Partida Rol por web

-Me perdí después de que vuestros compañeros me indicaran el camino -mintió Teolfo, agachando la cabeza.

Al parecer había conseguido hacer creer a los soldados que verdaderamente se había perdido a causa de su incompetencia. Al guardia no le importaba mucho lo que pensaran, siempre y cuando no sospecharan de él ni de que había ido a visitar a la bruja y a la curandera. Ahora tenía que alejarse de aquellos dos cuanto antes, pues desde luego mientras estuviera frente a ellos no iba a estar seguro.

-Gracias. No daré más problemas -dijo, cuando uno de los guardias le indicó el camino de regreso al pueblo, que Teolfo decidió tomar de inmediato para alejarse de allí.

Parecía estar diciendo la verdad, pero... no acababa de estar segura.

- Y... ¿qué se supone que he de hacer? ¿acompañaros? ¿Y si mentís? - aunque tampoco tenía muchas más opciones...

- ¿De qué soldado habláis? - imaginaba de quien hablaba pero quería su confirmación - además, si me ven aparecer por el pueblo, no creo que sea bueno... - añadí.

Nada más despertar sintió como el dolor recorrió todo su cuerpo durante un momento, señal de que seguía vivo. Abrió los ojos para ver que se encontraba aún en la capilla, y que todo estaba en silencio. Los hombres del conde no estaban asaltando el lugar para arrestarlo, nadie entraba corriendo para decirle que huyera. Quiso cerrar de nuevo los ojos para intentar descansar un poco más, pero al ver que había alguien más en la estancia, trató de incorporarse.

El movimiento envió un latigazo de dolor alrededor de la zona herida, pero consiguió sentarse en la cama para comprobar que el que estaba con él era uno de los capellanes del pueblo — Em fa més mal l'orgull que el cos, pare, pero em recuperaré. Sóc Bernat Dalmau, cavaller del nostre regne — dijo, refiriéndose al de Valencia, puesto que aquellas tierras las consideraba parte de él, y no del de Castilla — ¿Quant de temps he passat al llit? ¿Ha ocorregut alguna cosa al poble? — preguntó, esperando conocer qué había sucedido durante su convalescencia.

Teolfo retomó su camino hacia el pueblo por pequeño camino. No estaba claro como los guardias del conde se habían creído sus palabras, aunque puede que, efectivamente, no le hubiesen creído, pero tendrían problemas más importantes de los que ocuparse en aquellos momentos. 

Había pasado tanto tiempo caminando y dando vueltas que ya había llegado la hora del crepúsculo. No obstante, la suerte pronto le iba a comenzar a sonreír.

Uno de los capellanes de la capilla de Sacre estaba a las afueras del pueblo, atisvando el horizonte algo apurado. Apenas ya quedaba algo de luz, así que su esfuerzo era algo inútil. Sin embargo, cuando divisó a Teolfo acercarse a Sacre por el camino, una expresión ahogada de entusiasmo recorrió su rostro.

-Vos héu de ser Don Teolfo, no? El soldat -preguntó algo temeroso al acercarse-. Soc Marc el capellà, vinc de part de dues amigues i el meu superior.

Por su exasperación en la voz, daba la sensación de que le había estado buscando toda la tarde.

-Podria acompanyar-me a la capella? -preguntó en voz baja por precaución.

-Aquel llamado Don Teolfo. Llanos y Don Ramir me contaron que fuísteis al bosque a investigar, aunque si no está contigo supongo que se perdería por otro sitio.

El muchacho parecía algo apresurado por irse. No sólo por la amenaza de la posible llegada de los guardias, sino porque aquel lugar en sí le ponía los pelos de punta.

-Hay un lugar secreto por el que podremos llegar a la capilla sin tener que acercarnos al pueblo. Vamos, hay que apresurarse.

Teolfo aún no sabía cómo le había sido posible dejar la cabaña de Llanos sin que los guardias le atacasen o le arrestasen por su posible relación con las dos mujeres huidas. Dentro de lo que cabía esperar, había tenido suerte, pues sabía que podía haberle ido mucho peor.

Al divisar al joven capellán de la capilla, el soldado sonrió, pues recordaba a Marc al haberle visto hablando con el monaguillo que había llegado a Quart de Sacre el día anterior.

-Sóc Teolfo, si -le confirmó el soldado-. ¿Leonie, Llanos i Don Ramir estan bé? D'acord, duu-me a la capella -agregó Teolfo, disponiéndose entonces a acompañar a Marc.

-No massa. Fa poc que s'ha fet de nit, però res més -respondió-. Si ja es troba en condicions de caminar, hauria de acompanyar-me. Hi ha unes persones que li estan esperant.

Quizás aquellas palabras habían sonado más inquietantes de lo que el capellán habría deseado, pero no parecía que hubiese peligro. El lugar al que le condujo no era al exterior, donde podrían estar esperándole los guardias, sino a una pequeña trampilla que había en otra habitación de la iglesia. 

-Tranquil, és un lloc segur.

Descendieron hasta una misteriosa y amplia cámara subterránea. El ambiente viciado y cerrado imperaba, y olía un poco a humedad, pero quizás era el mejor escondite que podían ofrecer en aquellos momentos. Cerca del acceso al nivel superior había una puerta que conducía a una habitación, la cual Don Ramir abrió de inmediato.

Al cabo de un rato de la marcha de Don Claudio Parra, la puerta se abrió de nuevo y allí estaba Don Ramir, pero junto a él se encontraba también Don Bernat Dalmau con un aspecto un tanto maltrecho, con varios vendajes. 

-Bé, crec que alguns de vosaltres ja vós conegueu -dijo el capellán-. Seu. Espere que Marc no tarde massa en trobar a la resta.

- Está bien, iré con vos, espero que no me traicionéis, después de todo ya sabes lo que dicen de las "brujas" ¿no? - dije guiñándole un ojo.

Así que con cuidado de que no hubiese nadie cerca vigilando, caminé tras él, esperaba que confiar en su palabra no me llevase directa a una trampa...

Frunció el ceño ante el secretismo del capellán, y se aseguró de llevar la espada con él a donde fuera que lo estuviera llevando. Aquella arma era su seguro de vida en esos momentos en los que los hombres del conde debían de estar tras él, y aunque dudaba de que fuera a encontrarse problemas durante la noche, todavía no acababa de confiar en nadie, por lo que se esperaba lo peor.

Pero la sorpresa fue sincera cuando vio que el hombre lo llevaba bajo tierra, y más lo fue aún al ver como por otra puerta distinta aparecía de nuevo Ramir, junto a dos personas que no pensaba encontrar allí — ¡Pau! — exclamó, sin poder contenerse — Ya vos feia a les garjoles del de Munter. ¿Com haveu escapat? — preguntó al joven.

La otra persona era aquella mujer que habían visto ser arrestada por los guardias el dia anterior. Se puso derecho al verla, teniendo que llevarse una mano a los vendajes del costado al sentir un tirón en la zona — A vos també vos feia entre barrots, o alguna cosa pitjor.

Aante la mujer se mostró más suspicaz, no atreviéndose tampoco a inquirir más de la cuenta, por el momento — ¿Encara falta més gent? ¿Qué es açò? — se dirigió ahora al viejo capellán.

Llanos apretó la mandíbula ante las palabras del Capellán. Confiaba en la iglesia católica tanto como confiaba en su padre, o en cualquiera que no fuera ella misma. Así pues, ante la mención del bebé sólo pudo asentir quedamente, determinada a no dejarse engañar con falsas promesas. Al fin y al cabo, la iglesa sustentaba a la monarquía y al sistema mismo que les habían conducido a esta situación.

Al poco tiempo, su padre apareció con un caballero de aspecto miserable, lleno de vendajes y heridas, y Llanos torció la mueca que había sostenido en su boca.

A vos també vos feia entre barrots, o alguna cosa pitjor.

-Et conec? -Le preguntó a bocajarro, mientras se levantaba para observar las magulladuras del caballero, no sin cierto desprecio-. Qui és, pare? -Se volvió entonces hacia el cura, enarcando una ceja- Un amic del compte?

ientras el joven Pau preparaba su escribanía Don Claudio apareció. El goliardo acercándose a su padre  le dedicó una sonrisa aliviada, la paz que el párroco le transmitía se hacía visible y solo tornó su gesto en una mueca de gravedad cuando los puso al día.

- Gràcies pare.

Recogió el lacre y escuchó lo que les dijo, la curiosidad y la preocupación se avivó en el joven. Fue cuando el caballero apareció en la estancia que se confirmaron sus sospechas y se acercó con un trotecillo nervioso hasta él.

- ¡Bernat! Quin goig fa veure'l d'una peça, -dijo primero y luego se arrepintió de inmediato al analizar la situación- vull dir... Sencer, encara que estiga ferit... bò... que me'n alegre -terminó con nervio, enrojeciendo ligeramente, esperó a que hablase la mujer y negó ligeramente con la cabeza-. No, és el meu company de viatge. ¿C-com he escapat jo, i vosté? En quan vaig veure el que el compte amagava em vaig imaginar el pitjor. ¿Recordes l'olor? Feia molta mala olor, allà. Vaig trobar un plànols sospitosos la nit anterior -explicó en general-. Com que a la biblioteca no trobava res de bò vaig haver de despistar al vigilant que m'havien ficat i pegant una volta pels passadissos vaig trobar la porta que baixava a la masmorra. Bernat... -el gesto del joven se descompuso por un instante mirando durante un segundo al caballero- He vist una bèstia... El compte la reté allà i al fill d'aquesta dona, vaig intentar... treure'l, al xiquet, però no vaig poder.

Se notaba que el joven goliardo se sentía muy responsable por aquello, con la adrenalina del momento no había tenido ni un solo segundo para pensar en aquello y ahora se agolpaba todo en sus sienes. Agachó la mirada y musitó hacia la mujer.

- Ho sent. 

El tiempo transcurrió y comenzó a hacerse de noche en Quart de Sacre. Aquella tarde, la bruja Llanos, el goliardo Pau y el infanzón Don Bernat habían llegado a la capilla de Sacre. No obstante, no estaban todos los presentes todavía, así que Marc que capellán fue enviado a las lindes del bosque a buscar a los dos últimos miembros de la pequeña expedición que faltaban.

Habían desaparecido misteriosamente en el bosque aquella mañana, pero por suerte comenzaron a aparecer. Primero Marc regresó con Leonnie, que la había encontrado merodeando por la cabaña de Llanos, y después se encontró con Teolfo a la salida del pueblo. Ambos fueron llevados a la capilla, donde estarían a salvo de los guardias del Conde. Al llegar, les condujeron a una trampilla que había en una de las salas anexas a la nave central. Conducía a una galería subterránea, algo angosta y pobremente iluminada, pero probablemente más segura que permanecer en la superficie. Parecía extenderse por un largo túnel, y en sus laterales se podían observar algunas puertas. Por una de estas Marc les ofreció entrar y dentro se encontraba el resto del grupo.

Una vez estuvieron los cinco reunidos, los capellanes Don Ramir y Don Claudio entraron de nuevo en la sala para hablar de lo que iban a hacer a continuación. 

-Diria que excepte Teolfo, tots esteu sent buscats pels guàrdies del comte, així que el millor és que romangueu aquí ocults de moment -dijo Don Claudio-. Menys Teolfo clar, encara que m'agradaría que tinguerem tots una xicoteta reuniò. 

El hombre carraspeó y miró a las personas que tenía a su alrededor con cierta preocupación. Él no había estado con ellos aquella mañana, pero las historias que le habían llegado eran bastante alarmantes.

-Tres de vosaltres vau anar a bosc amb Don Ramir, i vosaltres dos -dijo girándose hacia Pau y Bernat-, vau estar dins del castell. Fa temps que sospitem que el comte no era digne de confiança, però sembla que heu descobert que l'assumpte és molt pitjor del que semblava. Serà millor que posem en comú el que heu vist.

Tienes 30 en total de Medicina, así que con un 44 no la sacas. para tirar en Aquelarre simplemente hay que sacar menos que lo que tienes en la habilidad.

A la mujer no pareció gustarle encontrarlo allí, a juzgar por el tono de su voz — Ahir, a la plaça del poble — recordó Bernat — Quan els homes del comte se us van portar... — empezó a decir, pero pronto el entusiasmo de Pau acaparó su atención.

— ¿Una bèstia? ¿I un xiquet? ¿El seu? — de no conocer al joven monje y saber que tanto su palabra como su ingenio eran de confianza, ahora mismo estaría pensando que en vez en en las mazmorras donde se había colado Pau era en la bodega del vino — Però... ¿Com haveu pogut escapar del castell? A mí el comte va intentar assassinarme durant la cacería, quan no va aconseguir treure'm el motiu de la nostra arribada ací. Encara que primer es va decidir per empresonarme, i tan sols va canviar d'opinió quan al bosc es va escoltar el rugit... d'una bèstia — dijo  mirando a Pau, viendo que la veracidad de su relato aumentaba — El cas es que el comte va tornar corrents al castell, i va deixar un dels seus homes per a que acabara amb mí, que estava desarmat. Va aconseguir escometre'm — señaló sus heridas — pero li vaig furtar l'arma i va fugir. Després vaig tornar al poble, refugiant-me a la capella fins ara.

No pasó mucho tiempo hasta que los capellanes regresaron con otras dos personas, una de ellas el guardia Teolfo, viejo conocido. Sabiendo de su opinión sobre el conde y sobre lo que estaba sucediendo en Quart de Sacre, no le extrañó ver que los religiosos habían decidido confiar en él. Aunque no sin cierta desconfianza, el caballero relató a los capellanes lo mismo que había contado a Pau y la mujer. No era mucho, pero esperaba que con lo que contaran los demás, pudieran arrojar algo de luz en aquella sombría historia.

 abía permanecido en silencio lo suficiente, necesitaban saber qué hacía el conde. Asintió hacia el caballero Dalmau y procedió a explicarse.

- No va ser fàcil, per sort trobí una porta cap a l'exterior que donava al bosc. No sé encara com vaig tenir tanta sort si m'haveren atrapat be podria ser el meu final -escuchó el relato de su compañero de viaje absolutamente horrorizado-. Sort que vas poder desfer-te d'ells. Espere que es recupere pronte.

Miró de soslayo a la mujer que los acompañaba, parecía que seguía sin fiarse de ellos. No tardaron en llegar el resto y Pau se sintió cohibido, se sentó un poco más apartado del grupo, el el taburete que había colocado al lado del pequeño escritorio que había aseado hacía escasos instantes para su propio uso. Atendió a Don Claudio pero no quería hablar primero, se encontraba nervioso, había demasiada gente y el joven los miraba furtivamente.

- J-jo crec... crec que vaig trobar alguna cosa... però... -miró un momento a la otra mujer que habían visto detener en el pueblo- ¿Se encuentra usted también bien? ¿Por qué quería el conde encerrarlas, lo saben? 

Preguntó a las mujeres, aunque evitaba el contacto visual con ellas en todo momento. Realmente su cabeza empezaba a hilar la poca información que tenía y se hacía una idea, pero quería saber antes si ellas tenían algo de luz que aportar sobre el asunto para evitar conclusiones incorrectas.