Partida Rol por web

Macready llevó el rifle hasta donde estaba su ex-esposa, ella se veía muy presionada tratando de fabricar el suero que en teoría sería capaz de acabar con ese engendro. Las cosas no iban bien y comenzaron a ir peor cuando empezaron a escucharse detonaciones y gritos del exterior, parecía que la criatura los había sorprendido tratando de llegar al almacén. Después de haber visto el destino de los perros, Macready pensó que a sus compañeros les esperaba algo parecido si Cooper no tenía éxito con el suero. En eso, el biólogo escuchó un sonido de cristalería rompiéndose y a  Copper lamentándose. Lo que más temía había ocurrido, los viales en los que preparaba el suero se habían roto y ahora lo que quedaba de los químicos se encontraba desparramado en el suelo. 

!Maldición¡- Exclamó Macready con frustración y enojo, sin embargo solo vio a Cooper agazaparse como un animal apaleado en un rincón, sabía que si quería salvar a sus compañeros (o al menos a Bennings) todo dependía de el. Cooper le había dicho que no saliera, probablemente algún tipo de afecto emergió durante ese difícil momento y pudo sentir la preocupación de Cooper por el. Pero por otro lado Macready también tenía sentimientos por Bennings y  aunque en ese momento solo quería ir junto a Cooper y tratar de consolarla en espera de lo mejor, tampoco podía dejar a su compañera ser destrozada por aquella criatura.

Sin pensarlo más se dirigió hacia la ventana para tratar de ver como estaba la situación y ver si era posible hacer algo aún por sus compañeros, aunque temía lo peor. 

La doctora Copper se levantó del suelo intentando recomponerse. No tenían el suero pero todavía no podían rendirse. ¡Sus amigos estaban allí fuera!¹ Macready se había asomado a la ventana para ver que sucedía en el exterior y aquello, la verdad, no tenía buena pinta.

El monstruo había levantado a Bennings agarrándola por el cuello y de una feroz dentellada le había arrancado parte del rostro. La mujer, pese a todo, seguía retorciéndose en ese abrazo mortal mientras clavaba el cuchillo de caza una y otra vez sin que la criatura soltase su presa².

No era capaz de ver a Vance en medio de la tormenta ¿estaría muerto?³

Fueron los gritos desesperados que llegaban del exterior lo que sacó a Cooper de su trance, se puso en pie a duras penas y miró desesperada el charco de sangre y cristales rotos en el suelo del laboratorio. Ya no había forma de arreglar aquello, el rifle seguía teniendo un dardo tranquilizante, quién sabe si serviría de algo.

Se acercó a la ventana junto a Macready

—no he podido conseguir el suero, lo siento, no he podido, lo he estropeado todo— dijo sollozando,

—solo tenemos un dardo tranquilizante, ¿podrás disparar desde aquí? — de la forma en la que aun le temblaban las manos la doctora no se sentía capaz de disparar, Macready parecía más calmado, le sorprendía verlo así en aquella situación.  

De repente su visión se volvió borrosa, teñida por un color rojo carmesí, similar al que uno contempla al cerrar los ojos en una soleada tarde de verano. La sangre era caliente, se derramaba como un bálsamo sobre sus mejillas congeladas. El monstruo había clavado los colmillos sobre su hermoso rostro, pero en aquellos instantes nada de esto le importaba. Pese al dolor y la presión que sentía sobre su cuello continuó asiendo el cuchillo con firmeza, con ambas manos, dándole al monstruo una estocada tras otra de manera frenética.

De pronto todo lo que vió fue el rostro de su compañero, no sabía por qué, creyó que ya lo había superado pero en el trayecto al umbral de la muerte había traído consigo a sus propios fantasmas.

—¡MacReady! ¡Ayuda! —bramó con lo último de sus fuerzas al tiempo que acuchillaba a aquella bestia, una y otra y otra vez.

George estaba más próximo a la muerte... pero aún así no podía dejar que la criatura se comiera a Keith, durante el transcurso del viaje se había dado cuenta de que sentía algo especial por ella, y lo que le hizo meses atrás había quedado ya en el olvido. George entonces hizo un último esfuerzo por no perder la conciencia y como le habían enseñado en el ejército, apoyó el arma entre sus brazos y el suelo recostado para que no tuviera que moverse y así no sentir su cuerpo fracturado por muchos sitios. Puso el ojo en la mirilla y apuntó a la espalda de la criatura donde le salían esas protuberancias parecidas a huevos, como los que había visto en el edificio... entonces supo que esos huevos podían ser alguna clase de retroalimentación que utilizaba la criatura para sobrevivir... y fue en ese mismo sitio donde George disparó con la esperanza de que fuera su parte vulnerable.

La bala salió... con la esperanza de que salvara a su amada Keith...

El disparo de George impactó de lleno en los huevos que tenía el parte de atrás la criatura. El monstruo lanzó un alarido horrible al sentir como una de las protuberancias estallaba en pedazos. Vance pudo ver el cuerpecito a medio formar que caía del interior del huevo ensangrentado retorciéndose para morir en la nieve.

Luego la criatura se abalanzó sobre él con la furia de un titán descontrolado. Vance aún tuvo oportunidad de alzar su rifle y realizar un segundo disparo pero ya nunca supo si había alcanzado al monstruo porque lo siguiente que vio fue una garra que aplastaba su cabeza contra la nieve con tal fuerza que fue aplastada contra la roca que había a más de un metro de la superficie. Sus últimos pensamientos fueron para Bennings con la esperanza de que aquella acción desesperada la hubiese ayudado a ponerse a salvo.

Dispárale a la espalda, dispárale a la espalda, —Cooper miraba la escena horrorizada desde la ventana y gritaba a Macready desesperada.

La idea de lanzarse a la espalda de aquel monstruo con un cuchillo no parecía tener ningún sentido, solo era un cuchillo y los disparos no acababan con él. Si el dardo tranquilizante tenía algún efecto, aunque fuera mínimo podrían tener una oportunidad de ayudar a Keith.

Cooper intentó recordar si en el laboratorio habría algún producto químico, cualquier cosa abrasiva podría provocarle un gran dolor en la zona herida de la espalda, incluso podría afectar a los huevos y distraerle lo suficiente. Si encontraba algo, saldría a lanzárselo y hacer un último intento de rescatar a Keith, era un plan suicida, pero de todos modos Coopera sentía que todo había terminado cuando fracasó en su intento de conseguir el suero, y ver lo que le había ocurrido a Vance solo sirvió para sumirla en una profunda desesperación.

Afuera había una confrontación tremenda entre la bestia con sus compañeros, parecía ser tarde para Vance, pero todavía podía haber una oportunidad de salvar a Bennings, así que no dudó más y lo único que se le ocurrió en ese momento fue tratar de llamar la atención de la bestia. Buscó entre las cosas que llevaban una bengala para tratar de atraer la atención de la bestia y darle un respiro a Bennings.

-Cooper, buscar algo que lanzarle, debe haber gasolina para el generador y una botella vacía de algún químico, haz una molotov y lanzasela al desgraciado, voy a llamar su atención-

-!Hey bola de pelos¡ !Ven por mi si te atreves desgraciado¡- MacReady no supo de donde sacó el valor, pero ahí estaba afuera agitando una bengala en el aire mientras gritaba obsenidades a aquel ser.

-!Bennings¡ Recupera una de las armas y corre¡- advirtió a su compañera para que intentara rematar a aquel ser de ser posible, o por lo menos hacerle más daño.

El alarido que aquel ser había proferido antes de soltarla en la nieve sin ceremonias había sido aterrador, pero Keith casi no le presto atención. Todo se desarrollaba en cámara lenta, primero un disparo resonó a espaldas de la bestia, luego siguió los pasos del Yeti con la mirada, cuyo destino final era George. La sorpresa y alegría por comprobar que su ex seguía vivo se esfumó rápidamente. Lo último que recordaría de su valiente salvador sería aquella mirada determinada y valiente, que aceptaba su destino.

Estaba conmovida y hasta se sintió un poco culpable, pero no podía lidiar con aquellos sentimientos aún. La bestia seguía viva y más furiosa que antes. El mundo seguía moviéndose a velocidad caracol cuando escuchó los gritos de MacReady en algún punto de aquel desierto blanco.

—Si... la escopeta —murmuró por lo bajo, correspondiendo los deseos del científico.

Comenzó a buscar desesperadamente el arma aprovechando los segundos que MacReady procuraba otorgarle. Con suerte la criatura se volteara para seguir al hombre y volviera a exponer su espalda, que parecía ser el lado vulnerable de aquella monstruosidad.

La criatura se volvió hacia Keith para enfrentarse nuevamente a ella cuando, de pronto, Macready salió de la casa agitando la bengala. El hombre jamás había visto una criatura tan grande moverse tan rápido en su vida. Al ver como avanzaba aquel monstruo como un colosal quitanieves peludo hacia él lo único que se le ocurrió fue retroceder de nuevo hacia la base. Pero ya era muy tarde: la cosa se abalanzó sobre él llevándoselo por delante contra la entrada de la misma¹.

Copper, que acababa de encontrar en el laboratorio vio como su ex atravesaba la puerta destrozándola con su cuerpo, pero lo peor era que la criatura venía detrás. El monstruo tenía medio cuerpo en el interior del habitáculo e intentaba alcanzar a Macready, que se arrastraba cojeando por el pasillo. Un disparo resonó en el exterior pero la criatura ni siquiera le prestó atención mientras se deslizaba hacia el interior del refugio reventando la puerta de entrada.

En ese momento la genetista vio el bote de gasoleo para el generador que Macready había mencionado y lo cogió buscando desesperada algo con lo que pudiera prenderlo². Vio un trapo que antes había usado para limpiar las muestras y un pequeño quemador. El monstruo ya estaba en el pasillo destrozando todo a golpes a su paso.

En el exterior Keith lanzó una maldición. ¡Se había quedado sin munición! Rebuscó desesperada en los bolsillos: aún le quedaban dos cartuchos pero en el tiempo de recarga aquella criatura puede que ya hubiera terminado con todos los de dentro del laboratorio.

Cooper lanzo un grito cuando vio atravesar a Macready la puerta. Después cuando vio la silueta de la bestia acercarse su grito se ahogó en su garganta y por un momento sintió que el pánico la iba hacer estallar en pedazos.

Fue precisamente el pánico lo que hizo que su mente entrara en un frenesí en el que vio todos los elementos que necesitaba para preparar una pequeña bomba incendiaría, era terriblemente peligrosa, y más ahora que tendría que utilizarla dentro del edificio y con su ex en medio.

Cuando lo tuvo todo listo, apenas fueron seguros, se asomó por la puerta del laboratorio gritando a Macready para que corriese hacía ella y preparada para cerrarla en cuanto llegara dejando al monstruo fuera.

Pero para eso antes tenía que lanzar la bomba y prenderle fuego a aquella cosa, el tiempo se echaba encima, el monstruo también…

La distracción parece que había funcionado bien, la criatura dirigió toda su atención contra Macready y este solo vio a la abominación lanzarse hacia el antes de tener si quiera ocasión de reaccionar, de pronto con todas sus fuerzas trató de volverse al edificio pero aquel ser era increiblemente rápido y atravesó junto con él la entrada del edificio. Mientras Cooper tenía lista una improvisada molotov por lo que Macready trató de alejarse hacia ella para evitar el proyectil. 

-Ahora Cooper¡¡- Grita Macready a su ex esposa mientras se reincorpora para escapar de la explosión de la molotov.

Keith presenció como el monstruo embestía a MacReady y a la puerta de la base en un único y formidable movimiento. Al instante escuchó el grito de la doctora Cooper dentro del edificio. La maniobra de distracción había salido tan bien que ahora ella yacía allí, olvidada, en medio de la implacable ventisca.

Se dió vuelta y oteó el horizonte. Podría aprovechar para escapar... El monstruo tal vez se diera por satisfecho al comerse al resto de sus compañeros. Además, estaba malherido. Sin embargo, ¿a dónde huir? En el estado en el que se encontraba, sin los perros, no tenía oportunidad alguna. Camuflarse en algún sitio de la estación y esperar el relevo tampoco parecía ser la respuesta, pues el Yeti había clamado aquella base científica como parte de su refugio.

Se llevó una mano al pómulo malherido. La sangre caía copiosamente sobre la nieve, formando un rastro de muerte. En la otra mano llevaba la escopeta. Decidió cargar los cartuchos que le quedaban; eran unos segundos preciosos, pero no podía enfrentar a aquella bestia de ningún otro modo. Tras recargar el arma, se dirigió con celeridad hacia la entrada de la estación a efectos de ayudar a los científcos allí cautivos.

Macready casi estaba seguro de que escaparía a tiempo. ¡Sí! ¡Lo iba a lograr!

El improvisado molotov aterrizó sobre la criatura estallándole en la cara. El monstruo se convirtió en una bola de fuego llameante que se retorcía. Macready, liberado de su ataque, corría hacia la puerta del laboratorio mientras Copper le hacía señas y...

¡El monstruo aferró por una pierna a Macready!¹ El biólogo no podía creérselo. ¡Tan cerca de su salvación! La criatura lo arrastraba irremesible en un abrazo mortal entre sus garras y el fuego provocado por el gasoleo que impregnaba su propia piel. El olor a carne quemada y pelo inundaba el pasillo mientras la horrorizada Copper veía como el monstruo alzaba a Macready en un abrazo mortal.

Afuera Bennings se acercaba cojeando a la puerta del refugio. La escopeta recién cargada, la sangre cayendo por su rostro que casi le impedía ver. Oía los gritos y ahora veía la bola de llamas en la que se había convertido aquella monstruosidad ocupando todo el pasillo que tenía enfrente.

Macready trató de huir con todas sua energias, sin embargo, cuando creía que ya había pasado el peligro sintión una enorme garra cerrandose al rededor de su pierna. La criatura, ahora envuelta en llamas quería llevarselo consigo, por lo que le dió un fuerte apretón, a lo que el biólogo solo pudo sentir combinada la fuerza de aquella abominación junto con el calor de las llamas. Haciendo uso de todas sus fuerzas intentó despegarse de aquel ser para escapar del abrazo mortal.

Cooper se resistía a cerrar la puerta sin que llegara Macready, solo le separaban unos metros y aunque aquel monstruo ardía justo detrás, resultando aún más terrible, la idea de encerrarse para escuchar los gritos desgarradores en el pasillo le resultaba inhumano.

Los brazos no le respondían, aunque su cabeza le dijese que era lo único que podía hacer. No había tiempo, no podía buscar nada más que lanzarle a aquella cosa, se aferró a la puerta, apurando hasta el último segundo, extendiendo su mano para alcanzar Macready y lanzarlo dentro del laboratorio.

Macready se aferró a la mano extendida de Copper. La mujer tiró con todas sus fuerzas mientras el monstruo en llamas avanzaba como un ícaro ardiente hacia ellos, deseoso de fundirlos en un abrazo infernal.

Afuera, apoyado el codo en el dintel de la puerta exterior para mantenerse en pie, estaba Bennings con su escopeta cargada, viendo al monstruo en llamas alejándose por el pasillo.