Partida Rol por web

Ahí dintre del castell ténen una bèstia tancada. Un dimoni.

Llanos dirigió una mirada de alarma hacia su padre. Así que era eso lo que habían encontrado en el bosque; no una bestia cualquiera, no un elemento viviente del folklore local: un demonio. Y no sólo eso, sino que el Conde, cómo no, estaba detrás de todo aquello, él lo había invocado, los dioses sabían con qué objetivo.

 Vaig escoltar plorar un xiquet de bolquerets. Crec...

Ante la mención del niño, la bruja recortó las distancias entre ella y el muchacho de una sola zancada, y le tomó por las ropas, apretándole con fuerza.

-Que has dit? -Exclamó, clavándole los ojos como si pudiera atravesarle la cabeza- Que creus? Que li estaven fent al xiquet? On estava? L'has vist? Parla'm! 

Sintió como el acero le cortaba de nuevo, y lamentó haberse guiado por lo que dictaba el honor en vez de haberse enfrentado al conde y a todos sus guardias a la vez. Dudaba de que sus opciones hubieran mejorado mucho, pero al menos hubiera muerto en un combate digno con una espada en la mano, con suerte a manos del propio conde y no de un vulgar villano.

Quizás precisamente en ello radicara su salvación... Era una medida desesperada, pero también lo era su situación. Plantándose ante el guardia en toda su envergadura, dejó de intentar detenerlo con sus puños para hacerlo con su voz — ¡Basta! — le espetó con la voz más imponente que pudo reunir, que no era poca — ¿Acaso no sabéis ante quién estáis, que tan dispuesto os veo a renunciar a una fortuna? ¡Mi familia pagará un cuantioso rescate por mí! ¿No queréis haceros rico y famoso, y ser conocido como el hombre que apresó a Bernat Dalmau, caballero de Valencia?

Esperaba que la codicia fuera suficiente aliciente para el hombre como para que detuviera sus acometidas, al menos durante un instante... En el que aprovecharía para volver a intentar arrebatarle aquella espada, y así cambiarle las tornas al juego.

El guardia blandió su espada y estuvo a punto de atacar de nuevo a Bernat, pero cuando este comenzó a hablar se detuvo. Dubitativo, el hombre se quedó observando al infanzón algo confuso. ¿Y si tenía razón?

Las dudas del hombre no durarían mucho, así que Bernat debía aprovechar su oportunidad.

L muchacho quedó absolutamente paralizado en cuanto la mujer salvó la distancia que los separaba y lo agarró de la capa. Estaba demasiado cerca, palideciendo de inmediato intentó zafarse pero lo agarraba con demasiada fuerza y se puso nervioso. A penas le dirigió un vistazo cohibido a los ojos de la mujer.

- N-no, no, v-vull dir que crec que era un xiquet de bolquers, un nadó o almenys prou xicotet semblava pels plors però... per favor solte'm, jo no... no he vist res, li promet, el soroll venia d'una cel·la amb portó. Vaig intentar obrir la porta, però estava molt ben tancada, em vaig fiquí nerviós, la bèstia es va escarotar i els guardies van aplegar, i... bò no li havera resultat d'ajuda si m'atrapaven, vaig fugir. P-per favor...

Se mantenía lo más lejos posible que le permitían sus ropas e intentó zafarse de nuevo. Entendía que a una mujer que le pudiesen hacer daño a una criatura le podía preocupar, pero no veía necesario tanto ímpetu ni ponerse tan a la defensiva, él no había hecho nada. Aunque tal vez era por otra cosa, otros intereses. Y preguntó, dudando de si era apropiado interesarse por sus asuntos y evitando en todo momento mirarla a los ojos.

- ¿Per què vol saber-ho?

Cuando Teolfo se fijó de pronto en las huellas que dejaba tras de sí la doncella, sus ojos se abrieron como platos, ya que las pisadas que dejaba la joven tras de sí en el barro se asemejaban en gran medida a las de un ave acuática, como un pato, ya que parecían encontrarse unidas por algún tipo de membrana. No sabía quién o qué era la doncella, pero si ya de por sí le había resultado sospechosa desde el primer momento al no reconocerla como habitante de Quart de Sacre, el descubrimiento sobre sus pies le hizo ponerse aún más en alerta.

El soldado no pudo evitar preguntarse qué tipo de ser era aquella doncella, ya que el hecho de sus pies fuesen como los de un ave le indicó que no podía ser humana. ¿Sería acaso una servidora del Diablo?

-¿Quién eres? -le preguntó, con evidente nerviosismo, tratando de que ella no se percatase de que había visto sus huellas-. No creo que seas precisamente de Quart de Sacre.

Su engaño surtió efecto, ya que el hombre se detuvo, confundido momentáneamente. Bernat se acercó a él, sonriendo y entregándole sus manos abiertas, para indicarle que se rendía ante él... antes de saltar sobre el guardia, aprovechando aquél breve instante para darle un buen puñetazo en el rostro y tratar de hacerse con su arma de nuevo, esperando conseguirlo en aquella ocasión. Le iba la vida en ello, literalmente.

Llanos dejó escapar al muchacho con un gesto brusco de las manos, enfadada, nerviosa, inquieta. Miró hacia su padre, intentando decidir qué podía hacer en aquel momento, y las opciones cada vez se le antojaban más escasas. Y las posibilidades de lo que el Conde intentara hacer con su hijo, más funestas. Tenía que actuar rápido, pero no podía hacerlo a lo loco, o la atraparían y entonces no sería de ayuda para nadie.

-Podries tornar? -Le preguntó finalmente al chico- Podries guiar-me? Per on vas entrar? Per on vas eixir? -La bruja se llevó una mano al rostro, frotándose los ojos con cansancio- És molt important, m'entens? Crec que... no puc estar segura, però crec que eixe xiquet pot ésser una ofrena per el dimoni.

La muchacha se giró extrañada hacia él, sin entender aquel cambio brusco de tono. La voz del soldado le había parecido extrañamente nerviosa, y no entendía muy bien por qué.

-Vivo cerca del bosque, en las afueras. No todos vivimos dentro del pueblo -respondió. Hizo una breve pausa antes de volver a hablar-. ¿Acaso tengo un acento raro?

Ella también sonaba algo vacilante, más por la confusión que por miedo.

-Será mejor que no nos detengamos. Hay que salir de aquí antes de que anochezca -espetó en un tono más severo.

Al guardia le pilló desprevenido cuando el infanzón embistió contra él. Bernat era más corpulento que él, así que si bien no logró hacerle mucho daño, fue suficiente para desestabilizarle y soltar su arma.

Ahora la espada del guardia estaba a disposición de Bernat.

-Está bien, aunque os ruego que seáis cautelosa. En vos puedo confiar porque habéis salvado mi vida, pero no sé nada de los otros que os acompañaban, y en estas tierras uno no puede fiarse de nadie -dijo el caballero-. De todos modos, ¿dónde os asentábais vos? Si está cerca del bosque, tened por seguro que llegaremos antes que a mi refugio.

Pasaron de largo el arrollo, y a medida que volvían a adentrarse en la espesura más densa, el lugar comenzaba a serle familiar a Leonnie. Todo parecía indicar que habían tomado el camino correcto.

-La criatura que me apresó parece una doncella durante el día. Inocente e inofensiva, y es en esos momentos cuando es más peligrosa. No obstante, cuando la luz del Sol deja de bañar su rostro se revela su verdadera y espantosa forma -comentó mientras avanzaban.

Leonnie habría jurado que había pasado aquella misma mañana por aquel lugar. Definitivamente estaban cerca del lugar en el que se había perdido en un primer momento. No obstante, el confort de haber regresado se disipó en cuanto se empezaron a escuchar ruidos entre los árboles; un grupo de gente avanzaba por allí.

-Maldición, escondéos -le susurró alarmado el caballero 

Teolfo percibió que la doncella se mostraba un tanto extrañada, por lo que trató de relajarse. Puede que no fuese humana, pero por el momento no había demostrado ser peligrosa. Tenía que aferrarse a la idea de que aquella mujer no era malévola, aunque no bajaría la guardia, poco seguro de que aquello fuese prudente.

-No, tranquila, no tienes un acento raro -indicó el soldado, forzando una leve sonrisa. No pasó por alto su advertencia de que debían salir de allí antes de que anocheciera, por lo que decidió apretar el paso para seguir a la doncella-. El bosque... ¿Puede ser peligroso de noche? En Quart de Sacre se cuentan todo tipo de historias sobre este lugar y de lo que uno se puede encontrar en él.

Su treta surtió efecto, y, tras empujar al guardia de sopetón, logró hacerlo retroceder y arrebatarle su arma. Alzó la hoja, un acero común, pero válido, y la apuntó hacia el hombre del conde. No se sentía orgulloso del engaño, pero con aquello seguramente había salvado la vida — Permitidme devolveros la gracia — dijo al villano antes de lanzarle una estocada en venganza por las suyas.

on el corazón todavía acelerado por la cercanía de la mujer y la brusquedad de la situación, Pau se apartó unos pasos para tomar aire y oteó con nervio hacia el bosque. Entonces la mujer interrumpió sus pensamientos, pidiéndole lo imposible en ese preciso instante. Suspiró y miró a la mujer, tal vez no más de un segundo hacia sus ojos, después agachó su mirada.

- Podria tornar... però no ara, més avant. És d'importància que fugim d'ací d'immediat, quan abans millor, com ja els he dit els guardies m'estan al darrere -un escalofrío subió por su espalda hasta erizar su nuca cuando la mujer aclaró sus sospechas y esta vez sí mantuvo un poco más su mirada en los ojos de esta-. Li promet que els ajudaré però si ens agafen la meua fugida no valdrà de res. Més ens cal que anem a la parròquia -miró hacia Ramir en ese momento, le costaba mucho menos hablar con el capellán que con la mujer- he de parlar amb mon pare i allí estarem segurs fins que puga tornar -echó entonces otro vistazo hacia el bosque y les hizo un gesto apremiante-. ¡Mone!

-Lo es -espetó. Daba la sensación de que querría haber dicho algo más, pero esperó unos instantes antes de volver a hablar-. Hay que tener cuidado con aquello que no se conoce. Ya habéis visto toda esa sangre y cadenas rotas, sabréis que hay que tener cuidado.

La doncella comenzó a alejarse del arrollo y emprendió de nuevo la marcha. No se había fijado en las huellas que había dejado, así que no estaba claro el motivo de su nerviosismo. Puede que fuese por las palabras de Teolfo, o puede que fuese por una puesta de Sol que todavía no había llegado.

-Creéis que... ¿podría mañana reunirme con vuestros amigos? Los que habéis mencionado antes -hablaba de forma algo temblorosa, como si sintiese un peso al decir aquellas palabras-. La mujer de los bosques.

-¡Aaaagh! -el hombre exclamó de dolor cuando el infanzón le dio la estocada.

El castillo no estaba muy lejos, y claramente Bernat era mucho más diestro en la batalla que el guardia, y más si le había arrebatado el arma, así que este comenzó a correr despavorido. 

Ahora que estaba fuera de peligro, el infanzón no tenía sitio al que ir aparentemente. Era probable que el joven Pau hubiese corrido menor suerte que él, aunque quizás se las había arreglado para escapar de las garras del conde. Como fuese, tratar de volver al castillo sería un auténtico suicidio, pero debía encontrar algún refugio y algo de ayuda para poder curar sus heridas antes de que se infectasen.

Tal y como mencionaba Pau, poco a poco se empezó a escuchar el sonido de un grupo aproximándose. Todavía se encontraban lejos, pero si abandonaban de inmediato aquel lugar comenzarían a pisarles los talones.

-El jove té raó, hi ha que anar-se de açí -comentó Don Ramir, que mientras hablaban había estado inspeccionando el terreno.

Cuando Pau mencionó a su padre, Don Ramir no pudo evitar hacer una mueca incómoda. Definitivamente en su parroquia todos guardaban secretos muy alejados de la senda del Señor.

chó a andar el joven sin más dilación, lanzando de vez en cuando miradas en la dirección desde donde llegaban las voces.

- Hem d'anar amb compte -susurró apartando unas ramas de carrasca con cuidado para ayudar a pasar sin incidentes, por un pequeño sendero oculto, al párroco y a la imponente mujer-. Aquest camí no el coneix massa gent, crec que els podrem deixar enrere si ens "perdem" per ací, no s'allunyeu de mi. 

Una vez pasaron por el estrecho camino que dejaban los arbustos espinosos, Pau comenzó a bajar por un pequeño sendero oculto por hojarasca. A penas se veía que había un camino, a menos que supieras que estaba ahí, era un camino difícil pero aparentemente seguro que bajaba por la ladera de la colina hasta el pueblo. En ocasiones el muchacho no podía evitar mirar de soslayo con curiosidad hacia la mujer, en alguna ocasión le pareció que esta se daba cuenta y reaccionaba nervioso, aunque puede que fuesen imaginaciones suyas. 

-Toda esa sangre y las cadenas... ¿Sabes qué pudo haber sucedido? -le preguntó Teolfo a la doncella, sin querer dejar pasar la oportunidad de preguntar a la mujer al respecto-. Era como si... como si estuviesen trasladando a alguien...

El soldado suspiró con alivio de que la mujer no se hubiera percatado de que él se había fijado en las huellas que estaba dejando tras de sí y que revelaban que su naturaleza no era exactamente humana.

-Sí, creo que podría convencer a Llanos de que se reuniera contigo mañana -confirmó, esperando que la mujer pudiera también decirle qué tipo de criatura era aquella misteriosa doncella-. Por cierto... ¿Alguna vez has visto unos ojos rojos entre la espesura del bosque, tan nítidos que podían verse incluso en la lejanía? -le preguntó, intrigado.