Partida Rol por web

- No soy quien para decidir por los demás, pero sí puedo decidir esto... - Dreren tomó su parte y la tendió.

 Era para la capilla, integramente, porque el ya tenía suficiente para satisfacer, por el momento, sus necesidades, y no necesitaba más. Allí los soberanos serían más útiles en un principio. El mago no lo hacía por aparentar humildad o solidaridad, era un sentimiento profundo que se centraba en hacer lo correcto.

- Será suficiente con el mensaje del tablón. - se defendió - Ha sido muy amable Clarice.

 Gracias a ti, hermana.

 Si hay algo que pueda hacer....sino creo que es hora de que me retire, si me disculpas. - Dreren le dedicó una sonrisa distante, como si estuviese más cerca del velo que de aquel lugar.

—El Hacedor te bendiga—respondió Clarice, aceptando tu parte del pago. Luego sonrió—. Faltaría más, ya habéis hecho más que de sobra. ¡Hasta luego!

Después de que la Hermana te diese el cartel que Ferin había colgado en el tablón, volviste al campamento.

A simple vista, observaste a Balaena y a Gabrielle llenando cada una un cubo en la orilla del río. Nolan andaba alimentando a los caballos, a Lynn no la veías por ninguna parte y Sion se encontraba en medio del campamento junto a la fogata, levantando ambos brazos para que el perro no se comiera los dos cuencos de cena que tenía en las manos.

Mientras llenabas el cubo, viste que alguien volvía de Lothering. Era Dreren que llevaba un pequeño saquito en la mano. Nolan le había prestado una de sus mudas al no tener él una túnica de repuesto y la verdad es que de no ser por los llamativos tatuajes de lirio, no lo habrías reconocido a la primera sin su túnica azul.

Gabby volvió del río con los odres y un cubo lleno de agua. Los dejó en el suelo con un suspiro. Lo de levantar peso no era lo suyo. Levantó la vista al ver llegar  a Dreren, parpadeando al no verlo ataviado con su túnica azul, que por supuesto estaría hecha un asco después del baño de sangre que se dio en la lucha contra Schaudaron. Ella misma tuvo que cambiársela para lavarla y coserla, pero había traído mudas de sobra. Aparentemente Dreren no lo había hecho y Nolan le había prestado su ropa. El orlesiano estaba hecho un toro, así que Gabby pensó que su ropa resultaba cómicamente grande para Dreren.

Gabby se acercó a él.

—¿Quieres que te cosa la túnica? Traje aguja e hilo, pero no sé si estará para tirarla directamente —cayó en la cuenta de algo—. ¡Oh, encontré algo que me hizo pensar en ti! Ven y te lo doy.

Gabrielle se arrodilló junto a su mochila y sacó de dentrol un sombrero picudo antiguo. Lo sacudió antes de tendérselo.

—¡Pruébatelo!

- Un mago que se precie siempre ha de intentar mantener las formas, cuidar su apariencia y... - Dreren tomó el sombrero como hubiese tomado cualquier otra prenda entre sus dedos...sin embargo, acarició el ala con la yema de los dedos muy lentamente, sintiendo muy adentro su aspereza, su "magia". Lo miró sosegado, lo estudió mientras lo elevaba con sumo cuidado hasta su cabeza. Lo ajustó hacia adelante, con firmeza, inclinada el ala hacia abajo, dándole al rostro la oportunidad de quedar ligeramente eclipsado por su majestuosidad. Con el brillo del lirio bajo la sombra de aquella magnífica pieza la mirada de un Dreren afable buscó los ojos de Gabrielle. - asegurarse de que su presencia nunca se olvida si no pretende lo contrario.

 Recitaba una lección aprendida hace demasiado tiempo.

 - ¿Me sienta bien?

 Dreren ladeó ligeramente la cabeza y extendió los brazos esperando su juicio. Las mangas le quedaban muy anchas y tuvo que sacudir las manos  para intentar encontrarse algo más cómodo...no lo consiguió.

 - No importa que la túnica esté como para tirar. - meditó - creo que la lavaré y te agradeceré mucho si me ayudas a coserla.

 No me gustaría desprenderme de ella. - tenía la intención de usarla, incluso a pesar de los desgarrones o la sangre. Era su túnica.

 Significaba mucho.

 Había muchas cosas que tenían un valor intrínseco. Algo que las hacía tener...más que un precio. Podría comprar otra túnica. Pero no era lo mismo. Era como aquel sombrero. Era un sombrero que algunos tildarian de estúpido. Otros de anticuado. Pero no era sólo el sombrero, sino el significado que tenía. Y sí, tenía un gran significado al que ahora se le añadía que Gabrielle estaba allí cuidando de ellos aunque pareciese que lo lógico sería que los demás cuidasen de ella. Su apariencia engañaba, por eso sojuzgar tenía tantos riesgos.

 Dreren suspiró en silencio y se quitó el sombrero para mirarlo distraído. Volvió a acariciarlo con las yemas de su índice y su pulgar, como el que revive una escena a través del tacto.

 - Me halaga que te haya recordado a mi.

 Yo también tengo algo para ti. Aunque no se puede comparar. - Sonaba como una broma en la melodía de sus palabras, pero no lo era. - Primero, querría que guardases esto.

 A ver donde lo he metido...

 Se encontraba extraño en aquel ropaje rebuscando. Afortunadamente Wish dio con ello mucho antes. Era un trozo de papel algo seco y arrugado, como si hubiese estado mojado y luego se hubiese secado al sol encima de alguna piedra. Era un cartel, el cartel de la búsqueda del mabari. Allí estaba encerrado el motivo por el que habían ido a ayudar a Ferin, su recuerdo en forma más que material (si no contaban al mabari), de su derrota, pero también de la demostración de que debían esforzarse y, a pesar de todo, las cosas irían bien.

 - Y tu parte de la recompensa. - le ofreció cinco soberanos a Gabrielle. - Además he traído pasteles. - anunció.

Antes de haber dado ni dos pasos escuchaste un ladrido.

Al levantar la mirada, viste que Gabrielle andaba hablando con Nolan junto a los caballos y que éste le daba un odre. Kando se encontraba con ellos y, mientras la maga iba a llenar el recipiente al río, el perro parecía haberte detectado (bueno, más bien parecía haber detectado los dos cuencos de comida) y se acercó a ti a paso ligero sólo para revolotear a tu alrededor, cosa que te hizo levantar los dos brazos hacia arriba por acto reflejo.

- No no amiguito. Uno de estos platos es para esa chica que fue herida mientras estábamos en la casa. Tiene que reponer fuerzas y si te comes su ración no va poder ser. Además seguro que te has dejado jamón para después.

Pero entiendo que quieras variar al comer y no estar solo a jamón ven conmigo a darle su plato y te puedes comer la mitad del mío después. Tengo además tu pelota en el bolso por si luego te animas. -

Gabby borró la sonrisa y rechazó el papel que le tendían.

—No necesito ningún memento para recordar lo que ha sucedido hoy, Dreren —dijo con repentina seriedad en un tono que rozaba el reproche—. Dáselo a Sion. Él ya parece haberlo olvidado todo.

Tras dejar a Dreren, te dirigiste a la carreta a buscar a Lynn. Te aupaste por la parte trasera del vehículo y entraste dentro.

Tu amiga se había sentado recostándose sobre una pila de mantas enrolladas. En ese momento soltaba un hondo resoplido mientras se tapaba los ojos con un antebrazo como "a quien le molesta el sol"  (al margen de que, obviamente, allá dentro no había sol) Tal vez por eso no te había visto ni oído llegar. Como Nolan había dicho, estaba algo pálida pero nada exageradamente alarmante.

No obstante, y después de que estuvieras unos instantes parada sin decir nada, en determinado momento el mabari ladró afuera y a ella le dio por levantar el brazo para mirar de reojo a la entrada de la carreta... cosa que hizo que pegase tal brinco al no esperarte ahí que se enderezó de golpe hasta quedarse sentada.

—¡Gabby!—se atropelló alisándose las mangas de la túnica—. Quiero decir, ho... hola ¿Querías algo?

Gabby dibujó una sonrisa tranquila y se sentó en el carromato.

—No. Sólo quería ver cómo estabas —dijo con una tranquilidad que invitaba a hablar, recordando una vez más a su maestra.

—Bien... más o menos. Estoy un poco mareada y me siento algo floja pero no sé por qué—suspiró—. Aunque supongo que después de todo lo que nos ha pasado hoy, puedo darme con un canto en los dientes de al menos seguir entera...

Hundió los hombros y te dió un par de palmaditas en el brazo.

—¿Y tú como estás Gabby?—añadió—. ¿Más tranquila? Debería haber ido antes contigo pero me estaba mareando mucho, perdona...

Gabby depositó una mano encima de la de su amiga en un gesto comprensivo.

—No tienes que disculparte conmigo, Lynn. Somos amigas.

Hizo una pausa, reflexionando un momento sobre cómo la había cambiado aquel viaje, en apenas unos días. Comparado con la que era ahora, la Gabby de antes de la Angustia le parecía una chiquilla descerebrada. Claro que había muchas cosas en aquellos días. Había pasado la Angustia, había contactado con un espíritu del velo y se había hecho su amigo, había salvado a Balaena de las garras de la muerte, había convencido a un Qunari de que no ejecutara a un tal-vasoth, se había enfrentado a un demonio en su propio terreno y había prevalecido y la luz de su amigo había conseguido encontrar un camino para un chiquillo poseído. No estaba mal para una maga bisoña. ¿Que no habría hecho Wynne o el Primer Encantador?

—Necesitábamos tiempo. Para poner en orden nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Es normal.

Inclinó la cabeza.

—Venga, déjame ver esa herida a ver qué pinta tiene.

—No me has contestado—Lynn hizo un enfurruñado puchero y te señaló la punta de la nariz, como si te estuviese acusando teatralmente de algún delito capital. Luego negó con la cabeza—. Estoy bien, Gabby, de verdad. Es decir, recuerdo que no paraba de sangrar y que el dolor era como si me quemasen con fuego pero ahora estoy bien. No sé qué ocurrió después pero supongo que me curaste tú, ¿no?

—No, no lo he hecho —dijo Gabby y soltó una risita—. Si no te duele los mareos probablemente serán debidos a la pérdida de sangre. Come bien, bebe un poco, descansa y la naturaleza hará el resto. Dime, ¿cómo te lo hiciste?

Lynn esbozó una sonrisita cansada con tu pequeña broma y apoyó la espalda.

—Después de encontrarme con Sion aparecieron unos esqueletos calcinados de engendro tenebroso, algunos eran guerreros, otros eran arqueros... —suspiró—. Y yo debo tener cara de diana porque parece que arquero que me cruzo, arquero que me dispara.

Tu amiga se acarició el muslo allá donde la habían herido. Se había cambiado de ropa puesto que ya no estaba embadurnada de sangre y no veías ni el roto que había hecho la flecha ni el espeluznante desgarrón que el zarpazo de Schaudaron le había dejado en la túnica, ni nada más.

—Rompí la flecha por la mitad para que no agrandara la herida al moverme pero no sé cómo se trata una herida así. Sion la vendó por encima y me llevó en brazos durante... Hacedor no lo sé, pero se me hizo eterno. Lo intenté pero al final llegó un momento en que no pude aguantar más y le pedí que arrancase la flecha, pero fue tan doloroso que me desmayé—se estremeció al recordarlo—. Lo siguiente que recuerdo es a esa cosa de sombras riéndose como una maníaca...

Repentinamente se puso colorada como un tomate maduro.

—¡E-Espera un momento! ¿Si me llevaba Sion por qué me desperté en brazos de Dreren?—añadió con un hilillo de voz que te resultó de lo más cómico—. ¿Qué porras pasó?

—¡Bendita Andraste! ¡Sion es un... cacho de carne con ojos! —dijo Gabby, sin querer entrar a calificativos más hirientes.

Suspiró y durante unos momentos no añadió nada. Luego sonrió.

—Fue Dreren quien le pidió a Sion cargar contigo.

Había hablado con Astucia sobre los sentimientos encontrados que le producían la floreciente relación entre Lynn y Dreren. Pero ahora se encontraba en paz con esos sentimientos. Había dejado de lado el miedo a perder a su amiga y ahora sólo se preocupaba genuinamente porque fuera feliz. Lynn había elegido ser feliz al lado de Dreren y Gabby no se iba a interponer entre ellos.

—Se ha preocupado mucho por ti.

Lynn se sorprendió por tu vehemencia, hasta dió un pequeño bote en el sitio.

—¿P-Por qué?—la pregunta le salió por inercia y debía referirse sólo a que no entendía dónde estaba lo malo de haberla llevado a cuestas, pero luego pareció darse cuenta de que te referías a Sion en general y por tanto había sonado absurdamente retórica—. Quiero decir...

En ese instante, reparó en lo que habías dicho de Dreren y se olvidó de Sion, de la herida, de tu vehemencia y de cualquier otra cosa.

—¡¿De verdad?!—preguntó con una sonrisita embobada en el rostro y una curiosidad que a duras penas podía disimular. Más que nada porque hasta se inclinó hacia adelante—. ¿Dijo eso?

Gabby asintió, y devolvió su mano al regazo, observando la mirada enamorada de su amiga, deseando que un día pudiera sentir algo así por alguien y que fuera correspondida.

—Cambió su comportamiento cuando creyó que tu vida corría peligro. Había una... ternura en su mirada que no había visto hasta ahora —hizo una pausa—. Creo que he sido un poco desconfiada e injusta con él. Ya sé que no eres una niña, pero a mis amigos los protejo. Pero es un buen hombre. Me alegro por ti. Por vosotros.

Lynn lanzó un sonido agudo a medio camino entre un chillido y una risita emocionada, luego te dio un abrazo.

—¡Que bien, que bien, que bien!—dijo—. ¡Me has alegrado el día, Gabby!

Te estrechó con fuerza pero a los dos segundos pareció caer en la cuenta de que aquello no procedía mucho después de lo que os acababa de ocurrir y se separó sin saber muy bien qué hacer con las manos.

—Eeehr... es decir, no me refería a... Yo... —encogió la cabeza entre los hombros, con un avergonzado gesto de circunstancias—. Perdón. O-Olvida lo que he dicho. Ha estado fuera de lugar...