Partida Rol por web

Volvió a reír con Sam. Una risa escueta pero genuina. -¡Ya te digo! -respondió divertida cuando hizo alusión a los próximos novios. Volvía a ser la Sam de siempre, pensó mientras le devolvía una mirada cómplice.

Ramzi estaba a punto de sufrir un colapso, y es que no fue para menos. ¡Pedazo de bruto el señor Arturo! Se cargó esa reliquia y lo peor es que el único que parecía darse cuenta de la importancia era el propio guía. Estaba convencida que de seguir con vida, el director Hawass habría muerto en ese momento de un infarto.

-Necesitamos las coronas -asintió. Las copias del contrato igual hacían de parche, aunque lo dudaba. Y de todos modos, un parche sin nada más de poco servía, así que era indiscutible que debían ir al sótano.

Habría seguido a Silver, pero el chico le dejó elegir. ¡Qué responsabilidad! Lexi respiró profundamente y pensó cuál podría ser la mejor opción, al menos a priori, ya que era imposible saber qué encontrarían.

Descartado atravesar el Hall. Seguramente concurrido y con poca escapatoria. El lado derecho también tenía su qué, no le gustaba el Conference hall, que podía convertirse en ratonera a lo peli de terror y menos aún el Exhibition hall. Eso tenía pinta de albergar momias o sus sarcófagos.

-Vamos por el lado izquierdo, recto hacia el acceso R51. ¿Os parece? -preguntó para ver si todos estaban de acuerdo

El hachazo de Arturo les había condenado a separarse, al menos temporalmente, si querían llegar a tiempo a evitar que la Noche Sin Fin fuera tan larga como un discurso de Fidel Castro. Vero, la psicóloga, como buena mujer decidió que era el mejor momento de pasar por la tienda, ya que, con suerte no habría nadie allí y podría distraer todo lo que quisiera, mientras que Silver se dirigiría hacía el sótano.

Con Silver marcharon Lexi, Sam y Manuel, harto ya de aguantar a Arturo y necesitando poder tierra de por medio, mientras que con Vero marcharon Arturo, Ricard, Gregorio y Ramzi .

Lexi escogió ir por la izquierda, dejando el camino de la derecha para el grupo de Vero. Le daba grima lo que pudieran encontrar en el exhibition room, y también que a la psicóloga se le pudiera escapar la daga en cualquier momento y que acabara en la espalda de su amiga, así, por accidente, como quien no quiere la cosa, y en aquel reino de los muertos estaban en una especie de aguas internacionales e igual no podían ni entregarla a la policía.

El suelo del pasillo estaba repleto de montoncitos de polvo que antes debían haber sido personas. Solo atestiguaban su anterior condición algunos objetos metálicos que habían resistido el poder de las momias como cámaras de fotos deterioradas, palos de selfie oxidados y las gafas, que por algún motivo habían resistido bastante bien. El perro volvió a aullar, mucho más cerca de ellos y se detuvieron. Silver levantó el escudo como buen Capitán América mientras esperaba que el bicho aullante se lanzara sobre él pero no llegó a aparecer. Pasado el susto siguieron avanzando por el largo pasillo y al llegar a R26 Silver se detuvo por un momento antes de seguir su camino. ¹

Atravesaron la zona del museo dedicada al periodo grecorromano, reconociendo cosas más típicas de películas de gladiadores que de egipcios. Más coloridas pero mucho menos espectaculares que la orfebrería del primer piso, aunque no estaban allí para hacer turismo, se lo habían dicho a Ramzi más de una vez. 

Llegaron a la R45 y de allí a R51. La cercanía de la entrada les hizo sentir un frío intenso en los huesos, antinatural, de los que uno espera encontrar solo en el momento de la muerte. Aguzando los sentidos creyeron notar una especie de zumbido proveniente de fuera del museo, algo parecido a un móvil en vibrador a lo lejos, y antes de que Lexi metiera la tarjeta en el control de accesos que abriría la puerta al sótano Manuel dijo

- No hemos debido separarnos así, en caso de que nos pase algo, las dos tarjetas de acceso están aquí, y el ankh, y el flagelo y el cayado. Si no fuera porque tendría que dar muchas explicaciones si la momia asturiana no vuelve conmigo a España os juro que los dejaba a todos colgados. Bueno, a todos no, Ramzi me cae bien. Para ser egipcio no es apenas pesado.

El control de la puerto pitó con la tarjeta y una lucecita verde se iluminó en el lector de tarjetas mientras Silver empujaba la puerta con el pie muy varonilmente. Nada más traspasar la puerta notaron el ambiente mucho más seco, como si el aire rascara más al meterlo en los pulmones, aunque la bajada por la escalera de caracol era cómodo y no parecía tener muchos problemas. Al llegar abajo vieron un espacio enorme lleno de cajas y más cajas embaladas, estanterías metálicas de todos los tamaños y colores y lo que parecía un pequeño edificio al fondo del sótano iluminado con luz de fluorescente.

Se dirigieron hacia allá, con sigilo, temiendo que cualquiera de las 200 o 300 momias que habían allí abajo se levantaran, aunque, fijándose bien, no parecía que hubieran montoncitos de polvo allí ni Roomba que se los hubiera podido llevar por delante.

Se acercaron al edificio y vieron a un policía, al menos lo parecía por el uniforme, que estaba sentado en una silla mientras se tapaba la cabeza con un periódico deportivo en el que se podía leer que el Zamalek había ganado la liga. El periódico estaba cogido de forma inteligente por unos auriculares de diadema ultragrandes de los que se escapaba el sonido a toda pastilla de una versión en árabe de la Macarena

Parecía estar durmiendo. Todo estaba en calma allí abajo, y aquel edificio parecía ser el único donde se podía encontrar la caja fuerte, a no ser que estuviera en alguna de aquellas cajas.

¹

Silver no dijo nada, porque para que asustar a las chicas en ese momento pero al pasar por R26 pudo ver a través de las ventanas de las salas que las momias se habían concentrado alrededor de la estatua de... como se llamara el Dios parlanchin ese del que no se acordaría ni en pedo. Si hubiera sido una diosa hubiera sido otra cosa, se acordaría, y ella se acordaría de él, y tocarían el cielo pero era un tío, y claro, la memoria había que usarla en cosas importantes, principalmente con al menos una 85 de pecho.

Había visto al menos 5 de ellas en torno al señor ese de 5 metros y parecían estar protegiéndolo. En cambio no había visto al perro por ningún lado.

Arturo vio desconsolado como el bueno de Manuel lo abandonaba como si fuera un desodorante de Mercadona. Igual se había pasado un poco con sus bromas, pero es que el guaje no aguantaba nada y si seguía así le acabaría saliendo una úlcera y subiendo los trigliceridos. Las bromas, eso si que era malo para el cuerpo y no los platos de fabada. Vero extrañamente no lo mató, pero lo miró como si fuera Superman cuando Lois Lane lo está entrevistando para verle el color de su ropa interior. No podía culparla, que si, que mucho Silver, que mucho jovenzuelo, pero después de la demostración de potencia y virilidad asturiana lo normal es que la psicóloga al final hubiera visto que el único que podía dejarla como una tortuga boca arriba era él.

Ahora lo trataba de usted y le pedía que abriera el camino, y es que la chatina para ser psicóloga era lenta, pero segura. Abrió la marcha gallardamente con su hacha, la destroza-cajones, y se dirigieron hacia la derecha con sigilo, esperando no encontrar ningún obstáculo momificado entre ellos y la tienda. Vero iba con el sigilo de una maestra ninja, pero no así Arturo, ni Gregorio y sobre todo Ricard que iba diciendo

- Jessieeee, pitas, pitas, pitas, pitas..... Jessieeeee...psttt pssst pssst pssttt... - aunque al menos la media neurona sin drogas que le quedaba viva le daba para que no fuera a grito pelado.

Al llegar a R8 y antes de pasar hacia a R9 miraron hacia la derecha. Desde allí se veía todo el Hall del museo, la estatua del Osiris parlante y el montoncito de polvo que había correspondido a la guarrona sacudetraseros, además de una formación cerrada de momias alrededor de la estatua, que parecía un encuentro de gitanos porque estaban cinco, el perro, y la faraona gitana a sus pies. Parecía dormida, aunque podría estar muerta porque si no gritaba era difícil distinguirlo, pero si que parecía estar entera.

Ricard intentó meterse en la sala como si fuera Indiana Jones pero Gregorio lo cogió por el pescuezo antes de decirle.

- Hay que esperar que vengan los otros, son 6 momias, nos destrozarían, y ya lo dijo Julio Cesar, divide et impera.

El perro momificado se levantó mientras los miraba y aulló, un aullido que parecía llamar a las hordas de momias a un buffet libre, pero ninguna se movió del lado de la estatua de Osiris. Siguieron caminando hacia R9 para doblar la esquina mientras Ricard intentaba encontrar sentido a la perla de saber que le había dedicado Gregorio, aunque él el único Julio Cesar que conocía era el cantante ese que cantaba para sesentonas que salía en los memes.

Divida et Impera y lo sabes.... el Grego al final va a resultar que es un intelectual, tendré que vigilarle que como me descuide me levanta a la Jessie, por la mollera o por los billetes de quinientos que maneja el joputa.

Siguieron avanzando con cautela, esperando que en cualquier momento el podenco fuera detrás de ellos, o escucharan el grito de Jessie o que les cayera un meteorito encima, que era lo único que les quedaba ya para el duro, pero llegaron a la tienda del museo sin muchos problemas.

La tienda, a diferencia del resto del museo si que estaba informatizada. Había cámaras por todas partes, modernos puntos de venta y estanterías llenas de recuerdos. Máscaras falsas de Tutankhamón de yeso a 500 dolares, libros de Egiptología a 100 y un sin fin de fruslerías que no alegrarían a nadie cuando se las llevaran de vuelta a España. Ramzi les dijo

- Familia Ramzi, por favor, despliéguense y el primero que encuentre los pergaminos que me avise mientras busco. Rápido, antes de que las momias vengan a por nosotros. Señor Arturo, por favor, usted solo vigile, pero sin usar el hacha, de acuerdo? Ya ha tenido demasiada hacha por hoy, sí?

Ramzi no parecía tener la fe que depositaba en él Vero, pero era normal, el miembro colgante interfería en sus encantos y mejor así, que habiendo tantas chatinas quien necesita gallus.

No le hizo ninguna gracia encontrar a ese ejército de momias alrededor de la estatua de Historia. Menos aún ver cómo el imbécil de Ricard, a punto estaba de lanzarse a los leones, pero mientras sólo fuera el quien acabase devorado por las momias, casi hubiera sido mejor. Por suerte pasaron de largo sin ser detectados y finalmente llegaron a la tienda de recuerdos.

- Yo busco. - Le dijo a Ramzi. - El resto vigila. 

Fue una orden clara y directa. Además, la mirada que le dedicó al gordo guía fue demoledora. Más que una mirada fue una amenaza y sin duda, la daga de la princesa Ita encontría un blanco perfecto en él, de no hacer caso. 

Vero estaba muy segura de encontrar lo que estaba buscando. Si en algo era buena, era en buscar cosas. Se el daba bien y era rápida. De haber existido el empleo de buscadora, sin duda hubiera sido si profesión predilecta, pero en su defecto se había hecho psicóloga. 

Y es que era muy perceptiva. Como todo psicólogo, con una sola mirada podía analizar a una persona. Saber de dónde venía, quien era en ese momento y cuál sería su futuro y pasaba lo mismo a la hora de buscar algo en un lugar. Si no lo encontraba Vero, es que no estaba allí. 

Nos dividimos y a mi me tocó bailar con la más fea, así rezaba el refrán. Bueno, no es que Vero fuera fea, estaba buena, pero era una borde manipuladora, por lo que había visto. Desde luego no era mi tipo de mujer para salir con ella y cortejarla, otra cosa era una noche de apasionante romance. Dividiéndonos en dos grupos, unos tiramos para la derecha y otros para la izquierda.

Pasando por el hall, vimos el cónclave de momias en torno a la estatua que había hablado. Parecía que estaban esperando algo, algún suceso o acontecimiento que pasaría en breve. A sus pies, la yonqui estaba tumbada en el suelo, inmóvil. No parecía estar muerta, pero desde aquí no la veía bien. Saqué mis gafas del bolsillo de la americana y me las puse un momento. El novio politoxicómano intentó marcarse un Jackie Chan, pero cabeza-cacahuete se lo impidió. Si hubieran salido a la palestra nos hubieran zampado las momias en un periquete. Pero como había un chucho vigilando, y todo el mundo sabe que los perretes tienen buen oído, este nos miró y aulló para indicar a sus amos que estábamos aquí. Salimos escopetados del lugar y de su vista, enfilados hacia la tienda de chuches, donde seguramente Vero Manosrápidas daría cuenta de todo lo que hubiera de valor.

-"Bien chatines, manos a la obra. Todos a buscar rápidamente el pergamino ese de las narices. Si veis que está en algún cajón o vidriera, me avisáis. Yo me quedo en la entrada vigilando por si vienen las momias que hemos visto."

Tenía el estómago hecho un nudo. La visión de esos montoncitos de polvo que alguna vez habían sido personas le daba naúseas al solo pensar cuantas vidas se habían perdido en aquel desastre. Más aún, los nervios de saber que algo los habría consumido, y que ese algo podría ser ahora más fuerte que cualquiera que se hubieran encontrado, no ayudaba a mantener el optimismo en absoluto.

Deteniéndose un momento en R26, el corazón se le aceleró. Manteniendo la mejor cara de póker de la que fue capaz, le señaló al resto que siguieran avanzando tras él, protegiéndolos como siempre con el escudo. El aullido aquel le tensaba cada vez más. El dios de la muerte de los egipcios era un chacal, ¿no? Quizás lo que ahuyaba era eso, y era otra advertencia de lo que venía. O quizás era otro chacal de concreto como el que casi lo había matado.

Ya en R51, intentó evadir la mala espina de la entrada, la cercanía de lo que parecía una muerte segura. Pobre Pablo. Si es que lo hubiese escuchado a él o al resto del grupo, quizás estaría ahí aún, intentando ligarse a Sam. Prefería querer darle una hostia que saberlo muerto, que tener grabada en la retina la imagen de este flotando hasta ser absorbido por la nada.

Bueno, ya estamos aquí - contestó a Manu. No había nada que hacer a estas alturas - Así que más nos vale sobrevivir y reunirnos con ellos.

Iba a seguir avanzando cuando algo le hizo detenerse.

Allá atrás, en la R26... habían cinco momias protegiendo a la momia esa que habló antes. Y no estaba el puto perro, que me tiene de los nervios - comentó- Con nuestra suerte acabará siendo Anubis, ya verán - exhaló, para luego entrar.

Tras abrirse paso por la puerta recién abierta, y asegurarse de que no había ninguna amenaza alrededor, notó el cambio en el ambiente una vez más. Nada de aquel museo se sentía normal. Era como pasar de un infierno a otro, sin esperanza de volver a la tierra de los vivos jamás. O eso, o las cenizas de la gente se había colado en los ductos de ventilación y ya empezaba a alucinar.

De ahí en adelante la cosa fue moverse en silencio. Ya bastaba con las momias que habían reanimadas como para buscarse otras que los persiguieran, no, muchas gracias.

Extrañado por la imagen del policía, frunció el ceño. No le parecía ni medio normal que se tapara tanto la cara, así que le señaló a Manu con la barbilla para que estuviera atento con el arma. Estirándose con la mano libre a una distancia segura, tiró rápidamente del periódico y dio un paso atrás, para despejarle la cara al que en su mente podía ser solo una de tres opciones: un muerto, una momia, o el puto policía más suertudo del museo.

Por un momento recordó los ratos que habían pasado Silver, Sam y ella cuando el chico se apuntaba ya fuese para hacerse fotos, recorrer callejuelas, tomarse algo o la última noche en el mercado nocturno. Pero ahora estaban en una suerte de scape room muy muy chunga. Había empezado la cuenta atrás y no tenían quién les fuese echando una mano des del otro lado.

Era escalofriante recorrer el pasillo sorteando los montoncitos de polvo con nombres y apellidos. Tenía el dilema de mirar o no. Debía hacerlo para no pisarles. “Disculpe señor Tal”, “Disculpe señora Cual”. De todos modos lo que le daba más reparo eran los objetos personales. Eso les daba una dimensión de gravedad considerable que hacía imposible engañarse u obviar que realmente eran restos humanos. Lo que más temía Lexi era ver alguna cosa que pudiera ser de un niño o una niña. Joder, con eso no podía. ¿Es posible querer conocer la verdad y al mismo tiempo no querer saberla?

El aullido del perro la sacó de sus pensamientos, cambiando unos temores por otros. Se quedaron inmóviles, todos detrás de Silver esperando al animal que no apareció. Anteriormente, la primera vez que lo escuchó, se le pasó por la cabeza que podía no ser una momia, pero en el museo no permitirían animales y la probabilidad de que alguien llevase un perrito a lo Paris Hilton oculto en el bolso era remota, más que nada por el pobre animal. Tampoco los aullidos encajarían con el tamaño, pero sí con la teoría de Silver, mucho más terrorífica y acertada.

-Pues... seguramente tengas razón -dijo bastante angustiada. Fue escuchar “Anubis” y entrarle las prisas.

Las cinco momias que protegían a la estatua gigante no auguraban nada bueno. Aunque era de esperar que habría un fin de fiesta, el estómago se le encogió al saber esta noticia. ¡Menos mal que no fuimos por el Hall! Además siendo la mitad del grupo.

Estaba de acuerdo con Manuel en permanecer unidos, y así habría sido si Arturo hubiese permitido a Vero abrir el cajón. En lugar de galán, había actuado como un gañán. Chiste malo, ¡pero cierto! En fin, hecho estaba. El hombre le caía bien, solo esperaba que la destrucción del contrato no les trajera la ruina.

-Así es, pensemos hacia delante -respondió al cámara tarjeta en mano, sin entretenerse mucho más, pues Silver ya le había dicho lo mismo que ella pensaba. Utilizó la tarjeta y sonrió al ver la luz verde.

Se detuvieron delante de un tipo que...

Lexi frunció el ceño extrañada. Luego alzó una ceja. ¿Qué hace este tío con el periódico en la cabeza? Y yo que creía que no había nadie más raro que Ricard y Gregorio...

Dudó si acercarse, estirar y soltar el auricular, pero para su tranquilidad Silver se adelantó. La traductora miró expectante, sin saber muy bien qué pensar. No era normal envolverse la cabeza con un periódico ni siquiera para dormir. Al destaparlo, ¿encontrarían una persona o un boniato?

Y no era lo único que le preocupaba. Si era un policía estaría armado, y aunque ellos supiesen que eran buena gente, el tipo sospecharía para mal.

Lexi esperó unos segundos para saber qué aparecía tras la noticia del fútbol y casi a la vez, en un tono sereno, respetuoso, creíble y apaciguador, dijo en árabe:

-Buenas tardes señor, nos envía Zahi.

Aunque creían que las momias a medio formar , o al menos su mascota, los habían visto no los persiguieron, y es que era difícil imaginar que un ser, fuera el que fuese, no pudiera ver los tonos verde lima y amarillo chillón de la indumentaria de Ricard. Parecía ser el reclamo de una conferencia de oculistas, de esos que te dan dos gafas por el precio de una pero que para comprar la primera de ellas tenías que vender tu alma y sacrificar 3 psicólogas.

Llegaron sin problemas a la tienda, vacía, y allí Verónica tomó el mando. Que se fueran acostumbrando, ella era la faraona, ni Lola Flores ni leches, Vero Garrote I y quinta de Alemania, ella reinaría sobre el mundo, porque estaba claro que Egipto era solo un principio. Ramzi pareció pillarlo a la primera, aunque no sabía si era por miedo a su integridad física o a quedarse sin propina, mientras que Arturo, en su linea, incitaba al caos y a que todos lo buscaran. Gregorio parecía temer a Vero y no buscó, Arturo parecía estar más preocupado en hacer su siguiente demostración de Aizkolari, pero Ricard no parecía estar contento con la situación.

Se fue para la psicóloga con decisión y le dijo

- Mira neng, ya me tienes los huevos llenos, quien te crees que eres? Tamudo? Sergio Garcia? A mi no me habla así ni mi madre. Búscamos el mierda libro ese y vamos a rescatar a mi novia. T'has enterao cara chihuahua??? Y a mi no me mires así que te voy a dar un puño que vas a estar cagando dientes tres días? Que a mi que seas psicópata me la pendula, yo paso pirulas y no me pongo a vacilar a nadie de mi trabajo. Tuse busca por ahí y yo busco por el otro lao de la tienda, que m'esta estresando tu cara chihuhua....

Ricard se marchó hacia el otro lado de la tienda mientras Gregorio y Ramzi miraban a Vero a ver que hacía. Mientras Vero hacía lo mejor que le salía además de manipular, seducir, follar, que coño, es que había algo que hiciera mal Vero? Pues no, así que se dirigió como si fuera una madre y te dijera aquello de "como me tenga que levantar a buscarlo...", e iba y lo encontraba, que daba igual si estaba enterrado y bajo siete candados, una madre lo encuentra, y Vero, sin ser madre también, por lo que sus capacidades de búsqueda en caso de engendrar..... no puedo ni narrarlo, se me ponen los pelos de punta nada más de pensarlo.

Esto, por donde iba, ah sí, Vero se dirigió al lugar donde estaban los distintos pergaminos y empezó a pasarlos uno a uno buscando el adecuado. Habían muchos del libro de los muertos, los patos de Meydun, yo he visitado el museo y me he enterado de algo, pero según iban pasando los pergaminos la posibilidad de que se hubieran acabado era mayor y mayor. Pero estaba, Vero estaba segura, había una conexión casi física entre los objetos que la alzarían a su faraonidad y ella, los podía sentir, así que, cuando toda esperanza estaba extinguida, cuando la luz del alba del quinto día despuntaba y Gandalf no estaba muerto estaba de parranda, en el último, siguiendo la ley de Murphytosis I, apareció una copia con las esquinas dobladas del contrato de los dioses.

Ramzi se acercó para examinarlo y asintió. Entonces mirándola muy fijamente le dijo.

- Señorita Vero, para que sea la faraona debe leer el contrato. Supongo que no sabe leer en jeroglífico, pero, puedo hacerle una traducción más o menos aproximada a lo que debe decir. Cree que podrá?

Vero alzó una ceja mientras miraba con una sonrisa de superioridad a aquel imbécil. Aquel troglodita de polígono, vestido de fosforito no sabía con quién se estaba metiendo. Lo que estaba claro era que no malgastaria saliva con un rufián como aquel. 

- Como quieras... - Fue lo único que le dijo. Pero la había liado. Acababa de firmar su sentencia de muerte. Vero se encargaría de ello.

Tras encontrar el pergamino, como no podía ser de otra forma. Trató de leerlo, sin embargo, no pudo tan siguiera orientar bien el papiro en la dirección correcta. Por suerte estaba allí Ramzi. No sería un buen faraón a su lado, era feo y gordo, de trener otro aspecto, algo parecido a Hugo Silva por ejemplo, igual le permitirá ser su concubino. Pero si podía ser una buena mano derecha. ¡Alguien tendría que traducir los geroglificos!

- Puedo leerlo sola. - Le dijo al guía. - Pero si quiere ayudar... - Se encogió de hombros. 

Los dos se pusieron manos a la obra y comenzaron a tratar de descifrar aquellos extraños dibujos sin sentido aparente. Vero no se estaba enterando de nada relamente, pero seguramente era por la calidad de la réplica. Sin duda, de haber tenido el original ya estaría resuelto el enigma. Al fin y al cabo era psicóloga. 

- ¿Dónde vamos ahora? - Le preguntó a Ramzi. - Podemos tratar de descifrarlo por el camino. - Comentó.

Al ver que las momias y el caniche no venían, me relajé un tanto. Miré a los otros, que estaban registrando la sala en busca del papiro-regalo y vi cómo se enfrentaba el drogata a la comecocos. Ahí iba a haber sangre, lo olía. Seguí mirando afuera y adentro alternativamente, mirando que no se acercara nadie y viendo si me necesitaban los míos para abrir otro cajón. Al encontrar el papiro, me alejé de la entrada y me acerqué al árabe y a Vero. Las palabras de Ramzi hacia Vero me dejaron ojiplático. ¿De verdad se había tragado la pantomima que había hecho la niñata esta con lo de los ojos en blanco? ¡Por amor de Dios, si en mi ciudad hasta los peces lo hacían mejor!

-"¡Anda, anda! Chatín, que se te va la espuma por la boca de tanto peloteo a la gente. Lo de ser faraón ya se verá cuando estemos todos juntos y lo hablemos; yo no la he votado." Dije mirando a Ramzi. "¿Qué dónde vamos ahora? A reunirnos con los demás, a eso vamos. Y la traducción, chatina, creo que Lexi sabe hacerlo, así que pienso en ella como la narradora de lo que ponga ahí." Dije señalando el pergamino.

-"¿Y bien, algo que decir?" Dije en general, mirando a cada uno de los presentes; hasta a los peluches que había en las estanterías.

Sintió un abrupto escalofrío que la sacudió por completo. ¡Aquello no lo esperaba! Se cogió del brazo de Sam mientras observaba la calavera rodar por el suelo. ¿Qué demonios había pasado allí? Del cuello del policía colgaba una llave, pero la puerta en cuestión no estaba cerrada. Por la rendija se colaban brazos vendados, ansiosos por salir.

Sam les instó a huir y Lexi estuvo de acuerdo. ¿Quién no lo estaría? Coger las coronas le parecía importante. Hasta ahora. ¡No fastidies! Tampoco sabía si era determinante llevarlas como ofrenda, y dos centenares de momias no eran poca cosa.

Lexi tenía el ankh porque Silver lo puso en sus manos, ni siquiera reaccionaba porque no daba crédito. ¿Quería quedarse allí? Le miraba con una cara de alucine total. -¡Estás loco! -le dijo con una mezcla de reproche y admiración, pues si bien le parecía una auténtica locura, le hacía gracia que el chico fuese temerario y resolutivo.

-Sam ha visto diez, pero tampoco caben más junto a la puerta. Las otras deben estar empujando desde atrás. Según Ramzi, ¡pueden haber hasta 200!

La traductora lo sopesó en dos segundos. Era muy peligroso no solo para ellos, sino también para los que se habían quedado en el museo, que una turba de momias saliese del sótano. Pero veía tanta determinación en Silver que decidió darle una oportunidad. Pero solo una, no era plan de que les costase la vida.

-Seguimos tu plan siempre y cuando no salgan más de diez momias -dijo a Silver-. Si vemos que hay más o que no podemos recuperar las coronas, pasamos al plan de Sam. Salimos a toda prisa e intentamos bloquear la puerta por la que pasé la tarjeta, desde fuera, para impedir que entren al museo. -Ese era su plan inicial y seguía pensando que era lo mejor. ¡Joder 200 momias! Ramzi era el nuevo faraón, aunque lo negase, y la verdad es que el tío no se había equivocado hasta ahora. Tenía la sensación de que estaban condenados. ¿Por qué demonios lo estoy considerando siquiera?

Miró a Manu, pero sobretodo a Sam cuya opinión era la que más le interesaba. -¿Qué hacemos? Tú mandas -le dijo con sinceridad. Si su amiga prefería salir corriendo, eso harían.

En caso de que Sam optase por dar una oportunidad al plan de Silver, ambas treparían rápido pero con cuidado y procurando no hacer ruido, a la estantería que el chico les había indicado. Allí permanecerían ocultas, aguardando con el estómago encogido en un puño, a que finalmente la puerta del infierno cediese.

Vero lo tenía claro, ella era la nueva faraona y el resto de cosas se podían negociar, siempre que la negociación fuera a su favor porque ella era tan dura que haría llorar a Donald Trump como si fuera una nenaza. Echó un vistazo al pergamino y vio que aquello, aunque lo entendía, necesitaba un poco de ayuda, aunque fuera para reforzar la confianza del orondo guía. El texto eran de dos columnas, separadas por un sol que en vez de rayos tenía serpientes, o manos, mientras lo que parecía el faraón llevaba unas maracas en las manos. Ramzi puso el dedo en la primera columna y empezó a bajar por el texto mientras lo iba vocalizando como si Vero no fuera psicóloga, muy en plan la M con la A, MA. La verdad es que no parecía tan difícil, además, si era algo que podía aprender un gordo barbudo, ella, que estaba buena , lo iba a tener muy por mano.

Señaló el texto y empezó a leer, bueno, por decir algo, porque los sonidos que emitió Vero con la garganta eran de todo menos similares a lo que les había explicado Ramzi. Si hubiera que definirlos de alguna manera sería una mezcla entre alemán borracho en el balneario 5 del Arenal y Wookie en celo. Ramzi la miró con los ojos desorbitados mientras negaba exasperado. Le pidió que lo intentara un par de veces más pero el resultado no fue mucho mejor, aquellos jeroglíficos estaban mal, aquella representación del contrato con los dioses era incorrecta y por eso no la entendían. Era eso, y todos lo sabían.

Se acercó Gregorio a ella y con su habitual empatía le dijo

- Mira Vero, yo lo siento mucho, pero tu egipcio suena a Klingon gangoso así que queda muy claro que los dioses no te han escogido, pero, yo puedo leerlo, es tan sencillo que no sé como no has podido hacerlo. Ves? Este jeroglífico se pronuncia Jer, este Hur, y aquí hay un pausa epiglótica. - Siguió leyéndolo a la perfección creciéndose como si fuera un pavo real. La verdad es que le daba cadencia, entonación, y era cerrar los ojos y es que te daban ganas de darle la corona del alto y del bajo Egipto, pero era abrir los ojos y solo había un gafotas prepotente. Miró a Vero y le dijo - Si quieres puedes ser mi reina, la regente en cuanto tengamos hijos y yo falte. Aunque tengo mucho amor que dar.

Ricard cogió un turbante amarillo chillón y se lo empezó a anudar mientras se acercaba a Arturo y le dijo

- Oye, tú, yayoflauta, tú crees que podrías leer el panfleto ese? Es que el Greg es muy repelente y no va a hacer ningún pacto con él ni los dioses ni la madre que los parió. Además, no vamos a ningún lado, vamos a ir a rescatar a la Jessie que me lo habéis prometido, porque si no me voy a cabrear, que no me habéis visto cabreado NENGS!!! que yo... - hizo un par de movimientos de Karate más parecido a un espasmo a lo chiquito de la calzado - JODER NENGS, MIS MANOS Y MIS PIES SON ARMAS MORTÍFERAS. ASÍ QUE ANDANDO PA LA JESSIE ...

Ramzi enfrentó a frotarse las manos y le dijo

- Señor Ricard, por favor, sea paciente, podríamos ir a buscar a los señores para que podamos rescatarla. Somos pocos, no tenemos armas de fuego. Solo un poco de paciencia. Yo creo que podríamos ir a buscar a los señores, y si quieren hacer una votación para ver quien va a ser faraón, pero lo que está claro es que el faraón debe saber leer el pergamino, o al menos aprendérselo de memoria.

Sam miró a Silver y le dedicó una de sus sonrisas luminosas, como las que le había dedicado durante todo el viaje, al menos durante la parte en la que no había estado compartiendo actividades gimnásticas de alto riesgo con Vero. La joven miró a Lexi, le guiñó el ojo y la sonrisa luminosa se transformó en una cínica y cáustica. Sin apenas pestañear le soltó sin mayores miramientos.

- Ni en tus mejores sueños cowboy, igual la otra te lo consiente porque eres guapo y famoso - dijo remarcando lo de famoso entre comillas con los dedos, dando a entender que probablemente sus seguidores se reducirían a familia amigos y los que hubiera podido comprar a razón de 500 dólares cada 2000 seguidores - pero yo no soy la otra, así que bióloga lo que quieras, pero no tuya. Ya tienes en quien centrar tu atención, porque si las miradas embarazaran Vero tendría quintrillizos.

Llegaron al sótano y descubrieron que el guardia que custodiaba la caja fuerte había perdido la cabeza, de forma literal, y que unas cuantas manos repletas de vendas venían a echar una mano para encontrarla. Sam, toda sentido común, les dijo que corrieran, que se largaran de allí como si fueran a enfrentarse a un concierto de Camela, pero Silver tenía un plan, y como Hannibal Smith le encantaba que los planes salieran bien. Era sencillo, brutal y con grandes posibilidades de que no funcionara, pero así eran los americanos, no? Tres toneladas de valor y unas gotas de sentido común. Empujaría una estantería sobre las momias y haría un strike, como en los bolos, y mientras las chicas podrían trepar a las estanterías y le daban apoyo de fuego de morteros y Manuel se encargaba de repartir plata o plomo entre los egipcios.

Sam se sacudió la mano de Silver con fuerza y lo miró con dureza, las manos de las momias empezaban a asomar cada vez en mayor cantidad y la puerta se iba abriendo. Tenían que decidir. Manuel le dijo que estaba como una cabra, pero con una sonrisa, como esa gente que sabe que le van a caer una mano de hostias como el copón pero aun así se tiran de cabeza, y apuntó su arma hacia la puerta. Con voz ronca le dijo

- Yo haré de cebo, les dispararé y tú, cuando se acerque le tiras la estantería encima. Si vienen demasiado corremos. - miró a las chicas de lado y le dijo - no trepéis demasiado alto, así si tenemos que huir de un salto estáis en el suelo y podéis correr. Preparaos, son muchas....

Sam miró a Lexi implorando retirarse pero acabó cediendo y la arrastró junto a una estantería. Sam corrió hacia la estantería que le habían dicho y de un salto ya se había encaramado, subiendo con la agilidad de un mono, mientras que a Lexi le costaba más. Sam le tendió una mano para ayudarla y la ayudó a ponerse a dos metros sobre el suelo, suficiente para no estar al alcance de las momias y no tanto por si tenían que huir, aunque, si Silver podía tirar una estantería, que no harían 200 momias?

Las momias comenzaron a salir de la cámara acorazada de forma torpe. Se notaba que necesitaban una buena mano de chapa y pintura y que no estaban tan enteras como las del museo, pero eran muchas, no menos de quince, todas ansiosas de tomarse una tapa de su energía vital. Manuel comenzó a abrir fuego, si bien no con mucha puntería si con generosidad. Las balas golpeaban el cuerpo de las momias, pero estas seguían adelante sin detenerse, y cuando estuvieron casi a punto de atraparlo Manuel corrió para hacer que le siguieran, estaban en posición, Sam y Lexi comenzaron a lanzarles trozos de estuco colorido con fragmentos de jeroglífico que nunca se podrían ensamblar de nuevo y entonces entró en marcha el plan de Silver.

.

.

Ey DJ, ponme algo así, como muy épico! Algo que te haga vibrar!! Algo mágico para el momento!!

No hombre!!!, Algo más moderno!! Más Americano!!! Que te den ganas de comer pavos en acción de gracias y de jugar a baseball!! Que te den ganas de decir que un perrito es mucho mejor que una tortilla de patatas con cebolla!! Algo de eso!!

Esto ya es otra cosa....ah,sí, Silver. Pues Silver estaba cabreado y dolido, porque él era buen tío, y no tenía culpa de tener un corazón tan grande como para que viviera allí el orfeón donostierra. No, el no tenía la culpa. Él era como Julio Iglesias, un truhán, un señor, algo bohemio y follador, y así había que quererlo, y le iba a demostrar a Sam que no iba a encontrar otro tío como él, imposible, y lo iba a hacer con la fuerza de sus músculos, como buen macho empalador. Empujó la estantería con todas sus fuerzas, pero pesaba mucho, demasiado, y las momias iban a alcanzar al pobre Manuel que en vez de retirarse iba a ir vivir a Osiris d'Or, ciudad de vacaciones. Las venas del cuello se le hincharon, sus poderos músculos parecían a punto de explotar y lo único que lamentaría de eso es que nadie le estuviera haciendo fotos. Consiguió levantar las patas de la estantería un milímetro y ahí lo dio todo, como un Left Tackle de futbol americano, empujando con el hombro como si le fuera la vida en ello.

No supo ni como lo hizo y, seguramente, si lo volviera a intentar no lo conseguiría de nuevo, pero la estantería cayó encima de las momias con un estruendo de cerámica, caliza y metal. Había aplastado a casi todas las momias pero había una que seguía en pie e iba a por él. Un trozo de piedra voló y se estampó en la cabeza de la criatura arrancándosela del cuerpo de cuajo, y después de eso, el silencio más absoluto.

La puerta de la cámara acorazada estaba abierta y encontrar la corona podía ser algo tan sencillo como entrar y cogerla, o tan difícil como meterse en la boca del lobo. Un golpe en madera. Otro golpe en una estantería más a la derecha, otro, otro más. Desde varias de las cajas llegaban golpes de algo vivo golpeando la madera, como habían hecho las momias de Nefertari y Ahotep, eso o se habían colado en una conferencia de percusionistas.

Manuel empezó a rebuscar en el cuerpo del policía decapitado y cogió una pistola y un cargador mientras arrugaba el entrecejo y fruncía el bigote, mientras Sam le decía a Lexi

- Vámonos, tenemos los cetros, el ankh, que le den a la corona. Si entramos allí nos pillarán.

Al fondo podían ver la corona. Podía ser entrar y salir.... pero, y si no salían?

Manuel se tensó mientras miraba de reojo hacia atrás y quitaba el seguro de la pistola. Fingiendo tranquilidad les dijo

- Escuchad, no oís unos pasos? Creo que tenemos compañía. Este de fuera - dijo refiriéndose al policía - no se puede haber desecado el solo, y si las momias estaban dentro.... debe quedar una fuera. Creo que nos está intentando rodear, abrid bien los ojos.

No habían oído nada y tampoco Sam. Tal vez los golpes en la caja habían engañado el oído del reportero aunque parecía estar seguro.