Partida Rol por web

Cleon observó que el demonio^D1 que había atacado estaba muy cerca de la muerte. Con un gesto dio la orden de acabar con él a su fiel Alsvid que prácticamente los destrozó sin contemplaciones.

Entonces Cleon se desplazó ligeramente pero manteniendo cubierto el hueco hacia su amada para evitar que cualquier demonio atravesara sus defensas y pudiera llegar hasta ella y encaró al siguiente demonio^D7. Cleon tenía claro que solo le quedaba ir matando lo que pudiera hasta que sus amigos abandonasen el caótico plano. Atacó con furia al engendro.

Esperaba que Helga acabara ya de invocar el portal.

Lope miró a un lado y a otro, los enemigos habían caído a pares, estaban llegado a un punto en que de una serie de golpes de su escuadra, los enemigos morían sin apenas poder defenderse, pero eso podía acabar en cualquier momento si entraba la horda.

En  ese preciso instante sólo quedaban dos demonios, uno a su lado y otro hostigando a Cleon y al viejo Edzard, por contra a escasos pasos el Gran siervo de Crabtas, su montura asesina y Markku no tenían de quien ocuparse, por lo que optó por hacer una incursión, dar un golpe traicionero por la espalda al de su izquierda, obviando al que tenía a su lado y volver a su puesto, nivelando así la defensa.

-Ahora vuelvo maldito! tengo cuentas con tu amigo! dijo al perplejo siervo del Mago Rojo mientras desaparecía entre sus compañeros en dirección al desprevenido ser del averno que recibió un doloroso corte en la espalda.

-Lo siento! tenía un tajo con tu nombre! Ven por mi si te atreves! y acto seguido volvió para colocarse junto al primer demonio, en una acción sin lógica ninguna, tan propia de ese plano.

Los ataques de Serge fueron del todo infructuosos. No obstante, Loperick apareció fugazmente por la zona para asestarle un poderoso impacto con su hacha al demonio contra el que estaba peleando. Aquel batidor parecía estar empezando a perder la cordura a pasos agigantados, pues en vez de combatir parecía que danzaba, aunque danzaba de una forma mortal para aquellos seres oscuros.

Por suerte, Alsvid les libró de uno de aquellos enemigos. Sus afilados y furiosos colmillos se cebaron con el demonio al que despedazó sin piedad. Aquel asustadizo animal que Cleon recogiera de las caballerizas de la prisión antes de viajar a aquel lugar de locura extrema, se había convertido sin duda en un ser totalmente diferente e infinitamente más letal. Como todos ellos al fin y al cabo.

Por su parte el cazador centró sus ataques en el único demonio que quedaba para ese entonces a su alrededor. Dos buenos tajos hicieron que aquel ser retrocediera unos pasos. A punto estuvo de darse en retirada, pero entonces uno de sus compañeros logró atravesar la zona protegida por la plegaria cargando por la espalda contra Cleon.

El cazador desprevenido sintió un fuerte pinchazo cuando la lanza de aquel nuevo adversario atravesó su piel. Un dolor todavía más intenso fue el provocado por el demonio que un instante atrás había dudado si seguir peleando. La llegada de su compañero le hizo replantearse las cosas. En esos momentos Cleon, rodeado y malherido como estaba, recordó la poción entregada por Breko. Si había escuchado bien, podía recuperarle de sus heridas, pero sacarla y beberla era complicado en aquellas circunstancias. Debía decidir.

Loperick regresó para combatir junto a Breko. En ese preciso instante un nuevo demonio atravesó el círculo mágico cargando contra el monje. El resultado fue una estocada en toda la pierna de Breko. No obstante, pudo rehacerse rápidamente y seguir con la pelea que para nada estaba concluida.

Markku por su parte, seguía peleando junto a Khorvin y el kelpie. Recibió un severo golpe del demonio contra el que combatía, pero al alzar la cabeza tras el impacto, fue testigo de algo. Un ser encapuchado acababa de entrar en el baluarte. Portaba una capucha roja sobre la cabeza y caminaba con mucha seguridad y determinación protegido por alguno de los demonios.

- ¡Una capucha roja! - Alcanzó a gritar Markku. - ¡Esta entrando! ¡El Mago! ¡El Mago Rojo! - Gritó consumido por el miedo.

Aquellos gritos llamaron la atención de todos sus compañeros. En la medida de lo posible y sin descuidar el combate, trataron de mirar en la dirección en la que Markku estaba señalando con el dedo. No era fácil ver nada entre tantos seres agolpados alrededor suyo y en la entrada del baluarte. Aún así, Cleon y Khorvin fueron testigos de los mismo que Markku. Alguien vestido con una túnica roja y con la cabeza oculta bajo una capucha acababa de hacer su aparición en escena.

La irrupción de aquel ser encapuchado se hizo con todo el protagonismo. Más cuando los demonios allí reunidos empezaron a entonar una especie de cántico hacia él. Los más cercanos a aquella extraña figura se arrodillaban a su paso y sólo los que estaban enfrascados en combate, parecían ignorar su presencia.

Fue entonces cuando aquel ser encapuchado comenzó a recitar unas extrañas palabras arcanas. Su cavernosa voz era tan pavorosa como su presencia misma, pues sin llegar a haberlo visto por completo, su llegada provocó que el corazón de los ajenos al plano y del propio Breko, comenzaran a bombear con más fuerza y si ya la situación era angustiosa de por sí, aquella aparición hizo que todos ellos rondaran el borde de la locura.

- ¡Nulla facilisi! – Se escuchó resonando en toda la bóveda. - ¡Vivamus magna arcu, tincidunt id diam eu, consequat ultricies purus! – Exclamó ante los vítores de todos los demonios. - ¡Duis eu accumsan urna! – Y entonces comenzó a entonar una carcajada que heló la sangre del más valiente.

No obstante, algo sucedió a la par que irrumpía aquel ser en escena. Helga abrió los ojos en el momento en que una perturbación casi provocó que los combatientes cayeran al suelo. Algunas de las almas perdidas si fueron a parar de bruces contra el suelo, pero se levantaron con prontitud.

Al mirar hacia sus espaldas, los valerosos guerreros del plano material, observaron como un extraño portal se había abierto tras ellos. Parecía ser una enorme estructura de plasma gelatinoso de colores oscilantes y brillantes, que cambiaban desde el azul al púrpura. El portal hacia su hogar estaba abierto, ahora sólo quedaba traspasarlo.

- ¡Rápido! – Gritó Helga. - ¡Regresad a casa! – Les ordenó la paladín. - ¡Encargaos de que las almas regresen y hacedlo rápido! ¡No sé cuánto podré aguantar!

Breko, el último clérigo de Ashtar no era capaz de ver quién acababa de entrar en la fortaleza, pero su voz bastaba para identificarlo, un halo de miedo y desesperación atenazó su mente y su cuerpo, si él estaba ahí, ellos iban a morir irremediablemente.

Pero los caminos del señor son inexcrutables y en el instante Mismo que creyó que su fin había llegado, un viento fresco como nunca había sentido le llegó de la espalda... Podía ser cierto? El portal llegaba en el momento justo?

-rapido! Regresad a casa! Escucho. Era un milagro. Por Ashtar bendita mil veces. La paladines lo había conseguido.

todo el mundo para dentro! Obviad a las criaturas y entrad en el portal! Entrad si no queréis el tormento eterno!!!

Tras eso el clérigo hizo que su guadaña golpeara nuevamente al demonio que había decidido quedarse a luchar al recibir refuerzos. Habían ganado la batalla, pero a él le había costado la cabeza, pues el golpe fue certero y donde antes el demonio tenía cabeza, ahora tenis un chorro de sangre cual fuente a presión.

-serge, edzard, cleon! Corred! Ya os he quitado un obstáculo. Al portal!

Dijo el clérigo mientras corría al vórtice empujando a las almas que fueron cayendo a su interior mientras eran empujadas a trompicones por el clérigo.

Uno a uno fueron desapareciendo y tras ellos el clérigo que no deseaba estar ni un momento más allí.

intenta saltar dentro Helga! Quizas Ashtar nos ayude en este momento! Dijo justo antes de desaparecer.

Khorvin adoptó una mueca de asco al oir aquellas malevolas palabras. Su ferrea fe en el dios de los mares no le permitía sentir temor por ser o criatura de este o cualquier otro plano, pero mentiría si negase que la presencia del mago rojo turbó su mente.

Al rededor de la voz del conjurador se arremolinaban todo tipo de sensaciones y halos malignos. La mera presencia de aquel demonio vestido de hombre era un insulto para cualquier dios, pero él ya había sido advertido por el suyo, y su misión no era la de plantarle cara... o al menos no de momento.

Con la base de su tridente golpeó el suelo con fuerza, inundando la zona sagrada de una reberveración cristalina agradable a los oídos.

-¡No dejéis que ese descarriado con ínfulas de grandeza atenace vuestros corazones, camaradas, puesto que Khorvin ha sido traído ante vosotros para ayudaros en este trance! ¡Sus blasfemias pueden parecer un viento aciago.... ¡pero por mi sangre corre la Tempestad inabarcable de Crabtas! ¡Corred al portal, pues os cubro la retirada!

Aquella confiada arenga reconfortó en parte el afligido corazón de Marku, que parecía haber sido afectado por la llegada del mago.

Tras girar dos veces el tridente sobre su cabeza, lanzó dos rápidas estocadas al demonio que les hacía frente, inflingiendo  dolorosas heridas en su pútrida piel.

Agarrando del brazo  a Marku, dió un paso atrás, para ir acercándose hacia el portal.

-No lo dudes y corre hacia la salida, muchacho, te cubro. le dijo el paladín.

-¡Sagrada montura de Crabtas! dale un respiro al bueno de Cleon! ¡Protege a Helga!-gritó el heraldo marino sin siquiera desviar su mirada para buscar al Kelpie, quien de forma obediente dirigió su atención hacia el explorador que se encontraba batallando contra dos demonios.

Los carrillos de la criatura se hincharon de forma desmesurada hasta sobrepasar incluso el tamaño de la cabeza de el animal mágico. De pronto, un afilado chorro de agua a presión surgió de la boca de la montura, cruzando por encima de las almas que habían empezado a desplazarse hacia el portal e impactando de lleno contra el enemigo más cercano a la conjuradora.

Dando un salto digno del batracio al que se asemejaba, se situó entre aquel enemigo que había herido a distancia y Helga.

-¡No pierdas de vista al resto! ¡puede que alguno necesite tu asistencia!

La nueva aparición conmocionó un poco a Cleon, pero apenas influyó sobre la concentración que llevaba en el combate. Escuchó como por fin Helga había conseguido abrir un portal por el que sus amigos podrían escapar. Una sonrisa cubrió su rostro, llegó el momento de las despedidas, pero no iban a ser abrazos ni deseos de volver a verse lo que iba a pasar, sino una desbandada general, una huída descontrolada.

- ¡ Vamos ! ¡ Moverse ! ¡ Atravesad el portal mientras aún podáis hacerlo !

Cleon arengaba a las almas perdidas a que se movieran sin mirar atrás, mientras cubría su huída.

Tan cerca y tan lejos - pensó fugazmente, pero no abandonaría aquel plano, no sin Helga.

El ver el portal le había hecho perder momentáneamente el control, con un gesto señaló al nuevo demonio^D12 que había atravesado sus defensas y al instante Alsvid se lanzó por él. Cleon aprovechó el momento para tomar la poción que había reservado para este instante. Tras engullirla de un trago intentó golpear a la bestia.

Con la espantada de Breko algunas de las almas cayeron al interior del portal. Otras no obstante, se resistieron a abandonar el plano tan fácilmente. Helga seguía concentrada en el conjuro. Sudaba a mares y se notaba que le costaba mantener abierto el vínculo entre las dos realidades. Si alguien la desconcentraba o perdía las fuerzas, sin duda su única vía de escapa se cerraría para siempre.

La guadaña de Breko, ya sin su amo en ese plano de realidad acabó con la vida de otro de los seres oscuros. Aquel instante lo aprovechó Edzard para salir corriendo hacia el portal. Ninguno de aquellos demonios estaba a su alrededor y sabía que la única oportunidad que tenían de sobrevivir era siendo rápidos.

Lo mismo hizo Markku siguiendo las instrucciones de Khorvin. El heraldo de Crabtas había resultado muy convincente y a decir verdad, Markku estaba muy predispuesto a ser convencido. Tras su marcha, eran menos los ajenos al plano que todavía permanecían en éste y si todo iba bien, pronto la mayoría lo abandonaría.

- ¡Sígueme Serge! – Exclamó Edzard llamado la atención del ladrón.

Acto seguido miró a Cleon. Sus heridas empezaban a sanar de forma mágica y era evidente que estaba dispuesto a seguir luchando hasta que la horda se abalanzase sobre él. Nada podía hacer o decir para convencerle de que le siguiera, pero debía intentarlo.

- Ven con nosotros Cleon. – Le dijo. – Podemos buscar a Helga más adelante. – Habló sin demasiada convicción. – Decidas lo que decidas, he de decirte que ha sido un honor combatir a tu lado. – Y tras esas palabras corrió refugiándose en el interior del portal.

- Te espero al otro lado, hermano renacido con la marea. – Le dijo Markku a Khorvin. - ¡Suerte y ven tras mis pasos! – Le ordenó.

Markku salió corriendo reencontrándose con Edzard justo antes de dar el salto al plano material. Ambos se miraron y una sonrisa surgió en sus rostros. Pasarían juntos al otro lado. Juntos como desde hacía mucho tiempo, pues Edzard era para Markku el padre que perdió de niño y Markku el hijo que nunca tuvo para Edzard. Un segundo después ya no estaban allí.

Los demonios estaban siendo demasiado duros de pelar para el gusto del ladrón. Y ni siquiera parecían estar haciendo algo para detenerlos, ya que por cada monstruo que eliminaban entraban dos en el área del santuario. Pero Serge Leblanc gustosamente se habría quedado con todos los monstruos del mundo si a cambio aquella encapuchada figura carmesí nunca hubiera hecho su aparición.

Un terror gélido envolvió al ladrón con sus fríos dedos, como si quisiera exprimirle la vida poco a poco. ¿Ese era el mago rojo al que tenían que derrotar? ¿Pero qué demonios les habían encargado? ¡Ese ser no era algo a lo que ellos pudieran enfrentarse, mucho menos vencer! La desesperanza y el negro vacío de la locura mordieron fuertemente el corazón del ladrón, haciendo que su mente empezara a doler tanto como las heridas que llevaba en esa batalla.

Entonces hubo un temblor, una especie de sacudida. Y las voces de sus compañeros le devolvieron la esperanza. El portal estaba abierto. Edzard no tuvo que decirle dos veces que fuera hacia la salida de toda aquella locura, ya que Serge echó a correr como nunca había corrido en su vida.

 -¡Larguémonos!

Y sin pararse a mirar atrás, el ladrón saltó al interior del portal.

Tras los pasos de Breko, Edzard y Markku, el siguiente en desaparecer en el interior del portal no fue otro que Serge. Ya suficiente había luchado por sus compañeros y las almas pérdidas. De hecho, había luchado mucho más de lo que el mismo esperaba demostrando una valentía que creía no tener antes de acceder a aquel plano de locura, perversión y crueldad infinita.

Cada vez eran menos los seres de bondad que permanecían en el plano caótico maligno. Cada vez menos los que resistían contra las hordas de demonios. Éstos aullaban llenos de ira, pues sus presas empezaban a desaparecer, habiendo hecho un verdadero estropicio entre los suyos. Muchos habían sido los demonios defenestrados y aquellos seres ajenos al plano iban a derrotarles en sus propios dominios.

Así como los héroes iban desapareciendo en el interior del portal, camino del plano material, iban siendo menos los que podían acompañar a las almas perdidas del otro lado. Aquellos seres a los que se les había extraído la voluntad, no se moverían si alguien no les empujaba. Breko consiguió regresar a algunas almas, pero ni Markku, ni Edzard y tampoco Serge, se habían preocupado de hacer lo propio con las restantes.

Lope quería continuar la lucha, pero el miedo al mago rojo le hizo repensarselo.

Cuando se disponía a retirarse a su plano confirmo horrorizado como la mayoría de sus compañeros, fruto del pavor, habían vuelto a Gea sin hacerse cargo de ninguna alma.

-khorvin que tú bestia aprese al demonio que tiene al lado para interrogarlo en la prisión! Tú haz caso omiso a los demonios! Debemos devolver las almas a casa!!!

Tras dar instrucciones se giró al ser despiadado que le miraba con ansias de sangre. -dile una cosa a tu amo de parte de Lope de Vilerrés... Volveré!!

Tras estas palabras que desconcertaron al demonio Lope haciendo gala de sus volteretas, se acercó al portal y empezó a empujar a las almas a su interior, no fue hasta que todas estuvieron de vuelta a casa que el batidor se desvaneció en el portal.

-Cleon, Helga, este no es el final, lo dijo el amo del tiempo, contad conmigo, os encontraré.