Partida Rol por web

Breko agarró con furia su guadaña. Deseaba rasgar la garganta de aquella bestia. La quería muerta y sentía odio. No debería hacerlo, pues tan solo debía sentir compasión por aquel alma descarriada. Pero ya no, Breko deseaba muerte y venganza y no le importaba ya que aquellos sentimientos atentaran contra sus creencias y pudieran causar la pérdida de sus poderes divinos por tal razón.

Había matado muchos demonios durante su vida, se había enfrentado a infinidad de seres del averno, pero ese era diferente. No por ser el más poderoso o el de mayor rango al que se había enfrentado. No, Breko había matado a demonios mayores que a aquel marilith, pero aquel era especial para Breko. Era especial porque podía ser el último.

Acabar con aquel ser era lo último que deseaba hacer en aquel plano. Su plano natal, su hogar, era un lugar que deseaba abandonar fervientemente para nunca regresar. No estaba apegado a aquel lugar. Tan solo un pavo sin consciencia podría ser feliz allí. Él deseaba abandonarlo y aquellos ajenos recién aparecidos eran su llave para hacerlo.

- ¡Por Asthar y por los caídos! - Gritó con ira y descargó un potente golpe contra el demonio cortando su gruesa piel con la hoja de su guadaña.

Markku vio como Breko trataba de sesgar la vida de aquel demonio con fervor, casi con pasión y cogió fuerzas para seguir luchando, pese a creer que se hallaba ante una causa perdida.

El guardia de la prisión lanzó dos ataques rápidos con su espada larga. Aquella espada que tantas veces había probado el sabor de la sangre y que sin embargo parecía estéril ante aquel monstruo. Pese a que le golpeó, no logró abrir herida alguna en la piel de aquel ser.

- ¡Por Gorant el Gris! - Exclamó desesperado. Habían sido dos buenos golpes, pero nada y ya empezaba a creer que cuánto hiciera sería inútil. - ¡Ayúdame Gorant, tu humilde siervo te lo implora! - Oró en alto.

Lanzó entonces un ataque a la desesperada incrustando su espada corta en la parte inferior del cuerpos de aquella víbora.

El disparo de Serge pasó rozando de nuevo el cuello de la bestia. Por desgracia en esta ocasión no llegó a impactar contra su objetivo, lo que sin duda hubiera causado unas heridas muy graves en aquel ser.

Por su parte, el ataque lleno de rencor por parte de Cleon y tras el ataque a Alsvid que le había dejado moribundo, también falló. El lobo respiraba cada ves con mayor dificultad y moriría en breve si no recibía ayuda.

Lope vio como el clérigo de Ashtar atacaba con su guadaña, que formidable arma! pensó. Incluso él había sido capaz de traspasar la dura piel de la bestia, pero el batidor aun no había probado carroña...

-POOOOOR AAAAASHTAAAAAAAR!!!! gritó mientras corría hacia la bestia dando un salto por encima de su  nuevo amigo impactándole en uno de los brazos con su pequeña hacha de mano.

Tras ver como literalmente le cortaba uno de sus brazos a la bestia, dejando caer el arma que portaba en ella, La criatura lanzó un grito horrible que atemorizaría al mas aguerrido soldado de la guardia de Vilerrés.

El batidor cayó en el suelo con una técnica perfecta, fruto de años de entrenamiento y mirando hacía arriba vio como la criatura clavaba sus ojos teñidos en sangre en él, por lo que optó por volver a su lugar.

-Yo me largo!!!!! Dijo enseñándole el culo a la demonio. Ven tras de mi si te atreves arpia de turgentes pechos!!

Khorvin parecía no sufrir temor alguno por la bestia híbrida y lo cierto era que la eternidad en el purgatorio abisal le había curado de todo espanto, pues la pasó entre hibridos marinos de toda casta.

Tras girar varias veces el tride te sobre su cabeza, movimiento que iba acompañado de un  gutural chillido,  alzó su recién adquirido escudo , encarandolo hacia el demonio y, tras una orden emitida al grito de _ Tsaaai!! su escudo revestido de afiladas  espinas quitinosas empezó a emitir una lluvia de agujas que cubrió la piel de la criatura.

Sin dar un respiro a ser abominable de su boca volvió a surgir una orden en grito. -Teh'ka!  que provocó que del relieve de pulpo labrado exquisitamente en la hombrera derecha de su armadura surgiese un chorro a presión de tinta que fué a parar diréctamente al rostro del monstruo que les estaba presentando batalla.

Con la satisfacción reflejada en su sonrisa, motivada por el hecho de que sus ataques hubiesen llegado a buen puerto, golpeó con su tridente  sobre el suelo que se encontraba a sus pies.

-¡Montura de las profundidades! ¡Kelpie! ¡El heraldo de Crabtas te requiere!

Cerca de los pies de Marku surgió un pequeño remolino de de agua espumosa que empezó a girar sobre si mismo con virulencia. Del mismo, como si de una ola se tratase, emergió una criatura similar a un caballo, pero donde debería encontrarse el corto pelo del animal en su lugar había la viscosa piel de un batracio.

La criatura batracia  pareció bostezar nada más hacer acto de presencia. Sin esperar orden alguna por su convocador encaró al demonio y tras ponerse sobre sus patas traseras lanzó dos zarpazos con  sus garras delanteras, acompañados por lo que pareció un latigazo ejecutado con su extensa y húmeda lengua.

Aquella grácil criatura esquivó con suma destreza el chorro de tinta que iba dirigido contra su rostro. No así pudo esquivar aquellas púas procedentes del característico escudo del extraño y renovado Khorvin. No obstante y aunque se hincaron en su piel, no parecieron hacerle demasiado daño.

Si le molestó algo más el extraño ser que parecía que Khorvin, el heraldo marino de Crabtas, acababa de convocar. Sus garras golpearon contra aquel ser y una larga y pegajosa lengua surgió de su boca golpeando contra el rostro femenino de aquel demonio y sonando como una poderosa bofetada.

Edzard por su parte no se rendía. Esgrimiendo su fiel espada lanzó un golpe ascendente que impactó contra uno de los brazos del demonio haciendo que prácticamente perdiera la espada. Un segundo impacto, esta vez descendente fue a parar a la zona de su cola de serpiente haciendo saltar por los aires algunas escamas de aquel monstruoso ser.

- ¡Debemos acabar ya con este ser! - Observó Edzard. - ¡El conjuro de santuario no durará demasiado! - Señaló la puerta.

Los demonios se apelotonaban alrededor del umbral de la puerta. Sus horripilantes rostros plagados de dientes babeantes sin labios y con aquellos ojos oscuros, les miraban con deseos de muerte. Parecían cada vez más decididos a penetrar en el interior del baluarte. Si eso sucedía y el conjuro que les debía llevar de vuelta a Gea no había surtido aun efecto, estarían muertos.

El demonio parecía en esos momentos realmente enfadado. Examinó el escenario del combate y en cuanto lo tuvo controlado atacó sobre Markku. Aquel golpe con una de las espadas que destacaba sobre el resto por su gran tamaño, se incrustó en la clavícula del guardia, provocando un intenso dolor y que un chorro de sangre manchara el suelo a su alrededor y salpicara sobre Edzard y el propio demonio. El guardia comenzó a ver borroso y acto seguido se tambaleó cayendo de bruces contra el suelo totalmente inconsciente.

- ¡Habath dag’hur! – Exclamó entre risotadas aquel ser visiblemente embravecido tras derribar a Markku.

Un segundo ataque alcanzó a Serge. Aquel bribón no estaba acostumbrado a ser el blanco de los ataques. Solía pasar bastante desapercibido en aquel aspecto. Estaba adiestrado para ello. Por ello había guardado cierta distancia de seguridad entre el demonio y él mismo. Sin embargo, el alcance de aquel ser de enormes proporciones era mucho mayor del que había previsto. La herida sufrida no le mataría, pero sin duda sería muy molesta de cara al resto del combate.

El siguiente espadazo de aquel ser golpeó con fuerza sobre Cleon. Una herida terrible se abrió en su cuello. El cazador se llevó las manos al cuello, tratando de taponar la hemorragia, pero la herida era terrible y sin duda lo mataría si no conseguía detener la pérdida de sangre. Su vista comenzó a nublarse y por mucho que trató de evitarlo, finalmente cayó al suelo inconsciente y moribundo.

- ¡Habath dag’hur dakya! – Volvió a decir aquel ser que disfrutaba con la muerte de sus enemigos.

Llegó entonces el momento de un nuevo ataque. Éste fue dirigido contra Edzard. Por suerte pudo moverse en el último momento evitando daños mayores que podrían haber cercenado su cuello de un solo mandoble. El impacto acabó en la espalda del anciano y aunque doloroso no sería mortal.

Otros dos espadazos recayeron sobre Khorvin. El primero de ellos impactó de lleno contra su armadura superándola con bastante facilidad e incrustándose en su piel. Por suerte, el segundo ataque chocó contra el tridente del heraldo, que pudo esquivar una nueva herida.

El coletazo fue a parar contra Loperick. En su carrera por hostigar a aquel ser, llamó la atención del mismo. Aquel letal coletazo le golpeó por la espalda haciéndole caer al suelo. El trompazo que recibió casi le hizo perder la respiración, pero finalmente se recompuso y recuperó sus armas caídas al suelo para seguir combatiendo a aquella bestia del infierno.

Los monjes al ver caer a Markku y Cleon corrieron por tal de salvarles la vida. Uno de ellos llegó junto a Celon y se concentró para conjurar una plegaria que recuperaría, al menos en parte, las heridas del cazador. Una luz dorada iluminó las palmas de sus manos y con un simple toque, la mortal herida del cuello de Cleon se cerró y el cazador recuperó la consciencia y el control de sus actos. Como por arte de magia, Alsvid abrió los ojos y se puso en pie aun malherido, pero dispuesto a seguir cualquier orden que su amo le diera, aunque ésta implicara su propia muerte.

No tuvo tanto éxito el segundo monje que corrió para auxiliar a Markku. Un golpe con la espada hizo que cayera al suelo malherido y para cuando trató de lanzar su conjuro de curación, algo fallo y Markku permaneció desangrándose en el suelo. El guardia de la prisión, agonizante poco o nada podía hacer por salvar su vida si no era ayudado por alguno de los allí presentes.

Breko se sintió mal por haberse vuelto a lanzar al combate cuando no era esa su principal fortaleza, los conjuros!! pensó. Solo con la magia de la Dulce Muerte tendré alguna posibilidad de ayudar en este combate!

-Ninpo! Kuchiyose!!! gritó el clérigo levantando la mano, de la cual surgió una especie de escudo que chirriaba como si miles de insectos se arremolinaran en un único punto. El escudo, que parecía levitar junto al brazo del servidor de Ashtar tenía una apariencia extraña, parecía moverse como si miles de diminutas criaturas lo conformaran.

-A él mis aladas criaturas!! regocijaros con sus heridas y presentarle a nuestra querida Señora Todopoderosa!!! JUAJUAJUAJUAAAAAA!!!!

De pronto el escudo que se acababa de formar se deshizo en miles y miles de diminutas criaturas, era absurdo pensar que hacía unos instantes no existian y que antes aún ocupaban el espacio de un escudo, pero ahora una plaga de escarabajos voladores se alargaba como una nuve en dirección a la Demonio que no se esperaba lo que le venía encima, su cara cambió estrepitosamente como si tuviera temor a los insectos.

Los bichos volaron directamente encima de la engendro, posándose sobre ella haciendo el efecto de un jersey de bichos que empezaron a consumir su carne, en especial las heridas fruto del combate. La marilith trató de quitarselos de encima, pero sus armas eran inútiles contra tan diminutos seres, ademas, por cada 100 que chafaba, 200 parecían ocupar su lugar, provocándole una agonía justificada.

Breko, satisfecho con las molestias que le había causado a ese ser demencial, corrió hacia Markku, al cual se le escapaba la vida por segundos.

-Ninpo! ninpou souzou saisei!!!!! dijo mientras posaba su mano en el pecho de Markku haciendo que se sanaran muchas de sus heridas.

-Levantate Markku Imrolt! luchador de la Dulce Muerte! pues nuestra señora te quiere batallando al mal que nos rodea!!!

Cleon debería estar muerto, pero había regresado, le habían traído de vuelta. Agreaeció al monje su gesto (quizás inútil, pensó) que le permitiría al menos un último ataque.

No le preocupaba morir y menos si era defendiendo a su amada.

- ¡¡ Helga !! ¡ Sería un buen momento para abrir el portal !  ¡ No aguantaremos mucho más !

El ataque con los insectos había sido providencial ya que al menos distraería un poco al espantoso ser, pero aún venciéndole las hordas que había tras él los arrasararían.

Cleon ya había escogido y no temía morir, pero esperaba durar un poco más para dar tiempo a sus amigos, pero todo dependía de Helga.

Vamos... un ataque más. - Sonrió mentalmente deseando poder dar un último buen golpe a la criatura. Alsvid, casi como él, regresando del más allá también parecía dispuesto a un último ataque.

- Adelante, campeón. - Golpeó con fuerza a la bestia a la vez que su fiel mascota intentaba una vez más hincarle los dientes.

El lacerante dolor que le recorrió el cuerpo fue sin duda alguna, la peor sensación que el pícaro había sentido en meses. Ni siquiera cuando aquel maldito cangrejo puntiagudo le atravesó el pie lo había pasado tan mal. La herida le ardía y su sangre caliente era absorbida por su ropa, formando una cálida mancha cada vez más grande. Aunque la herida no parecía mortal, sí que era molesta en grado sumo, haciendo que la aparentemente sencilla tarea de apuntar y disparar se volviera una proeza.

 -¡Bon sang pelirroja, escucha a tu marido!

Porque como no abrieran ese portal de inmediato, acabarían todos hechos puré a manos de aquella ramera infernal.

Aguantándose el dolor como podía, el ladrón apuntó su arco y disparó de nuevo tratando de acertar en puntos débiles y desprotegidos de la criatura. Le iba a devolver aquella herida con creces.

Tras la intervención de Breko,Markku abrió los ojos y estos ardían en deseos de venganza. Cualquiera en su caso se hubiera sentido totalmente desconcertado. Temeroso por haber rozado la muerte y confundido ante aquella recuperación milagrosa tras la interdicción de un dios a través de uno de sus siervos.

Pero Markku no sintió miedo o confusión alguna. Tan solo deseaba matar y nada iba impedírselo, pues había experimentado la muerte y era muchoas dulce que permanecervun solo minuto más en aquel plano de demencia extrema.

Se alzó agarrando con firmeza sus espadas y decidido atacó a aquel demonio con todo si ímpetu. El primer ataque se incrustó en el cuerpo de la serpiente. Un segundo espadazo fue rechazado y su ataque con la zurda repelido.

- ¡Acuérdate de mí rostro, monstruo del abismo! - Le gritó mientras la ira se adueñaba de sus ojos. - ¡Pues cuando nos volvamos a ver en el Gran Abismo uno de los dos querrá venganza!

El batidor decidió que ya era el momento de dar la cara, sus amigos casi habian muerto y él se encontraba casi al 100%. Se curó una carga de su cinturón y atacó a la bestia, quedandose a su lado a fin de que sus ataques se centraran en él. Algunos de sus compañeros ya no aguantarían ni un golpe. Era su momento de arriesgar la vida por los suyos.

-Muere maldita demonio! Atrevete conmigo si tienes lo que hay que tener!! dijo tras darle un profundo tajo en un lateral y quedarse a su lado atrayendo su atención.

-Si te creías que podrías atacar a siervos de Ashtar sin consecuencias, estabas muy equivocada!!!

Recomponiéndose del ataque recibido  volvió a cubrirse tras su escudo mágico.

-¿Osas hacer frente al enviado mismo de la furia del océano? ¡Cara pagarás tu osadía! -¡Tsaaai!!

Una nueva lluvia de púas volvió a surgir del escudo en dirección a la criatura

Apenas había cesado el flujo de espinas cuando Khorvin dió una vuelta sobre si mismo, ganando velocidad en su primera estocada de tridente al crito de -¡Crabtas!¡Que sea presa de tu furia!

Una nueva estocada, esta vez más rapida, siguió a la primera, encontrando ambas la carne de su presa.

El ser caballino emitió un gorgoteo de furia al ver como atacaban a su nuevo amo. sin duda parecía realmente enfurecido por las heridas sufridas por el Heraldo del gran Dios Crabtas, el cual había confiado en esta bella criatura para ayudar a su servidor en la lucha contra el mal.

-Hurubulu! fue lo único que lograron entender los que se hallaban en la liza mientras este se ponía a dos patas cual esbelto caballo de guerra, para golpear con sus dos patas al demonio, terminando con un impacto de su vigorosa lengua.

La primera de las patas fue esquivada magistralmente por uno de los brazos del marilith, pero eso mismo permitió que la otra le golpeara en esa misma extremidad. Para sorpresa del demonio una bofetada de la lengua en plena cara la cogió desprevenida.

Llegó el momento en que Edzard se decidió a atacar tras haber ver como Khorvin y su extraño compañero animal, junto con Lope, Serge, Cleon y el resto, estaban dando bastante complicaciones a aquella aberración del inframundo. Lo cierto es que al ver todas las heridas que aquel demonio había recibido, comenzaba a desesperanzarse y empezaba a creer en su inmortalidad.

El anciano, fatigado lanzó dos ataques con su espada. El otrora efectivo guardia, no logró impactar contra aquel ser ni una sola vez. Se le notaba cansado y que sus fuerzas empezaban a flaquear. No era el momento de rendirse, pero no es que su voluntad flaquease, sino que su anciano cuerpo empezaba a decir basta.

Tras aquellos ataques, el demonio entro en cólera. No obstante, sucedió algo que nadie había previsto. La tinta que había quedado pegada en el techo del baluarte, como por intervención divina cayó sobre el rostro del monstruo cegándole de forma parcial. Eso para nade hizo que cesara su sed de muerte.

Lanzó un poderoso ataque contra el último de los que habían intentado en vano acabar con su existencia. Edzard recibió un poderoso impacto. Por otra parte, el monje que había intervenido para salvar a Markku con escasa suerte, recibió entonces un poderoso impacto en la espalda que le dejó maltrecho en el suelo. Fue en ese preciso instante cuando un poderosísimo coletazo le golpeó de nuevo haciendo que saliera despedido y chocara contra la pared. Al caer al suelo todos observaron que había muerto, pues se había partido en espinazo tras el impacto.

El demonio lanzó entonces algunos ataques a la desesperada, que tan solo impactaron contra el aire. Todo un alivio tras el constante castigo que habían estado recibiendo de forma continua desde que empezara el combate. No obstante, un último espadazo impactó contra el brazo de Serge, abriendo una nueva y profunda herida en el mismo, que tardaría tiempo en sanar de no intervenir la magia divina en ella.

- ¡Os arrepentiréis por esto! - Balbuceó aquel ser en medio de un ataque de cólera intenso. - ¡El Mago Rojo se encargará de vosotros! ¡Sus hordas os devorarán hasta el tuétano de vuestros huesos! - Les amenazó. - ¡No quedará ni un resquicio de lo que fuisteis! - Y entonces comenzó a reír de forma macabra.