Partida Rol por web

Intento no fijarme en las cabezas podridas: era una visión incluso peor que cuando me miro al espejo, y un aviso de lo que me podía ocurrir cuando ejecutase mi venganza. Me dirijo hacia alguno de los capas doradas, aquel que parezca el líder:

- Buenos días, soldado. Mi nombre es Paula Piedra y busco al encargado del servicio de palacio. A pesar de mi apellido bastardo, mi padre, Lord Horton Redfort, habla en mi favor y creo recordar que le mandó cartas de recomendación mediante los cuervos del Maestre al encargado. Si no es posible verle ahora, ruego que le dejéis mi recado, así como la dirección donde me hospedo actualmente.

Los capas doradas te miran y se empiezan a reir de ti sin cortarse.

Pues claro mylady ¿deseais que avisemos al rey Areys de que ya habeis llegado con bien? Os está esperando ansioso joven dama. Largo de aqui monstruo o te echaremos a patadas. No se admiten pedigüeños en la Fortaleza.

Obviamente ya sabía que no toda la gente de los 7 Reinos era amable y servicial. No era la primera vez y ni mucho menos sería la última en el que tuviera que tratar con tipos así:

- ¿Si no se admiten pedigüeños, como es que vos sois guardia? No creo que el rey Aerys este contento de enemistarse con Lord Horton Redfort. Obviamente no es porque le pueda tener miedo, sino por el simple hecho de que lo ha provocado un insignificante guardia que trata de malos modos a hijas bastardas reconocidas de nobles, que vienen recomendadas a palacio y no han hecho más que preguntar con cortesía. ¿Me amenazáis con echarme a patadas? ¿Me permitís expresar mi miedo? Estoy medio carbonizada, pero seguro que vuestros pies suponen un peligro mayor...

No me contuve, quería que sus compañeros se burlasen de él, se apiadaran de mi deformidad o advirtieran mis amenazas. Aunque las cosas se tuerzan, prefiero no huir: si aquel guardia me tocaba, podría armar un escándalo que podría acabar con él detenido y yo en palacio como compensación. Unos cuantos moratones y más cicatrices eran un precio bajo a pagar...

El guardia farfulla algo por lo bajo y se hace a un lado dejandote pasar.

Mira niña pasa si es lo que quieres, pero si el mayordomo te echa a patadas no vengas a quejarte luego. Así que entra y despararece de mi vista.

Y se vuelve a seguir atendiendo al trafico pues tu corta interrupción ha bastado para que se formase una pequeña cola en la puerta. Delante tuyo queda libre el paso al interior de la Fortaleza Roja.

Paso rápidamente la puerta sin darle tiempo al guardia de rectificar su palabra y sin mirar las expresiones de sus compañeros, absteniéndome de saber si están a favor de la decisión de su líder o no. Al haberse montado un poco de cola, dudo mucho que tengan tiempo para gritarme desde lejos y decirme que finalmente han decidido no dejarme entrar. "Bien, esto ya es un avance. Veamos que más podemos conseguir hoy...".

Pregunto a criados que vea sin mucho trabajo por el mayordomo principal de la Fortaleza, pero no uno personal que esté a cargo de Aerys, Tywin o algún señor o dama en concreto, que podrían tomárselo a mal.

Pasas por la puerta y entras al patio exterior de la Fortaleza. Este es una gran explanada cubierta de nieve des de la que uno puede dirigirse a la Gran Sala donde el Rey recibe en audiencia o a las dependencias del Consejo Real. O tratar de entar en las zonas más "privadas" de la Fortaleza donde se encuentran las viviendas de la familia real, el septo o la Torre de la Mano.

En un lado del patio puedes ver a un grupo de caballeros y escuderos practicando con espadas de madera. Los oyes resoplar mientras se lanzan golpes los unos contra los otros. Sentadas cerca hay un grupo de jovenes damas y sus siriventas que obervan entre risitas los ejercicios de los jovenes mientras disfrutan del brebe sol de la mañana. Aqui el trajín de personas es menor. 

A la derecha de la entrada a la Gran Sala ves una cola de comerciantes, vendedoras y recaderos que estan a la espera de que uno de los Mayordomos de Palacio tome los suministros que traen y les pague el precio. Junto a la cola se ha formado un corrillo de gentes que tras haber cobrado sus portes hablan de buen humor sobre los asuntos del reino.

No encuentro ninguno de los criados con los que preferiblemente quería hablar. Los comerciantes no sabrán nada, y acercarse a los nobles y pararles durante sus prácticas de combate por una desconocida era equivalente a pedir la muerte.

Solo quedaban las damas. Si no fuera una bastarda y no tuviera el cuerpo quemado, haría falta mucha mano izquierda para que no se preguntarán: "¿Pero quién se cree esta, que viene a hablarnos sin conocerla de nada?". Pero era una bastarda y tenía el cuerpo quemado, así que la reacción no sería tan simple, y a parte de las miradas de pena o las carcajadas de risa que pueda levantar por mi aspecto, había que añadir la peligrosidad de que no me tragaran y me mandarán apresar incluso. "Pero no tengo otra opción: no he llegado tan lejos para quedarme aquí".

Me acerco sin mucho convencimiento a las damas y sus sirvientas y cuando reparen en que me dirijo a ellas, les digo:

- ¡Buenos días, damas y señoritas! Me llamo Paula Piedra, y a parte de disculparme por mi interrupción, me gustaría preguntarles por el paradero del Maestre o Mayordomo encargado del servicio. Vengo recomendada por mi padre, Lord Horton Redfort, aunque no he fijado una cita formal.

Las damas apenas te prestan más atención que la que uno prestaria a un tonel o a una caja mientras una hace un gesto en dirección a la portezuela que se dirije hacia el patio interior como diciendo "preguntad ahí". a mayoria ni tan siquiera apartan la vista de la palestra en la que un joven rubio reparte mandoblazos de madera a cuatro o cinco escuderos que, repetidamente, dan de morros en la nieve entre las consabidas risitas de las damas y gemidos de dolor del escudero.

- ¡Gracias, damas y señoras!- les agradezco de pasada mientras observo de reojo al chico rubio al que tanto observan.

La verdad es que todo había salido mejor de lo que esperaba, así que no me importaba que apenas me hayan prestado atención. Sin vacilar, me dirijo hacia la puerta y entro.

A medida que te acercas ves que en la puerta hay un nuevo grupo de guardias, estos parecen más atentos que sus homologos de la puerta principal. A diferencia de ellos no son capas doradas si no que portan el emblema de la palma de una mano cosido en la pechera.

Cuando estás apenas a cuatro o cinco metros de la puerta oyes un pequeño ladrido, mas parecido a un ruido de rata, y ves como un perrito de aguas con lazos en el pelo sale dispadado por entre las piernas de los guardias provocando entre estos un sobresalto. Mayor es el sobresalto cuando detrás del perro y corriendo cuanto puede aparece una joven dama de la corte que grita "Florián ¡vuelve! ¡no huyas maldita sea!"

Mientras intentaba observar el escudo de los soldados que vigilaban la puerta para ver con que casa tendría que conversar, un perro llamado Florián sale disparado entre los guardias perseguido por una desconocida dama.

"¡Esta es mi oportunidad! Si lograra cogerlo, podría congeniar con la dueña del animal". Me muevo rápidamente hacia la posición donde se dirige el perro y me lanzo hacia él, sin miedo a perder la compostura de una mujer de mi edad delante de audiencia o de romperme el vestido.

Tras un salto no exento de estilo Paula va a dar con sus huesos en la nieve tras ver como Florian ejecutaba un perverso quiebro hacia su derecha y se le escapaba de entre las manos. Notó como la humedad de la nieve y el barro la empapaba a través del vestido.

La joven dama que habia salido trás el perro estuvo a punto tambien de dar con sus huesos en el suelo cuando finalmente y gracias a que Florian se para, casi uno diria que para burlarse de la muchacha caida, logra atrapar al fugitivo perro de aguas.

¡Por los siete! Mira que eres malo Florian. ¿Se puede saber por que me haces eso? Cersei me arrancará la piel a tiras como te pierdas. La muchacha se gira hacia ti con una sonrisa agradecida. Gracias muchacha,  si no hubieses saltado estoy seguro de que este maldito perro hubiese seguido corriendo hasta el Lecho de Pulgas y más alla.

Te echa un vistazo de arriba abajo y te das cuenta que no podriais ser más diferente. La muchacha es obviamente de buena cuna, un rostro agradable con dos impresionantes ojos castaños y una sedosa melena de rizos caoba. Viste ropas caras en las que lleva bordado en forma de pequeñas ostras bordadas con bandas azules hechas en hilo de plata y hilo de seda.

Por la madre. tu vestido se ha echado a perder por culpa de Florian, seria imperdonable que te dejase ir así. Sigueme, te daré un vestido de los mios para que no tengas que seguir llevando esta ropa empapada. Sigueme. Habla con el estilo de quien está acostumbrado a ser obedecido y con el perrito en las manos echa andar con naturalidad hacia la puerta que lleva al recinto interior.

La sigo rápidamente acoplándome a su ritmo.

- En realidad, señorita, ha sido culpa mía por intentar coger a Florián sin que usted me lo pidiera, y no debe saberte mal el estado de mi vestido. Debo añadir, señorita, que no estoy dentro de la Fortaleza Roja como invitada, ni como residente ni como criada; me llamo Paula Piedra y vengo a ver al encargado del servicio del castillo por si considera oportunas las recomendaciones de mi padre sobre mi persona. No quisiera que tuviera problemas por dejarme entrar a la Fortaleza, por escoltarla a sus habitaciones o prestarme uno de sus vestidos...

Ojeo a Florián. Era ridículo pensar que el perro se había detenido como burlándose de mi torpeza, pero ese gesto había terminado resultando de ayuda.

De hecho me has prestado un gran serivcio. Este maldito perro va a volverme loca. Creo que solo me han encargado cuidarlo para ver si me vuelvo loca y lo ahogo en alguna letrina.

La muchacha te guia a traves de la puerta sin que ninguno de los guardias diga nada. Sin duda es una habitual de la Corte. Entrais en el patio interior, mucho más silencioso y casi desierto en contraste con el patio exterior. Con paso decidido la muchacha se encamina hacia la Torre de la Mano, ignora a los dos guardias de la puerta y te precede hacia arriba por escaleras y pasillos. Finalmente entra en una habitación con claras trazas de estar ocupada por una adolescente. Vestidos amontonados en las sillas, la cama desecha y libros por el suelo.

Disculpa el desorden. Hace solo cuatro dias que estoy aqui y aun no he encontrado ninguna ama de llaves. De hecho la mia se quedó en el castillo y es imposible encontrar a alguien de confianza en tan poco tiempo en la ciudad.... Abre un inmenso armario de fina madera en el que hay colgados varios vestidos y los va pasando hasta encontrar uno que le parece apropiado. Es bastante sobrio y discreto y presenta de nuevo el bordado en blanco y azul que ella luce en el suyo. Te tiende el vestido con una sonrisa.

Toma pruebatelo, estoy seguro que te sentará bien. Por cierto soy Meera Rollingford de los Rollingford de Puente del Principe.

Me quedo realmente sorprendida al ver que la chica se dirige hacia la Torre de la Mano. "¿Qué...? ¿Será una Lannister o alguna de sus criadas?". Pero su presentación despeja mis dudas y aunque normalmente preferiría no cambiarme delante de otras personas, me resulta demasiado simpática para negarme. A regañadientes, me quito mi vestido y expongo durante breves instantes la mitad de mi cuerpo quemado, aún intentado ponerme el traje prestado lo antes posible.

Lo cierto es que la situación parece enviada por los mismos 7 atendiendo a mis plegarias: una noble agradable sin ama de llaves. ¿La pondría en peligro si ejecutase mi venganza utilizando un puesto de su servicio? Tendría que arreglármelas para que no fuera así.

- Encantada, Meera Rollingford de los Rollingford de Puente del Príncipe, y gracias por prestarme este vestido. ¿Sería tan amable de permitirme presentar una solicitud de trabajo al encargado del servicio en general o de su casa para ser su ama de llaves? Usted parece muy agradable, creo que no puedo encontrar un trabajo mejor que servirla -miro por encima el cuarto desordenado, antes de volver a mirarla a los ojos para escuchar su respuesta.

¿Así que buscas un empleo? Cuentame más ¿has sido doncella de alguna otra dama? ¿eres trabajadora y ordenada? ¿Sabes tocar algún intrumento? Meera te observa achicando los ojos como si te estuviese estudiando mientras lanza preguntas sobre tu pasado tratando de evaluar si serias o no una buena criada. Parece bien dispuesta a contratarte pero seguramente el hecho de que seas bastarda la frena. A fin de cuentas los bastardos tienen muy mala fama en los siete reinos.

Miro de forma agradable a Meera y le contesto con voz sumisa:

- Nunca he trabajado para otra dama, y aunque a veces practico con la flauta, no tocaré mejor de lo que cualquier otra persona pueda hacer. Respecto a si soy trabajadora y ordenada, es algo que yo no puedo decir, señorita -añado con una sonrisa-.
La verdad es que esta es la primera vez que salgo del Valle y tengo que buscar trabajo, y como usted... -pauso unos segundos antes de continuar tímidamente y desviando la mirada- es decir, parece haber aceptado naturalmente mis cicatrices sin preguntar... Creo que me sentiría cómoda trabajando para usted, y más importante aún, sabe que le sería totalmente fiel.