Partida Rol por web

Die Glocke

El Putsch (Capítulo III)

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29/06/2017, 03:49
Director

Habían transcurrido tres semanas y parecía que había transcurrido más de un mes. La cantidad y calidad de los acontecimientos desde la llegada de los nativos había mantenido ocupadas a muchas de aquellas mentes y hacía que aquellos días tan largos fueran aprovechados hasta el máximo. Les llenó de vergüenza, en realidad, el estar acostumbrados al ritmo de vida terráqueo, ya que los nativos eran capaces de trabajar casi de sol a sol, durmiendo luego entre ocho y diez horas. ¡Y creían que ellos eran trabajadores!

Los asuntos de la colonia evolucionaban favorablemente. Estaban comenzando a explotar las minas, y de ellas salían convoyes de vehículos cargados de minerales para las fábricas. El taller de maquinaria se quedaba pequeño, y ahora se ambicionaba levantar unas grandes extensiones al mismo para la manufactura de armas, vehículos y materiales de primera necesidad.

Krieg y Bernstein probaron los primeros motores alemanes de Xerum 200, el derivado del mercurio utilizado en los vimanas como combustible de altísima eficiencia. Se basaron en los diseños venusianos, pero aplicaron sobre ellos la consabida eficacia de la ingeniería alemana. Los chicos de BMW hubieran estado orgullosos con aquellos primeros "motores compactos", con una cilindrada impresionante. De hecho, descubrieron que para el transporte convencional se podía miniaturizar el motor y éste desarrollaba el mismo número de caballos, o superior, al de los modelos de explosión ya existentes. Fue un gran avance que todos aplaudieron, especialmente cuando el científico loco con sus gafas de aviador se dio un paseo en el primer kubelwagen con motor KB (las siglas de los inventores) y todos se quedaron maravillados cuando vieron que alcanzaba los 140 kilómetros a la hora a tiro forzado del motor en las pistas de aterrizaje. Se auguraba una nueva era para el transporte en el planeta.

Además, las ventajas del motor KB podían soslayar la falta de combustible fósil para la expansión del parque móvil. De hecho, el mercurio no se "gastaba" per se, pero si se contaminaba a lo largo de los ciclos de uso (comparativamente muy largos) y luego requería de un tratamiento de depuración para volver a estar operativo. Según sabían, los nativos habían calculado que los vimanas podían desarrollar unas 40 horas de vuelo a plena potencia antes de volver para "repostar". Por fortuna, el proceso químico para la depuración del combustible era una electrólisis bastante simple con la aplicación de filtros de carbón activo, por lo que se teorizaba que la propia bateria del coche podía cumplir esa función con ayuda de un "depósito secundario" en el que los ingenieros ya estaban trabajando.

Los militares estuvieron muy entretenidos vigilando a todos aquellos nativos. Sin embargo, a veces sus oficiales les reunían para darles información, explicarles lo que se avecinaba. Se decía que iban a repartir uniformes nuevos, y que estaban comenzando a producir armas en serie. Buenas armas, como el Stg-44, pero también se experimentaban con variantes de aquellas "armas eléctricas" que habían capturado al enemigo. Todavía no habían sido capaces de miniaturizar el extraño mecanismo de aquellas otras armas "de energía" que tenían algunos vimanas, pero solo había que darles tiempo... estamos hablando de científicos nazis. 

A pesar de su obstinación, la doctora Dietrich tuvo que dar su brazo a torcer. Las necesidades sanitarias de aquella creciente población hacían necesaria la presencia de un cuerpo de sanitarios y enfermeras con ciertas cualificaciones, por lo que se inauguraron las "clases de medicina general y asistencia de cirugía" en el volkshalle.

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29/06/2017, 04:32
Director

Llevaba más de una semana jugando a ser la perfecta chica alemana. Se había ido de casa de Hagall, de la que ahora hablaba pestes y falsedades, y contaba historias muy tristes sobre su periodo en el planeta, su vida de esclava y lo malos que eran los Nuaki. Su conocimiento del idioma local hizo el resto, y comenzó a dar clases para todo aquel que quisiera aprenderlo. Clases de alemán para nativos y clases de védico venusiano (la lingua franca del planeta) para alemanes.

Rommel no había hablado siquiera de ella en todo aquel tiempo. Utilizaba a Aziz para mandarle algún mensaje, pero en general habían entrado en aquella espiral habitual de sus misiones de espionaje. Jugaban con ventaja, por que nadie allí sabía quien era ella ni de que lado estaba. No si sus nuevos compañeros no se iban de la lengua, y no les convenía hacerlo. De nuevo jugaba a ser la espía, pero era el trabajo que mejor se le daba. Pensaba destapar aquella conspiración, pues tenía razones personales para odiar a los que querían convertir el planeta en un paraíso nazi. La quintacolumna de Kammler en el planeta debía desaparecer, y debía hacerlo pronto, si acaso querían que el futuro se les escapara de las manos.

La gente no podía evitar ser supremacista. La clase de nativo para alemanes estaba poblada sobre todo de mandos militares de cuadro bajo, que necesitaban dar órdenes a los venusianos en su lengua, pero no era tan populosa como la clase de alemán para venusianos. Al final, todos acabarían hablando un germano macarrónico y a nadie le interesarían sus servicios como traductora.

La campana sonó y ella recogió sus papeles y borró la pizarra. Los pasos de la "zorra mayor del reino", como la apodaban ella y Hagall, se sintieron detrás. Pero ella no se volvió. Sabía muy bien jugar el papel de la chica distraída.

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29/06/2017, 04:45
Hulda Zimmermann

La rubia sonreía. Habían hablado unas cuantas veces. Trabajar en el volkshalle era estar a un tiro de piedra del club de amigas que era la liga femenina nacionalsocialista, a la que ella no pertenecía formalmente pero de la que recibía cierta simpatía. Sin embargo, había quien cuchicheaba, por que "la habían violado asquerosos monos venusianos". A pesar de lo racista del comentario, ella no iba a desmentir esa afirmación, por que era cierta y tampoco lo había hecho con alegría en el corazón, precisamente.

-Mucho mejor alguien con soltura real en las lenguas del planeta -dijo- Lo dije y lo mantengo.

Ella se giró y la miró sin perder la sonrisa. Obviamente, hablaba de Hagall, a la que odiaba con todas sus fuerzas. No le cabía ninguna duda de que cuando aquellos conjurados hicieran una "noche de los cuchillos largos", la primera en pasar por la picadora sería la señorita Wirth. Habría que procurar que esa noche no llegara.

-He estado hablando con algunas personas y, la verdad, estamos muy complacidos por tu humildad. Me consta, recuerdo, que trabajabas con los científicos. Y a pesar de ello no has querido usurpar un puesto en el laboratorio, no sin demostrar antes de parte de quien estás, comenzando desde abajo.

Parpadeó.

-No obstante, a pesar de que tus servicios como traductora son imprescindibles, creo que los científicos tienen falta de personal cualificado. Está esa niña joven, la hija de los Olsen, pero... hace falta alguien con experiencia. ¿No te gustaría volver a trabajar en el laboratorio?

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29/06/2017, 04:54
Director

El laboratorio era un bullir de actividad. Se iban a necesitar varias vidas o el trabajo tedioso, paciente, de un ejército de becarios para terminar con los proyectos que iban comenzando. La imaginación de los inventores era febril. La mayoría de los científicos, sin embargo, debía ocupar su energía y esfuerzo en cosas prácticas de uso inmediato.

Mientras, ambos hombres se permitían soñar con las estrellas e investigar sobre los grandes interrogantes que las nuevas tecnologías les abrían. Su capacidad de aprendizaje era exponencial, y si sus cerebros no implosionaban en los próximos cinco años, sin duda se merecerían una estatua o que le pusieran a los premios de ciencia del planeta sus nombres.

Sin embargo, Krieg parecía algo distraído en ocasiones. Parecía que echaba un ojo a Olsen, más de uno, y Bernstein sentía que la confianza mútua de la que ambos habían gozado se resquebrajaba. Creía que la causa era la joven Anette, que siempre merodeaba ayudándole en mil y un tareas. Sin duda alguna, ambos hombres tenían una conversación pendiente al respecto.

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29/06/2017, 05:03
Director

Se había reunido a los hombres en una explanada. Los soldados que no estaban de guardia o patrullando formaban a pleno sol, a primera hora de la mañana, después del toque de corneta y el izado de la bandera. Algunos colonos se habían asomado a mirar, curiosos. Los oficiales les hicieron marchar hacia el exterior, con sus armas y equipos, en un corto desfile que pasó por el cardo principal de Villa Venera, la "calle Sigfrido". No sabían muy bien a que obedecía aquella marcha, pero trataron de hacer caso omiso de los lugareño, que se asomaban para verles o les jaleaban. Tampoco había demasiados, por que la mayoría ya se dirigía a sus respectivos puestos de trabajo.

En una explanada grande en el exterior habían montado un grupo de tiendas de campaña de estilo alemán, y lo que parecían ser unos barracones prefabricados con una extraña bandera. La tropa se detuvo, y poco después escucharon el rugido de unos camiones Opel Blitz que llegaron al lugar, cargados de suministros y material diverso.

Dos mil hombres de edades comprendidas entre los dieciséis y los cuarenta y cinco años se perfilaron en el horizonte, caminando hacia aquella misma explanada. Los soldados compartieron miradas de inquietud. Estaban demasiado acostumbrados a malpensar, demasiado contaminados por el mal hacer de la guerra, para que a ninguno le pasara por la cabeza la posibilidad de que les pidieran abrir fuego contra aquella multitud.

Sin embargo, no parecía que debieran hacerlo. A su frente, venía el mariscal Rommel, caminando con bastón, y acompañado por el coronel y la señorita Wirth, entre otras personas. Alguien cuchicheo, inquieto, hasta que los oficiales reclamaron silencio. Finalmente, el gentío se sentó ordenadamente al estilo nativo, aunque sin cesar en un parloteo ciertamente irritante. Solo los toques de corneta y el silencio de los soldados les impuso cierto respeto. Entre ellos, hubo gente que reclamaba silencio. Al parecer, les iban a traducir lo que allí se iba a decir.

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29/06/2017, 05:21
Kiefer Jürgens

Había una pequeña tarima construida para que los oficiales siguieran las evoluciones de los entrenamientos. Sobre ella subió el viejo zorro del desierto, mirando a los alemanes que formaban mientras el coronel pasaba revista. Todo parecía protocolario, muy alemán. Les ordenaron descansar armas y se presentaron al mando los oficiales con sus secciones.

-Mariscal, la tropa está preparada para recibir sus órdenes -dijo en voz alta.

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29/06/2017, 05:24
Erwin Rommel

El mariscal de campo sacó pecho. A pesar del tiempo transcurrido, y de que estaba algo flaco, seguía teniendo un porte muy marcial, especialmente con aquel uniforme lleno de las mayores condecoraciones que Alemania tenía para ofrecer a sus soldados.

-Soldados de Alemania -comenzó a decir- Habéis hecho un largo viaje, a través de la guerra, a través del tiempo y a través de las estrellas. Habéis venido a éste planeta, fieles al cumplimiento de la última voluntad de nuestro führer, Adolf Hitler...

Parpadeó con el ojo que le quedaba.

-Pero temo que debo anunciar que el führer ha muerto...

Hubo un rumor entre las tropas, él alzó una mano reclamando silencio.

-En el actual curso de los acontecimientos, si nuestro pueblo no regresa un día para evitarlo, el führer morirá. Lamento decirles ésto, pero yo no llenaré su cabeza de mentiras, si no de palabras ciertas.

Respiró hondo.

-Hay gente en la Tierra, en otro tiempo y espacio, que ambiciona lo que aquí hemos construido. La Unión Soviética, que profanó Berlín y mató a los últimos valientes, los Estados Unidos, un gigante industrial con la vista puesta en el espacio... pero no son los peores. Nuestros propios hermanos preparan un golpe contra nosotros, pues nos consideran débiles. Los supervivientes del Reich, que se mueren de frío en la Antártida, no quieren venir aquí para unirse a nosotros, no... Nos han dado por muertos. Y si sobrevivimos, no dudarán en aniquilarnos. Para ellos, todos nosotros somos tan untermensch como esos nativos que véis ahí.

Los soldados no salían de su asombro con lo que les estaban contando.

-Soldados del Reich. Tenemos dos opciones. Habéis hecho un juramento, el juramento de servir a nuestro führer y a la sagrada Alemania, pero ese juramente no tiene sentido en éste mundo, ni siquiera en el año de 1947, que es donde aguardan vuestros hermanos proscritos en Nueva Suabia. El führer murió, y Alemania se dividió en dos, repartida entre soviéticos y aliados...

-¡Eso es un ultraje! -gritó un soldado.
-¡Mentiras, mentiras! -añadió otro.

El mariscal tenía preparados unos datos. Fotos que había conseguido sabía Dios como, que ahora estaban impresas a gran tamaño. Fotos de la bomba de Hiroshima, de la rendición incondicional alemana a manos del mariscal Keitel, de los checkpoint de Berlin. La indignación cupo enseguida, pues las fotos no parecían falsas. Un programa de radio de la BBC, anunciando el final de la guerra, grabado en una cinta, hizo que algunos de los soldados se salieran de la fila. ¿Que quería decir todo aquello?

Rommel tuvo que disparar al aire dos veces para que el rumor cesara. Tras ésto, guardó la pistola.

-Como he dicho, ésto es lo que pasará si los acontecimientos siguen su curso.
-¡Regresemos a acabar con esos cerdos rusos, señor!
-dijo alguien.
-Lo haremos, en el futuro. ¿Acaso dos mil de nosotros, aún provistos de la extraña tecnología de los vimanas, supondríamos alguna diferencia en 1945, o en 1941?

Las tropas callaron ante aquel razonamiento, aunque la masa se guía por impulsos. Ahora mismo, estaban desorientados, sin un horizonte claro.

-Éste planeta casi nos mata a todos. A vosotros, a mi mismo. Habéis visto de lo que son capaces esos Nuaki, y tan solo habéis visto uno de sus ejércitos... ¿Pueden 300 hombres derrotar a cientos de miles, cuando ni siquiera podemos decir que la tecnología está totalmente de nuestra parte?
-¡Hay que destruir a esos cerdos Nuaki!
-dijo alguien.
-Exacto, soldado. Jamás podremos alcanzar sueño alguno si primero no aseguramos nuestra supervivencia en éste planeta. Y para ello, nada mejor que cumplir un par de profecías hechas con buena fe... -hubo risas por el comentario- Para presentarnos como héroes libertadores.

Hizo una pausa. Se guardaron las fotos "del futuro" y Rommel apoyó su bastón de mando en la cadera.

-Debemos ser astutos, cuidar de nuestro propio presente y futuro. Por muy alemanes que seamos, por muy germano que sea nuestro corazón, jamás podremos reproducir en éste mundo los valles de Sarre, las cervecerías de Munich o los pueblos alpinos. La geografía es diferente, la fauna es diferente, ¡Hasta los malditos días son diferentes! -hubo más risas- Podemos añorar nuestra tierra, e inculcar a nuestros hijos esa añoranza en su corazón. Pero recordad, soldados. A mi y a vosotros, se os prometió un paraíso que habitar, un lugar donde comenzar de nuevo.

Extendió la mano.

-Éste es ese mundo. No es solo un lugar de paso, ni de repostaje, ni una fábrica para crear una nueva máquina de guerra. Para muchos de nosotros, posiblemente para todos, éste planeta será nuestro hogar. Nuestro único y verdadero hogar, que conquistaremos con derecho, amparándonos en una causa justa. ¿Preferís ser dioses libertadores u odiados genocidas? La gente de éste mundo, habéis visto, estáis viendo, están dispuestas a vivir junto a nosotros éste sueño. Reclaman su lugar en lo que ellos llaman "Doichlan", que es la esperanza de futuro que nosotros representamos.

Asintió con la cabeza, despacio.

-Se que muchos de vosotros habéis conocido el salvajismo, la opresión y la muerte. Habéis visto lo que supusieron nuestras ansias por hallar un lebensraum en el este, a donde condujo la ambición desmedida y el genocidio de los "untermensch". No importa que éste sea otro planeta. Los venusianos pueden parecer simples, pero os recuerdo que sus gobernantes surcan los cielos con ciudades capaces de viajar entre mundos y volar por los aires. ¿Por qué no habrían de aprender de nosotros para luego destruirnos? Incluso podrían regresar a Alemania, antes que nosotros, y doblegarla de una forma que haría que la barbarie comunista nos pareciera un juego de niños...

La gente calló. Aquello era muy cierto.

-Se que os han enseñado a odiar. Que muchos lleváis tatuado el signo de las SS, y que os educaron para no considerar a éstas personas como iguales... -muchos sintieron que realmente ellos "eran" inferiores, pero no dijeron nada- Pero éstas personas que veis aquí, la mayoría racialmente arios como los que más, solo tienen otra cultura, otras costumbres. Ellos pueden aprender, desean aprender. Ahora nos toca a nosotros aprender, caballeros... aprender las reglas de Venus.

Señaló la bandera que hondeaba en el patio de armas.

-Éste planeta no necesita una Schutzstaffel, ni tampoco necesita una Wehrmacht, o una Luftwaffe. Yo mismo, caballeros, vestí el uniforme de tres gobiernos, dos de ellos imperios alemanes. Creamos el Heer, creamos las SS, en la Tierra, por que eran necesarias para alcanzar nuestro sueño. Ahora tenemos un sueño nuevo, un objetivo nuevo. Necesitamos un ejército nuevo.

Algunos operarios bajaron de los camiones su contenido y lo dispusieron sobre mesas o fardos tirados en el suelo. Eran uniformes nuevos, de color verde bosque con detalles naranjas: los colores del planeta. Su corte era muy similar al de los uniformes que ya conocían, pero mezclando elementos tropicales/coloniales con detalles nuevos que iban a resultar algo controvertidos.

-Ahora, ustedes deben tomar una decisión. Una decisión personal. Han hecho un juramento, pero las circunstancias lo han roto, lo romperán. Necesito de ustedes un nuevo juramento, para un nuevo ejército. Un juramento sobre la bandera que vamos a defender, ustedes, yo y esos nativos, que formaran parte de nuestras tropas, que se convertirán en nuestros soldados, nuestros sargentos... quien sabe, incluso en un futuro nuestros oficiales también. Un ejército venusiano, con carácter alemán. Los Venus Korps.

Parecía un chiste, pero no lo era. El asunto iba muy en serio. Hagall se adelantó unos pasos con su "criatura", que ya era del tamaño de un gato, y acompañándola venía un hombre ya vestido con ese uniforme.

-Las SS nos trajeron hasta aquí, y por ello las recordaremos por siempre. Las llevaremos en nuestros corazones, en nuestra sangre. Pero serán los Venuskorps los que nos den la victoria, y nos entreguen éste planeta. ¡Soldados...!

Se llevó una mano al pecho, quitándose la gorra.

-He estado con vosotros, luchando junto a vosotros, sangrando junto a vosotros. He estado con vosotros en Mons, en Verdun, el Argonne, en una Alemania derrotada y humillada, en Polonia, en Francia durante los años de la victoria, desfilando en los campos elíseos, en Tobruk, en Normandía y las Ardenas. Ahora os pido, soldados, que luchemos juntos otra vez más. Otra vez más, contra todo pronóstico, contra el mundo entero, si hace falta, para convertirnos en el faro de la luz que derroque a los tiranos e instaure un reinado de paz, amor y trabajo. Ésta vez, la historia no nos recordará como carniceros, ni tendrá por que entender nuestros métodos. Todos sabrán que hicimos lo correcto, lo justo, que vencimos en buena lid y que éste mundo nos pertenecerá por derecho.

Se bajó del palco y les miró.

-¡Los que estéis conmigo, un paso al frente!

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29/06/2017, 06:08
Rolf Kleiber

Entró en el aula y se sentó al final. Allí estaba, el buen doctor Kleiber, dando clase a un montón de jovencitos y jovencitas alemanes. Estaban formando la primera hornada de sanitarios, y de momento, hasta que no contaran con un traductor, en las clases no habían nativos. Eso la tranquilizó, al menos de momento, pero sabía que el día llegaría.

Tocó el timbre y los alumnos, que estaban recibiendo un curso acelerado sobre como extraer metralla del cuerpo y cauterizar las heridas (una dolencia que iba a abundar fruto de los conflictos militares) recogieron sus cuadernos y se marcharon. Ella se quedó en su sitio, y el doctor se acercó sentándose al lado. Tenía mejor aspecto, como si convertirse en un profesor diera más sentido a su vida.

-Supongo que necesitáis más de un par de manos en la enfermería, con todos esos nativos... -parpadeó- Ya sabrás que la gente cuchichea sobre el tema. Pero la verdad es que a mi me parece bien. Es decir, si quieren liberarse de esos Nuaki, y tú y yo sabemos de lo que son capaces, no es justo que solo trabajen y mueran los nuestros para ello.

La miró. Él era el hombre que más la conocía, después de su familia, con el que había compartido más tiempo.

-Últimamente dicen que estás algo... distraída. Imagino que te preocupan muchas cosas. Se lo que es eso, ser el médico y tener que mantener esa fachada de profesionalidad en todo momento. Es lacerante. Así que, ya sabes que en mi puedes tener un amigo, alguien que te escuche y te pueda dar un par de consejos... ¿Lo sabes, verdad?

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29/06/2017, 06:58
Hans Topf

No es que obedecer fuera lo lógico. Es que era la única opción viable.

Saludó, como ordenaban las Normas de Régimen Interior y de Orden Cerrado para salir de la formación. Era lo que la disciplina les inculcó. Salía solo. Con ello salió de la formación. Se puso ante el Mariscal, y con el saludo típico militar, no el nazi, sino el de soldado se puso ante el señor que era, y ahora volvía a ser, su heroe. Su modelo a seguir.

 

En primer tiempo de saludo: - Con el permiso de vuecencia mariscal. Organizaré esto. Y terminó el saludo. Su voz sonó fuerte. Tanto que se sorprendió a si mismo. No deseaba gritar. Sería la emoción. Se giró y a la voz de: - Regimiento, formar 3 filas. Los 10 primeros de cada compañía junto a los montones. Centro y laterales. Organizarán la entrega por tamaños y tallas. Y con un grito final ordenó: MAR. Estaba usando una voz ejecutiva para que las ordenes se empezaran a cumplir algo arcaica. Tan antigua como el propio concepto de Alemania, de Prusia tal vez. Estaban regresando a los viejos tiempos, descontaminándose de las últimas "malas costumbre", y regresando a sus orígenes, para construir un futuro nuevo.

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29/06/2017, 10:36
Helmut Bernstein

Llevaban tres semanas de actividad imparable. Los proyectos se amontonaban, la sideas iban viniendo, pero faltaba teimpo material para ponerse a ello. Las limitaciones del mundo material ponían sus límites al loco mundo de las ideas. Aquella experiencia era el sueño de cualquier científico y Bernstein lo vivía como tal.

Le costó percatarse de la actitud de Krieg. Nunca había sido alguien muy animado y el doctor tampoco era un lince para detectar esos temas, pero la cosa empezaba a ser evidente.

¿Qué le debe pasar? Bueno, deben ser esos feos rumores sobre su mujer... Krieg debería rendir más... Suerte que Anette se está aplicando. Sí. Es una muchacha inteligente, sin ser brillante, pero es trabajadora. Ei! Un momento... ¿Has visto como la mira Krieg? Sí... Podría ser...

Durante el descanso de mediodía se acerca al ingeniero y posa la mano en su hombro, amistoso.

He estado trabajando en una mezcla de té con un cítrico local para hacer una bebida refrescante para luchar contra este calor del demonio. ¿Le apetece probarlo? No es como el limón, y le da un toque exótico bastante característico.

Esperó a estar a solas con él y servirle un vaso de lo que él había bautizado como Florilegio, de flos (lo mejor) y legio (reunir),

Aunque es un nombre demasiado grandilocuente para una bebida... ¿Sugerencias?

Espera a que se relaje para atacar bajo su línea de flotación.

Hace días que le veo algo pensativo. ¿Ocurre algo? Si hay alguna cosa que le molesta le ruego que me lo cuente. ¿Es sobre aquella desafortunada comida?... ¿Es sobre alguien del equipo? No me gusta verle así. ¡La marca KB puede hacer aún muchas cosas enormes!

Le dice con un guiño. Se remueve inquieto. Bernstein no es un hombre de sociedad. Le cuesta decir lo que quiere decir. Le cuesta expresar sus emociones íntimas en ciertas situaciones sociales.

Le... Le considero un amigo, Damien. Me encantaría poder ayudarle.

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29/06/2017, 14:00
Damien Krieg

La verdad que tanto trabajo le gustaba, lo mantenía ocupado mentalmente.

No, es eso Doctor Bernstein, solo ando pensativo en el sentido, de como ingeniármelas para hacer de sigfrido una colonia voladora, como podría ser posible, solo analizaba factores, de la misma manera, que hacer nuevos cálculos mentales, Sigfrido ha crecido, asi que si tenemos que teletransportar de nuevo a nuestra era la colonia, debería de haber mas energía para las zonas ampliadas, pero aunque se diera el caso, no se puede ampliar esas mismas zonas, en nuestra era, ya que esas zonas no poseen un espacio preparado para ellas para ocupar un espacio que supuestamente, solo hay roca , tierra y demás... ¿ no lo ha pensado Doctor Bernstein?, luego esta el tema de las armas, me puse de lleno con esos planos, para hacer las armas eficientes.. - se explica Krieg al buen Bernstein

Lo de la comida ya es algo del pasado, poco se puede hacer, en cuando a las compañías, aun me siento molesto de que se me ocultaran tantas cosas cuando lleguemos aquí, que se usara parte de los conocimientos de mi mujer y míos, para cosas que no nos han informado, como científico entenderá, en cuanto a su té, no gracias, creo que tengo bastantes tés esta semana... - dice mientras se pone de nuevo a examinar los planos, futuros proyectos, sin mirar a nadie.

En cuanto a las cosas de KB,  aún nos queda infinidad de proyectos , pruebas y avances, pero debemos de centrarnos también en las cosas más apremiantes que necesita la colonia.. - dice Krieg ya  mirando a Bernstein.

 

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30/06/2017, 11:09
Helmut Bernstein

Bernstein mira a Krieg sin acabar de entender. Pestañea confuso.

¿Volver a nuestra era? No tengo constancia que exista plan alguno para volver. ¿Usted quiere volver? ¿Con qué objetivo?

De una forma extraña, Bernstein tenía claro que no quería volver. No sabía como estarían las cosas a la vuelta. Cuandos e habían ido la situación era crítica para Alemania, aunque Hitler ya había demostrado que era capaz de dar la vuelta a situaciones imposibles. Si seguía Hitler en el poder no tenía nada claro que fueran a ser recibidos como héroes. Si habían perdido la guerra no iban a tener un gran recibimiento de los aliados. Y si iban a un punto temporal adecuado para ayudar al régimen para ganar la guerra... Bueno, eso tampoco era mucho de su agrado. Las instrucciones habían sido ir a aquel planeta para un Reich futuro... Pero había tantas cosas que no eran lo que parecían que no estaba seguro de nada.

Bueno, siempre se nos han ocultado datos, señor Krieg. Siempre. Los militares tienen esa fea costumbre. Debe de ser una especie de deformación profesional. Por mi parte, no me lo tomo como algo personal. Es como una travesura infantil. Sí, sí. No me mire así. Lo importante es poder experimentar las maravillas que hacemos. Deje a los militares con sus secretitos tontos. Nosotros tenemos el verdadero poder, Damien. Nosotros. Nosotros somos los únicos que entendemos de ciencia, somos los que tomamos las decisiones. Nosotros somos los que elegimos como vivirán los futuros hijos de esta colonia.

Nuestro futuro está basado en la ciencia y la tecnología, y con un futuro así, usted y yo seremos los garantes de esta colonia. Ni los militares ni ningún otro estamento. Usted y yo. Piense en ello y no se deje cegar por las chiquilladas de los militares. Son los coletazos del dragón agonizante, sabedor que el caballero ya ha rescatado la princesa. Dentelladas inútiles.

Acaba declamando, poniendo su mano sobre los planos que consulta Krieg, para obligarle a levantar la vista de los papeles.

¿Está preparado para ello, Damien? No somos únicamente científicos. Somos los inspiradores de una nueva era. Somos los mensajeros de los nuevos dioses. De nosotros depende la formación de nuestro futuro. De la creación de un nuevo paradigma. Piense en ello. No sólo a nivel material, sino espiritual. Los valores que queramos inculcar, la forma de afrontar la realidad... La señorita Wirth juega a ser sacerdotisa, pero sólo toca una parte concreta del alma de la gente. Nosotros tocaremos todo el árbol. No se engañe, nosotros seremos los verdaderos sacerdotes de la era que está por venir.

Piense en ello... Piense en todo ello. Y consulte su corazón. No su cabeza.

Cuando uno se presenta, se lleva la mano al pecho, al corazón, no a la cabeza. Confie más en su corazón y menos en su cabeza. Consulte su interior más profundo. Tenemos retos mucho más importantes que estos planos.

 

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01/07/2017, 01:32
Hagall Wirth
Sólo para el director

Aquel almuerzo tardío, informal y exótico fue lo mejor del día y uno de los actos de socialización más agradables que Hagall recordaba haber disfrutado nunca. Se rieron mucho inventando los motivos de la discusión y los chismes con los que Adeline acudiría llorosa e indignada a la zorra de Hulda. A gente de mundo como ellos les parecían absurdeces, chiquilladas, pero es que la gente que no había visto más allá del tranco de su casa era así de mentecata. –Que triste- dijo ella –venir hasta Venus para seguir haciendo lo mismo de siempre. Tanto hablar de Lebensraum para que? ¿Para no salir de la plaza del pueblo ? ¡Que desperdicio! ¿A quien no le llaman las montañas, los bosques y los lagos? Es peor que la caverna de Platón, es ser sordo… y ciego… e idiota- volvieron a reir.
El teniente escurrió el bulto, progresivamente se quedó en silencio como si quisiera fundirse con el fondo y se marchó junto al ingeniero, antes de que la “discusión” atrajera las miradas de los más cotillas.
Hagall se sintió muy sola después de aquello, se distrajo recogiendo el desorden provocado por Fegelein y tumbada en la cama a la luz de las estrellas hizo retrospectiva. Demasiados cambios y demasiado rápido, tanto que la estaban distrayendo de objetivos mucho más importantes, como el conflicto Nuaki, la amenaza de Kammler y su propia supervivencia. Sí, Rommel buscaba asegurar el futuro de la colonia ¿Pero a que precio? Extrañamente Hagall no deseaba la aniquilación de los Nuaki (cosa que la sorprendía incluso a ella), pensó en Ajaka, en su mirada antes de irse… realmente era él quien le preocupaba, en el nuevo Venus de Rommel no habría sitio para el príncipe… y para ella tampoco… ¿Quién era ella? ¿Para que servía? Otra vez era un peón en el tablero de otros, otra vez una pieza prescindible… por no hablar de los venusianos… La casa empezó a venírsele encima, la agobiaba, la ansiedad estaba de vuelta. Harta cogió la moto y se fue a su ya habitual rincón en el lago de Jat, donde se sumergió en sus oscuras aguas y durmió junto a la orilla en una hamaca. A Nidhogg ese plan le gustaba mucho más que el perol en la cocina, allí podía saltar, correr y nadar todo lo que quisiera y más, y sabía que a su madre también la hacía feliz. En la naturaleza no sentía ese abismo dentro ella, todo encajaba y era perfecto tal cual.

Por la mañana estaba haciendo su rutina de yoga cuando una vocecilla aguda y llena de energía empezó a llamarla a gritos -¡Hagall! ¡Hagall! Ya estamos aquí- era Ara, quien casi la tira al suelo de lo fuerte que saltó a abrazarla. Fue entonces cuando miró a su alrededor, desde la altura de la roca en la que se encontraba podía ver la abrumadora cantidad de gente que les acompañaba camino de Sigfrido. La niña la cogió de la mano y la llevó hacia ellos –Os lo dije, es ella, mi amiga Hagall, la sacerdotisa de Sigfrido- no sabía donde meterse, estaba en bañador y no le parecía la manera más apropiada de que sus nuevos “seguidores” la conocieran. Muchos se arrodillaron e incluso alargaron las manos para tratar de tocarla como a un objeto sagrado. Por lo menos los tatuajes le daban un aspecto medianamente místico se consoló pensando. La veneración del público aumentó cuando Nidhogg apareció sobre su hombro. Era un momento crucial y debía hacer algo, se agachó y pidió a los más cercanos que se levantaran, el hecho de que una “Nuaki” les tocara y se mostrara amable terminó de redondear el círculo. En seguida apareció el resto de la familia de Ara a los que saludó afectuosamente. Recogió sus bártulos y se pusieron al día mientras les acompañaba de vuelta a la colonia. “Colonia” el término seguiría en uso aunque ahora fueran la capital de un feudo, era una forma de diferenciar el núcleo de la expansión.

Nada más llegar los nativos se ofrecieron a hacer las piras de los caídos durante el asedio. Dijeron que querían hacerlo por respeto a su sacrificio, pues entendían que habían muerto defendiéndoles de Rama y los que habían sobrevivido se merecían descansar. Levantaron el monumento funerario en tiempo record, en forma de esvástica, y asistieron respetuosamente al sepelio. Al prender el fuego descubrieron que habían mezclado plantas aromáticas con los troncos haciendo que el humo oliera a gloria ¡Que imagen para el recuerdo! Hagall prendiendo fuego a una cruz gamada llena de cadáveres alemanes rodeada de venusianos…

Por el momento Hagall se sentía útil en las tareas de traducción e integración. Cuando no se trataba de solventar cuestiones concretas o realizar rituales (de bendición, limpieza e inauguración) la sacerdotisa ideaba estrategias para facilitar el entendimiento entre pueblos. Por ejemplo dio unas cuantas conferencias explicativas a los alemanes sobre la raza aria y sus diferentes ramas (en las que hubo notables ausencias) fruto de sus investigaciones, otras veces hacia una especie de “cuentacuentos” para grandes y pequeños en el que contaba mitos, fábulas y leyendas germanas y los más ancianos de los nativos hacían lo propio con historias venusianas. Sus feligreses solían unirse a esa clase de actividades y eran siempre los mejor predispuestos de la colonia. Por su parte los venusianos eran gente curiosa con ganas de aprender, ser útil y hospitalaria, un poco naifs pese a vivir en el “medievo” ¡Con las durezas que semejante vida impone! Y sin embargo alegres.Tenía sentido, no obstante, pues no habían sufrido el fin de la inocencia que supusieron las dos últimas grandes guerras de la Tierra. Hagall meditaba mucho sobre esa diferencia espiritual, el pueblo alemán siempre había sido de naturaleza áspera, truculenta, oscura y beligerante ¿Por qué? ¿La dureza del territorio quizás? Otros pueblos vivían en parajes difíciles y sin embargo eran más… alegres.

Los nativos la tenían en cuenta para todo y ella se sentía como en casa entre ellos (como en casa…), además mimaban a Nidhogg dándole de comer entre todos como si fuera un elefante. Hubo tensiones entre ambos pueblos pero también escenas graciosas y entrañables, los niños eran niños y las mujeres mujeres, con los mismos problemas en Venus que en la Tierra. Hulda no dejaba de poner trabas pero su esfuerzo era como poner puertas al campo, un imposible, sobre todo por la influencia sibilina de Adeline. Las dos rubias cruzaban miradas cómplices de cuando en cuando y algún que otro mensaje a través de la kimlar.
Bajo la excusa de realizar modificaciones en el motor de su BMW para adaptarlo al nuevo combustible (cosa que le dolía solo de pensarlo como si le sacaran los intestinos con tenazas al rojo y sin anestesia) se juntaba con Krieg. Su orgullo no soportaba que Bernstein tuviera un vehículo más veloz que el suyo y de paso intercambiaban información. Los tres mosqueteros funcionaban con la eficiencia de un reloj suizo. Que extraño que aquellos con quien más le apetecía estar eran aquellos con quien tenía que fingir distancia.
Lo cual nos lleva a Fegelein, el cual claramente la evitaba. Una vez, sentada en el umbral de su casa, le vio acercarse pero en cuanto se dio cuenta de que estaba afilando sus cuchillos se dio la vuelta haciendo como que iba a otra parte “Hombres, un día te prometen la luna y al otro… si te he visto no me acuerdo” aquel tira y afloja la exasperaba. Otro día le pilló mirando de reojo mientras ella saciaba la curiosidad de las venusianas cuando le preguntaron como bailaban los alemanes. Al son de Benny Goodman en el tocadiscos y en compañía del soldado Sumpf les hizo una demostración de swing que sorprendió a nativos, escandalizó a un puñado de colonos e hizo enrojecer de celos al teniente. Después de aquello soñó que bailaban en el lago*, una escena romántica entre lo novelesco y lo onírico, que para su desconcierto le gustó… mucho. Después de aquello la sacerdotisa se volvió bastante popular entre los soldados, de hecho Sumpf se acercó otro día para preguntarle (en nombre del resto de la soldada) que más discos tenía y si algún día podrían utilizarlo en una verbena, además de pedirle si podía mediar para que dicha verbena se hiciera ¡Que no todo iba a ser trabajar!
Sobre Dietrich y Bernstein… se le pasaron por la cabeza algunas pequeñas venganzas. Colar un ramo de flores azules en el despacho de Ilse… pinchar laxante en los pasteles del doctor… por suerte  no tuvo tiempo de llevar ninguna a cabo, ni siquiera se cruzaron. Todos estaban muy atareados, y mejor así, pero Nidhogg se escapaba de vez en cuando para robar los struddles que Bernstein se hacía de merienda.

Aunque la agenda de trabajo en la colonia no acababa nunca hubo ocasión de salir a explorar el territorio. Le tenía ganas a las montañas y las minas fueron el pretexto perfecto. Lo llevaba en la sangre, amaba las alturas, allí se sentía mejor que en ninguna parte por eso durante esas “excursiones” no dejaba de sonreir, sin embargo lejos de saciarla eso solo le dio más ganas de ir más allá. No en vano aun tenía pendiente encontrar un lugar donde erigir un templo. El risco en el que se asentaron cuando se encontraron por primera vez con Gawhar tenían muchos puntos, dominaba el lago y su posición era adecuada para un reloj solar estacional. Si finalmente no se hacía ahí al menos levantaría un altar de acción de gracias, un lugar donde hacer una ceremonia anual conjunta. Estas cuestiones le llevaron a sentarse con los ancianos para hacer un detallado calendario en el que cuadrar las festividades del paganismo nórdico.

Así, casi sin darse cuenta, pasó un mes prácticamente. Estaba al tanto de como Rommel llevaba a cabo su plan decidido y sin descanso, era tal cual había oído siempre que era, no había otra cosa para él que la disciplina militar. La indomable Hagall le respetaba por su rectitud y nobleza pero no compartía con él nada de lo demás salvo su común objetivo de arruinar los planes del III Reich. Estaba segura de que al mariscal no se le pasaba por alto ni un solo movimiento en Sigfrido, como la carta que ella escribió al príncipe y que envió a través de la embajada. Acción que debió levantar la suspicacia del zorro. Le divertía pensar en ello ya que el contenido de la misiva no era otra cosa que asuntos relativos a Nidhogg (foto incluida del bichito y un paquetito de turrones), aunque el fondo de la misma iba más allá, era un intento de establecer una relación fuera de lo diplomático.

Esa mañana Daman fue a casa de la sacerdotisa para recibir aquello que tanto había deseado, un uniforme de Sigfrido. Pero este no era el diseñado por Hugo Boss, este era naranja y verde. Una combinación de colores espantosa, si le hubieran preguntado (como hicieron para diseñar el nuevo blasón) hubiera sugerido otra gama pero ya estaba hecho y en fin… se trataba de romper con lo anterior.
El uniforme del umadí era especial, llevaba dos parches que no tenía ningún otro, uno visible con la runa de su jefa que le distinguía como miembro de su propio escuadrón y otro por dentro, sobre el corazón. Nadie lo sabía pero Hagall era una bordadora y tejedora muy hábil, de niña (antes de abordar el mundo de las drogas) como buena seguidora de Urd aprendió estas labores que la ayudaban a olvidarse de sus penas. Ese parche lo hizo ella misma –Es la brújula Vegvísir*, un símbolo mágico muy antiguo, para que nunca pierdas el rumbo a casa- le dijo, parpadeó y estrechó sus hombros tras abotonar la guerrera –Se que esto es lo que querías pero no puedo evitar preocuparme por ti, ojalá pudiera evitar que te pusieras en peligro. Es un sentimiento egoísta e infantil por mi parte, los alemanes conquistamos nuestro destino luchando, como tu has conquistado el derecho a ser el primero antes que nadie en vestir este uniforme- sonrió aun así –será un honor estar contigo en el campo de batalla llegado el momento- carraspeó –Daman de Sigfrido…- le miró significativamente, con aire entrañable –De no ser porque mi padre era un ser indigno que merece que su nombre se olvide para siempre te habría dado mi apellido- sacó el labio inferior como pensando –Hmmm… tal vez debiera ser yo la que se lo cambie…- sacudió la cabeza –en fin… no quiero irme por las ramas (como el doctor)… lo que quiero decir es que… nunca antes había confiado en un hombre pero tu me has demostrado no solo que la fidelidad y la nobleza siguen vivas, si no que me has enseñado a ser más humana, a creer que otro futuro es posible. Más que mi amigo te considero de mi familia. Te lo digo esto porque… no se me da muy bien eso de… los sentimientos y tratar con la gente, por eso… no sabía si había conseguido transmitirte adecuadamente mi gratitud y afecto- parpadeó emocionada, aquel día era decisivo, Rommel iba a dar un paso crítico y las cosas podían irse de madre, por eso, ante la posibilidad de la desintegración de todo, Hagall quería sincerarse con el que se había convertido en su compañero inseparable –espero que sepas que puedes contar conmigo siempre-

Notas de juego

*Ella y Fegelein

*Vegvísir
https://es.wikipedia.org/wiki/Vegv%C3%ADsir
 

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01/07/2017, 01:46
Hagall Wirth

Juntos (Daman y Hagall) salieron de casa, acompañados por Nidhogg, para unirse a la escenificación que el mariscal tenía planeada. La kimlar crecía muy rápido aunque seguía portándose como una cría, Hagall esperaba que no perdiera ese carácter jovial y visceral, era un contrapeso que la equilibraba. Mas de uno se extrañó al verles pasar con aquellas ropas de colores. Ella no vestía el uniforme pero sí se había hecho uno de sus habituales conjuntos con las nuevas telas, de un día para otro sus lujosos modelos sacerdotales en rojo y negro se habían convertido en piezas de museo. Que curioso que, odiando tanto como odiaba al partido, no se viera con otros colores, la costumbre…
Por primera vez desde el indigesto brindis con Mosela volvía a coincidir con Jürgens. Hombro con hombro cruzaron unos pocos comentarios sarcásticos, un frío gélido podía notarse entre esos dos.
La parafernalia militar le aburría bastante, le parecía ridícula, pero sabía del poder psicológico que tenía en propios y extraños. Nunca entendió la fascinación de la gente por lo que ella denominaba despectivamente “soldaditos de plomo”.
Cuando Rommel por fin subió a la tarima para hablar la sacerdotisa se tensó, había llegado el momento.
-El führer ha muerto-
Parpadeó ¿Cómo puede haber muerto alguien que, técnicamente, aun no ha nacido? No se suponía que ellos habían viajado al pasado? ¿Qué as en la manga era ese?
-En el actual curso de los acontecimientos, si nuestro pueblo no regresa un día para evitarlo, el führer morirá-
“Bueno… el führer y todos… nadie vive eternamente, ni los Nuaki. Aunque por mi… que se mueran, él y su club de amigotes del demonio” la mente de Hagall bullía por el discurso. Lo último que quería era que nadie viajara al pasado en la Tierra para salvar el Reich o a nadie que tuviera que ver con él. Era una cuestión sobre la que había meditado intensamente a causa de un comentario de Fegelein, ese sobre que según él las cosas deberían cambiarse desde 1940. “¿Solo?” pensó al principio, para ella deberían cambiarse desde… desde su nacimiento? Ella había estado jodida por el partido siempre y he ahí el quid de la cuestión… ¿Debían cambiar algo? Si lo hacían bien podían no viajar nunca a Venus, nunca fundar Sigfrido, no conocer a Ara, a Daman, a Krieg, a Adeline, al teniente… que Nidhogg no naciera, que ella no fuera nada de lo que ahora era… que llevara una vida como otra cualquiera… ¿Compensaban entonces la felicidad e incertidumbre actuales el sufrimiento de su pasado? (del pasado de todos) La pregunta que ninguna religión ha sabido responder ¿Es el sufrimiento necesario?
En un principio creyó que el discurso de Rommel era palabrería efectista para manipular a las masas, no tenía el carisma y la retórica irresistible de Hitler pero tenía datos, datos contundentes, datos que incluso a ella le parecían veraces “1947… eso quiere decir que tiene comunicación con la Tierra? ¿Que ha viajado al futuro?” . Los soldados empezaron a gritar apretando sus armas clamando por la sangre de americanos y rusos. Ella se mantenía impasible ¿Por qué gente que había cruzado el sistema solar para asentarse en otro planeta tenía ahora tantas prisas por volver a la Tierra? Ese no era el futuro del que debían preocuparse.
Entonces alguien gritó –¡Hay que destruir a esos cerdos Nuaki!- Hagall giró la cara buscando quien había sido –Exacto, soldado- prosiguió Rommel, no le gustaba un pelo el cariz que estaba tomando la situación -(…) nada mejor que cumplir un par de profecías hechas con buena fe (…) Para presentarnos como héroes libertadores- se le iba a salir la ceja de la frente de tanto arquearla, mucho se estaba confiando el zorro teniendo en cuenta que estaban rodeados de miles de venusianos que chapurreaban alemán en mayor o menor grado. Eran rústicos pero no idiotas. Ahhhh ¿Dónde quedaban los tiempos de esos increíbles discursos en Nuremberg? ¿O los thingspiele* en Heidelberg? Desafecciones aparte eran unos espectáculos increíbles, un derroche estético e intelectual, Hitler y los suyos eran unos cabrones pero también unos genios “Lenni*, si estuvieras aquí…”. El mitin no pasaría a la historia pero su retórica pero no le faltaba razón en muchos de los puntos sobre los que se apoyaba y es que el mariscal era un hombre pragmático, y aunque resultara mortalmente aburrido por lo asépticamente marcial, las matemáticas eran las que eran y tal cual las exponía. Por otro lado, sabiamente, había adoptado la más básica y mejor esgrimida de las armas: la psicología de masas. Que tuvieran que decidir en público la adhesión al nuevo ideario, régimen, o como se pudiera catalogar su estado actual, era la mayor de las coacciones. Algunas cosas no cambiaban…
Miró a Daman, aunque no comulgara del todo con los objetivos había que hacer lo que había que hacer, y tocaba dar un paso al frente y arrastrar con ella a sus adeptos “Los primeros en jurar, un umadí, una mestiza nuaki y una criatura marciana… la leche” reía irónica por dentro.
-Las SS nos trajeron aquí (…) las recordaremos siempre…las llevaremos en nuestros corazones (…)-
“Sí claro, como un herpes…”
–(…) las Venuskorps (…) nos entreguen éste planeta- una de cal y una de arena, no le gustaba la elección de determinadas palabras ¿Entregar?...
paz, amor y trabajo… muy propagandístico y alemán pero… ¿Sin carnicería? ¡Por todos los dioses ¡Se estaban preparando para una guerra! Ojalá fuera cierto que hacían lo correcto, lo deseaba con todas sus fuerzas y era por lo que trabajaba con tesón –(…)este mundo nos pertenecerá por derecho-
-Los mundos no pertenecen a nadie, a los dioses si acaso, al universo, y somos nosotros los que les pertenecemos. Los necesitamos para vivir, pero ellos existirán con o sin nuestra presencia- dijo en voz baja solo para su acompañante, y luego pronunció su propio juramento en igual tono -Yo pertenezco a Venus y por él derramaré hasta la última gota de mi sangre-

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01/07/2017, 09:15
Damien Krieg

Umm...creo que se le esta subiendo mucho esto a la cabeza, entiendo que yo este acostumbrado a no dormir, pero, ¿ cuantos días lleva sin dormir Doctor Bernstein ?, de poco nos servirán todas esas cosas, si no esta descansado y centrado, lo digo por usted y también para mi mismo... - dice Krieg serio, como recriminando a Bernstein, pero con toda la buena fe del mundo.

Entiendo lo que quiere decir, pero el tema del "volver" es parte de nuestro trabajo, esta mas que claro que lo mas apremiante y urgente, es este planeta, avanzar y conseguir entender la tegnología de los vimanas y de los Nuakis, hemos hecho buenos progresos, pero aun nos falta lo mas importante, que podamos no tener problemas para vivir en este planeta.. - dice serio Damien

Seguir mas a mi corazon que a mi cabeza, no lo veo tan bueno, como usted ve, un claro ejemplo mi resucitada esposa , su posición actual y la manera de ser, con ella a muerto la poca esperanza que albergaba mi corazón en ciertos aspectos..., no se si entenderá eso, no se si ha estado casado alguna vez, mi buen doctor... - dice después de esas palabras, guardando un silencio.

Mejor centrarnos en lo que nos queda, aun tenemos mucho trabajo por delante... - dice volviendo a examinar los planos y tomando notas.

 

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03/07/2017, 09:58
Helmut Bernstein

El sueño... Se ha de administrar correctamente. Ocho horas seguidas son un atracón. Dormir se ha de hacer con la misma mesura que comer. Si sólo se hace un banquete pantagruélico unavez al día estará comiendo mal. Lo ideal es una siesta de media hora cada cuatro horas. Lo justo para las desconexiones neurales del consciente y soñar. Dejar que nos hable el inconsciente. Pruébelo. Es tan bueno para el cuerpo como para el alma, mi buen amigo... Aunque... He de confesar que últimamente me cuesta encontrar tiempo para esas comidas del alma, si me permite la expresión.

Bernstein es consciente que ha de descansar más, pero cada vez que intenta dormir siente como que le están robando algo. Teme perderse alguna nueva maravilla.

El comentario sobre estar casado toma al doctor a contrapie. Y el tomo de toda la conversación se ve dolido, como a la defensiva.

¡Por los dioses! No. Claro que no he estado casado. No he tenido tiempo para ello. No puedo entender, por ello, toda la extensión de lo que dice pero... Bueno, tenga presente todo rito iniciático de cualquier cultura del mundo. El hombre muere para renacer como alguien nuevo. Un hombre renovado. Intente tomarse su experiencia como eso. Una muerte y un renacimiento. Como el gusano que deja atrás su crisálida para renacer como mariposa. El pasado es pasado. Y el futuro es impredecible. Ni una cosa ni otra se pueden controlar. Viva el presente, Damien. Es lo único verdaderamente real. El resto son quimeras. Son maquinaciones de la mente. No deje que el pasado rija su vida o que el futuro que desea condicione su presente.

Y con su última observación, parece hacerse eco de lo que acaba de decir Bernstein.

Exacto. De eso se trata... De eso se trata...

Y con un rumor, su voz se va extinguiendo, a la vez que mira por un instante a la pequeña Olsen, que está alejada, atareada en sus cosas. No puede evitar volver a mirar a Krieg.

Damien... ¿Tiene algún problema con la pequeña Olsen? Si es así, la apartaré de mi servicio.

 

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03/07/2017, 10:44
Damien Krieg

Sin quitar los ojos de los planos..

¿ problema ?, ¿ a que viene esa extraña conjetura ?, es su ayudante, tiene que estar cerca de usted, por mi no hay problema... - dice en un tono serio, sin quitar los ojos de aquellos planos y tomando apuntes, variando cálculos, etc..

No se a que ha venido esa extraña pregunta..¿ le desconcentra a usted. herr Doctot ? - le echa una mirada seria, casi cómica

Puede quedarse, no tengo problemas con ella ... - vuelve a su estado meditativo, observando los planos y ojeando los cálculos

 

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03/07/2017, 11:27
Helmut Bernstein

Helmut se encoge de hombros, como para quitarle importancia.

No, no. Soy de la opinión que se ha de dar una oportunidad a las mujeres. Tienen ciertos dones más propios de su sexo y es absurdo no aprovecharlos. Poseen una intuición más marcada y un punto de vista propio de las cosas.

Entendía a qué se refería, pero prefería no entrar al trapo. Luego parece dejar claro que no tiene problema alguno con la chica.

Quizás mi percepción es equivocada, por supuesto. En cualquier caso, Damien, si necesita mi ayuda para lo que sea, puede contar con ella.

Y tras su oferta se aleja. Está claro que el sr. krieg tiene un interés muy profundo por esos mapas. Se va canturreando por lo bajo, dando tragos a su florilegio, en busca de inspiración.

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04/07/2017, 01:37
Ilse Dietrich
Sólo para el director

El tiempo había pasado y el pequeño mundo que habían ido construyendo nada más llegar a ese planeta empezó a cambiar de manera inexorable. La llegada de cientos, de miles de aquellos nativos habían cambiado por completo el panorama que había empezado a ser habitual, no sólo por los asentamientos que se habían tenido que construir para ellos, sino por todos los campos de cultivo, las fábricas, las minas y demás explotaciones necesarias para que aquel asentamiento prosperara. Ilse, por su parte, no acababa de ver con buenos ojos todo aquel cambio, no sólo por la intromisión que aquellos nativos hacían en sus vidas sino por la exagerada industrialización que estaban viviendo en tan poco tiempo.

Pero Ilse apenas tenía tiempo para pensar, centrada como estaba en su trabajo y en dar solución a todos los problemas que surgían y que, con el aumento de la población, habían ido creciendo de manera exponencial. Necesitaba gente que ayudara en la enfermería, que la ayudara a ella en las operaciones, gente con los conocimientos suficientes para tratar cualquier tipo de enfermedad de la que ellos pudieran tener conocimiento.

La idea que había surgido para que el doctor Kleiber diera clases estaba funcionando, y para alivio de Ilse por el momento sólo se preparaban los jóvenes alemanes aunque, eso era algo que sería irremediable, tarde o temprano habría que educar a los nativos también. La doctora Dietrich aún seguía sintiendo el estómago retorcerse sólo de pensar en poner en conocimiento de aquellos nativos que, por muy arios que los quisieran pintar seguían siendo inferiores a ellos, todo lo que ellos sabían. Que esas manos de piel oscura manipularan los cuerpos de los alemanes era algo que le revolvía las entrañas. Por más que había intentado pensar, durante las horas nocturnas que debería haber dedicado al descanso, en que aquellas gentes eran como ella, que pocas diferencias había entre unos y otros, por más que había meditado reconociendo su valía, su esfuerzo, su trabajo, su silencio y su buena voluntad, Ilse era incapaz de verlos como a unos iguales. Las antiguas creencias, tan arraigadas en ella, estaban aún demasiado presentes y por mucho que lo intentara sabía que nunca sería capaz de mirar a esos nativos con otros ojos.

Ese día decidió tomarse un pequeño descanso para ver qué tal le iba al doctor Kleiber en las clases. Se enorgullecía por haber contribuido a que el doctor se encontrase mucho mejor anímicamente y los jóvenes alumnos no podrían encontrar profesor mejor que él. Cuando se dio por finalizada la clase y él se acercó hasta donde ella estaba sentada, Ilse le vio lo suficientemente animado como para darse cuenta que lo más difícil para él había pasado.

Lo sé Rolf, sé que puedo confiar en ti.

¿De verdad lo sabía? ¿Podía explicarle todos los sentimientos que la embargaban? Se sentía como un péndulo yendo de un extremo a otro con sus emociones y sus pensamientos. Intentaba mostrarse amable, comprender a los nativos, respetarlos e, incluso, verlos como a sus iguales pero, al igual que el péndulo se balanceaba buscando el extremo opuesto, ella volvía a cobijarse en las creencias con las que había crecido, en la fortaleza de los pilares en los que había basado su vida aunque, cuando el péndulo volvía a su posición inicial, sentía como esos pilares se resquebrajaban cada vez más.

Sólo que... me siento muy perdida, ya no sé qué pensar de todo esto. Sé que nunca volveremos a la Tierra, que allí hemos dejado mucho más que a nuestras familias y amigos, pero... a veces me pregunto qué estamos haciendo aquí, ¿tiene sentido lo que estamos haciendo?

Se giró ligeramente para mirar directamente a la cara del doctor, ya que hasta ese momento había estado hablando con la vista fija en un punto indeterminado ante ella. Sus ojos reflejaban cansancio, dudas, pero también tristeza y soledad.

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04/07/2017, 17:29
Adeline Grasser
Sólo para el director

No había sido fácil pero nada había sido fácil desde que había llegado a allí, siempre luchando contra corriente o en favor de ella pero pretendiendo no hacerlo, incluso cuando conoció a Hagall, las cosas sólo mejoraron hasta después pero ahora su papel era otro y a juzgar por el modo en que estaba siendo tratada, no había errado el camino que andaba. Se giró lentamente con una breve sonrisa en el rostro, esa sonrisa que todos conocían pero que sólo ella sabía qué significaba.

-Estoy adecuando mis habilidades y creo que me va bastante bien.

Rodeó el escritorio y se sentó frente a este, ya no había necesidad de hablar pestes de Hagall porque todos sabían su posición al respecto o al menos lo que ellas querían hacer creer a los demás.

-Creí y sigo creyendo que debo hacer las cosas cuando se me soliciten siempre que yo no vea algún peligro eminente. En ese caso rápidamente os avisaria pero cierto es que extraño terriblemente el laboratorio.

Aquello podía ser una perfecta oportunidad para enterarse de otras cosas y aunque casi nadie lo creyera, a veces los científicos sabían más que sólo cosas de laboratorio. A pesar de la oportunidad, aún si no estuviera fingiendo, Adeline no saltaria en un pie de alegría.

-Si puedo ser de utilidad, lo haré con gusto. Siempre he querido volver a lo mío, aunque enseñar tiene sus ventajas, no me satisface tanto. Si lo he conveniente, en cuanto me de la orden estoy lista.

Y eso era verdad.