Partida Rol por web

-Todo parece que va a depender de mi- tras decir esto empleo de nuevo otra carga contra el feroz hombre lobo con un grito de vigoroso y a la vez aterrador por la gran bestia que se encontraba ante los aventureros.,

Sigurd tiene bien la fuerza que le ha dado trabajar en la forja, por lo que esgrime su espadón y corta la cabeza del hombre lobo, seccionándola por el cuello y haciéndola rodar a los pies de Fred.

Hay murmullos de admiración alrededor de los aventureros, pues los lugareños están aún escondidos viendo cómo se resolvía el encuentro. Acaban saliendo de sus escondites y felicitando a los aventureros, ofreciéndoles comida para llevar en el camino.

Fred sin embargo no parece muy impresionado, pues patea la cabeza del hombre lobo que hay a sus pies y la hace rodar fuera de la carretera. Qué malote era Fred.

-Quizás no seáis tan útiles a Ulfric como a la Guardia del Alba, ¿qué opináis?

Vuelvo a colocar el arco en mi espalda y miro fríamente a Fred como tratando de decidir si debería irme por mi cuenta o seguir aguantando a ese idiota que, aunque nos había ayudado, tenía la sensación de que nos trataría como esclavos suyos por ello.

Miro a Ilth y asiento la cabeza ligeramente mostrando mi acuerdo ante su afirmación y luego a Sigurd que se había quedado muy callado después del golpe asestado a la bestia.

Fred no parece querer contradecir al bretón, que quiere formar parte de los Capas de la Tormenta sí o sí. Al parecer a los aventureros formar parte de la Guardia del Alba no era ahora una opción, quizás pensaban que liberar a Skyrim de los imperiales era la mejor causa a seguir.

-Como queráis- Fred levanta ambas manos en señal de inocencia, como si él no hubiera tampoco querido tentarles con nada malo.

Por el pueblo no parece haber más lobos y todo ha vuelto a la normalidad. Las gallinas corretean por el pueblo, que al fin y al cabo era suyo, y los lugareños han vuelto a sus tareas tras premiar a los aventureros con algo de aguamiel.

-Vamos, subid de nuevo al carro. Contadme qué hacíais antes, el grandullón era herrero pero ¿y el resto?- pregunta retomando el camino subido al carro y dando un tiento a aquella botella de aguamiel.

-Antes de subir, ¿puedo hablar con mis compañeros un momento Fred?- Digo mientras me aparto ligeramente de él y miro a los demás. - Chicos, acompañadme por favor.- Me alejo hacía un lateral, me cruzo de brazos y arqueo una ceja mientras los espero.

Ilth se acerca, mirando de reojo al enmascarado, y dice: - ¡Si, a mi también me gustaría darle una buena paliza!  Pero ¿qué haremos después? - Hace una pausa, mira al suelo y prosigue apenado - Yo fui expulsado de la orden donde estudiaba las artes arcanas, acusado de un delito que no cometí, y estaba con la soga al cuello hasta que nuestro amigo me rescató. No sé como acabásteis vosotros en este carro maloliente, y no sé si tenéis algún lugar donde volver. Yo probablemente seré perseguido hasta ser llevado a la horca. Con esta banda es posible que tenga una opción. - Levanta la cabeza y mirándolos a los ojos esperando una respuesta positiva, pregunta - ¿Qué opciones tenemos?

- Hum… en eso tienes razón... quizá ahí tengas una buena oportunidad de no yacer muerto colgado del cuello; pero tengo el presentimiento de que también te arriesgas a ser maltratado y humillado si te vas con ellos, ya es decisión tuya. - Dije mientras una expresión de pena se medio reflejaba en mi rostro pero manteniendo el semblante neutro. - Yo tampoco sé que hacer exactamente si lo dejamos pero no pienso deberle nada a nadie por recogerme y darme una armadura usada.- Vuelvo la mirada disimuladamente hacia Fred y luego me vuelvo a encarar hacia Ilth. -Bueno, mi historia es larga pero haciendo un breve resumen diré que mi error fue dejar los bosques de Valen. Aquí no tenía para comer y tuve que trabajar como criada. Me creían una raza inferior y me trataban acorde a tal pensamiento. Intenté irme después de poner las cosas sobre la mesa pero ya no recuerdo como llegué hasta donde nos encontró Fred.-

-No os voy a negar que el guardia sea sospechoso, pero yo lo veo como un guardia cualquiera, que esta aqui porque no tiene donde caerse muerto... pero bueno, yo no veo mal acompañar a Fred en el carro hasta la ciudad y alli dividirnos- dice mirando al carro por si Fred sospechaba de algo- Yo solo me acuerdo de estar gastandome mis ultimas monedas en una apuesta jugando a las cartas, y ya me desperte con vosotros.

Fred está un poco impaciente porque los aventureros cuchichean y le estaban retrasando el viaje.

-¿Nos vamos? El camino a Ventalia no es corto precisamente- os llama la atención. -¿Tenéis una duda existencial tras matar a unos lobos? ¿No seréis hombres lobo vosotros?- pregunta no sin miraros con cierta sospecha. Fred no estaba contento de tener que esperaros, es más, estaba algo impaciente por continuar el camino.

Me giro levantando una ceja. - Si, si, ya vamos. Un momento.- Los miro y pongo los ojos en blanco por su falta de iniciativa en cuanto a dar ideas. - Vale, yo propongo seguir con él y justo antes de llegar junto a su grupo, con una distancia prudencial para que no nos pillen, matarlo o dejarlo inconsciente e irnos de ahí. ¿Qué me decís? - Los mira impaciente para que Fred no se alterase en exceso.

-Bueno, yo creo que no deberíamos matarlo ni nada; porque como se nos ocurra tocarle un pelo a ese guardia pasaremos a ser fugitivos de los capa de la tormenta en plena guerra civil donde no se andan con juicios, si nos consideran espias... Que Sithis nos ampare.- Dijo con un gesto de preocupación por los sucesos

- Bueno Ilth, solo quedas tu, ¿qué opinas compañero? ¿seguimos mi propuesta o vamos ciegamente a donde el nos lleve?- Lo mira con cara preocupada.

-No creo que sepan quienes somos, Sigurd. Si lo hiciéramos antes de llegar a la próxima parada donde haya otros de la banda, no creo que tuviéramos problema.- Dice Ilth en voz baja, acercándose a sus compañeros. -Sin embargo, tengo curiosidad por conocer cuales son los planes que tienen en caso de que la rebelión triunfe.- ​​​​​Hace una pausa, suspira y cambia la cara, con gesto esperanzado. -Mi objetivo siempre fue aprender y dominar las artes arcanas. Nunca tuve interés en política, probablemente dentro del ambiente por el que me movía en Soledad no percibía... o no quería percibir las injusticias que he visto ahora una vez escapé de allí. Me gustaría volver, encontrar a quien me hizo esto, redimirme y volver a la tranquilidad de los libros. Pero sé que no lo puedo hacerlo solo. Y es posible que la corrupción que haya dentro de los círculos de estudiosos sea una parte de un problema mayor. Démosle el beneficio de la duda a este infeliz. Veamos que traman realmente y decidamos luego cuales son nuestros pasos. Parecéis gente honorable. Si no nos convencen sus razones y planteamientos, estaría encantado de ayudaros a solucionar vuestros problemas... y si no os parece mal, también ayudarme a mí a descubrir esa trama de hechiceros corruptos.- Termina con una sonrisa. -¡Ya vamos, camarada! Fred, ¿qué escondes bajo la máscara? ¿Tienes la cara desfigurada? ¿Seguro que eres un nórdico o tienes la máscara para que no sepan que eres un dracónido de esos? Cuéntanos tu historia, amigo enmascarado, que tenemos mucho tiempo hasta Ventalia.- Le grita mientras sube al carro de un salto.

Miro como sube al carro mientras suspiro, me parecía un buen razonamiento pero un poco optimista, pero como no tenía otra vía decidí seguirlo.

Me acerco despacio a Fred y me subo al carro.

Los viajeros deciden retomar su vuelta al carro, porque Fred era insufrible pero no parecía malo en sí, solo un poco gilipollas. Fred arrea los caballos cuando vuelven a subir todos, al mismo tiempo da tragos a aquel aguamiel regalado.

-Ninguna máscara, es mi casco de capas de la tormenta. Cuando lleguéis a Ventalia os darán el mismo equipo, ¿o qué os creéis? ¿Qué los bretones sois demasiado guapos como para cubriros el rostro? Que sepas que mi primo Gustav en Carrera Blanca perdió el ojo en la taberna por no querer llevar casco. Al parecer se emborrachó tanto que cuando perdió el conocimiento cayó de cabeza contra un taburete y tuvo la mala suerte de dañar su ojo. Con un casco no hubiera pasado- dice orgulloso, dando un par de golpecitos en su casco metálico. -¿Qué son los dracónidos? No oí de ellos. ¿Es como los Compañeros? ¿O más bien como la Hermandad Oscura?

Por el camino podéis ver no muy a lo lejos una torre, que parecería un buen lugar para descansar y hacer uso de las provisiones que os han dado.

- Muy interesante la historia del casco pero supongo que eso entorpecerá tu visión, es más una desventaja que una ventaja para alguien como yo.- Me encaro a Ilth. - Yo tampoco he oído hablar de los dracónidos, ¿no te referiras a los argonianos? - Dislumbro la torre y le digo a Fred - Estoy empezando a notar un poco de hambre, ¿crees que sería viable descansar ahí momentáneamente y repartirnos las provisiones?-