Partida Rol por web

La canadiense no necesitó más palabras. En cuanto oyó a Hannah proponer irse corriendo, lanzó su mano a la muñeca de su prima y asintió con la cabeza contundente. 

—Paso de que nos coma un perro.

Aquello fue el pistoletazo de salida con el que empezó a deshacer el camino intentando tirar de su prima para llevarla a salvo. 

— Papá ha hecho rosquillas—buscó sobornarla para que fuera rápido—.

Caminamos por el pasillo siguiendo la sangre y no sé qué esperábamos a encontrar. Quizás por eso, porque ya me lo esperaba, esta vez sí que conseguí mantener la compostura. No como Debbie, que se separó un momento de mi lado para vomitar. No era propio de mí buscar el contacto físico con la gente, pero en cuanto la tuve de vuelta a mi lado le di un par de golpecitos en la espalda, intentando reconfortarla.

― ¿Creéis que lo habrá hecho uno de los monstruos…? ―comencé a preguntar.

Pero un sonido que venía de arriba me puso alerta. De un brinco adopté una pose de pelea, con los puños tan apretados que se me pusieron los nudillos blancos. Pero no había monstruos ni señores de negro acechando. Solo Em. La alegría de ver que estaba bien me hizo soltar un sonoro suspiro de alivio.

― Menos mal que estás bien ―sonreí a la niña, arrugando el rostro al escuchar sus palabras―. La que no debería estar aquí eres tú, Em. Así que mueve el culo y salgamos de aquí cuanto antes.

Em escuchó lo que sus amigos tenían que decirle. Le pidieron que se marchara con ellos, que los siguiera fuera y escapara. Pero ella sabía que no podía irse, porque tenía algo importante que hacer antes. No podía dejar las cosas como estaban. En su mente no paraba de ver que lo que había pasado en el bosque podría extenderse a todo Romeo. Y ella acababa de conocer Romeo, a sus gentes y sus lugares, como para querer que se echara todo a perder.

-Yo iré... Pero después. Tenéis que salir- repitió, mirando alrededor y caminando de forma un poco errática al rededor del grupo de niños. -Tenéis que salir con cuidado y hacer una cosa.

Señaló el pasillo por el que ellos habían venido, la parte que daba a las habitaciones iluminadas. Luego les tendió una llave, la cual pendía de un manojo de identificaciones plastificadas y una cuerda ligeramente ensangrentada, que serviría a su dueño anterior para poder portarlo alrededor del cuello.

-Tenéis que llevaros una cosa antes de que todo se queme- añadió e instó a los chicos a seguirla a desandar por el pasillo lo andado.

Debbie intenba huír de allí y no la culpaba. Sabía lo que pretendía pero no estaba asimilandolo, embebida para entonces en el comentario de MJ. Había caído en algo que ella no... ¿los destrozos a ese hombre los había hecho alguno de los monstruos del bosque?

De pronto tuvo un flashback y casi pudo sentir de nuevo el aliento de aquella cosa atacándola y desgarrándo su hombro. 

- Em ¿que hay aquí? ¿qué bicho ha matado a ese señor? - le preguntó qudamente, en un hilo de voz, alargando una mano temblorosa para coger la llave que les tenía. La sangre que impregnaba la cuerda la disuadió a colgarselo en el cuello, por lo que la albergó en el interior de uno de sus bolsillos, tras fijarse en las identificaciones.

Quería que salvaran algo y a Elodie casi le salía el corazón por la boca

- ¿Hay un incendio? - susurró alarmada, siguiendo a Em con la paranoia de ver en cualquier momento uno de esos demonios rojos. 

Salir sin duda era seguro, Alex no quería ni oír hablar de los bichos, pero...

—Pero Em, hemos venido a rescatarte. No podemos irnos sin tí —dijo Alex—... hasta hemos reunido al equipo. Bueno, menos Mike, que no le dejan venir pero quería. El trabajo en la tienda —se dió cuenta de algo— y esta es Debbie Cutter —dijo como pudo su apellido— Debbie, esta es Em, la amiga que te dijimos que había que rescatar. Em parece poca cosa pero es genial —pero ahora la chica genial les estaba pidiendo, casi suplicando, que hicieran algo por ella— ¿Una cosa?

Siguió a Em por el pasillo, de camino a la "seguridad". Entendió un poco lo que pensaba hacer Em. Veía muchas llamas en el futuro. 

—Nos marcharemos y haremos lo que dices, cogeremos lo que pides... si nos prometes que luego vendrás tú. 

Em no rompería una promesa. 

Rosquillas. Buena oferta, las de su tío eran de lo mejor. A veces merendaban en su casa. De manera que Hannah estaba por salir corriendo pasillo de vuelta. 

Pero Em dijo y pidió algo. Cosas. Hacer una cosa y llevarnos una cosa. Que todo se iba a quemar.

-Le mola mucho el fuego -aclaró a su prima. 

Hannah se quedó indecisa. Comprobando los dos extremos del pasadizo. Buscando los monstruos que mencionó MJ, mientras Alex ponía al corriente a Debbie.

-No podemos dejarte, Em. -coincidió con el futbolista. Vaya rollo.

-Somos amigos. Casi eres mi hermana. Formamos una piña. En la casa Jenkins, en el bosque, ahora. Tenemos que seguir juntos.

Se encogió de hombros.

-Bueno, supongo, ¿no?

No podían dejarla sola. Ni locos. 

-Que luego comeremos rosquillas

Siguiendo a esa chica despeinada, los demás también parecían deshacer el camino pero el nudo que se había formado en la garganta de Debbie seguía obstruyendo el aire que llevaba a sus pulmones.

Cuando Alex dijo su nombre, la chica ralentizó el paso e intentó tragar saliva para dejar pasar la voz. Pero como aquello no parecía factible se limitó a saludar a Em con un gesto de mano desinteresado.

"¿Genial?" juzgaron los celos con una mirada de arriba a bajo a la pirómana. 

—Tiene pinta —contestó al tema del fuego pero omitiendo todo contexto a voluntad y acto seguido tendió la mano para tomar la llave que esa chica les daba en un intento de integrarse— ¿Qué quieres que nos llevemos? ¿Esto?

A Sabine no le gustaba ni un pelo lo de irse ellos solos y dejar a Em allí. Nunca se deja a un compañero atrás, eso era de primero de scout. Cambió el peso de una pierna a la otra, inquieta. 

—Tienes que venir también, Em, no podemos dejarte —protestó. 

Pestañeó más rápido al escuchar a Alex hablar de Mike. Jo, le estaba echando de menos. Mike siempre sabía qué podían hacer en cada momento. Y… y… bueno, no era solo eso por lo que lo echaba de menos. Sacudió la cabeza y echó un ojo a la llave esa, pero le importaba más su amiga.

—¿Cuánto tardarás en salir? Podemos ir a por esa cosa y te podemos dar tiempo para quemar cosas, pero te esperamos al final del pasillo. Y si tardas volvemos a buscarte. ¿Vale?

-Es peligroso- resumió sin explicar a las preguntas de Elodie, como ella nunca había explicado mucho de su vida anterior o del misterio que parecía rodearla. -Vosotros salís y luego yo, sé salir... Ella me enseñó- añadió, como si fuera suficiente aclaración.

Señaló a prisa de nuevo hacia el pasillo.

-En la habitación de las teles hay una caja roja, es eso. Coged la caja roja- empujó levemente a Alex en la dirección de vuelta. Elodie ya tenía la llave.

Luego un ruido, similar a lo que habían oído en el bosque, pitó en sus oídos. Era un sonido demasiado desagradable y la primera vez que los oídos de Debbie lo oían. La sensación que producía era como una persona pasando sus uñas por una pizarra. Como cuando subías a la montaña rusa con la tripa llena y bajabas desorientado y con náuseas. El dueño de aquel ruido se acercaba y por la cara de Em, no era alguien que quisieran cruzar.

-¡¡Corred!!- les dijo antes de correr ella en la dirección de la que venía aquel chillido.

Hannah rodó los ojos al escuchar eso de "es peligroso".  - ¿Y si sabes salir, para qué hemos venido? -Empezaba a cansarse de los misterios de Emily y de sus secretos. Y más ella, que no se concentraba o dedicaba su atención por mucho tiempo en algo o alguien.

Bueno, si no quiere venir, que lo haga cuando le de la gana. La ninja no iba a insistirle más, su carácter no era así, no incordiaba a nadie y no le gustaba que lo hicieran con ella. Amaba la libertad. Y llevaban años torturándola de 9 a 5. Con la de tiempo que podría pasar corriendo con la bici, en el río y en el lago. O tumbada al sol en la azotea de casa.

Pues eso. Hannah ya estaba corriendo hacia la salida, tirando de la mano de su prima antes de escuchar el diabólico sonido que reconoció enseguida, y antes de que Em les exhortase a ello.

-¡Nos esperan las rosquillas y luego un baño en la piscina!

Ya alguien cogería la caja roja. Seguramente.

¿Ella? Em estaba siendo escueta en información y Elodie se inundaba de incertidumbre. Tampoco parecía fácil de convencer para que saliera con el grupo de aquel lugar, de modo que no les dejaba mucha opción. Elodie la hubiera ametrallado a preguntas, pero hechos posteriores dejan claro que no era tiempo para cuestiones.

Estaba tan aturdida que había obviado a lo que se refería con "antes de que todo se queme". Em iba a quemar el laboratorio y les instaba a desandar el pasillo, de modo que Elodie supuso que la habitación de las teles estaba en esa dirección. Algunas de las puertas cerradas quizá. 

Escuchar de nuevo el grito de aquellos bichos activó el instinto su instinto de supervivencia. La herida del hombro se le resintió, a modo de recordatorio del horror vivido en el bosque. De modo que corrió por el pasillo, en la dirección de vuelta. Corrió a todo lo que daban sus pies, pero mientras tanto, compróbó de nuevo las puertas y tanteó las cerradas para buscar la caja roja. 

Aquel sonido heló la sangre a Sabine. Ya habían oído algo así antes y sabía lo que venía después. Claro que le preocupaba dejar sola a Em otra vez, pero ella parecía saber lo que hacía, algo que ya había demostrado en el bosque. Así que cuando los empujó para que se marchasen y se fue corriendo hacia el chillido, Sabine empezó a correr en dirección contraria, fijándose en el camino para volver por dónde habían entrado. 

Cuando vio que Elodie se detenía, se paró con ella para ayudarla. Tenían que encontrar la caja roja, en la habitación de las teles, y cuatro ojos veían más que dos.

Alex pasaba varias horas a la semana durante el curso entrenando para que no le empujaran y empujar él. Cosas del fútbol. Pero no podía dejar de hacer caso a sus amigos cuando se lo comentaban así. Y se dejó empujar. 

Incluso antes del sonido. Pero después del sonido... corrió. 

—¡La caja roja, de acuerdo! —las aventuras eran cada vez más misteriosas y aterradoras. Y el sonido no era algo que quisiera escuchar. Ni mucho menos ver a su autor. 

Dejó a Elodie y Sabine el encontrar la puerta. Él las fue cubriendo las espaldas, retirándose el último. Después llevaría la caja si era muy pesada, o a alguna niña lenta... si no fueran todas tan escurridizas y rápidas como ardillas. 

Como era de esperar por más que insistimos a Em ella siguió en sus trece de no acompañarnos. Cuando dijo aquello de “antes de que todo se queme” sentí un escalofrío por todo el cuerpo. Las imágenes del bosque volvieron a mi cabeza una vez más, pero intenté apartarlas.

Observé cómo mis amigos intentaban convencer a la niña antorcha para que nos acompañase, sin éxito. Que si ella nos seguía más tarde, que si ella sabía salir. Y una porra. Abrí la boca para unirme a las diferentes quejas y argumentaciones de los demás, pero me quedé muda con la boca abierta al escuchar aquellos chirridos.

Vi como el resto salían corriendo en la dirección que indicaba Em. Yo tenía que seguirles. Sabía que tenía que hacerlo, pero mis piernas no se movían.

― No podemos… No puede… Tú… El monstruo… ―balbuceé.

Pero Em desapareció de mi vista en dirección al sonido, y por un instante que pareció eterno me vi completamente sola en ese sitio hostil. A la porra lo de ser la chica dura. Escuché de lejos la voz de Alex y conseguí reaccionar, por fin, echando a correr tras los demás.

Debbie empezaba a estar harta de ese tira y afloja entre la sensatez y la chica que quería hacer un drama con su síndrome de Estocolmo así que cuando les empujó a correr ella ya se encontraba detrás de Hannah de regreso a la libertad.

El ruido que venía tras de ellos no auguraba nada bueno. Su profesora de historia llevaba la misma banda sonora en las uñas y ya era suficiente antecedente de horror.

Su nueva amiga sabía bien cómo arreglárselas ante esas situaciones, ya lo habían visto en el bosque, es por eso que no temieron por ella cuando corrió en dirección al chillido, aunque no pudieron evitar preocuparse.

El grupo de amigos no lo pensó mucho, corrieron como Em les había pedido. De hecho Hannah y Deb corrieron hacia la salida directamente, mientras que el resto de amigos decidieron probar las puertas y tratar de encontrar la caja roja.

Elodie probó varias puertas que no tenían luz, tuvo que intentas al menos tres cerraduras para dar con la puerta buena. Estaba tan nerviosa que incluso pensó que aquellas llaves no abrían nada, hasta que el cierre hizo "click" al girar la llave. Dentro fue fácil dar con el interruptor y dejar que una luz fluorescente iluminara todo.

El resto de sus amigos le habían seguido en su tarea. O eso pensaba hasta que vieron que faltaban las dos primas, debían haberse despistado o escaqueado. Así que del grupo de seis que habían entrado en aquel lugar, solo cuatro de ellos se encontraban dentro de esa especie de despacho... La habitación de las teles.

Obvio que los chicos sabían que aquello no eran teles sino ordenadores pero puede que Em no lo hubiera visto así. Allí había muchos cables y mucho desorden.

Hora de buscar la caja roja, si es que era posible con tantas cosas en medio.

Ambas primas corrieron, tanto como le dieron sus piernas. Y tanto corrieron que volvieron a los túneles del principio, por donde habían bajado a aquel laboratorio. Fue entonces que se dieron cuenta que nadie más les seguía, estaban las dos solas. Ellas no dudaron que tenían que salir de allí corriendo.

Pero, en medio del túnel que llevaba a la trampilla de salida, había algo que les bloqueaba el paso. Hannah ya había visto uno de esos seres salidos de una pesadilla, pero era completamente una novedad para Deb.

El ser no debía medir más de metro y medio. Su piel era de un color brillante, como las heridas más aparatosas cuando quedaban abiertas. Caminaba medio agachado, como si le costara erguirse y apoyaba ambas manos en el suelo para ayudarse a avanzar. Las manos estaban sucias hasta los codos, de un líquido viscoso escarlata. También aquella boca, que le atravesaba de forma vertical toda la cara, estaba untada de ese mismo líquido. Por alguna razón respiraba de forma pesada y sonora.

La cosa no tenía ojos, pero por los ruidos de respiración, seguramente tenía olfato.