Partida Rol por web

-¡Recojones, démosle a esa criatura demoníaca una lección!

Khorvin, con el pecho henchido de absurdo valor se puso en guarda, buscando cualquier objeto que blandir a modo de arma.

En cuanto Lope señaló aquella casa que podría darles cobertura se dirigió hacia allí

Loperick fue el primero en actuar y lo hizo con determinación. Corrió hasta la casa más cercana y de una patada tiró la puerta abajo penetrando en su interior a la espera de sus compañeros. Se trataba de una pequeña cabaña de madera de una sola habitación. Una lecho de paja se encontraba en una de las esquinas, frente a la puerta había construida una chimenea de piedra y en el otro lateral se encontraba una mesa redonda con cuatro taburetes, nada más salvo un hacha de leñador olvidada en el suelo destacaba entre todo el polvo y telarañas existentes.

Serge atemorizado como un niño salió corriendo calle abajo y girando a su izquierda en cuanto tuvo la ocasión dejando a Khorvin solo ante el peligro, pues Cleon atacado por un repentino ataque de pavor hizo lo mismo en cambio girando a su derecha en el cruce de la calle. Por mucho que desearan permanecer junto a sus compañeros, el miedo que sentían era irresistible y les ordenaba huir lo más lejos que pudieran.

Edzard dudó un instante entre seguir a su compañero al interior de la cabaña o esperar al ver la reacción del resto de sus compañeros. No obstante se percató de que Khorvin, el recién encontrado buscaba algo con lo que defenderse por los alrededores, al parecer había perdido todo su equipo. Por lo tanto Edzard corrió junto a él haciéndole entrega de una espada larga de gran calidad.

- Úsala lo mejor que sepas, hermano. – Le dijo poniéndose en guardia.

En ese momento Markku avanzó junto a sus compañeros a la espera de la llegada de aquella bestia flameante. No podía dejarles solos ante una peligrosa atrocidad como aquella. La bestia avanzaba veloz hacia ellos y para cuando estuvo a la altura del grupo Markku decidió atacar con su espada larga. No obstante, aquella bestia se encabrito desbaratando el ataque del guardia.

Nada más llegar aquel ser hasta su posición relinchó con furia en el fragor de la batalla llenando de un humo caliente y sulfuroso el ambiente y asfixiando y cegando a sus oponentes. Quizás por ello Khorvin no pudo evitar su embestida siend golpeado con sus patas delanteras en el pecho y casi cayendo hacia atrás. En ese preciso instante sus ropas comenzaron a arder al tomar contacto con las pezuñas en ascuas de la bestia.

Khorvin intenta acometer con la espada contra la criatura

Khorvin trató de ensartar torpemente a la criatura con dos golpes de espada. Pese a que el primero de ellos golpeó contra su cuello, el filo de la espada facilitada por Edzard, no llegó a cortar su gruesa piel dejándole intacto. Su segunda acometida ni tan solo rozó al ígneo animal. 

Era el turno de Loperick, quien se había refugiado en el interior de una pequeña cabaña y maldecía la torpeza de sus compañeros por no seguir sus pasos. Debía decidir si salir y ayudar al grupo o mantenerse a salvo, quien sabe por cuanto tiempo, al amparo de aquellos endebles muros de madera.

Lope enfadado por la ineptitud estratégica de sus compañeros optó por volver a la que posiblemente sería una muerte segura y atacar al caballo, domandolo con su hacha.
-te voy a montar como a una perra corcel endiablado!! Gritó al equino mientras se desplazaba a cortar sus crines

Cuando creía que su vida a terminar en ese momento y lugar, sus piernas reaccionaron por fin haciéndole salir disparado, abandonando a Khorvin y a los demás. El miedo le daba una velocidad que desconocía que tenía, pero por desgracia le nublaba los sentidos, impidiéndole ver hacia dónde se dirigía. Giraba y corría por las calles sin mirar hacia donde marchaba, esperando poder llegar a algún lugar seguro lejos de aquel caballo monstruoso.

El terror había dado piernas a Cleon, huyendo del lugar, pero esta no era la mejor acción ante un ser que, obviamente, era mucho más rápido que él. Consiguió controlarse, sacó y tensó su arco mientras daba media vuelta para volver a la lucha.

- No te metas en una casa de madera o te asará ahí dentro. - alcanzó a gritar a su compañero.

El furibundo Loperick salió a la carrera del interior de la cabaña hacha en mano. Pese a que su idea inicial de refugiarse en el interior de aquella construcción no había sido aceptada por ni uno solo de sus compañeros, tampoco iba a permitir que le tomasen por cobarde. Él siempre estaba al lado de los suyos y esa no sería una excepción.

Corrió hasta situarse en un lateral de la bestia llameante y descargó un potente hachazo en el muslo izquierdo de la pierna delantera de aquel animal salido del Gran Abismo. El corcel se encabritó relinchando de forma pavorosa y dedicando una vengativa mirada de fuego al batidor.

Serge logró detener su carrera, mas no pudo hacer nada más que debatirse entre acompañar al grupo de valientes del que en un futuro iba a depender con toda probabilidad su vida, o permanecer oculto tras los arbustos donde se había escondido hasta reunir el valor suficiente como para comportarse como el hombre que aspiraba a ser.

Edzard no se achantó ante la bestia que alzaba sus ardientes cascos frente a sui rostro. Por el contrario descargó por poderosos espadazos contra la pesadilla con forma equina. El primer golpe impactó contra el rostro del animal abriendo una profunda brecha y el segundo en el cuello del mismo. Dos heridas que si se reprodujeran en un animal de la misma especie, pero de origen no mágico, sin duda hubieran acabado con la amenaza, no fue el caso.

Markku aprovechó que la bestia ardiente estaba entretenida tratando de esquivar las acometidas de sus compañeros para tratar de ensartarla con su espada larga. No obstante, el primer intento acabó por ser esquivado. No así pasó con el segundo golpe, que se clavó en el torso del animal, ni con el tercero con su espada corta, el cual se hincó en el cuarto trasero del caballo provocándole una nueva herida.

Por su parte Cleon, habiendo superado el miedo que le atenazaba corrió de nuevo hacia el combate con su arco en mano y buscando una óptima posición de tiro, que no llegó a encontrar. Había perdido algo de tiempo. Sin embargo y contra todo pronóstico, se percató de que sus compañeros estaban dando buena cuenta de aquel poderoso y peligroso adversario indomable.

El caballo de fuego no iba a quedarse parado mientras aquellos humanos le daban muerte. De pronto arremetió con sus cuartos delanteros contra el último en aparecer. Desde que Lope le dañara con su hacha, su mirada se fijó en él. El batidor no pudo evitar el poderoso golpe que recibió en el pecho y aunque trató de interponer sus brazos y su hacha entre las patas del animal y su cuerpo todo fue inútil. El doloroso golpe casi le tiró al suelo, pero pudo reponerse y seguir en combate, no obstante, las ropas de Loperick comenzaron a arder.

No obstante, el corcel no se conformó con eso, pues lanzó una dentellada contra Khorvin. El pescador reconvertido en guardia interpuso su brazo de forma instintiva entre las fauces del caballo y su cuello. Por eso su antebrazo recibió una dentellada dolorosa. Pensó por un momento que su brazo quedaría apresado entre los dientes del animal, pero por suerte logró zafarse. Las ropas de Khorvin no se habían apagado por si solas, pero hasta ese momento no comenzó a sentir el calor que le producía su vestimenta al empezar a arder quemando su piel.

Tratando de ignorar el fuego, Kohrvin vuelve a acometer contra la bestia de pesadilla con la espada prestada.

Lope recibió un duro golpe en el pecho, pero recuperó el aliento para buscar el mejor lugar donde golpear a la bestia, desplazandose hasta la parte trasera del animal e intentando dañarle para que huyera o muriese de una vez.

Aunque su sentido comun le dictaba que debía parar las llamas, eran mejor unas cuantas quemaduras que detenerse a apagarlas con ese ser pateandole, por lo que atacó sin pensar en otra cosa que en matar.

Por suerte el batidor recordó que portaba unos objetos mágicos de los que se había apropiado y optó por usarlos.

-Guanteletes del Bruto dame el Podeeeer!!! Tras comprobar como un halo azulado potenciaba sus musculos fugazmente y que dañaba a la bestia, Lope volvió a probar,... Cinturón curativo a mi!! y la gran mayoria de las contusiones recibidas desapareciendole instantaneamente.

-Hoy cenaremos Potrillo torrado!!!! Intentando intimidar sin éxito a la criatura

Por fin Cleon tenía tiro sobre el monstruoso caballo. No se preocupó mucho de que estuviera rodeado de sus compañeros, confiaba en su puntería.

Tenía el arco preparado y las flechas listas... apuntó, aguantó la respiración un instante y lanzó su flecha, al instante tenía otra preparada y repitió la operación, pero la segunda flecha ni siquiera se acercó al blanco.

Por su parte el perro corrió hacia el caballo con intención de morderle una pata.

Con el corazón latiéndole desbocadamente en el pecho, el ladrón se había ocultado entre unos arbustos con la esperanza de que aquel monstruo no le encontrara. Dos gruesas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, fruto del pavor que sacudía su cuerpo. Había dejado a sus compañeros atrás, enfrentándose a aquel caballo infernal. Morirían sin remedio, eso seguro. Perecerían mientras que él estaba a salvo entre los arbustos, escondido como un maldito cobarde.

Durante unos instantes que le parecieron una eternidad, Serge Leblanc estuvo pensando como nunca lo había hecho en su vida. A los cuatro que se acababan de encontrar no los conocía de nada, pero Khorvin… El fortachón le consideraba su amigo. Y él le había abandonado a su suerte. Pero siendo realistas, ¿qué podría hacer él contra esa bestia? ¡No era igual que rajarle el cuello a un humanoide desprevenido! Que aún recordaba lo poco útil que había sido al enfrentarse a los perros malignos que les atacaron a él, Gwindra y Lyris. No, si ayudaba a sus compañeros tenía que ser de otra manera. Porque si se marchaba solo, no sobreviviría mucho más en ese agujero.

Derrotar al caballo no se consideraba una opción. No, tenían que huir de allí. Y ese carro metálico que había mencionado aquel bárbaro… Tenía que probar, echar un vistazo y ver si era seguro. Y si lo era, prepararlo para largarse de allí con sus compañeros.

Khorvin lanzó un ataque contra el corcel que levantaba sus patas ardientes delanteras por encima de su cabeza. El primer golpe impactó contra una de sus piernas propinándole un severo golpe. Al intentar volver a acertar sobre éste, el caballo se revolvió esquivando con facilidad el ataque.

Lope se desplazó moviéndose en torno a la bestia por tal de ganar la iniciativa y asestar un buen golpe con su hacha. El filo del arma de mano del batidor dio en el blanco provocando un corte en el cuarto trasero del animal, que fue respondido con un agudo relincho y una coz al aire.

Edzard seguía enfrascado en la batalla y realmente concentrado en lo que tenía por delante. La bestia estaba cada vez más nerviosa y se movía de forma violenta dificultando cualquier intento por dañarla. No obstante la espada larga del veterano guardia volvió a probar la sangre, así como la espada congeladora de Markku que volvió a probar el sabor de la carne de aquel ser monstruoso.

Por su parte Cleon se aproximó hasta que tuvo a tiro al animal de fuego. Cargó una flecha y ésta surcó el cielo directo su objetivo. Pese a que golpeó sobre el cuerpo del animal, no penetró en su piel, lo que indicaba la dureza y la armadura natural que poseía aquel ser. Volvió a cargar una flecha y entonces disparó saliendo ésta muy desviada de su objetivo.

El corcel volvió a embestir con sus pezuñas a Khorvin, la había tomado con él por alguna razón y no cejaría en su empeño por acabar con él hasta el último de sus alientos, o al menos esa era la impresión que tenía el guardia. De hecho, tras el duro golpe causado por las pezuñas en su pecho, el caballo se marcó una dentellada en el brazo del ex pescador, que casi provocó que perdiera el arma. Lo peor era que las llamas que ya habían prendido su ropa comenzaban a avivarse y ya sentía el calor muy intenso en gran parte de su cuerpo.

En ese momento el caballo desapareció de la vista de todos. Se esfumó como por arte de magia sin dejar a ninguno de ellos acabar con el trabajo. Lope debería esperar para hacer costilla de caballo infernal a la parrilla como bien había pensado. Lo peor era que Khorvin y el mismo Loperick aunque en menor medida estaban ardiendo.

La sorpresa por la repentina desaparición de su enemigo y el ardiente problema que tenían en esos momentos dos de los componentes del grupo, disiparon la atención sobre el ladrón que huía a la carrera en dirección desconocida. Serge se alejaba de la escena de la batalla mientras el resto se afanaba en apagar las llamas que habían prendido entorno a sus compañeros.

La distancia que les separaba de la extraña máquina no era corta, por lo que Serge todavía estaría algunos segundos a la carrera hasta llegar a su destino. Si conseguía la proeza de poner en marcha aquella extraña máquina en marcha, podía ser que quedara como un cobarde, pero esperaba que al menos sus compañeros le agradecieran el poder salir de aquel extraño lugar a lomos de aquel enorme carromato de hierro.

-Rallos y retruecanos! ese corcel ha huido cuando estaba listo para filetearme un costillar ardiente! Dijo el batidor consciente de que él también había estado a punto de resultar chamuscado.

-Donde carajo habrá ido ese rumiante? nos ataca y huye al mínimo escozor que le hemos provocado? que cobarde! no tiene honor como esos gusanos comehombres que lucharon hasta la muerte!

Lope no estaba dispuesto a dejar huir a su cena por lo que dio un hachazo al aire donde debería estar la criatura y acto seguido comprobó si habia huellas en el terreno que dejaran alguna pista de su huida.

En cuanto la criatura se hubo desvanecido, Kohrvin reparó en que sus ropajes estaba en llamas.

-¡Recojones! ¡Mis calzas se han inflamado! gritó, dándose algunos golpes infructuosos en la ropa tratando de extinguir el fuego.

Se lanzó al suelo polvoriento y empezó a rodar , acompañando aquella extraña danza de maldiciones, exabruptos y gritos

-¡Aquesta criatura maléfica pretende llevarme con ella!¡Aagh!

Cleon quedó desorientado... el extraño caballo demoníaco había desaparecido, al igual que el nuevo amigo de Khorvin.

Silbó una orden para que su perro regresara a su lado mientras ponía una nueva flecha en su arco y otra en su boca, mordiéndola por el centro para tenerla preparada.

Se acercó con cautela a sus compañeros sin decir una palabra.

Ajeno a la situación de sus compañeros, aunque esperaba que aún siguieran todos con vida, el ladrón seguía corriendo, buscando el carro de metal que habían mencionado antes. Si aparte de ser seguro además les sacaba de allí, seguro que los demás le perdonarían lo poco que había ayudado durante el combate.

Tras un rato de correr como un descosido, Serge Leblanc alcanzó su objetivo. Y no pudo menos que quedárselo mirando unos instantes antes de decidir acercarse. Si eso era un vehículo que pudiera moverse, era el más grande que el ladrón había visto en su vida. ¿Cómo diantres funcionaría esa cosa? Porque no tenía caballos ni arreos para enganchar cualquier clase de animal de tiro. Sólo era un armatoste de hierro.

Tras examinar el exterior buscando maneras de hacer que se moviera, Serge optó por entrar dentro del vehículo. O al menos dentro de la primera parte del vehículo. Era como una especie de serpiente gigante o un gusano enorme hecho de metal. ¿Ya habría sido esto construido por manos humanas? Ese pensamiento quedó rápidamente enterrado entre el millar de preguntas que se hizo Serge Leblanc al ver el interior del vehículo. Había palancas, rueditas, una puerta que al abrirse daba paso a una especie de chimenea y más palancas y tiradores. ¿Cómo se ponía esa cosa en marcha?

- Esto no me gusta… - Dijo Markku. – Esa bestia debe seguir cerca. No creo que se haya volatilizado. Tiene que tener alguna habilidad de camuflaje o algo parecido…

Markku respiraba de forma entrecortada. Todos dedujeron que era debido al cansancio tras el combate, pero realmente sentía un miedo atroz en esos momentos. Aquella aldea, que a primera vista le pareció un consuelo tras muchos días de viaje a través de insondables kilómetros de arena roja, se había convertido ahora en su peor pesadilla.

- Creo que lo mejor será salir de aquí cuanto antes… - Sugirió.

- Estoy con Markku. – Edzard respaldó a su compañero, como de costumbre. – Debemos movernos cuanto antes y salir de aquí. – El anciano alzó la mirada buscando algo en todas direcciones, frunció el ceño y enfocó a Khorvin con la mirada. - ¿Dónde está tu extraño amigo? – Le preguntó.