Partida Rol por web

Pau entró discretamente en la taberna, había vuelto desde la parroquia en su burra y a causa del frío iba arrebujado en su capa, con la capucha puesta incluso. Echó un vistazo rápido a la estancia hasta localizar a su compañero de viaje y se acercó a él a paso ligero.

Sin embargo cuando estaba a poca distancia de Dalmau, se percató de que no estaba solo y se quedó plantado en frente del grupo allí reunido, dubitativo. No podría informarlo como pensaba así que debía esperar a tener un poco más de intimidad, habían enseñado a Pau que susurrar en compañía era una grosería. Carraspeó, no podía ahora recular, seguramente ya lo habían visto, así que se acercó un poco más y quitándose el capuchón se dirigió educadamente a los presentes.

- Bones Dalmau, venia al seu encontre però veig que té companyia, bon día tinguen vostés també. Els importaria un comensal més a taula?

Quedó a la espera de que le contestasen sin sentarse todavía, con un gesto amable en el rostro.

-Bon dia tingueu Damià -saludó Teolfo al posadero, en tono cortés y dedicándole una sonrisa-. No veig a menjar avui. Però volia parlar amb aquest cavaller. -señaló a Rodrigo, que se encontraba conversando con Dalmau en esos instantes-. La següent consumició que ell prengui la pago jo.

El joven soldado decidió aproximarse a la mesa en la que se encontraban en esos instantes Dalmau, Pau y Rodrigo.

-Dalmau, ¿li heu explicat a aquest cavaller que ha passat a la plaça amb la remeiera i la bruixa? -le preguntó al hidalgo, sin saber cuál podría ser el motivo de la conversación previa y considerando a Rodrigo alguien que podía ayudarles-.  He estat a casa. La meva mare m'ha explicat que Leonnie i Llanos no són les úniques que han estat empresonades recentment.

Desesperada, Llanos estiró del candado, pateó la puerta, y trató de introducir palitos que se habían pegado a sus faldas. Los palitos se rompían en cuanto trataba de manipular la cerradura con ella, así que en pocos segundos, se encontró con que estaba totalmente indefensa frente a la escalera.

Sin embargo, no iba a huir. No, cuando por fin se encontraba donde debía estar. Echó un vistazo rápido en derredor, y, sonriendo en señal de victoria, cogió una antorcha de la pared. Si se iba a enfrentar al conde, no sería desarmada.

Bernat se disponía a levantarse, cuando el tabernero se atrevió a intervenir en la conversación, revelando que, efectivamente, había estado poniendo la oreja a lo hablado entre los dos caballeros. Y en ese momento también, Teolfo Rodríguez apareció por la puerta, seguido de Pau — ¡Vaya! Parece que son mis compañeros los que vienen en mi busca. En verdad que se me ha pasado el tiempo volando — dijo a nadie en particular.

— A les bones, Pau — saludó al joven monje, asintiendo ante sus palabras, y haciendoles un gesto con la mano a él y al guardia para que no tuvieran reparo en acercarse. En cuanto tomaron asiento, escuchó las palabras de Teolfo y de repente le volvió a la mente lo sucedido en la planza. Intrigado como estaba por la presencia del santiaguista, había olvidado por completo mencionarle el asunto — ¡Doncs no! — dijo, pasando al catalán sin darse cuenta — ¿Cóm es aixó ¿El comte està portant a terme una caça de bruixes, si acàs? — exclamó sorprendido ante la revelación de Teolfo. Pero entonces cayó en la cuenta de algo, y volvió a girarse hacia el de Santiago — Perdonad, don Rodrigo, mas desconozco si entendéis algo de nuestra lengua.

Me apresuré hacia la puerta trasera del castillo mientras mis zapatos se llenaban de barro y el bajo de mi vestido se ensuciaba con la maleza. Justo cuando pensaba que allí no había nadie y que podría escapar, casi me choqué de frente con una dama de la corte. Tardé un segundo en reaccionar cuando me preguntó si yo era una criada, me quedé en silencio pero asentí con la cabeza esperando que me reconociera cómo alguien del servicio habitual del Castillo.

- Mi señora - dije mientras hacía una ligera reverencia -  me han ordenado que buscase unos utensilios fuera del castillo pero si me necesitáis os ayudaré lo antes que me sea posible Milady.

Llanos se preparó para el encuentro. Se oyó la puerta abriendo y cerrando y luego el sonido de unas pesadas botas contra los fríos escalones de piedra. El conde estaba subiendo por las escaleras. 

El sonido de aquellos, pasos era como el martillo de una forja en la cabeza de Llanos, pues pronto se iba a encontrar con el asesino de su marido y el raptor de su querido bebé. Sin embargo, los pasos cesaron durante un instante, y acto seguido se oyó un sonido metálico y afilado. 

El sonido de las botas volvió a aparecer, y cada vez estaban más cerca, hasta que al final el conde apareció tras la esquina de los últimos escalones de la escalera de caracol, con su espada en mano.

-Regreso de cazar y mis hombres me hablan de que os habían capturado a vos y a esa curandera del pueblo, e inmedatamente después me dicen que ya se han escapado, sin embargo, en cuanto he visto las manchas de barro en los escalones he sabido que os encontraría aquí.

El conde sonreía con una satisfacción pícara, aunque su crueldad pronto comenzó a convertirse en otra cosa. Parecía más bien curiosidad e interés.

-Sin embargo... es posible que salgáis viva de esta, e incluso puede que al final vuestro hijo pueda regresar con su madre, pero eso sólo pasará si ahora tenemos un pequeño coloquio.

Regreso de cazar y mis hombres me hablan de que os habían capturado a vos y a esa curandera del pueblo, e inmedatamente después me dicen que ya se han escapado, sin embargo, en cuanto he visto las manchas de barro en los escalones he sabido que os encontraría aquí.

-Has d'estar tan orgullós de tu mateix -gruñó ella, sin dejarse amedrentar por la espada.

 Sin embargo... es posible que salgáis viva de esta, e incluso puede que al final vuestro hijo pueda regresar con su madre, pero eso sólo pasará si ahora tenemos un pequeño coloquio.

Llanos sintió la bilis trepando por su garganta, y la ira comenzó a quemarle las entrañas. Sin embargo, ante la mención de su hijo, se obligó a mantenerse impávida.

-¿Y bien? ¿Qué quieres?

La señora miró confiada a Leonnie. Sin duda debía ser una de las siervas del castillo.

-Si ya tenéis órdenes, continuad con ellas -dijo antes de seguir su camino.

Ahora Leonnie tenía vía libre para escapar por la puerta trasera del castillo. Sin embargo, aquella salida no daba al camino del pueblo, sino al bosque que rodeaba Sacre y a las montañas. Allí quizás podría orientarse para regresar al hogar, pero cabía la posibilidad de perderse. También podía arriesgarse a salir por la puerta principal bajo la amenaza de ser vista por los guardias.

El conde abrió con su llave el candado de la puerta y dejó paso para que entrara Llanos. No era una estancia muy grande, pero si con bastantes muebles bellamente ornamentados que Llanos jamás habría imaginado ver. Sin duda el conde debía ser bastante adinerado. Sobre el escritorio, había una pequeña pila de libros y escritos.

Una vez dentro, el conde le ofreció tomar asiento para dialogar.

-Supongo que habréis venido a por vuestro hijo, ¿no es así? bien, es posible que lo volváis a ver si aprovecháis la oportunidad que os ofrezco -carraspeó y se retorció un poco el bigote por el lado derecho-. Conseguidme otro bebé no bautizado, y el vuestro volverá a vuestras manos. 

Llanos se mantuvo de pie, con la puerta siempre dentro de su rango de visión, y con una expresión de profundo desagrado en el rostro.

Supongo que habréis venido a por vuestro hijo, ¿no es así? bien, es posible que lo volváis a ver si aprovecháis la oportunidad que os ofrezco

La nariz de la bruja se arrugó con asco y furia ante sus palabras, pero se guardó de decir nada, esperando las condiciones del conde.

Conseguidme otro bebé no bautizado, y el vuestro volverá a vuestras manos. 

 -Què estàs dient, malparit? -La mujer había palidecido ante sus palabras, pero aquella palidez pronto se tornó en una coloración rojiza de furia poco contenida- ¿Qué collons quieres hacer con él? 

No pudo evitarlo, la ira y desesperación de Llanos comenzó a desbordarla, y alargó las manos hacia adelante para coger al conde por el cuello.

-Quins collons estàs fent amb els xiquets? ON ESTA EL MEU FILL? -Gritó.

Sentí un gran alivio cuando la señora me dejó sola, me agaché haciendo una tosca reverencia antes de que se fuera- m'lady - y salí directa pero sin correr por la puerta trasera del castillo. Arriesgarse a salir por la puerta principal era un riesgo que no estaba dispuesta a asumir.

Nada más salir del castillo corrí con todas mis fuerzas hacia la arboleda, avancé esquivando árboles y arbustos hasta haber dejado las murallas atrás  y sentirme segura de que nadie pudiera verme. Respiré hondo, miré al cielo e intenté ubicarme, si era suficientemente rápida podría ir a casa, empaquetar todas mis cosas, coger un carro y abandonar la ciudad, no sería la primera vez que me veía obligada a hacerlo.

A medida que Llanos hablaba, el conde comenzó a esgrimir una expresión de decepción y falta de paciencia. En el momento en el que ella alargó la mano para estrangularle por el cuello, su fuerte mano la paró agarrándola por la muñeca.

-Creo que no sois consciente de la suerte que tenéis por estar aquí hablando conmigo y no en la plaza del pueblo colgando de la horca -dijo con severidad. 

El conde liberó la muñeca de Llanos, dejándole unas visibles marcas rojas. 

-Os he dado una oferta, y es mucho más de lo que le ofrecería a cualquiera que osase esperarme en mis aposentos con intenciones de matarme -carraspeó y cambió a un tono más conciliador-. Sois una bruja de los bosques, el pueblo salvaje, y eso os hace mucho más valiosa y útil que cualquier otro desdichado aldeano de esta tierra maldita. Sabed que ninguno de ellos os aprecia; puede que hoy recurran a vuestros remedios, pero mañana serían los primeros en atraparos en la picota y lanzaros fruta podrida. Cualquiera de sus bebés se acabará convirtiendo en otro devoto y supersticioso campesino que podría convertirse en una amenaza para vos y para vuestro hijo.

El Conde se levantó y abrió la puerta, invitándola a salir.

-Salid de este castillo por la puerta trasera, y la próxima vez que nos veamos portad un bebé sin bautizar. 

Llanos sabía que estaba pisando terreno peligroso con el conde, pero era la única oportunidad que había tenido de hablar con él desde que se llevaron a su pequeño, y no pensaba desperdiciarla. Lo que el conde no sabía es que a ella bien poco le importaría acabar colgando de la horca si conseguía arrancarle a su hijo de entre sus asquerosas garras.

-Salid de este castillo por la puerta trasera, y la próxima vez que nos veamos portad un bebé sin bautizar. 

-Antes quiero saber que mi hijo está bien -repuso ella, sin moverse un ápice y atravesándole con la mirada-. Antes de traerle otro niño, quiero ver al mío. 

Rodrigo siguio desayunando cuando un carraspeo le interrumpio un joven monje, estaba ahí plantado, debia ser el compañero del que Bernat le habia hablado. 

Dijo algo que Rodrigo no entendio, luego aparecio otro joven, un soldado a todas luces, este estaba interesado en Rodrigo, lo que quedo claro cuando este le señalo. 

También hablo y como con el joven monje, Rodrigo no entendió nada, hablaban en alguna lengua occitana de las que se hablaba en las tierras del rey Aragonés. 

Rodrigo relajo su semblante cuando Bernat intervino 

- No don Bernat no he entendido nada de nada, pero porfavor que vuestros compañeros se sienten y compartan la mesa con nosotros - dijo educadamente el noble castellano sin perder de vista al joven soldado.

- vuestro amigo el monje parece preocupado don Bernat, como caballero de Santiago si esta en mi mano ayudarlo será un placer -  Dijó con respeto Rodrigo mientras ofrecía pan y queso a los nuevos.

Pau tomó asiento con una pequeña reverencia y se encogió de hombros ante la pregunta de Dalmau.

- Bò, no sé si deu ser una caça de bruixes però en sembla una per descomptat -al momento pasó al castellano, con un acento muy marcado de la comarca para dirigirse al desconocido caballero llamado Rodrigo-. Disculpe usted y grasias por la deferencia, nos hemos topado con una situación un tanto... compleja.

Se sirvió calmadamente un poco de agua y dio un par de sorbos.

- Bò, mon pare... perdón, mi padre ha accedido a ayudarnos si se complica la cosa.   

Teolfo notó cómo pasaban los minutos y pensó en las palabras del posadero: quizá el conde ya había vuelto, por lo que tal vez fuera oportuno acudir al castillo con intención de que les recibiera.

-Bernat, Pau, creo que deberíamos dirigirnos al castillo -sugirió, mostrándose un tanto preocupado de saber que los hombres del conde podían estar intentando llevar a cabo una caza de brujas en el pueblo. Hablaba ahora en castellano para que Rodrigo también le entendiese-. Podéis poner al día al caballero por el camino sobre las detenciones de mujeres que están teniendo lugar en Quart de Sacre. Puede que él pueda ayudarnos con esto. Vamos, deberíamos partir.