Partida Rol por web

El perro de Cleon comenzó de pronto a ponerse nervioso. Sus orejas estaban gachas y colocó la cola entre las piernas, mirando desconfiado de lado a lado mientras gemía asustado. Aquel comportamiento no era normal en Alsvid, por lo que su amo, ya preocupado de por sí, incremento su estado de alarma.

De pronto se comenzó a escuchar un extraño murmullo, siendo Cleon el primero en percibirlo, pues era el más atento a cualquier estímulo alertado por su compañero animal. Aquel susurro sonaba como a un lamento colectivo. Parecía que toda una muchedumbre estaba entonando un sonoro plañido y por el aumento del volumen del mismo, parecía que dicha muchedumbre se estaba acercando cada vez más hacia su posición.

Pronto se percataron de lo que estaba sucediendo. Cientos de seres se acercaban lentamente hacia ellos en todas direcciones. Se trataba de una muchedumbre que caminaba lenta pero inexorablemente hacia ellos. Sin duda alguna se trataba de muertos vivientes. El color mortecino de la piel, la ausencia de ésta en algunos puntos revelando la osamenta, la ropa desvencijada y las miradas vacías no indicaban otra cosa.

Lo cierto era que estaban siendo rodeados y que no había forma alguna de escapar sin luchar. Esconderse podía ser una opción, pero eso sólo supondría postergar lo inevitable. ¿Iba a ser ese su final? ¿Después de tantas desventuras en aquel plano, morirían a manos de una horda de zombies?

Serge se afanaba por descubrir el funcionamiento de aquella maquinaria. Tras un breve estudio de los elementos que se encontraban en lo que parecía la cabina de mando de aquella máquina, no pudo deducir demasiado. Lo cierto era que la existencia de aquel horno, una pala y una caja repleta de carbón le llamaba ostensiblemente la atención. Aquella mole de hierro tenía todo un vagón, el inmediatamente posterior a la cabina, cargado con toneladas de carbón. ¿Tendría algo que ver el horno con el funcionamiento de aquella maquinaria?

Podía probar de encender aquel horno. Tenía yesca y pedernal entre sus pertenencias, así como varios botes de aceite para su linterna que podrían avivar las llamas bastante rápido. El carbón era el componente extra que necesitaba para hacer un buen fuego. Pero lo cierto era que no sabía si tenía mucho sentido desperdiciar el aceite que le quedaba de su linterna en encender aquel horno. Al fin y al cabo no sabía si aquel trasto iba a funcionar y levantaría una buena columna de humo que desvelaría su posición.

-Maldición! Zombies! No Muertos! Criaturas del Averno! Debemos huir para encontrar un sitio desde donde defendernos mejor de tal muchedumbre. O nos metemos en esa casa de ahi y defendemos puertas y ventanas a sangre y visceras o intentamos llegar al carro metalico para defendernos desde la altura. Que opinais? Dijo Loperick mientras desenfundaba su antorcha mágica con la intención de quemar a algun zombie o todo el pueblo si hacia falta.

Las flechas no harían nada a estos no-muertos, de hecho nada de lo que llevaban posiblemente les haría ningún daño permanente. Cleon sacó su espada larga mientras se ponía el arco a la espalda, al menos le serviría para repeler la amenaza.

- Confió más en los vagones metálicos, serán más resistentes.

Instigó a sus amigos a formar un circulo e ir avanzando hacia la extraña máquina y los raíles.

Serge Leblanc no recordaba haber empleado tanto sus neuronas como aquel día. Los mecanismos que llenaban aquel vehículo eran numerosos y complejos. Bueno, alguno no lo eran tanto, pero cuando desconoces totalmente cómo hacer funcionar algo, pues te quedas igual aunque el mecanismo sea sencillo.

Pero a base de examinar el vehículo, el ladrón empezaba a enlazar ideas. Había una enorme montaña de carbón, una pala manchada de polvo de carbón y una especie de chimenea con puerta. ¿Habría que encender un fuego quizás? ¿Sería eso lo que hacía moverse al vehículo? Siempre podía encender un fuego y comprobarlo. Con algunas ramitas secas y algo del carbón del montón que había detrás podría tener una hoguera en poco tiempo. Y entonces ya vería cómo hacer que esa cosa se moviera. Preferiblemente con sus compañeros subidos encima, claro está.

-Recojones, caballos ardientes y ahora pútridos muertos vivientes... es brujería... ¡Brujería!

Levantándose del suelo y manteniéndose en guardia, se adhirió al círculo defensivo que había propuesto Cleon

-Khorvin, brujeria no! estamos en un plano de existencia diferente! todas las absurdeces que se le puedan ocurrir a una persona pueden ocurrir aqui!! huyamos al carruaje metalico que hemos visto nosotros antes, Yo abro la marcha!!! Dijo Lope preparandose para golpear con su hacha o con su antorcha a cualquier no muerto que se le acercara.

Prácticamente no se habían movido no treinta pasos cuando se vieron rodeados por famélicos muertos vivientes que gruñían enseñando los dientes entre lamentos, se movían torpemente frente a ellos y les amenazaban seriamente con convertirlos en su próxima comida. Allá donde mirasen se encontraban rodeados por aquella horda de zombies y avanzar se hacía casi imposible entre tanto nauseabundo y pútrido ser salido del Gran Abismo.

En esos momentos echaban de menos a Mester más que nunca. Aquel aciano clérigo de Asthar sin duda tendría que haber dicho en todo ese asunto y con una simple plegaria hacia su dios patrón, sin duda alguna hubiera conseguido destruir a gran parte de los muertos vivientes que les acechaban en todas direcciones. Sin embargo, aquel amable y laboriosos clérigo ya no estaba entre ellos.

Debían seguir avanzando hacia el carro metálico. Quizás como había dicho Loperick, era el único lugar en el que podrían refugiarse de algún modo. Sin embargo, no podrían hacerle sin luchar y sin rebanar infinidad de cabezas y otras extremidades para abrirse paso entre aquella horda.

Las ramitas secas que Serge había introducido en el horno de aquella máquina comenzaron a prender. Pronto las llamas se contagiaron al carbón que el ladrón fue introduciendo en la caldera, sin embargo, nada parecía cambiar demasiado. La máquina no hacía mención alguna de ponerse en marcha. ¿Quizás necesitara más calor? Debía hacer algo para ganar temperatura rápidamente.

Inmerso en aquellas cavilaciones, Serge no se había percatado de algo aterrador. Algo que estaba sucediendo alrededor suyo y de lo que no había sido consciente hasta ese momento. Sin embargo, un extraño murmullo similar a una lamentación le sacó por un momento de su ensimismamiento.

Miró hacia el suelo y descubrió como decenas, sino centenares de personas avanzaban inequívocamente hacia la posición donde había dejado al resto del grupo. No se trataba de seres racionales, eso se deducía fácilmente por su errática forma de caminar, su mirada perdida, casi se podía decir que muerta y por los harapos que todos ellos lucían.

Unos segundos le bastaron a Serge para percatarse de estaba rodeado por infinidad de muertos vivientes. Seres sin cerebro que avanzaban hacia Khorvin y el resto con el único afán de comer su carne y beber su sangre caliente. Debía darse prisa o sería descubierto, es más si no se afanaba en poner en marcha aquella maquinaria, no creía posible volver a ver al resto del grupo con vida.

Vale, el fuego estaba encendido. ¿Y ahora qué? Porque aunque hubiera descubierto cómo encender aquello, aún seguía más perdido que un pulpo en un garaje. Y como no encontrara pronto la manera de ponerlo en marcha, el caballo podría atraparle si es que se había comido ya a sus compañeros.

Mientras Serge examinaba de nuevo todas las palancas y engranajes, un ruido escalofriante atrajo su atención.

 -Bon sang…

Ya había oído eso una vez. Hacía algún tiempo había intentado seducir a una muchacha preciosa y voluptuosa que había resultado ser una nigromante. Aquellos gemidos que se oían en la distancia eran iguales a los que habían hecho los muertos vivientes que ella invocó para darle el no más rotundo que le habían dado en su vida.

A pesar de que los ruidos estaban preocupantemente cercanos, el ladrón volvió a prestar atención a la máquina que tenía delante. O la ponía en marcha o él y los demás morían como corderos en el matadero.

Lope golpeó con su hacha de mano al primer zombie que se le acercó, sin duda iba a ser un combate desigual en cuanto a cantidad de fuerzas, quizas seria mas inteligente correr como si no hubiera un mañana

-Vuelve al infierno del que no debistes salir criatura sorbecerebros!

- Mantengamos la formación y avancemos hacia los vagones. Si despejamos una ruta, no lo dudéis, corred.

Cleon atacaba con su espada mientras Alsvid lanzaba dentelladas a las piernas de los zombies haciéndoles perder su precario equilibrio.

Lope esgrimía su hacha contra uno de los seres que se acercaba hacia él. Percibió en su mirada vacía un hambre voraz y cuando se lanzó hacia él por tal de morder su brazo, lo esquivó haciéndose a un lado y golpeando contra su brazo derecho y cercenándolo a la altura del codo. Aquello no pareció afectar demasiado a la integridad de aquel no muerto, que si bien se echó dos pasos hacia atrás, no parecía haber notado ni tan siguiera el impacto del arma del batidor.

Mientras tanto Edzard lanzó una estocada contra uno de aquellos zombies. El primer golpe detuvo el avance de aquel ser, pues lo partió por la mitad. No obstante, su cuerpo amputado a la altura del pecho siguió avanzando hacia Edzard arrastrándose con la ayuda de sus extremidades delanteras. Un segundo golpe partió por la mitad al muero viviente destruyéndolo para siempre.

Markku se enfrentaba a otra de aquellas bestias antinatura. Su espada congeladora dio buena cuenta de él. Era un objetivo fácil que prácticamente ni intentaba zafarse de los golpes. Dos veces su espada larga se clavó en su cuerpo y a la tercera, su espada corta cercenó el cuello del ser acabando con la amenaza.

Cleon prefería el arco, aunque a corta distancia tampoco era manco. Dominaba bien su espada y lo demostró al impactar contra uno de los zombies que se interpuso entre él y su compañero animal. El golpe fue efectivo, pero a diferencia de los golpes de los guardias, no logró cercenar ninguna parte del cuerpo del no muerto. Alsvid arremetió contra él mordiéndole en la mano justo en el momento en que iba a acometer contra su amo. La mano muerta del zombie quedó entre los dientes del animal separada de su cuerpo.

Mientras tanto Khorvin, desprovisto de armadura alguna y armado únicamente con una espada prestada, se las veía y deseaba para no recibir un manotazo de uno de los seres que se le venían encima. El primer golpe que el antiguo pescador propinó al ser que le mostraba la dentadura, impactó contra éste en el hombro, aunque lo cierto fue que no hizo una gran destroza. No así el segundo golpe. Volvió a impactar contra el hombro de aquel ser y de hecho lo rasgo desde el hombro derecho hasta la parte izquierda de la cintura. La mala suerte se cebó con el guardia cuando ese trozo de cuerpo se desprendió sobre él y el zombie mordió en su brazo izquierdo a Khorvin durante la caída quedando enzarzado con él.

- Hemos de ir avanzando. Si nos quedamos aquí moriremos. 

Cleon señaló en dirección a los vagones.

- Son lentos... ¿una carrera?

-Corred como el viento!!! Dijo Lope emprendiendo la carrera en dirección al transporte de metal y atacando al primero de esos seres que les cortaba el paso para dejar a sus compañeros menos dados a la movilidad  un paso mas seguro.

El fuego empezaba a caldear el horno ganando temperatura por momentos. Sin embargo poco o nada parecía que afectara al movimiento de la maquinaria. Serge sabía que por fuerza aquella caldera tenía algo que ver con que el mecanismo de aquel vehículo de dimensiones descomunales. Tras un breve estudio detectó que sobre el horno parecía encontrarse un enorme tanque con algún tipo de líquido en su interior. ¿Debía calentarse para que la maquina emprendiera la marcha? De ser así necesitaba ganar temperatura cuanto antes.

Y debía ganarla rápido, pues toda una horda de incontables muertos vivientes caminaba a ambos lados del carro de hierro en dirección a su grupo de amigos. Ya no sólo peligraban ellos, pues si no ponía en marcha aquella máquina pronto sería detectado y sus días acabarían con una de las más atroces muertes que podía imaginar, siendo devorado vivo por un ejército de hambrientos seres sin cerebro.