Partida Rol por web

Alex limpió la daga en las sucias pieles del ogro, algo que limpió la sangre pero no hizo mucho por dejar la hoja limpia. Por un momento estuvo tentado de devolverle a ese bastardo golpe por golpe y corte por corte, pero no le serviría de nada si no lo escuchaba gritar. Finalmente lo escupió con desprecio y miró a sus compañeros, acercándose a Aenifer y enlazando un brazo por su cintura. - ¿Habeis visto algún depósito de armas en vuestro camino de entrada? - dijo mirándolos a los ojos y ensayando una sonrisa que no llegó a sus ojos - No serviré de mucho en combate sin equipo, y si no puedo recuperar el mío, al menos usaré lo que encuentre.

- ¡Si, lo mismo digo! - Intervino Eliferum. - Yo también estoy en pelotas... - ​​​​​Se miró de arriba abajo. - ...no literalmente, pero no tengo más que estos andrajos... 

—Muy bien. Pues si nos puedes llevar allí, evitando las patrullas, podríamos no solo liberarte, sino ayudarte a salir de aquí de una pieza —contestó el Gato Sonriente, sin perder las formas—. Yoon, mira a ver si los ogros tenían las llaves de la celda de nuestro nuevo amigo Ugro.

Giró el rostro y miró a Alex y a Eliferum el Imperceptible.

—No hemos visto ninguna armería, pero sí una forja —le dijo al explorador—. Quizá podáis encontrar algún martillo o alguna herramienta que utilizar como arma. Yo puedo aportar un arco corto y una espada corta, si alguno la necesitáis. No es que vaya a darles un uso inmediato.

- ¿Salir de aquí? - Preguntó extrañado mientras Yoon se dirigía a abrir la celda del trasgoide tras urgar entre las cosas de los ogros y hallar la llave. - ¡Yo no me quiero ir de aquí, joder! - Exclamó sonriente. - Esta es mi casa y bueno... Tengo una cuenta pendiente con Barrack... ¡Esa rata sarnosa! - Sonrió. - Ya sabéis, por eso de encerrarme. - Soltó una carcajada. - ¡Me comeré sus entrañas!

Tarkhan se interpuso entre Yoon y la puerta. Le hizo un gesto a su ayudante becada por el Gran Reino y esta se detuvo. No era momento de abrir ninguna celda. Especialmente después de lo que el trasgoide le había dicho al anzano.

- No será fácil eso de evitar las patrullas. - Comentó. - Puede que estén la mayoría tratando de doblegar a esos molestos enanos, pero todos me conocen... - Resopló. - Si me ven seguro que avisarán al bastardo de Barrack y bueno... - Se encogió de hombros. - Eso no sería bueno...

-¿Y por qué te encerraron? -preguntó Yoon.

Tarkhan tiró de la oreja a Yoon y la mandó callar.

—Entonces haremos una cosa, Ugro. Despejaremos el camino de patrullas y cuando tengamos el camino allanado, vendremos a por ti. ¿No te vayas a mover de aquí, eh?

- Me encerraron por... - Y entonces el amarillo de la pelo en la cara se inmiscuyó en la conversación no dejándole responder. - Pues... ¡Dónde demonios voy a ir! - Respondió irritado.

Alex se encogió de hombros y asintió ante la oferta de Tarkhan, y fue entonces que notó que el trasgo estaba respondiendo a sus preguntas. Se acercó a la celda y le sonrió, no era una sonrisa agradable, desgraciados como él lo habían torturado a consciencia sin hacer ni media pregunta, por el mero placer de oirlo gritar.

- Oye, escoria ¿Sabes donde guardan las cosas que les quitan a los prisioneros? - dudaba que fuera a encontrarlas, lo más probable era que algun trasgo o un par de ellos las estuvieran usando y tendría que recuperarlas a las malas. Emitió un silbido bajo y una rata terrible de casi medio metro de largo salió de las sombras de su celda y se paró a su lado, mirando atentamente a Ugro.

-Ay -protestó Yoon, frotándose la oreja-. Solo estaba intentando ayudar -murmuró por lo bajo. Se rascó la nariz con la manga de la túnica y luego se hizo a un lado mientras los "adultos" hablaban-. Claro, como soy la mocosa... -gruñó malhumorada mientras se cruzaba de brazos.

La aparición de la rata llamó la atención de la chiquilla.

-¡Eh! ¿Es tuya? -preguntó señalando al monstruoso bicho-. ¿La puedo tocar?

Eso le dio una idea. Metió la mano en un bolsillo y cuando salió, con un plof, un tejón casi del mismo tamaño que rata apareció junto a ella. Yoon le dio una palmadita en la cabeza.

-Se llama Perry.

Miró al tejón, luego a la niña y se encogió de hombros - No te recomiendo tocarla, no se si se dejará y aparte está mugrienta y apestosa - se miro y sonrió - casi tanto como yo. Se llama Squeaky, o eso me ha dicho. - miró a la rata - Squeaky, no muerdas a la niña ni a su Perry.

Durante todo el tiempo había permanecido aparte, descansando y reflexionando. ¿De verdad había merecido la pena aquel viaje? Lo cierto era que no, pero me lo debía a mí misma. Una guerrera sin honor y sin una batalla, no era nada. Siempre supe que debía caer en combate, cuando mis brazos se encontraran con otros más poderosos que los míos o más rápidos, defendiendo aquello que tenía valor para mí.

En aquel caso, había seguido a Aenifer. Aun cuando ella lo había hecho guiada por la búsqueda de tesoros, para mí no tenía más valor que un mendrugo de pan en mitad de un banquete, y a pesar de que detestaba aquella visión de la vida, la búsqueda de algo material como finalidad, ni siquiera me planteé su importancia porque yo estaba allí por un motivo diferente.

Mientras hablaba, miré a mi alrededor. Un lugar que para los enanos, sería un paraíso, pero que en mi caso, me hacía sentirme prisionera, salvo cuando luchaba por mi vida. Deseaba salir de allí y ver el cielo, pero sobre todo, sentir el calor de los rayos del sol y la brisa del aire de la mañana.

Así que me puse en pie, decidida.

-Está bien. Dejaros de cháchara. ¿Queréis ir a la armería? Vayamos entonces, sin perder más tiempo. Y después, salgamos de aquí, todos, quitando a cuantos se interpongan en nuestro camino. ¿Estamos de acuerdo?

Belbara odiaba los antepasados de Valyëvan, no toda su sangre era tan rastrera como el orco que escupía por la boca desde su celda. ¿Les traicionaría también ella? Eso lo sabría a su tiempo, pero por ahora aquella guerrera pelirroja, otro rasgo que compartían, estaba ganando puntos con la enana.

-Machos, siempre midiendo a ver quien la tiene más grande- dijo a la semielfa del hacha sin preocuparse en absoluto de que los demás no la oyesen también.

¿Había dicho ese trasgo que aquel era su hogar? ¡Ni lo sueñes!

Se puso en marcha también como Valyëvan, una armería sería cosa buena, pero todavía sería mejor contar con unos buenos enanos. Ahora ya sabemos dónde están, si ese pedazo de mierda vale un poquito más que el que le daba al manubrio.

Y así avanzó frunciendo el ceño, moviéndosele las barbas mientras caminaba y apretaba los dientes.

- ¡Aquí no se guardan las cosas de los prisioneros! - ​​​​​Le respondió el trasgoide a Álex. - Si quieres recuperarlas, primero tendrás que encontrar al tipo que se las quedó u después arrancárselas de sus frías manos después de matarle... 

Despues de estar segura que nadie y en especial Alex estaban heridos le di a Alex mi otra daga. Era de mejor calidad y el podria defenderse bien con ellas. 

Yo podia disparar mi arco a quemarropa, asi que no me importaba cederlas por ahora, sabia que el las cuidaria. Luego vino aquella discusion y conversacion el ogro. No estaba de acuerdo en confiar en el, pero despues de todo lo que habiamos pasado cualquier ayuda era buena... si es que no era una trampa. 

- Yoon!!! Me acerque a la niña y acomode sus cabellos para luego revisar sus ropas. 

- Tu no eres una mocosa, y todos sabemos lo grandiosa que has sido estos dias, no dejes que los tontos adultos te hieran con razonamientos absurdos, tu eres fantastica, tu los sabes y yo lo se. Tienes hambre?

Y le di un poco de comida que tenia guardada. 

Al pasar por donde estaba Alex le di un golpe en el hombro para que no discutiera con Yoon. La niña tenia quien la defendiera. Yo.

Luego me acerque a Valy.

- Lamento mucho haberte metido en este viaje, pero gracias por haber venido. Y me encogi de hombros. 

No era la primera vez y de seguramente no seria la ultima que estariamos en problemas, pero con ella sabia que venceriamos, y habiamos recuperado a Alex, ahora solo faltaba salir de alli y cumplir la mision de Belbara.

Alex aceptó la segunda daga y jugó con ellas, probando el balance de ambas para dejar la mejor en su mano hábil.

Cuando Aénifer lo golpeó se frotó el hombro fingiendo un dolor que no había sentido - Hey, yo solo le recomendaba que no toque a la rata apestosa - le dijo a la semielfa, y luego le guiñó un ojo - Hablando de pestes, tan pronto como salgamos de aqui y pueda darme un baño... - se acercó a ella y susurró sensualmente en su oido - te encerraré en una habitación por semanas, pienso recuperar cada minuto pasado lejos de ti. - luego le dedicó una sonrisa inocente mientras pellizcaba disimuladamente su trasero.

Si no habían armas de las que servirse sin una necesidad absoluta de luchar debían recuperar todas las fuerzas posibles, fuerzas y conjuros.

Belbara miró al gato sonriente, quizás ahora no tan sonriente como lo solía ser en Karak-Belgarosh, pero ¿quién podría culparle? Tampoco es que a Belbara no le pusiesen nerviosa las personas que sonríen sin razón aparente.

-Haríamos bien en reponer fuerzas, ya me entiendes, no tengo ni idea de que hora debe ser- Tanta lucha y tantas idas y venidas le habían despistado un poco -pero mis huesos me dicen que es hora de hablar con Brook- lo de los huesos lo soltó como si tal cosa, eran cosas que decían los viejos y ella no lo era, pero no quería hablar más de la cuenta delante de tanto desconocido. Si bien Aenifer y Valyëvan habían demostrado ser valiosas y buena compañía hasta el momento, del resto no se fiaba ni un pelo. 

Y estas dos ya veremos, ahora que han recuperado a sus amigos... 

Una parte de ella lamentaba que entre los prisioneros no hubiese ni uno de los enanos. Aunque bien pensado había una clara razón para ello: Un enano moriría antes de dejarse capturar. A no ser que les pillasen por sorpresa, como le había pasado a Feyria y los suyos, estaba completamente segura de eso. Y una vez capturados, tampoco eran estúpidos, más valía vivir y escapar. Y eso iban a hacer.

-Tendremos más garantías de salir todos con vida de esta si encontramos a mis enanos- Porque sí, eran sus enanos, ella les guiaría espiritualmente. 

Y terminó volviendo a mirar a Tarkhan, al fin y al cabo era del único que podía fiarse realmente, mucho colgaba en su contra (o poco según la reputación de los amarillos). La pequeña Yoon era su responsabilidad, por más que las semielfas quisiesen ganarse a la niña, Tarkhan no era tonto y jamás acogería como aprendiz a un estúpido. 

—Yo me encargo de procurarnos un sitio seguro donde descansar —afirmó rotundamente Tarkhan.

Tarkhan extrajo una cuerda de su mochila y musitó las palabras mágicas de un conjuro de truco de la cuerda. La cuerda se movió como por ensalmo, quedándose vertical como si pendiera de un sitio. El lugar de agarre era una espacio interdimensional en el que los aventureros podrían descansar sin ser vistos u oídos.

—Adelante —dijo, aupando a Yoon para ayudarla a escalar por la cuerda.

Cuando Alex pasó a su lado, le cogió por el hombro.

—Cuidado con lo que hacéis, hay niños delante —le dijo con tono admonitorio.

- ¡Hohoho! - Elliferum soltó una sonora carcajada ante la advertencia del anzano. - ¡Vaya pícaros están hechos estos dos!

Le intentó dar una palmada con su mano fantasma al gato sonriente, pero cuando el muñón pasó a escasos centímetros de su espalda, fue cuando Elliferum recordó que no tenía mano. 

- ¡Una buena faena me hiciste! - Le dijo a Valyëvan. - ¡Mira que dejarme lisiado y no mandarme con los dioses al Valhalla! - Sonrió. - ¡Me debes una norteña! - Le comentó en tono de broma.

Gaderick se acercó entonces a Belbara. Parecía no fiarse de aquel espacio interdimensional que se abría ante él. Lo miraba de reojo y con recelos. 

- ¿Tenemos que subir por esa cuerda? - Le preguntó a la enana. - ¿Es seguro? No se si mis fuerzas me darán para trepar. 

Aquel hombre estaba realmente asustado, aunque no lo aparentaba y lo he más denotaba aquel hombre era cansancio. No sólo físico, sino también mental. Aquel hombre nunca creyó que sería liberado. Estaba convencido de que moriría en aquella fortaleza subterránea y ahora parecía que podía tener una oportunidad de sobrevivir.

Yoon aceptó con un cabeceo la comida que Aenifer le ofreció, estaba cansada y tenía ganas de volver a la superficie.

-Afiaf -le contestó a la muchacha con los carrillos llenos. Tragó de inmediato, no quería que su maestro le diera otro tirón de orejas. Comió más despacio, mordisqueando poco a poco, como un ratón.

Por fin, cuando Tarkhan conjuró el truco de la cuerda, Yoon suspiró de alivio.

-Buf, menos mal, pensaba que seguiríamos dando vueltas.

Subió por la cuerda, buscó un rincón cómodo y sacó sus cosas de la mochila para prepararse un petate, y revisó las cosas que llevaba en su mochila. Sacó una piedra de afilar, preguntándose qué era eso y cómo es que lo tenía guardado. Se lo ofreció a Álex.

-A lo mejor te sirve.

Luego se echó a dormir, su familiar enroscado junto a ella. No le dio tiempo a decir buenas noches.