Partida Rol por web

Introducción:

Estaba siendo una estación fría, pese a ser verano tardío, las temperaturas se encontraban continuamente rondando los 9 grados. Todo el mundo sabía por qué se estaba produciendo esto, por que las cosechas se habían echado a perder, por que el cielo tenía esa tonalidad marrón, y muchas veces se podían apreciar tonos violetas en el mismo... Todos sabían que se había debido a la Tormenta del Caos.

La derrota de las huestes de Archaón había inundado momentáneamente los corazones de todos los hombres y mujeres de viejo mundo con gran alegría y entusiasmo, pero poco a poco se había ido apagando como una hoguera en un día de borrascas. Los júbilos iniciales se habían ido desvaneciendo más rápido de lo que nadie hubiera esperado, pues las cosechas se pudrieron, el frio constante invadió las tierras cultivables, la gente enfermó, e incluso una extraña plaga asolaba las tierras cerca de Midenhein, situación que nadie sabía a qué se debía, pero eso son temas de otras situaciones que poco tienen que ver con esto.

Las leyes se volvieron más duras y severas, pues la gente muchas veces parecía haber perdido el norte, y cometía actos horrendos antes pocas veces imaginados. La inquisición se encontraba a la orden del día, repartiendo "pureza", y las hogueras de los actos de fe se podían ver en la mayoría de los pueblos cada mes. La inquisición intentaba solucionar los males que afligían las tierras quemando a los inocentes de todo mal, y ello no hacía sino aterrorizar a la ya atormentada población.

Que eran tiempos difíciles no cavia duda... Pues gran parte de los dispersos ejércitos del mal se habían dispersado por las regiones cercanas y los bosques, y los asaltos y las escaramuzas eran frecuentes. Los caminos ya no eran en absoluto seguros... Las prisiones se encontraban llenas de individuos, algunos corruptos, otros tan solo criminales, todos a la espera de un juicio breve y una sentencia firme.

Las bandas habían proliferado en gran numero para poder sobrevivir en estas situaciones tan difíciles, pero otras, grandes y antiguas bandas había prosperado en gran medida, gracias al encargo de difíciles tareas, tanto por parte de los vencedores de la cercana contienda, como por parte de los perdedores, daba igual, mientras el oro que portasen reluciese igual que el corriente en el mercado.

No era el caso de la banda de los conocidos "Mercenarios del Mal Camino". Una banda de considerable número, temida en gran parte de las regiones y jamás detenida por la justicia, pues al fin y al cabo, se trataba de mercenarios, que ofrecían sus servicios a las buenas gentes, que pudiesen pagarlo claro está... Antaño un gran banda, de más de una docena de miembros, había ido perdiendo integrantes durante la campaña del ojo del terror. Pequeñas escaramuzas, asaltos fallidos y abandonos repentinos tras la muerte del líder Jurlex, habían dejado muy mermado su número, hasta situarse en la baja cifra de 4 valientes, que persistían en su modo de vida contra viento y marea.

El destino les había llevado a completar su ultimo encargo sin mucho éxito, pues tras asaltar la caravana de viajeros que había requerido aquel desastroso viejo, este ultimo había muerto en la acción... Y los mercenarios habían quedado sin cobrar su esperada paga. La bolsa bajaba poco a poco, y si no encontraban un buen encargo en poco tiempo, se verían obligados a asaltar a viajeros como simples ladrones.

Estas y otras consideraciones estaban realizando en la posada de Lectia, una localidad menor, en su mayor parte devastada por la guerra. Las casas estaban casi vacías y destrozadas, y los pocos habitantes que quedaban con vida se reunían cada noche en la posada "Los Tres Tercios", que dicho sea de paso, era el único edificio en un estado aceptable. Al igual que las últimas tres noches, los "Mercenarios del Mal Camino" ocupaban la mensa más alejada de las miradas indiscretas de los feligreses habituales de la posada, mientras el camarero, un hombre de aspecto sucio y peligroso les serbia con gran recelo la escasa comida que pedían cada noche.

El tabernero miró con desconfianza a los cuatro extraños clientes que ocupaban por tercer día consecutivo la mesa más oscura de su sucia taberna. No se fiaba nada de ellos, y por ello había decidido calarse la daga al cinto junto a su espada de mellada cazoleta. Sabía que esa gente traería problemas tarde o temprano. A casi ninguno de ellos se le veía la cara, y eso por razones obvias, daba un alto grado de recelo al curtido camarero y a su hijo, el cual le ayudaba con el lugar, "limpiando" y acicalando las habitaciones que había en la planta alta, y en las que pocos huéspedes se aposentaban en estos días tan negros.

Con paso dudoso se acercó a los, que por utilizar un término neutro había catalogado como aventureros, y de malos modos les preguntó: ¿Que va a ser esta noche? !No tengo todo el día! Decidan pues la cocina va a cerrar en un momento u otro... Un escupitajo salpicó el suelo lleno de serrín en grumos.

Las conversaciónes de los comensales, pues ya era buena hora como para cenar puesto que el sol se habia puesto hace por lo menos una hora, se detuvieron lentamente, o bajaron de volumen hasta que se convirtieron en un murmullo de voces preocupadas e interesadas por lo que en su pequeña aldea acontecia.

- ... entonces, por eso lo pregunto. Creo que todos sabemos... - murmuraba Magnus para sus compañeros cuando fue interrumpido descaradamente por el tabernero.

- ¿Que va a ser esta noche? !No tengo todo el día! Decidan pues la cocina va a cerrar en un momento u otro... - acto seguido escupió.

Magnus levantó la vista y le lanzó una mirada de asco, permaneció así un par de segundos.

- Guiso, - comenzó a decir - con un poco de guiso de carne me basta. Y mis camaradas quieren acompañar la cena con un vino que sea un poco mejor que el matarratas que nos diste ayer, y que la botella no esté empezada. Creo que he sido claro, ¿verdad? - Y casi sin esperar su respuesta se volvió a girar hacia el centro de la mesa, esperando a que el resto de la banda pidiera, el tabernero se esfumara y pudieran seguir hablando. Magnus Berner no le tenía ninguna simpatía a ese gordo de Bruck cuya camisa de trabajo llevaba sin recibir un buen lavado desde hace por lo menos un año. Ya podría dar alguien 15 coronas de oro por su cabeza, acabaría con él gustosamente. Así con un poco de suerte entraría a trabajar alguna muchacha de mejor ver que ese asqueroso...

Esperó a que sus compañeros pidieran la cena.

     Surga rió entre dientes ante los comentarios de Magnus, le había dado un buen repaso al camarero, aunque por supuesto bien merecido. - Trae carne. Un buen filete y algo de guarnición. Hablaba con evidente desdén y con un marcado acento norteño. - Y algo de ese brebaje que osas llamar vino. Recordó con añoranza el hidromiel y la cerveza de su tierra... seguramente tardaría mucho en volver a catarlas. - Deberías ser mas cortés, ya que gente como nosotros hace entrar oro en este tugurio que hacéis pasar por taberna. Recalcó la palabra tugurio para dar énfasis a su burla.

Aquel lugar apestaba, era sucio, apestoso, pequeño y encima, carecían de modales. Kalith oculto bajo la capucha, se reía en silencio por la irrisoria amenaza que suponía la espada en el cinto del posadero. 

Magnus el asaltante y Sugar el salvaje, ya estaban pidiendo, sin duda, tan carentes de modales como el hombre que tomaba nota. Los humanos, tanto tiempo con ellos y aun le seguían pareciendo poco más que perros parlantes - parecen ladrar las palabras - pensó el Druchii, sin mostrar interés alguno por lo que decían. 

- Sirvame una porción de ese preparado, al que con tanta confianza, se aventura en llamar guiso. 

Maldito imbécil, en otro tiempo la gentuza como él jamás se hubiera atrevido a levantarnos la voz y mucho menos a dirigirse a nosotros en ese tono. ¿Acaso no ve con quién se juega los cuartos?. Parece ser que no aprecia demasiado su vida, en los tiempos que corren cualquiera puede tener un mal encuentro en un callejón oscuro...

pensó Volker cuando escuchó las palabras del sinvergüenza que regía la posada en la que estaban. El mago le miró con desdén y le dijo:

- A mi ponme un vaso de vino, y más te vale que sea bretoniano y de la mejor calidad.-

Hammet sabía que corrían malos tiempos para el Imperio, la oscuridad se había cernido sobre todos ellos y ya nadie estaba seguro, menos la gente como ellos, espadas de alquiler y personas de la peor ralea. Por un instante reflexionó sobre su futuro, necesitaban un trabajo cuanto antes, la vida se había vuelto aún más dura y requerían oro para ir tirando.

El tabernero parece contrariado con los comentarios sobre su local y su comida... !Su orgullosa taberna! Lugar que tanto le costó mantener el pie... Con prisas deja la mesa después de memorizar los encargos mientras murmura palabras agrias hacia los extraños tipos que ya le llevan incomodando tres días: Ya ya... mucho decir de mi comida y mi local... pero salir ahí fuera a ver que encontráis... Ni un pueblo en pie en Sigmar sabe cuántos kilómetros a la redonda...

Antes de entrar en la cocina se dirige al resto de las mesas para saludar con un abrazo a algunos de los parroquianos. Las risas surgen de sus conversaciones y se puede ver a la legua que las lealtades por aquel lugar no abundan y que las pocas férreas son cuidadas de noche en noche entre vino y cerveza, alentadas con historias brabuconas de batallas pasadas.

Un tipo grande de recios brazos de herrero, con un fuertemente fruncido ceño habla en voz baja con Bruck mientras mira por encima del hombro del tabernero hacia vuestra mesa. Bruck ante las palabras que no alcanzáis a oír de aquel hombre niega rápidamente y le pone una mano en el hombro. Tras un comentario a media sonrisa por parte del tabernero el hombre le mira a la cara y suelta una carcajada. Al abandonar la mesa Bruck el tipo grande vuelve a enfrascarse en sus conversaciones con los demás miembros de su mesa, la mayoría igualmente fuertes que el.

Al final Bruck llega hasta la barra y por encima de la mesa grita hacia la cocina: !Cocinaaaa! !Dos guisos, un filete con guarnición, un plato de codornices -que todo el mundo sabe que son cuervos, pero son igualmente ingeridos- 3 cervezas 2 tapones y 2 vinos de la botella especial!

Fuera, en la calle, unos truenos comenzaron a reventar como cañonazos. La lluvia comenzó poco después a repiquetear contra las ventanas y las paredes, y una fuerte sensación exterior de húmedaz se apodero de todo el lugar. No eran de estañar esas tormentas repetidas, que aparecían acompañadas de frio que calaba hasta los huesos, nada típico de esa estación... El caos había mancillado muchas cosas, pero nada con tanta virulencia como el clima y la tierra.

Magnus iba a continuar con lo que estaba diciendo pero vió que Surga se fijaba en el corpulento hombre que hablaba a susurros con el tabernero. Les miró de reojo hasta que, después de unas risas se disolvió la conversación.

Se volvió hacia sus camaradas y prosiguió:

- Como iba diciendo, compañeros, me enteré hace dos semanas de un trabajo pero aquel estúpido comerciante no se fió de mi y se lo acabó dando a otro "grupo de caza", y el muy cabrón no me dijo ni quienes eran... En fin, ¿alguien sabe de algún trabajo aunque sea mal pagado? No sé vosotros pero yo estoy en las últimas en cuanto a coronas se refiere, entonces, por lo eso lo pregunto. Creo que todos sabemos que esta postguerra nos va a traer bastantes problemas, ya no es como en los viejos tiempos...

Con un poco de suerte alguno igual había oido algo, si por él fuera pronto estaría saliéndose de lo habitual como, por ejemplo atracando la taberna. La comida suponía un gasto, pero la pólvora de su pistola mucho más y sin ella dificilmente podía trabajar...

     Surga se repantingó en la silla y cruzó los brazos por detrás de la cabeza. - Yo no he olido nada útil. Ni un solo trabajo. Como sigamos así, acabaremos bajando gatos de los arboles o guardando el ganado de los labriegos. Los encargos que ofrecen por aquí no son dignos de un grupo como el nuestro. Dioses, casi me gustaría que el pueblo fuese atacado o algo así. Al menos podríamos hacernos con botín de guerra, como en los viejos tiempos.

    Se quedó pensativo unos segundos y luego añadió. - Se me ocurre que Volker nos haga unos carteles anunciándonos. Podríamos colocarlos en sitios clave y quizás así se nos presente algún pagador.

- Quizás deberíais levantar vuestros perezosos culos y buscar algún encargo, en lugar de pasar las horas muertas aquí, embriagados de cualquier licor que os dispensen.

Kalith se servía de su condición; un Druchii nunca era bien recibido y por ende, nunca lo buscaban para los encargos - necios - lo bueno de aquello, es que siempre podía enviar a otros en busca de empleo, mientras bajo su capucha, disfrutaba de los escasos y mediocres placeres que le ofrecían las tabernas humanas.  

- Tú menos ladrar y más trepar por los árboles, a ver si te vamos a entregar a la guardia imperial para sacarnos unas monedas por llevarles un elfo oscurito como tú, muahahahaha - rió sonoramente, picándole un poco a su compañero. Los elfos, siempre tan despectivos, había que mantenerlos dándoles de vez en cuando un poco de su medicina. Se hacen los indignados, pero en el fondo aprecian un poco de desprecio...

- Estamos en las últimas. Si no sale nada en un par de días creo que lo mejor sería largarnos de aquí y buscar mejor suerte en un núcleo urbano más grande. O incluso ir pensando en salir del Imperio. En Tilea y Estalia hay auténticas compañías de mercenarios profesionales en las que podríamos hacernos un hueco sin mucha dificultad. De todos modos, mientras tanto podríamos asaltar a algún incauto por el camino. Algo fácil y rápido, sin riesgo.-

comenta Volker con sus compañeros. Estaba claro, los mercenarios estaban bastante desesperados ante unas perspectivas de futuro muy poco halagüeñas y cualquier idea podía ser buena.

El posadero llegó con la comida y la bebida de los hombres extraños. Ahí tenéis, Filete con guarnición, dos guisos, el vino... Lo fue dejando todo en la mesa. Pese a que el lugar era un tugurio bastante lúgubre nada malo se podía decir de la comida, pues la cocina estaba bajo el mando y dirección de la mujer de posadero, una señora ya entrada en años con unos senos que podían desnucar a una baca si le daba con ellos. La comida humeaba en la mesa y Bruck no se fue tras servirla. Con inquieta mirada preguntó a los comensales: Bueno... ¿Y esta noche...? ¿Piensan pasarla aquí? ¿Seguirán ocupando sus correspondientes habitaciones? Señala al techo donde las habitaciones del grupo esperan limpias gracias al hijo del posadero, que las acicala todos los dias salvo orden expresa de no hacerlo. Luego señala a Berger con el pulgar que luego desplaza por encima de su hombro señalando la parte trasera del edificio. ¿Quiere tambien un poco de alimento para su montura? Se lo anotaremos junto a la habitación y la comida si quiere.

El tabernero parecía más relajado que hacía unos minutos, incluso parecía cortés.

- Sí, le vendrá bien a Sterne, gracias. - contestó Magnus lo más amablemente posible. Cuando se trataba de su yegua no admitía un "no" por respuesta, pero también premiaba la amabilidad dirigida hacia ella. Le prometió a Sigfried, su difunto jefe de patrulla, que la cuidaría. Y más de una vez se había quitado él de comer para reunir suficiente dinero para comprar cebada para Sterne. Si Sigfried estuviera vivo se sentiría orgulloso de Magnus... O eso esperaba él.

- Y, referente a lo de la estancia... A menos que mis camaradas digan lo contrario creo que nos quedaremos, ¿no? - Miró a sus compañeros, por si alguno quería sugerir algo.

¿Gracias? No hay nada que agradecer. Es su labor y está en su mano servirte lo mejor y sacarte el máximo de tu dinero, en conclusión, dale las gracias por querer tener más riquezas por un poco de cebada orinada, que es lo que le servirá a tu yegua. 
y si, nos quedaremos, espero que está noche, la cama no tenga tantas pulgas, dile a ese vago que tienes por mozo, que sacuda bien los colchones. 

El Elfo comenzó con la cena, sin esperar respuesta del tabernero, ni de su compañero. 

El hombre miró como no entendiendo a que se estaba refiriendo el encapuchado, pero había algo en el... su forma de hablar, su aspecto delgado, su desprecio general hacia todo... ¿Acaso podría proceder de...? !Ese acento...¿De donde era...?! Maldita sea, no acabo de recordar... Antes de irse reflexionó en voz baja ¿Pulgas? ¿El señor no quiere pulgas? Pues que se vuelva a su mansión, no te jode. No quiere pulgas dice, en pleno camp.... Su voz se perdió mientras se alejaba de la mesa. Un grito llegó desde la cocina cuando entro en ella. !ERICK! !Mueve el culo hasta aquí ahora mismo! !Unos se han quejado! ¿No has hecho las maldias camas como te mandé?... Las voces continuaron en las cocinas.

Nada habían dicho los miembros de la banda mientras comían tras la última intervención de Bruck. La noche pasaba agitada debido a la fuerte tormenta que se había desatado en el exterior de la taberna y que azotaba sus paredes y ventadas con la fuerza de un golem. Tras terminar la opípara comida, los cuatro miembros de la banda se encontraban repasando las diferentes opciones que tenían a su alcance para encontrar un buen negocio que volviera a llenar sus bolsas con oro, pero las opciones no eran muy esperanzadoras... Quizás acudiendo a la capital podrían encontrar algo, pero todos los ojos y las bocas estarían centrados en ellos, y había ciertos asuntos que les impedían acudir a donde quisiesen libremente... Asuntos legales se podría señalar...