Partida Rol por web

Un timido rayo de sol cruza la capa de nubes grises y proporciona un simulacro de calor a los pasajeros que se encuentran en la cubierta del "Hoja de Otoño". La nao te ha traido des de la Bahia de los Cangrejos entra ahora en el puerto de Desembarco del Rey. Ves como los muelles se acercan mientras te arrebujas la capa, el frio será algo menor que en el Valle y habrá algo de sol pero sigue siendo invierno.

Si quieres llegar hasta los aposentos de Cersei, si quieres siquiera poder acercarte al Justicia del Rey deberás empezar por abajo. No conoces a nadie en la Corte ni en la ciudad así que primero necesitarás un sitio donde dormir y luego lograr la manera de entrar en la Corte.

Amarrais y desciendes con tus pertenencias al muelle. Echas a andar y te internas en el bullicio de la ciudad.

Dicen que los habitantes de las montañas son más resistentes que los demás debido a la altitud en la que crecen. Sin embargo aquí, en medio de Desembarco del Rey, no me siento especial ni diferente: quizá sea porque en mi ciudad nos repartimos bien el aire que respiramos, pero en la capital la densidad de habitantes es tal que apenas queda para repartírselo; y sin embargo si que parece haber frío para todos. No obstante, dejar el barco, aunque sea para llegar a esta empalagosa ciudad, me supone una alegría: los verdaderos habitantes del Valle no tienen afición por el agua salada, y desplazarse por ella es siempre una excepción y no una regla.

Con Tywin Lannister como rey en la sombra, la elección de su hija Cersei como esposa de Rhaegar parece inminente, y supone otro impedimento a superar para lograr mi objetivo. No solo tenía que ganarme un puesto como su dama de honor, tenía que hacerlo antes de que llegara a ser princesa: si acercarse a la hija de la Mano parecía muy arriesgado, intentar caer en gracia a la esposa del heredero era simplemente descabellado.

Con ganas de descansar antes de pensar en algún plan, tiro de mi montura en busca de alguna posada decente (pero nada más) para una noble.

Arrastras tu caballo por las calles empinadas, dejando atrás el muelle y ascendiendo hacia la Fortaleza Roja, el castillo real. Buscas una posada decente durante un buen rato, avanzar por las calles es ya complicado de per se debido a la multitud. Que la nieve al fundirse haya dejado las calles convertidas en un lodazal no ayuda en lo más minimo. Tras dar un buen montón de vueltas llegas a una posada que parece decente. El cartel encima de la puerta dice "El Dragón Furioso" en letras negras y hay un dragón bastante mal dibujado acompañando al letrero.

Cuando te decides a entrar casi te topas con un joven caballero que sale con prisas de la taberna mientras grita algo sobre un caballo.

El interior es limpio y espacioso, una gran sala general con un buen fuego y unas escaleras que llevan a la planta superior donde seguramente haya habitaciones disponibles. Una muchacha joven atiende tras la barra en la que hay un vaso de cerveza aún por tocar.

"El Dragón Furioso, ¿eh? Espero que no sea una señal sobre la supuesta locura de Aerys...". Supongo que el interior esta lo bastante embarrado como para no preocuparme por las huellas que yo deje, pero aún así prefiero cambiarme rápidamente y tener más aspecto de noble de la que ahora mismo tengo. Dejando el caballo atado fuera, me dirijo hacia la muchacha y espero a que me atienda, aunque algo inquieta por si intentan robarme la montura: tenía muchas posesiones valiosas, y mi padre había insistido que varios barrios de Desembarco no eran seguros. "Espero que no sea éste; de todas maneras, esta posada estaría fuera de lugar...".

- Buenos días, posadera. Mi nombre es Paula Piedra y desearía alquilar alguna habitación cómoda. Fuera tengo a mi montura, así que incluya en el precio los cuidados del corcel en su establo.

Si conseguía una habitación, subiría mis pertenencias hasta ella y me cambiaría de ropa. Más tarde decidiría sobre si quería comer o dedicarme a otros menesteres.

La muchacha deja de fregar los vasos para contestarte. Notas que aunque trata de no mirar la cicatriz en tu cara le es dificil no hacerlo,

Buenos días. Si, hay habitaciones libres. La habitación individual son dos venados a la semana. Aunque tambien tenemos habitaciones compartidas si te parecen caras. Las comidas se pagan aparte. El cuidado del caballo será un venado extra por semana.

No deseo compartir habitación con unos desconocidos; el precio por una individual no es excesivo, pero por intentar regatear solo podía sacar beneficios:

- ¿Y que tal 2 venados y 28 peniques de cobre la semana incluyendo habitación individual y cuidados para mi corcel? No escatimo gastos en comida, y cuando entre al servicio de la casa Lannister puedo hablar bien de esta posada...

Si no aceptaba, no iba a alargar más el asunto. El caballo seguía fuera sin atender: no iba a arriesgar casi todo mi equipaje por ahorrarme medio venado a la semana, y tampoco tenía pensado pasar tanto tiempo en el establecimiento para que los beneficios de la rebaja fueran interesantemente rentables.

Lo siento pero dudo que al patron le haga gracia que vaya ofreciendo rebajas. Así que me temo que el precio es innegociable. ¿Trabajas en la Corte? Pregunta sorprendida.

- Aún no -"si lo hiciera no me hospedaría aquí..."-. Pero mi sangre es enteramente noble aunque tenga apellido de bastarda y mi padre ha movido hilos en la corte, así que es cuestión de tiempo que compare vuestras habitaciones con las que ofrecen los Lannister -añadí una media sonrisa, la máxima expresión que podía lograr con los labios sin parecer grotesca. Abrí mi bolsa y le dejé 3 venados en el mostrador-. ¿Podría alguien ayudarme a subir el equipaje que tengo en mi montura, atada al exterior, y de paso enseñarme mis aposentos? Más tarde decidiré si quiero comer o prefiero realizar antes otro tipo de actividad.

Si claro, como quieras. Sigueme.  La muchacha sale de detrás de la barra, tampoco es que el local esté muy concurrido, y por una portezuela lateral saliis a un callejón que va a dar a la calle donde se encuentra la puerta principal. Tras arrastar tu caballo a un establo en el fondo del callejón la muchacha te señala unas escaleras de madera que van a dar al callejón des de el segundo piso de la posada. Estas tambien van a dar a las habitaciones, por si la taberna estuviese cerrada. 

Las escaleras crujen mientras subiis. La muchacha abre la puerta y avanzais por un pequeño pasillo con puertas a lado y lado. Abre una de las del fondo y ves ante ti una habitación pequeña pero limpia, iluminada por una pequeña ventana en la pared. El mobiliario es escaso: la cama, un arcón, un orinal y nada más. Si te parece bien puedo darte la llave ahora mismo. Por cierto mi nombre es Vane por si necesitas algo más.

- Gracias, Vane. Por ahora no necesito nada más, déjame la llave y empezaré a deshacer mi equipaje.

Cuando se va abro el arcón y voy colocando mis prendas y demás piezas del equipaje dentro. Luego me cambio de muda, aunque por ahora no me pondré los brazaletes, no mientras no esté en la corte.

No sé si me gustaba la escalera del callejón. Serviría en casos de emergencia y para entrar y salir sin tener que pasar por la sala principal de la taberna; pero esto último también servía para que bandidos o algo peor pudieran llegar a las habitaciones directamente. En fin, ahora mismo no era algo por lo que tuviera que sufrir, pero si continúo aquí y algún Payne ya se ha visto agraviado por mí, me sería difícil dormir.

Más tarde bajo al salón y disiento con la cabeza en caso de que Vane me mire esperando que pida algo. Tengo que empezar a moverme, y el primer lugar que tengo que visitar yendo a pie es la capilla de la capital, rezar a los 7 y curiosear sobre los allí presentes. Si es que podía encontrarla en esta enorme y desconocida ciudad...

Alzas la vista. Seria dificil perderse de camino al Gran Septo de Baelor. Es sencillo, el septo está en la Fortaleza y la Fortazleza está en la cima de la colina que controla la ciudad por lo que bastará con caminar siempre hacia arriba. Te abres paso dejando atrás el barrio de los mercaderes y subiendo por empinadas calles a través del barrio noble. El bajo de tu falda se moja a base de andar por calles cubiertas de barro y nieve sucia pero al menos nadie te molesta. Tu aspecto de criada no llama demasiado la atención. Por alguna razón eso te parece incluso algo bueno. Has oido historias de lo que les puede pasar a las chicas de campo que se equivocan de calle en la gran ciudad.

Finalmente llegas a la plaza del Septo y entre la multitud que ahí delante pasa el rato y va de camino a sus quehaceres admiras las siete torres del septo, su elegante arquitectura y armoniosas proporciones.

A pesar de que haber visto la fortaleza del Valle un par de veces complica la tarea de volver a impresionarme de tal manera como el castillo custodiado por varios muros y por rampas hizo, tanto la Fortaleza Roja como el Gran Septon de Baelor son edificios admirables y majestuosos. Adoro el Valle y sus montañas, ¿pero cuanta belleza me perdía mientras estaba sentada en mi reino? ¿Que grosor tendría el Muro, cuando medían las torres de Harrenhal o a qué velocidad chocaba el viento contra la muralla exterior de Bastión de Tormentas? Seguramente no lo viera en persona nunca. Si acaso, si mi padre se salía con la suya y lograba casarme con alguien, solo podía esperar que su tierra tuviera algo reseñable que mostrarme, y aún así, el precio sería dejar el Valle...

Sin fijarme en los demás transeúntes, concentrada ya en la arquitectura religiosa, me acerco a ella contemplando sus vidrios de colores y su enorme campana. Entro en la sala y contemplo las 7 estatuas, cogiendo lugar para rezar en la del Padre, la Madre y la Doncella. Aprovecho también para buscar algún noble reconocido, o escuchar algún cuchicheo que se pueda dar entre estos muros.

En la plaza frente al Gran Septo hay unos cuantos grupitos de personas charlando en corros. Te das una vuelta y oyes algunos cotilleos interesantes. Que Cerseis Lannister llegó a Desembarco hace ya casi seis semanas pero que la situación se ha complicado con la llegada de la princesa Elia Martell. Ambas casas parecen disputarse el acceso al trono. Otro de los corrillos incluye a un loco clamando que el final está cerca y que terribles tormentas aguardan en el horizonte. Finalmente el tercer corrillo minimamente interesante discute el nuevo impuesto aprobado por la Mano y que ha encarecido el precio de la cera y de rebote el de las velas.

Unos perros callejeros meten el hocico en un monton de nieve sucia y tratan de sacar el cadaver medio congelado de una rata. Tres capas doradas vigilan aburridos en una esquina de la plaza.

Sería un gran paso en mi venganza personal hacer que Cersei Lannister perdiera finalmente en el cortejo contra Elia Martell por el príncipe Rhaegar. Cierto es que los Lannister no me hicieron nada, pero privar a los Payne de que la hija de su gobernante sea reina en el futuro empezaría a equilibrar la balanza del sufrimiento que sentí y el que los Payne deben pagar. Sin embargo, era un pensamiento demasiado irreal: no servía a ninguna de las dos casas, el compromiso se decidiría antes de que pudiera entrar en acción y en todo caso las culpas traerían vergüenza a mi padre y al Valle. Mi plan tendría que esperar hasta que Tywin hiciera princesa a Cersei.

Después de salir de la iglesia, me muevo por la plaza intentando encontrar alguien con quién pueda hablar y recibir sugerencias. Acababa de ocurrírseme otra forma de acercarme a palacio: podría buscar miembros de alguna casa juramentada del Valle. Tendría siempre en contra ser bastarda, pero quizá si me presento en nombre de mi padre y no me pillan manía desde el principio, pueda ser un camino interesante a seguir.

Mientras reflexionas de esta manera se te ocurre que si lo que deseas es entrar en la corte lo mejor sería empezar por ir fisicamente a palacio. En la colina al otro lado de la ciudad se levanta imponente con sus muros rosados la Fortaleza Roja. ¿Pero cual es el camino más directo hacia los Payne o los Lannister? ¿Hasta donde estarías dispuesta a llegar?

"Si, estoy siendo demasiado tímida. ¿Por qué no acudo directamente a la Fortaleza Roja? Aunque sea bastarda tal vez me dejen entrar. Y si no, puedo volver para buscar alguien del Valle".

El castillo esta bastante cerca del gran Septon de Baelor, pero durante el breve camino me doy cuenta de que podría haber venido mejor preparada. "Si hubiera venido a caballo, con el vestido limpio y los brazaletes de oro hubiera dado mejor impresión... Pero volver ahora a por ello es demasiado pesado". Al llegar, buscaría la entrada principal y me dirigiría a alguno de los guardias.

Llegas a la plaza que se abre delante de la Puerta de los Traidores. En cuanto alzas la vista descubres el porque del nombre, cuatro cabezas clavadas en picas presiden sobre las almenas nevadas. Por la puerta del castillo enra y sale un flujo de personas constante. Criados, chicos de los recados, comerciantes con negocios con la Fortaleza, algun pequeño noble y demás cruzan el enorme portal bajo la mirada atenta de cuatro Capas Doradas, miembros de la guardia de la ciudad.