Partida Rol por web

La hermana se merecía un buen descanso tras lo ocurrido, no sería él quien interrumpiera un sueño bien ganado. Prefería aprovechar para resolver algunos detalles que había observado en el combate contra Schaudaron y los muertos.

Estaba convencido de necesitar otra espada en la zurda, estaba bastante acostumbrado a usar ambas manos para pelear, podía manejarse contra espada en la siniestra, reservando la daga para otras ocasiones. Los centímetros extra del arma podían resultar muy útiles.

Pero contra los muertos las armas de filo habían fallado. Un buen garrote o porra habría ido a las maravillas, pero no podía sacarse una de la manga como los feriantes y "mágicamente" empezar a destruir no muertos. Una buena maza ligera pero sólida le habría venido a las mil maravillas y sabía perfectamente como poder conseguir.

A diferencia de otras ocasiones se acerco a Balaena intentando no ser tan sigiloso como de costumbre. Ya le había dado un susto a Lynn y prefería no hacer lo mismo con la herrera, era capaz de tirarle el yunque a la cabeza en un arrebato.

-Yo sí lo creo. Quiero decir, la historia no, aunque es una bonita leyenda. En lo que sí creo es el amor verdadero -dijo mientras acariciaba la cabeza de Gabby.

Gabby sonrió como una niña.

—Ojalá hubiera más gente como tú, Leliana, que llevase un poco de amor verdadero a todos los corazones. Me resulta difícil imaginar a alguien que venga a ti y que no se vaya más feliz que cuando vino —Gabby miró en dirección a los niños—. Me sentiría dichosa de dedicar mi vida a un objetivo tan hermoso como ese.

A modo de agradecimiento, Leliana sonrió.

—Hago lo que puedo... —admitió mientras se colgaba de nuevo el laúd a la espalda—. Pero no tengo super poderes especiales para conseguirlo. Nadie te quita a ti de hacerlo también si es lo que quieres.

Gabby le devolvió la sonrisa a Leliana.

—Eso haré. Gracias por la canción, Leliana. Que el Hacedor esté contigo.

Después se volvió hacia su hermano.

—¿Volvemos al campamento? Tendría que hablar con Dreren.

Encontraste a Balaena junto al fuego, asegurándose de que lo que íbais a comer aquella noche no se quemara. Fuera lo que fuera, Lynn tenía razón: olía que alimentaba.

Conforme te acercabas llegó un momento en que pareció oírte y volvió la cabeza para ver quién eras.Te percataste de que no tenía cara de muchos amigos, pero al menos no te había tirado el cazo a la cabeza (el yunke le quedaba demasiado lejos)

Para cuando llegaste, te observaba de arriba abajo con una mezcla de curiosidad y extrañeza. Es decir, más bien lo que observaba debía ser la colección de desgarrones en la ropa, polvo, y manchas de sangre que llevabas encima. Al final se te quedó mirando.

—Estás horrible.

No lo había dicho con hostilidad, pero tampoco lo adornó.

No lo ponía en duda, pero jamás se había preocupado por su aspecto y en ese momento tampoco pensaba hacerlo. Algo más tarde ya intentaría asearse y ver que podía hacer con la sangre.

Lo que Gabrielle pudiera haber contado era un misterio. Y puede que no ayudara a mejorar la opinión que tuviera de él. Aquello no era la mejor manera de acabar un día horrendo, pero no podía hacer nada al respecto.

- He estado peor, pero ahora necesito la pericia de un herrero, no me vendrían mal un par de suministros. -

- La mezcla estará bien.

 Lo cierto es que es un momento dificil para seguir adelante, tanto para verder como para comprar. - Asintió a sus declaraciones con la mayor empatía que podía demostrar y también para sugerir que sería un mal negocio ponerle un precio demasiado alto a aquellos pasteles. Haía leído que el regateo era una forma habitual de hacerse con bienes en el exterior, era el momento de intentarlo con toda la naturalidad del mundo...en cualquier caso, era su primera vez. No estaba nervioso para serlo.

 - Quizás pueda innovar y hacerse un nombre aprovechando las circunstancias - recomendó como si fuera una gran idea - Dulces típicos de Lothering, el lugar que más rápido y con más ánimo se ha recuperado de la Ruina.

 No me importaría recomendarle en las paradas que haga en mi largo camino. - Sugirió, en efecto, le esperaba un camino más largo del que esperaba en un principio.

 Claro que...aquellas recomendaciones podían tener un precio....

No veo diplomacia por ningun lado, le he sumado persuasión

Balaena entornó los ojos durante unos largos momentos, como si esperase algo. Algo que no llegó.

—No entiendo cómo puedes estar tan tranquilo—dijo con algo que parecía un híbrido entre disgusto e incredulidad—. Será que nunca hay suficientes armas para apuñalar cosas...

Fue a decir algo más pero se arrepintió antes de ello y terminó resoplando. La joven herrera apoyó un codo en la rodilla y la frente en esa mano, como si estuviera recordándose que no iba ayudar mucho que en aquel momento diese rienda suelta a su mal humor. Tras un par de segundos pareció lograr relajarse y giró de nuevo el rostro hacia ti pero sin levantar la frente de la mano.

—¿Qué necesitas exactamente?

Notaste que estaba haciendo un esfuerzo por no sonar hosca... Pero le estaba costando mucho. La Balaena que habías conocido en Gondwan, aquella que habías encontrado afilando una daga con la cara manchada del hollín de la forja, te había recibido con una sonrisa aun siendo un completo desconocido y había ido corriendo a buscar a su padre cuando habías preguntado por él.

Ahora era como si se exasperara ella sola cada dos por tres pero al menos intentaba no pagarlo con otros. Otra cosa era que lo consiguiera siempre.

Cuando volvísteis al campamento no veáis a Dreren por ninguna parte. A Lynn tampoco pero, a fin de cuentas, antes se había metido en la carreta.Tal vez siguiese allá adentro.

Kando se hallaba junto a una de las ruedas de esta, tumbado y observando con pasividad lo que ocurría por el campamento. Al lado de él había un hueso de pata de jamón entero y un cuenco con agua. Los ojillos del mabari tenían cierta expresión tristona pero tal vez se debiera a que simplemente estaba agotado, confuso, o se sentía débil.

Balaena continuaba sentada junto al fuego y Sion parecía haberse acercado a hablar con ella. Por último, Nolan se encontraba dándoles algo de comer a los caballos.

Gabby se acercó hasta Kando y se acuclilló junto a él. Revisó el lomo del perro, palpando las heridas para comprobar que sus encantamientos habían surtido efecto y que no quedaba ninguna herida abierta. Cuando estuvo satisfecho, le rascó a Kando tras la oreja, con un gesto compasivo.

—Estás sano, chico —dijo tras un momento—. Ojala mis hechizos pudieran curarte el corazón y te aliviasen tu pérdida.

Quedaba patente que hacer amigos no era una de sus virtudes. Sinceramente no podía reprochar nada a la actitud de Balaena, había perdido a su padre al que él mismo se había ofrecido a rematar. Luego solo el Hacedor sabía que habría contado Gabrielle sobre el encuentro con Schaudaron. Nada cambiaba el haber matado a Ferin, pero como se narrase ese momento ponía a Sion en una posición o en otra totalmente opuesta.

Tenía los nervios templados, era lo único bueno de ver tanta miseria, pero el estar tranquilo no exime de no tener dudas ni remordimientos, tal vez la joven herrera buscase algo en su rostro que mostrase el reproche a si mismo o autodesprecio por cometer semejante acto, pero Sion era de los que no lloran. Ostagar y todo lo que vino después se aseguraron de arrancarle.

Ni pretendía justificarse ni lanzar más leña en la chimenea, era mejor ceñirse a los más elementales negocios.

- Otra espada corta como la que llevo en el cinto, y una maza ligera sin pinchos, algo con lo que pueda golpear usando toda su superficie sin preocuparme de carecer de filo.

Y sea lo que sea que se esté cocinando guardar algo para Lynn, le he prometido llevarle algo de comer más tarde. -

Kando se dedicó a embadurnar tu mano de lametones cuando lo tocaste. Y cuando le rascaste la oreja, gañó y te miró con ojillos tristes mientras movía la corta cola, agradecido.

El mabari parecía haberse comido el jamón entero, y el cuenco de agua estaba vacío (la sal era lo que tenía) había comido más que bien pero al mirarlo todavía era evidente cómo se le marcaban las costillas.

Gabby cogió el cuenco de agua.

—¿Quieres más agua? —le ofreció.

Kando no dejó de mover la cola, ladró y se puso a rodar sobre el lomo. Luego de volverse a tumbar, ladró otra vez.

—¿Sí? Bueno, pues voy a buscarla al río, que la de mi odre estará calentorra —la maga cogió el plato y su propio odre—, ¿te vienes chiquitín?

La maga se levantó y cruzó el campamento para hacer lo propio, ofreciéndose a llenar los odres de cualquier persona que encontrara en su camino.

El hombre sonrió con gesto de disculpa.

—Me temo que con los tiempos que corren significa más para mí tener algo que me asegure poder llevar un plato de comida a la mesa de mis hijos que toda la fama de Lothering—dijo—. Pero no soy un ladrón, sé que no soy el único que está así.

Suspiró.

—No cobro más por mis dulces de lo que cobraría en tiempos mejores... aunque en ese caso sí podría permitirme rebajarle algo. Pero en este no puedo, lo siento—te señaló una bandeja con cada mano—. Sólo cuestan 35 halcones de plata la docena, si quiere mezcla puedo ponerle seis de chocolate y seis nevadas. O tres de chocolate y tres nevadas. Y serían 17 halcones de plata y 5 piezas de cobr, si quiere media.

Ay, Dios, sí. Perdón xD Ida de pinza mía: Es persuasión, has tirado bien.

No obstante, no has sacado la tirada pero como ves el tipo tampoco es un carero, Dreren puede comprar los que quiera: 6, 12, 18, 24...

- Entiendo.

 era suficiente para expresar que le había convencido. Los pastelitos eran más un simbolo que cualquier otra cosa, era una inversión en la cohesión del grupo y en una moral alta. Alguno podría sentir dificultad al seguir después de lo que había pasado. Dreren estaba convencido de que sufrirían cosas aún peores...quizás por eso...sentía algo parecido a la pena aunque su gesto, invariable, serio, rasgado por el lirio, no expresase nada.

- Con una docena a mitades iguales será suficiente.

 Gracias.

 Preparó el dinero, no titubeó ni un instance entonces a pesar del intento.

El mercader te preparó una bolsa de cuero en la que metió seis galletas de chocolate y seis galletas nevadas.  Luego la cerró con cuidado y te la dio a cambio de los 35 halcones de plata mencionados. Tras despedirte, volviste al centro del pueblo.  Aún disponías de algo de tiempo antes de que anocheciera para hacer más cosas si así lo querías.

Has obtenido un regalo: Saquito de Galletas.

Ya te descuento yo los 35 halcones, no hace falta que toques la ficha. Tú dirás ahora si quieres visitar algún lugar/carreta más de Lothering o hacer algo más antes de regresar al campamento.

—Hay comida para todos—respondió Balaena a tiempo que echaba un ojo asomándose por uno de tus lados (ya que estaba sentada) para poder mirar la carreta cuando mencionaste a Lynn—. En cuanto a lo otro, creo que deberías tener cosas más importantes que hacer ahora mismo que pedirme una maza y una espada. Como visitar la capilla, por ejemplo.

Se cruzó de brazos aunque más por comodidad de postura que por enfado.

—¿O igual me equivoco?