y la irrealidad. La ignorancia es una virtud que los sabios no deben menospreciar. El conocimiento es enormemente peligroso, pues hay verdades que el simple hecho de conocerlas expone a todos al desastre.

- Por otro lado, Vladymir, como líder de la célula tras el fallecimiento de Aristarchus, eres quizá la autoridad inquisitorial de mayor rango presente en el planeta. Tuya es la decisión y también la responsabilidad sobre las consecuencias.

- Las palabras de Tauron son ciertas y razonables. Personalmente puedes pensar que podría ser aceptable retrasar su periodo de examinación y purificación tras el riesgo moral al que se ha visto expuesto es aceptable. También es verdad que si Tauron hubiese resultado corrompido por el contacto con el Padre Cuervo, sus palabras quizá serían las mismas, intentando ganar tiempo y posponer en lo posible el ser examinado en el Bastión Serpentis, donde descubrirían la verdad.

- Al margen de esto, para que tu autoridad sea real y efectiva, seguramente tendrías que obtener los documentos o pruebas de pertenencia a la Inquisición que tuviese Aristarchus.

- Tras depositar respetuosamente los cuerpos de la Hermana Scythia y del Hermano Lamark sobre mesas en el Priorato, Vladymir y Tauron conversan un rato en privado.

- Tiempo después, ambos se dirigen a la Clot Llorona.

La Clota está destrozada y parece que vuestras habitaciones han sido registradas y saqueadas. No sabéis si también la de Aristarchus.

Forst ha tendido a Tercio sobre la barra y está desinfectando sus heridas con el alcohol más fuerte que tiene, mientras prepara vendas limpias con ayuda de Renata.

Kurt vigila escopeta en mano y bebe de una botella medio rota de amasec algo rancio, pero agradablemente fuerte.

Tras meditar unos momentos, el vostroyano negó suavemente con la cabeza.

-No. Sabes lo que determinan los procedimientos inquisitoriales. Debes volver y ser examinado, como todos. Conseguiremos que envíen otra delegación, o, si no son lo suficientemente rápidos, intentaremos mandarte a ti cuando pases las pruebas. Pero no antes. No pienso exponerme a ningún riesgo de manera estúpida. 

Escucho con pesar las palabras de Vladymir y asiento a ellas. Es normal que él no confíe lo suficiente en mí como para brindarme el apoyo que necesito para quedarme aquí y posponer mi examen hasta mantener estabilizar la situación de Fe de los habitantes de Iocanthos.

Aún así asiento nuevamente a sus palabras pues él es el líder y yo estoy a sus órdenes:

 - "Será como ordenas. Si nadie del Adeptus Ministorum ha venido antes de que mi examinación termine, volveré para salvar a este planeta de las sombras, si me lo permites. Ahora deberíamos irnos cuanto antes."

Me meto en la habitación del Vidente Aristarchus y reviso bien a que estén todas sus cosas, así como también reviso a ver si encuentro las cosas que podrían ayudarnos a salir de ahí y a mantener estable la situación todo lo que podamos, así como cualquier evidencia que debamos presentarle a nuestro Inquisidor.

TAURON FAITH:

- Pese a que estás muy fatigado, te tomas el esfuerzo de registrar la habitación del fallecido Vidente.

- Está revuelta, aunque menos que las vuestras y encuentras el equipaje del Vidente Aristarchus.

- Hay una placa de datos en la que el Vidente registraba su diario, está encendida, pero dañada y no se puede leer. Tal vez alguien con Competencia Tecnológica podría recuperar el archivo en otra placa de datos.

Guardo todas mis cosas, todo mi equipo y esa placa de datos como evidencia. Busco si es que hay algo más de utilidad, como armas, munición o armaduras que puedan servir para nuestra célula. Una vez que estoy convencido, me dirijo al resto del grupo y le muestro la placa de datos a Vladymir:

 - "He encontrado esto en el despacho de Aristarchus. Acá registraba su diario y de seguro hay pasajes que nos servirán de evidencia ante nuestros superiores. Debemos guardarlo junto con la carta de tarot."

Espero a ver si es el momento de partir pues no hay nada en ese planeta ahora que nos retenga pues solo deseo poder ser examinado y asegurarme que Iocanthos no se pierda en la herejía por falta de pastores del rebaño del Dios-Emperador.

TAURON:

- Encuentras una pistola láser compacta, una batería adicional para la pistola, un bastón, un cuchillo, una autopluma, una lámpara incandescente, un vocotransmisor personal, una cartera con sellos de pureza que contiene un santoral imperial, y un pictograbador (contiene imágenes de Iocanthos, pero no ves nada que parezca especialmente revelador).

-Bien, también guardaremos todo éso, y podremos echarle un ojo en profundidad durante el viaje de vuelta. Cuando todos estemos en condiciones, saldremos de este lugar-sentenció el guardia imperial-voy a asegurarme de que el camión esté repostado y listo para entonces. 

- A la mañana siguiente llega un Rhino negro con la flor de lys en blanco en sus laterales. Trae a cinco novicias del Adepta Sororitas lideradas por una vieja instructora con las dos piernas biónicas.

- Su actitud inicial es hostil, pero Vladymir se identifica adecuadamente como Acólito del Sagrado Ordo Hereticus, por lo que pasan de una conducta agresiva a una algo más respetuosa.

- La veterana instructora os indica que un camión del Administratum con una docena de soldados viene de camino desde Puerto Amargura.

- Averiguais que en el momento de morir el Abad y el Vidente, se produjo una oleada de energía psíquica que dejó inconscientes a todos los psíquicos autorizados y astrópatas del sistema. Una vez localizada la fuente de la disrupción, la Canonesa Goneril, de la Abadía de la Aurora, las envió a averiguar lo sucedido. El Administratum ha enviado también a sus representantes, pero llegarán con cierto retraso, pues su vehículo es más lento y pesado.

- A lo largo de la mañana, van llegando guerreros enviados por Kos'ke para ayudar al asentamiento de Desesperanza. Todos los guerreros Ashleen os tratan con reverente deferencia, sin duda os consideran héroes.

Hago lo que nuestro líder me ordena de forma inmediata, preparado para salir del lugar, cuando veo llegar a las Hermanas de Batalla. Camino con dificultad hacia ellas y me presento de forma apropiada luego de que Vladymir ya nos ha identificado como miembros del Ordo Hereticus:

 - "Mi nombre es Tauron Faith, sacerdote del Adeptus Ministorum y miembro del Ordo Hereticus. Es un placer conocerlas, Hermanas. Es un alivio para mí saber que miembros de la Eclesiarquía están a disposición del pueblo de Desesperanza para ayudarlos a guiar su vista hacia la luz del único Dios-Emperador después de haber limpiado este lugar de un antiguo mal que lo aquejaba."

Me mantengo al lado del Guardia Imperial, escrutando la expresión de la Sororita frente a mí y viendo si realmente puedo relajarme como dije o si es otro el sentimiento que debería imperar en mí en este momento.

"Sí, un alivio, aunque habría estado bien que llegaran un poquito antes" pensó el vostroyano, aunque no lo dijo. No tenía ganas de verse envuelto en un enfrentamiento con las hermanas de batalla... A las que, además, no les iba a costar mucho apretar el gatillo, a juzgar por la actitud con la que habían entrado en aquel lugar. 

Las presentaciones ya habían sido hechas, y también se había explicado lo que había llevado a las mujeres allí. Quizás su presencia no fuera inútil del todo, podrían ayudar a calmar la ansiedad de Tauron por la ausencia de figuras religiosas... Además de ocuparse de uno de sus contratiempos.

-Creemos que hemos acabado con el mal que habitaba este lugar. Sin embargo, uno de los nuestros ha caído, además de muchos hombres santos de Desesperanza. Nuestra compañera era una sororita, aunque no sé si pertenecía a su orden. Quizás ustedes podrían hacerse cargo de los cadáveres...

Renata despertó, sin saber cómo ni por qué, antes del alba. Su mirada mostraba una perplejidad marcada por la sombra de un terror que le costaría olvidar. Algo en su rostro y en el reflejo azulado de su mirada había cambiado. Renata había crecido, madurado fruto de aquella experiencia. No obstante, la sensación de incompetencia, de inutilidad, de no haber sido realmente importante en el grupo ni en el desempeño de aquello para lo que la habían contratado pesaba sobre ella. Quizá por ello o quizá por el reflejo de una vida de rapiña, se levantó de allí donde fuera que estaba y sacudiendo inútilmente su ropa para eliminar unas arrugas imposibles de quitar, miró en derredor suyo, siendo por primera vez consciente de la destrucción y del paso de otros por allí.

-¡Mierda! -acertó a exclamar ante el caos circundante y ante la evidencia de que aquel estado de cosas obedecía a presencias indeseables. Rauda avanzó hasta alcanzar su habitación, para registrarla y comprobar el estado de las cosas, pero sus pasos se cruzaron con los de un Tauron que ya se la había adelantado. Sintió sus mejillas arder, rosas rojas en un campo nevado, avergonzada de que ni siquiera hubiera sido capaz de hacer algo tan simple como revisar ele stado de cosas en la posada habiendo llegado como habían llegado antes que los demás. Aun así, y pese a ser consciente de que no lograría nada, repasó habitación por habitación, incluida la del vidente, más como un ejercició de voluntad que como algo realmente útil. Una labor en la que invirtió horas, horas destinadas a la reflexión acerca de loq eu le depararía el futuro una vez concluida aquella misión y abandonado el planeta.

El sueño fue frágil. Despertó varias veces, siempre abrazada a Kurt cuya presencia física le proporcionaba el ancla que impedía que se abandonara a las terribles pesadillas que asomaban en el onírico subconsciente. Despertó sintiéndose agotada como nunca, con un dolor sordo en el alma fruto de la pérdida de su compañera y débil como un niño. Pero no tuvo tiempo para la conmiseración. La llegada de las sororitas impuso un nuevo ritmo. Renata, en pie junto a los siempre activos Tauron y Vladymir, guardaba silencio mientras estos llevaban el peso de la conversación.

RENATA:

- Repones las pertenencias del grupo y le devuelves a cada uno lo suyo. Al parecer no se habían llevado nada, sólo lo habían revuelto y maltratado todo.

Las Sororitas acceden a hacerse cargo de todo.

Confirman que Scythia no pertenecía a su orden, sino que era una Defensora de la Fe de Tarsus, pero que falleció luchando, por lo que será enterrada en las criptas bajo la Abadía de la Aurora, como una verdadera Hermana de Batalla.

La instructora veterana da órdenes a dos de las novicias, la conductora y una copiloto para que os lleven a los cinco a Puerto Amargura.

También contacta con la Abadía de la Aurora y la Canonesa Goneril, quien ordena a su astrópata enviar un mensaje cifrado y codificado al Palacio del Tricorne, en Escintila, la principal fortaleza de la Inquisición en todo el Sector.

Agradezco la buena disposición de las miembros del Adeptus Sororitas y el hecho de que aceptasen hacerse cargo del cadáver de la Hermana Scythia así como guiar la Fe de los habitantes de Desesperanza ahora que el mal se ha ido. Sus palabras me tranquilizan también pues si nuestra acción fue capaz de cegar a los psíquicos, algo me dice que la expulsión del demonio es algo permanente.

Recojo todas mis cosas y me subo al transporte, listo para llegar lo antes posible a Puerto Amargura, lugar desde el que seguirá nuestro viaje de vuelta a casa.

Kurt contempla la llegada del Rhino negro de las Sororitas con algo que podría ser descrito como una extraña mescolanza de nostalgia y asco. Roza con uno de sus dedos el tatuaje escarificado de su frente, murmura algo en voz baja y sigue haciendo guardia con su arma al brazo.

Más tarde, cuando la situación se aclara, desmonta y limpia tanto sus armas como las de Renata, llena su petate con sus escasas posesiones y baja todo el equipo (el suyo y el de su Ama) hasta el Rhino.

Y mientras se ocupa de todo con sorprendente meticulosidad hay sobre su rostro pétreo una desacostumbrada sonrisa que lo acompaña hasta mucho después de que el Rhino arranque.

TRANSCURREN VARIOS DIAS: