Partida Rol por web

Mientras tanto, el monje que quedaba con vida, al ver como su compañero había caído tras el impacto de la cola de serpiente de aquel ser, pensó en huir, pero finalmente permaneció junto al resto, pues no había huida posible. Daría hasta su último aliento y esperaba que eso sirviera de algo.

Se acercó hasta Celon y rezó una plegaria a su dios. Sus manos se iluminaron con luz divina y las posó sobre la espalda del cazador. Sus heridas comenzaron a sanar gracias al poder de Asthar y el que instantes atrás estaba prácticamente muerto, ahora estaba recuperado casi por completo y dispuesto a morir y a matar por Helga, por los buenos amigos que había hecho durante aquel viaje de locura y por los inocentes desconocidos que pretendían salvar.

Helga no respondió a las peticiones de Cleon. Necesitaba concentración para llevar a cabo aquel conjuro. Era un ritual complicado y ya suficientes distracciones causaba la batalla que estaba teniendo lugar a su alrededor, como para detenerse a responder preguntas. 

Los bichos que se encontraban sobre el demonio que por la rabia del daño casuado había perdido absurdamente la cordura  procedieron a dañarlo nuevamente cuando atacó a los humanos, pues en vez de intentarse defender de tan diminutos seres, se centró en matar a sus bipedos enemigos. 

Mientras tanto, Breko quien acababa de ayudar a restablecerse a Markku se levantó y encaró al marilith.

-Tu maldito ser! no nombres a tu dueño en tierra bendita! NO LO TOLERO!! Quizás creas que las hordas daran cuenta de nuestros cuerpos, pero no será aquí ni ahora!! en cambio eres tú el que morirás sin que nadie se acuerde nunca mas de que exististes! Bichos! comeros su carne!!!

Tras esa advertencia los bichos volvieron a hacer mucho mas daño al engendro, quien notó nuevamente el escozor de miles de escarabajos metiéndose en sus heridas y tomando su carne. Breko por su lado pidió fuerza a su Diosa, levantando su guadaña la cual empezó a brillar con un color carmesí.

-Este es el poder que me da Ashtar!! muere maldito demonio!!! Grito mientras le clavaba su guadaña en el vientre y regaba su cuerpo con la sangre de la criatura.

Maldita furcia infernal… El ladrón se agarró su brazo herido mientras hacía un esfuerzo hercúleo para no gritar de dolor. Iban a perder el combate. Iban a perder y a morir como perros miserables a manos de aquel monstruo con forma de mujer serpiente.

Pero una emoción empezó a sustituir rápidamente a la desesperación. El dolor, la visión de su propia sangre escapando de su cuerpo, la muerte y el caos que los rodeaba… Y dentro de todo aquello las voces de sus compañeros, sus palabras de ánimo y gritos de batalla. La situación podía estar perdida, pero no se iban a rendir. Eran unos estúpidos sin remedio, pero… En aquellos momentos Serge quiso ser otro estúpido sin remedio.

Tensó su arco de nuevo, intentando ignorar el dolor de sus heridas para disparar una flecha que voló de nuevo hacia la desprotegida espalda de la marilith. Desgraciadamente la herida le había afectado a los músculos del brazo, haciéndole flaquear al soltar la flecha, haciéndole fallar.

 -Bon sang! ¡Tenía que pasarme esto justo ahora!

El ladrón cayó de rodillas, sintiéndose cansado y bastante inútil. Si un alma caritativa no venía a ayudarle con sus heridas, la ayuda que pudiera prestar en lo que quedaba de combate sería prácticamente nula.

Cleon había sido curado, renovado. Se sentía mucho mejor y listo para un par de asaltos más.

Tiempo, necesitamos tiempo. - pensó, comprendiendo que Helga hacía lo que podía y que él no la beneficiaba en nada metiéndole prisa.

El pobre ALsvid había vuelto a perder el conocimiento... demasiado estaba haciendo el pobre can contra el monstruo que tenía delante. Otro habría huido nada más verlo.

Se concentró e intento golpear de nuevo con la espada.

Aquella extraña plaga de insectos, envolvió a la marilith de arriba abajo. Cegada y desorientada no pudo conseguir sacarse de encima a todos aquellos asesinos. La flecha de Serge se incrustó en su pecho y la espada de Cleon le arrancó un brazo de cuajo. El ser demoníaco gritó ante la evidencia de su muerte, instantes antes de desplomarse contra el firme.

Los gritos de incredulidad de los demonios se pudieron escuchar penetrar en el interior de la sala, haciendo ensordecer a los presentes. Aquellos seres de oscura mirada y aterradoras mandíbulas se esforzaban por penetrar tras los muros de la torre del Homenaje. Al acercarse a la zona del santuario, su piel empezaba a desprender un vapor, pues aquella zona santa les quemaba la piel.

Aun así no cesaban en su empeño y a cada segundo más de aquellos seres se agolpaban a las puertas. Gritaban, babeaban, trataban de entrar y amenazaban con sus armas en alto. Tarde o temprano penetrarían tras los muros y sólo si Helga había logrado concluir el ritual, sobrevivirían.

El monje que les había ayudado en el combate, corrió junto con su compañero. Lo examinó llegando a la conclusión de que nada podía ya hacer por él. Rezó una brevísima oración y corrió junto a Alsvid. De nuevo conjuró una plegaria sanatoria e impuso sus iluminadas palmas sobre el can. Pronto comenzó a menar la cola y se puso en pie sobre las cuatro patas corriendo junto a su amo y chupándole la mano.

Helga había reunido una serie de elementos en el fondo de la sala. Unas tablas con runas grabadas, ampollas con un líquido colorado, una pluma, así como algunos saquitos de polvo de azufre. Había esparcido el polvo en el suelo dibujando una estrella de cinco puntas. En cada una de las puntas de la estrella copió con el líquido carmesí algunas de las runas y entonces comenzó a recitar unas extrañas palabras arcanas.

 -Va en enfer, pute…

El ladrón se sentó en el suelo cansadamente, con las heridas doliéndole como demonios. ¿Aún no estaba abierto ese portal?

 -¿Cuánto falta para que se complete ese rituel? O salimos de aquí o morimos. A mí ya no me quedan fuerzas para luchar plus.

Pero no terminaría a tiempo, ¿verdad? Iban a morir como borregos en el matadero a manos de aquellos demonios. Maldita sea, ¿tanto esfuerzo para ahora ir a perecer de una forma tan miserable? Haciendo un esfuerzo sobrehumano (para alguien tan escaso muscularmente como Serge Leblanc), el ladrón se puso de pie y se acercó al cuerpo de la marilith. Si ese monstruo tenía algo valioso, se lo llevaría él a la otra vida.

El primer asalto había sido superado. Ver caer a la bestia supuso un pequeño alivio para el cazador, pero era consciente que él no tenía ningún futuro.

Observó a los demonios menores que se agolpaban en el límite de la esfera santuario que les protegía, no duraría mucho. Sin envainar la espada se situó entre la entrada a la torre y su amada Helga.

Tiempo... tenía que darle tiempo para que invocara el portal y sus amigos cruzasen el mismo hacia su salvación. Ahora mismo era lo único que le importaba. Una vez quedasen solos los dos, Helga y él mismo, llegaría el final en manos de las hordas de demonios que ya no tendrían ninguna barrera que les aislase.

Pero Cleon prefería no pensar en ese instante, seguramente sería rápido en manos de tantos enemigos. Ahora lo importante es que Helga abriera el portal.

Ni siquiera la miró, su mirada seguía fija en la puerta de entrada por si algún demonio conseguía cruzar la barrera.

Lope corrió a abrazar al heraldo de Crabtas, la visión del retorno de su amigo le había hecho volver a creer en la infinita bondad de los dioses.

-Maldito lobo de mar! solo tuuuu! solo tu entre todos los hombres serías capaz de conseguir que un dios de los mares te devuelva a la vida, te convierta en su heraldo y encima le has conseguido sacar armas, armaduras y equipo mágico que haría llorar de envidia al mismisimo rey de Turolisia!!! y mira esta montura!! pero que carajo es esto??? ha hecho lo que ha querido con ese demonio aterrador!! Me quito el sombrero contigo Khorvin el marino, eres el rey de los mares! y ahora corramos a saquear a esa criatura! nos llevaremos un recuerdo a nuestra tierra natal de este loco lugar!

El monje comprobó la situación, el marilith había caído, pero en la puerta cientos de demonios se agolpaban y solo el conjuro de protección les impedía la entrada, pero este podía caer en cualquier segundo, tanto por acabar su duración como por ser destruido por los demonios que se dañaban contra él con tal de debilitarlo.

Lo primero que hizo tras confirmar la situación fue acercarse a Jouseph, su compañero caído, el pobre murrolquíe, uno de los últimos llegados de Gea había perdido la vida irremediablemente, no quedaba nadie que le pudiera devolver a la vida al monje de Ashtar, por lo que hizo lo que todo hombre de fe en ese mundo tenía que hacer, cogió sus pertenencias de valor, algunas para aprovecharlas y otras para enterrarlas en su mundo de origen, a poder ser en un templo de su diosa, era lo menos que podía hacer, por último le arrancó un diente, necesitaba un elemento corporal suyo para hacer una ligadura de almas al llegar a su mundo y que el pobre no descansara en el mas allá de ese terrible lugar; lo metió en una bolsa con docenas mas de ellos, con el fin de dar el descanso eterno a docenas de sus compañeros caídos.

Cuando hubo terminado, se acercó a sus nuevos compañeros, incluido el retornado, tenía preguntas para él, pero no era el momento ni el lugar.

-Breko O'Mol-lio, clérigo de Ashtar y a su servicio. Gracias a usted estoy con vida, y gracias a su amigo su cuerpo está aquí y no devorado por las bestias que nos rodean.

Acto seguido el monje se acercó al demonio caído, recogió algunas de sus partes corporales como ya había hecho decenas de veces, en pocos segundos había cogido ojos, uñas, pelo y trozos de su cola. -Esto tiene gran valor, se usa para pócimas  y ungüentos varios!

-Lupeng! gritó al otro guardia. -Vamos a bloquear parcialmente la entrada con el desplome parcial! así los demonios pasarán de pocos en pocos y aguantaremos mas tiempo! TODO EL MUNDO A LA MITAD DE LA SALA!!!!!

tras esa advertencia los clérigos se pusieron a ambos lados de la entrada, cogieron a la vez unas palancas y procedieron a accionarlas a la vez, provocando que una lluvia de cascotes cayeran desde el techo en la entrada principal tapando parcialmente la entrada. Ahora si los demonios quisieran entrar, lo harían de uno en uno tras escarbar un poco, permitiendo una defensa desesperada de último minuto.

-Con esto hemos ganado unos minutos, según vayan entrando de uno en uno los iremos ajusticiando divinamente.

Khorvin devolvió el abrazo a su amigo. En cuanto Lope se marchó a rapiñar alfañero de la criatura saludó a aquel que se le presentaba.

-Khorvin Lluch, heraldo y paladín de Crabtas, creador y dueño de los océanos. Habéis luchado bravamente, apuesto a que vuestro dios  debe sentirse orgulloso. Lope es un buen hombre... veo en su acción la obra de Crabtas.

Despidiéndose con un movimiento de cabeza se dirigió hacia su otro viejo compañero Cleon.

-Al fin has podido reunirte con ella. Lo celebro desde lo profundo de mi corazón buen amigo-le tendió la mano.

-¿Cual es la situación?

Serge y Lope se encargaron de registrar al demonio caído. Portaba numerosas joyas en todo su cuerpo. Anillos en casi todos los dedos, sortijas en los brazos, muchos collares alrededor de su cuello, pendientes y una diadema. Todo ello parecía ser de gran valor, pero lo que más les interesaba era los objetos mágicos que pudiera poseer.

Sin duda las seis espadas desprendían un aura arcana fácilmente perceptible por alguien sensible a la magia, aunque la espada de mayor tamaño, sin duda parecía ser la más poderosa de todas. Entre Serge y Lope se apresuraron a desvalijar a aquel ser, mientras Breko se encargaba de adueñarse de ciertas partes de su cuerpo; algo que sin duda era algo perturbador.

Mientras tanto Cleon se dirigió a la puerta. Su mirada estaba fija en aquellos seres que a punto estaban de entrar y pese a que Khorvin, quien se encontraba a su lado, le hizo una pregunta, no pudo salir de su ensimismamiento. Su único objetivo era dar tiempo a sus compañeros para huir a sabiendas de cuál iba a ser su funesto destino.

De pronto escucharon pasos en el primer piso. Aquello les indicaba claramente que los demonios ya habían entrado en el edificio. Pronto estarían rodeados. Sin más, aquellos seres oscuros comenzaron a penetrar en el baluarte. Cleon y Khorvin alzaron sus armas a la espera de lo peor, pero cuando estuvieron a punto de enfrentarse cuerpo a cuerpo, un resplandor quemó a los demonios alejándoles de los férreos defensores.

El santuario no había desaparecido del todo, pero su área empezaba a verse reducida de manera paulatina. Decenas de demonios comenzaron a penetrar desde la puerta derribada de la planta baja y descendiendo las escaleras del primer piso. Pronto se vieron completamente rodeados. Si Helga no lograba abrir el portal, estaban muertos, completamente muertos.

Las miradas malvadas de aquellos seres se clavaban sobre ellos con ansias asesinas. Sus fauces sin labios se abrían y cerraban haciendo restallar sus babeantes colmillos. Lanzaban golpes con sus afiladas garras sin llegar a herir a nadie, el conjuro del santuario todavía se lo impedía. Notaban el sudor de aquellos seres y el calor que sus cuerpos desprendían muy cerca. Sus aullidos incomprensibles no presagiaban nada bueno y sus chillidos de dolor cada vez que la luz del santuario rozaba su piel, eran aterradores.

- ¡Sálvanos Asthar de esta muerte tan terrible! – Imploró Lupeng. En ese preciso instante los brazos de uno de los demonios atravesaron el santuario y le agarraron de la túnica tirando de él y sacándolo del círculo sagrado.

Sus gritos de puro terror al ser despellejado vivo y al ser pasto de aquellos depravados seres, helaron la sangre del resto de sus compañeros. Las peticiones de auxilio de Lupeng, combinadas con el sonido de sus huesos al romperse y su piel al resquebrajarse eran todo lo que necesitaban saber acerca de lo que les deparaba el futuro. Alguno de ellos llego a contemplar el suicidio como la única salida. Sin embargo, aun todos confiaban en Helga, pero el tiempo se acababa y tan aciago destino era un horrible final para la historia que habían escrito en aquel malvado y caótico plano de la locura. 

-LUPEEEEEEENG!!!! gritó el último clérigo de Ashtar que aún resistía en su misión divina. -Mierda, mierda mierda! ha sido demasiado rápido, no creímos que la caída de la fortaleza sería tan rápida. Pero aún queda una posibilidad. Las pociones que me dejó Elga para el último combate. Bebedlas y os fortalecerán para aguantar hasta que nuestra paladina termine el conjuro. Yo me quedaré las 3 que eran para mis compañeros caídos. Dijo mientras repartía pociones entre todos sus compañeros que aún vivían.

Tras entregar las pociones a todos los que todavía seguían vivos el monje se tomó la suya la cual provocó que todas sus heridas se cerraran, sus músculos se inflaran y el miedo se desvaneciera.

-Por Ashtar!! gritó el último defensor de la muerte mientras hacía girar su guadaña y cortaba la cabeza de vários demonios que se agolpaban en los límites del conjuro de protección.

Lope aceptó de buen grado la pócima fortalecedora, tras tomarla sus heridas dejaron de dolerle instantaneamente y su cuerpo pareció inflarse, notando como su fuerza aumentaba. Sin duda esta era la palabra de Ashtar y él era su nuevo soldado.

-Por Ashtaaaaaar!!! gritó también el batidor mientras lanzaba tajos a diestro y siniestro con su pequeña hacha de mano causando severos daños a los demonios que intentaban agarrarles.

-Queréis mas? queréis mas? pues tomad sucios demonios!!!  La fuerza ganada por esa poción provocaba que el miedo desapareciera, que mas querían? morirían matando a todos los demonios que fuera posible antes de caer en el olvido eterno.

Cleon tomó la pócima de manos de Breko, pero no se la tomó aún. Se encontraba restablecido completamente de sus heridas y aún podría aguantar un poco antes de necesitarla.

Tiempo... tiempo... pensaba ensimismado mientras hacía molinetes con su espada manteniéndose dentro del área santuario que iba reduciéndose rápidamente. 

Nada iba a ganar atacando a esos demonios, lo único que quería era mantenerlos lejos de su amada mientras completaba el conjuro. Luchaba a la defensiva dando algún golpe al demonio atrevido que intentase atravesar el límite de la barrera.

Viendo que Lope y Cleon parecían revivir al tomarse aquellas pociones, el ladrón se bebió la que le habían entregado con avidez. Y por los dioses, cómo se alegró de haberlo hecho. El dolor cesó, las heridas se cerraron y empezó a sentirse más fuerte de lo que se había sentido en toda su vida.

Rápidamente tomó su espada y su daga y se colocó cerca de sus compañeros. El ritual era su única esperanza de salir de allí con vida y la verdad… Era una posibilidad bastante ínfima.

 -Hasta aquí hemos llegado, mes amis. Diría que ha sido un plaisir compartir esta locura con vosotros, pero mi madre me enseñó a no mentir. Ojalá nos hubiéramos conocido en un place más cabal.

Que de haberse dado el caso, muy probablemente les habría robado las bolsas para luego desaparecer en mitad de la noche, pero eso eran minucias que a nadie le importaban. Ahora sólo quedaban los demonios, el santuario cada vez más débil y la certeza de que no iba a volver a ver otro amanecer.

Khorvin estalló en una carcajada atronadora.

-¡Tranquilos, compañeros! ¡No vendáis la grasa de ballena antes de tenerla amarrada al bote!

Giró hábilente su tridente sobre su cabeza varias veces.

-¡El gran Crabtas me ha llevado hasta vosotros por algún motivo, y ese motivo no es el de retornar a sus aguas apenas he abierto los ojos! ¡Confiad! ¡Confiad en los designios del señor de los mares! ¡Ofrezcamos a esos demonios a Crabtas como agradecimiento por habernos dado la vida!

-¡Por Crabtas!

Aquella pequeña arenga pareció surgir efecto sobre el Kelpie, puesto que durante un segundo se encabritó, poniéndose sobre sus patas traseras.

Edzard se acercó al lugar donde Helga había dibujado aquellas extrañas runas y glifos en el suelo. Se quedó unos segundos expectante y con la mano en la barbilla rascándose la perilla. Aquel anciano recordaba aquello. Era muy similar a algo que ya había visto antes. A algo que muchos de los aquí presentes habían visto de hecho.

- Es el mismo ritual que realizaron el elfo de la noche y aquel hombre de apariencia ofídica. – Aseguró. – Tardaron bastante en abrir el portal hasta este lugar maldito.

- ¡Sí! – Exclamó Markku coincidiendo con su amigo al examinar también el trabajo que estaba llevando a cabo la mujer. – Tardaron un tiempo en conjurar el hechizo. Pero tampoco fue tanto… - Recordó. – No más de diez minutos. Aunque eran dos y ella… - Suspiró. – Por lo que ha dicho, no estoy seguro de que nunca lo haya conjurado anteriormente. Podría demorarse bastante más, o no llegar a conseguirlo… - Negó con la cabeza y con un claro gesto de preocupación. - ¡Sea como sea, hay que darle tiempo!

De nuevo todo parecía perdido. El círculo mágico que les protegía de todo mal iba perdiendo intensidad. Eso se reflejaba de forma evidente en que algunos de aquellos demonios ya se habían adentrado en el baluarte y pese a que sus bocas sedientas de sangre aullaban hambrientas, algo les retenía imposibilitándoles el contacto cuerpo a cuerpo con sus víctimas.

La arenga de Khorvin sirvió para levantar el ánimo de todos, mientras Helga continuaba a lo suyo recitando palabras mágicas que debían abrir el portal a través del cual regresarían finalmente a casa. Si es que lo abría a tiempo, claro estaba. Lo cierto era que no las tenían todos consigo. Más sabiendo que cuando aquellos extraños arcanos que el Corregidor trajo consigo hasta la Prisión de las Almas Perdidas, tardaron más de diez minutos en conseguir abrir el portal que les llevó hasta aquella pesadilla.

Aquellos seres demoníacos ya los estaban rodeando y seguían tratando de franquear los límites del santuario celestial creado por los sacerdotes que habían huido como ratas a las órdenes del prior. Sus babeantes rostros sedientos de muerte parecían burlase de ellos mientras los miraban con aquellas oscuras cuencas oculares carentes de ojos, al menos así como los conocían en el plano material.