Partida Rol por web

L cantar de los monjes seguía su curso mientras Pau seguía de cerca los pasos ligeros de su padre.

- ¿Com una visita inesperada?

Aquello intrigó a la joven, que se mantuvo encapuchada hasta llegar a la estancia donde se encontró a su amiga de la infancia. Pau abrió mucho los ojos y miró confusa a Don Claudio, para luego mirar con una ligera sonrisa de mejillas enrojecidas a Lluisa.

- Lluisa, quant de temps -dijo tímida, contenida como siempre había sido, tal vez quizá un poco más aunque su disfraz ocultaba también todo lo que pudiese recordar cualquier forma femenina o amaneramiento y casi podía parecer un completo desconocido, no lo era-. ¿Com...? -comenzó diciendo, sin embargo el tropel de preguntas la interrumpió y se dedicó a observarla disimuladamente, no le gustaba el estado en el que se veía su vieja amiga. Sacó un pañuelo de su bolsillo para tendérselo.- Lluisa per favor et demane que no em parles de vosté, tenim confiança. ¿D'acord? -sonrió de forma tranquila y dulce antes de continuar- El meu estudi ha anat molt be aquestos anys, estic millorant a tot, gràcies per preguntar -se moría de ganas de darle un abrazo a su amiga, pero probablemente también moriría de la vergüenza así que se quedó plantada alli con tranquilidad-. Son tots molt amables amb mi, no em puc queixar, clar que ningú sap... bò el meu mestre sí, però és l'unic. He vingut amb un precís encàrrec per a ell. ¿Estàs be Lluisa? No fas bona cara.

Miró de soslayo a su padre preguntándose si las dejaría a solas o les diría alguna cosa más.

Don Claudio sonrió y se alejó unos pasos hacia la puerta. No ya por dejarlas solas, sino porque además tenía tareas que hacer. Antes de salir, miró a Pau consternado, indicándole que cuanto antes supieran de la situación en la que se encontraban, mejor.

-Vos deixe soles -dijo antes de salir por la puerta.

-M'alegre de que tot t'hi vagi bé, ja sabeu, vos parle de vostè perquè ara aneu a ser una eminència, vostra "universitat".- (ginyo, ginyo.... xD) Luisa siguió con la mirada como salía Don Claudio y cuando cerró la puerta fijó sus ojos con los de su amiga. -Pau no estic bé, he passat un calvari perquè hi vaig fer coses malament, ara caldrà que em rescindeixi de tot el que obrat erròniament.- se retiró de la cara un mechón más blanco  que el resto para intentar calmarse agachando la cabeza -Sempre t'he contat tot en la nostra infantesa, ara no sé si podré perquè tinc por a que ja no em vulguis- con la voz temblorosa y volviendo a levantar el rostro hacia el de su "hermano" continuó -En el meu viatge aplegui a un poble del nord del nostre regne, tenia molta fam perquè en l'anterior convent no hi havia que posar-se a la boca i... Allí hi havia una dona que em va oferir pa i carn si furtava en casa d'un home. Si, hi vaig furtar però amb tanta mala sort que el home hi era en casa i em va fer una ganivetada, així que quan la dona em va trobar em va donar una muntunada de colps i em va dur al barber. Em vaig quedar inconscient i quan vaig despertar la Senyora Carmensina m'havia salvat però li devia una fortuna que tindria que pagar-li furtant per ací, enganyant per allà, fent mal a algú... junt als membres de la seua banda “Els nois-rotjos”. Fa un mes que vaig fugir i he tardat tant perque els he anat despistant, valga’m Déu- la chica suspiró, por fin se lo había contado a alguien, se sentía más liberada -I ara he aplegat ací i pareix que hi teniu una ben grossa muntada, que ha passat, Pau?

Teolfo sabía que debía cuidar las respuestas que le diera al capitán, pues ahora mismo no solo su empleo, sino también su vida y la de su familia estaban pendientes de un hilo.

-Sabía que la bruja Llanos había escapado, y conocía bien donde se encontraba su casa, así que pensé... Pensé en encontrarla por mi propia cuenta y riesgo. Supongo que pensé que el mejor lugar desde el que comenzar a buscarla era su cabaña -mintió el soldado, procediendo a inventarse lo que había hecho la noche anterior-. Encontré un rastro cerca de la cabaña de la bruja y decidí seguirlo bosque a través, pero fuera de quien fuera, me perdí y me topé con dos de sus hombres. Al final terminé cansándome, volví de nuevo a la cabaña para descartar que la bruja pudiera haber vuelto a su cabaña y después me marché a casa. Es todo.

El capitán sonrió con su roída dentadura y escupió al suelo.

-Bonita historia; qué lástima que no cuadre demasiado con lo que mis soldados me contaron ayer, o con lo que un soldado en sus cabales haría en su jornada libre -dijo mientras miraba a Teolfo con desprecio.

Aquel hombre rara vez sonreía, o al menos Teolfo rara vez le había visto así de "alegre", así que lo más probable es que en realidad estuviese furioso y deseoso de descargar su ira sobre el soldado. 

-Vais a venir conmigo, por las buenas o por las malas, y las malas incluye a tus padres marchando directos a los cepos del castillo, así que la decisión es vuestra.

Mientras el capitán hablaba, Teolfo no pudo evitar fijarse en algo que asomaba levemente por una de las callejuelas detrás de él. Parecían dos soldados ocultos, o puede que más. Estaban bien escondidos, pero la vista de Teolfo había sido más aguda que su argucia. 

Aquél túnel se le hizo eterno, el complejo subterráneo era mucho más grande de lo que había podido preveer. Era evidente que había sido excavado, lo que debía de haber supuesto un esfuerzo monumental, pero, ¿Qué podía haber llevado a aquello? Parecía haber todo un sistema de túneles y corredores, aparte del que estaban recorriendo.  ¿Qué puntos conectaba y por qué? ¿Acaso toda la tierra bajo la aldea había sido horadada?

Respiró con alivio al salir de nuevo al exterior. Adentrarse de nuevo en el bosque no le hacía demasiada gracia, pero seguía siendo mejor que acabar en la mazmorra del Conde.

Miró a ambas mujeres, expectante — Bé, vos sou la que va vore aquest cavaller. ¿Per on podem trobar-lo? — preguntó a Leonnie, antes de mirar a Llanos — Us desitge sort en la vostra tasca, senyora. Si necessiteu qualsevol cosa... — no era muy caballeroso dejar a una mujer sola ante tamaña prueba, pero se notaba que al menos tenía carácter y determinación.

El grupo se detuvo en cuanto pudieron divisar de nuevo bajo el cielo, pero la determinación de Llanos era firme y apenas ralentizó sus pasos un instante para que sus ojos se acostumbraran a la luz del sol. 

 Us desitge sort en la vostra tasca, senyora. Si necessiteu qualsevol cosa... 

La bruja le respondió con una mirada de desprecio. Le costaba sacudirse la idea de que eran los caballeros, nobles y su casta la que habían creado el problema en una primera instancia. Así pues, no medió palabra con nadie antes de reaunar su camino.

Llanos juraría que nunca había visto a aquella criatura, ¿o quizás sí? Eran muchas las bestias y seres extraños los que moraban entre aquellos oscuros árboles. Ella había llegado a ver algunos, a veces de forma necesaria para conseguir los componentes de sus hechicerías, pero siempre eran tímidos y esquivos. Otros de naturaleza más tenebrosa era mejor evitarlos, sin duda. 

No tenía muy claro dónde encontrarla; Teolfo contó que la había visto en lo profundo del bosque, pero eso podía ser cualquier parte. Quizás su maestra, antes de morir, le hubiese enseñado a Llanos algún conocimiento más teórico sobre las lamias que le ayudase a encontrarla. No eran simples mujeres con patas de oca que se dedicaban a arrastrar a pueblerinos ignorantes a su perdición. Debía haber algo más...

Teolfo sabía que estaba contra la espada y la pared. Había jugado con fuego y había terminado quemándose, y ahora no solo su vida pendía de un hilo, sino también la de sus padres. No podía enfrentarse a Álvarez si quería conservar la vida, y por ello no dudó en accder a la petición del capitán.

-Por supuesto, señor. Iré con vos al castillo -decidió, en un tono que trató de aparentar tranquilidad-. Si hay algo en lo que pueda ayudar al conde con respecto a la fuga producida, lo haré. Pero mis padres no tienen nada que ver con esto -declaró, mirando a Álvarez con gravedad-. Os sigo. No serán necesarios esos soldados -señaló con un gesto de cabeza hacia la callejuela, indicando al capitán que estaba viendo a los hombres que había traído.

El capitán volvió a sonreír de forma sarcástica cuando el soldado le señaló a los soldados ocultos. Sabía que él no era tan necio como los otros. Les hizo un gesto para que saliera y todos comenzaron la marcha por las callejuelas del pueblo. Teolfo pensó que lo llevarían al castillo como en los otros casos, pero en su lugar, el capitán Álvarez prefirió llevarlo a un edificio del pueblo conocido como La casa de los almogávares.

Los almogávares eran un grupo de aguerridos guerreros que, junto con los soldados profesionales como Teolfo, eran la defensa principal del pueblo. Eran pagados por el barón de Lliçana, pero todos murieron junto a él durante la batalla en la que Sacre fue tomada por el conde. Aquel lugar era donde los almogávares vivían y encerraban a sus prisioneros, pero tras su desaparición, la casa se había quedado deshabitada. No obstante, el conde no tardó en reformarla para convertirla en la sede principal de los guardias dentro del pueblo. El castillo estaba algo lejos, así que era necesario un pequeño cuartel provisional para tener algo más controlado Quart de Sacre.

Teolfo había ido allí numerosas veces para recibir instrucciones, pero ahora entraba como un prisionero. Un hedor insoportable parecía venir de las celdas, donde había dos presos atrapados por grilletes desde las manos en un estado deplorable. No debían estar mucho tiempo allí, pero sí parecían haber sido torturados.

Nada más entrar, el capitán le puso unos grilletes a Teolfo y le cedió una silla para que se sentase. Álvarez y los otros guardias se colocaron delante de él. Por desgracia para Teolfo, ninguno de ellos era uno de sus viejos compañeros; todos eran fieles al conde.

-No os preocupéis Teolfo, esto no es más que un mero asunto de protocolo -comentaba el capitán-. El conde se ha empezado a cansar de tantas visitas sorpresa y tantos espías fisgando en su castillo, así que hemos tomado medidas drásticas. Anoche detuvimos a unos cuantos sospechosos, pero parece que no quieren hablar, así que el siguiente sospechoso en la lista eres tú.

El capitán se colocó unos guantes de cuero y se dirigió a una pequeña chimenea que había en un extremo de la sala. De las brasas sacó un largo hierro candente que brillaba en un fulgor al rojo vivo.

-No negaré que me he divertido bastante interrogando a esos dos de ahí, pero tú eres un soldado del pueblo, así que te concederé un poco más de margen para confesar. Sois un muchacho inteligente, así que imagino que no querréis ver a vuestros padres en esta situación, y ellos no vendrán aquí, te lo aseguro; irán al castillo del conde, donde las cosas serán un poco menos ortodoxas. 

El capitán escupió al suelo antes de continuar. Los otros guardias esperaban con una sonrisa sádica. 

-Comencemos: ¿ayer estuviste merodeando en el bosque junto a todos esos espías y fugitivos? porque estuvisteis todos en el mismo lugar, casualmente.

 uando su amiga, a la que hacía tanto que no veía, se puso a hablarle de esa forma a pesar de saber en el fondo que solo estaba bromeando, Pau abrió mucho los ojos y enrojeció de inmediato.

- O-oh, no, no, jo... no has de... N-no cal -explicó atropelladamente- de veres.

Don Claudio no tardó en marcharse y dejarlas a solas. Pau quería sentirse cómoda como siempre se había sentido con su amiga, pero había pasado tiempo y situaciones entre medias que levantaban una pequeña barrera que habría que reaprender a traspasar. Escuchó a su amiga observándola atentamente, prestando especial atención. Hubo algo de lo que dijo que atacó directamente a su pecho.

- No digues això Lluisa, no sóc jo qui ha de perdonar els teus pecats sino el Nostre Senyor i no crec que hi hagués res que no se't podera perdonar, qui sóc jo per anar contra els dogmes de la nostra fe -sonrió con calma-. No hi hauria res que fera decaure la meua estima, amiga.

Y así lo sentía, tendrían que ponerse al día, como trataba de hacer su amiga de la infancia, pero eso no iba a impedir que Pau dejase de tenerla en cuenta o quererla como lo había hecho hasta entonces a pesar del distanciamiento. Entonces comenzó a explicar el calvario por el que había pasado y el rostro tranquilo de Pau se tornó en preocupación.

- Has de confiar amb el pare Lluisa -dijo refiriéndose a Don Claudio, aquel que era como su propio padre, el único al que conocía- ell t'ajudarà a amagar-te si cal i t'expiara les culpes. Has de recuperarte i agafar forces -añadió con total convicción- em tens per al que necessites. Ho saps, veritat? -Entonces llegó su turno y suspiró negando con la cabeza- La guerra fent camí i fent mal allà per on passa... El nou compte de Sacre és... Com dir-ho? No és de bona ralea. Ha desaparegut gent Lluisa, planeja alguna cosa i té segrestat al xiquet de la Llanos. És una dona del poble, bruixa, diuen, no sé... És greu... -pareció preocuparse más todavía cuando agachó su mirada y se retorció las manos- He vist... té... té tancada una bèstia al castell -la miró finalmente tragando saliva, en sus ojos se veía el terror-. No una bèstia qualsevol Lluisa... La Bèstia.

Caminé junto a ellos intentando recordar el lugar, así que más o menos claro por donde ir. 

- Si mi memoria no me engaña, deberíamos ir hacia el oeste, hasta llegar a unas ruinas a las afueras, ahí deberíamos encontrarlo...

Esperaba dar con el caballero, me había creado mucha curiosidad su persona, no se conocía a alguien así todos los días... Así que me esforzaria en encontrarlo, incluso podría intentar aquel hechizo,  así me aseguraría ir al lugar correcto. Sí, cuando estuviésemos más cerca si aún no había dado señales, lo intentaría.

Aunque pensándolo bien... ¿por qué esperar?

Toqué el anillo mientras pensaba en el lugar y... nada, había fallado.

Maldición.

Así que continué caminando como si nada hubiese sucedido.

Tras separarse de Llanos, Bernat y Leonnie atravesaron el bosque por el oeste, siguiendo de cerca el camino. Era preferible no ir por él directamente, ya que muy probablemente habría guardias buscándoles.

Aquel era el camino que Leonnie había recorrido años atrás, cuando llegó a Sacre por primera vez. Si se seguía por allí, se llegaría fácilmente al Camino Real que conduciría a Toledo. No obstante, ellos se dirigían a la ruinosa torre que se localizaba a las afueras del término. Originalmente fue una torre andalusí, reconvertida en granero después, y finalmente convertida en una mera ruina del paisaje donde a veces se refugiaban bandidos y otros individuos de intenciones no menos perversas. No obstante aquella vez estaba siendo ocupada por el misterioso Don Diego de Villalba, caballero de la Orden de Santiago que había viajado a aquel lugar por razones desconocidas.

Leonnie había tratado de averiguar si realmente estaba allí mediante un hechizo, pero le habían fallado las fuerzas, así que sólo contaría con la palabra de aquel noble caballero de que se encontraría allí.

Se acercaron a la torre, que parecía bastante desolada. Al principio no había signos de la presencia del caballero, al menos aparentemente, pero cuando ya estaban cerca de la entrada oyeron pasos en su interior.

-Alto ahí -se escuchó desde el interior.

Desde lo alto de la torre se pudo ver como se asomaba un arco corto apuntando hacia Bernat y Leonnie, aunque cuando el hombre que lo portaba se fijó en quienes eran, lo retiró de inmediato y bajó por la torre. Al cabo de unos instantes, la puerta atrancada se abrió y Don Diego les recibió en su improvisada morada. Parecía que se había recuperado bastante bien de las heridas que presentaba ayer.

-Alabado sea Dios porque habéis podido venir de una pieza. Los hombres del conde pasaron por aquí, pero en ningún momento me descubrieron.

Se fijó entonces en Bernat, bajando la cabeza a modo de saludo.

-Soy Don Diego de Villalba, caballero de la sagrada Orden de Santiago -dijo presentándose-. Espero que podamos entendernos para hacer frente a este enemigo común.

Les dejó paso al interior. La estancia estaba casi vacía, así que era de esperar que las pertenencias que hubiese traído estuviesen en el nivel superior por mayor seguridad. Subieron a lo lato de la torre y allí encontraron un lecho de paja improvisado, un gran morral con víveres y utensilios útiles y una gran cruz que había colgado en uno de los laterales. 

-Bien, ¿Qué podéis contarme de vuestro grupo? Espero que esté en mejor situación que yo; mucho me temo que el compañero del que os hablé no haya sobrevivido a su estancia en el castillo.

Siguió en silencio a la mujer castellana a través del bosque hasta que pudo divisar la vieja torre en la que debía de esperarles el caballero. El grito de aviso que les dio al acercarse a las ruinas no hicieron sino confirmarlo. Por suerte, parecía estar a buenas con Leonnie.

— Y yo soy Bernat Dalmau, caballero al servicio del rey Pedro III de Aragón y Valencia, y conde de Barcelona — respondió al saludo de don Diego — Entiendo por enemigo común que os referís al conde de Munter... Él es la razón de que yo también me encuentre herido, así que podéis contar con mi ayuda.

Entró en la torre y subió al primer piso detrás del de Santiago, parándose un momento a observar las precarias condiciones en las que el ilustre caballero debía verse obligado a vivir por el momento.

— Temo traeros malas noticias, pues si vuestro compañero se llamaba Rodrigo Ruiz de Villegas, el propio conde me mostró que le había cortado un dedo, seguramente como parte de una tortura mayor. Según el conde, estaba investigando algo cuando fue descubierto. Temo que ya no se encuentre entre los vivos, señor.

Así que había un enlace, aunque para mala suerte ya no estaba entre nosotros.

- Siento venir en estas condiciones tan desagradables, ojalá no fuese así, pero en estos tiempos que corren debemos permanecer unidos ante la adversidad - me sorprendí a mi misma con mis palabras - ¿podríamos hablar los tres juntos acerca de los acontecimientos venideros?

Esperaba que nos dejase entrar, pues esperaba que se uniese a nuestra causa, después de todo, el enemigo era común...

Cuando Teolfo vio que el capitán Álvarez y sus hombres no estaban llevándole al castillo, sino que le condujeron hasta el edificio conocido como La casa de los almogávares, comenzó a temerse lo peor. Estaba seguro de que Álvarez no dudaría en utilizar los métodos que fueran necesarios para conseguir hacerle hablar.

Cuando Álvarez le puso los grilletes, supo que la situación no iba a terminar bien. El soldado comenzaba a pensar en si no debía comenzar a confesar todo cuanto sabía. Puede que su vida dependiera de ello.

-Escuche, capitán, no es necesario que lleguemos a esos extremos -le dijo a Álvarez, con un gran nerviosismo en su voz, cuando este llegó a mencionar que sus padres se verían en aquella misma situación si él no hablaba-. Sí, claro que estuve merodeando por el bosque, pero puedo asegurarle de que no sé de qué espías me está hablando. Por lo que sé, las únicas que estuvieron en ese bosque fueron las dos brujas que huyeron del castillo del conde -Teolfo prefirió eludir la mención de Don Ramir, pues sabía que era el único que podía cobijar a Leonnie y Llanos en esos instantes-. Escuché a sus hombres hablar sobre un joven religioso al que estaban persiguiendo por el bosque. No me lo crucé en ningún momento, pero creo saber a quien se refiere porque ese mismo joven acudió a visitar al conde en el día anterior.

La chica escuchó atentamente a Pau, le había dado un sabio consejo como siempre hacía, parecía que el tiempo no hubiese pasado en cuanto a su dinámica en la relación familiar que tenían, aunque en el fondo de su ser supiese que muchas cosas habían cambiado también sentía que los cimientos de su amistad estaban aún ahí.

-Així que la guerra està també ací, creia que en aquesta vil·la de camperols no hi aplegaria, va a ser dur aguantar quan els hòmens no puguin llaurar la terra...- cuando su “hermano” habló del nuevo conde enmudeció escuchando atentamente cada palabra – Què dius? Cóm que fa desaparèixer a la gent? He escoltat de “manaors” que hi fan d’eixes coses però mai hagués pensat que hi passaria ací! I ja lo de furtar nadons de les mares és terrible, criar-se sense la teua família es dur per molt que hi trobes una que t’estimés, si no sap que l’han furtat... Potser pensi que sa mare no el volia de veres...- se le hizo un nudo en la garganta, se quedó pensando en sus progenitores mientras veía los ojos que la observaban, aunque la hubiesen querido en el convento, siempre tendría en el corazón la espinita del porqué de su abandono siendo un bebé - Cal que fem alguna cosa per eixe nadó i eixa dona…- cuando estaba diciendo esas últimas palabras escuchó la voz de Pau y en sus ojos dislumbró algo que no quería creer – Cóm que La Bèstia? De veres? En aquest poble? No potser, no, de ninguna de les formes… Aquesta és una terra consagrada a nostre Senyor!- de repente una luz se encendió en su corazón, su razón viajó hasta su alma y algo se le apareció en la mente firmemente - Ja ho tinc Pau, ja sé perquè hi soc de nou ací… Nostre Senyor m’ha enviat per a ajudar-vos en el que hi faci falta, el Pare Celestial escolta les vostres supliques i vol que hi faci alguna cosa en el problema que hi teniu ací, sé que ens està parlant i ens donarà una senyal per a obrar en el seu camí inescrutable…

Ahí estaba toda la verdad, Dios había hecho que descendiese en el mal camino para que pudiese distinguir el bien del mal, para que aprendiese como luchar contra los elementos que ahora azotaban todo lo que alguna vez le había proporcionado paz y amor. ¿Cómo si no había pasado todo aquello? Dios no jugaba con los hombres y mujeres, solo les enseñaba a sufrir para aprender sobre la felicidad y luchasen por conservarla.

El caballero bajó la cabeza molesto. No parecía nublado por la tristeza, pues probablemente no habría sido el primer compañero que perdía tras un sinfín de campañas peligrosas, y más con una guerra recién terminada.

-Descanse en paz, joven Rodrigo -dijo para sí mismo-. Demasiado joven para este cometido. Tendría que haber contado con alguien con más experiencia de la Hermandad. 

El caballero no mostró molestia alguna cuando Bernat aclaró su procedencia. Tampoco era algo aparentemente extraño, pues la Orden de Santiago trabajaba en la mayoría de reinos peninsulares. 

Cuando Leonnie propuso hablar de los siguientes pasos, el caballero se sentó en el lecho que había improvisado. Parecía que todavía le dolía el brazo tras el ataque de ayer y prefería mantenerlo apoyado. 

-Los acontecimientos venideros, mi señora rescatadora, es que tarde o temprano tendremos que enfrentar al conde. Vinimos a investigar al conde por si tenía asuntos turbios, y me parece que encontramos más de lo que podría abarcar. Sin embargo, en el bosque mora una oscuridad igual o peor que él, que es lo que me atacó -dijo frotándose el brazo-. Llevo muchos años combatiendo estas amenazas en nombre de Dios, pero en este caso me vi superado. 

Guardó silencio unos intantes antes de continuar.

-Más de mis hombres no tardarán en venir, pues anoche pude enviar una misiva, pero para entonces podría ser demasiado tarde. Necesitaré a hombres capacitados para esta misión; hombres de Dios. Si queréis enfrentar al conde como yo, permitid que absuela vuestros pecados -dijo mientras sacaba una cruz de hierro de su bolsillo-. Una vez estéis limpios, podremos empezar a obrar de verdad.