Partida Rol por web

Antes de poder responderle a la joven bruja que, como ya había vaticinado, el bosque las protegería, de entre los árboles surgió una voz masculina que las detuvo en seco.

Llanos alzó un dedo y lo posó sobre sus labios, indicándole así a Leonnie que se mantuviera en silencio. Después, se adelantó unos pocos pasos, recogiéndose las faldas con una mano, buscando vislumbrar entre la maleza a quien se había dirigido a ellas.

-Soy una simple aldeana -declamó-. Con la ayuda de Dios, regreso a mi hogar. ¿Quién habla?

Llanos: Soy una simple aldeana. Con la ayuda de Dios, regreso a mi hogar. ¿Quién habla?

Al acercarse, los tres pudieron comprobar quienes eran; Teolfo, el soldado del pueblo, y Llanos y Leonnie, la bruja y la curandera respectivamente. Ya se habían visto antes, durante la detención, aunque no llegaron a mediar palabra prácticamente. Sin embargo, todas eran caras conocidas para todos al ser vecinos.

Teolfo temía encontrarse a una manada de lobos, o a un par de hombres del conde, o incluso tal vez al propietario de esos ojos rojizos que había visto en medio de la oscuridad de la noche tanto tiempo atrás. Sin embargo, se sintió sorprendido al ver que se trataba de Leonnie y Llanos, por lo que bajó su lanza de inmediato.

-¿Vosotras? ¿El Conde os ha liberado? -preguntó Teolfo, incapaz de creer lo que veía. Era sin duda algo que le resulta difícil de creer, dado que suponían que el conde estaba llevando a cabo una caza de brujas en el pueblo.

Llanos relajó el rictus, aunque su posición continuaba siendo reservada e incluso preparada para la huida. 

-Sí, ens ha alliberat -respondió con voz segura-. Així que no hi ha cap motiu pel qual no ens deixes marxar-nos lliurement.

Sin mutar su expresión de seriedad, retrocedió para tomar a Leonnie por el brazo, y comenzó a arrastrarla hacia adelante, sin mirar al guardia, esperando que la seguridad que fingía fuera suficiente para disuadir al guardia que las amenazaba.

Teolfo notó que Llanos, la extraña mujer de los bosques, estaba tensa y que evidentemente desconfiaba de él al ser uno de los soldados del pueblo.

-No soy uno de los hombres del Conde. Soy de Quart de Sacre -indicó Teolfo, dejando claro que no corrían riesgo de ser arrestadas de nuevo-. ¿Y las otras mujeres? ¿También las han liberado?

Sin abrir la boca me quedé detrás de la señorita Fabrat, ella se desenvolvía en aquella situación mejor que yo, era incapaz de imitar su semblante sereno así que opté por la vía del silencio. Dejé que me agarrara la mano y la seguí sin rechistar, evitando el contacto visual con el joven soldado, al menos hasta que nombró a otras prisioneras.

- ¿Otras mujeres? Pensaba que eramos las únicas "acusadas" - noté en seguida que eso podía sonar sospechoso  y corregí rápidamente - ¡Y liberadas! Pues somos inocentes. 

La respuesta de Leonnie le hizo entender al joven soldado que las dos mujeres no sabían de lo que estaba hablando. Teolfo respiró hondo y mirando a la curandera y a la bruja con tristeza, declaró:

-No sois las primeras a las que detienen -aseguró, con poco ánimo-. Cuando hablé con mi madre sobre lo que os había pasado, ella me habló de una de nuestras vecinas. Dolores. También se la llevaron los hombres del conde. Esto... esto no ha empezado hoy. -El soldado aún se mostraba un tanto extrañado. De haber estado sola Llanos, no se habría arriesgado a preguntarle y probablemente se hubiera marchado de camino al pueblo, pero Leonnie era curandera y en más de una ocasión había ayudado a tratar las dolencias de su padre-. ¿Por qué os han liberado?

Viendo que el soldado no parecía en disposición de detenerlas, Llanos retomó su marcha, esta vez soltando a Leonnie.

-No, açò no és d'avui, però és el que esta passant en tots els pobles. Els hómens tenen por del poder que emana de les dones, perquè és l'únic que no poden controlar -resopló, mirando con desdén hacia Teolfo-. Em sap greu per elles, però jo tinc assumptes més urgents. 

Sin embargo, detuvo sus pasos al ver el rostro del soldado.

-Et coneix -la mujer se volvió hacia él, cruzada de brazos-. A qui deus la teua lleialtat, soldat?

Teolfo no entendía a qué se debía la desconfianza que la bruja le profesaba, aunque teniendo en cuenta que acababan de ser liberadas del castillo del conde y era probable que no hubieran recibido precisamente un buen trato, el soldado no la culpaba por ello.

-La meva lleialtat està amb Quart de Sacre -fue todo lo que dijo el joven soldado, intentando hacer ver a ambas mujeres que no era un hombre del conde, sino que había nacido y crecido en el pueblo.

Pau observó detenidamente el castillo y el estado de aquel patio, había ido pocas veces hasta allí y si no le resultaba nuevo, quizá sí desconocido. Hizo una pequeña deferencia hacia el conde cuando lo vio llegar y cedió las riendas de la burra al guardia que se acercó.

- Gracias por su hospitalidad, -dijo Pau en un tono cortés- llegamos hará unas horas, no se preocupe en exceso. 

Se giró para observar al caballero Dalmau, con una sonrisa conciliadora, tal vez era mejor entrar a tratar aquellos asuntos que les traían a aquel lugar.

- Desde luego que será mejor resguardarse de este frío para hablar cómodamente.

Siempre he sido una superviviente y la verdad es que mi primer impulso fue abandonar el pueblo en cuanto crucé las murallas del castillo, la nueva información de que había más mujeres cautivas me entristeció y despertó nuevas dudas sobre los motivos de nuestros captores. Seguí a Llanos cuando retomó la marcha, ahora confiaba más en ella que en aquel hombre puesto que había vivido una situación similar a la mía.

- ¿Crees que la excusa barata que usaron para arrestarme escondía algún otro motivo oculto? ¿De verdad que el conde no esconde nada más? ¿Solo lo hace por que él teme el poder de las mujeres?

El castillo no era el más impresionante o esplendoroso que hubiera visto, pero para Bernat era más lo que podría soñar dada su posición. Atravesaron el portón para encontrarse con el conde al frente de un pequeño piquete de guardia. Al igual que Pau, dejó que uno de los hombres del nuevo señor de Sacre se hiciera cargo de su caballo — Espero que la cacería resultara fructífera, señor — saludó, con un leve gesto de la cabeza — Agradecemos vuestra hospitalidad, y aceptamos vuestra invitación, sin duda. Dentro podremos tratar nuestros asuntos más cómodamente.

La respuesta del soldado no terminó de convencer a Llanos, pero relajó  los hombros visiblemente. Si Teolfo deseaba proteger al pueblo, y no al Conde, sabría que las mujeres, tuvieran el oficio que tuvieran, eran necesarias para la supervivencia del lugar como lo son las lluvias para las cosechas. Y, por lo tanto, no tendría intención de venderlas. No directamente, al menos.

Ignorando la pregunta de Leonnie, ya que no le interesaban las otras mujeres -no por el momento-, Llanos se dirigió a Teolfo una vez más.

-Acompanye'ns a casa meua. Pel camí podrà explicar-nos què està tramant el comte.

Teolfo estaba seguro que detrás de las detenciones de mujeres que se estaban produciendo recientemente había un motivo oculto. No sabía el qué, pero le preocupaba que su madre pudiera ser la siguiente. Leonnie estaba preguntando a Llanos, por lo que el soldado decidió no decir nada al respecto y guardarse sus teorías por el momento.

El soldado oyó a Llanos indicar que le acompañase a su casa. Nunca había estado en el hogar de la bruja, aunque sí que había visto luz emanando de la casa de la extraña mujer en el bosque, por lo que sabía más o menos la dirección en la que se encontraba. Quería regresar a Quart de Sacre, pero por otra parte acompañar a Llanos era posiblemente la mejor opción que tendría de saber qué había sucedido y hacerse una idea del porqué de las detenciones.

-Tres homes van acudir aquesta tarda a l'castell de el Comte per procurar la vostra alliberament. Les dues vau conèixer a dos d'ells a la plaça de la vila -Teolfo no sabía si las dos mujeres recordarían al hidalgo y al joven goliardo que le acompañaban-. El tercer... Ell és un cavaller de l'Ordre de Santiago. Jo el vaig convèncer de que ens ajudés.

Ya que mi pregunta queda sin respuesta decido no volver a intervenir hasta llegar a casa de Llanos, me sorprendía que alguien hubiera ido a intentar rescatarnos ya que no imaginaba a nadie yendo en contra del conde por mí, pero si me reencontraba con alguno de ellos les debía un fuerte agradecimiento.

Espero que la cacería resultara fructífera, señor 

-Lo ha sido, sin duda, y dado que soy un anfitrión agradecido, puede que esta noche degustéis la pieza si os quedáis a cenar.

El conde les guió al interior del castillo. El salón principal era bastante amplio, pero escasamente decorado, y varios elementos ornamentales estaban desgastados. De hecho, podía verse a algunos artesanos retocando la decoración de una serie de columnas ornamentadas, probablemente dañadas durante la batalla del año pasado. La iluminación resultaba escasa y lúgubre, y había un extraño olor herrumbroso en el ambiente.

-Tendrán que disculpar el estado del castillo. Intento que se mantenga limpio, pero todavía quedan muchas cosas por arreglar -dijo quitándose el sombrero. 

Tras dar unas indicaciones a un siervo, el conde volvió a aproximarse a ellos.

-Si es de vuestro agrado y el tiempo no os apremia, había pensado tratar los asuntos que os han traído hasta aquí durante la cena. Tengo habitaciones vacías y preparadas para invitados, así que para pasar la noche no había problema alguno. Aunque antes de todo, me gustaría saber vuestros nombres; me han comunicado que habían llegado al pueblo dos caballeros y un monje, pero nada más. 

De ese modo, los tres se dirigieron al hogar de la bruja, situado fuera del pueblo. Para evitar el camino principal y sus soldados, se mantuvieron dentro del perímetro del bosque. Aunque estaban en pleno día, aquel lugar seguía imponiendo respeto. Al menos ahora, con el comienzo de la primavera, había empezado a florecer. 

Tras un largo camino, el grupo llegó hasta la cabaña de la bruja. Pese a lo rústico de la construcción, era una cabaña grande e incluso acogedora si se ignoraba el hecho de que estaba rodeada por el oscuro bosque.

No obstante, algo no parecía ir del todo bien; se oían ruidos en el interior.

Algo meditabunda, Llanos se mantuvo en silencio conforme se aproximaban a su hogar. Los terrenos que envolvían la cabaña estaban invadidos por la vegetación, a excepción de unos pocos metros alrededor del muro, que yacían yermos, para comodidad de los habitantes. Un tocón y un hacha oxidada en la entrada daban la pista de que aquí había vivido un leñador.

La bruja, más aliviada ahora que podía resguardarse en su hogar, aumentó el ritmo de la caminata, pero a los pocos pasos se detuvo súbitamente, alzando el brazo derecho para detener a sus acompañantes.

-Botabancals... -masculló, torciendo el gesto-, hi ha algú dins... 

Habían llegado hasta la cabaña de la bruja. Para Teolfo, aquella era la primera vez que se acercaba al hogar de la extraña mujer de los bosques. Escuchó entonces el ruido procedente del interior de la vivienda y a Llanos indicando que había alguien dentro, y el soldado se aferró a su lanza con ambas manos, decidido a avanzar lo más lenta y sigilosamente que pudiera hacia la cabaña.

No sabía quién podía encontrarse en el hogar de la bruja, pero en el peor de los casos que imaginaba, pensó que tal vez fueran los hombres del conde registrando la cabaña.