Partida Rol por web

planta baja, payrus Lab

El plan parecía perfectamente trazado, un cebo, uno tentador hasta para un hombre vendado y chapado a la antigua, y el resto agazapados dispuestos a abalanzarse sobre él y molerlo a palos para poder decir aquello de que lo había matado Fuenteovejuna. Manuel cogió el arma y le dio la vuelta para hacerla servir como porra para evitar posibles disparos accidentales, Gregorio y Ricard, que se miraban con tensión, sus dagas y Ramzi se colocó en un lado para no molestar a la juventud. La momia balbuceaba algo que podría traducirse como Ven acá pacá cordera, que te vi a mordé, y como tal se abalanzó sobre Sam. Era rápida para llevar 4 milenios muerta, y a través de su vasto sudario se podían ver sus venas palpitar en aquellos agujeros que no cubría su piel todavía. Estaba inacabada, como la sagrada familia, pero iba camino de lucir palmito en un pis pas si no hacían nada por remediarlo.

La más rápida fue Vero, que había decidido hacer una semiretirada estratégica para poder apuntar mejor a la rubia, que diga, a la momia. Su daga voló por el aire dando varias vueltas para clavarse en el nuevo corazón del faraón. Había apuntado entre ceja y ceja, pero la daga era una firme seguidora del zen, así que Vero la lanzaba y ella ya se clavaba donde le venía bien, y en esta ocasión había tenido a bien clavarse en el pechamen del David Hasselhoff de la antigüedad. La momia rugió de dolor y un par de gotas de sangre brotaron de su pecho mientras la momia caía de rodillas.

Esa fue la señal de zafarrancho de combate. El espacio era reducido y las ganas de repartir solo eran igualables a las cargas para entrar en el corte inglés el primer día de rebajas o comprarse un iphone nuevo, por lo que sus golpes no fueron tan efectivos. Ricard y Gregorio, picados en su orgullo de ser merecedores de Jessie se estorbaron y solo consiguieron hacer unos arañazos a Seti de los que no brotó la sangre. La daga de Lexi se clavó a poca profundidad porque su golpe impactó en un escarabeo de los que usaban para sustituir los órganos. Manuel lo golpeó con la culata de su arma pero fue Silver, escudo en ristre, cual Capitán América el que acabó de descoyuntar al medio muerto.

Sam estaba temblando, una vez que la adrenalina había dejado de hacer su efecto. Sonrió, recogió la daga de Vero y se la tendió mientras le decía un rígido

- Menuda puntería, muchas gracias. - entonces se volvió al resto y con una sonrisa más luminosa les dijo - Casi dan ganas de volver a hacer de cebo, pero solo casi, la próxima vez que lo haga otro que casi me muero del susto. Un poco más y me descompone en polvo y huesos.

Ramzi sonrió obsequioso mientras se frotaba las manos y les dijo

- Familia Ramzi es valiente y permanece unida, pero necesitamos ... - Se calló durante unos segundos y solo pudo señalar un punto en la lejanía que brillaba con luz propia. Desde la distancia se podía distinguir algo que parecía una pirámide, y lo más extraño era que parecía estarse acercando a ella con rapidez - necesitamos darnos prisa, tal vez tengamos tiempo para recuperar un objeto, tal vez ni eso. La corona puede ser difícil de encontrar, y el contrato con los dioses también, pero debemos movernos antes de que sea tarde. Aquello.... vamos al encuentro de Osiris, no podemos escapar.... hay que moverse...rápido

Bajaron las escaleras con cautela las escaleras y llegaron a R6. Allí estaba la salida, tan cerca y a la vez tan lejos. No hacía falta ser ningún tipo de lumbreras para saber que esa oscuridad de la que emanaba una frío que calaba los huesos no debía ser nada saludable. Ramzi le hizo gestos para que se acercaran y pidió a Lexi que pasara la tarjeta de Zahi por el lector de tarjetas de seguridad. El dispositivo emitió un breve pitido y apareció una luz verde. El egiptólogo empujó la puerta y les hizo señas para que entraran.

Era una sala grande, con varias mesas largas donde reposaban algunos catálogos. Pegadas a las paredes había varios muebles con cajones no demasiado altos que contenían cientos de papiros, y en la pared opuesta a la puerta donde habían entrado habían dos ordenadores que por aspecto debían ser la versión egipcia de un Amstrad. Ramzi los señaló y dijo

- Los que sean buenos en informática que busquen el contrato de los dioses o las coronas de alto y bajo Egipto. El resto intenten encontrar un pergamino que tiene un sol del que salen brazos y en uno de ellos hay un ankh, donde aparece el faraón, su mujer, y su descendiente. Entienden?

Vero sonrió y agarró su daga cuando Sam se la ofreció. Cierto era que tenía muy buena puntería. Si salía de aquella se metería a  jugadora de dardos. No obstante, que hubiera sido Sam a la que había salvado no le hacía tanta gracia, más cuando el imbécil de Silver había acabado el trabajo. ¿No se daba cuenta de que se entendían muy bien? Estaban hechos el uno para el otro y lo iba a estropear todo. En fin, hombres...

- No te acostumbres. - Le dijo esgrimiendo una sonrisa, que se podía interpretar de dos formas, como una broma o como una verdadera amenaza.

Inmediatamente siguieron avanzando. Esta vez hasta llegar a la sala R6, la sala de los ordenadores. Aunque pudiera parecer increíble, internet no era lo que mejor se le daba a Vero.  Era realmente mala con los ordenadores, ella  era una mujer intuitiva y muy diestra a tenor de los acontecimientos, pero en el campo de las computadoras era un cero a la izquierda, aunque no lo reconocería nunca.

- Yo vigilaré por si se acerca alguno de esos seres. - Dijo. - Se me da bien esto de lanzar cuchillos. - Sonrió. -  Buscad el resto en los ordenadores.

El corazón se le paralizó un momento al ver como Vero lanzaba una daga dirigida a, según creyó por unos segundos, Sam. Incluso palideció un poco, temiéndose lo peor, hasta que la daga dio con perfecta precisión en el corazón del faraón. Joder, si es que en ese mismo momento podría haber besado a la morena por la puntería que tenía. Tampoco era que realmente necesitara muchas razones extra para besarla. Si es que había una verdad universal era que entre más locas, más buenas y mejor follando. Sin embargo en ese momento no había tiempo para pausas recreacionales, ni polvos rápidos ni besos espontáneos, porque la momia seguía queriendo clavarle los dientes a su rubia y ahora que lo tenían de rodillas era momento de aprovechar.

Sintiendo que el golpe de gracia dependía de él tras los ataques de sus otros compañeros, se lanzó sin el más mínimo respeto por su propia vida. Si chocaba contra concreto, que fuera lo que tuviera que ser. Para su suerte, en vez de concreto, su ataque resultó tan bien como hubiese podido esperar y pronto se hubieron librado del muerto. Sonriendo, exhaló aliviado. Eso se había sentido mucho más humano, más normal, que el puto chacal, o los cocodrilos. Tan solo podía esperar que ese siguiera siendo el caso, y que la otra momia humana que rondaba cayera igual de rápido.

Hazme un favor y no vuelvas a ofrecerte de cebo. Soy muy joven para morir de un infarto. - bromeó el moreno, feliz de que en esta ocasión no hubiesen perdido a nadie. Claro, quizás era muy pronto para celebrar, porque tan pronto Ramzi señaló la pirámide a la que se acercaban dejó de sonreír con tanta alegría.

La oscuridad aquella a la que llegaron al bajar le hacía sentir cada vez más incómodo. Infarto o no, era muy joven para morir, y no le apetecía nada llegar a un juicio final de ningún tipo. Solo quería unas vacaciones, buenas fotos y unas cuantas anécdotas para revivir su carrera como modelo de instagram, no enfrentarse al fin del mundo, o la noche sin fin, o como se llamara.

En un principio, siguiendo las instrucciones de ramzi, se puso a buscar. Total, encontrar un ankh con un faraon y su familia no debía ser tan difícil... o eso pensaba. Lo cierto era que cada papiro que sacaba le parecía exactamente igual, y luego de preguntarle al menos tres veces a Ramzi si era ese el que buscaban, había acabado por desistir y dejárselo a los más entendidos en el tema para dejar de hacer perder tiempo al guía.

Bufff... lo siento, no... es que no. - dijo finalmente, encogiéndose de hombros derrotado - Mejor me quedo haciendo guardia con Vero. - añadió dirigiéndose a la puerta - No te importa la compañía, ¿no? - le sonrió, apoyando la parte baja del escudo en el suelo.

Vero miró a Silver con cierta inquina. ¿Ahora le buscaba? Sonrió. Normal, al final ese idiota se había dado cuenta de quien le convenía más. Había bromeado de morir de un infarto, pero esa no iba a ser la forma en la que iba a morir. No, eso lo tenía muy claro Vero. 

- ¡Claro! - Le dijo alegremente, aunque por dentro seguía cabreada con él. No obstante, la competición que mantenía con la cerda de Sam, le obligaba a utilizar todas sus armas de mujer. - Siempre eres bienvenido. Tú y tus músculos. - Volvió a sonreír y cuándo Silver no miraba, le lanzó una mirada sibilina a Sam. Empezaba a recuperar el terreno perdido. - Tranqui, no vas a morir de un infarto, pero si salimos de aquí, te mataré a polvos. - Y soltó un risita traviesa.

Creo que en Inglaterra lo llamaban paliza holligan o algo así, en España era "te han dado la del pulpo". Como si fuera un saco de boxeo, todos nos lanzamos a por la momia, con distintas suertes, aunque al final logramos lo que queríamos, dejarla como si fuera papilla. El número importaba y cuantos más nos lanzásemos a saco a por ella, más posibilidades teníamos de vencerla. Yo ni vi si le había acertado o no con tanto golpe, pero en fín chatines, así era esto. Felicité a todos por el trabajo bien hecho.

-"Muy bien chatines, muy bien. Así se trabaja en equipo. Manu, haber si se te va a doblar el arma, que no es un bate de beisbol."

El aviso de Ramzi sobre la pirámide que veíamos a lo lejos, me puso los pelos de punta, los pocos que me quedaban. Desde hacía un par de añitos solía depilarme, por recomendación de un conocido. Me dijo que se ligaba más y que era la moda. Las chatinas ya no querían hombres peludos, sino imberbes que se rapaban los cataplines.

Bajamos a toda leche las escaleras y vimos la salida, la tan ansiada vuelta al hotel. Pero solo se veía negrura y frío, así que tiramos para la sala que nos abrió Ramzi. Allí podríamos buscar en los ordenadores dónde se encontraban los objetos que nos hacían falta. Mientras Vero y Silver controlaban la entrada y echaban un vistazo por la sala, yo saqué mis lentes de la americana y me senté en una banqueta. Miré el teclado como miró el simio al objeto extraño que apareció en la película "2001 Una odisea del espacio" y empecé a teclear muy despacio, con los dos dedos índice, fuertemente. Parecía que iba a hundir las teclas en el teclado.

-"De esto me encargo yo, que hice un cursillo en el paro hace unos meses. Me dijo la profe que no se me daba mal."

Abrazó inmediatamente a Sam, en cuanto la momia fue abatida. Sentía alivio pero el corazón todavía le latía con rapidez -¿Estás bien? -se interesó. Era la segunda vez que una momia se abalanzaba sobre su amiga, aunque en esta ocasión no fue por sorpresa y tenían un plan. Aún así tenía material para años de pesadillas.

Se aseguró de que llevaban el cayado y el flagelo. No hubo tiempo para mucho más. Ramzi señaló algo que brillaba en la distancia. ¿El encuentro de Osiris? Impresionaba bastante. La mala noticia no era ya ese encuentro inevitable, sino la rapidez a la que se acercaba. ¡Todavía no estamos preparados, Osiris, espera un poco por lo que más quieras!

Pasaron rápidamente por R6. La siniestra y fría oscuridad que alargaba los dedos desde la puerta de salida del museo hizo que nadie se planteara darse un paseo a la luz de la luna.

Iban rápidos. Era indispensable conseguir los objetos de la lista pero con suerte, según dijo Ramzi, tendrían tiempo para hacerse con uno de ellos. Llegaron a la sala de papiros. Lexi avanzó rápido hacia el final, dispuesta a buscar información en uno de los ordenadores. Se sorprendió un poco al ver lo viejos que eran. Vale que las momias eran milenarias y que el director tenía sus años, pero ¡caray! podrían haberle dado algo más actualizado. Estos ordenadores pronto podrían estar expuestos en otro museo.

Tenían que encontrar el contrato de los dioses y las coronas del Alto y Bajo Egipto. -¿Tú que buscas Arturo? -preguntó a su compañero. Para ganar tiempo, Lexi haría la búsqueda complementaria.

Si a Vero no le iba bien su carrera de psicóloga o sus ventas de contrabando de mercancía egipcia ya había encontrado su vocación: Lanzadora de cuchillos en el circo del sol, porque donde ponía el ojo ponía el cuchillo, aunque a decir verdad parecía que el cuchillo iba por control remoto porque, a pesar de apuntar a las momias, siempre daba en una parte donde ella no había apuntado, pero como era psicóloga lo describió como un lanzamiento inconsciente y se quedó tan pancha.

Sus habilidades allí no parecían necesitarse y ella no se iba a meter con los ordenadores, que eran muy difíciles de manipular y no tenían ni puta idea de psicología, así que tras buscar un poco para cubrir el expediente se fue hacia la puerta para que Silver la siguiera, y es que no había nada mejor para que te sigan que mover el culo con mucha psicología, y que buscaran los becarios, y los feos, y el bibliotecario, que para algo lo tenían.

Asomó la cabeza y vio a unos metros de ella el Hall. Un espejo en el Hall le mostraba lo que allí había sin ser vista. La estatua de Osiris estaba rodeada por 1,2,3....2... joder, que una es psicóloga no de ciencias! Varias momias alrededor de la estatua, protegiéndola, o tal vez colocadas allí estratégicamente, sabiendo que tarde o temprano tendrían que pasar por allí.

Sam se abrazó a Lexi, temblando, con fuerza, como si Lexi fuera el último leño de un naufragio al que cogerse. La espachurró un par de veces antes de soltarla y decirle

- Estaba todo controlado, estaba segura que todos podríais con ella y estoy harta de no hacer nada. Ya sabes que no soy así, yo no soy una puta damisela en apuros, y estos bichos no son mucho peores que mi último ex, aunque si que son más guapos - dijo riendo de forma nerviosa  - y tú? Quien te ha visto ratoncito de biblioteca, eh? Cuando le cuente a todos que vas con una daga como si fuera Xena, la princesa guerrera verás. - Le tendió la daga a Vero y le contestó que no se acostumbraría, dudando en si el objetivo había sido ella y la momia se había puesto por medio y en cuanto Silver se plantó delante de ella visiblemente preocupado le dijo - Para tener un infarto tendrías que tener corazón instagramer! Pero te haré caso, nada de ser cebo, es más, voy a ponerme a buscar cualquier cosa que pueda usar como arma, aunque no sea del faraón Tikismikis ni de la reina Tutankhamona. Algo debe haber. - Al ver que, tras una corta búsqueda del papiro que necesitaban infructuosa, se iba hacia donde estaba Vero suspiró y se puso a revolver cajones y mesas en la búsqueda de algo que pudiera usar y  lo encontró en una mesa donde se hacían los cortes de las hojas de papiro. Allí reposaba una guillotina, y tras un par de tirones consiguió despegar la pesada hoja de su soporte. La blandió con una mano pero parecía pesar demasiado para ella. Vio a Vero dedicarle una mirada burlona por tener a Silver al lado y descargó su nueva hoja sobre la mesa, clavándola con profundidad.

Gregorio y Ricard se pusieron a buscar el papiro sin mucho éxito mientras Manuel le decía a Arturo que se iba directo a un ordenador

Ten cuidado gallu, a ver si te va a dar tunel carpiano de teclear tan rápido. Cuantas pulsaciones haces por minuto? 5? Si los asturianos de Pelayu hubieran tirado las piedres a tu velocidad seguiría habiendo sarracenos en las montañas de Covadonga, cagonrós!. Acelera que no tenemos todo el día, o déjale a uno de los jóvenes. Gregorio debe saber de esos cacharros mucho más que tú

Pero Arturo no era de esos de los que escuchan. Si hubiera escuchado no habría salido de Xixón ni habría ido a la capital, no habría ligado con tantas chatinas ni sería lo que era ahora, un actorazo como la copa de un pino, además, aquel equipo viejo se parecía al que había hecho las prácticas en la academia y sabía un par de trucos buenos. Ramzi se colocó al lado de Arturo para ayudarle con las traducciones del menú del programa, que evidentemente estaba en árabe, mientras que Lexi avanzaba a mayor velocidad por la juventud, por el dominio del árabe y porque sus manos tenían 10 dedos hábiles en lugar de 2.

Tras un poco de pelea por parte del actor consiguió configurarlo para que escribiera en castellano y apareció en el prompt

> Saludos, profesor Falken.

A lo que Arturo, con dos dedos escribió

> Oye chatín, que voy fatal de tiempo, la corona esa del Sporting de Gijón, la blanca y la roja, donde está?

> Profesor Falken, no puedo decirle donde está la corona, sabe que es información de nivel 5.

> Ordenador margarito, lo que pasa es que no tienes ni idea de donde está. Cagon mi máquina, me ha tocado el único ordenador que no tiene huevos, uy, cuidado, que es secretito.

> Sótano, Caja fuerte, caja 343. La próxima vez va a jugar al tres en raya contigo tu padre! y que sepas que la de contabilidad de pone los cuernos!

Arturo le dijo a Lexi que ya había encontrado la corona, mientras que Lexi intentaba con la ayuda de Ramzi encontrar el papiro en cuestión. Buscaron por contrato con los dioses, textos de las pirámides, textos encontrados en la pirámide de Keops, y no encontraron nada, ni rastro de él, hasta que Ramzi sugirió que buscara en pergaminos procedientes de otros museos y allí apareció. Estantería 5, cajón 3  de la sala de papiros, pendiente de revisar antes de su exposición. Se fueron hacia el cajón en cuestión y forcejearon con él. Estaba cerrado y el frío parecía estar adentrándose en el museo, un frío que helaba el alma, solo comparable al que te recorre las tripas cuando te llega una carta de hacienda.

Se les acababa el tiempo, aunque por lo menos ya estaban encaminados para afrontar su destino final con mejores posibilidades.

... yo no soy una puta damisela en apuros...

- Tienes razón, no eres una damisela en apuros, solo una puta... - Dijo por lo bajo Vero, tan bajo que digamos, tan solo podría escucharlo quien sacara un 15 en una tirada de dados.

Si es que el oído funcionase con dados, lo que Vero sabía perfectamente que no era así. Era psicóloga y había aprobado la asignatura de neurociencias, eso si, a la tercera y después de dejarse las rodillas en el despacho del profesor Martinez. ¡Como le costó convencerle a ese vejestorio! Debía tener unos setenta años, ese cabrón y para levantarle el ánimo tardó más de quince minutos y otros tantos en convencerle de cambiar ese 2 por un 9. La media hora mejor invertida de su carrera.

- Buen trabajo. - Le dijo a Arturo. - Veo que eres todo un experto con el ordenador. - Entonces Lexi localizó el papiro. Estaba en esa misma habitación. Esa era una buena noticia.

Se acercó al cajón donde se suponía que se hallaba el pergamino y lo examinó con cautela.

- Creo que puedo abrirlo. -  Dijo la psicóloga. Era buena abriendo cerraduras. ¿Por qué? Todo el mundo tenía un pasado. - Necesitaré unos minutos, pero lo abriré. ¿Alguien podría ir a por la corona mientras tanto? - Preguntó.

No queridos espectadores, Vero no se había olvidado de comentar cierto detalle, acerca de ciertas momias, ya fueran dos, tres o muchas, las cuales custodiaban la estatua de Horus en el Hall. No, todo lo que es hacia Vero estaba totalmente controlado. Pues era psicóloga y como tal dominaba a la perfección los tiempos, a las personas, la mente y el espacio. Si Vero no había mencionado aquel detalle era de manera cien por ciento intencionada.

Necesitaba aquella corona y necesitaba el pergamino. Estaba segura de que aquel inadaptado grupo de losers, lograría al combinar sus mediocres habilidades de perdedor, salvar cuanto obstáculo tuvieran por delante para traerle a ella su corona. Si alguno caía por el camino, mucho mejor.

Ella tenía que ser la faraona, si faraona y nadie se interpondría en su camino. Podía ser que muriera Silver, eso sería un contratiempo, pero sería un daño colateral aceptable. Siempre podría "celebrar" su alzamiento como faraona con Arturo, al fin y a cabo era un mito sexual y sino Manuel parecía un hombre servicial. Con Ramzi no lo sopesó, demasiado gordo y Gregorio le daba grima. 

Muy bien, me gustas más de femme fatale armada que de carnada suicida - le guiñó un ojo. Sobre su falta de corazón no dijo nada porque, para su desgracia, el problema no era la ausencia de ese músculo palpitante que dictaminaba su vida, sus deseos y sus antojos, sino que este era demasiado grande y se hacía espacio para más gente de la que debía, o más bien, lo que muchos creían que debía.

Sonriendo de medio lado, negó con la cabeza ante los avances de Vero. Quizás estaba un poco, o bastante, loca, pero tendría que ser un mentiroso patológico para negar que la idea le sonaba cuando menos apetecible. Eso muy muy por lo bajo, claro, como apenas un momento después delató la lasciva mirada con que recorrió el cuerpo de la psicóloga. Inconscientemente, se humedeció los labios, recordando perfectamente bien el sabor de su piel.

No le sorprendió que Lexi se manejara como una puta ama con el ordenador, porque de ella nada le sorprendía cuando se trataba de inteligencia, pero sí le impactó un poco ver como, lento pero seguro, Arturo conseguía información al ritmo de dos dedos índices. Le había costado la vida no reírse de él con las acertadas bromas de Manu o sonreír con ternura condescendiente por sus esfuerzos de abuelo, pero al ver que efectivamente conseguía lo que él mismo no habría podido, asintió con aprobación sincera y humildad renovada.

Me voy yo a buscarla, a menos que prefieran esperar a que vayamos todos - propuso, ya que era el único que no estaba siendo útil de momento - ¿Alguien me acompaña? - preguntó, mirando primero a Sam, y luego a Ricard, que supondría aprovecharía de buscar por ahí a Jess, aunque Silver tenía serias dudas de que la encontraran viva si no lo habían hecho ya. De todas formas, fuera solo o acompañado, partiría para allá a menos que alguien lo detuviera. Si la corona esa era tan importante como parecía, no había tiempo que perder.

Arturo, por favor dile a esa máquina que si pueda abra la caja fuerte, porque no tengo ni puta idea de como abrirla yo - le pidió, pues si tenía que romper la caja fuerte tardaría un poquito bastante más del tiempo que tenían disponible, y eso si lo lograba del todo.

Rió con los comentarios de Sam sobre sus ex y sobre ella. Era cierto que sus conocidos no la imaginarían con una daga. Ya flipaban cuando la veían darlo todo bailando en la disco, pero claro, de desmelenarse con la música a matar momias... iba un trecho. -Lo que pasa en Egipto se queda en Egipto -sonrió de lado y le guiñó un ojo de modo simpático.

Sin embargo el comentario hacia Silver fue... brillantemente incisivo. Caray. Se había recuperado pronto del susto de la momia. Lexi no había tenido tiempo de hablar con ella y no tenía idea de qué se habían dicho ella y Silver antes de llegar a su lado cuando leyó la tablilla de Narmer.

-¡No! -respondió tajante a Silver. Al darse cuenta suavizó el tono, pero el mensaje era el mismo-. De ninguna manera irás solo. Es peligroso -explicó.

Que fuera un capullo, porque engañar a su amiga lo convertía en eso, no significaba que no le tuviese cierto aprecio. Al margen de pensar con el hemisferio sur, el chaval le había demostrado que era valiente y que podía contarse con él. Sí, casi se larga con Vero al principio, pero luego tuvo la oportunidad de irse y se quedó. Y eso es lo que contaba. Que sabiendo lo que había en el museo no se dio el piro. Así que no iba a dejar que lo matasen las momias.

Esperó unos segundos para ver si Vero tenía éxito. Sacó una horquilla para ofrecérsela si no lo conseguía a la primera. Lo cierto es que Lexi nunca había desatascado un cajón y la psicóloga... qué no habría hecho la psicóloga. Parecía que se las apañaba bastante bien.

-¿Cómo abrimos la caja fuerte? ¿Se puede acceder des del ordenador? ¿Para qué sirve la tarjeta que tiene Manuel? -miró al cámara y a Ramzi.

Confiaba en el criterio del guía. Ella creía importante ir a por las coronas, sobretodo si no conseguían hacerse con el contrato, que esperaba que sí, pero tenían que hacerlo bien. Cuando todo esto estalló, la traductora había preguntado qué harían las momias si conseguían completarse. El caso, es que hacía un buen rato que ella misma se había respondido a esa cuestión, y si estaba en lo cierto, no eran buenas noticias.

Miró al grupo en general. De ir a por las coronas, necesitarían a los más locatis, quitando a Vero, claro, que además de estar como una cabra, lanzaba cuchillos como si se hubiese criado en el circo, pero andaba ocupada. Si encontraban momias tendrían que enfrentarse, y si conseguían las coronas los que las llevasen vendrían con las manos ocupadas. Había que tenerlo en cuenta. 

¡¡Venga, venga, venga, venga, ábrete cajón!!

Lo ideal sería ir todos juntos como hasta ahora, pero si no conseguían abrirlo en pocos segundos, habría que actuar. El frío, además de calar los huesos, parecía indicador de una terrible cuenta atrás. -¿Cómo nos organizamos? -preguntó para dividirse en caso de separarse. A no ser que Ramzi la necesitase allí, iría con Silver y esperaba que bastantes más, a por las coronas.

Para un tipo como yo no había nada imposible y menos buscar información sobre chicas en el Badoo en el ordenador. ¿Para qué me hice yo el cursillo? Pues para eso... Cuando me preguntaron sobre la caja fuerte, si podía abrirla desde el ordenador, me puse con ello de nuevo. Miraría si había en alguna carpeta o documento la contraseña, numeración o forma de abrirla. también intenté buscar información sobre el científico, Falken Crest, para ver si podía obtener claves o algo para pasar las puertas de seguridad. Al terminar la búsqueda, le dejé el asiento a Gragorio y a Rocard, por si ellos podían y querían buscar más objetos.

-"Bien, chatines. Pues ya sabemos dónde están esas coronas. Creo que deberíamos de bajar todos, ya hemos visto que si actuamos conjuntamente es más fácil luchar contra las momias. Si nos separamos, seguro que Manu muere, dije con una pequeña sonrisilla maliciosa en la cara. No me mires así chatín, que era broma. ¡Se te ha puesto el bigote como el de Dalí, Jesús! Que poco bromista eres."

Me quedé mirando cómo Vero intentaba abrir el cajón de la estantería. Me acerqué al lado suya, con el hacha apoyada en el hombro. Si no lo conseguía, yo tenía la llave encima para abrirlo.

Vero murmuró algo entre dientes que Sam no consiguió escuchar, porque no se podía ser rubia y guapa y estar dotada de un oído capaz de escuchar la lengua viperina de Vero, y, de haberla escuchado no la habría entendido, porque  cuando la psicóloga se ponía de estas suertes hablaba en Parsel, el idioma de las serpientes.

Sam se hizo con una especie de machete y cuando Silver le dijo que así le gustaba más empezó a darse golpecitos con la parte roma de la guillotina en la mano mientras lo miraba. - Una Femme fatal? Que va, solo soy una mujer fuerte e independiente del siglo XXI, de las que igual te montan un mueble de IKEA que te cosen un botón. No te preocupes, he tenido una buena maestra en esto de las armas blancas. - dijo mirando a Lexi con una sonrisa compartida - porque lo que pasa en Egipto se queda en Egipto, eh? Vaya, no sabía que visitar un museo podía ser tan estimulante mi pequeña Lara Croft con puñal. Cuando salgamos de esta nos haremos un selfie y lo guardaremos para enseñárselo al próximo novio que tengamos, para que sepan como nos las gastamos. - Le dio un codazo compartiendo una mirada de complicidad mientras Silver se unía con Vero. Sam los miraba de reojo, preocupado porque la psicóloga pudiera tener algún tipo de reacción agresiva pero a juzgar por las miradas lúbricas que le dirigía Silver no parecía que aquello fuera a pasar. Sam bajó la mirada y suspiró mientras negaba para ella. Miró a Lexi y le dijo - Siempre me acerco a los más capullos, pero no más, ahora estoy armada, como se me vuelva a acercar se la corto, maldito pichafloja yanqui!.

Ya fuera por el poco tiempo que tenían o por separarse de las dos mujeres el instagramer se marcó un ¡Ayo, Silver!, a lo llanero solitario, pero luego redondeo si alguien le acompañaba, redondeando la petición de Lexi para que no se fuera solo. En principio Silver consiguió que Ricard le acompañara inmediatamente, mientras que Lexi y sobre todo Sam le seguirían con mayores reticencias, pero era irse con él o quedarse con Vero, y entre Guatemala y Guatepeor la bióloga escogió alejarse de la daga de la psicóloga. Por tanto, Manuel, Arturo, Gregorio y Ramzi se quedarían con Vero, lo que la convertiría en una auxiliar de geriatría. Era el mejor reparto, porque en caso de tener que correr los viejecitos caerían como moscas, y si alguien podía conseguir la corona era Silver y si en el paso Sam sufría un accidente....

Antes de marcharse Lexi acribilló a preguntas a Ramzi antes de irse pero el guía del museo no fue de mucha ayuda. Con voz pesarosa le dijo

- Señorita Lexi, solo puede decirle que el acceso al sótano está en la planta baja, junto a las puertas de entrada al museo, poco después de pasar el torno y los controles de seguridad, en la zona sur. Desgraciadamente nunca he bajado al sótano ni sé lo que se puede encontrar allí pero, teniendo en cuenta el nivel de informatización del museo - dijo señalando a los vetustos ordenadores - lo más probable es que la caja fuerte se abra con algún tipo de llave o combinación que desconozco, puede que en el ordenador haya algo pero lo desconozco. Ruego que me perdonen pero es mi primera vez en el sótano del museo, tengan paciencia por favor. En cuanto a las tarjetas, supongo que servirán para abrir puertas pero desconozco los detalles de seguridad del museo, solo soy un humilde guía. Si hay suerte las tarjetas abrirán las mismas puertas, pero la del director Hawass probablemente tenga acceso a todo el museo y la del policía - se encogió de hombros con pesar por no poder ayudar más y temiendo que sus propinas decrecieran por no poder aportar mayor información.

Vero empezó a trastear con la cerradura. Chupado. Mecanismo sencillo, no como la que había acabado instalando su padre cuando se dio cuenta que le faltaban ciertos fármacos de tanto en tanto, que no es que ella se los tomara, al menos no siempre, pero es que eran como un cheque al portador, y a veces le servían para comprar favores o meter pasta en el bolsillo, que las psicólogas no vivían del aire. Metió la horquilla y empezó a hacerla girar, un par de minutos y listo, pero Arturo no era de esos que esperaban, era un hombre de acción, descendiente de quienes echaron a pedrades a los moros de Covadonga, así que mientras le tiraba una puyita a Manuel levantó el hacha.

Manuel lo vio venir y le dijo
-Pero que haces pacón?? Para, para que la lías!!. Estate quieto mandril!!!

Pero Arturo no era de los de estarse quieto. Lanzó un hachazo demoledor de esos que derrumbarían una sequoya gigante de un piño. Vero pudo notar como el viento del hacha al bajar le despeinaban el flequillo y como la madera del cajón volaba por doquier. El hachazo había traspasado el cajón y había entrado en el de más abajo, y como resultado del golpe el pergamino había quedado destrozado en múltiples pedacitos. Era un documento viejo, que se tenía que coger con pinzas, y le habían soltado un hachazo. Ramzi lo miraba, mudo y con los ojos abiertos mientras que Manuel le gritaba

- Pero que has hecho? Te has cargado el contrato!!! Dios, por qué me has puesto con este botarate?? Joder, que ganas tengo de jubilarme, que ganas tengo, y ahora no me voy a poder jubilar porque no hay contrato. Roto! Destruido! Kaput!! Entiendes carapijo??? Te lo has cargado como te cargaste tu carrera. Ya te podías haber dado en los huevos que total para lo que los usas.....

Ricard miró a Arturo y le sonrió mientras le daba una palmada, felicitándole, y le decía - Joder Neng, eres como el chuckie ese de viernes 13, ole tus huevos yayoflauta!

Ramzi se encaminó hacia los pedacitos del pergamino con una lágrima en los ojos y se arrodilló entre los trocitos, mientras intentaba conectarlos unos con otros, como si eso fuera posible. Tal vez, con un trabajo concienzudo de un par de años se pudieran poner sober un nuevo papiro, pero no ahora, imposible. Ramzi se quedó mirando al cielo pensando y dijo

- No está todo perdido. No sé si servirá, probablemente no, pero..... en la tienda de souvenirs hay copias de este pergamino. No queda demasiado tiempo, si el señor Silver quiere ir a buscar la corona hay que dejarle ir, es posible que sea nuestra única posibilidad ahora. La tienda está aquí - señalando un lugar junto a R30 de color gris - podemos conseguir una copia y rezar para que no se den cuenta.

Planta 1, R7

Silver ya había visto lo suficiente y se puso en marcha. Salió de la sala de pergaminos dispuesto a conseguir las coronas, el destino de aquellas dos mujeres dependían de él, y seguramente, una vez que estuvieran a salvo le sabrían estar agradecidas

Vero no dijo nada, pero si las miradas matasen, Arturo se estaría reuniendo en esos momentos con Anubis. Pero no era ella de perder el tiempo con un hombre de cromagñon que debiera estar en un geriátrico, sino de buscar soluciones.

Necesitaban ese pergamino con el contrato, pero como Ramzi había dicho, era irrecuperable. Si podía conseguir clara de huevo y un secador de pelo, haciendo una mezcla con la clara y su pintauñas transparente podría untar uno de esos papiros de recuerdo y secar el compuesto para que el relieve del mismo pareciera bastante más real, pero claro, allí no no había huevos y dudaba mucho que los de Arturo o los de sus compañeros de la tercera edad sirvieran para nada tampoco. 

- No nos queda otra que ir a esa tienda de recuerdos. - Propuso Vero. - Ya que ha sido usted tan amable de destruir el pergamino que ya casi tenía en mis manos, ¿por qué no abre camino? - Le propuso al varón dandy de pacotilla.

Bueno, pues parecía que después de todo el hacha estaba escurridiza o algo, porque antes de que Vero abriera el cajón, ésta se descargó con furia sobre él, haciéndolo añicos. Debió de ser por el sudor que dejó Manuel al tocarla antes. El caso es que además del cajón, el hacha se había llevado por delante todo lo que pilló, entre ello el valioso papiro que queríamos conseguir. Lo bueno es que las manos de la psicóloga no resultaron cercenadas, así que algo positivo habíamos sacado.

-"Pues cagüen la leche Manuel, ya volviste a dejar el sudor de tus manos en el mango del hacha y eso hace que se escurra. ¡Anda! ¡Anda! La que se ha podido liar es pequeña por tu culpa. Novuelvas a tocarla, chatín, que la próxima puedo cortar la mano a alguien. Mira lo poco que le ha faltado a la dedos largos."

Me separé un tanto de los demás y saqué un pañuelo de mi americana. Empecé a pasarlo por el mango del hacha para secar el sudor que había impregnado Manu. Ante la propuesta de Vero, enarqué una ceja.

-"Habrá que ir a la tienda esa y coger el de mentira, que para lo que nos va a servir nos vale. Habrá que leerlo o alguna cosa, así que qué más da el antiguo que el falso, si ponen lo mismo. Pero no creo que tenga que ir yo el primero, como ves estoy algo cojo, chatina."

Y otra vez con lo de pichafloja yanqui. Si no la quisiera tanto, ya le habría soltado un mordisco de los que no se disfrutaban tanto. A ver, había que admitirlo, no le faltaba razón en que claramente a Silver eso de la monogamia no se le daba bien, pero es que tampoco habían dicho nada de ser exclusivos jamás. Hasta dónde él sabía, solo habían quedado en divertirse juntos, y para eso no necesitas serle fiel a nadie. Él ciertamente no se esperaba que Sam lo mirara solo a él. Le gustaría, sí, pero no lo esperaba.

La preocupación de Lexi le hizo sonreír cálidamente, agradecido de que intentara protegerlo. No estaba muy acostumbrado, o siquiera algo acostumbrado a eso. Su vida fuera de las redes era más bien solitaria, y las pocas veces que se exponía a peligros era más probable que tuviera una audiencia de amigos animándolo que a uno preguntándose si se haría daño o no.

De todas formas, su cabeza ahora estaba en otros asuntos. Las dos neuronas funcionales que tenía estaban haciendo un esfuerzo por mantenerse concentradas en la misión que los ayudaría a salir vivos, enteros, o idealmente, ambas. Luego ocurrió todo el incidente del hacha y sus nefastas consecuencias, pero él no sería quien recriminara a Arturo. De haber tenido el hacha en sus manos, Silver habría hecho lo mismo.

Yo tampoco creo que se den cuenta, ¿no? - se unió a Arturo - Tampoco es que tuvieran impresoras en el Antiguo Egipto, o algo... y si los dibujitos esos están, ¿que más da si son del artista original o no? - preguntó confundido por el problema que pudiera ocasionar, más allá de la pérdida de la reliquia, que era por lo que suponía lloraba Ramzi.

Vale, entonces nos vemos en donde teníamos que ir al final... sea donde sea eso - miró a Lex, esperando que ella supiera, porque él ya se había perdido - O al medio de ambas salas, no sé. - se encogió de hombros. De alguna forma se encontrarían, idealmente sin encontrarse con muchas momias de por medio.

Tras eso, marchó al sótano en cuestión, siguiendo las instrucciones que había dado Ramzi. - Vamos todos detrás del escudo - propuso a las chicas, más preocupado de ellas dos que de Ricard, aunque haría lo posible por mantenerlo cubierto a él también. - Para donde tú mandes, Lex - señaló, dispuesto a seguir el camino que esta le indicara, incapaz de decidir por sí mismo. En general, eso último nunca se le había dado muy bien.