Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Forja de libertad

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17/07/2009, 12:12
Master Indio

El tiempo pasaba lentamente mientras el cielo se oscurecía poco a poco, sumiéndolos en unas tinieblas que ahora resultaban más amenazadoras de lo que lo hubieran sido unos días atras.
La mayor parte de ellos se congregaban alrededor de la fogata, buscando la protección de su luz y el calor que proporcionaban las anaranjadas llamas.
El silencio se había extendido como un manto, y sólo algunos de ellos se atrevían a hablar entre ellos, procurando que su voz quedara únicamente en un susurro.

Así mismo, la preocupación anidaba en cada uno de los rostros, expectantes a lo que les pudiera deparar el futuro cercano, pues alguno ni siquiera se atrevía a aventurar que existiera uno más lejano.
Quizá era el momento para plantear las dudas que tuvieran. Algunas de ellas podrían ser respondidas por Sadicer y las demás...bueno, las demás puede que las descubrieran con el tiempo.

Arnvald permanecía con la mirada fija en el punto por el que había desaparecido Gerhardine. Sabía que ella necesitaba tiempo para pensar, pero no le gustaba nada el no tenerla a la vista.
Su espalda se calentaba por efecto de las llamas, mientras él miraba hacia el exterior del círculo que se había formado.
Algo andaba mal. Demasiado silencio. Era el momento en que las criaturas nocturnas aprovechaban para abandonar sus hogares para buscar el sustento.
Echaba en falta el ulular de un buho o el suave sonido de una alimaña al moverse rapidamente sobre la hojarasca que había empezado a acumularse bajo los árboles.

Y el silencio se rompió. Un aullido se elevó desde la lejanía, provocando que el guerrero contuviera el aliento durante un instante.
Cuando otro aullido respondió, esta vez mucho más cercano, se alzó rapidamente, dejando que su sombra se extendiera y bailara al son de las llamas.

Quédate aquí. - le indicó a su compañero - Voy a por Gerhardine.

Y se lanzó a la carrera, perdiéndose en la oscuridad por el mismo punto que lo había hecho la mujer anteriormente.
Sus pasos se perdieron y el silencio se hizo de nuevo, pero algo acechaba desde la oscuridad.
Diversos puntos de luz, agrupados de dos en dos, les observaban desde el límite del bosque.

Notas de juego

No marco a Gerhardine, ya que se separó del grupo.

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17/07/2009, 12:32
Dhan
Sólo para el director

Notas de juego

soy rápida y me entero del acecho o con mi parloteo incesante ni me entero?

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17/07/2009, 12:28
Arnvald

El silencio rodeaba a Gerhardine, roto únicamente por sus propios pasos y el leve sonido del agua que procedía de las cercanías.
Las hojas secas, que comenzaban a formar un manto bajo los árboles, se quebraban bajo sus pies. La luz se desvanecía del cielo, sumiéndolo en una oscuridad que era más profunda bajo las ramas de los altos robles que la rodeaban.

Llegó a un pequeño claro, el cual era atravesado por el arroyo que habían escuchado en cuanto se detuvieron.
Aquel lugar transmitía calma, que era justo lo que ella necesitaba en aquel momento. No había tenido tiempo de asimilar todo lo ocurrido en el último día y quizá ahora fuese el momento para dejar que sus sentimientos se fundieran con el pequeño riachuelo.

Pero había algo que estaba mal en aquel lugar. Demasiadas veces había acampado durante los últimos años para no saber que aquel silencio era demasiado profundo.
Había aprendido a reconocer los sonidos de la vida nocturna de todo tipo de criaturas y, en aquel momento, no parecía existir ninguna de ellas.
La respuesta llegó en forma de aullido. Un aullido lejano que, tras unos instantes, fue respondido por otro mucho más cercano.

¡Lobos! Esa era la razón del silencio. Un silencio que ahora, además de los aullidos, era roto por el sonido de unas pisadas que transmitían urgencia.
Sólo tuvo que esperar unos segundos antes de que una figura irrumpiera en el claro desde las sombras del bosque.
Arnvald tenía el rostro desencajado, pero este se relajó considerablemente cuando vio a Gerhardine junto al arroyo.

¿Estás bien? - preguntó.

Se aproximó a ella, pero no era el único que la miraba. Desde el margen del bosque unos puntos de luz, agrupados de dos en dos y demasiado cerca del suelo, les observaron.

Notas de juego

Te marco a tí sola porque te separaste del grupo.

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17/07/2009, 12:39
Director

Notas de juego

Todos os dais cuenta de los puntos de luz.

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19/07/2009, 20:01
Gerhardine Hallberg

Gerhardine estaba sentada, tallando con su daga un trozo de madera. Bueno, en realidad tallando no, que esas cosas no sabía hacerlas, pero lo estaba desgastando, quitándole la corteza y alisándolo, por nada en especial, después seguro se iba a poner a trazar líneas en la tierra, es lo que solía hacer cuando estaba al aire libre e intentaba pensar, aunque claro, dado el frío, hubiese preferido hacerlo junto a la fogata observando el titilar del fuego, pero difícilmente lo habría conseguido estando rodeada de tanta gente que ni siquiera conocía, pero tenía el sonido del agua al correr y el mecer de las hojas al viento, aquello de igual forma era impagable.

Se sentía triste, vacía, se preguntaba qué pasaría luego, si, en el mejor de los casos, conseguían detener a los Zeerath y cumplir con la profecía. Se habría vengado, sí pero... ¿Y luego? ¿Qué iba a pasar después? ¿A dónde iba a ir? ¿Con quién? Rosslyn estaba destruída, no existían sobrevivientes para reconstruírla ¿Iba a tener que dejar todo atrás y conservar sólo sus recuerdos?

Todas esas preguntas y más, aconjojaban su corazón y tan absorta estaba en sus pensamientos que tardó en darse cuenta que algo no iba bien, el silencio era anormal, demasiado profundo. ¿Sería acaso que ese Zeerath había acabado también con la vida silvestre? Pero el aullido de los lobos pronto respondió a esa, su última pregunta.

Se puso de pie rápidamente, oyó las pisadas aproximándose e instintivamente llevó la mano a la empuñadura de su espada. Mantuvo la daga en la otra mano y volteó a mirar en la dirección que provenían las pisadas. Se puso nerviosa, aunque no más de lo normal y al ver que quien se acercaba era Arnvald relajó los músculos y bajó la guardia.

-Estoy bien -le respondió tranquilizándolo y se acercó a él-... Lobos, los he oído... están cerca... demasiado -añadió nerviosa porque sabía que lo único con lo que podrían mantenerlos a raya era con fuego, cosa de la que en ese lugar ambos carecían- No te preocupes -procuró sonreírle y se guardó la daga-, no vas a tener que intentar convencerme... me regreso contigo.

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22/07/2009, 11:41
Arnvald

Demasiados años llevaban recorriendo juntos los caminos como para negar que conocían los peligros que pueden presentarse sin previo aviso.
Ya con anterioridad habían tenido que hacer frente a los hambrientos lobos, los cuales se acercaban en grupos movidos por el hambre y les acechaban desde las lindes de algún bosque.
Estos animales solían ser bastante cuidadosos, pues aunque no dudaban en enfrentar cualquier peligro preferían víctimas que no se defendieran.

En alguna ocasión habían llegado hasta un pequeño campamento creado por reducidos grupos de viajeros, para encontrar únicamente los signos de un cruento combate pero sin rastro de los hombres que habían acampado.
No era algo típico pero tampoco anormal. Todo dependía de la determinación que el hambre le hubiera otorgado a las bestias.

Sin embargo esta vez era diferente. Puede que los hechos acaecidos en los últimos días hubieran vuelto a Arnvald algo más paranoico, pero no dejaba de decirse que el silencio no era normal.
Cierto era que, cuando una manada de lobos andaba cerca, las alimañas desaparecían para buscar cobijo hasta que pasara la tormenta. Pero ¿un silencio total? ¿Un bosque completamente mudo ante la presencia de un grupo de sus criaturas?
Un escalofrío le recorrió la espalda.

Vamos entonces. - respondió - Démonos prisa.

Se volvió para deshacer el camino recorrido hasta el claro y entonces los vió. Siniestros luceros amarillos les observaban sin parpadear. Debía haber cinco o seis lobos rodeando aquella parte del claro.
Y entonces ocurrió. Los puntos de luz se elevaron hasta alcanzar la altura de un hombre, avanzando hasta que la luz de la luna los iluminó lo suficiente para que sus formas fueran reconocibles por los humanos que se encontraban junto al arroyo.

Sólo existía un ser con forma de lobo pero capaz de andar sobre sus patas traseras. El problema es que esos seres eran simples leyendas que servían para asustar a los niños.
¿Licántropos? ¡Imposible! ¿Qué estaba ocurriendo? Acaso la oscuridad les estaba jugando una mala pasada.
De forma inconsciente, Arnvald desenfundó su espada y se colocó delante de Gerhardine. Leyenda o no, allí estaban aquellos seres....y ellos tenían un serio problema.

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22/07/2009, 23:04
Gerhardine Hallberg

Gerhardine asintió y siguió con premura a Arnvald, la sensación, el presentimiento de que algo más estaba pasando no la dejaba, pero nada dijo a Arnvald, conociéndolo él se había dado cuenta de aquello muchísimo antes que ella.

Pero lo que ocurrió cuando iban de regreso no se lo esperó en lo absoluto y la idea de que en todo aquello estaba la mano de Drumlak adquirió todavía más fuerza. Arnvald no demoró nada en reaccionar, tampoco ella. Una vez más él se puso por delante para protegerla y el corazón de Gerhardine se apretó. La joven esta vez sí desenfundó su espada y, dado que los... ¿licántropos? los rodeaban se puso espalda con espalda con Arnvald.

-No me pidas que me quede detrás de tí sin hacer nada, nos tienen rodeados y si estás aquí es por mi culpa... si hay que pelear lo haremos juntos -le murmuró y se encomendó a los dioses para que los protegieran.

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24/07/2009, 11:25
Licántropo

Las leyendas hablaban de criaturas salvajes, ávidas de la sangre de viajeros desafortunados. Irracional violencia que se desataba dejando un rastro de sangre a su paso. Pero eso eran las leyendas y esto era la realidad.
Aquellos ojos amarillos atestiguaban que los cuentos contenían gran parte de verdad, pues de ellos se desprendía un hambre casi físico. Pero había algo más.
Del intenso color amarillo también se desprendía un inesperado control a la hora de evaluar la situación, como así lo atestiguaban sus movimientos.
Se movían lentamente, observando detenidamente a los dos humanos que se encontraban en el claro.

La superioridad numérica les daba una clara ventaja, pero miraban con recelo las armas que empuñaban el hombre y la mujer.
Aquellos no eran simples comerciantes, sino que era gente armada y que podrían mostrar una clara resistencia a sus ataques.
Pero la sangre...oh, la sangre. Casí podían olerla desde tan cercana distancia. Y se encontraban ávidos de ella.
No podrían mantener el control mucho más tiempo.

Un rugido llenó el bosque. Nada tenía que ver ya con los aullidos que habían escuchado con anterioridad. Este nuevo sonido taladró los oídos de Gerhardine y Arnvald. Jamás habían escuchado nada semejante, lo cual era lógico si se tenía en cuenta que los licántropos no existían realmente.
Mal momento para descubrir que los cuentos no lo eran tanto.

Una sombra se movió velozmente. Provenía del mismo lugar donde había surgido el rugido. Al parecer una de las criaturas había sido superada por los instintos y ahora se abalanzaba sobre la que sería su comida.
Los demás no lo siguieron, pero sí observaron detenidamente lo que ocurría.

El movimiento de Arnvald fue rápido y contundente. Con un solo giro alargó su mano izquierda hacia atrás, empujando el cuerpo de Gerhardine para que rotara junto con el suyo, apartándose así de la trayectoria que trazó el licántropo.
Al mismo tiempo, alzó su mano derecha, la cual empuñaba la espada, y la descargó con fuerza sobre las cervicales del licántropo, el cual intentaba frenar su impulso al darse cuenta que el objetivo se había movido.
No tuvo tiempo para hacerlo. Su cabeza rodó por el suelo dejando un rastro carmesí. El cuerpo de la bestia se mantuvo en pie durante unos instantes, sin saber que había perdido la mente que lo guiaba.

Despues cayó. Y esa fue la señal para que unos nuevos rugidos se alzaran hacia la noche estrellada.
Cinco licántropos más se abalanzaron sobre ellos. El único punto del que no recibían ataque era el arroyo que se encontraba a sus espaldas.

Notas de juego

Ha caído uno. Quedan cinco.

Tienes libertad total para describir acciones y movimientos. Si quieres hacer tiradas hazlas, aunque prefiero las descripciones, por lo que ahora mismo no son necesarias.
Y si lo fueran yo mismo podría hacerlas. Tú decides.

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25/07/2009, 01:05
Gerhardine Hallberg

Su corazón pareció detenerse por cuestión de segundos. Si las historias eran ciertas esas criaturas poseían una fuerza, velocidad y agilidad por muy por encima de lo normal. De no ser por la rápida reacción de Arnvald ella habría sucumbido bajo las fauces del licántropo que había decidido alimentarse de ella.

Parpadeó y su respiración se agitó debido a la consciencia de que había escapado de la muerte por los pelos.

-¡Estúpida! -se dijo- Si algo te pasa va a ser por no estar atenta... reacciona, Gerhardine, reacciona o de ésta no sales viva.

Se puso en guardia. Tenía que ser rápida, adelantarse a los movimientos de los licántropos que ahora se disponían a atacarlos en grupo, sabía que ellos vendrían por ella primero, tratarían de separarlos, de hacer que se alejara de Arnvald, aislarla para poder hacerse así con la presa que se suponía era la más débil, así es como actuaban las bestias y, si las historias estaban en lo cierto, la parte de bestia era la que predominaba, pero aún así no debía subestimar a la parte humana.

El filo de su espada brilló con el reflejo de la luna, en ese instante uno de lo licántropos le saltó encima y Gerhardine, dando un paso hacia el lado, giró, sujetando la espada con ambas manos provocando un profundo corte en el vientre del licántropo, pese a que se había agachado éste la alcanzó con una de sus garras y ahora le brazo de la joven lucía un corte que no era del todo profundo únicamente gracias a la cota de malla que traía puesta.

Podía oír los aullidos de esos seres, en especial el de aquél al que había herido. El licántropo no apartaba los ojos de ella, ni ella los apartaba de él. La criatura lanzó un nuevo aullido, uno que le taladró los oídos y volvió a saltar sobre ella, pero esta vez Gerhardine lo esperaba con la espada en vertical y consiguió enterrársela justo en el corazón. La sangre del licántropo le salpicó el rostro, pero éste calló sin vida al suelo... pero aún restaban cuatro más y la joven habría dado lo que fuera por tener en ese minuto la ballesta en las manos en lugar de una espada, porque sabía manejarse mucho mejor con las armas a distancia en lugar de las de cuerpo a cuerpo.

Notas de juego

Ya está, espero haberlo hecho bien.

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28/07/2009, 14:16
Zack Shermann

Zack fue de los que más tardó en preparar el viaje. Principalmente porque nunca había salido a una expedición como aquella, ni siquiera se había pasado una noche fuere de Ròdennos y no sabía que clase de cosas podría necesitar.

Finalmente se decidió por meter en una mochila aquellas cosas que utilizaba diariamente aunque no estaba seguro de si le servirían en el camino pues, en buena parte, eran herramientas de la herrería y utensilios de cocina, pero era con lo que se sentía más seguro, aquello a lo que mejor utilidad podría darle. Además se pertrechó con algunas de las piezas que tenía en abandonadas en el taller y a las que, con el tiempo, había cogido especial cariño: una espada larga que, aunque tenía un acabado algo tosco, era de las mejor equilibradas que había conseguido; un pequeño yelmo y una rodela y algunas piezas de armaduras salteadas. También puso a disposición del grupo todo aquello que gustasen de su taller. - Al fin y al cabo, todo lo que se quede aquí tendrá menos utilidad o terminará siendo saqueado si tardamos mucho. - Y, especialmente, ofreció a Sadicer la espada que estaba forjando especialmente para él, ligera y bien equilibrada y a Majud parte de la armadura en la que había trabajado últimamente para Lord Zaelus pues era la que tenía la mejor relación calidad/peso de las que conocía e intuía que la muchacha no estaría acostumbrada a cargar con pesadas piezas.

Finalmente se pusieron en camino. Un camino que en parte conocía el herrero. Pero pronto pasaron del límite más lejano al que Zack había llegado nunca. Una mirada atrás del joven hacia su pueblo fue todo lo que le separó de aquel umbral artificial y le adentró en lo que se convertiría en su mayor aventura. ¡Quién se lo iba a decir!

El día pasó tranquilo y la noche comenzó a caer sobre el grupo que había avanzado entre leves susurros de sus componentes. Tras encontrar un buen lugar donde acampar, cada cual se puso manos a la obra como si hubiesen acordado de antemano cual era el papel de cada uno. Zack se dedicó a juntar unas piedras para hacer la hoguera que los calentara durante la noche. El círculo de pierdas pronto se llenó de ramas y hojas secas sobre las que crear la llama, algo que no supuso ningún esfuerzo para el acostumbrado herrero.

Al calor del fuego comieron algo todos juntos, aunque sin extenderse demasiado en las relaciones sociales. Se notaba que todo aquello aún estaba demasiado difuso en sus mentes. Por desgracia, la situación no era la más adecuada para sumirse en profundos pensamientos o sueños, como le hubiese gustado a Zack, pues la hoguera atrajo a algo más que los típicos insectos. Algo acechaba tras los matorrales, aunque los conocimientos de Zack le impedían distinguir las intenciones de esos ojos que los observaban. Lo que sí sabía seguro el herrero era que no debía confiarse ni bajar la guardia, por eso, cuando uno de los soldados de Rosslyn fue en busca de su líder, Zack acercó la empuñadura de su espada para tenerla controlada antes de llevarse a la boca una de las jugosas bayas de Dhana.

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30/07/2009, 10:35
Licántropo

Cuando Gerhardine se volvió, para enfrentarse a los cuatro licántropos restantes, pudo ver que Arnvald había dado cuenta de otro, pues ante él se encontraba el cuerpo decapitado de otra de esas bestias.
Los tres restantes habían refrenado su ataque y ahora les observaban mientras se movían en torno a ellos, trazando un semicírculo alrededor de ellos que habrían completado de no existir el arroyo a sus espaldas.
Al parecer habían conseguido ganarse el respeto de los licántropos, los cuales habían dejado de verlos como una presa para pasar a la categoría de peligrosos.

Pese a la corta duración del combate, Arnvald jadeaba ostensiblemente. El esfuerzo no podía ser la causa de ese aparente agotamiento, pues el guerrero había sido sometido a un gran desgaste físico en otras ocasiones. Puede que se tratara del hecho de estar enfrentándose a seres de leyenda lo que estaba afectándole.
La punta de su espada se encontraba inclinada hacia abajo, dando muestras de costarle incluso el empuñarla.
Un riachuelo de sangre descendía desde un feo corte que mostraba sobre la ceja derecha, resbalando hasta la barbilla y de ahí al suelo, donde comenzaba a crearse un pequeño charco del vital elemento.

El desfallecimiento del hombre no pasó desapercibido para las bestias, las cuales sabían ahora cual de los dos era el más sencillo de abatir.
Una vez muerto el hombre, sólo les quedaría la mujer, la cual no sería rival para tres de ellos.
El movimiento de los tres licántropos restantes se produjo al mismo tiempo, como si algún tipo de señal hubiese sido dada en el más completo silencio.
Uno de ellos se avalanzó hacia la posición de Gerhardine, pero se detuvo a unos tres metros de ella. Sólo quería llamar su atención.
Las otras dos bestias corrieron, con un rugido surgiendo de sus temibles bocas, hacia aquel que mostraba grandes signos de debilidad. Arnvald sería abatido en apenas un par de segundos.

Y entonces un cambio se produjo en el hombre que parecía presa del agotamiento. Su pecho dejó de agitarse y la espada volvió a alzarse con una energía que, un momento antes, no parecía poseer.
Pero lo más reseñable de la actitud de Arnvald fue la sonrisa salvaje que surgió en su rostro. Era el gesto de aquel que sabe que el enemigo ha caído en su trampa.
El guerrero había simulado debilidad para convertirse en el objetivo de los licántropos....¡y había funcionado!
Los licántropos se dieron cuenta tarde de su error, pues ya se encontraban dentro del radio de acción de Arnvald, el cual  hizo un giro sobre sí mismo para añadir la inercia al efecto devastador de su espada, agachándose según completaba el movimiento.

El efecto de esta maniobra fue que el primer licántropo recibió un corte mortal a la altura del rostro, mientras que el segundo se vió recompensado con un profundo corte a la altura del abdomen.
Eran criaturas fuertes, pero también lo eran las manos de Arnvald y el filo de su espada había hecho el resto.
Dos cuerpos más cayeron sin vida al suelo, dejando únicamente un licántropo para enfrentarse a Gerhardine y él mismo.
A la última bestia no debían salirle las cuentas, pues tras mirar los cuerpos de sus compañeros caídos, rugió a la noche y, dándose la vuelta, se perdió en las sombras del bosque.

Notas de juego

Lo has hecho bien...muy bien. Pero que conste que el corte en el brazo lo has descrito tú ¿eh? Lo digo por lo que pueda pasar en el futuro, XDDDDDD

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03/08/2009, 02:44
Gerhardine Hallberg

El esfuerzo que Arnvald hacía al respirar no pasó inadvertido para Gerhardine. El cansancio del que él daba muestras era evidente y aquello alarmó a la joven, no porque no fuese posible que él se agotara, sino porque lo había visto someterse a un esfuerzo físico mucho mayor que ese en innumerables ocasiones y jamás le había visto así de agotado, hecho que empeoró al ver que inclusive tenía dificultades para empuñar la espada.

Vio la sangre que corría por su rostro, vio la sangre que se encharcaba a sus pies y en ese instante temió lo peor. Los licántropos también se habían dado cuenta y lo peor era que al hacerlo habían cambiado de objetivo y se disponían a atacarlo primero a él. Gerhardine no estaba dispuesta a permitirlo, protegería a Arnvald del mismo modo que él la había protegido siempre a ella.

Las tres bestias atacaron al mismo tiempo, pero lo extraño fue que el que se disponía a atacarla a ella permaneció a prudente distancia. La joven no tardó en comprender cuál era la intención de ésta: buscaba distraerla y lo consiguió.

Para el asombro y alegría de la joven Arnvald en un abrir y cerrar de ojos volvió a ser el hombre fuerte y vigoroso de siempre. Comprendió ella que aquello no había sido más que un ardid de su parte para conseguir que las criaturas, confiadas, bajaran la guardia y poder así deshacerse de ellas, cosa que consiguió sin dificultad.

El único licántropo que permanecía en pie era el que le hacía frente a ella y ambos se disponían ya atacarlo cuando la bestia, dándose cuenta que tenía todas las de perder, salió huyendo.

Gerhardine giró entonces sobre sus talones y se acercó a Arnvald. Temblaba, el miedo que había experimentado era mucho, pero difícilmente iba a admitirlo.

-¿Estás bien? -le preguntó alzando la mano para examinarle la herida del rostro- Hay que limpiar esa herida... la mujer esa, Meredith, te podrá curar, por lo que les he oído decir ella sabe de esas cosas...

Gerhardine, pese a ver que Arnvald estaba bien, no se apartaba ni un centímetro de él.

-Gracias -susurró-... otra vez te debo la vida -sonrió-... a este paso voy a estar endedudada contigo hasta el fin de los tiempos -bromeó y se apartó, pero al hacerlo su mano rozó la suya.

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10/09/2009, 20:24
Meredith Gailast

Meredith, que se había mantenido a un lado todo ese tiempo, reaccionó ante los aullidos con alteración.

Hasta ese momento, era fácil que ninguno de los demás siguiese reparando en su presencia. Era tan callada y pasaba tan desapercibida, que su presencia era más bien un hueco ausente al lado de todos ellos. Sus personalidades la eclipsaban. Había cabalgado a donde su montura había querido llevarla, sin hacer más que echar alguna mirada al paisaje, y luego pasar el resto del viaje con los ojos puestos en las crines del caballo, enredando en ellas sus dedos, acariciándolas. Al detenerse, se había bajado deslizándose con suavidad, y se había sentado a un costado sin intentar involucrarse con nadie. Había comido con lentitud, sumiéndose en eso, sin reclamar nada más. El único movimiento que le habían visto hacer fuera de todo eso era el acercarse a tomar una de las bayas de Dhanna, y agradecerle con una palabra suave y una mirada.

Pero ahora, que los aullidos habían cortado la calma del silencio, Meredith no se sentía capaz de continuar con eso. Todos los nervios se le habían puesto de punta. Ella no estaba preparada para algo así. Jamás había servido para eso; nunca, además, había tenido que enfrentarse con algo así. Miró a su alrededor, alzando hacia el cielo sus ojos por primera vez, y luego centrándolos en todos y cada uno de los árboles y arbustos que les rodeaban. No había que ser un experto observador para apreciar el cambio que se había producido en ella. Donde su mirada había estado vacía, resignada y ausente, ahora estaba encendida por el miedo y la tensión. ¿Podía una persona, que parecía no apreciar su vida, tener miedo a la muerte?

Se movió hasta pegar la espalda contra el tronco de un árbol cercano. Tenía las manos aferradas a sus ropas, pero las muñecas le temblaban ligeramente. En silencio, agachó la cabeza, y esperó.

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14/09/2009, 16:27
Dhan

Dhanna era como un martilleo constante en la oreja de Sadicer, ni el mismisimo herrero, allí presente haría tanto ruido incesante con su trabajo diario. Sin embargo, el rostro de la joven se tornó alerta en cuanto escuchó un aullido a lo lejos.

Se acercó sigilosa, casi a cámara lenta a su espada y la desenfundó con el mismo sigilo de una brisa de primavera. Sus ojos se quedaron mirando al frente, al descubrir puntos de luz que anteriormente no estaban ahí, rodeándolos... Su posición de defensa llegó a su cuerpo con la gracia del vuelo de una mariposa, parecía entrenada para aquello como el pez para nadar, y a pesar de su inexperiencia, de su berborrea, incluso de su ingenuidad, ahora parecía tan preparada como un zorro antes de saltar a por su presa.

Sabía que Sadicer podría defenderse solo, pero a la vez quiso defenderle, con lo que dio algunos pasos, ligeros como ondas en un estanque, para acercarse a su posición y seguir alerta y con la mirada al frente.

Al contrario que hiciera durante todo el día, no dijo ni una palabra más, aguardó a que el soldado volviera con la mujer a la que protegía, y aún así nada más pronunció durante la noche, quedando vigilante cual lobo en la oscuridad de sus retoños mientras los enemigos acechan en las sombras.

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16/09/2009, 22:58
Licántropo

Las leyendas hablaban de criaturas salvajes, ávidas de la sangre de viajeros desafortunados. Irracional violencia que se desataba dejando un rastro de sangre a su paso. Pero eso eran las leyendas y esto era la realidad.
Aquellos ojos amarillos atestiguaban que los cuentos contenían gran parte de verdad, pues de ellos se desprendía un hambre casi físico. Pero había algo más.
Del intenso color amarillo también se desprendía un inesperado control a la hora de evaluar la situación, como así lo atestiguaban sus movimientos.
Se movían lentamente, observando detenidamente a los humanos que se encontraban en torno a la hoguera.

La superioridad numérica les daba una clara ventaja, pero miraban con recelo las armas que empuñaban.
Aquellos no eran simples comerciantes, sino que era gente armada y que podrían mostrar una clara resistencia a sus ataques.
Pero la sangre...oh, la sangre. Casí podían olerla desde tan cercana distancia. Y se encontraban ávidos de ella.
No podrían mantener el control mucho más tiempo.

Un rugido llenó el bosque. Nada tenía que ver ya con los aullidos que habían escuchado con anterioridad. Este nuevo sonido taladró los oídos de los componentes del grupo. Jamás habían escuchado nada semejante, lo cual era lógico si se tenía en cuenta que los licántropos no existían realmente.
Mal momento para descubrir que los cuentos no lo eran tanto.

Una sombra se movió velozmente. Provenía del mismo lugar donde había surgido el rugido. Al parecer una de las criaturas había sido superada por los instintos y ahora se abalanzaba sobre la que sería su comida.
Los demás no lo siguieron, pero sí observaron detenidamente lo que ocurría.

El movimiento, del único representante de Rosslyn que quedaba, fue rápido y contundente. Con un solo giro alargó su mano izquierda hacia atrás rotando sobre sí mismo para apartarse de la trayectoria que trazó el licántropo.
Al mismo tiempo, alzó su mano derecha, la cual empuñaba la espada, y la descargó con fuerza sobre las cervicales del licántropo, el cual intentaba frenar su impulso al darse cuenta que el objetivo se había movido.
No tuvo tiempo para hacerlo. Su cabeza rodó por el suelo dejando un rastro carmesí. El cuerpo de la bestia se mantuvo en pie durante unos instantes, sin saber que había perdido la mente que lo guiaba.

Despues cayó. Y esa fue la señal para que unos nuevos rugidos se alzaran hacia la noche estrellada.
Siete licántropos más se abalanzaron sobre ellos. El único punto del que no recibían ataque era el arroyo que se encontraba a sus espaldas.

Notas de juego

Uno ha caído, quedan siete.

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16/09/2009, 23:20
Zack Shermann

Zack permanecía atento, pero sin atreverse a hacer movimientos llamativos o bruscos que pudiese desencadenar alguna reacción inesperada de los observadores que se ocultaban tras los matorrales. Pero, de pronto, escuchó ese tremendo grito. Un rugido feroz que resonó varias veces en su cabeza. Más rápido de lo que sus inexpertos reflejos le permitieron le permitieron darse cuenta, una enorme bestia apareció ante ellos atacando al soldado de Rosslyn, que dio buena cuenta de él demostrando una habilidad sobrenatural. - Menos mal que no ha venido a por mí... si hubiese sido así... no lo cuento... -

El herrero solo pudo llegar a levantarse de un salto antes de que el resto de la manada saliese de su escondite. Dio un rápido vistazo para tratar de determinar el número de enemigos, pues estaba claro que no venían a calentarse en la hoguera. Ellos eran más y estaban armados, pero estaba claro que físicamente los superaban ampliamente. Zack hizo un gesto con la mano para que todos cerraran filas tras la hoguera y desenvainó su espada casi al tiempo que se agachaba, sin bajar la vista, para recoger un largo madero cuya punta se encontraba en llamas. Fuego en una mano y metal en la otra, incluso tan lejos de casa parece que su destino se ligaba continuamente a estos elementos. - ¡Agrupaos!, ¡agrupaos! -

De nuevo se hallaban en guerra, pero esta vez el joven no se veía tan cohibido. Tener que luchar contra unas bestias que hasta hace escasos segundo solo existían en sus pesadillas no tenía nada que ver con enfrentarse a los niños y ancianos de un pueblo vecino.

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17/09/2009, 09:22
Kane

Aún sentado en el suelo, esperando la respuesta de Leonard a su conversación, comenzaron a escucharse los aullidos y verse esos ojos anaranjados o amarillos, o no sabía exactamente describir el color, pero si el tamaño, que se le antojaban grandes, esto ahogó, estaba seguro, la respuesta de su compañero, que al igual que él, se quedaron en silencio.

Aún así, parecía como si el peligro no fuera con él, Kane se sentía seguro, descansando en el suelo, aquello seguramente serían lobos, de eso no había duda y estaba completamente seguro de que no se atreverían a entrar en el círculo deforme que formaban todos alrededor de la candela. Pero se equivocó. De la negrura de la noche salió como lanzado por una pistola un gran lobo, no, un ¿licántropo?

Aquello le hiso pegar un salto y a pesar de lo cansado y de lo que le dolían las piernas, tardó dos segundo en ponerse de pie y otros tantos en sacar su pistola. Aquello era una pesadilla... aunque no sabía porque se extrañaba después de todo lo visto, pero... ¡licántropos! la cosa se estaba poniendo muy fea.

Mientras se debatía en sus pensamientos, el licántropo calló al suelo desprovisto de su cabeza y se sintió inútil y desprotegido con su pistola en la mano cuando vió que aquella espada manejada por aquellos brazos expertos habían decapitado al licántropo sin apenas esfuerzo. Sintió pánico. Olió la muerte.

Y cuando el resto de los Licántropos se acercaron hacia ellos, Kane apretó el gatillo apuntando hacia el más cercano mientras no escuchaba las advertencias del herrero, el ruido del disparo, tan fuerte como un trueno lleno la noche por encima incluso de los aullidos y gritos de los licántropos.

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18/09/2009, 07:17
Majud Dahatsy

Todo cambió en un instante, fue como si de pronto la paz no hubiera existido nunca. Majud se puso en pie de un salto, estaba cansada y su cuerpo se lo recordó, sin embargo la joven sacó su espada y se puso de espaldas al lago que era lo único que les quedaba, el único lugar por el cual no eran atacados. Se mantuvo con el arma en alto y el corazón latiendo con fuerza, tenía miedo, ni siquiera se atrevería a negarlo pero también sabía que aquello no era lo peor que encontrarían en el camino y al ver cómo se había desecho de uno aquel hombre, consideraba que quizás pudieran deshacerse de todo, después de todo, lo perdido perdido estaba. Miró a su alrededor, esperando que entre todos hicieran una especie de escudo de espadas, lo que fuera. Majud alzó su espada decidida a cortar aquellos cuellos.

-¡Maldición, esto es increíble pero claro... Debimos esperarlo!

Sus ojos iban de uno a otro animal o ser o lo que fuera, pensando que quizás debieron haber sido más cuidadosos pero también, repitiéndose mentalmente que podían y debían acabar con ellos. Conforme se acercaban y los aullidos se volvían más espeluznantes, Majud se daba cuenta que quizás no se enfretarían con nada peor que eso, que eso era lo peor y deseaba que fuera así, al menos ya había cogido fuerzas para hacerles frente.

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18/09/2009, 21:33
Dhan

Dhanna estaba ya de pie y con el arma en la mano junto a Sadicer cuando ocurrió todo tan rápido que solo le dio tiempo a parpadear.

¡Hombres Lobo! También conocidos como Licántropos...

Era fascinante, no había pasado ni una jornada de viaje y ya tenía ante ella una de las leyendas del bosque, una aventura que contar, un momento de acción y una forma de demostrar a todos lo buena que era con su arma y lo capaz que era de cuidarse sola a pesar de su corta edad, y por supuesto, de demostrar por qué había sido elegida para aquella misión.

Su mente tan rápida como los movimientos del soldado para decapitar aquella bestia, volaron a las palabras de su Maestro… ¿qué sabía de aquellas bestias? Eran listos como los hombres y ávidos de carne y sangre como las bestias, solo aparecían de noche y si te mordían te convertirías en uno de ellos… si te mordían…

- ¡Alejaos de ellos! ¡No dejéis que os muerdan!

No recordaba nada más, así que habría que matarlos y evitar sus zarpazos y mordiscos. Dhanna cogió su larga espada con las dos manos, aseguró bien sus pies y una pícara sonrisa se mostró en su concentrada cara, ahora apenas visible debido a la oscuridad y la escasa luz que proporcionaba la hoguera, algo descuidada por el recibimiento que el bosque nos estaba dando por internarnos en sus dominios.

- ¡AHHHHHHHH! En cuanto los licántropos se expusieron a la luz para atacar, Dhanna dio un agresivo grito y atacó con su espada a la bestia más cercana a ella.

Sin apenas asustarse o amilanarse por la situación, al contrario, su adrenalina llenaba todo su cuerpo y la euforia, su mente. Sonó un disparo que retumbó en el bosque, pero ella estaba concentrada en la lucha y ni siquiera le sorprendió aquella arma extraña y que echaba humo.

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20/09/2009, 20:20
Licántropo

Las sombras bailaban alrededor de la hoguera. Por desgracia, algunas de esas sombras eran peligrosamente mortales y se lanzaban sobre ellos en vez de apartarse de las llamas que, hasta ese momento, les habían servido para convertir la noche en algo medianamente confortable.
Los bramidos de las criaturas acompañaron su ataque, ahogando incluso la voz de la muchacha que les lanzaba un aviso al tiempo que ella misma se adelantaba para atacar a una de las criaturas.

El licántropo, al que había decidido enfrentarse, caso doblaba su altura. Los ojos amarillos, ávidos de sangre humana, se centraron en el delgado cuerpo que había aparecido ante ellos. El hambre dominaba aquella mirada, pero aún conservaba cierta inteligencia.
Sabía que aquel brillo metálico, que Dhanna blandía ante ella, era peligroso para él. Había sentido su mordedura en el pasado...un lejano pasado. No había acabado con él, pero recordaba lo dolorosa que era su mordedura.

El filo de la espada se acercaba rápidamente, pero el licántropo era más rápido. Lanzó su brazo derecho, trazando un arco, para apartar el acero de su cuerpo.
Le costó un feo corte en el brazo, pero consiguió su objetivo y ahora Dhanna se encontraba a su entera disposición. Únicamente quería desgarrar aquella garganta de piel blanca. Dejar que la sangre adornara sus garras y fauces.
Alzó la garra izquierda, amenazante sobre el rostro de la joven, dispuesto a acabar con su vida.
Las amenazantes uñas descendieron, pero lo hicieron de un modo extraño, pues el brazo ya no se encontraba unido al resto del cuerpo.
Un sonido acuoso se desprendió del miembro cuando este cayó al suelo. ¿Qué había ocurrido? La respuesta estaba justo a la espalda de la criatura.
Sadicer, el mercader, había seguido la carrera de Dhanna y había sido su espada la que había cercenado la garra que a punto había estado de acabar con la vida de la joven.

El aullido de dolor del licántropo se unió al de uno de sus compañeros, el cual observaba con sorpresa la herida que había surgido en su pecho sin que comprendiera la forma.
Nadie se había acercado lo suficiente a él para herirle, y sin embargo sentía cómo la vida se escapaba por el orificio producido por el sonido de una de sus presas.
Había sido aquel hombre que, desde lejos, había dirigido hacia él un extraño artefacto.
Kane mantenía su brazo estirado, observando que, al parecer, no todas las leyendas eran ciertas, pues estaba completamente seguro que sus balas no estaban fabricadas con plata.
El cuerpo del licántropo cayó al suelo sin vida.

El resto de los atacantes vió frenado su impulso, pues ahora sabían que sus presas eran más peligrosas de lo que habían supuesto en un primer momento.
Sin embargo no podían retirarse, pues sería peor el castigo que cualquier cosa que pudieran hacerles ahora...incluso la muerte.
Dos de los licántropos restantes decidieron que debían acabar cuanto antes con aquel que utilizaba armas desconocidas y se lanzaron hacia Kane.
Mientras tanto, otros dos se dirigieron hacia aquel que blandía el fuego y la espada. Los dos restantes se dividieron para encaminar sus pasos hacia la mujer que se mantenía a la defensiva pero armada y contra aquel que había decapitado a uno de los suyos.

Notas de juego

A ver, situación.

Quedan vivos seis, uno de ellos manco.
El manco está junto a Dhanna y Sadicer. Dos van a por Kane y dos a por Zack. Otro va a por Majud y el último a por el soldado de Rosslyn.