Partida Rol por web

Ver a Valev en el suelo inerte y chamuscado, no fue algo agradable. Ciertamente le había cogido más que cariño a aquel hombre y no deseaba su muerte. De hecho, no deseaba la muerte de ninguno de los presentes. No esperaba que aquel combate discurriera de aquella manera. Realmente... No sabía que esperaba.

Saltó del carro y se agachó junto a Valev. Le observó durante unos instantes y pudo comprobar que toda respiraba. Eso le alegró a la vez que le preocupó. ¿Hubiera sido más sencillo que simplemente no lo hubiera contado? Desde luego así era para seguir adelante con la responsabilidad que había adquirido en Kalaman. 

- No... - Dijo tembloroso. - No te mueras Valev... - Y entonces puso ambas manos sobre el pecho de auqel hombre e invocando el poder de su dios, hizo que la muerte del joven se detuviera. 

El cuerpo me pide desenganchar a los caballos que sufren, atrapados a causa del carro volcado. Solo me llevaría unos segundos. Por desgracia, son unos segundos que tal vez resulten preciosos para Thorwyn, a juzgar por la cantidad de puntitos de luz que veo a mi derecha, congregados a su alrededor.

Con todo el dolor de mi corazón por los angustiosos relinchos, echo a correr hacia allí decidida a socorrerle atacando la retaguardia de sus acosadores.

La legionaria coloca simultáneamente dos flechas en la cuerda de su arco y apunta hacia el cultista más próximo. Un mal paso lateral hace que resbale con el barro de la orilla pero aún así se las ingenia para atravesarle la garganta con uno de sus proyectiles antes de precipitarse de costado a las aguas fangosas del pantano. Por fortuna para ella la profundidad aquí es muy poca y emerge un instante después, entre nenúfares, empapada y sucia de barro.

Por su parte, Kylian desciende del carro y se aproxima al cuerpo abrasado de su íntimo amigo Valev. El seguidor de Takhisis todavía respira, aunque lo hace de forma angustiosa, entre inhalaciones crepitantes. El toque sanador del clérigo de Gilean le ayuda a sumirse en un plácido sueño libre de dolor.

Viendo que ninguno de sus camaradas se atreven a acometer a Thorwyn, el propio Tres Ombligos echa a correr hacia él, buscando su retaguardia. Pero su espada corta se encuentra con las impenetrables defensas arcanas levantadas por su antagonista enano.

Lowenherz echa a correr hacia ellos y también lo hace Lluvia Estelar pero se ve obligada a detenerse, enceguecida durante un instante, cuando el arcanista theiwar hace brotar lenguas de fuego directamente en su dirección. Ninguna de ellas alcanza a la mística que-shu pero a quienes sí alcanza es a la pareja de cultistas que le acosan. Uno de ellos, envuelto en llamas, se revuelca por el suelo entre agónicos alaridos antes de quedar inmóvil. El otro, cubierto de ampollas pero todavía en pie, se lanza a por el enano lanzando cuchilladas a diestro y siniestro.

Pero ni sus ataques, ni las puñaladas por la espalda que Tres Ombligos ensaya contra Thorwyn surten el menor efecto a la hora de superar las defensas del precavido arcanista.

Cierro los ojos y me protejo la cara con los brazos cuando veo la llamarada dirigirse directamente hacia mí, temiéndome lo peor. Pero lo peor no llega y, cuando vuelvo a abrir los ojos, lo que veo es a otro enemigo en el suelo.

Viéndolo no sé muy bien qué hacer, de lo que no tengo dudas es de que Thorwyn es un individuo asombroso que prácticamente ha terminado con todos los miembros de la caravana él solo. Está claro que no necesita ni mi ayuda, ni la de ninguno para desembarazarse de sus atacantes pero aún así trato de ayudarle lo mejor que puedo.

Me acerco al más cercano de los cultistas e intento alancearle por la espalda, pero soy una luchadora bastante torpe y me temo que no consiga atravesar su armadura ni siquiera con las fuerzas que me prestan los espíritus.

Enrielle emergió tan ruidosamente como había caído, tosiendo y escupiendo aguas cenagosas. Se puso de pie lo más rápido que fue capaz y trató de volver a la orilla, notando cómo las botas se le hundían en el lodo y apartándose furiosamente el pelo empapado que se le había pegado a la cara. Mientras tosía intentaba soltar una creativa retahíla de tacos, pero no se le entendía apenas ninguno.

— ¡Aaargh! — gritó con rabia al alcanzar la orilla, mientras se arrastraba fuera del barro como si fuera una gata humillada y enfadada tras un baño a traición.

Sólo había levantado la mirada para comprobar que no habían enemigos cerca que la trataran de apuñalar en ese momento, pero estaba segura de que había cerca cierto halcón que se lo estaba pasando en grande con el espectáculo.

Kylian observó cómo todo se desarrollaba. Pensó en cargar contra el enemigo, pero no lo hizo. Si acababan con un todos los cultistas y regresaban junto con el alférez tanto él como maese Runavieja y nadie más, aquello sería muy sospechoso. Demasiado...

Por ello Kylian decidió no involucrarse más en el combate. Al fin y al cabo, él todavía no había emprendido ninguna acción belicosa contra los nerakianos e incluso había sido objeto del conjuro de Thorwyn, por lo tanto, la coartada era perfecta. Además, estaba convencido de que entre Lluvia, Lowen, el propio enano y aquella extraña mujer que no reconocía, podrían acabar sin mucha dificultad con los dos enemigos que restaban. 

Por ello, se entretuvo en cargar en el carro a Valev y esperar a que acabara el combate. Si Tres Ombligos sobrevivía, le llevaría también con él en el carruaje, estabilizado como a Valev y cuando despertase camino de Robban, ya le contaría lo sucedido. Al menos su versión de los hechos. 

Por otra parte, si algún otro de los nerakianos sobrevivía, podía estabilizarlo también y dejárselo al grupo para ser interrogado. Sin duda sería una opción inmejorable para sacar algo de información acerca de los planes futuros de la organización.

Lowen pestañeó cuando vio una nueva llamarada fulgurar en la oscuridad, seguida de gritos de dolor. Los sectarios eran masacrados sin piedad por la magia de Thorwyn, quien se demostraba mucho más poderoso y temible de lo que parecía en un principio. La batalla continuaba, pero ya amagaba con tornarse en masacre, y eso que Lowen aún no había entrado en escena.

Gracias a la luz proyectada por Thorwyn, Lowen logró ubicar a Tres Ombligos de nuevo. El sectario buscaba el costado de Thorwyn, pero, de alguna manera, algo le mantenía a raya. Pese a todo, Lowen siguió corriendo en esa dirección.

- ¡En nombre del consejo! - gritó entonces - ¡Entregaos inmediatamente! ¡No tenéis nada que hacer!

Blandía con fuerza el mangual, mientras instaba a los sectarios a abandonar la lucha. Su destino, sin duda, sería la muerte en la horca. Pero la vana esperanza de salvar la vida podía hacer que se entregasen.

─Vas a morir, Tres Ombligos, ríndete. Si nos dices la información que queremos vivirás... ─dijo Thorwyn mientras maniobraba de manera que quedaba fuera del alcance del malvado líder nerakano.

El arcanista enano convocó rápidamente un poderoso rayo de fuego, tal vez demasiado rápido, y el torrente de llamas pasó cerca de Tres Ombligos, generando una oleada de calor capaz de atemorizar al más pintado.

La mística que-shu avanza con decisión hacia el enemigo más próximo. El cultista le da la espalda, decidido a atravesar a cualquier precio las defensas del arcanista theiwar y no la ve venir. Sin embargo, su armadura de cuero tachonado le salva de la lanzada que le llega por la espalda.

Dándose media vuelta para encarar a su traicionera atacante, el seguidor de Takhisis blande su arma en un amplio arco esperando barrer con ella a Lluvia Estelar pero el camisote de mallas absorbe la mayor parte del impacto evitando que sufra algo más que una ligera contusión en las costillas.

Mientras tanto, Kylian se vale de la fuerza descomunal que Gilean le ha proporcionado para levantar del suelo a su amigo Valev y tenderlo sobre el carro de pieles. A continuación, se aproxima a los otros dos cultistas abrasados y comprueba que ambos siguen vivos, aunque su pulso es ya muy débil y sin ayuda divina probablemente ninguno de ellos pasará de esta noche.

El mago enano, consciente de la victoria segura, opta por terminar de hundir física y moralmente a sus oponentes haciendo uso de su más letal sortilegio. Por desgracia, su objetivo anticipa sus intenciones al oírle pronunciar un encantamiento y se echa a un lado una fracción de segundo antes de ser impactado por un rayo mortífero. El relámpago se pierde centelleando en la oscuridad de la ciénaga, pasando a escasos centímetros de Enrielle.

Incapaz de herir a su adversario, Tres Ombligos se gira para tratar de escapar de la batalla pero se encuentra con Enrielle emergiendo del barrizal y con Lowenherz que acaba de llegar a la carrera para cortarle la retirada. Desesperado y acosado, el cultista blande su espada aullando como un poseso, decidido a vender cara su vida hasta el final.

Enrielle consiguió penosamente salir del agua, empapada hasta los huesos. Reprimió un grito cuando vio el rayo de fuego pasar tan cerca de ella y la oleada de calor que sintió sobre la piel.

El jefecillo de esos miserables había sido rodeado. Enrielle preparó de nuevo su arco mientras el tipo daba desesperados tajos al aire. Todo el mundo sabía que las bestias acorraladas eran las más peligrosas, porque la desesperación las empuja más allá de donde se tiene algo que perder. Y empujado a esa situación, ese Tres Ombligos, que desoía las órdenes de deponer las armas, bien podía aún herir de gravedad a alguno de sus nuevos aliados.

— ¡Eh, Tres Ombligos! ¡Aquí tienes otro par de ellos más, para tu colección! — le gritó enfadada, y soltó la cuerda.

No podía permitir que Tres Ombligos muriera. Sabía que si alguien podía confirmar su coartada para que pudiera seguir infiltrado entre los nerakianos, ese era Tres Ombligos. Kylian, sabiendo a salvo a Valev, al menos por el momento, salió corriendo en dirección al lugar donde se estaba desarrollando el combate. Con suerte llegaría a tiempo de intervenir antes de que el espadazo de Lowen acabara con la vida de Tres Ombligos. Esperaba que ese espadazo lo dejara en el suelo y al borde de la muerte, pero que no le matara y así él pudiera estabilizarle como había hecho con Valev, aunque realmente eso no dependía de él en ese momento.

- ¡Resistid, ya voy! - Alzó la voz a la carrera, aunque no quedaba claro hacia quien dirigía aquellas palabras. 

Los nerakianos podían creer que se lo pedía a ellos y que venía en su ayuda armado con su bastón, pero por otra parte, el bando contrario podía creer exactamente lo mismo. Aquel sacerdote de Gilean caminaba entre dos aguas, en la más pura neutralidad, y si bien su dios patrón podía estar muy orgulloso de él, aquella indefinición podía llegar a ser peligrosa para su persona.

Thorwyn retrocedió con paso firme, alejándose de sus acosadores. Ambos tenían ahora alguien de quien preocuparse, estaban sentenciados...

─Soltad las armas ahora, la próxima vez no será una advertencia.

Las energías arcanas acudieron nuevamente a él, esta vez a través de la perla de poder que atesoraba y que acarició para rehacer las hebras arcanas de un hechizo realizado con anterioridad, el de Impacto verdadero. Esta vez sí podría acabar lo que empezó. Y el resultado sería claro...

Lowen había lanzado su advertencia, pero Tres Ombligos había decidido ignorarla. El solámnico no necesitó más excusas para continuar con su ofensiva. Si aquellos tipejos querían morir, así fuera. Se arrojó contra su oponente, blandiendo el mangual. Por desgracia, no vio el montón de viscoso barro que tenía delante, y que le hizo resbalar. La cabeza del mangual giró, y a punto estuvo de atizarse a sí mismo en el cráneo con ella. A duras penas recobró el equilibrio frente a su oponente.

Tras toser un poco a causa del golpe que acabo de recibir, me encuentro mirando a los ojos a mi adversario. ¿Será él quien asestó el golpe mortal a Briand? No tengo modo de saberlo, pero tampoco me tiembla el pulso cuando le asesto una lanzada a fondo en el pecho, esperando acabar con él mientras mis compañeros despachan al otro cultista que todavía queda en pie.

Acorrado, rodeado de enemigos e incapaz de escapar de todos ellos, Tres Ombligos blande su espada corta contra Lowenherz en un intento de llevarse al menos a uno de vosotros por delante. Sin embargo, no tiene ocasión de asestar su golpe porque dos flechas disparadas por Enrielle se hunden en sus cuencas oculares y el infeliz cultista se desploma hacia atrás, muerto antes de tocar el suelo.

Ya solo os queda un rival, malherido a causa del penúltimo conjuro de Thorwyn. Pero no tarda en caer también, cuando la lanza de Lluvia Estelar atraviesa su armadura de cuero y encuentra un hueco entre sus costillas, atravesándole el pulmón derecho. El desgraciado cae de rodillas, ahogándose y vomitando salgre. Unos sonidos que no tardan en extinguirse siendo reemplazados por los ruidos del pantano.

Tan pronto como veo caer a mi adversario doy media vuelta y echo a correr hacia el volcado carro de los cultistas. Mis compañeros parecen estar bien pero hay un par de caballos que no os salido tan bien parados de este encuentro como nosotros.

Me arrodillo junto a los equinos e intento tranquilizarles antes de hacer uso de mi magia curativa para aliviar el dolor de sus quemaduras y contusiones. A continuación, empleo mi daga para cortar sus ataduras y liberarles del carro al que están uncidos. Si desean echar a correr libremente ahora que pueden, yo no trataré de impedírselo; ya tenemos más caballos de los que podemos atender en condiciones y en este pantano son más un problema para nosotros que una ayuda.

—¿Estáis todos bien? —pregunto a mis compañeros. Después, dirigiéndome a Enrielle, añado—: Muchas gracias por tu ayuda. No sabía si te habríamos perdido por el camino pero imagino que no hemos dejado huellas difíciles de seguir, ¿verdad? —bromeo con ella, con tantos carros y caballos, lo raro es que no haya venido más gente detrás de nosotros, Me giro hacia los demás, señalándola con una sonrisa—. Esta es Enrielle, un amiga. Enrielle, ellos son Thorwyn y Kylian.

Les doy un tiempo para que se presenten y cojo una antorcha caída en el suelo para iluminarme de vuelta hasta mi carro. Quiero asegurarme de que Jiłhazhí está bien y llevar el vehículo junto a los de los cultistas vencidos. A estas horas ya no vamos a ir a ningún sitio y lo mejor será acampar juntos.

No creo que consiga dormir rápidamente. No teniendo la imagen de mi víctima vomitando sangre en el suelo grabada a fuego en mi mente. Así que me ofrezco a realizar la primera guardia de lo que queda de noche. Hemos vencido a nuestros enemigos pero el pantano no me parece un lugar seguro precisamente.

Las heridas que había sufrido Tres Ombligos no eran compatibles con la vida. Eso Kylian lo tenía bastante claro y aún así, se agachó junto a él por tal de revisar si su corazón aún latía y podía hacer algo por salvarle la vida. 

- Buen trabajo, chicos... - Les dijo a todos con una sonrisa en los labios. - No me gustaría tener que enfrentarme a vosotros. - Desveló y no mentía. Habían hecho una buena carnicería. 

No fue hasta que Lluvia les presentó a la tal Enrielle hasta que Kylian reparó en ella. 

- ¡Oh, disculpe! No nos han presentado. - Exclamó sonriente el sacerdote. - Kylian Brickstone, clérigo de Gilean. 

Después de presentarse y comprobar el estado de Tres Ombligos*, se puso en pie ya dio un vistazo alrededor. La emboscada había tenido un gran éxito, sobre todo gracias a las artes arcanas del enano. Lo cierto era que Kylian había sobre estimado a los cultistas. Los había creído bastante más competentes en combate de lo que realmente habían demostrado. 

- Creo que por primera vez en mucho tiempo podemos hablar sin miedo a ser descubiertos. - Sonrió. - Lo primero que quiero tratar es el tema de Briand... - Bajó la mirada. - Ellos la mataron. Estoy seguro de ello... - Resopló con expresión triste. - Debieron emboscarla como pretendían hacer con Lowen. - Rebuscó en sus bolsillos y extrajo el sello de la familia Le Besco. - El líder de los nerakianos, el alférez Arbena me entregó ésto como pago por mis "servicios". - Les dijo enseñándoles el anillo. - Recé por el alma de Briand. Espero que sus dioses la acojan en su gloria. - Asintió con la cabeza varias veces. - Ahora debemos decidir que hacer a partir de ahora. Tenemos dos opciones bajo mi forma de ver. La primera es acabar con la misión ya. Regresar a contar lo que hemos descubierto o ir a Robban y darle también si merecido al resto de nerakianos o seguir infiltrados. - Se detuvo unos instantes a pensar. También podía combinar ambas opciones. - Desde luego, no es buena idea que Lowen regrese. No le recibirían con los brazos abiertos en Robban precisamente. Puede que lo mejor fuera que viajaras a Kalaman e informaras a tus superiores. Lluvia podría ir contigo por supuesto y en el caso de Thorwyn... - Valoró pociones unos instantes. - Si regresamos sólo Thorwyn y yo sería demasiado sospechoso, pero Valev sabe lo sucedido y no podría "regresar". Propongo que sea yo quien vuelva junto con Valev. Contaremos que fuimos los únicos que logramos escapar. Valev sabiendo lo que sabe, confirmaría esa parte de la historia... - Miró a sus viejos compañeros. - Vosotros podéis hacer lo que querías. Seguirnos de lejos o volver a Kalaman, pero creo que lo mejor es que yo siga con ellos. Si, definitivamente es lo más apropiado. ¿Qué opináis?

Los nuevos ombligos que le practicó Enrielle le quedaron un poco más arriba de donde había pensado inicialmente, pero al ver que no iba a dejar en su empeño por dañar a alguien decidió terminar de una vez y levantó un poco el arco antes de liberar las dos flechas.

Dio un par de golpes con el pie en el suelo. Tenía barro hasta dentro de las malditas botas. Cuando Lluvia Estelar le dio las gracias y la presentó, Enrielle levantó la vista y saludó secamente con una mano.

— No, no ha sido difícil seguiros.​​​​ Y definitivamente tampoco iba a quedarme de brazos cruzados con esos indeseables conspirando. Hay mucho que hacer, y nos necesitamos todos...

Dio otro par de zapatazos húmedos, asqueada. La capa embarrada se le pegaba al cuerpo, y sentía en la boca el sabor de la ciénaga. Escupió.

— Sí, sé quiénes sois. — respondió al clérigo mientras trataba de quitarse una bota, dando saltos sobre un pie. — Mientras viajábamos me aseguré bien de que érais vosotros. Que tenía mis dudas, pero me alegra ver que sois de fiar. Como ha dicho ella, me llamo Enrielle. — vació la bota de fango. Le sorprendió ver que no caía un estúpido sapo — Me ha enviado la Legión de Acero. Se me da bien ver y escuchar, y eso estaba haciendo. Pero cuando asesinaron a Briand Le Besco supe que se estaba torciendo todo y tuve que intervenir... — repitió la operación con la otra bota. — ​​​​​​ Yo vi todo lo que ocurrió, y no fueron estos tipejos. Uno de ellos os visitó anoche — dijo a Thorwyn y Kylian — Ese es el verdadero líder en las sombras, y no ese desgraciado. — señaló con la barbilla el cadáver del desafortunado Tres Ombligos allí despatarrado, con sus dos flechas saliendo de los ojos. Era grotesco, ni se molestaría en tratar de recuperarlas.

— No podemos volver a Kalaman. Perderemos la pista. Tenemos que seguir, aunque sea a una distancia prudente. Hay que llegar al fondo de todo esto. Pero antes voy a intentar secar mi ropa...

Silbó fuerte, y su pequeño halcón, atento cuando le parecía, voló hasta uno de los carros de los difuntos emboscadores.

- Estamos de acuerdo en eso. - Dijo complacido Kylian ante las afirmaciones de la ruda exploradora. - Mi idea es regresar con Valev... - Señaló al infeliz que reposaba sobre el carro a pocos metros de distancia. - Diremos que escapamos de vosotros y que el resto ha muerto. Creo que eso puede funcionar y nos puede mantener cerca del enemigo. - Miró a todos uno a uno. - ¿Estáis todos de acuerdo? - Les preguntó ansioso.

Thorwyn había hecho de tripas corazón y había dedicado su intelecto a la tarea indigna de acabar con la vida de unas cuantas personas despreciables. ¿Se lo merecían? Sin duda. ¿Merecía la pena mancharse las manos con su muerte? Aquello era mucho más discutible. Sus manos eran de creador, de artesano, no de asesino.

Y sin embargo su actuación había llevado a la aniquilación de los nerakanos. Se le había dado bien acabar con ellos, había sido eficiente. Pero ser bueno en algo no hacía necesariamente que uno quisiese dedicarse a ello.

─Gracias, Lluvia Estelar, lo tenía demasiado cerca para mi gusto y mis energías arcanas ya se me estaban agotando ─dijo reconociéndole el trabajo realizado a la siempre humilde y sabia bárbara.

─Imaginé que debías ser amiga cuando empezaste a disparar sobre los nerakanos... ─le comentó dedicándole un atisbo de sonrisa a Enrielle, apenas visible entre su tupida barba.

─Tenía mis sospechas sobre el destino de Briand, pero se confirmaron cuando, al darme las piedras preciosas para pagar por la armadura, vi su brazalete entre las cosas del carro... Tuve que fingir que no había visto nada, claro ─aportó en respuesta a lo comentado por Kylian.

─Creo que como clérigo de Gilean eres el más indicado para devolver el anillo a su familia. Te deseo suerte, no será un cometido agradable, pero alguien lo debe hacer.

Desde luego no era un cometido que Thorwyn deseara llevar a cabo y Kylian, al fin y al cabo, ostentaba un estatus especial que seguramente desviase las iras de los Lebesco de alguna manera. Era, del grupo, el que más posibilidades tenía de salir con bien de semejante situación, eso estaba claro.

─Tres Ombligos era un sicario, no un líder, lo sabemos. El líder en las sombras es un humano llamado Guiler Abrena, alférez de los caballeros de Neraka de incógnito. Se reunió con nosotros ─hizo un gesto con el dedo para incluir a Kylian y a él─ la segunda noche, así que supongo que se tarda un día entero entre mandar una noticia y que alguien de los Caballeros pueda personarse en la posada. Tal vez pudiéramos usar eso a nuestro favor.

Una reflexión más sobre la que pensar, que tener en cuenta para futuros planes.

─Desde mi humilde punto de vista deberíamos interrogar a fondo a los supervivientes, ejecutarlos (como se merecen, pues han cometido crímenes de guerra y como mínimo son contrabandistas) y hacer desaparecer sus cadáveres. Podríamos conducir los carros de regreso a la posada, informar de la muerte de Lowen, Lluvia y todos los demás. Lowen y Lluvia irían ocultos en otro de los carros¹. Enrielle podría conducir un carro, Kylian otro y yo el último de los tres. Allí esperaremos a Guiler Abrena. Y antes de que llegue, la misma noche en que lleguemos nosotros, podríamos descubrir los túneles secretos y ver qué esconden en ellos. Puede que tengamos que lidiar con el semi-ogro, Goggar, el posadero, que está en connivencia con los nerakanos...