Partida Rol por web

TERCIO:

- Estás concentrado en vuestro objetivo, que es la Catedral. Hay algo raro entorno a la colina.

Los seis os acercáis a la siniestra catedral.

El aire es denso, y la oscuridad tan espesa que parece adherirse al vacilante haz de luz de vuestras lámparas.

Cuando llegáis a las puertas semiabiertas de la gran iglesia de Skae, la pálida luz que sale del interior os hiela la sangre, y alcanzáis a oír el cruel susurro de las voces que canturrean dentro de la catedral.

Una visión terrible os aguarda nada más entrar:

Aristarchus se halla en pie sobre el altar del centro de la nave, y las cartas de su Tarot del Emperador flotan en el aire orbitando a su alrededor, refulgiendo con un fantasmagórico brillo blanco casi demasiado intenso como para mirarlo fijamente.

Entrecerrando los ojos a causa de la deslumbrante visión, veis que los bancos están abarrotados de habitantes de Desesperanza: hombres, mujeres y niños totalmente paralizados, de pie como si estuviesen asistiendo a una misa, con los ojos abiertos como platos por el miedo y las mejillas surcadas de lágrimas, murmurando oraciones en contra de su voluntad.

En la cúpula del alto techo bulle una maraña de hirviente oscuridad: la disformidad se está abriendo paso a esta dimensión.

Renata sentía la piel de gallina a cada paso que daba y que la acercaba a aquel templo que, estando erigido a mayor gloria del Emperador, se mostraba sin embargo como un error de dimensiones colosales. Ni siquiera la presencia de Kurt, cuyo calor podía llegar a sentir a su izquierda, consiguió pausar el alocado batir de su corazón que pareció entrar en un extraño acorde armónico con la salmodia que traspuso las puertas del edificio y que brotaba de las gargantas de las pobres gentes de la villa, ahora concentradas entre aquellos muros.

Luces fantasmagóricas unidas al coro espectral fueron la bienvenida a sus figuras cuando cruzaron el umbral del templo. Y como un siniestro y perverso sacerdote, Aristarchus se erigía en el centro, en pie sobre el altar de sacrificios, su tarot, aquel con el que había estado dispuesto a leer el futuro de Renata, flotando frenético en torno suyo, como satélites alrededor de su planeta principal, simbolos de la herejía que allí se estaba desarrollando.

La mano de Renata se cerró con firmeza sobre el rifle y el dedo sobre el gatillo se curvó levemente, más una reacción ante el visceral temor que la asaltó que una reacción de firmeza ante la herética escena. La boca se entreabrió levemente en un gesto de inevitable asombro, pero el fulgor azul de su mirada pareció volverse más oscuro, más sombrío. Y el dedo terminó de curvarse hasta que el estampido del disparo se impuso sobre las voces, un único disparo destinado a Aristarchus, aquel que finalmente se revelaba como la oscura amenaza que siempre había advertido y sospechado.

- ¡Nooo! - el grito de Scythia llegó quizás demasiado tarde. No sabía si habría impedido a Renata conseguir su objetivo o no. La sororita alzó la mano en dirección a la mercenaria mientras revisaba con ojos concienzudos toda la escena.

 - ¡No sabemos si Aristarchus está abriendo paso a la disformidad o si está intentando expulsarla! - exclamó. - Es una locura intentar detenerle sin saberlo primero. - la sororita continuó buscando entre los presentes algún síntoma de algo fuera de lugar. No sabía por qué pero tenía el presentimiento de que Aristarchus no era el Padre Cuervo. Quizá estuviera controlado por él pero el descendiente de San Drusus bien podía estar intentando salvarlos a todos. Y no es que Scythia quisiera que esa disformidad entrara libre al mundo... Por el Emperador que eso era lo último que quería.

En cualquier caso Scythia estaba cansada, mucho. Tanto que no fue capaz de llegar a tiempo antes de que Renata disparara, pero por si fallaba, creía su deber avisar al resto de sus temores.

Desde luego, allí se habían lucido. En el rostro de Vladymir su ceño se frunció, pero a la vez una sonrisa feroz asomó en su rostro. Era evidente que no era la primera vez que era testigo de esta clase de acontecimientos, y no se iba a dejar amedrentar. El vostroyano había estado casi seguro de que irse era un error, pero órdenes eran órdenes, y no iba a desobedecerlas. Le parecía cada vez más evidente que Aristarchus estaba detrás de todo esto, pero la sororita tenía razón. Aún debían asegurarse antes de disparar. Con la mano en el gatillo, el guardia imperial dio un par de pasos y, con el rifle apuntando al vidente, habló con voz potente, sin molestarse en reparar si el disparo de Renata le había dado o no.

-¡Vidente Aristarchus! ¡Explícate o afronta la justicia del Dios Emperador!

TODOS:

- Tirada de Miedo Complicada (Voluntad -10).

El camino que nos separa de la capilla es una travesía que cansa mi cuerpo pero enerva mi alma de furia al saber que el lugar más sagrado de todo el planeta y futura fuente de iluminación en toda la región, podría estar siendo profanado en un acto herético proveniente de la Disformidad.

Mi enojo puede verse en mi rostro, que deformado por las cicatrices se ve de forma temible. Mi paso, a pesar de las heridas y el cansancio es decidido y pesado, sin lugar a dudas. Mi revólver va firme en mi mano, apretado con el ansia de quien no puede esperar por repartir la justicia del Dios-Emperador.

Al llegar al lugar, veo la escena y mi boca queda abierta. ¿Como es posible que sea el Vidente Aristarchus, descendiente del propio San Drusus, el poseído? ¿Como puede este sucio demonio profanar con tanto descaro a alguien de tanto honor? Miro el abismo a la Disformidad y siento miedo, un miedo mucho peor que muchos de los sentidos en mi vida. Me quedo paralizado un momento ante la imagen y no reacciono a las acciones de mis compañeros ni a sus palabras.

- La mayoría de vosotros os quedáis momentáneamente paralizados por un terror antinatural.

- Tan sólo Vladymir es capaz de reaccionar y entrar en el templo.

- Los demás consumen toda su acción en intentar sobreponerse, sin ningún éxito, al Miedo. Ni siquiera logran moverse.

- El disparo de Renata se pierde inofensivamente al impactar la bala contra la parte superior de una lejana columna.

INICIATIVAS:

ASALTO 1:

1) Tercio: 14: Inactivo el primer asalto.

2) Vladymir: 7: Media acción de movimiento para entrar en el interior de la Catedral tras superar el aura de terror sobrenatural que inunda el lugar. Logra superar el umbral e interpela al Vidente Aristarchus mientras usa media acción de Apuntar (+10 al disparo) sobre él.

3) Renata: 7: Inactiva el primer asalto. Como reacción al terror que la invade al acercarse al umbral de la Catedral, se le escapa un disparo. La bala se incrustra inofensivamente en la parte alta de una lejana columna, aunque la detonación del disparo se ha escuchado claramente en el interior de la catedral, produciendo siniestros ecos...

4) Tauron: 6: Inactivo el primer asalto. Queda momentáneamente paralizado de terror.

5) Hermana Scythia: 5: Inactiva el primer asalto. Siente tal ultraje hacia la profanación del que debiera haber sido un lugar santo, que no se siente capaz ni de moverse.

6) Kurt: 0: Inactivo el primer asalto. Sencillamente no reacciona.

¡EMPIEZA EL ASALTO 2!

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- Vladymir puede actuar con normalidad.

- Los demás han de superar una tirada de Miedo 2 (Voluntad -10), excepto la Hermana Scythia que para ella la tirada es Voluntad +0.